jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 13. Sábado de lo más entretenido


Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer.
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CURANDO UN CORAZON

Capítulo 13. Sábado de lo más entretenido.

Estábamos a mediados de marzo, ese año hacía bastante frío para San Francisco. No podía creer cómo había pasado el tiempo; en menos de un mes mi pequeña cumpliría un año. Ya se tenía en pie, agarrándose a todos los lados, y con la ayuda de Edward o mía ya daba pequeños pasitos... pero su cerebro iba más rápido que sus piernas, y la mayoría de las veces se quedaba sentada en el suelo.


Erá sábado, y tanto Edward como yo teníamos guardia. Llegamos juntos al hospital, como era costumbre en los últimos meses, y nos despedimos con un pequeño beso, prometiéndome que vendría dentro de un rato a verme.


Después de firmar el cambio de turno, me dirigí a la salita, dónde ya estaban Rosalie, Alice y Jasper.


-Hola chicos- saludé en general.


-¿Qué tal Bella?- me preguntó amablemente Jasper, mientras Alice me tendía un café.


-Bien... espero que tengamos un sábado tranquilo- suspiré, mientras me acomodaba en la mesa y abría uno de los historiales.


-¿Dónde está Seth?- preguntó de pronto Rosalie.


-Me parece que no tiene guardia hoy- pensé confusa en voz alta.


A eso de media hora, Seth y Leslie aparecieron por la puerta, cargados con comida china como para un ejército.


-Hola- saludó Seth, demasiado alegre.


-¿Pero tu no librabas hoy?- seguía confusa o no me enteraba de nada, una de dos.


-Espero que no hayáis cenado- interrogó Leslie con una sonrisa misteriosa.


-¿Y ésto?, ¿qué celebramos?, que yo recuerde, tu cumpleaños fue en enero- interrogó Jasper curioso.


Ya os enteraréis...¿está Edward de guardia?- me preguntó Seth.


-Si, y Emmet también- aclaré, mientras escuchaba el bufido de Rosalie.


-¿Podrías avisarles?- me preguntó Leslie, mientras sacaba la comida y la dejaba encima de la mesa.


Asentí mientras los llamaba al busca. Al de veinte minutos ambos aparecieron por la puerta.


-¿Celebramos algo?- interrogó Emmet, relamiéndose los labios al ver la mesa.


Seth aspiró fuertemente, para tomar la palabra.


-Bien... queríamos que estuvierais todos – empezó a decir mientras rodeaba a Leslie por los hombros- para anunciaros que el próximo 27 de mayo Leslie y yo nos casamos- terminó por decir.


Las chicas pegamos un bote, completamente emocionadas y abrazando a Leslie, mientras que los chicos palmeaban a Seth en el hombro. Una vez los felicitamos, nos sentamos a disfrutar de la improvisada cena.


-¿Y Mandy, Ángela y el resto lo saben?- pregunté.


-No, a ellos les tocará la comida mañana... así que os agradeceríamos que al cambiar el turno no se os escape nada- nos pidió Seth a todos, pero mirando a Emmet.


-Eh...me ofendes- dijo en falso reproche -soy de lo más discreto- dijo muy serio.


-Seguro...- bufó Rosalie rodando los ojos, mientras el resto nos reíamos por lo bajini, mientras Edward y Jasper le miraban arqueando una ceja.


-¿Y dónde será?- preguntó Alice.


-En la Iglesia de St. Andrews, a las doce y media del mediodía; la comida en los jardines del hotel Intercontinental San Francisco - nos contaba Leslie.


-Y por supuesto, os esperamos a todos- nos dijo Seth siguiéndonos con la mirada.


Todos asentimos encantados; las chicas nos apartamos un poco de los chicos, para que Leslie nos contara cómo iban los preparativos. En ésto, oímos a Emmet gritar exaltado.


-¡¿Cómo que despedida de solteros conjunta?- preguntó horrorizado.


-Si ellos lo quieren así, ¿qué problema hay?- preguntó Edward rodando los ojos.


-Eso no es ni despedida de soltero ni nada...- protestó cual niño pequeño.


-Ya... pero resulta que NO es tu despedida de soltero... es la de ellos- intervino Rosalie, recalcando las palabras.


-No será lo mismo- siguió bufando cabreado.


Edward y Jasper se reían, mientras que la cara de Seth era un poema.


-¿Acaso os descontroláis tanto... o queréis que nos nos enteremos de ciertas cosas?- siguió picando Rosalie, con una sonrisita malvada.


-No sé de que me hablas Hale- respondió molesto.


-Si te refieres a que en la despedida de soltero de Jasper terminaste en una fuente cantando rancheras... tranquilo, estamos al corriente; dudo mucho que nos escandalicemos- contestó ésta, con una sonrisa triunfante.


No pudimos hacer otra cosa más que estallar en carcajadas; jamás había visto a Emmet tan colorado, les dirigió una mirada asesina a Edward y Jasper.


-Traidores- siseó entre dientes, mientras estos dos no hacían más que doblarse de la risa.
Las risas siguieron durante un buen rato, aceptando Emmet, a regañadientes, la despedida de soltero conjunta. Leslie y Seth se marcharon, y una vez recogimos todo lo de la cena, acompañé a Edward a cirugía, y el resto volvió a sus quehaceres.


-Nunca me habías contado esa historia, habría dado lo que fuera por haberlo vivido en directo- le dije riéndome. Edward hizo un mohín, mientras me contaba.


-No te lo aconsejo... tuve que llevarlo a casa, secarle y ponerle el pijama... ni Megan en sus peores días protesta tanto- añadió divertido. No me podía imaginar la imagen de Emmet, tan grande y masculino, quejándose cómo un niño pequeño.


Mi busca pitó.


-¿Quirófano?- me preguntó rodeándome la cintura.


-Nop, debo subir a dilatación, epidural, aclaré mientras me colgaba de nuevo el busca en mis pantalones -te veo luego- le dije, dándole un casto beso en los labios, que el correspondió.
-Hasta luego cariño- se despidió mientras se metía en el ascensor.


Volví a mi servicio, y cogiendo el informe que había llegado desde maternidad, me dirigí al ascensor de nuevo.


Al llegar a la habitación de la paciente, me presenté a la joven pareja.


-Soy la doctora Swan, la anestesista; verá cómo enseguida se encontrará mucho mejor...- hice una pausa para leer el nombre de la paciente -señora Kilmory- terminé de decir, mientras me ponía los guantes.


-Llámame Marion, por favor... el es mi marido Connor- me dijo la pobre chica entre jadeos.
-Bien Marion, no te preocupes... ahora necesito que te sientes al borde de la cama- le indiqué, mientras su marido y yo la ayudábamos a posicionarse.


Preparé el catéter, mientras que su marido la tomaba de la mano, regalándole una sonrisa de ánimo.


-¿Me dolerá?- preguntó asustada.


-No, pero es una sensación desagradable, no te voy a engañar... pero todo habrá valido la pena cuándo lo tengas en tus brazos, hablo con conocimiento de causa- la animé con una sonrisa.
-¿Cuántos años tiene?- me preguntó.


Inicié la búsqueda del espacio epidural con la aguja, que no tardé en encontrar, entre la tercera y cuarta vértebra lumbar; iba hablándole para que se relajara y distrajera.


-Cumple un añito en tres semanas; se llama Megan- le expliqué con una sonrisa, mientras que deslizaba el catéter y sacaba la aguja -ya está dentro- le informé mientras le ponía un esparadrapo para sujetarlo- listo- anuncié mientras se tumbaba de nuevo, ayudada por su marido.


-¿Es el primero?- interrogué mientras conectaba el tubo a la bomba difusora y marcaba las cantidades a suministrar.


-Los primeros y últimos, dos chicos- me aclaró, haciendo una mueca por la contracción que le vino.


-¿Gemelos?; enhorabuena- les felicité con una sonrisa; en ese momento entraba Sally, una de las matronas.


-¿Qué tal Bella?- me saludó amablemente, era una mujer de unos cincuenta años, muy simpática y agradable.


-Todo bien... ya debería empezar a hacer efecto- le informé y me volví a la paciente -bien Marion, con esta pequeña ruleta puedes regular la cantidad si las contracciones son muy seguidas e intensas- le expliqué enseñándole el manejo -es cómo regular un gotero- terminé por decir.


-Pero con un límite- añadió Sally con una sonrisa.


Marion me miró, mientras seguía explicándole -obviamente tiene un tope, establecido por nosotros; debes sentir un poco para poder empujar-.


-Sino más de una se volvería loca dándole a la ruleta- terminó por decir Sally, mientras miraba el monitor -vas bien... pero debes dilatar un poco más para poder empezar a empujar, volveré en media hora- nos dijo despidiéndose.


Me quedé unos minutos con ellos, para ver si la anestesia empezaba a hacer efecto. Mientras le tomaba la tensión, vi que su cara se relajaba considerablemente.
-¿A qué notas mejoría?- le pregunté con una sonrisa.


-Es la gloria- contestó ella, relajándose y acodándose en la cama. Asentí, mientras iba controlando el difusor, vi que todo estaba bien, y recogí para marcharme.


-Bien Marion, espero que todo vaya bien, ¿cómo se van a llamar?- pregunté curiosa. Ella miró a su marido con un sonrisa, y él me contestó.



-Connor y Evan- exclamó contento... y mirando a su mujer con cariño.


Observé sus manos unidas y cómo el la animaba y le daba ánimos. Lo reconozco, me daba un popo de envidia, ojalá alguien, aunque no hubiera sido mi pareja, hubiera estado a mi lado la noche que nació mi niña.


Me despedí de ellos, a mitad de camino hacia el ascensor mi busca volvió a pitar.
-Vaya... otra epidural- musité volteándome y volviendo a dilatación.


No pude regresar a mi servicio hasta tres horas después; el reloj ya marcaba las cuatro y cuarto de la madrugada.


-¿Dónde te habías metido?- me preguntó Rosalie. Me dejé caer en una silla, escondiendo mi cara entre los brazos.


-En dilatación... creo que he puesto unas cinco epidurales- balbuceé cansada.


-Bueno... hoy hay cambio de luna, ya sabes lo que significa- me explicó divertida.


-¿Por aquí todo bien?- le pregunté sirviéndome café.


-Sin agobios... aunque no hemos parado. Han subido a una chica de cirugía, y esperamos a un paciente de cardiología- me informó, tendiéndome los informes.


-La chica nada grave, una apendicectomía, la ha operado Edward; y Emmet está operando también- me terminó de contar.


Al de un rato, subieron al señor que había operado Emmet. Miré el informe, le habían implantado un By-pass de urgencia, por un episodio agudo de angina de pecho.


-No entiendo nada de lo que pone aquí- refunfuñé, achicando los ojos. Rosalie miró por encima de mi hombro.


-Es la letra de Mallory, es ilegible- protestó rodando los ojos.


Iba a responder, pero en ese momento entraron Emmet... y la aludida.


-Hola chicas- saludó Lauren.


-Hola, ¿qué tal todo?- pregunté. Pude darme cuenta de qué Rose se había dado la vuelta y no les había saludado.


-Bien; todo ha ido según lo previsto- me explicaba Emmet, mientras Lauren le miraba cómo si adorara a un dios.


-Lo único... ¿podrías decirme que pone aquí?- me giré hacia Lauren, señalándole un espacio con varios borrones.


-La medicación que toma el paciente habitualmente... a ver -cogió el historial- sintrón- dijo resuelta.


-Pues no parece que ponga eso- se metió Rosalie, con voz desagradable.
-Pues así es- dijo ella altiva.


-Disculpe usted, enfermera jefe Mallory- se la devolvió en burla.


Emmet y yo nos miramos mientras ellas se fulminaban con la mirada, y decidí aligerar el ambiente.


-¿Queréis un café?-

ofrecí.


-Yo no puedo, debo regresar al control de cirugía, gracias por el ofrecimiento- dijo ella, que salió sin decir nada más.


Nos sentamos los tres, mientras Emmet se ponía un café.


-¿No te cae bien Lauren?- le interrogó éste a Rosalie, con una sonrisa inocente.


-Es una altanera y una borde- le contestó sin levantar la vista de los papeles.


-Igual que cierta persona a veces...- canturreó mientras daba otro sorbo. Rose levantó la vista, arrugando la frente.


-¿Me estás llamando borde?-.


-Huuummm... borde no es la palabra... yo diría que estás un poquito.. ¿celosa?- concluyó mirándola fijamente.


Rosalie soltó una carcajada nerviosa.


-No estoy celosa de nadie ni por nadie- respondió desafiante.


-Yo no diría eso- contraatacó Emmet, divertido por su cabreo.


-Yo no estoy celosa... sólo opino que Lauren y tú no pegáis mucho- dijo ella apartando la mirada.


-Y según tu... ¿con quién haría buena pareja?- le preguntó Emmet levantándose y acercándose a ella.


Rosalie no contestó, se quedó callada, mientras el sonreía satisfecho.


-¿Sabes que un silencio vale más que mil palabras?; Bella, te veré después- se despidió y salió por la puerta.


Me quedé mirando a Rose, que estaba levemente acalorada y sonrojada. Tomé mis informes, para ir a controlar a los nuevos pacientes de reanimación. Antes de salir, me giré hacia ella.


-Rosalie... por un una vez le doy la razón a Emmet, estás celosa, y mucho- le dije.
Ella suspiró, para después hablar.


-¿Y sabes lo peor? - me quedé en silencio, esperando su repuesta -soy una egoísta... egoísta porque en cuánto ha dejado de perseguirme y de hacerme caso me he dado cuenta de muchas cosas- explicó en voz baja, mirando a la nada.


-Entonces actúa, y recupera a tu chico- le aconsejé con una sonrisa, mientras salía por la puerta y le guiñaba un ojo, en señal de ánimo.


Revisé al paciente de Emmet, que no había despertado, y después a la paciente que había operado Edward. Alice estaba con ella.


-Está despertando- me indicó. Me incliné hacia ella.


-Hola Lisa, soy la doctora Swan; ¿cómo te sientes?- le pregunté revisando sus constantes
-Bi...bien, un poco perdida- respondió suavemente.


-Es normal después de una anestesia general, tranquila- le sonreí mientras la hablaba -¿te duele la herida?- le pregunté, apartando la sábana.


-Un poco, casi no puedo ni moverme- respondió de nuevo, intentando incorporarse un poco.


-Es normal, te tirarán los puntos unos días- oí cómo una voz que conocía muy bien explicaba. Me giré para encontrarme con Edward, que se acercaba a la cama. Se puso a mi lado mientras cuidadosamente le quitaba el pequeño vendaje, para revisarle los puntos. De mientras empecé a firmar la solicitud para trasladarla a planta.


-Bien Lisa, te vamos a bajar a planta. Solo una condición- le expliqué, volviéndome hacia ella. Ella me escuchó con atención.


-Debes orinar en un periodo de seis a ocho horas, para eliminar la anestesia; si no puedes habrá que sondarte- le terminé de explicar, a la vez que Edward se posicionaba detrás mío.


La muchacha asintió, mientras Alice entraba con los celadores para llevarla a su habitación. Una vez que salieron me giré hacia Edward, que me miraba divertido.


-¿Qué te hace tanta gracia?- le pregunté con curiosidad. Se formó una sonrisa en su cara, mientras que me rodeaba la cintura.


-Me gusta ver cómo te desenvuelves con los pacientes. Te pones muy seria, pero a la vez los tranquilizas- me explicó con una graciosa mueca.


-Gracias por el piropo doctor Cullen- siseé divertida; miré un poco a mi alrededor, y viendo que no había nadie por allí, apoyé mi mejilla en su pecho, a la vez que le rodeaba la cintura.


-¿Cansada?- me preguntó tiernamente, mientras me besaba la frente y me mecía suavemente. Asentí levemente, mientras me acurrucaba entre sus brazos.


-He puesto unas cinco epidurales, casi me secuestran en maternidad- le conté, mientras el reía suavemente -¿y tú?-.


-La apendicectomía de Lisa, y he suturando un par de cortes bastante profundos en urgencias- me contó. Le miré extrañada.


-¿Qué?- me aburría y bajé a ver a mi padre, y me enredó para ayudarle- me explicó inocentemente.


-Ajá- asentí lentamente; se me cerraban los ojos. Edward se separó de mi, mirándome.
-Ven anda; vamos a tomarnos un café, en verdad lo necesitas- me ofreció mientras me tomaba de la mano.


Dejé aviso de que salía unos minutos del servicio, y subimos a cirugía. Me senté en el sofá de la sala de guardia, mientras el preparaba los cafés.


-Ya sólo nos quedan dos horas y algo para irnos- me dijo mientras se sentaba a mi lado y me daba la taza.


Me quité los zuecos y subí mis piernas al sillón, aprovechando que estábamos solos. Rodeó mi cintura de nuevo, mientras yo apoyaba la cara en su hombro.


-¿Te quedas en casa a dormir, verdad?; Megan está en casa de Jake y Leah- le pregunté haciendo un puchero. El apoyó su mejilla en mi cabeza, mientras me contestaba.


-¿Quieres que me quede?- preguntó inocentemente.


-Claro que sí, tonto... siempre quiero que te quedes- le reprendí en broma. Me apretó aún mas hacia su cuerpo, mientras ambos cerramos los ojos, disfrutando de nuestra compañía. Hubiera dado lo que fuera por quedarme así lo que quedaba de la noche... pero mi busca sonó por por enésima vez aquella noche. No me moví, mientras volvía a pitar.


Lo cogí lentamente, abriendo un ojo.


-¿Otra vez maternidad?- preguntó mi novio. Asentí soltando un suspiro, mientras me estiraba y me ponía de pie. Su busca pitó también, lo miró y se levantó conmigo.


-Urgencias, debo bajar para evaluar- me explicó. Le di un pequeño beso en la mejilla, mientras nos despedíamos.


-Te paso a recoger por reanimación-.


-De acuerdo, hasta luego cielo- me despedí mientras daba la ascensor.


-Hasta luego preciosa-.


Volví a encontrarme con Sally, que iba de un lado para otro, corriendo como las locas. Después de terminar con la paciente y rellenar los informes, me dirigía a mi servicio, donde Rose y Alice ya recogían sus cosas, y yo hice lo mismo.


-Me ha dicho Edward que te diga que al final ha tenido que entrar en quirófano- me dijo Alice.


-Vaya... entonces me quedaré a esperarle- suspiré cansada.


-¿Quieres que te deje en casa?; Jasper está con él. No creo que tarden mucho más, les dejaremos un aviso en el busca. Medité las palabras de Alice; estaba tan agotada que asentí.


Después de que Alice me dejara en casa, me metí en la cama. No tardé en caer rendida de cansancio.


No sé qué hora sería, cuándo sentí hundirse el colchón a mi lado. Sentí que me daban un pequeño beso en mi frente, mientras que unas piernas se enredaban con las mías.
-Duerme mi amor- me susurró al oído. Me acomodé en su pecho mientras me rodeaba con sus brazos, cayendo ambos en la inconsciencia de nuevo.


El domingo pasó sin grandes sobresaltos. Comimos en casa de Jake y Leah, y después nos fuimos a dar un paseo con Megan por el centro. A pesar de ser domingo, las tiendas de esa zona no cerraban, y había mucho ambiente por la zona.


-¿Sabes que vamos a tener nueva tanda de residentes en cirugía?- me contó mientras empujaba la sillita de la niña, mientras yo disfrutaba de mi gofre con nata.


-Algo he escuchado... enhorabuena jefe- respondí mirándole. El rió suavemente, mientras que llevaba una de sus manos hacia mi cadera, acariciándola suavemente.


-No seré un ogro, no te preocupes por eso... pero si un poco serio- confesó.


-¿Sufriste mucho durante tu residencia?- le pregunté curiosa, nunca me lo había contado.


-Al principio si, los primeros años de la residencia de cirugía son muy duros... pero es una manera de enseñarnos a soportar la presión- me explicaba amablemente.


-¿Quién fue tu adjunto?- seguí preguntándole.


-El doctor Stuart, el antiguo jefe de servicio- arrugué le ceño, no le ponía cara- se jubiló unos meses antes de que llegaras- me aclaró.


Asentí en afirmación, mientras echaba una mirada a Megan.
-Se ha dormido- suspiré mientras la tapaba con su mantita.


-Mejor regresemos, enseguida querrá cenar- dijo Edward, a lo que yo asentí.


Después de regresar a casa, Megan se despertó lo justo para darle la cena y volverse a dormir.
Después de que nosotros cenáramos algo ligero, nos sentamos un rato a ver la tele. A eso de las once y media de la noche, Edward se levantó, poniéndose su chaqueta.


-Es muy tarde... y no me queda ropa limpia- exclamó divertido. Hice un gracioso mohín, aprisionándole entre mis brazos.


-No quiero que te vayas- musité apenada. El me miró con cariño, mientras me devolvía el abrazo.


-Voy a echarte de menos, y Megan también-.


-Y yo a vosotras... te prometo que mañana me quedaré- me tranquilizó divertido.


-Podrías venirte aquí con nosotras- propuse con timidez, aún con mi cara enterrada en su pecho.
Pude sentir cómo se tensaba un poco, y le miré. Su cara y sus ojos verdes eran una mezcla de sentimientos encontrados.


-Bella... no sé si...- empezó a tartamudear confuso. Reí amargamente para mis adentros... qué tonta había sido.


-Lo siento Edward... no quería que te sintieras incómodo... pero cuándo estás aquí... todo está bien y en su sitio- le confesé mientras luchaba por qué las lágrimas no hicieran acto de presencia.


-No me siento incómodo Bella- me respondió suavemente, soltándose con delicadeza me mi abrazo.


Me di la vuelta, confundida y algo decepcionada. Entonces caí en la cuenta. Llevábamos ya algunos meses de relación, y nunca me había dicho "Te amo" con palabras, aunque sus acciones y expresiones delataran lo contrario.


¿Y si el aún no se sentía preparado?...¿y si nunca llegaría a amarme como amaba a Sophie... cómo yo lo amaba?.


Si, lo amaba con cada fibra de mi cuerpo, ya lo admitía. Mis lágrimas empezaron a salir a mares, mientras me volvía hacia él.


-Qué tonta he sido... ¿cómo voy a esperar que aceptes... sin ni siquiera amarme?- balbuceé presa de una ola de rabia contenida y tristeza a la vez. Me miró abriendo la boca, queriendo decir algo, pero no le salía. Su silencio me dolió.


-No pido que me ames cómo la amabas a ella, sé que un imposible- musité, triste y derrotada -sólo esperaba poder compartir un poco de ese amor tan grande- dije muy bajito -y que hubiera un hueco para Megan y para mi-.


-Bella, cariño no...- decidí cortarle, no quería sufrir más... y tampoco quería que el sufriera.
-Es mejor que te vayas Edward, todo ha quedado muy claro- me despedí dándome la vuelta y marchándome a mi habitación. Oí la puerta cerrarse, y me derrumbé.


Me senté en la cama, con una pena inmensa y el alma partida en dos. Esa habitación, testigo tantas noches de nuestros sentimientos, ahora me acompañaba en mi pena y desamor.

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