Autora: Sarah Crish Cullen
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer.
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CURANDO UN CORAZON
5.- Encuentro en el Parque
PVO EDWARD
Era sábado por la mañana; por fin había terminado ese dichoso seminario, y tenía todo un fin de semana para descansar. Me levanté temprano; hoy no tenía que ir a comer a casa de mis padres, pues estaban fuera de la ciudad, y Emmet estaba de guardia, así que me vestí, con unos vaqueros, una sudadera negra y unas puma y me fui a dar un paseo, aprovechando la tibia mañana de otoño.
Terminé en un pequeño parque, con un café y mi libro, sentado en un banco. Me gustaba venir a los parques, a menudo me quedaba observando a las parejas que paseaban con sus hijos; una sonrisa de nostalgia y de tristeza se apoderaba de mi al ver esas escenas.
Me imaginaba cómo habría sido mi vida si Sophie no hubiera muerto, siempre tuvimos claro que cuándo tuviéramos una estabilidad laboral y económica nos casaríamos y formaríamos una familia, ya que a ambos nos gustaban los niños. Sonreí mirando al cielo, no había día que no me acordara de ella, siempre la llevaría ahí en mi corazón.
Nunca me planteé rehacer mi vida, una parte de mi se negaba a rehacerla, los recuerdos y vivencias felices se habían convertido en dolorosos; y por otro lado no había encontrado a la persona adecuada...pero no contaba con cierta residente que se había colado en mi mente y en mis sueños esos últimos meses...Bella.
Era especial, eso se notaba a simple vista; mirar aquellos ojos achocolatados, tan bonitos y expresivos, tan parecidos a los de Sophie, era un bálsamo para mi pena.
Recordé el primer día que la conocí, su nerviosismo cuándo atendimos al señor Reggs, no se me olvidaba el nombre, y lo bien que lo había hecho. Jasper y Alice me contaban cómo se iba desenvolviendo en el servicio, le iba muy bien, llegaría a ser una gran doctora.
Siempre hablábamos de cosas de trabajo; nunca le mencioné a Sophie, y ella no me habló de su vida fuera del hospital...y me moría de curiosidad.
Me encantaba verla sonrojarse, su pequeño cuerpo parecía hecho para abrazarlo y acunarlo...pero mi timidez, y por qué no decirlo, mi miedo a rehacer mi vida, me impedían proponerle salir y conocerla más. Pero desde que dejé de verla tan a menudo, a causa del seminario, empecé a anhelar su compañía, era extraño.
Me volví a sumergir en mi lectura, pero a los cinco minutos una voz me distrajo.
-Hola Edward, qué sorpresa encontrarte aquí- alcé la cabeza y era...Bella, parada ante mi con una sonrisa...y agarrando un carrito de bebé.
Un extraño sentimiento me invadió...¿ese bebé era suyo?, ¿estaba casada?; recordé que nunca había visto alianza alguna, pero igual no la llevaba.
-Hola, ¿cómo estás?- le pregunté mientras me levantaba.
-Bien, aprovechando el fin de semana libre- me contestó.
-Ya veo...-le contesté con una sonrisa y alzando la cabeza para ver al bebé, pero ella sin querer me sacó de la duda.
-¿No sabías que tengo una niña?; me extraña que Alice no te haya contado nada, con lo que le gusta cotillear- me dijo tímidamente, con otra sonrisa.
-No, no lo sabía...¿puedo?- le pregunté con precaución.
-Claro que sí- me dijo mientras bajaba la capota. Dentro dormía una preciosa niña, muy parecida a Bella, con sus mejillas sonrosadas y su mismo color de pelo. Iba muy graciosa vestida, con un peto vaquero, una sudadera rosa y unas converse de bebé, también rosas, estaba para comérsela.
-Es muy guapa, se parece a ti...-le dije, lo que provocó que se sonrojara aún más.
-Gr...gracias...-respondió torpemente.
-¿Cómo se llama?- seguí interrogando.
-Se llama Megan, tiene seis meses- me explicaba mientras miraba con cariño a su pequeña.
-Es preciosa, seguro que a su padre se le cae la baba con ella- respondí con un pequeño deje de pena en la voz.
Bella suspiró y me miró con una mueca extraña, de confusión...y pena.
-Veo que Alice ha perdido su vena cotilla...¿puedo?- me dijo señalando el banco.
-Por supuesto- me moría por estar a su lado y escucharla, ya que esa mirada de pena no podía significar nada bueno.
-Bueno...nunca hemos hablado fuera del hospital...y ya que dentro de el nos llevamos bien...-empezó a relatar.
-Bella, no tienes por qué explicarme- le respondí, pero me cortó al instante.
-Quiero hacerlo- contestó con un hilo de voz.
No puedo explicar que me impulsó a sentarme en aquel banco con Edward, pero quería explicarle mi historia.
Tomé aire.
Una vez que le relaté la historia de mi infancia y cómo me quedé embarazada de Megan, creo que me pasé más de una hora en plan monólogo, miré hacia la nada, suspirando.
Una descarga eléctrica me sacudió el brazo, Edward tenía cogida mi mano, y me miraba con cariño.
-Siento mucho todo lo qué has pasado Bella...no me puedo imaginar que tus padres os trataran así a Jake y a ti- me contestó.
-Ya ves...ese es el auténtico Charlie Swan...una eminencia en su campo, no lo dudo...pero cómo padre...- preferí callarme.
-¿No sabes nada del padre de Megan?- me interrogó.
-Nada, ni siquiera recuerdo su cara- tomé aire y proseguí – sé que cometí un error, una irresponsabilidad aquella noche, pero a cambio tengo a mi pequeña; ella me da fuerza para continuar-.
-Y estoy seguro de que eres una madre estupenda- me dijo sonriéndome. Me quedé hechizada en sus ojos, no lo podía evitar, y mi corazón se desbocaba a un paso alarmante...pero Megan protestaba.
-Vaya, ya te has despertado...ven aquí- la dije sacándola del cochecito; al momento se calló, me giré hacia Edward, que nos miraba con una gran sonrisa en su cara.
-Mira Megan, es un amigo de mamá, se llama Edward- decía mientras acariciaba su manita y le miraba de reojo.
-Hola Megan...eres muy guapa, supongo que te lo dirán muchas veces- le dijo Edward a la niña, mientras ésta le cogía el dedo y le hacía una pequeña sonrisilla.
-Vaya, le caes bien- le dije riéndome...una idea se me pasó por la mente...así que sin más solté...-¿quieres cogerla?-.
Esperaba que dijera que no, pero me volvió a sorprender, ya que sus ojos se ensancharon.
-¿Puedo?- me preguntó con cautela.
-Claro- le contesté y le tendí a la niña.
PVO EDWARD
Estaba muy sorprendido por lo que Bella me había contado, todo lo que habían sufrido ella y su hermano, y cómo cuidaba sola su hija. Sentía admiración por Charlie Swan, no podía creer lo que me había contado acerca de sus padres, y todo lo que pasó en su embarazo.
Recordé la conversación con Jasper, preguntándose por qué no estaba en el McAllens de Seatlle con su padre; ahora todo encajaba, y la entendía perfectamente.
Por sus palabras comprendí lo mal que lo pasó, con su hermano lejos y sin ningún apoyo por parte de sus padres.
Hubo un momento en el que me quedé mirando fijamente sus ojos, mientras intentaba reconfortarla. Pequeñas descargas eléctricas empezaron a flotar en el ambiente, hasta que un suave llanto nos interrumpió.
Vi cómo Bella sacaba a su hija del cochecito, dejando de protestar al instante. Pude observarla con más atención, mientras Bella le explicaba graciosamente quién era yo. Tenía unos ojos enormes y expresivos, de un color azul grisáceo precioso... pero el resto era claramente de Bella, la carita en forma de corazón, su nariz, sus labios y su color de pelo. No pude resistirme a hacerla una carantoña.
-Hola Megan...eres muy guapa, supongo que te lo dirán muchas veces- le dije, mientras ésta me cogía el dedo y me daba una hermosa sonrisa.
-Vaya, le caes bien- me dijo Bella con una risa suave, le sonreí de vuelta, hasta que dijo algo que me descolocó -¿quieres cogerla?-.
Me quedé petrificado por el ofrecimiento... pero me encantaban los niños, así que le pregunté con cautela y sorpresa.
-¿Puedo?-.
-Claro- me contestó mientras me tendía a la niña, a la que acomodé en mi regazo, mientras no dejaba de observarme con sus enormes ojos azules.
Apenas pesaba nada... era una sensación extraña y a la vez agradable, tener a alguien tan chiquitín en mis brazos. Miraba embelesado a la niña, y giré de nuevo mi vista hacia Bella, que nos miraba con ternura.
-Se te da bien... ¿te gustan los niños?- me preguntó.
-Si, me encantan, siempre he sido muy niñero- le contesté mientras seguía sosteniendo a Megan, quién se había acurrucado cómodamente en mi regazo.
-¿Te has planteado ser padre?- me preguntó.
Al momento de oír esa pregunta, un halo de tristeza me envolvió; desvié la mirada de Bella por un momento.
Ella se inquietó, y con una carraspeo nervioso, llamó de nuevo mi atención.
-Lo si...sien...siento Edward, ha sido muy indiscreto por mi parte, no quería molestarte- me dijo con confusión a la vez que se sonrojaba de vergüenza.
Vi que tendía los brazos, haciendo ademán de coger a la niña, pero rápidamente reaccioné.
-No... no me ha molestado Bella, no te preocupes- le dije sonriéndole un poco, para que se relajara. Vi que se tranquilizaba, y me dejó a la niña, que seguía tan pancha encima mío.
Inspiré aire, pensando en si se lo debía contar. Ella me había contado muchas cosas...me había abierto su corazón, y yo quería hacer lo mismo.
-Verás... es una larga historia...-empecé a decir, pero ella me cortó.
-Tranquilo, Megan y yo no tenemos planes- me dijo suavemente y con timidez.
-Entonces... eso significa que tengo una cita con dos chicas estupendas...¿qué te parece si comemos algo?, hay una cafetería cerca de aquí que hace unos sandwiches increíbles- le prepuse, rezando en mi interior para que dijera que sí.
-Claro, si antes puedo pasar por casa, para prepararle un biberón a Megan- me dijo con una sonrisa...adoraba verla sonreír, su sonrisa era preciosa, y mi corazón se aceleraba cada vez que la veía hacerlo.
-Por supuesto- le dije mientras me levantaba con la niña, a la que acomodé en mi pecho.
Ella colocó mi libro en la bandeja de debajo del cochecito, y nos dirigimos hacia su casa; hablando en el camino de nuestros gustos y manías, que eran bastantes parecidas. Le encantaba leer y la música, desde la clásica hasta actual.
Yo seguía cargando a Megan, que se empezaba a quedar dormida; parecíamos una pareja feliz... una familia, y la imagen me encantaba.
Al llegar a su bloque, ella subió un momento, mientras yo acomodaba a Megan en su cochecito y la tapaba con una mantita lila que encontré. Respiraba tranquila, y de vez en cuándo esbozaba una sonrisa; reí suavemente, mientras observaba su sueño.
Bella bajó enseguida, y la guié camino a la cafetería, mientras seguíamos con nuestra animada charla. Una vez llegamos, pedimos una mesa tranquila, y mientras ojeaba la carta Bella volvía a coger a la niña, que se había despertado, y protestando por el hambre.
-¿Qué me recomiendas?- me preguntó mientras ojeaba su carta y le daba un muñequito a Megan, para entretenerla.
-Pues...el sandwich de pollo está muy bueno... también el de atún, y el de salmón- le contesté rascándome la barbilla.
-Vaya...¿vienes mucho por aquí eh?- me preguntó divertida.
-Jjajajjaja... la cocina no es mi fuerte, me has pillado- le contesté guiñándola un ojo.
Iba a añadir algo, cuándo la camarera se acercó a nuestra mesa.
-¿Han decidido ya?- nos preguntó la mujer.
-Yo tomaré el sandwich de pollo, con una ensalada cuatro estaciones- le dije cerrando la carta.
-Y yo el sandwich de salmón, con una ensalada italiana, y una coca-cola para beber- dijo Bella.
-Que sean dos coca-colas, por favor- añadí.
-¿Algo más?- interrogó la camarera.
Bella se giró hacia el bolso del cochecito, sacando el biberón.
-¿Podría calentarme el biberón, por favor?; con un minuto y medio es suficiente- le preguntó.
-Por supuesto- añadió amablemente la mujer, tomando el biberón.
Una vez se alejó para traernos el pedido, Bella me miró, esperando a que comenzara.
-Soy toda oídos- me dijo con una sonrisa, queriendo infundirme valor.
Suspiré, tomando aire para recordar el día más doloroso que había vivido.
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