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10.- Casados
Edward pov
-bienvenidos, que linda pareja hacen ¿se casaron hace mucho verdad?-
pregunto la arrendadora de la casa.
-sí, tenemos casi ocho años de matrimonio- respondió Isa, Bella, no
necesitábamos cuartada, nos conocían en el pueblo.
-¿niños?-
-seguimos tratando- respondí.
-bien Srs. Cullen, estas son sus llaves, ¿Cuándo llegan sus
muebles?-
-ya están aquí- dije señalando el camión de mudanzas – Mi primo-
dije mostrando a Emmet.
-hum por cuánto tiempo estarán aquí?-
-dos, tres meses cuando mucho, estamos terminando de construir
nuestra casa y bueno estoy de vacaciones… algo así,- respondí.
-es curioso que no se quedaran en casa del sr. Swan- dijo mirando
a Bella.
-bueno mi padre nos la ofreció pero… considerando que también
necesita arreglos, preferimos rentar cerca- respondió sonriendo.
Con esa nueva mentira, los chicos tendrían que fingirse
trabajadores al entrar y salir.
Cuatro horas después los muebles estaban dentro, las cámaras
instaladas desde antes. Los micrófonos en varios de los muebles. Agregaron un
par en la recamara principal. Todos se fueron, sabíamos que los tipejos están
vigilado la casa, inteligencia nos los había dicho.
-¿cariño quieres cenar?- dijo desde la cocina.
Como deseo que nuestra vida sea de verdad así, ella mi esposa, que
esa sea mi casa, tener hijos, poder regresar por las noches y besarla apenas
entrar, acostar a los niños, llevarla a la cama cada noche, morir entre sus
piernas, sobre su cuerpo, desnuda, gimiendo bajo el mío.
-Edward, ¿cenar?- pregunto de nuevo a mi lado, me sobresalte, no
la vi.
-no, no tengo hambre, ¿quieres ver la tele conmigo?- me miro
entrecerrando los ojos, no se podrá negar y lo sabe.
-claro, pero déjame terminar en la cocina-
-déjalo, lo haces mañana, ven te quiero abrazar- dije
presionándola.
Mi miro con ganas de matarme, tal vez la deje hacerlo. Con su culo mejorado puede matarme
las veces que quiera.
-seguro amor, como quieras- se sentó junto a mí.
La abrace. Me pellizco tan fuerte que casi me queje. La apreté con
ganas y gimió. Y me excite, solía gemir así cuando la hacia mía. No pensé
demasiado, la bese casi a la fuerza.
Me mordió. No la solté. No todavía. Dejo de lastimarme, me
devolvió el beso. Desesperado, hambriento de ella, la levante del sofá y la
lleve hasta la recamara.
La tire sobre la cama, me acosté junto a ella, acaricie su cuerpo,
sus senos. Su vientre, el tatuaje lo vería en la mañana.
Me detuve, no puedo tomarla así, no hasta explicarle todo, no
hasta que me perdonara. Me miro sin saber que esta mal. Con la pasión ahí, aun esta ahí. Por un segundo.
-¿aun me amas?- pregunte apenas en susurro.
-no- respondió levantándose, entro al baño y tardo un siglo en
salir.
Miente, no puede haber dejado de amarme y responder así a mis
caricias. Esta dolida conmigo y tiene todo el derecho a estarlo, le rompí el
corazón de la peor forma.
-¿todo bien Bella?-
-sí, solo llego mi periodo- sonrió negando.
Genial la cuartada perfecta para que nada pasara ni real ni
fingido. Lista.
-ven vamos a dormir- la jale de la mano, no se resistió.
Quite su blusa dejándola en sostén, luego su falda, no me detuvo,
al contrario, se deshizo de mi camisa, siguió mi pantalón. No hablamos esa
noche. Los asuntos personales para después. Al menos no me rechazo cuando la
abrace.
¿Cómo decirle todo?
Me urge que sepa la verdad, que sepa que nunca la engañe, que no he
tocado otra mujer más que ella. Que la amo. Que la extrañe cada día que estuve
lejos.
Mi erección duele como nunca pensé que me pasaría, tenemos seis
noches durmiendo juntos, solo eso durmiendo. Bueno ella duerme, su contacto, su
calor me están enloqueciendo. Solo estar en la misma habitación, verla medio
desnuda cuando se cambia de ropa o cuando sale de la ducha es una tortura.
Ella parece no inmutarse conmigo, es como si aparte de los besos,
nada más le atrajera.
¿Ya no me ama?
Bueno, no tiene por qué hacerlo,
después de todo esta convencida que la engañe, yo la convencí de eso.
Bella pov
Sus manos me hacían olvidar todo. Su calor me derritió el cerebro
en cuanto me acosté. Puso algo de música y susurro el resto de la noche. Esa y
las cinco que le siguieron.
-¿Por qué entraste aquí?- pregunto la séptima noche, las lámparas
del buro ofrecen una luz suave y el sonido de su voz me acelera el ritmo
cardiaco.
-necesitaba dinero, para mantenerme, Emmet me ofreció 500 dólares
por poner la bomba, no sabía lo que era hasta que la clínica exploto, después
me explicaron que hacían, como trabajaban y me pareció perfecto para mí, me
daban casa, ropa, comida y cuidados médicos… por si los necesitaba, me
entrenaron y me lanzaron al mundo apenas supere a mi mentora, he sido la mejor
desde entonces- respondí con sinceridad.
Aun me debato entre odiarlo o entregarme al amor que siento por
él, pero por esa noche le daré tregua.
-necesito que sepas la verdad de lo que paso, desde que te deje en
las practicas, hasta la noche que…- tape su boca.
Negué. No quería saber nada de esa noche. Suspiro pero no
insistió. La luz roja de la casa de seguridad se encendió. Hay información
nueva. Entre al baño y saque los comunicadores, nos acostamos de nuevo.
-¿Qué pasa amor?- pregunto Edward.
-noticias, ya han revisado los
informes de ambos, están por llamarlos. Cuidado, están más precavidos que
nunca. Mañana los visitaran, la cosa se pone interesante, Carlisle y Esme están
metidos también. El asunto es más grande de lo que supusimos. Involucra a un
senador y dos integrantes de la casa Blanca-
Nos miramos, la cosa está del carajo. Los altos vuelos están
implicados.
-me duele la cabeza- respondí a la primer pregunta que hiciera.
-y te dolerá el culo también si no
sale bien esto, cuídense, mañana hablaremos de nuevo- cortaron la comunicación.
-te traeré agua- se levanto
de la cama y le entregue el comunicador.
Se metió al baño.
Otra noche en blanco, su cuerpo me tiene excitada, su calor, su
olor, cada día que pasa pierdo la cabeza un poco más. Verlo cuando se viste, al
salir de la ducha mojado, con ese cuerpo más que perfecto, sus tatuajes son geniales,
pude ver mejor aquel que me distrajera. Al principio no entendí de qué se
trataba, hasta que lo mire mejor. Es mi nombre en las líneas de un árbol, solo
mirándolo detenidamente y sabiendo que buscar se nota.
¿Por qué tenía mi nombre en su piel? ¿Por qué lo tenía yo?
Ese nadie lo había visto nunca, lo tenía justo debajo de mi
vientre, bueno, Jacob lo había visto, pero disimulo no hacerlo. No le
permití decir nada esa noche. La única
en que otro hombre…
Recuerdo
-esta misión es peligrosa, ¿estás
segura que la quieres hacer?-
-si Esme, sabes que es perfecta para
mi, ¿Quién será mi compañero?-
-en eso estoy, no quiero un
principiante, el único que me perecería digno de acompañarte es de la otra
división, pero esta activo, perdido en una misión en los países bajos de Europa
y según sé, ni su director no sabe dónde, esta sin comunicarse, bien podría
estar muerto, aunque se dice que es tan bueno, que quizá está de vacaciones, un
misterio el hombrecito-
-bueno entonces ¿Quién?- pregunte de
nuevo.
También había escuchado de ese tipo.
¿Sera tan bueno como dicen?
-Jacob, es de confianza, se conocen,
no creo que te cueste mucho desnudarte delante de él y siempre puedes partirle
el culo al regreso si se propasa- respondió sonriendo.
-igual se lo partiré en el
entrenamiento de hoy, pero me parece bien, hum, ¿datos?- no pensará que me iría
a Sudamérica sin saber en qué carajos me estoy metiendo.
¿Cierto?
-eres una prostituta, Irina y Kate
también, pero tú eres la carta fuerte, serás una rubia de fuego, Jacob es tu
padrote, así que ponte de acuerdo con él, el resto de la información está aquí,
léela, estúdiala, apréndetela y destruye, suerte y si te vas a tirar a Jacob,
disfrútalo, el niño esta bueno con ganas. No pases tu vida pensando en un
hombre del que no sabes nada, o que no has querido saber nada. No te diré que
hacer, pero todos sabemos que Jacob quiere contigo y no me refiero solo a la cama-
-te veré al regreso, que no te maten-
dije antes de salir.
Sutil mi cambio de tema.
-suerte, y que no te maten- respondió.
Un comentario muy apropiado entre los
de nuestra clase.
Dormir con Jacob… quizá no fuera mala
idea, llevo varios años sin tener intimidad… sexo, la intimidad se fue con
Edward.
-hola preciosa- por un momento pensé
que… no, solo es mi amigo saludándome, está ahí para ponernos de acuerdo.
Lo mire, no es feo, su cuerpo es
hermoso, quizá acostarme con él no sea mala idea…
Fin del recuerdo
-¿qué quieres desayunar?- pregunto a la mañana siguiente.
Como cualquier día. Como cualquier esposo, solo que él no lo es.
No es nada mío.
-hum lo que quieras estará bien- respondí.
-hum tengo una mejor idea, ¿quieres ir al restaurante de siempre?-
pregunto con esa sonrisa torcida.
-claro, me iré a vestir- dije subiendo las escaleras,
¿Para que propuso eso?
No quiero recordar las maravillosas veces que estuvimos ahí, es
demasiado doloroso.
Media hora después entrabamos al local. Nadie nos quito la vista
de encima hasta que nos sentamos.
-¿Bella? ¿Bella Swan?- pregunto una voz masculina, vagamente
familiar.
Mire en dirección a donde
la voz provenía...
-hola, Erick, ¿Cómo has estado?- pregunte mientras Edward ponía
cara.
-bien, aunque no como tú, hum, hola Edward, Wow, ¿siguen juntos?-
-casados de hecho- respondió mi “esposo” con ese tono de
te-largas-o-te-parto-la-cara.
Y el tipo lo entendió.
-bueno me dio gusto saludarlos, cuídense, adiós-se despidió y
respondí de la misma manera.
-fuiste poco amable- dije por romper el hielo, nunca me gusto
verlo molesto.
Aunque ¿a mí que carajos me
importa?
-bueno no fue mi amigo, así que no tengo porque tratarlo mejor-
La mesera se acerco, tomo la orden y se fue. Y mi día se arruino,
al estar sentada de frente a la puerta, la vi entrar, resollando como si la
faltara el aire. Rubia como siempre. Tania. Mi corazón se encogió, mis estomago
se rebeló en ese momento, apenas contuve las ganas de vomitar, considerando que
no había comido nada aun. Gracias a Dios.
-bueno, ahí hay alguien a quien si conoces y muy profundamente, no
tengo hambre, te espero en el auto- dije levantándome, pase junto a ella sin
mirarla más que de reojo.
Me quede apoyada junto a la puerta, conteniendo las ganas de
regresar y romper el frágil cuello de esa maldita perra. No me costara nada de
trabajo, he roto cuellos más gruesos de tipos tan grandes como Emmet.
-pedí todo para llevar- escuche tras de mí, salte ante su voz, me
pillo con la guardia baja.
Me gire para verlo, traía labial en la mejilla, que dulce… un
reencuentro de amantes. Carajo.
-vámonos pues- dije sin más.
Mi estado de inestabilidad total alcanzo su punto máximo apenas
llegar a casa, la furia me cegó, el dolor de verla de nuevo salió a la
superficie, mi contracción valió madre, todo el sufrimiento y el coraje
mezclados regresaron con más fuerza.
soy un completo desastre, subí a la recamara y no salí en el
trascurso del día.
Lo evite tanto como pude, no insistió.
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