jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 9. Temores que ven la Luz



Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer.
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CURANDO UN CORAZON

Capítulo 9. Temores que ven la luz

Caminé hacia mi servicio, todavía en las nubes por lo que acababa de ocurrir. Jamás podía haber imaginado que Edward se lanzaría de esa manera... recordaba cada una de sus palabras, para guardarlas en mi memoria para siempre. El resto de la mañana me la pasé en las nubes, y más que andar flotaba. 

No se si mis compañeros se dieron cuenta de algo, pero tuve que reescribir un informe un par de veces. Durante la última hora creo que desgasté el reloj de tanto mirarlo. Por fin, a las tres menos diez, salí cómo un huracán a cambiarme. Después de firmar el cambio de turno, tomé mi bolso y salí con paso rápido, iba tan distraída que choqué con alguien. El impulso casi me hace caer hacia atrás... pero unos brazos fuertes me sujetaron. 

-¿Ibas a buscar a alguien?- me preguntó una voz suave, con un deje de diversión. Al levantar la vista me encontré con Edward, que me miraba divertido. Estaba muy guapo, con unos vaqueros, y un jersey de cuello alto negro por debajo de su chaqueta. No pude hacer otra cosa que sonrojarme mientras le devolvía la mirada. No quitó su agarre de mi cintura, mientras me hablaba de nuevo. 

-Tendré que estar alerta, un día te pegarás un buen porrazo- señaló sonriendo.

 -Es que iba al encuentro de cierto chico- le respondí divertida. 

-Torpe- me susurró al oído, mientras que después de asegurarse de que no nos veía nadie, me dio un pequeño beso en los labios. Me quedé estática, con los ojos cerrados, disfrutando del pequeñísimo pero extraordinario contacto; cada vez que me besaba se me ponía la piel de gallina. 

-Espero que tengas hambre; tengo unos filetes de ternera estupendos- le dije, mientras nos encaminábamos hacia su coche. 

-Sip, reconozco que ahora que lo dices tengo hambre- repuso divertido. El viaje hasta mi casa se me hizo muy corto... si bien es cierto que el tiempo, al lado de Edward, se esfumaba como si nada. Al llegar a casa, nada más abrir la puerta, me encontré a mi niña en su mantita de juegos, haciendo esfuerzos por sostenerse sentada. La miré con una sonrisa, mientras avanzaba hacia ella. 

-Hola cariño...¿te has portado bien con la tía Leah?- le pregunté mientras la cogía. Edward me pasó una de sus manos por la cintura, a la vez que le hacía monerías a la niña. Oí el ruido de la cisterna del baño... y en vez de salir Leah, salió mi hermano. 

-Pues con su tía no sé... pero con el tío ha dado un poco de guerra- respondió burlón mi hermano, que miraba Edward con curiosidad. Éste inmediatamente me soltó, poniéndose un poco colorado.

 -¿Qué haces aquí?, ¿le ha pasado algo a Leah?- pregunté extrañada. 

-Hoy ha tenido que sustituir a una compañera y ha tenido que entrar antes a trabajar- me explicó. Miró a Edward, mientras le tendía la mano -Soy Jake, el hermano de Bella- 

-Un gusto, Edward Cullen- le dijo devolviéndole el saludo. 

-Así que tú eres el famoso Edward, un placer conocerte, hemos oído hablar de ti- le contestó con una sonrisilla traviesa. Miré a mi hermano algo enojada, pero ellos dos permanecían ajenos a mi enojo. -Espero que sepas lidiar con las dos... tienen el gen del malhumor Swan; pueden ser adorables, pero a ratos... uffsss- le dijo mi hermano, para terminar de humillarme. 

-Lo tendré presente- respondió Edward, mientras me miraba de reojo. Carraspeé para llamar su atención, ya que en un segundo se habían enfrascado en una divertida conversación acerca de mi genio. 

-Estoy aquí- les dije arqueando una ceja. Ellos me miraron divertidos, mientras Jake se despedía.

 -Bien, debo volver al taller, espero verte pronto Edward... y si tienes algún problema con tu coche, no dudes en llamarme- dijo mientras se dirigía a la puerta. 

-Gracias por el ofrecimiento, lo tendré presente- añadió. Se giró para darle un beso a la niña, y otro a mi.

 -Cuídate Bells, adiós pequeña- acabó para después desaparecer por la puerta. Siseaba un poco cabreada mientras cerraba la puerta. Al girarme, Edward ya se había quitado la chaqueta, y me observaba con los brazos cruzados, sonriendo levemente. Me acerqué a él, aún con Megan en brazos. 

-Perdona a mi hermano, es muy vacilón- le dije con una sonrisa tímida. 

-¿Así que malhumor Swan?- susurró mientras me daba un casto beso en la mejilla, para después decirme al oído -me encantan las mujeres con carácter- me confesó con un sensual tono de voz, mientras dejaba un suave beso en mi oreja. Me mordí el labio inferior, muerta de la vergüenza, mientras el se inclinaba hacia mi y me besaba lentamente. Con la mano que tenía libre rodeé su cintura. 

El suave gorjeo de mi hija nos separó. Le sonrió con dulzura, mientras que me la quitaba para cogerla el. 

-Hola Megan, que no te había dicho nada- le dijo mientras la levantaba por los aires, lo que le hizo ganarse una sonrisa por parte de ella. 

-¿Te quedas con ella mientras preparo la comida?- le pregunté dirigiéndome a la cocina. 

-Por supuesto- dijo mientras se acomodaba en el suelo, para jugar un poco con ella. Después de un rato, por fin pudimos sentarnos a la mesa a comer; decidí llevarme a Megan a su cuna, a ver si se conseguía dormir un poco. Durante toda la comida hablamos básicamente de temas de trabajo, ya que a partir de ahora iba a pisar bastante los quirófanos. Eso significaba que estaría con Edward en muchas operaciones. Al terminar de comer y de recoger, y ya que Megan se había decidido a dormirse un rato, nos sentamos en el sofá, mientras tomábamos una taza de café y nos relajábamos. 

-Edward... ¿puedo hacerte una pregunta?- le cuestioné dudosa. 

-Puedes preguntarme lo que quieras Bella- me respondió suavemente, mientras me rodeaba la cintura con un brazo, acercándome más a su cuerpo. 

-¿Desde el día que nos vimos en el parque?- pregunté con una pequeña sonrisa. El rió conmigo, a la vez que se inclinó para darme un beso en la frente; pareció meditar unos instantes, antes de darme una respuesta. 

-Bella, me costó admitirlo... pero desde que tuvimos ese encontronazo en el hall del hospital no he dejado de pensar en ti- me explicó suavemente. 

-Era mi primer día en el hospital- recordé con una sonrisa. 

-Sé que es extraño que haya tardado casi seis meses en reaccionar- murmuró, agachando su mirada avergonzado. 

-No es extraño Edward... yo también estaría asustada... y créeme, si te digo, que tengo un poco de miedo- le aclaré confusa. 

-¿Por qué?-. 

-No es una relación de dos personas... es de tres- aclaré con una pequeña sonrisa- y el hombre con el que esté tiene que tener claro que mi hija y yo vamos en un mismo paquete-. Me miró haciendo una mueca de disgusto, para después hablar él. 

-Bella, cariño... ¿qué parte de quiero cuidar de ti y de tu hija no has entendido antes?- me preguntó con un mínimo enfado. 

-Sé que es involucrarse demasiado... y una gran responsabilidad, y no quiero obligarte a nada que no quieras- musité cabizbaja. 

-Eso es decisión mía y de nadie más- afirmó muy seguro, para estrecharme más entre sus brazos. 

-Edward... no podríamos salir mucho; cierto que alguna vez se la podré dejar a Jake y Leah, y quizás igual tu...-empecé a enumerar. 

-¿Yo qué, Bella?-. 

-Quizá tu estés acostumbrado a salir a menudo... al cine, a cenar, que sé yo- suspiré. Esbozó una sonrisa, para después tomar la palabra. 

-No te preocupes... yo quiero estar contigo dónde tu estés; además me gusta la vida tranquila- dijo en tono burlón. Me reí con él, mientras se inclinaba y me besaba. Adoraba tener sus labios en los míos, eran adictivos. En un rápido y ligero movimiento me sentó encima de él, a horcajadas. Mis manos volaron a su cuello, mientras mi espalda era recorrida por sus manos, trazando figuras en ella. Mis labios soltaron un pequeño gemido, aún así en ningún momento sus manos bajaron o subieron a otras zonas más íntimas de mi cuerpo, y ese detalle me gustó... pero si pude notar cierta parte íntima suya endurecerse. Sonreí contra sus labios al terminar el beso, mientras él recorría mi cuello con su nariz, dándome cortos y tiernos besos por él. Mi sonrojo era más que notable. 

-¿Siempre te pones así de vergonzosa?- ronroneó contra mi cuello. 

-Cuándo me besas así no lo puedo evitar- murmuré para volver a por su boca. El beso se fue haciendo más apasionado; me apretaba contra él, a la vez que yo daba pequeños tirones a su rebelde pelo; era tan suave. Una vez nos fuimos separando, simplemente nos quedamos abrazados en la misma posición. Mi cara quedó enterrada en su hombro, mientras el me acariciaba la espalda y me mecía suavemente. Al de un buen rato, me preguntó.

 -Bien, ¿qué quieren hacer mis chicas?- dijo alegre. 

-Aceptamos sugerencias- respondí. 

-¿Conoces el parque Golden Gate?- preguntó curioso.

 -He oído sobre él, pero aún no he ido- respondí levantando la cara. 

-Hay muchas cosas para ver, cómo el jardín botánico y los jardines japoneses. No hace mucho frío, podríamos ir a pasear por allí con Megan, y tomar algo, hay muchos puestos en el parque- propuso. 

-Me parece una ideal estupenda; no tardará en despertarse, podría ir preparando el biberón, por si acaso- añadí. Me levanté y me dirigí a la cocina; mientras estaba trasteando con la comida de mi hija sentí que unos brazos me rodeaban la cintura. Edward miraba atento lo que hacía, mientras apoyaba su barbilla en mi hombro. 

-¿Interesado en la preparación de biberones?- pregunté alzando una ceja. 

-Bueno...tendré que aprender, por si acaso- me contestó con una sonrisa inocente. Me reí suavemente, mientras le comencé a explicar cómo se hacía. Estábamos en medio de un divertido y absurdo debate sobre el calientabiberones, cuándo Megan despertó. Me dirigí a su habitación, para cambiarla y vestirla, y de paso cambiarme yo... ¿qué me ponía?; decidí no complicarme la vida y ponerme unos vaqueros, con unas bailarinas y una blusa azul; con una fino jersey me sobraba, ya que hacía unos diecisiete grados. Al salir de la habitación, Edward ya me esperaba con el carrito de la niña y preparado para salir. 

EDWARD PVO

 Estaba esperando a Bella, para pasar lo que quedaba de la tarde con ellas. El día estaba resultando perfecto. No pude evitar decirle que la quería... no sabía si decírselo aún, y mucho menos que ella me correspondiera de ese modo, pero era lo que mi corazón gritaba. Bella era tímida y dulce... era tan distinta a Sophie, ella era atrevida, demasiado a veces, pero con esa dulzura que Bella tenía; siempre llevaba ella la iniciativa, y ahora la tenía que tomar yo... era curioso y, a la vez, me gustaba. Pero no me importaba lo distintas que fueran; mi madre, algunas veces, había comentado que si conocía alguna chica, sería igual que ella. Si me viera por una rendija se sorprendería. 

Pero Bella me había explicado sus dudas y temores, y eran totalmente comprensibles. Un hijo es un asunto muy serio, y sabía a lo que nos arriesgábamos los dos; ella permitiendo que entrara en la vida de su hija, y yo asumiendo un papel, en el que, si todo iba bien entre nosotros, sería cómo un padre para Megan. He de reconocer que la idea no me disgustaba en absoluto... pero todo llegaría. Estaba en plan meditación, cuándo la suave voz de Bella me hizo volver a la realidad. 

-¿Todo bien?- me preguntó preocupada. 

-Más que bien, y por cierto, estás muy guapa- le contesté, dándole un pequeño beso -¿preparadas?-. 

-Vamos- exclamó animada. 

El viaje hasta el parque resultó de lo más animado. Una vez llegamos, Bella sacó a la niña , y yo me dispuse a sacar la sillita del maletero. Eché una ojeada rápida, y enseguida di con los resortes para abrirla. Bella me miraba con una sonrisa traviesa. 

-¿Qué te hace tanta gracia?- pregunté curioso. 

-Nada, se te da bien todo ésto- respondió suavemente, mordiéndose el labio inferior. 

-¿Por qué estás nerviosa?- le pregunté, mientras tomaba a la niña y la sentaba en su silla. 

-¿Qué te hace pensar que estoy nerviosa?- preguntó alzando una ceja. 

-Te muerdes el labio; eso significa dos cosas, que estás nerviosa por algo o qué te da vergüenza algo- respondí. Ella ahogó un suspiro, mientras movía lentamente la cabeza. 

-Me conoces demasiado- respondió. 

-Y más que te voy a conocer; te llevo observando muchos meses- le respondí en voz baja, mientras la rodeaba y la abrazaba. Ella escondió su cara en mi pecho, mientras también me rodeaba la cintura. La besé en la cabeza, mientras ella me apretaba más. El paseo resultaba de lo más agradable. Bella empujaba la sillita de la niña, y mi brazo rodeaba a ratos su pequeña cintura y otras veces sus hombros. Iba explicándole los lugares y las curiosidades del parque. 

Visitamos los jardines japoneses y recorrimos el jardín botánico. La pequeña iba con los ojos muy abiertos, observando todo lo que había a su alrededor. Llegamos a un pequeño estanque con bancos a su alrededor. Megan miraba fijamente los cisnes y patos. Decidimos sentarnos unos minutos. 

-¿Me dejas que la saque?- le pregunté a Bella, mirando a la pequeña. 

-Claro... no me tienes que pedir permiso para eso- respondió resuelta. Saqué a la niña, mientras la acomodaba en mis brazos y me acercaba con ella al estanque. Sus ojos estaban abiertos de par en par, mirando fijamente a los animales. Me acuclillé en la orilla, para que Megan viera mejor a los patos. Me reía, mientras ella hacía graciosas muecas. Pude sentir una mano en mi hombro, Bella se había agachado a nuestra altura y nos miraba fijamente a ambos con una sonrisa; le di otra de vuelta, mientras le íbamos hablando a Megan. 

Después de estar allí un rato, seguimos nuestro paseo, yo empujando la sillita mientras que Bella llevaba a la niña en brazos. Llegamos a un lugar del parque que me traían muchos recuerdos. Era un pequeño estanque, con una pequeña cascada que salía de unas rocas. Estaba rodeado de hierba y de varias flores en tonos lilas y rosas. Los recuerdos me golpearon... pero no tan fuerte como otras veces. Recordé las veces que había ido allí con Sophie, era su rincón favorito del parque. Bella notó mi silencio, y se volvió hacia mi. 

-Es un sitio precioso- dijo con una pequeña sonrisa. 

-Si... a Sophie le encantaba; le recordaba a un estanque similar que hay en Central Park- recordé con nostalgia. Pude notar que se encogía levemente, y me tensé. 

-Lo siento, no pretendía...- no supe terminar mi frase. -Edward, no me molesta que hables de ella, al contrario- aclaró para tranquilizarme. No pude hacer otra cosa que rodearla con mis brazos. Ella apoyó su cabeza en mi pecho, mientras me miraba con cariño. -Gracias Bella- le dije. 

-¿Por qué?- susurró. 

-Por hacer que hablar de ella no sea incómodo- le confesé en voz baja. Era una sensación extraña... pero el dolor por los recuerdos cada vez iba siendo un poco más pequeño cada día... y eso se debía a ella, a Bella. 

-Tranquilo- me besó en el cuello, mientras yo abrazaba a mis dos chicas. 

-Que linda familia- oí que murmuraba una pareja de abuelos. Bella no lo escuchó, pero yo sí... no pude evitar esbozar una sonrisa, mientras que la afirmación de la señora no se me pasaba por alto... y no me disgustaba la idea. La tarde siguió su curso; paramos en un pequeño puesto. Pedí unos cafés y unas porciones de tarta, aprovechando para dar de merendar a Megan. Al final de la tarde, ya había anochecido; las dejé en su casa y me despedí de Bella y de la pequeña, que ya estaba completamente dormida. 

-Gracias por esta tarde, lo hemos pasado muy bien- me agradeció. 

-Cuándo quieras, ya sabes- le contesté guiñándola un ojo. Ella se acercó a mi tímidamente, para darme un corto pero dulce beso. Sin poder evitarlo, volví a rodear su cintura. Ella se separó lentamente, mientras que sus manos se cerraban en torno a mi cuello. 

-¿Te veré mañana?- le pregunté, pegando mi frente a la suya. 

-Voy de mañanas hasta el jueves... pero mañana tengo una sustitución de válvula mitral con Emmet y Newton - me respondió con un tierno puchero. 

-Hum... yo tengo una paratiroidectomía total- recordé con fastidio, era el procedimiento que menos me gustaba. 

-¿Por intraoperatoria?- interrogó, a lo que yo asentí con un movimiento de cabeza. 

-Entonces tardarás un buen rato- dedujo sabiamente. 

-Pero antes o después prometo invitarte a desayunar, ¿si?- le propuse, a lo que ella afirmó con un movimiento de cabeza. 

-Mañana paso a buscarte y te llevo al hospital; hasta mañana preciosa- me despedí, besándola de nuevo. Ella atacó mis labios, abriendo su boca para mi. Mi respiración se hizo irregular, mientras que la estrechaba más entre mis brazos. No quería terminar el beso... y no quería marcharme y volver a la soledad de mi apartamento... pero no quería que Bella se sintiera cohibida. No sabía si estaba preparada para dar ese paso... y la dejaría que estuviera.

 -Buenas noches- me respondió suavemente, una vez nos separamos. Me dirigí al ascensor con una tonta sonrisa, que me duró hasta que me quedé dormido. La semana transcurrió sin sobresaltos; llevaba a Bella al hospital y después nos íbamos juntos; la rutina de comer en su casa y después pasar la tarde con la niña, saliendo o simplemente estando en casa sin salir, se hizo una costumbre. Desde el jueves hasta el domingo teníamos los turnos cambiados, yo seguía de mañana y ella de tarde... pero la iba a recoger a la salida, a ella y a la niña, que la dejaba en la guardería del hospital. El sábado ella tenía guardia por la noche; la niña se quedaba con Jake y Leah, y yo decidí pasarme por casa de mis padres, para cenar con ellos.

 Al llamar a la puerta, abrió mi hermano. -¿No tenías guardia?- le pregunté con la ceja alzada. 

-Cheney necesitaba unos días para la boda de su hermana, de modo que hemos cambiado turnos- me dijo chocando las manos. Asentí mientras entraba en casa. Me quité la chaqueta y me dirigí a la cocina. El olor a redondo de ternera me llegó, mamá estaba cocinando. Emmet me siguió. 

-Hola mamá- saludé a mi madre con un beso en la mejilla, mientras ella se limpiaba las manos. 

-Hola hijo, ¿cómo estás?- me dijo dijo devolviéndome el beso, mientras me daba un repaso con la mirada. 

-Estupendamente- contesté con una sonrisa. Mi madre me conocía muy bien, y no pasó por alto esa alegre contestación. 

-Vaya... te veo contento, me alegro hijo- respondió con una mirada maternal.

 -¿De qué os alegráis?- preguntó mi padre, entrando en la cocina. Me dio un suave abrazo, últimamente no lo había visto por el hospital. 

-De nada- dijo mi madre, mirándome cómplice. Una vez nos sentamos a la mesa, la cena transcurrió entre temas médicos. Mamá escuchaba pacientemente, ya que según ella, estaba acostumbrada a nuestras charlas profesionales.

 -¿Cómo va todo por cirugía?; últimamente ya no bajas ni a verme- dijo mi padre, con una graciosa mueca de indignación. 

-Todo va bien papá; dentro de poco viene una nueva tanda de residentes- le conté.

-Ahora eres adjunto, y te toca enseñar- señaló divertido.

 -Cierto- repuse. 

-Espero que no seas un ogro... además, se te da tratar muy bien a los residentes- dijo mi querido hermano con voz traviesa. Le fulminé con la mirada, mientras mi padre sonreía cómplice; pero mi hermano no me hizo ni caso, mientras siguió hablando. 

-Vamos Edward, no es tan malo- dijo mirándome, y se giró a mis padres- Edward tiene novia- soltó. Los ojos de mi madre se iluminaron. 

-¿Eso es cierto?; ¿has conocido a una chica?- preguntó ansiosa. 

-¿Cómo te has enterado, Emmet?- interrogué molesto. 

-Bueno... digamos que las paredes tienen oídos... y el miércoles os vimos besándoos en el aparcamiento- respondió. 

-¿Os vimos?- pregunté arrugando el ceño. 

-Papá, Jasper y yo; estábamos hablando en la entrada- relató. 

-¡Carlisle!, no me habías contado nada- le reprochó mi madre, regañándolo en broma. Iba a intervenir, pero mi padre vino en mi ayuda.

 -Esme querida... creí que mejor sería esperar que Edward nos lo contara- dijo mirando a mi hermano con una mueca. Mi hermano me miró, esbozando una risita de disculpa. Suspiré ofuscado... ¿por qué era tan bocazas?; definitivamente, mi hermano no tenía remedio.

 -Háblame de ella- me pidió mi madre, con una sonrisa. 

-Se llama Isabella, es residente de anestesiología... y es encantadora- acabé con una sonrisa. 

-Debe serlo si ha llamado tu atención- añadió mi madre sabiamente. 

-Y tiene un bebé- replicó mi hermano. Mis padres me miraron sorprendidos por la información que acababan de recibir. Les expliqué por encima la historia de Bella, aclarándoles que no tenía relación con el padre de su hija, sin ahondar mucho en el tema... y contándoles de dónde era. 

-¿Es hija de Charles Swan?- preguntó mi padre, a la vez que mi hermano me miraba boquiabierto. 

-Ajá...pero no se llevan muy bien- añadí, recordando lo que Bella me había contado aquella vez en el parque y lo que me había contado a lo largo de estos días juntos. Mi padre asintió, sin querer profundizar más en el tema. Al terminar de cenar, papá y Emmet se sentaron en el salón, y yo me fui con mi madre a la cocina, para ayudarla a recoger. 

-Te veo contento y feliz Edward... hacia mucho que no te veía así- me dijo volviéndose hacia mi. Me apoyé en la encimera, mientras suspiraba. 

-Sé que os habéis sorprendido... pero me ha costado muchos meses admitir lo que siento por ella; puede que la palabra no sea admitir...- agaché la mirada. 

-Edward- levanté la cabeza, para mirar a mi madre- me alegro de que vuelvas a tomar las riendas de tu vida, y a ilusionarte- me habló. No la culpaba por haber estado tanto tiempo preocupada, me había visto en mis peores momentos. 

-¿No os importa que tenga una hija?- interrogué curioso. 

-Claro que no; entiendo a Bella, un hijo es una responsabilidad muy grande... y tu lo has aceptado muy bien- quitó toda preocupación que pudiera sentir por lo que ellos pensaran. 

-Si la vieras mamá... la niña es preciosa, un poco guerrera, eso sí- añadí divertido... "y la madre más", medité para mi mismo con una sonrisa mental. 

-Espero conocerlas, tienes que traerlas un día- me pidió ansiosa. 

-Las traeré, no te preocupes; no sé cuándo, pero te lo prometo- la tranquilicé. Salí de la cocina, y de camino al salón miré el reloj, eran las doce menos cuarto de la noche. Decidí llamar a Bella, quería escuchar su voz. Al tercer tono, respondió. 

-Hola- dijo en un suspiro. 

-Hola preciosa- saludé. Me fui al despacho de mi padre, mientras la hablaba cerrando la puerta. -¿Cómo va todo?- interrogué curioso. 

-Sábado de lo más tranquilo- contestó. 

-Bien, me alegro... pero ya sabes que las horas punta son a partir de la una, es la tónica general de los sábados- le recordé. Me la imaginé haciendo una de sus graciosas muecas, y no pude evitar reírme.

 -¿Qué es tan gracioso?- inquirió divertida. 

-Nada, nada- meneé la cabeza -¿y la niña?; no os he visto desde ayer, y os hecho de menos- la confesé.

 -Y nosotras a ti; Megan hoy ha tenido un poco de fiebre- me contó. 

-¿De nuevo los dientes?-. 

-No, creo que está algo resfriada- respondió.

 -¿Quieres que vaya a echarla un vistazo?- me ofrecí. 

-No tranquilo, si Leah me llama te aviso, no te preocupes; ¿estás en casa?- me preguntó. 

-He venido a cenar con mis padres, Emmet también está aquí- tomé aire -Bella, verás... lo saben, lo nuestro, quiero decir- le conté, dudando en cómo se lo tomaría, pero su respuesta me sorprendió de nuevo. 

-¿Te refieres a que Jasper, Emmet y tu padre nos vieron en el aparcamiento el otro día?- preguntó divertida. 

-¿Cómo...?- no me dejó terminar. 

-En cuánto he entrado por la puerta, Alice se me ha acercado dando saltitos y me lo ha contado; ahora mismo la tengo brincando alrededor mío, sólo le falta hacer una fiesta; y Jasper está mirándome con una mueca de burla- terminó.

 -Dile a Jasper que ya hablaré con el- murmuré entre dientes.

 -De tu parte... Edward, ¿no te importa verdad?, quiero decir, que sepan que tú y yo...- dejó la frase sin terminar.

 -Por supuesto que no Bella; no me importa que la gente lo sepa; cierto es que tampoco íbamos a decir nada de momento, pero así no tenemos qué escondernos- le expliqué. Ella suspiró, mientras la volvía a hablar.

 -No me importa lo que diga la gente, y que me vean con mi novia- la expliqué. 

-¿Soy tu novia?, no me lo habías pedido- preguntó divertida. 

-Pensaba que no hacía falta...pero ya que lo mencionas; Isabella, ¿quieres ser mi novia?- la pregunté con cariño. 

-Pensaba que sabías la respuesta; claro que quiero Edward- respondió en voz baja. Iba a añadir algo, pero me volvió a interrumpir. 

-Me llaman al busca, tengo que subir a poner una epidural con Mandy; ¿te veo mañana?- me preguntó. 

-Si, tengo guardia por la mañana, pero iré después de trabajar- le dije.

 -Está bien, buenas noches Edward- se despidió.

 -Hasta mañana cariño, te quiero- le susurré en bajito. 

-Y yo a ti mi amor- me dijo antes de colgar. 

Colgué el teléfono, con una tonta sonrisa en mi cara, deseando que llegara mañana, para verla de nuevo. Con ese pensamiento, me fui a reunir con mis padres y mi hermano. 

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