Autora: Sarah Crish Cullen
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer.
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CURANDO UN CORAZON
Capítulo 20. Bienvenida Mailin
Terminé de preparar la mesa del jardín, llena hasta los topes de comida y bebida. Edward había ido al aeropuerto junto con Emmet y Carlisle, para recoger a mi hermano y Leah, que volvían de Hanoi, la capital de Vietnam, con su pequeña Mailin.
Megan estaba histérica; por la mañana Edward y yo le habíamos explicado que hoy conocería a su primita, y la pobre se había pasado todo el día ordenando sus muñecas para que Mailin jugara con ellas.
-Bella, ya está todo listo- me dijo Esme, dejando una bandeja encima de la mesa. Esme y Rose se habían quedado conmigo para preparar todo. Jake y Leah habían encajado muy bien en la familia de Edward, y Esme estaba emocionada por ver a la niña, al igual que Rosalie. Hacía casi un mes de la boda de Seth y Leslie, y desde aquel instante Rosalie y Emmet ya eran pareja oficial, para alegría de todos, y sobre todo de Esme.
Se sentó conmigo en el jardín, observando como Rose y Megan jugaban juntas.
-Le encantan los niños- expliqué con una sonrisa, a lo que Esme asintió.
-Espero que las cosas entre ella y mi hijo vayan bien- suspiró divertida.
-Seguro Esme- sonreí, ya que ella no sabía todo por lo que habían pasado, esos piques, celos, los momentos divertidos... que aún estando ya juntos, se repetían constantemente.
Seguimos en animada charla, hasta que el ruido de la puerta hizo que nos levantáramos. Megan corrió hacia la entrada, buscando a su prima.
-Quero verla- dijo con uno de sus pucheros -tío lobo- tiró a mi hermano del pantalón; éste la cogió y la puso al lado de Leah, que llevaba a la pequeña en sus brazos. La miraba curiosa, pero a la vez con una pequeña sonrisa, mientras yo daba un corto beso a Edward y saludaba a Emmet y Carlisle.
Observamos a Megan, que la seguía mirando contenta.
-¿Qué te parece tu primita?- sondeó Jake.
-Mu chiquitina... ¿puede jugar mío?- interrogó curiosa.
-Cariño, ella todavía es muy pequeña, pero pronto jugaréis juntas- le explicaba Leah. Megan se quedó pensativa, para después contestar.
-¿Va a mimir en mi cuna?; yo se la dejo-.
Todos reímos, mientras Leah la seguía explicando.
-Mailin ya tiene su cuna... además, la tuya será para tu hermanito o hermanita-. Asintió después de meditar la respuesta. Me acerqué para ver a mi sobrina. Era una monada, morena de pelo y de piel, y sus ojos achinados eran preciosos. Rose y Esme se acercaron conmigo, mientras observaban a la recién llegada.
-Jake es preciosa- le dije a mi hermano, que asintió embobado, mirando a su niña. Leah me hizo un gesto para que la cogiera. La pequeña Mailin ni se inmutó en su sueño al cambiar de brazos. Sentí a Edward rodearme la cintura, mientras observaba también a la pequeña.
-¿Qué te parece?- le susurré.
-Muy guapa... nuestras pequeñas tendrán una compañera para jugar a las muñecas- repuso con una sonrisa traviesa. Rodé los ojos, mientras el resto se reía.
-Las apuestas apuntan a qué es niño, lo siento Edward- le informó Emmet.
-¿Habéis apostado?- pregunté incrédula, conteniendo la risa.
-Sip; Jasper, Jake, Seth, Alice, Tyler, Mandy y mi padre dicen que va a ser chico ,el resto- señaló a Esme, Rose y Leah- dicen que es niña, aparte del padre y de Megan- finalizó mirando a Edward.
-Pues yo me uno a vuestra predicción... creo que es chico- apunté entre risas.
-Eso espero cuñada... sino perderé cien dólares- añadió, para fastidio de Edward.
Mailin fue pasando por los brazos de todo el mundo, hasta que mi hermano la acomodó en su carrito, mientras el resto nos sentamos en la terraza, dispuestos a cenar. Megan no se apartó del lado de su prima, atenta por si se despertaba o hacía algún ruido.
-Creo que vamos a tener una buena niñera- dijo Edward, tratando de contener la risa. Asentí con la cabeza, esperaba que la niña no tuviera muchos celos cuándo llegara su hermanito o hermanita. Cenamos mientras Leah y Jake nos explicaban el viaje.
Después de cenar mi hermano y mi cuñada se disculparon, ya que estaban agotados del avión, y Edward se fue a llevarlos a casa. Carlisle y Esme me ayudaron a recoger, y me dispuse a subir a Megan a la cama.
-Quero con Rose- dijo cruzándose de brazos y con una graciosa mueca. Suspiré.
-Rosalie, alguien te llama. ¿Te importa?- le pasé a la niña, que la abrazó fuertemente.
-Para nada... vamos a la camita- le dijo a mi pequeña.
-Con el tío oso- apuntó con su dedito a Emmet. Ambos la subieron y mientras Rosalie la ponía el pijama, Emmet abría la cama.
-Centame un cuento- saltó, mirando a Emmet con una sonrisa. Rose rió por lo bajo, mientras yo observaba la escena divertida.
Edward llegó a mi lado, y le indiqué con dedo en mis labios que no dijera nada, mientras señalaba con la cabeza a su hermano.
-¿Qué cuento quieres?- le preguntó a la niña.
-Capeucita oja- respondió muy convencida. Emmet puso una mueca de disgusto.
-Ese no me lo sé, ¿no quieres otro?- cuestionó ante la carcajada de su novia.
-No- refunfuñó Megan, frunciendo los labios.
-Mira, me sé uno muy chulo de...- la protesta de Megan resonó en la habitación.
-No, quero capeucita oja- dijo cruzándose de brazos. Emmet suspiró frustrado, sentándose al borde de la cama.
-Mira, vamos a hacer un trato. Ahora te vas a dormir, que estás muy cansada... y yo me aprendo Caperucita roja y otro día vengo y te lo cuento, ¿te parece?- interrogó a la niña. Ésta meditó unos instantes, hasta que afirmó con la cabeza.
-Entonces a dormir- le dijo arropándola. Le dio un beso en la frente e hizo amago de levantarse, pero Megan lo volvió a llamar.
-Tío oso, dales un muah a las nenas- dijo señalando a las tres muñecas con las que Megan dormía. La cara de Emmet era todo un poema, a la vez que Edward y Rose contenían la carcajada. Refunfuñando, besó a las tres muñecas, antes de salir de la habitación, seguido por Rose.
-Rose, que te quede claro que tenemos que tener todo chicos- siseó. Su novia no pudo evitar darle una colleja.
Edward y yo nos acercamos a la niña, que iba cerrando los ojos.
-¿Me das un muah a mi también?- interrogué con una sonrisa. Se incorporó para darme un beso, y después le dio otro a mi tripa.
-Menas oches mami, menas oches bebé- dijo con su graciosa vocecilla. Edward y yo reímos ante la ocurrencia mientras éste se acercaba a la cama.
-Menas oches papi- le dio un sonoro beso en la mejilla, ante la sonrisa de Edward.
-Hasta mañana cariño- le susurró Edward mientras la tapaba de nuevo y le dejaba el chupete a mano.
Bajamos de nuevo al jardín, donde Esme, Carlisle, Emmet y Rose estaban sentados, ya con toda la mesa recogida. Edward se adentró en la cocina para hacer café y un té para mi.
-Bien cuñada... en veinte días te casas... ¿estás segura de querer soportar a mi hermano toda la vida?- interrogó Emmet, sonriendo con malicia.
-Recuérdame hacerle la misma pregunta a Rose dentro de un tiempo- mascullé entre dientes, a lo que Carlisle y Esme rieron divertidos.
-¿Cómo han ido los preparativos?- me preguntó mi suegro.
-Pues todo está listo; menú escogido, papeleo, el baile...- enumeré.
-El vestido, las flores...- añadió Rose.
-Todo está listo... hasta vuestros trajes- les señaló Esme a su marido y a su hijo.
-El viaje- dijo Edward acercándose con una enorme bandeja. Asentí contenta. Nos íbamos una semana a la playa, a Venice Beach, en Los Ángeles. Cierto que no salíamos de California, pero con mi embarazo prefería no arriesgarme a meterme en un avión, y lo único que quería era descansar. Nos hubiera gustado hacer turismo, pero me cansaba enseguida. El resto del permiso por boda lo pasaríamos en casa tranquilos, con la niña. El resto de las vacaciones las guardaríamos para diciembre, para cuándo naciera nuestro pequeñín.
-Todavía no puedo creer que no hayamos hecho despedida de soltero- gruñó Emmet.
-Em, ya te dije que debido a la boda, tenemos muchas guardias; además Jake no estaba...- empezó a explicarse Edward.
-Y yo con esta tripa me canso enseguida- apunté.
-Aburridos- masculló entre dientes, ganándose una mirada furiosa por parte de Rosalie.
-Eres un plasta- rezongó su novia con fastidio.
Nuestra familia se despidió temprano, ya que mañana teníamos que trabajar.
-Mañana operas conmigo cuñada- me recordó Emmet.
-Lo sé Em... todo preparado para la transposición interauricular del retorno venoso- canturreé igual que en una escuela.
-¿Qué anestésico suministrarás?- siguió preguntado.
-Iba a comentártelo mañana... creo que primero lo mejor es darle un relajante muscular rápido, y una vez dormido lo intubaré. Le administraré succinilcolina, puede haber complicaciones para intubarlo- expliqué pensativa -el paciente ha sufrido episodios anteriores de cierre y obstrucción de epiglotis.-
-Si, me parece adecuado- meditó en voz alta.
-Después lo mantendré con anestesia inhalatoria- seguí explicando.
-¿Sevoflurano?- apuntó. Asentí con la cabeza.
-No es muy recomendable mantenerlo con intravenosos de propofol... me preocupa la función renal- dije pensativa. Me dio la razón con un movimiento de cabeza.
-En fin, mañana terminaremos de hablar, buenas noches chicos- se despidió Emmet y el resto; después de cerrar la puerta de casa, observé a Edward, que me miraba con una sonrisa.
-¿Qué es tan divertido?- indagué mientras me acercaba a él.
-Todavía recuerdo tu primera operación, aquel paciente que perdimos, en lo asustada que estabas... y mírate ahora, toda una anestesista- me piropeó divertido.
-Parece que fue ayer- suspiré melancólica -y fue la primera vez que me besaste- recordé con una tímida sonrisa.
-Y que te dije que te quería- recordó a su vez. Asentí mientras me abrazaba a su cuerpo, quedándome pensativa.
-¿Crees que hemos ido muy deprisa?; no ha pasado un año de aquello y...- no me dejó terminar, ya que posó un dedo en mis labios.
-Bella... escúchame bien, nunca he estado más seguro de nada en toda mi vida; no quiero perder lo que la vida me ofrece; y algo o alguien os puso a ti y a Megan en mi camino... y no podría soportar perderos- me explicó dulcemente, acariciándome la mejilla con la palma de su mano.
Me sonrojé por sus palabras, y no pude evitar besarle suavemente.
-Yo tampoco puedo perderte- balbuceé una vez me separé de sus labios. Con esa sonrisa torcida, tan característica suya, volvió a besarme lenta y suavemente... hasta que el beso se tornó apasionado y desesperado. Metí mis manos por debajo de su camiseta, siguiendo con mis dedos las líneas de su pecho. Un jadeo salió de su boca, y rompiendo el beso, sin decir una palabra, me cogió en volandas, para subir a nuestra habitación.
Sus besos hicieron que no me diera cuenta de cuándo me posó en nuestra cama, y con el mayor cuidado del mundo, debido a mi ya notorio vientre, siguió besando cada rincón de mi cuerpo que sus ojos y sus labios descubrían. Lentamente fui quitando su camiseta, para volver a recorrer con mis dedos sus marcados abdominales, mientras que mis labios se posaba en el pequeño hueco entre su hombro y su cuello.
Desabrochó los botones de mi blusa despacio, queriendo alargar el tormento que suponía para mi. Deslizó sus manos por detrás, para deshacerse de mi sujetador... cuándo una pequeña vocecita se coló por el interfono de escucha que teníamos en nuestro dormitorio.
-Mami, mami... men mío- Edward y yo nos quedamos estáticos, suspirando con paciencia.
-Me parece que esta noche va a ser que no- dije medio riéndome. Edward sonrió con malicia, mientras me susurraba.
-Esto no ha terminado... ya te pillaré- me guiñó un ojo cómplice, dejándome levantar e ir al encuentro de Megan. Me volví a poner la blusa y salí hacia el cuarto de la niña, abrochándome los botones por el camino.
-¿Qué pasa cariño?- le pregunté mientras encendía la lámpara de la mesilla. Megan estaba sollozando, con los ojitos medio cerrados. Le puse la mano en la frente, y la noté caliente.
-Megan, ¿te duele algo?- pregunté extrañada.
-Duele- se tocó la tripa. La incorporé para sentarla en mi regazo, y en ese momento le dio una gran arcada, vomitando toda la cena.
-¡Edward!- chillé al interfono, para que me oyera. Al momento oí sus pasos por el pasillo.
-¿Qué ocurre?- preguntó acercándose a nosotras. Le señalé lo ocurrido, y se agachó para quedar cara a cara con la niña.
-Dice que le duele la tripa, creo que tiene un poco de fiebre- le expliqué. Le puso su mano en la frente. Hizo un movimiento afirmativo con la cabeza, confirmando mis sospechas.
-Papi, me duele- se quejó entre lágrimas, tocándose la tripa. Vimos que le daba otra arcada, y Edward corrió al baño con ella. Allí volvió a vomitar, mientras Edward la sujetaba con cuidado.
-Ya está cariño, ya está- le decía acariciándole la espalda.
-Duele- dijo entre lágrimas y señalándose de nuevo el estómago. Una vez la limpiamos, me dirigí a limpiar la habitación y a por ropa limpia para Megan. Me la encontré acurrucada en el regazo de Edward, llorando sin parar.
Una vez limpié el desorden y la cambiamos Edward la revisó.
-Quizá le haya sentado mal la cena, o se le ha cortado la digestión- sugerí mientras retiraba el termómetro, que confirmó que tenía unas décimas de fiebre.
-Puede ser... vamos a ver qué tal pasa la noche, pero no podemos darle nada para la fiebre con el estómago así; si mañana sigue igual la llevaremos al hospital- dijo una vez que terminó de reconocerla.
Edward hizo amago de meterla en su cama, pero Megan se aferró a su cuello.
-Quero con ti- hipó con lágrimas.
-Está bien, hoy duermes con papá y mamá- le dijo Edward.
-Y con el bebé- añadí para que sonriera un poco.
La llevamos a nuestra cama, y me metí al baño para ponerme el pijama. Edward y la niña ya estaban dentro cuándo salí.
-Men- dijo mi pequeña, tocando el colchón para que me metiese en la cama. Nada mas acostarme se abrazó a mi, mientras Edward nos miraba a las dos y le acariciaba la cabeza.
-Espero que se duerma un poco- suspiré.
-Veremos a ver- añadió Edward. Poco a poco sus ojitos se cerraron, respirando tranquila. -Se ha dormido- susurró en voz baja, para después mirarme -descansa tu también Bella, mañana tienes quirófano a primera hora- me dio un pequeño beso, sorteando a la pequeña, que estaba en medio de los dos.
-Hasta mañana- murmuré de vuelta. Poco a poco me quedé dormida, con una mano de Edward encima de mi tripa, dándole pequeñas caricias.
A la mañana siguiente, me costó una eternidad levantarme. Por suerte Megan pasó la noche medianamente bien, y se levantó sin fiebre, por lo que no tuvimos que llevarla al hospital.
Nada más poner un pie en el área quirúrgica, me encontré con Emmet.
-Buenos días Bella, ¿cómo está mi sobrino?- señaló mi vientre.
-Buenos días Em; pues éste está bien, la que está mala es Megan- respondí acariciando mi tripa.
Le conté las aventuras de la noche anterior; al terminar, Emmet me miraba preocupado.
-Bella, si no has descansado bien puedo llamar a Tyler y que te sustituya; no quiero que te pongas nerviosa- me dijo preocupado.
-Estoy bien Emmet, no te preocupes- le tranquilicé.
-Todavía nos quedan veinte minutos; mientras lo preparan te invito a un café- me dijo cogiéndome por los hombros.
-Que no esté muy cargado- advertí, apuntándole con mi dedo.
Estábamos en medio de una divertida charla acerca de la boda, cuándo Lauren entró a trompicones en la sala, blanca como la cal.
-Emmet, Bella... el paciente está entrando en parada- me quedé petrificada, dejando el café sin terminarlo y saliendo disparada para el quirófano, seguida por Emmet y Lauren.
-¿Cómo que está entrando en parada?- preguntó Emmet histérico.
-Cuándo Missy y yo entramos a preparar el instrumental, nos lo encontramos intubado y conectado a los monitores- me quedé estática en el sitio.
-¿Y se puede saber quién coño lo ha intubado, si la anestesista estaba conmigo?- bramó furioso mi cuñado.
-James- dijo rodando los ojos.
-¿Y cómo lo ha sedado?- pregunté confusa, cogiendo una mascarilla.
-No lo sé- suspiró frustrada.
-Yo a este tío me lo cargo- siseaba furioso Emmet.
Al entrar en el quirófano pude ver a Missy intentando quitar el tubo de respiración al paciente, ayudada por James, blanco como la cal. El monitor estaba muy alterado, y la función cardíaca disminuía por momentos. Emmet lo echó a un lado para sacarle el tubo, mientras yo le tomaba las constantes. Una vez estuvo el tubo fuera de su garganta, vi sangre alrededor de éste. Palidecí en un segundo.
-¡Joder!- bramó Emmet.
-Le has desgarrado la garganta... ¿por qué lo has intubado?; antes debía administrarle un relajante muscular- James me miraba en silencio, estaba inquieto y nervioso.
-¡Responde!; maldita sea Cam- siseó furioso Emmet.
-Yo... pensé que...- le corté llena de rabia.
-Deberías haberme esperado, podría haberte ayudado- le dije.
-Lauren, llama a Edward o a Mark... debemos suturar este estropicio- se volvió hacia James- fuera de mi quirófano ya-.
Éste salió hecho una furia. Mark vino enseguida, y le pusimos al corriente de la situación. Una vez medio arreglado el problema, trasladaron al paciente a cuidados intensivos, ya que la operación de corazón tuvo que ser aplazada hasta que se recuperase.
Entré con Tyler y la doctora Sanders en el departamento de cirugía, para hablar de lo que había ocurrido. Allí estaban Mark, su padre y jefe de cirugía, Emmet y Edward, y por supuesto James. Nada más entrar allí, Edward vino hacia mi, muy nervioso.
-¿Cómo estás?- me preguntó mientras me acercaba a una silla para que me sentara.
-Bien... ¿te lo han contado?- pregunté. Afirmó, y le oí mascullar entre dientes -éste se va a enterar-.
Una vez empezó la reunión, Emmet le relató a la doctora Sanders y al doctor Gills lo ocurrido.
-¿Sabes lo que has podido provocar?; el paciente podría haber sufrido una hemorragia interna- dijo muy seria mi jefa, mirando a James con el ceño fruncido.
-¿Alguien te dio orden de intubar al paciente, sin la presencia de un anestesista?- interrogó Edward muy serio. Al no escuchar respuesta alguna, Emmet se alteró.
-Contesta de una santa vez- le amenazó. Éste negó con la cabeza, suspirando derrotado.
-Sólo quería ir adelantando y... - no supo qué mas decir.
-Mira Cam, me tienes harto; no es la primera vez que haces lo que quieres- respondió Edward furioso.
-Esto no puede seguir así- suspiró frustrado Mark.
-Para intubar a un paciente debes estar bajo supervisión, si no está un anestesista presente o algún adjunto no puedes hacerlo- le dijo Tyler.
-Pero ella es residente- me señaló con una mano. Bufé para mis adentros... este tipo era tonto de verdad.
-Pero resulta, Cam, que ella es anestesista... y su principal ocupación es intubar a la gente- le explicó Emmet, mirándole entre molesto y burlón.
-Además, para administrar una anestesia, primero hay que leerse el preoperatorio del paciente- añadí enfadada.
-No me digas... doctora Swan- se burló James. Edward se adelantó un paso, enfadado.
-Mejor estate calladito- le recomendó.
-Ohhh... el doctor defiende a su mujercita- Edward le encaró, y rápidamente me levanté, tomando a mi novio del brazo.
-Si le hacen algo a ella por tu irresponsabilidad, te aseguro que no terminarás la residencia en ningún hospital de Norteamérica- la voz de Edward era fría como el hielo, filosa cual navaja.
-Por favor Edward- empecé a ponerme muy nerviosa. Me miró a los ojos, mientras yo negaba con mi cabeza. No debía caer en sus provocaciones, no merecía la pena.
-Basta, ésto se está convirtiendo en algo personal- gruñó el doctor Gills.
-Hace mucho tiempo que es personal, ¿no es cierto, Cam?- le preguntó Emmet.
-Basta- el doctor Gills estaba furioso. Se volvió para comentar algo a la doctora Sanders. Al de un minuto, volvió a tomar la palabra. Edward se quedó a mi lado, apartándose de James, con sus manos apoyadas en mis hombros.
-Bueno... cómo pueden ver, el asunto es grave, y debemos dar parte a la comisión de investigación. Ellos tomarán las diligencias oportunas, pero tened casi por seguro que habrá una exhausta investigación. Y por supuesto, hay que hablar con la familia y explicarles lo ocurrido- explicó muy serio a todos, pero mirando a James fijamente.
-Y os aseguro que no van a entender cómo al paciente se le ha tenido que suturar la epiglotis, cuándo el motivo de su operación era la reparación de un tabique coronario- agregó mi supervisora, muy enojada.
-Reza para que la familia no demande al hospital- Mark interpelaba al residente, con una mueca carente de emociones en su rostro.
Una vez se dio por concluida la reunión, Me fui a mi servicio, con Tyler, Edward, Emmet y Mark. Allí les relatamos a mis compañeros lo acontecido.
-Es indignante; ese residente hace lo que le bien en gana- dijo exasperado Seth.
-¿No le pasará nada a Bella, verdad?, ¿ni a ti?- interrogó Rose a Emmet, muy nerviosa. Éste le rodeó los hombros, en un gesto tranquilizador.
-Tranquila, ni ella ni yo estábamos en el quirófano- le explicó.
-Si los llaman, será meramente para declarar como testigos de que Cam No tenía autorización para llevar a cabo ese procedimiento- explicó Mark, recalcando el no.
Después de seguir hablando un rato, llegó la hora de marcharnos a casa. Lo único que quería realmente era darme un baño y poder relajar los nervios.
Los días fueron pasando... tanto Edward como la doctora Sanders me aconsejaron olvidarme del tema una temporada, alegando ésta que pasaría un tiempo hasta que se empezara a investigar a fondo el asunto.
Así que, por el bien de mi bebé y de mis nervios, eso hice. Bastante tenía con la boda prácticamente encima. Esos días pasaron entre las pruebas del vestido y los últimos preparativos. Toda la familia, así como Jake y Leah, estaban tanto o más nerviosos que nosotros. Obviamente, Jake era el padrino, de modo que nos pasamos un par de tardes ensayando el paseíllo hasta el altar, ante la atenta mirada de Alice, que se había autoproclamado organizadora del evento; definitivamente, se había equivocado de profesión.
La noche del miércoles me encontraba haciendo las maletas; a la mañana siguiente nos íbamos a Santa Cruz... el sábado era el gran día. Alice se encargaba de llevar los vestidos de casi todas en su inmenso coche, ya que el nuestro, con la sillita y la cuna de la niña, aparte de las maletas con la ropa, estaba ya lleno. Menos mal que el jeep de Emmet es como un tanque, pensaba para mis adentros. El y Rose, así como mi hermano y su familia y los padres de Edward, también viajaban mañana. Queríamos estar allí un par de días antes, para recibir a los invitados. La ventaja era que casi todo el mundo dormía en el hotel dónde se celebraba el convite, de modo que no perderíamos a nadie de vista.
El teléfono me sacó de mis ensoñaciones. Lo cogí, extrañada por la hora.
-¿Quién es?- silencio- ¿diga?- respondí confundida. Al ver que nadie contestaba, colgué. Seguí con la maleta, y Edward entró en la habitación, con Megan en brazos.
-¿Quién era?- preguntó curioso, mientras dejaba a pequeña encima de la cama.
-Se han debido equivocar, han colgado- me encogí de hombros despreocupada -¿podrías cerras esas dos?- le indiqué señalando un par de maletas.
No pasó ni un minuto, cuándo volvió a sonar el teléfono. Lo cogí de nuevo.
-¿Sí?, ¿quién es?- Edward me miraba interrogante, mientras yo fruncía el ceño... pero la voz que escuché al otro lado de la línea me dejó noqueada.
-Hola Bella- dijo simplemente.
-Mamá- exclamé asombrada, sentándome en la cama.
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