jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 3. La Dr Swan



Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer. 

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CURANDO UN CORAZON

3. La Dr. Swan 

Llegué al hospital, y rápidamente me puse el uniforme, colgué mi estetoscopio por los hombros y me puse mi identificación, al llegar al despacho de la doctora Sanders un nudo se apoderó de mi estómago; tomé aire y llamé a la puerta.


-Pase- dijo mi adjunta, sin dejar de mirar unos papeles.



-Buenos días doctora Sanders- saludé mientras cerraba la puerta.



-Buenos días doctora Swan- dijo amablemente, mientras levantaba su vista del ordenador.



-¿Soy la primera?- pregunté en susurro para mi, pero la doctora me oyó, y esbozó una sonrisa cómplice en su cara.



-Eres la primera...y la única residente de anestesiología este año- me dijo tan tranquila.



No salía de mi asombro, por lo que ella siguió.



-No hay mucha gente que haga esta especialidad; estate tranquila, esto no es la residencia de cirugía, ya sabes que hay son muchos más autoritarios- me contó amablemente.



-Ya...- fue lo único que pude murmurar, todavía alucinada.



-Ven, vamos a reanimación, te presentaré al resto del servicio, sígueme- me ordenó amablemente, mientras abría la puerta.



Al llegar, un grupo se giró hacia nosotras; eran cuatro chicas y cuatro chicos.



-Buenos días chicos- saludó.



-Buenos días doctora Sanders- dijeron casi a coro.



-Quiero presentarles a Isabella Swan, nuestra nueva residente- dijo con una sonrisa.



-Bienvenida- respondieron casi a coro de nuevo.



La doctora Sanders iban a decir algo más, pero un sonido la interrumpió, miró su busca y se apartó.



Una chica rubia, alta y guapísima, de mirada amable, se acercó a mi.



-Soy Rosalie Hale, enfermera, es un placer- dijo mientras se acercaba para darme dos besos.



-Encantada- le contesté con una sonrisa.



Otras dos chicas y uno de los chicos se acercaron también.



-Angela Weber, enfermera también- me dijo una chica bajita, con el pelo negro recogido en una enorme coleta.



-Un placer- la respondí mientras la besaba, al igual que Rosalie.



-Amanda Donaldson, llámame Mandy, residente de tercer año, un placer Isabella.- me dijo otra de las chicas, con ojos azules y pelo castaño claro no más abajo de los pómulos, con un gracioso flequillo ladeado.



-Encantada, igualmente, y por favor, llamadme Bella- le dije después de devolverle otros dos besos.



-Ellos son Jasper Whitlock y Tyler Crowley, adjuntos- me dijo señalando a dos de los muchachos; Jasper no muy alto, con el pelo un poco largo, ligeramente ondulado y ojos de color miel ; y Tyler, afroamericano de piel no muy oscura, ambos de unos treinta y pocos años, incluso menos.



-Bienvenida al equipo Bella- me dijo Tyler con una sonrisa, mientras me estrechaba la mano.



-Por fin una cara nueva, aquí estarás muy bien, somos una gran familia- me contó Jasper con otra sonrisa mientras estrechaba mi mano.



-Un placer estar aquí, me siento muy halagada, no esperaba una bienvenida así- les dije con una sonrisa; estaba muy contenta, me esperaba rechazo e indiferencia.



-Esto no es cirugía, aquí no somos tan malos- me dijo otra voz masculina, que siguió hablando -Mike Newton, residente de último año- me dijo alzándome su mano para estrecharla.



-Vaya, es un consuelo saberlo; seguro que estaré muy bien aquí- respondí alegre.



-Pero aún así eres la novata...así que pringarás con muchos informes este año- añadió Jasper con una sonrisa perversa.



-Jazz, no la aturulles; disculpa, es muy bromista, soy Alice, enfermera...y esposa de este médico que te quiere atemorizar- dijo con una gran sonrisa; era bajita y menuda, con un pelito negro corto y despuntado a cada lado.



-Vaya...encantada- dije riéndome.



-El es Seth Clearwater, nuestro único chico enfermero...y un amor- me dijo señalando a un chico moreno, con el pelo un poco largo.



-Me haces sonrojar Alice; es un placer que alguien haga residencia aquí, no sois muchos anestesistas- me dijo.



-Cierto- le contesté.



Una vez se presentaron todos, me rodearon y me empezaron a interrogar.



-¿Dé dónde eres?- me preguntó con amabilidad Mandy.



-Nací en Forks, estado de Wasinhtong- le respondí.



-Eso es cerca de Seatlle, ¿no?- inquirió Seth.



-Así es, estudié allí en la universidad- le respondí de nuevo.



-Perdona mi indiscreción...¿tienes algún parentesco con Charles Swan, el neurocirujano?- preguntó curioso Jasper.



Cómo no...ya sabía que mi apellido saldría a reducir.



-Soy su hija- respondí encogiéndome de hombros, y poniendo una mueca de indiferencia que a ninguno les pasó inadvertida; pero gracias a dios, no preguntaron nada más.



Mandy, Angela, Tyler y Mike se marcharon enseguida, ya que habían hecho guardia de noche y, según ellos, se había quedado para conocerme.



El resto nos pusimos enseguida a trabajar; de momento estaría en reanimación para vigilar a los pacientes que salían de quirófano, siempre bajo la supervisión de alguien.



Asentí contenta, ya tendría la oportunidad de ir a quirófano.



A media mañana nos fuimos al pequeño cuarto que teníamos cómo área de descanso, dentro del servicio. Equipado con tele para las guardias, un frigorífico, un enorme sofá y, lo más importante, una monumental cafetera; en el centro una mesa redonda y sillas.



Nos servimos un café y nos pusimos a charlar de nuevo.



-Cuéntanos un poco más de ti...¿tienes pareja?- interrogó Alice de manera directa.



-Cielo...¿sabes que eres una cotilla en potencia?, disculpa su indiscreción- me dijo Jasper, mirando con enojo a su mujer.



-Jajajjajaj...no pasa nada; no, no tengo pareja- dije con una sonrisa.



-Bueno saberlo- añadió Seth, al que me quedé mirando perpleja, arqueando las cejas.



-Tranquila...era una broma, tengo novia, se llama Leslie y trabaja en pediatría- siguió explicando, mientras me guiñaba un ojo.



-Ahhhhh...vale, me dejas más tranquila- le dije en plan broma, riéndome, y el resto también acompañaba mis carcajadas.



-¿Conoces a mucha gente aquí?- me preguntó Rose mientras me extendía un bote con galletas.



-No, sólo a mi hermano Jake y a su mujer Leah; por eso vine aquí- les conté mientras tomábamos el café.



-Tenemos que quedar fuera del hospital, así conoces más San Francisco, ¿te parece bien que salgamos el viernes a cenar?, Jazz tiene guardia- me dijo Alice dando palmaditas, cómo una niña pequeña.



-Vamos, anímate, le diremos a Mandy que venga también, y a Angela- me dijo Rose en tono súplica.



-Angela tiene guardia esa noche- añadió Seth con una sonrisa perversa.



-Pero...¿a qué se la cambiarías?- preguntó Alice poniendo un puchero.



-Alice...no empieces...eso es chantaje...y no me valen pucheros de ningún tipo... vale vale, me lo pensaré- bufó Seth, mirando la cara de cordero degollado que ponía Alice.



-Esto...no se si podré, si mi hermano y Leah tienen planes...-empecé a tartamudear.



-¿Planes de qué?- preguntó Alice, que me miraba con confusión.



-Veréis...tengo una niña de tres meses y...-no pude continuar, un gritito me interrumpió.



-¿Eres mamá?- me dijo Rose con una gran sonrisa.



-Si, se llama Megan- contesté alegre.



-Pero...¿no has dicho que no tenías pareja?- ahora era Seth el confundido.



-Y no la hay...mi hija lleva mi apellido- suspiré con un poco de tristeza.



-Vaya, ha debido ser muy duro, me refiero a estar criándola sola- me dijo Jasper .



-Si, pero bueno...supongo que el verla crecer feliz vale la pena- le contesté, esbozando otra sonrisa mientras me acordaba de mi niña.



-Por supuesto...y por cierto, tienes que traerla un día- me dijo Rose tomándome de la mano y animándome.



-Entonces cambiaremos la cena por una merienda, y por supuesto te traes a la niña- me dijo Alice con cariño.



-Hecho- contesté con una sonrisa.



Seguimos hablando de mil y un temas; no pensaba mencionar a mi hija, pero por otro lado tampoco tenía por qué no hacerlo, es más, me sentía aliviada de que lo supieran.



Al rato, una voz nos sacó de las animada conversación.



-¿Hooolaaaa?; ¿que pasa, que los de renimación no trabajan?- preguntó una voz burlona a nuestras espaldas. Al girarnos nos encontramos con un chico moreno y musculoso, con unos ojos verdes, parecía un portero de discoteca de lo grande que era.



-Em, ¿que tal?- le saludó Jasper chocándose las manos.



-Pasaba a ver cómo se encontraba la señora Font- respondió mientras cogía una taza y se ponía un café.



-¿La que operaste ayer por el procedimiento de Rashkind*?- respondió Seth.



-La misma- respondió mientras se sentaba y me miraba con curiosidad.



-¿Tenemos chica nueva en la oficina?- preguntó divertido.



-Es la doctora Bella Swan, residente de primer año- le dijo Rose mirando unos informes.
-Encantado, por fin una cara nueva, soy Emmet Cullen, cirujano especialista en cardiología- me explicó tendiéndome la mano.



-Un placer conocerte- le contesté mientras se la estrechaba.



-Llámame Em; me verás mucho por aquí- dijo con una sonrisa.



-Bueno chicos, nosotros vamos a lo nuestro- dijo Seth, mientras él y Alice se levantaban.



-Nos vemos- dijo Emmet.



-Yo me voy también, Bella ¿vienes?- me preguntó Rose mientras se levantaba.



-Claro- contesté.



-Hasta luego chicos- me despedí de ellos.



-Rose, ¿cuándo vas a aceptar la invitación para ir a cenar conmigo?- le preguntó Emmet justo antes de que saliéramos por la puerta.



Rose bufó, y se dio la vuelta para contestarle.



-Hum...a ver...cuándo me vendría bien...deja que consulte mi agenda...¿nunca?- contestó molesta, mientras alzaba una ceja.



-Me fascinan las mujeres con carácter- respondió Emmet con una sonrisa perversa.



-Y yo detesto a los hombres arrogantes y vacilones- le contestó ella con una mueca.



-Me encantas, Rosalie Hale- la siguió éste.



-Adiós Emmet- añadió mientras cerraba la puerta del gabinete.



Para mis adentros me moría de la risa, hasta que Rose me vio y se empezó a reír ella también.
-Bufff...que plasta- dijo ella rodando los ojos.



-Hombre...es simpático, un poco vacilón, eso sí- le comenté.



-Lleva dándome la murga casi un año- respondió con fastidio.



-Pues si que es insistente- musité.



-Y que lo digas...en fin, vente conmigo- me dijo tomando unas carpetas.



-Vamos a ello- le dije animadamante.



La mañana pasó muy rápido, yo más que nada observando y familiarizándome con el servicio. Al dar las tres fui a cambiarme, despidiendo a mis compañeros.



Salí del hospital con una montaña de informes bajo el brazo, con paso ligero, quería ir a ver a mi niña, nunca me había separado tanto tiempo de ella.



Tan concentrada iba que choqué con alguien; no llegué a caerme, pero los informes volaron por todo el hall del hospital.



Torpemente me agaché para recogerlos, cuándo una voz suave y dulce habló.



-¿Estás bien?- preguntó con tono preocupado.



-Si, discúlpame por favor, no te vi- murmuré avergonzada, ¿cómo podía ser tan patosa?



-Tranquila, no pasa nada, discúlpame tu a mí también- dijo mientras recogía algunos papeles.
Al incorporarme y levantar la cara me quedé estupefacta. Un chico alto, guapísimo, con el pelo color bronce despeinado y unos ojos verdes preciosos me miraba con una mezcla de amabilidad y sorpresa.



Llevaba puesto un uniforme azul oscuro, por lo que trabajaba en el hospital.



Recuperé la compostura para hablar.



-Disculpa de veras; la verdad es que soy un poco torpe, gracias por ayudarme- le dije mientras tomaba el resto de informes que me tendía.
-N...no, tranquila, no pasa nada...debo irme, adiós- dijo atropelladamente y nervioso, mientras se daba la vuelta y se iba.



No me dio tiempo a reaccionar de lo asombrada que me quedé, ni siquiera me había dado tiempo a presentarme; pero no le dí más vueltas y reanudé mi camino a casa.



Llegué tarde, ya que el autobús tardo un siglo en llegar; me despedí de Leah, me di una ducha y me senté un rato en el sofá con el pilón de informes, hasta que oí a Megan protestar; me dirigí a su habitación.



-Hola cariño- le dije mientras la cogía y le daba un besito en la cabeza, al momento un olor nada agradable nos envolvió.



-Vaya, con razón te quejabas...vamos a cambiarte- le dije entre risas.



Después de cambiarla, y viendo la tarde soleada que hacía decidí salir a dar un paseo. Vestí a la niña y la coloqué en el carrito.



Me puse unos piratas negros con una camiseta blanca, y unas sandalias planas, hacía bastante calor.



Mientras iba por las calles del barrio, iba absorta en mis pensamientos, y sobre todo pensando en esos ojos verdes con los que había chocado. Eran muy parecidos a los de Emmet, pero tenían un brillo de tristeza infinita. No me di cuenta de que me llamaban por detrás hasta que alguien me tocó el hombro.



-Hola Bella- me saludó esa persona, me di la vuelta y era Mandy, mi compañera.



-Hola, qué sorpresa- le dije contenta.



-No sabía que vivías por aquí- me contestó alegre.



-Si, vivo en la calle Sailing, esquina con Baker- le expliqué mientras echaba el freno del cochecito de Megan.



-Yo vivo en Main con Rochester...somos vecinas- me explicaba.



-Vives cerca de mi hermano entonces- le expliqué a mi vez.



-¿Dando un paseo?- me preguntó curiosa mientras miraba a mi hija.



-Si, hay que aprovechar el buen día; esta es mi hija- le dije apartando la capota.



-Ohhh...que cosita, ¿cómo se llama?- me preguntó sin apartar la vista de mi pequeña.



-Megan- respondí.



-Hola Megan, eres muy guapa, ¿lo sabes no?- le dijo a mi hija, que por una vez iba despierta y la miraba fijamente, mientras Mandy le hacía cosquillas en la tripita.



-Es raro que la pilles con los ojos abiertos- le conté.



-Entonces la tita Mandy es afortunada- replicó con una sonrisa.



-Bueno, me voy, voy a ver a mi hermano Jake al taller; ¿te veré mañana?- le pregunté mientras agarraba el cochecito de nuevo.



-Esta semana voy de noches, pero ya coincidiremos...además, creo que el viernes tenemos sesión de café y tortitas- me recordó.



-Cierto...esta Alice- le dije riéndome.



-Tengo que irme, he quedado con mi novia, nos vemos Bella, adiós Megan- lo primero que dijo me dejó un poco...helada. No tenía nada en contra de las relaciones de gente entre su mismo sexo, pero si es cierto que aún es sorprendente enterarte.



Disimulé lo mejor que pude para despedirme.



-Hasta el viernes Mandy-



Las tres primeras semanas pasaron muy rápido. Ese mismo viernes fui a merendar con las chicas, llevando a Megan conmigo, convirtiéndose a su vez en el centro de atención. Mis compañeras no paraban de hacerla carantoñas, mientras iba pasando por los brazos de todas ellas, incluso Rosalie se empeñó en darle el biberón, y Alice la cambió el pañal en el servicio.
Definitivamente, Megan tenía cuatro nuevas titas postizas.



Mi trabajo en el hospital iba muy bien, enseguida me habitué al ritmo del servicio, y puede decirse que estaba completamente integrada. La doctora Sanders alabó mi progreso y mi integración, estaba muy contenta, si todo seguía así en pocos meses podría empezar en los quirófanos.



En esas tres semanas no dejaba de pensar en ese chico de ojos verdes, me había impactado su mirada, tan bonita y profunda, pero a la vez tan triste. Cada vez que entraba y salía del hospital lo buscaba con disimulo, pero nunca lo veía.



Hasta aquel sábado, que tuve mi primera guardia.


*Procedimiento de Rashkind: ampliación por defecto de un tabique interauricular.

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