Disclaimer: La historia original de Twilight, lamentablemente, pertenece a la señora Meyer. Ella es la creativa y, obviamente, la que tiene todos los millones. LadyC solamente es una chica con un poco de imaginación que usa todo esto sin ganar ni siquiera para una latita de gaseosa. La trama, los personajes que puedan no conocer y las dosis de locura son completamente de su Autoría. Y nosotras, Sky&Claire, nos encargamos tan solo de publicarla. =)
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¿HERMANO MAYOR SOBREPROTECTOR O NOVIO CELOSO?
Edward's POV
Realmente no lo podía creer. ¡El tipo me tenía en sus manos! Mientras iba caminando por los pasillos de la universidad, no podía dejar de pensar en el asunto. ¡Aquello no era justo! Yo no iba a entregarle a Bella servida en bandeja, definitivamente no lo haría. ¡Era algo completamente deshonesto! ¿Acaso aquel hombre no tenía un poco de dignidad, como para luchar por si solo por lo que quería? Además, ¡ella era su alumna!
Suspiré, mientras me llevaba el pulgar y el índice al puente de mi nariz, presionándolo suavemente.
—Edward, ¿realmente estás bien? —preguntó la preocupada voz de Bella, mientras salíamos al campus.
Asentí, dirigiéndole una rápida mirada.
—Es sólo un dolor de cabeza, Bella, no te preocupes.
Ella, sin embargo, se detuvo en su lugar. La miré, confundido, mientras sus pálidas manos me tomaban por los hombros. La vi mirarme a los ojos fijamente.
—Edward, tú nunca me llamas Bella —apuntó, mirándome acusadoramente.
De acuerdo, me había atrapado.
—No, es nada, pequeña, en serio —repliqué, mientras pasaba un brazo por sus hombros—. Tengo demasiadas cosas en la cabeza, sólo eso.
Aquéllo, después de todo, no era una mentira.
El sábado por la noche de esa misma semana, el panorama iba empeorando poco a poco, si es que eso era posible. No podía creer que yo estaba allí, sentado, esperando ver como aquel… chucho pasaría a buscar a Bella. ¡Cómo podía haberle siquiera insinuado la posibilidad de salir con aquel imbécil! Me sentía total y completamente patético. Para colmo, si aquello no era seguro, Jasper me había asegurado que era un total idiota.
Ajá. Mi gozo en un pozo.
Lo peor del asunto era que Bella realmente parecía emocionada con todo aquel circo de la cita. Me lo había confesado, ella me lo había confesado: Jacob le parecía atractivo. Yo sólo le había preguntado qué intenciones tenía con él, por lo que mi aporte no había sido demasiado; sin embargo, Jacob se había salido con la suya. Alice había llegado en el momento justo en el que Bella me confesaba que su profesor le parecía guapo. Claro, en el momento en que mi hermana escuchó aquello, no dudo en prepararla para una cita segura entre ambos. Se suponía que debía sentirme feliz, el secreto de mi «supuesta sexualidad» se encontraba a salvo después de aquel… acuerdo.
Dios, ¿a quién intentaba engañar? Quería hacer desaparecer al condenado profesor.
Me removí incómodo, sentado en el sofá del apartamento de las chicas, mientras Jasper cambiaba los canales, de forma incesante. Pasaba tan rápido, que ni siquiera podía verse lo que había en cada uno de ellos.
—¿Puedes dejar algo de una vez? —mascullé, mirándolo de reojo.
Jasper, simplemente, soltó una suave y despreocupada risa.
—Parece que estás de mal humor —comentó, de forma jocosa.
Sólo gruñí en respuesta. Después de todo, era mi mejor amigo y no quería mandarlo a tomar viento.
—¡Alice, ya está bien! —escuchamos de la habitación contigua. Era la voz de Bella—.Me rehúso a ponerme eso…
La vimos salir de su habitación, con un par de zapatos en la mano. Parpadeé varias veces antes de poder fijar mis ojos en aquel deslumbrante vestido color plata que traía puesto. Traía el cabello con suaves ondas, más ordenadas de lo que usualmente lucían, seguramente armadas por las hábiles manos de Alice. Sus ojos marrones se veían enmarcados por una oscura sombra y sus labios resaltaban con algún tipo de producto que los hacía brillar tanto como el vestido.
Gemí de forma casi inaudible. Ella no podía salir así.
—¡No me digan que no está hermosa! —exclamó Alice.
En respuesta sólo consiguió una sonrisa de Jasper y gruñidos, tanto de la boca de Bella como de la mía. Sus ojos marrones se clavaron en los míos, mirándome con confusión.
Entonces, el timbre del apartamento sonó. Cuando gemí muy suavemente, Jasper se volvió hacía mí, con una sonrisa de suficiencia plasmada en su rostro.
Aquélla sería una noche larga. Muy, muy larga.
(Bella's POV)
Aquel vestido me molestaba, sobre todo porque se subía con cada paso que daba. Alice sabía que no me gustaban esas cosas, pero insistía en que me hacían lucir mayor y que, al salir con un joven de veinticuatro años, iba a necesitar el bendito vestido. En otras palabras, era una de las tantas excusas que Alice Cullen utilizaba para convencerme. Debía tener un don, o algo por el estilo, porque siempre todos terminábamos accediendo a sus peticiones. Los zapatos, claro, habían sido la gota que había rebalsado el vaso; después de todo, si bien Jacob era un joven muy alto, no quería terminar la noche en el hospital. Quitándome los zapatos que ella me había obligado a ponerme, había tomado los que a mi me gustaban y había salido corriendo de la habitación. Debía admitirlo, me había quedado bastante pasmada al ver a Edward allí, mirándome de aquella manera tan lastimera. ¿Qué estaba mal?
Claro, no tuve ni la oportunidad de hablar sobre ello, porque el timbre nos interrumpió.
Mi cita. Oh, sí.
Como siempre, todo tenía que ver con mi demoníaca amiga. Cuando Edward me había comentado sobre el nuevo profesor y su supuesto interés por mí, sus palabras me habían molestado bastante. Sí, yo era idiota; pero ese no era el punto del asunto. Alice, al enterarse que podía haber una posibilidad de que ambos tuviéramos una cita, me obligó a acercarme a Jacob, me obligó a hablar con él y, después de una extensa charla, me terminó proponiendo que ambos fuéramos al cine y a comer. Acepté la salida, después de las insistentes frases de Alice sobre probar cosas nuevas y todo eso. A mí, honestamente, me daba completamente igual.
Cuando bajé, Jacob se encontraba de pie frente a la puerta de entrada. Traía unos pantalones de vestir y una camisa, desabrochada en los últimos botones, dándole un aire casual. Su cabello lucía arreglado, tirado hacia atrás en una coleta. Le sonreí mientras abría la puerta y, después de un breve saludo, nos dirigimos a un taxi.
—La verdad es que tengo una motocicleta, pero no sabía si te gustaban o no —explicó rápidamente—, por lo que preferí que tomáramos un taxi.
Le sonreí.
—No tengo nada en contra de las motocicletas —comenté, mientras ingresaba al automóvil, después de que él abriera la puerta.
—Lo tendré en cuenta.
(Edward's POV)
—Bueno, ¿qué queréis hacer? —preguntó animadamente Alice.
—Dormir —gruñí yo. Realmente, no estaba de humor para nada.
Alice me miró, alzando una ceja.
—¿Tú piensas que yo me voy a ir a dormir ahora? —preguntó mi hermana menor—. ¡La noche es joven, Edward! ¿Nunca habías escuchado ese dicho?
—Amaría decirte que no —respondí secamente.
Jasper llamó la atención de ambos, poniéndose de pie.
—¿Qué os parece si voy a buscar algo para comer y alguna buena película? —sugirió, con tranquilidad.
Asentí, mientras Alice tiraba los brazos alrededor de su cuello, depositando un sonoro beso en su mejilla.
—¡Te acompaño a comprar! —chilló, mientras corría a buscar algún abrigo—. ¿Te parece bien un poco de comida chatarra, Eddie?
Suspiré.
—Da igual.
Realmente, en aquel momento no me preocupaba.
Agradecí el hecho de quedarme solo cuando ambos abandonaron el apartamento. Con despreocupación, me dejé caer sobre el sofá, recostando mi cabeza sobre uno de los apoyabrazos y cruzando mis pies sobre el otro. Toda aquella situación me estaba volviendo loco. A pesar de que intentaba no pensar en ello, las preguntas no dejaban de pasearse incesantemente por mi cabeza: ¿cómo estaría Bella?, ¿a dónde la había llevado Jacob?, ¿sería aquél un tipo responsable o la había dejado en manos de un pervertido?
Tan sólo el pensar en ello me dio escalofríos.
Me puse de pie. No podía quedarme como un idiota allí.
Rápidamente tomé mi teléfono móvil y estaba por agarrar mi chaqueta del recibidor, cuando la puerta se abrió. Alice me observó de la cabeza a los pies, con una ceja alzada.
—¿Qué sucede, hermanito? —preguntó, pero estaba segura de que para ella no era un total misterio lo que pasaba por mi cabeza.
—Nada —gruñí—, estaba… preocupado porque aún no llegabais.
—No salimos hace tanto —comentó, mientras se quitaba su abrigo.
En respuesta tan sólo dejé escapar un gruñido, mientras me encaminaba de nuevo hacia el sofá. Me dejé caer en él, mientras Jasper programaba el reproductor de dvd y Alice se sentaba a mi lado. El aroma a comida chatarra llegó a mí y, por instinto, fruncí la nariz.
De acuerdo, estaba oficialmente atrapado allí.
Después de mi «gran descubrimiento», el tiempo pareció transcurrir de forma aún más lenta, sí es que aquello era posible. La película debía ser alguna comedia con poca trama, ya que Jasper y Alice no dejaban de reírse, pero la verdad es que no le estaba prestando nada de atención. Cuando me cansé de fingir que estaba entretenido, me puse de pie y, después de decirles a ambos que iba a prepararme una taza de té, me dirigí hacia la cocina. Puse un poco de agua a calentar y, mientras esperaba, me dirigí hacia la ventana que daba a la calle. Corrí las cortinas y observé la noche estrellada, preguntándome si Bella también estaría viendo aquéllo, con aquel idiota a su lado.
Dios, ¿desde cuando me había vuelto tan paranoico?
Suspiré.
Quizás siempre lo había sido.
Siempre protegiendo a Bella, juzgando la ropa que Alice le elegía, intentando mantenerla feliz incondicionalmente, desaprobando todos los candidatos, cuidándola hasta de su propia sombra… ¡todo parecía tan claro ahora!
Claro, a sus ojos yo seguía siendo el «querido-amigo-no-interesado-en-las-mujeres».
Con la taza de té entre mis manos, volví al salón. No sabía con exactitud cuánto tiempo había pasado en la cocina, pero, cuando regresé, Alice y Jasper ya no miraban la película: estaban hablando entre ellos, mientras en la televisión reproducían alguna de esas propagandas para vender productos inservibles.
—Edward, ¿todo está bien? —preguntó Jasper cautelosamente.
—Depende de lo que tú consideres «bien» —comenté, quizás más ácidamente de lo que hubiese deseado.
—Tu cambio de humor es muy oportuno —apuntó Alice, que seguía con aquél tono cantarín, cargado de doble sentido.
Alcé una ceja.
—¿Quieres verme arrancándome los cabellos hasta quedarme calvo? —pregunté con ironía.
—Quizás me alcanzaría con que admitieras lo que sucede —replicó mi hermana, poniendo las manos en sus caderas y alzando las cejas.
La miré, con una media sonrisa irónica.
—¡Estoy total y completamente enamorado de Bella! —gruñí—, ¿¡eso te hace feliz!?
El rostro de incredulidad de mis dos acompañantes no tenía precio.
¿Acaso no estaban molestándome para que dijera eso? ¿Acaso ellos dos no lo sabían ya…?
—¿¡Qué tú qué!? —preguntaron al unísono, de forma escandalosa.
De acuerdo, quizás había sido demasiado directo.
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