jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 4. Casualidades


Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer. 

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CURANDO UN CORAZON

4. Casualidades



PVO EDWARD

Estaba tumbado en el incómodo catre que había en la salita de guardia del departamento de cirugía, con un libro apoyado en mi regazo y entrecerrando los ojos. Por suerte mi hermano Emmet no estaba de guardia y no me daría la lata, lo quería muchísimo...pero a veces era un poco cargante.

No dejaba de pensar en aquella chica con la que me había cruzado hace casi un mes, sobre todo en esos ojos del color del café, que eran tan parecidos a los de ella. Pero no la había vuelto a a punto de caer en un profundo sueño, cuándo mi busca empezó a pitar. Nada más mirarlo me levanté de un salto y bajé corriendo a urgencias. Al llegar allí me encontré con un hombre en una camilla, con el cuello inmovilizado y cubierto de sangre. Una de las enfermeras me puso una bata verde y me acerqué a él.

-¿Qué tenemos?- pregunté cogiendo el historial que estaba a sus pies.

-Varón, cincuenta y dos años, accidente de tráfico, múltiples heridas en abdomen y piernas, constantes vitales estables, tensión 12/9; le hemos sedado, no paraba de moverse - me informó Jessica, una de las enfermeras de la ambulancia.

-Abdomen distendido, posible rotura de bazo, por eso te hemos avisado- me respondió Carlisle, médico de urgencias...y mi padre.

-Pasadme un ecógrafo- ordené mientras que con mis dedos presionaba el abdomen del paciente. Rápidamente miré la pantalla, mi padre no se había equivocado.

-Bioquímica, hematocrito y pruebas cruzadas; avisad a quirófano, tiene el bazo roto; después inmovilizad la pierna derecha y llamad a trauma, tiene fractura abierta de tibia y peroné- respondí mientras firmaba la autorización para los análisis. Una vez lo subieron me quedé charlando unos minutos con mi padre, me despedí dándole una palmada en el hombro y subí a hacer mi trabajo.

Mientras me lavaba y desinfectaba, oí la puerta abrirse, y Jasper apareció.

-Hola Edward- me saludó mientras abría el grifo que estaba al lado.

-Hola Jasper, pensé que no tenías guardia hoy- le respondí amablemente.

-Yo tampoco...me avisaron esta mañana, Tyler ha tenido una emergencia familiar y no está en San Francisco- me dijo con una mueca de fastidio.

-¿Y Newton y Mandy?- pregunté alzando una ceja.

-Newton está en el quirófano tres con una apendicitis, Mandy libraba hoy, y a Bella no la íbamos a mandar, así que vengo yo- respondió mientras se secaba las manos.

-¿Bella?- pregunté extrañado.

-Es nuestra nueva residente, empezó hace un mes más o menos...¿Emmet no te ha hablado de ella?- me preguntó curioso.

-Mencionó que había nueva residente, pero nada más, no hemos coincidido, he estado de tardes todo este mes- le dije mientras una enfermera me ataba la bata.

-Pues es muy simpática y trabajadora, por cierto...¿sabes que es hija de Charlie Swan?- me dijo en plan cotilla.

-¿De verdad?- pregunté incrédulo.

-Si...pero hay algo raro...apenas habla de él...¿y por qué vendría aquí?, podría estar en el McAllens de Seatlle con su padre- meditaba Jazz en voz alta.

-¿Sabes que Alice te está pegando el alcahueteo?- le respondí riéndome.

Reímos los dos, mientras entrábamos al quirófano.

Una vez terminada la operación, me lavé y me dispuse a rellenar el consiguiente informe para reanimación, una vez acabado se lo dí a Jasper, quedando en pasar por allí luego.

Me estaba poniendo un café, mientras miraba el reloj de la pared, todavía eran las cuatro y media de la madrugada, cuándo mi padre entró.

-Hola hijo, ¿cómo ha ido todo?- me dijo a modo de saludo.

-Bien, si todo sale cómo espero se recuperará; ¿quieres un café?- le pregunté.

-Doble por favor- me dijo mientras tomaba asiento.

Serví los cafés y me senté frente a él.

-¿Cómo te va viviendo solo?, ya sabes, mamá está algo preocupada- me preguntó con cautela.

Esbocé una pequeña sonrisa, mi pobre madre no hacía mas que vivir para Emmet y para mí, aparte de para mi padre... y eso que Emmet ya tenía 33 años y yo veintinueve. Desde que Sophie, mi novia desde la universidad, falleciera en ese accidente de tráfico, hace un año y medio, la preocupación de mi madre por mi era angustiosa.

Volví con ellos unos meses, hasta que tuve fuerzas para volver hasta el que había sido nuestro hogar, y eso inquietaba a mi madre, que viviera sólo no le hacía nada de gracia, pero debía retomar mi vida, aunque los recuerdos me golpearan nada más entrar por la puerta de mi apartamento.

-Dile a mamá que no se preocupe, estoy bien, y que me doy cuenta de qué pasa por casa para planchar- le contesté divertido.

-Ya la conoces... no te lo dijo porque supuso que te negarías- me respondió.

-Y supuso bien...pero creo que por más que le diga no cambiará de opinión- dije resoplando.

-Jajajajja...no te enfades, y no trates de llevarle la contraria, yo no lo hago- me contestó carcajeándose.

-Gracias por tus consejos papá- rodé los ojos- bueno me voy, tengo que pasar por reanimación. Dale un beso a mamá y dile que mañana iré a comer- me despedí levantándome.

-Se lo diré, hasta mañana hijo- me contestó mientras se dirigía al ascensor para volver a urgencias.

Entré a cuidados intensivos; estaba todo muy tranquilo. Busqué a Jasper y no lo veía por ningún lado, así que me dirigí a la salita. Una chica estaba sentada, de espaldas a la puerta, mirando unos informes.

-Disculpa, estoy buscando al doctor Whitlock, ¿sabes dónde está?- pregunté.

-No está en este momento, puedo ayudarle yo- me dijo mientras se daba la vuelta...y se quedaba petrificada...y yo también.

Ante mi estaba aquella chica con la choqué hace un mes; tenía un rostro amable y simpático, su piel pálida tenía aspecto de ser suave y delicada, y su largo cabello castaño estaba recogido en una cola de caballo, y sus ojos...tan grandes y expresivos, del mismo color que los de Sophie... por eso me impresionó tanto ese día que chocamos, y por eso huí, preso de los nervios.

Me quedé atontado, y me percaté que ella empezaba a sonrojarse; recuperé la conciencia cuándo me habló.

-Soy Isabella Swan, la nueva residente- se presentó, con un deje nervioso en su voz.

-Me llamo Edward Cullen, cirujano; ¿así que tú eres la nueva residente?- le pregunté, mientras alzaba mi mano para estrechársela; al contactar ambas, un escalofrío recorrió mi columna, su mano era pequeñita y suave; algo debió sentir ella también, porque se puso aún más colorada, era adorable.

-Si, llámame Bella por favor- se quedó en silencio, pensando un instante, y de nuevo me preguntó -¿eres algo de Emmet no, primos o algo así...?-

-Soy su hermano- le contesté con una sonrisa, y después repliqué -y tú llámame Edward, nada de doctor Cullen-.

-¿De verdad?...vaya...no os parecéis mucho...y no sabía que tenía un hermano- me contestó algo tímida.

-Veo que ya le conoces, ¿sigue persiguiendo a Rose, verdad?- le pregunté divertido.

-Si...siempre que Rose y él tienen el mismo turno se pasa por aquí...es...digámoslo así... persistente- me dijo medio riéndose.

-Yo más bien diría que es un poco pesado- contesté rodando los ojos.

Ella rió por mi comentario, asintiendo con la cabeza.
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No podía creerlo, ante mi estaba el chico con el que había cruzado hace un mes...y además es hermano de Emmet; me quedé un poco en shock mirándolo, casi podría afirmar que sólo se parecían en el color de los ojos.

Era bastante más alto que yo...y guapísimo, ahora lo afirmaba con todas las de la ley. Tenía una voz suave y aterciopelada, era música para mis oídos. Al estrecharnos la mano una corriente eléctrica me recorrió el brazo, a la vez que en mi estómago empezaban unas cosquillas extrañas. Además era simpático y amable, en eso se parecía bastante a Emmet, pero a la vez más reservado y tímido. Cuándo me recuperé de mi trance, hablé.

-Supongo que vienes a ver al señor...- cogí la historia de la mesa- Arthur Reggs, intervenido de urgencia por rotura de bazo y después por fractura abierta de tibia y peroné- le pregunté.

-Si, le dije a Jazz que pasaría por aquí- me respondió.

-Si, me lo advirtió; Jasper ha subido a dilatación, a poner una epidural, te acompaño- le expliqué.
-Gracias- me respondió mientras me cedía paso para pasar primero.

Al llegar a la cama del paciente, comprobé las constantes y la tensión; Edward le quitó la sábana para mirarle la sutura...cuándo el monitor empezó a pitar.

-¡Cae la tensión, está en 9/6!- le dije mientras tumbaba del todo la cama para auscultarle y mirarle el pulso.

-¡Se está chocando, está entrando en parada!; una ampolla de atropina intravenosa- me indicó; se la inyecté en la vía, pero no respondía, un sudor frío cruzó mi frente, no podía reaccionar.

-Rápido, carga las palas a 260- me dijo mientras empezaba con el masaje cardíaco.
Lo más deprisa que mis nervios me dejaban, preparé y cargué el desfibrilador; en esos momentos llegaba Seth para ayudarnos, que miró la carga.

-260- confirmó Seth.

-¡Fuera!- grité mientras se apartaban y le daba la descarga al señor Reggs, pero seguía en parada.

-Carga a 300, y otra ampolla de atropina- le ordené a Seth, mientras Edward seguía con el masaje y asentía con la mirada.

-Atropina puesta, 300- contestó Seth.

-¡Fuera!- volví a darle otra descarga...y el ritmo cardíaco recobró la normalidad; suspiré de alivio...y temblaba de los nervios.

-Buen trabajo Bella- me felicitó Seth, Edward asentía con una sonrisa; al momento Jasper venía corriendo.

-¿Qué ha pasado?- preguntó jadeante por la carrera.

-El señor Reggs entró en parada...pero ya está estabilizado- le contó Edward.

-Bien hecho Bella; ahora controlad las constantes durante dos horas; si no hay alteraciones, por la mañana podrá pasar a planta- me felicitó Jasper con una sonrisa.

-Gracias a Edward, el me ha indicado- respondí con timidez.

-Pero sólo al principio, después tú has tomado el control, lo has hecho muy bien, de verdad- me contestó animándome.

-Lo siento Jasper, al principio me costó reaccionar- admití un poco frustrada.

-No Bella, es normal, todos hemos empezado y aprendido, y tú estás aquí para eso- me siguió animando Jasper.

-Has reanimado a tu primer paciente; eso se merece un café- me ofreció Seth tomándome de los hombros.

-La verdad es que lo necesito, ¿os tomáis uno con nosotros?- les pregunté a Edward y Jasper.

-Yo no puedo, tengo que regresar a mi guarida, pero te tomo la palabra para otro día- me contestó Edward.

-Voy contigo, quiero comentarte algo sobre la laparotomía de mañana, volveré enseguida, cualquier cosa me llamas al busca- añadió Jasper.

-Adios chicos- me despedí de ellos.

-Adiós Seth...adiós Bella- nos dijo a los dos, pero mirándome fijamente.

Tuve que desviar mi vista de sus ojos, pues empezaba a ponerme muy nerviosa, y no sabía por qué.

-Adiós- volví a murmurar, casi para el cuello de mi camisa.

Suspiré aliviada cuándo a las ocho de la mañana fui a cambiarme para irme; estaba agotada, y para colmo, mi primera guardia, que yo esperaba pasar tranquilamente, sin agobios, se había convertido en toda una experiencia.

Y lo había vuelto a ver, a esos ojos que no dejaban de perseguirme en mi memoria; la verdad es que se portó condenadamente amable, educado, simpático...¿este hombre era real?; si lo era, pero estaría más que comprometido, un chico así no podría estar soltero y sin compromiso.

Salía por la puerta del hospital, cuándo vi a mi autobús arrancar; genial, encima hoy domingo, había menos transporte que otros días. Al llegar a la parada miré el panel de información, 20 minutos para el próximo.

Me senté, mientras encendía mi I-Pod y me relajaba un poco. Por suerte, Megan estaba en casa de Jake y Leah, y yo iría a comer con ellos, así podría dormir un poco. El lunes tenía turno de tarde. Menos mal que el hospital tenía una pequeña guardería para los trabajadores, ya que Leah no podía, además podría ir a echarla un vistazo de vez en cuando.

Cuándo me quise dar cuenta, ya llevaba tres meses en el hospital. Estábamos a mediados de octubre, y era mi época favorita del año. Me encantaba ir con Megan a pasear por el parque, ver ese color marrón y dorado en las copas de los árboles, además, en San Francisco hacía una temperatura suave casi todo el invierno.

Mi trabajo iba muy bien, mi relación con mis compañeros era estupenda, incluso tomé cariño a Emmet; cierto que a veces sus bromas podían llegar a ser un poco pesadas, pero era como un oso de peluche a lo grande.

Y Edward...la verdad es que últimamente no habíamos coincidido mucho; supe por Emmet que estaba siguiendo un seminario por las tardes, por lo que solo le veía cuándo ambos teníamos turno de mañana, que en mi caso, en esos tres meses habían sido escasos. Pero siempre me invitaba a un café cada vez que me veía, y así nos íbamos turnando.

Me preguntaba cómo iba mi trabajo, y él me contaba cómo iba el suyo, era un gran médico. Carlisle, su padre y jefe del servicio de urgencias, era un hombre encantador, a la vez que un excelente médico. Se notaba de donde les venía la vocación a él y a Emmet.

Pero nunca hablábamos de nuestra vida privada; estuve tentada a sacarle el tema más de una vez, pero algo en su mirada me impedía hacerlo.

Alguna vez que le pregunté a Alice, pues Jasper conoce a Edward y Emmet desde que eran niños, ésta no me dijo mucho, pero dejaba entrever que había sufrido, sobre todo en estos dos últimos años.

Pero en mis sueños se empezaba a hacer constante la presencia de Edward.

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