jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 6. Un Corazón Destrozado


Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer. 

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CURANDO UN CORAZON

6. Un corazón destrozado

Los ojos de Edward dejaron de brillar en cuánto empezó a contarme su historia. Estaba hablando de sus comienzos en la universidad; había estudiado en Yale, al igual que su padre y su hermano. Iba a preguntarle algo, cuándo se acercó la camarera con las bebidas, las ensaladas y el biberón de Megan. Empecé a dársela la vez que Edward continuaba con la historia. 

-Pasadas las primeras vacaciones de navidad, el profesor Harris, nuestro maestro en anatomía, pidió voluntarios para la tesis que estaba realizando. Debíamos hacer varias prácticas en el laboratorio de anatomía seccional. Llegué cinco minutos tarde, y sólo quedaba un sitio libre. Ahí fue dónde la vi por primera vez- empezó a relatar en voz baja y con la mirada fija en algún punto de la mesa. Mentalmente analizaba cada palabra que me contaba... era por una chica; no sé por qué no me sorprendió, algo así me temía desde el principio. -Se llamaba Sophie...era la chica más guapa que había visto nunca; su cabello era de un color rubio oscuro precioso, lo llevaba a la altura de los hombros, era alta y delgada, y sus ojos... eran de un color marrón intenso, tan preciosos... iguales que los tuyos... ¿recuerdas la primera vez que nos vimos, cuándo chocamos a la entrada del hospital?- me preguntó mientras se sonrojaba ligeramente. 

-Si, claro que me acuerdo- le respondí, aún sin comprender. 

-No había vuelto a ver esos ojos desde que ella los cerró para siempre... por eso me puse tan nervioso, y me fui tan rápido- me terminó de explicar, mientras desviaba su mirada de mi rostro. Me quedé pegada en mi asiento, asimilando lo que me acababa de decir Edward... básicamente que mis ojos eran cómo los de Sophie; eso explicaba su comportamiento el día que chocamos... y segundo... la frase de que los cerró para siempre me dejó petrificada, y enseguida até cabos... ella había muerto. miré fijamente, incapaz de de decir algo, instándole a continuar.

 -Me tocó sentarme a su lado para realizar las prácticas, enseguida congeniamos y empezamos a quedar fuera del laboratorio; ella estudiaba bioquímica. Las prácticas de la tesis duraron casi el resto del semestre, y al acabar éstas comprendí que me había enamorado de ella. Al principio me daba vergüenza confesárselo... supongo que en el tema chicas el experto es Emmet- dijo a la vez que esbozaba una pequeña sonrisa, haciéndome sonreír a mi de vuelta, mientras echaba una ojeada a Megan, que hacía rato que había terminado su biberón y se quedaba de nuevo dormida. Me levanté un segundo, para colocar a mi hija en el carro y taparla; mientras estaba de espaldas, pude sentir la mirada de Edward clavada en mi nuca. 

Una vez volví a la mesa, empezamos a comer, mientras seguía contándome. -Una vez se lo dije, me sorprendió, ya que ella sentía lo mismo por mi... y así empezamos a salir, y ella se convirtió en mi novia. El resto de nuestros años en la universidad los pasé dedicado a mis estudios y a ella... éramos muy felices juntos. Terminamos nuestras carreras, y yo regresé aquí para hacer la residencia. Ella era de Nueva York, y en unos meses encontró trabajo en un laboratorio y se vino a vivir aquí conmigo- Escuchaba atentamente la historia, se veía atormentado por los recuerdos. Paró un momento, justo en él cual la camarera nos traía el resto de nuestra comida. Seguía incapaz de articular palabra alguna... y lo peor aún estaba por venir. 

Saqué fuerzas, para animarle a continuar... pero al momento deseché la idea. -Edward, no tienes por qué seguir- le dije, viendo que se iba a derrumbar.

 -Quiero hacerlo Bella... necesito hacerlo- musitó con voz suave, mientras se estiraba su mano por encima de la mesa; apartó de mi mano el tenedor y la atrapó entre la suya. Las dichosas descargas no tardaron en llegar, y la piel se me puso de gallina. Suavemente acaricié con mi pulgar la palma de su mano, queriendo transmitirle tranquilidad. El no dejó de mirar muestras manos unidas, a la vez que continuó hablando.

-Éramos muy felices; al año de mudarse aquí Sophie le pedí que se casara conmigo, y ella aceptó. Íbamos a casarnos en mayo, y en navidades dimos la noticia a nuestras familias. Una noche de marzo, yo estaba de guardia, y me llamaron al busca... era mi padre, advirtiéndome que bajara deprisa a urgencias. Sophie regresaba de cenar con unos compañeros... cuándo un conductor ebrio invadió su carril, estrellándose con su coche- murmuró con voz ahogada. 

Una lágrima resbaló por mi mejilla, no podía imaginar lo que había sufrido... y lo que aún sufría. Tímidamente envolví con mi otra mano la de Edward, que se aferraba fuertemente a la mía. -Ni siquiera pude despedirme de ella... al llegar al hospital ya no pudo hacerse nada...- concluyó, mirando fijamente nuestras manos, mientras ese halo de tristeza que tenían siempre sus ojos se hizo más patente. 

-Edward... lo siento tanto... no sé que decir- balbuceé bajito. -No hace falta Bella... nunca había hablado de ello desde hace casi dos años; y lo necesitaba, créeme- me dijo, intentando esbozar una suave sonrisa. 

-Has sido muy fuerte Edward, intentado volver a la normalidad y seguir con tu vida y con tu trabajo- le animé. 

-Tenía que hacerlo...aún me cuesta, y mucho... y aunque me duela, a ella no le gustaría verme así... era muy alegre y bromista, siempre sacaba algo bueno de las cosas. Pero es duro ver que en un momento tus planes se van, nuestra boda, los hijos que queríamos tener, nuestra vida...- dijo con un suspiro. No dijimos nada más, y no quise preguntarle más; bastante había hecho abriéndome su corazón. Estuvimos en silencio unos minutos, hasta que Megan se revolvió. Iba a levantarme para echarla un vistazo, pero Edward me detuvo.

 -Yo voy, yo he terminado de comer, así terminas tú- me dijo con una sonrisa más animada, sólo asentí con otra. Cogió a Megan y la volvió a sentar en su regazo, mientras la entretenía. Se veía tan bien con ella en sus brazos, era encantador. Una vez terminamos de comer, y de refunfuñarle un poco a Edward porque quiso invitarme, dimos otro paseo, para aprovechar los últimos rayos de sol, y después se ofreció a acompañarnos hasta mi casa. 

Al llegar, se despidió de mi hija con un besito en su manita, y se giró hacia a mi. 

-¿Te veré el lunes en el hospital?- me preguntó.

 -Voy toda la semana de mañanas- le respondí suavemente. 

-Igual que yo, entonces te veré allí- respondió con una sonrisa... adoraba verlo sonreír. Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que por fin habló de nuevo. -Gracias... por escucharme, de verdad Bella- me dijo agradecido.

-De nada Edward... y gracias también a ti... por dejarme contar mis penas... y ser tan buen niñero- le respondí guiñándole un ojo, animándole. 

-Siempre que quieras- me contestó. -Buenas noches Edward-.

-Buenas noches Bella- me contestó; pareció titubear un instante, pero no esperaba lo que vino a continuación. Se inclinó lentamente hacia mi, dándome un suave beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de mis labios. Sus labios eran suaves, y dejaron un rastro ardiente en mi cara, a la vez que su perfume me aturdió ligeramente. Cerré mis ojos por un momento, mientras mi corazón latía a una velocidad anormal. 

Al recobrarme del shock inicial, Edward me dedicó una sonrisa torcida increíble, mientras se daba la vuelta y se alejaba. Muda de la impresión, conseguí llegar a mi apartamento. Llamé a Leah, para invitarles a casa, para comer mañana, y me dispuse a bañar a Megan. Al de un buen rato, y cuándo a mi hija se le ocurrió por fin dormirse, me senté en el sofá, café en mano y el mando a distancia en la otra.

 Después de un rato, y viendo que no había nada interesante para ver, opté por irme a la cama. No dejaba de pensar en el día tan maravilloso que había pasado con Edward, y de lo mucho que me impresionó su historia... no podía imaginar un dolor así. Un sentimiento extraño se hizo presente, no podía de dejar de pensar en los escalofríos que sentí con nuestras manos unidas... y ese beso, que me revolvió entera. 

Durante la mañana siguiente seguí pensando en él; mientras Megan estaba tumbada en su mantita de juegos, iba de un lado a otro de la cocina, preparando la comida. A eso de la una el timbre sonó. Abrí y recibí a Jake y Leah, que me dieron un caluroso abrazo. Mientras Jake se acomodaba en suelo para jugar con Megan, Leah y yo terminábamos de preparar la comida. 

-¿Qué tal ayer, Bells?- me preguntó mientras preparaba la ensalada. No pude evitar esbozar una sonrisa, mientras rememoraba, por enésima vez, el día de ayer. 

-Pues...bien, interesante; salí por la mañana a pasear con Megan, y me encontré a un compañero del hospital en el parque- empecé a relatarle. Leah me escuchaba con sumo interés. 

-Vaya...¿y cómo fue?- me siguió interrogando. 

-Pues...- no supe cómo continuar, iba a seguir, pero Jake irrumpió en la cocina. 

-¿Comemos ya ?; estoy hambriento; además acabo de acostar a la peque-. Una vez sentados los tres en la mesa, les relaté mi día con Edward; ellos me escuchaban atentamente, sin interrumpirme. Al llegar a la parte de Sophie, sus ojos se abrieron como platos. 

-Es terrible lo que ocurrió- dijo Leah consternada. 

-La verdad es que sí- le contesté.

-¿Le contaste algo sobre nuestra infancia?- me interrogó serio mi hermano. 

-Si, lo hice...no se por qué, pero algo me impulsó a hablar; me refiero a hablar con alguien que no seáis vosotros dos; además él ha oído a hablar de papá, por sus estudios... como todo el hospital- le expliqué, poniendo el una mueca de fastidio ante la mención de muestro padre. 

-Me alegra que hayas echo amistades Bells- me dijo con una sonrisa insinuante. 

-Jacob Swan...- le advertí un poco molesta, mientras Leah sonreía con disimulo y se levantaba con algunos platos de la mesa. Decidí seguirla antes de enfadarme en serio con Jake. 

-Bella, no te enfades con Jake, ya sabes que le encanta hacerte rabiar- me consoló mi cuñada, mientras sacaba el pastel de la nevera. 

-Ya lo se...- suspiré, mientras metía los platos al lavavajillas. 

-Además, nos alegramos de que conozcas a un chico por fin- añadió con tono inocente. Me quedé blanca, sin saber qué decir. -Vamos Bells... se te iluminan los ojos al hablar de el... te conozco desde que llevabas pañales, y jamás te había visto así- dijo ella rodando los ojos. No pude negar con la cabeza mientras sonreía.

 -Es encantador, amable, simpático... si hubieses visto como se comportaba con Megan , y cómo la miraba...- no pude continuar, ya que me había sonrojado. 

-¿De verdad?; vaya...¿y adivino que es guapo, cierto?- preguntó con una sonrisa pícara.

-Guapísimo...- le repuse tímidamente, mientras le describía a Edward. Me escuchaba atentamente, hasta que por fin habló. 

-Wow...hermanita...ese chico te gusta de verdad, y tu también a él- concluyó. Negué con la cabeza, mientras Leah me miraba extrañada. 

-¿Qué?- le pregunté de nuevo. 

-Pues yo creo que también le gustas... ¿crees te habría contado lo de su novia así por así?; vamos Bella. Además le gustan los niños, ¿puede ser más perfecto?- me soltó de carrerilla. 

-Leah... no es tan fácil... además me da mucho miedo; está Megan , y debo pensar también en ella- suspiré y seguí hablando -estaba muy enamorado de Sophie, por lo que me habló de ella era alegre simpática, guapa, alta...- empecé a enumerar. 

-Bella, tienes tu autoestima por los suelos...a ver, eres simpática, alegre... algo patosa- mencionó ésto último con una leve sonrisa- y no eres fea en absoluto, ¿por qué no vas a gustarle?-. Iba a añadir algo, hasta que mi hermano apareció en la cocina. 

-¿Confesiones de familia y no me invitáis?- preguntó en tono socarrón. 

-Jake, cariño...eres un cotilla; son asuntos de chicas- le reprendió su mujer, arqueando las cejas. 

-Mujeres...- bufaba mientras se iba de nuevo a la mesa. Leah y yo nos echamos a reír, saliendo con el pastel para que no se enfadara más. 

El lunes llegué temprano al hospital; después de cambiarme y de despedirme de Alice, Mandy y Angela, que se iban a casa, fui hacia la salita a ponerme el primer café de la mañana y a echar un vistazo a los informes. Miraba el planing de quirófano, con las operaciones programadas para hoy, cuándo una suave voz me sacó de mis pensamientos. 

-Buenos días-. Al girarme en encontré con Edward, plantado ante mi con una sonrisa y recostado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados; me quedé un poco embobada mirándole, le sentaba bien hasta el uniforme del hospital. Me miraba con diversión, esperando alguna palabra por mi parte. 

-Bu...buenos días- conseguí responder. 

-¿Qué tal ayer, domingo tranquilo?- me preguntó amablemente.

 -La verdad es que si, vinieron mi hermano y su mujer a comer, así que no salí- le expliqué. 

-¿Y Megan?- preguntó con otra sonrisa. 

-Bien también, cuándo me he ido la he dejado dormida- le conté animadamente; tomé aire, hasta que me di cuenta de mi falta de educación -perdona, ¿tienes tiempo para un café?- le ofrecí. 

-Siempre tengo tiempo para ti Bella- me dijo con esa sonrisa torcida que me volvía loca, ¿se podía ser más sexy que Edward Cullen?; la respuesta era no. Le serví el café, y milagrosamente la taza resistió mis ya evidentes nervios; al entregarle la taza nuestros dedos se rozaron, lo suficiente para que esas descargas eléctricas volvieran con más intensidad que el sábado. Inspiré varias veces, intentando controlar mi ritmo cardíaco. 

-¿Cómo se te presenta la mañana?- pregunté, para poder distraerme. 

-Pues un poco ajetreada, a las nueve tengo programada una sutura de úlcera gástrica, y a las doce y media una hemicolectomía* derecha; eso es todo, si no hay ninguna urgencia- me explicó amablemente. Medité unos minutos, hasta que le pregunté. 

-¿Con quién operas?; me refiero al anestesista. 

-Hoy con Jasper; las operaciones programadas las hago con él o con Tyler; Mike suele operar con mi hermano; si hay guardias con quién esté- me explicó.

 -Vaya...- musité, dando un sorbo a mi café. -Algún día te tocará a ti- me dijo para animarme, ya que vio mi desánimo. 

-Supongo que sí- le contesté. Seguimos con nuestra charla médica, cuándo aparecieron Jasper y Rose. Miré a Rose alucinada, con el nuevo uniforme de enfermería... era rosa. 

-Buenos días Bella, Edward- saludó ésta visiblemente cabreada. 

-Edward, Bella- saludó Jasper, con una pícara sonrisa, mirándonos. Me puse roja de la vergüenza, mientras Edward rodaba los ojos. Se sirvieron un café y se sentaron con nosotros. Los tres miramos a Rose, que poco le faltaba para echar humo por las orejas. 

-Rose, ya sabemos qué es lunes, a todos nos fastidia empezar la semana...- empezó a decir Edward, pero ésta lo cortó. 

-¿Podéis creer el ridículo uniforme que tenemos que llevar?- dijo señalándose a sí misma. 

-Vamos Rosalie, tampoco está tan mal, es... llamativo- añadió Jasper. Edward y yo conteníamos la risotada que nos iba a salir. 

-¿Y a Seth le hacen ir así?- pregunté de repente. 

-No, los enfermeros siguen de verde claro- seguía siseando entre dientes. 

-Vamos Rose... tampoco es tan malo- la intentó animar Edward, sin demasiado éxito. 

-El que vuelva a hacer un mínimo comentario, se la carga- masculló cabreada en voz baja. Edward y Jasper se pusieron a comentar lo que tenían para hoy, a la vez que llegaban Mike y y el nombrado Seth, que gracias a Dios no hicieron comentarios. Pero la paz no duró mucho.

 Emmet entró en la sala; miró alucinado a Edward, pero su vista se posó en Rosalie. 

-Buenos días... Rosalie, te veo muy pantera rosa- dijo con voz burlona. 

-Mierda, no- gemí para mis adentros, mientras el resto se escondía detrás de los historiales, pero ya con las risas en voz alta. 

-Se lió- añadió Seth con una sonrisa burlona. 

-El que faltaba...¿sabes Emmet?, no te aguanto- siseó realmente enfadada, mientras se levantaba y se iba de la salita. 

-¿Cuándo vas a admitir de una vez por todas de qué estamos hecho el uno para el otro?- le siguió preguntado con una sonrisa, mientras la sujetaba del brazo para impedir que saliera por la puerta. Rosalie lo miró arqueando una ceja. 

-¿Cuándo las vacas vuelen?- soltó burlona, zafándose de su agarre y saliendo. Ya las risas de todos estallaron en voz alta. Me lloraban los ojos de reír, mientras Emmet siguió tan pancho, dirigiéndose a la cafetera. Mi busca sonó en ese momento, así que me volví hacia los chicos, limpiándome las lágrimas. 

-Tengo que bajar a rayos, hay un problema con un pre-operatorio, os veo luego , y buena suerte en la operación- les dijo, pero mirando a Edward. 

-Te acompaño, nos vemos chicos- dijo Seth. 

-Hasta luego- respondieron Jasper y Emmet. 

-Hasta luego- le contestó Edward. 

PVO EDWARD 

Estaba embobado mirando a Bella, mientras salía por la puerta. Me quedé unos minutos en silencio, pensando. No sabía qué me había impulsado a contarle lo de Sophie, además, ella me había escuchado tan atentamente, casi con devoción. 

Al llegar a mi apartamento, pensé que me derrumbaría y me echaría a llorar, siempre me pasaba al hablar de Sophie... pero no fue así. Una vez me metí en la cama, no dejaba de pensar en ella, una y otra vez; su rostro se aparecía en mis sueños, con una sonrisa. Tampoco podía dejar de pensar en el beso que le di al despedirme... y su piel era exactamente cómo la imaginaba, tibia, suave y delicada. Una voz me devolvió a la realidad. 

-Vaya Eddie... veo que has abandonado tu prisión particular en cirugía...¿a qué debemos el milagro?- preguntó mi hermano Emmet. Le lancé una mirada de advertencia y a la vez asesina. Mike, que se percató de la situación, inmediatamente vino en mi ayuda, carraspeando. 

-Ejem... Emmet, debemos prepararnos- dijo levantándose de la mesa. Mi hermano lo miró con fastidio, siguiéndole. 

-Espero que después me lo cuentes- me advirtió, señalándome con sus dedo índice. Hice caso omiso a la advertencia de mi hermano; una vez ambos salieron, Jazz me miraba impaciente. 

-¿Qué?- inquirí. 

-Creo que ese milagro tiene nombre propio; ¿no se llamará, por casualidad... Isabella?- preguntó tranquilo. No podía negarlo, además Jasper me conocía demasiado bien, aún así ni lo confirmé ni lo negué. 

-Venga ya Edward; sabes a lo qué me refiero- repuso. Suspiré, mirando hacia un lado. 

-No lo puedo evitar Jazz... me gusta, y me gusta mucho- confesé al fin. Jasper me miraba fijamente, mientras una sonrisa asomaba en su rostro. 

-Lo sabía, ¿y quieres qué te diga la verdad?- lanzó. -Dispara- le respondí ansioso. -Me alegro mucho por ti Edward, de verdad, además es un chica estupenda- tomó aire para proseguir -¿sabes que tiene una hija, no?-. Sonreí de nuevo, recordando a la pequeña personita que también se había hecho un hueco en mi corazón. 

Le relaté a Jasper nuestro encuentro del sábado; me escuchaba atentamente mientras nos dirigíamos a prepararnos para la operación, pero me salté la parte en que Bella me habló de su vida en Forks. Al terminar, pareció meditar lo que iba a decirme. 

-Vaya...así que le hablaste de Sophie- murmuró sorprendido. 

-Si- contesté simplemente. Jasper se quedó meditando un momento, hasta que al final volvió a la carga. 

-¿Vas a invitarla a salir, no?- me preguntó; al ver que no respondía, me hizo otra pregunta. -¿Qué ocurre amigo?-. 

-Verás... es un sentimiento extraño; una parte de mi se muere por conocerla más, pero ...- suspiré frustrado, pero Jasper me interrumpió y terminó por mi. 

-Pero... sientes que estar con ella es como traicionar a la memoria de Sophie, no es así?- dedujo sabiamente. 

-Algo parecido- susurré frustrado. Jasper tomó aire, para después continuar. 

-Edward...sé que es duro, pero ella, desgraciadamente, ya no está. Y no creo que traiciones a Sophie; ninguno la olvidamos, y tu sobre todo, eso no se pone en duda...pero, ¿crees que a ella le gustaría verte así, huraño y solitario con tus recuerdos?- me interrogó severo.

No contesté, ya que ambos sabíamos de sobra la respuesta. 

-Deberías darle una oportunidad a Bella- concluyó al fin. Le prometí que lo pensaría, mientras nos terminamos de preparar para la operación. La semana pasó deprisa; iba todos los días a reanimación, para verla aunque fuera solo unos minutos. Su sonrisa me encandilaba más cada día. El viernes, mientras me cambiaba para irme a casa, volvía a tener fin de semana libre, medité de nuevo, como llevaba haciendo toda la semana, los consejos de Jasper. Miré el reloj, eran las tres menos cuarto de la tarde, me encaminé con paso firme hacia el servicio de Bella, decidido de una vez por todas... y rezando para que ella no tuviera guardia. 

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*Hemicolectomía: resección parcial de alguna parte del colon.

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