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CURANDO UN CORAZON
Capítulo 16. Juntos de Nuevo
EDWARD PVO
El cúmulo de sensaciones que sentía en mi pecho no me dejaba pensar con claridad. Había recuperado a Bella, a mi pequeña... y le había pedido que se casara conmigo... y además... un hijo... una parte de mi y de Bella estaba en camino... nunca imaginé que el destino, que tan injusto había sido conmigo, ahora me regalara tanta felicidad.
Una vez llené dos maletas con mi ropa y efectos personales más necesarios, nos dirigimos al apartamento de Bella... bueno, ahora nuestro apartamento, provisionalmente hablando.
La sillita de Megan seguía en mi auto, no la había retirado en todo este tiempo. Mantuvimos una agradable conversación de camino a su casa, con nuestras manos permanentemente unidas en su vientre y miradas llenas de complicidad y cariño. Una vez llegamos a su casa solté las maletas en la puerta, mientras me encaminaba con paso lento hacia Bella, que tenía a Megan en brazos. Las rodeé fuertemente con mis brazos, mientras ella escondía la cara en el hueco de mi cuello, suspirando lentamente.
-¿Estás cansada cielo?- le pregunté con cariño. Ella asintió lentamente con la cabeza.
-Cansada... pero feliz, cómo nunca lo había sido- me confesó emocionada. Besé su frente, mientras cogía a Megan en brazos.
-Yo la baño, y pide algo de cenar, así descansas, ¿te parece?- ella asintió con una sonrisa, pasándome a la niña.
-Bien señorita, hora del baño- le dije mientras la besaba la sonrosada mejilla. Ella protestó un poco, no debía tener ganas. Conseguí engatusarla, y finalmente pude meterla en la bañera. Iniciamos una pequeña guerra con el agua, entre risas y cosquillas. Después de secarla y de ponerle el pijamita, me dirigí a la cocina, dónde Bella acababa de prepararle el biberón.
Una vez en nuestra habitación, Bella le daba la cena, mientras yo empezaba a deshacer las maletas.
-Te he hecho sitio en el armario- me indicó con una sonrisa, señalando parte de la barra y de los cajones, que ya había dejado libre.
Mientras yo ordenaba la ropa en el armario, empezamos a hablar.
-¿Vas a vender el apartamento con los muebles?- me preguntó con curiosidad. Me rasqué la nuca, pensativo.
-Creo que será lo mejor... el sábado iré con Emmet y recogeré libros, los utensilios de cocina y otras cosas así... lo guardaré en casa de mis padres hasta que encontremos nuestra casa- la expliqué. Ella asintió, pensativa. Una vez terminó la niña de cenar, Bella la llevó a su habitación. Entre los dos la metimos en la cuna, mirándola con cariño.
-Buenas noches chiquitina- le dijo Bella con una sonrisa.
-Menas oches- balbuceó con su vocecilla. En ese momento llamaron al timbre, y Bella fue a abrir.
-Papá, men- dijo mi niña.
-¿Qué pasa cariño?- me acerqué de nuevo a la cuna, acariciándole el pelo.
-Tete- pidió rascándose los ojitos. Le acerqué su chupete, y ella misma lo cogió. Lentamente cerraba los párpados. Le di un pequeño beso en la frente y salí, entornando la puerta.
Bella ya sacaba la comida y estaba poniendo la mesa. Me acerqué a ella, rodeándola con mis brazos y dejando un beso en su cabeza. Miré por encima de su hombro.
-¿Comida china?... ¿un antojo?- pregunté con una sonrisa. Ella asintió.
-Voy a ponerme el pijama- dijo. La seguí hasta la habitación, para ponerme yo también algo cómodo.
Disimuladamente, observé a Bella mientras nos cambiábamos. Físicamente todavía no se le notaba nada... pero tenía un brillo especial en los ojos, y para mi estaba mucho más guapa.
Cenamos tranquilamente, y una vez recogimos todo, nos tumbamos en la cama, teníamos muchas cosas que hablar.
Me recosté un poco sobre las almohadas, y Bella se acurrucó en mi pecho, con una de sus manos pasando por mi cintura.
-Te he echado mucho de menos- me confesó bajito.
-Y yo cariño... a las dos... pero ya no nos vamos a separar nunca- le dije, mientras besaba su cabeza. Mi mano reposaba en su vientre, dándole pequeñas caricias.
-Es increíble- susurré para mi mismo, pero Bella me escuchó.
-¿Qué es increíble?-.
-Todo lo que ha pasado en las últimas horas... en la suerte qué tengo... a veces creo que no me la merezco- murmuré. Ella me miraba extrañada.
-Bella... me ha costado darme cuenta... pero te he amado desde el primer momento en que te tuve frente a mis ojos... y te he hecho sufrir tanto, creo que jamás podré perdonármelo- dije con una mueca de pena y desviando mi mirada de la suya. Ella giró mi cara de nuevo.
-Edward... no quiero que vuelvas a pensar en eso... ya todo ha pasado, estamos aquí, juntos... y vamos a casarnos- añadió con una preciosa sonrisa.
-Ese asunto me traía de cabeza...- le confesé. Ella arqueó una ceja.
-Si, bueno... nunca habíamos hablado del tema, no sabía qué pensabas al respecto... y no me podía imaginar que esta tarde me dijeras si- le expliqué.
Ella me abrazó con cariño.
-Pues estabas muy equivocado- me rebatió con una preciosa sonrisa, mirando el anillo.
-¿Te gusta?- interrogué interesado.
-Es precioso... ¿cómo sabías que este modelo me encanta?- me preguntó curiosa. Sonreí, negando con la cabeza.
-No te voy a desvelar mis fuentes-. Ella rió conmigo. La estreché un poco más entre mis brazos, dispuesto a hacerle una pregunta delicada.
-Bella... quisiera pedirte algo. Ella me miró, esperando a que hablara.
-Quiero adoptar a Megan... y darle mi apellido... quisiera ser su padre- balbuceé.
-Edward... puede que no te hayas dado cuenta... pero siempre has sido el padre de Megan, eres su referente; tú me has ayudado a cuidarla y criarla esto últimos meses- suspiró, haciendo una pausa -un padre no es simplemente quién lo engendra... aparte de eso, es el que está día a día, dando amor y protegiendo a sus hijos... y tú lo has hecho- me terminó de explicar -y por supuesto, me encantaría que la niña llevara tu apellido- repuso emocionada.
No pude hacer otra cosa que abrazarla, dándole las gracias con un cariñoso beso. Al sentir que se le aceleraba la respiración, me separé de ella.
-Nuestro pequeñín se va a alterar- repuse con una sonrisa, acariciando de nuevo su todavía inexistente barriguita.
-O pequeñina- contraatacó ella.
-Todavía no puedo creerlo- murmuré sin despegar la vista de mi mano, todavía en su vientre.
-Pues empieza... porque todo este tiempo pasará deprisa y enseguida lo tendrás en tus brazos- me explicó.
Lentamente la tumbé en la cama, mientras apoyaba mi cabeza en su regazo.
-¿Qué prefieres?- me preguntó Bella acariciándome el pelo.
-Pues... ya tenemos una niña, no estaría mal un niño... pero si es otra mini Bella no tendría problema alguno... con tal de que venga sano y bien- aclaré... y de repente caí en algo que aún no le había preguntado... menudo padre estaba hecho, bufé para mis adentros.
-¿De cuánto estás?... con todo lo sucedido esta tarde, se me ha olvidado- murmuré con vergüenza.
-Según mis cuentas, y los análisis, de una seis de semanas... pero el doctor Simmons nos sacará de dudas... el próximo viernes la primera ecografía- me explicó.
-Eso quiere decir... -hice cuentas en silencio- pero Bella se me adelantó.
-Que si todo va bien, pasaremos las navidades los cuatro juntos- exclamó contenta.
-Principios de diciembre- confirmé con una sonrisa -¿no tienes nauseas, ni vómitos... ?- pregunté con curiosidad. Ella negó con la cabeza.
-Nada... sólo los cambios de humor... y el hambre, igual que con Megan; me di cuenta ayer, me comí dos trozos de tarta de chocolate- me dijo.
-¿Chocolate?; lo odias... -pregunté.
-Sí... pero con Megan también me ocurrió; con todo lo que había pasado las últimas semanas de lo que menos de acordé fue de mi periodo- murmuró pensativa.
-Mi madre dice que a las mujeres embarazadas se les pone un brillo especial en los ojos, y que están mucho más guapas... y tú estás mucho mas hermosa... me he fijado cuándo nos cambiábamos- le confesé. Ella rodó los ojos.
-Verás en cuánto tu hijo o hija empiece a crecer... me voy a poner como una bola- refunfuñó. Levanté la cabeza de su tripa, poniéndome encima de ella, con cuidado de no aplastarla.
-Seguro que en el embarazo de Megan estabas preciosa, y en éste también será así... además, es difícil que seas más bonita de lo que ya eres, susurré en sus labios, para besarla con cariño... pero Bella atacó mi boca literalmente hablando, haciendo el beso mucho más profundo y apasionado. Y no tardé en seguirla, demasiados días sin poder tocarnos, nis amarnos...
No podía parar de besarlo, parecía que una extraña fuerza se había apoderado de mi... anhelaba sus besos, sus caricias... todo.
Lentamente fuimos desnudándonos el uno al otro, quedando tumbados del todo en la cama. Pude notar como cierta zona de Edward crecía y se endurecía más con cada roce y caricia. Sus labios pasaron a mi cuello, donde dejaron un camino de besos y succiones hasta mi clavícula, recorrida de arriba a abajo a la vez con sus labios y sus finos y delgados dedos.
Mis jadeos y gemidos se fueron intensificando por momentos, llenando la habitación. Edward bajó sus labios hasta el nacimiento de mis pechos. Un escalofrío me sacudió la piel, ya que los tenía muy hinchados y sensibles, debido al embarazo. Pronto uno de mis pezones fue acariciado suavemente, primero con sus dedos y después con su lengua. Un doloroso pero a la vez dulce calambre hizo que mi espalda se arqueara, enredando mis dedos en su pelo, sin poder parar de susurrar su nombre.
-Ed...Edward- conseguí murmurar.
-¿Qué?- preguntó escuetamente, sin dejar sus caricias sobre mis pechos.
-Voy a volverme loca- le dije, elevando un poco la cabeza.
-Eso pretendo, que disfrutes... ¿acaso no te gusta?- ronroneó sobre mi pecho, haciéndome cosquillas .
-Sabes que si...aahhh... adoro lo que me haces- suspiré, bajando de nuevo la cabeza a las almohadas.
No dijo nada más, simplemente intensificó sus caricias. Su lengua pasó a mi otro seno, llegando a morderlo con delicadeza.
Poco a poco, fue dejando mis pechos, bajando por todo mi cuerpo. Sus manos y sus labios dejaban un rastro de besos y caricias tanto pasionales como cariñosas. Se detuvo en el lugar dónde descansaba nuestro pequeño, besando mis vientre por un buen rato, susurrándole palabras de cariño.
Mis lágrimas no tardaron en aparecer, jamás había visto tanta emoción y ternura.
Al llegar a cierta parte íntima, un jadeo se escapó de mis labios... pude sentir su pequeña sonrisa. Besando cada punto de mi cadera y muslos, finalmente llegó a ese punto pequeño y caliente.
Sus manos y boca dejaron sobre mí excitantes caricias... terminé por perder la poca cordura que me quedaba moviendo mis caderas en torno a su boca, marcando el ritmo que quería, para llegar a uno de los mejores orgasmos de mi vida.
Lentamente volvió subir por mi cuerpo, nuestros labios se unieron ansiosos, en un beso fogoso y pasional.
Con un pequeño empujón, logré que se tumbara en la cama, invirtiendo nuestras posiciones. No dejé de besarlo, mientras mis manos paseaban por sus músculos, llegando a su bien erguido miembro. Lo tomé con mis manos, intentado que ahora disfrutase tanto cómo lo había hecho yo. Lamí el principio de su masculinidad, y eso fue todo lo que necesitó para qué hacer que empezara a respirar agitadamente, jadeando mi nombre.
Sentí que se estremecía, y me retiré, para sentarme sobre el y lentamente fundirnos en una sola persona. Con un movimiento lento al principio, se incorporó para quedar ambos abrazados. Mis endurecidos y excitados pezones rozaban con su pecho, dándome si cabe más placer.
-Bella... ummmm... dios... no sabes lo bien que se siente ésto- gimió en mi oído. Le dediqué una sonrisa, apoyando mis manos en sus hombros para poder coger impulso.
Cada vez el movimiento era más frenético, y sentí cómo mis paredes se estrechaban en torno a él.
Una ola de fuego me recorrió de la cabeza a los pies, a la vez que Edward ahogaba un gemido en mi cuello. Me quedé inmóvil, abrazada fuertemente a él, cómo si mi vida dependiera de ello. Estaba tan abrumada por todo lo acontecido en el día, que mis lágrimas volvieron a hacer acto de presencia. Sollocé en silencio, escondiendo mi cara en su pecho. Al notar las lágrimas, Edward se preocupó.
-¿Qué pasa?... ¿Bella qué tienes?- preguntó, separándose de mi con cuidado y cogiendo mi cara entre sus manos.
-Na... nada... es que soy tan feliz... supongo que las hormonas me juegan malas pasadas- hipé con un tierno puchero. Sonrió, besándome con cariño y acomodándonos a ambos en la cama; no tardé en caer rendida en un profundo sueño.
Unos besos dulces me despertaron en vez de mi ruidoso despertador. Abrí lentamente los ojos, para encontrarme con Edward, con una toalla enrollada en su cadera y su cuerpo y pelo húmedo.
-Buenos días cariño, ¿cómo te encuentras?- susurró mientras se sentaba a mi lado en la cama. Me estiré, elevando los brazos por encima de mi cabeza.
-Bien... ¿Megan?- pregunté mientras bostezaba y me incorporaba a la vez.
-Sigue dormida, ¿quieres desayunar?- me preguntó.
Asentí con la cabeza enérgicamente.
-Me muero de hambre- dije. Edward me miró serio, pero a la vez divertido.
-Ahora ya sabes qué no puedes tomar tanto café... - me aconsejó, medio burlón. Afirmé con una mueca.
-¿Ahora qué voy a hacer en las guardias de noche?- refunfuñé para mi. Me levanté para ir a darme una ducha, mientras él se vestía y preparaba el desayuno.
Salí de la habitación ya completamente vestida. Fui a la habitación de la pequeña, que seguía sumida en su sueño. Un olor a tostadas me llegó, y mi estómago se revolvió inquieto.
Edward ya había puesto la mesa, y me esperaba con una sonrisa. Me acerqué para besarle en agradecimiento.
-Gracias, tiene una pinta estupenda-.
-Ahora tengo a alguien más a quién cuidar- explicó contento. Enrollé mis brazos alrededor de su cuello, besándole profundamente. Correspondió a mi beso, sujetando mis caderas con una mano y la otra acariciando mis cabellos. Perdimos totalmente la noción del tiempo, hasta que sentimos que alguien se aclaraba la garganta. Al girarnos, nos encontramos con mi hermano y Leah. Jake estaba sorprendido, mirándonos alternativamente, mientras que Leah disimulaba una sonrisa.
-Buenos días- saludé, aún en brazos de mi prometido.
-Hola... no sabíamos que estabas acompañada- sonrió mi cuñada con malicia. Me puse roja de vergüenza, mientras mi hermano empezaba a reírse. Me alejé de Edward para saludarles; el también se adelantó un paso para dar un beso a Leah y saludar a Jake.
-Creo que no hace falta preguntar... me alegro mucho- nos dijo ésta, guiñándonos un ojo.
Una vez sentados a la mesa, tomé aire para contarles las nuevas noticias, pero Jake se me adelantó.
-¿Esto significa que vuelves a ser mi cuñado?- preguntó a Edward. Ambos nos miramos con una sonrisa, y me giré hacia ellos mostrando mi mano, dónde relucía el anillo. Leah me miraba emocionada, y Jake alzaba una ceja.
-Edward me ha pedido que me case con él... y yo le he dicho que sí- les expliqué.
Leah ahogó un gritito de alegría mientras se levantaba y me abrazaba emocionada, a la vez que Jake respiraba tranquilo y estrechaba la mano de Edward y a la vez le daba un apretón en el hombro.
-Y aun hay más... estoy embarazada- preferí soltarlo todo de golpe; Leah me seguía mirando emocionada, y en la cara de mi hermano se formó una gran sonrisa.
-Enhorabuena, es fantástico, me alegro mucho... otro sobrino, cielo santo- exclamó con alegría mientras abrazaba a Edward -espero que sea un chico, me muero por criar a otro fanático del baloncesto- repuso.
-Eso dalo por hecho... aunque a mi no me importaría otra niña, la verdad- le pinchó Edward.
Estuvimos hablando hasta que se hizo la hora de irnos al hospital, sobre la futura boda y ellos le contaron a Edward lo de Mailin.
-Bien, se os va a hacer tarde... nos vemos luego- dijo Leah levantándose y poniendo la taza en el fregadero.
-A la tarde no os veré, tengo que ir a hablar con algunos proveedores; pero el sábado os ayudaré a recoger tu apartamento, y recuerda que a la noche hay partido- le recordó a Edward. Éste asintió, chocando las manos y riendo.
-Aquí como siempre, Emmet vendrá también- le dijo.
Nos despedimos y nos dirigimos al coche. El tráfico hoy estaba muy tranquilo, cosa rara.
-¿Qué tienes programado?- le pregunté. El negó con la cabeza, sonriendo con malicia.
-¿Ya no te lees los cuadrantes?; hoy tenemos una laparotomía exploratoria, pero empieza a las nueve y media- me explicó.
-Vaya... de modo que volvemos a operar juntos... - musité.
-Sí...hoy Emmet libra; he pensado que podríamos ir a cenar a dónde mis padres, y así darles una sorpresa- me ofreció.
-Claro que sí, tengo ganas de ver a Esme... se van a sorprender mucho- contesté contenta.
Afirmó mientras sorteaba el mínimo tráfico; al aparcar en el hospital, me acordé de una cosa.
-¿Vamos a dar aquí la noticia?- interrogué.
-Cómo quieras... ¿prefieres decírselo primero a mis padres?- me preguntó. Asentí, me parecía más apropiado. Por lo menos los padres de Edward estarían contentos... pero había que hablar de lo que haríamos con los míos.
La mañana pasó tranquila; en el ascensor coincidimos con Jasper y Alice, que también llegaban en ese momento, no dijeron nada, pero pude entrever una sonrisa maliciosa en la boca de Alice... no se le escapaba ninguna. La operación fue bien, y finalizó antes de lo previsto, de modo que desde las doce hasta la salida estuve tranquila, revisando informes y firmando preoperatorios que había ordenado realizar esos días. Una vez los tuve todos listos, decidí bajar yo misma a cirugía para dejarlos allí, y de paso ver a Edward.
Al llegar allí, me quedé en la puerta, ya que se oían voces nada agradables desde dentro. Asomé la cabeza. Edward estaba de brazos cruzados, muy serio, apoyado en una mesa, y y Mark parecía estar echando la bronca a uno de los residentes. Era alto y rubio, con el pelo recogido en una coleta. Debía ser el famoso Cam del que había oído hablar, nada bien por cierto, por el hospital estos últimos días.
-Lo que has hecho se sale de las normas... no puedes robar un historial sin el permiso del adjunto correspondiente... y más si el paciente no es de cirugía- decía Mark muy serio.
-Pero creí que debía revisarlo... es más, incluso el paciente debería pasar a cirugía- respondió con voz altiva, muy ofendido.
-No es competencia tuya decidir eso...- pronunció Edward bastante enojado.
-Pero...- James protestó, pero Mark lo cortó de nuevo.
-Pero nada, esperamos que no se vuelva a repetir... y ahora sígueme, te voy a mandar algunas cosas- le dijo empezando a salir de la habitación.
-Hola Bella- me saludó suspirando de frustración.
-Mark, venía a dejaros lo preoperatorios de la semana que viene- le dije, elevando los informes.
-Dáselos a Edward, está ahí dentro- me indicó.
Asentí, para después entrar, no sin antes ganarme una mirada de suficiencia y altanería por parte del residente... este tío era un poco raro.
-Hola- saludé con una sonrisa. Mi novio de dio la vuelta, esbozando una sonrisa y acercándose a mi.
-Hola cariño, ¿cómo estás?- me saludó con un pequeño besito y acariciando mi tripa, ya que estábamos solos.
-Bien, te traigo los preoperatorios- le dije. El los cogió mientras yo me sentaba un rato, la verdad es que estaba cansada.
Se sentó conmigo para ojearlos. Apoyé mi cabeza en su hombro, suspirando.
-¿Estás cansada?- preguntó sin levantar la vista de los papeles.
-Ajá... pero más que cansancio tengo hambre- murmuré. El rió, besando mi frente.
-Ya enseguida nos vamos, ¿la señora Louis sigue estable?- me preguntó.
-Si, desde que la subieron no ha habido cambios, las contantes siguen estables, al igual que el nivel de saturación- le expliqué.
-Mañana pasaré a verla, pero ya viste en el quirófano que no hubo ninguna complicación- me dijo.
-De acuerdo... por cierto, tenemos que ir al súper- le recordé.
-Tranquila, me acuerdo perfectamente... iremos pronto, así llegaremos a tiempo a casa de mis padres- me dijo.
Asentí mientras me quedaba apoyada en el unos minutos, con los aojos cerrados, disfrutando de su compañía.
Una vez terminamos nuestro turno, por fin llegamos a casa, Leah se quedó a comer con nosotros y después se fue a trabajar. Mientras Megan dormía, aproveché para poner la ropa a lavar y otras cosas de la casa... con la consecuente regañina cariñosa de Edward, que no quería dejarme hacer nada.
Casi cuatro horas después, habíamos hecho la compra y ahora íbamos en el coche de nuevo, camino de casa de Esme y Carlisle. Estaba hecha un flan. Edward me tomó de la mano, besando mis nudillos.
-Tranquila cielo, todo irá bien- me reconfortó.
EDWARD PVO
A eso de las nueve y cuarto llegamos a casa de mis padres. Bella salió del coche, y yo cogí a la niña. Iba muy graciosa, con dos coletas a los lados y un vestido y leotardos en verde y blanco.
Mi novia se mordía el labio inferior, signo de que estaba histérica. Llevaba una falda negra por debajo de la rodilla, con botas altas sin tacón, también planas, y un jersey en tonos marrones, estaba muy guapa. Toqué al timbre, y enseguida oí pasos que se acercaban a la puerta. Rodeé la cintura de Bella con mi mano libre. Mi padre abrió la puerta.
-Edward, Bella...- dijo extrañado y sorprendido.
-¿Podemos pasar?- pregunté con una sonrisa.
.Por supuesto, por favor... me alegro mucho de verte Bella... y a ti también- le dijo a la niña. Ésta se inclinó hacia él, extendiendo los bracitos.
-Abelo- la sonrisa de mi padre no podía ser más ancha cuándo la cogió en brazos, y nos indicó que pasáramos a la cocina a saludar a Esme.
-Querida, mira quién ha venido a vernos- mi madre se dio la vuelta, quedándose con los ojos abiertos de par en par.
-Oh, por dios, Megan...- dijo mi madre, acercándose a la niña. Mis padres estaban entretenidos con Megan, hasta que por fin decidí llamar su atención.
Mi madre saludó a Bella con un gran abrazo, y después de darme un beso, nos preguntó.
-¿Todo va bien?-.
Rodeé a Bella por los hombros, mientras ella me miraba con una bonita sonrisa.
-Pues, veníamos a contaros alg...- no pude seguir hablando, ya que entró mi hermano en la cocina.
-Vaya... que bien volverte a verte por aquí Bella- dijo con una pequeña sonrisa. Los tres nos miraban expectantes.
-Suponemos que habéis arreglado las cosas- dijo mi madre con cautela.
-Bueno... digamos que sí... Bella y yo vamos a casarnos- solté sin más preámbulos.
-¡Edward, hijo!- mi madre corrió hacia mi para abrazarme.
-No sabes lo que me alegro por ti... por vosotros, Bella hija, muchas felicidades- dijo una vez me libró de sus brazos.
-Gracias Esme, os he echado de menos- respondió.
-Y nosotros, a las dos- le contestó.
-Me alegro mucho hijo, por los dos- dijo mi padre acercándose para felicitarnos, al igual que Emmet, que empezó a danzar con Bella entre sus brazos.
-Gracias Bella, has devuelto la alegría de vivir a este solitario refunfuñón- le dijo, pero Bella empezaba a ponerse verde del mareo.
-Emmet... me estoy mareando- dijo ella entre risas. Una vez la soltó, cogió a la niña.
-De modo que por fin vas a ser mi sobrina oficialmente... verás que bien te lo pasas con el tío oso- le decía mientras Megan le miraba con el ceño fruncido y haciendo un puchero.
-¿Tío oso?- le pregunté a Bella. Ella se encogió de hombros, de modo que seguimos con las noticias.
-Veréis, me alegra que estéis los tres... quiero adoptar a Megan, y me gustaría que llevara el apellido Cullen, y eso es algo de debo consultaros- expliqué, mirando a mi padre.
-Edward, por supuesto que nos gustaría, es toda una prueba de amor por tu parte -dijo mirando a Bella con una sonrisa, para después volverse a mi madre -Esme, querida, seremos oficialmente abuelos- les brillaban los ojos a ambos.
-Yo ya me consideraba su abuela, ¿verdad cariño?- dijo, cogiendo a Megan de los brazos de mi hermano.
-Y volveréis a ser abuelos... en diciembre- dijo Bella con una sonrisa. Las lágrimas aparecieron en la cara de mi madre y de mi padre.
-Oh, por dios... Edward... ¡vas a ser padre!- chilló mi madre emocionada, abrazando a Bella y después a mi.
-Esto se merece una gran celebración- dijo mi padre, una vez nos felicitaron los tres.
-A la mesa, la cena estará enseguida- exclamó mi madre contenta.
Bella y ella se quedaron en la cocina para preparar el biberón de la niña. Escuchaba su animada conversación.
Una vez Megan cenó, la pusimos a nuestro lado en una sillita y con algunos juguetes para entretenerla.
-Bien... ¿dónde vais a vivir?- interrogó mi madre.
-Pues -terminé de tragar lo que tenía en la boca -voy a vender mi apartamento, esperaba que el sábado Emmet me ayudara a recoger algunas cosas y poder guardarlas aquí, en casa de Bella no caben- expliqué.
Mi hermano asintió, y mi padre se ofreció también para ayudarnos.
-Y tendremos que empezar a mirar casas... nos gustaría algo amplio, con jardín- expliqué mirando a Bella con una sonrisa.
-¿Cerca?- preguntó mi madre, mirando a la niña.
-A mi me gustaría algo por esta zona... - dijo Bella tímidamente -así estaría cerca de mi hermano y de vosotros- terminó de explicar. Asentí con una sonrisa.
-Además, me gustaría cuidar de Megan, yo no tengo nada que hacer, y tu hermano y Leah tendrán trabajo cuándo llegue su niña- dijo Esme, ya que Bella le había comentado la adopción de Mailin.
-¿Y casaros, dónde?- preguntó mi hermano.
-No lo hemos pensado- respondí.
-Queremos algo pequeño e íntimo... lo más seguro en verano; mi hermano viaja en junio para ir a buscar a la niña; nuestros amigos íntimos y la familia- contó Bella.
-¿No quieres casarte en Forks?- preguntó mi padre con cautela.
-No- dijo ella con la mirada triste -aunque obviamente tendré que hablar con mis padres- dijo ella tensándose. Acaricié su mano con mi pulgar, intentando tranquilizarla.
Mi padre me miró preocupado; todos conocían la difícil relación de Bella y su hermano con sus padres.
Por suerte, mi madre cambió de tema. La cena transcurrió tranquila, mi padre, después del postre, descorchó una botella de champagne.
-Por vosotros hijos, que seáis muy felices; Bella, Megan... bienvenidas a la familia, salud- dijo alzando su copa.
Las lágrimas volvieron a hacer acto de presencia en la cara de Bella. Le di un beso en la mejilla, para reconfortarla.
-Ainsss... esas hormonas... te veo en unos meses saliendo a las tres de la mañana a buscar antojos- dijo Emmet entre risas.
Todos rieron por el comentario, hasta Megan parecía darse cuenta de la alegría que había en casa.
Una vez ya en nuestra casa, y con Megan ya en su cuna, le pregunté a Bella mientras me metía en la cama.
-No te lo había preguntado... ¿dónde quieres casarte?-.
Ella se abrazó a mi, mientras meditaba.
-Pues no lo he pensado hasta que tu hermano lo mencionó... pero se me ha ocurrido un sitio- dijo ella. La animé a que continuara.
-¿Recuerdas el viaje que hicimos en navidades, esa capilla que vimos al lado del mar?- me contó con una sonrisa. Asentí.
-Si, es cierto... es muy bonita y pequeña... -concordé con ella.
-Es perfecta para nosotros- dijo mirándome con una sonrisa.
-Entonces allí será... y será perfecta porque tu eres la novia- le susurré, para besarla con cariño.
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