jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 8. Oportunidades y sorpresas



Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer. 

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CURANDO UN CORAZON

8. Oportunidades y Sorpresas

Más de un mes ha ha pasado desde aquel encuentro con Edward. Había pasado Acción de Gracias con Jake y Leah, cenando tranquilamente, en familia.

Ahora estábamos a principios de diciembre; las navidades nunca fueron mi época favorita de celebraciones, ni tampoco de mi hermano. Supongo que el ambiente que había en casa de mis padres no invitaba a hacerlo.

Pero ahora tenía un motivo para cambiarlo; este año Megan todavía era pequeña, pero a partir del año que viene ya podría empezar a disfrutar de la navidad y de los regalos. Aún así, Leah me contó que Jake estaba como loco, comprando regalos para Megan. Me reía mientras la reprendía y les decía que la iban a mimar demasiado... pero como decía mi hermano, todo por su pequeña. Apenas había visto a Edward; no habíamos coincidido en los turnos, y las pocas veces que nos habíamos visto apenas sólo nos saludábamos y él me preguntaba por la niña; le respondía escuetamente, y cuándo se pasaba por el servicio intentaba evitarle.

Un día, la doctora Sanders me llamó a su despacho. Extrañada, me dirigí hacía allí nerviosa...¿habría hecho algo mal?.

Toqué a la puerta; y al darme ella permiso, entré.

-Siéntate Isabella- me indicó con amabilidad.

Una vez sentada, esperé pacientemente a que ella terminara con un informe. Al acabar, levantó la vista, para empezar a hablarme.

-Bien Isabella, háblame de tus impresiones en estos primeros seis meses de residencia-

Tomé aire, mientras le relataba mis impresiones y mis dudas. Ella me escuchaba atentamente, sin interrumpirme.

Al terminar, pareció meditar unos segundos, antes de dirigirse a mi de nuevo.

-Bien, me alegra que estés a gusto en el servicio; he hablado con Jasper y Tylor, y me han hablado muy bien de tu progreso y de cómo te desenvuelves. Por lo tanto... creo que es hora de que empieces a pisar los quirófanos- me dijo, mientras mis ojos se abrían por la sorpresa.

-Por el principio irás sólo a las operaciones programadas, y siempre bajo la supervisión de un adjunto. Para las urgencias ya habrá tiempo más adelante- me explicó, mientras se levantaba y se sentaba a mi lado. Me gustaba charlar con ella; aunque era la jefa del servicio, siempre se preocupaba por todos nosotros y nos preguntaba qué tal nuestra vida fuera del hospital... era tan cercana y amable... tan distinta a mi padre.

-Bien, ¿cómo está la pequeña Megan?- me interrogó con una sonrisa.

-Está bien; ha estado muy molesta por la salida de los dientes, y ya empieza a sentarse ella sola, aunque poco le dura el equilibrio- admití con una sonrisa.

-Ahhh, que recuerdos; Monique también lo pasó mal con la dentición, y Jason a esa edad ya casi se echaba a gatear- me dijo hablándome de sus hijos.

-¿Crecen muy deprisa, verdad?- le pregunté; la verdad es que los casi ocho meses de vida de mi pequeña se me habían pasado sin darme cuenta.

-Si, eso es cierto; pasan muy rápidos los años... y más criándoles sola- me dijo mientras me miraba.

No supe qué responder, mientras me seguía explicando.

-Martin, mi marido, falleció cuándo mi hijo pequeño era prácticamente un bebé; Monique tenía tres años- me dijo.

-No lo sabía, lo siento mucho- le contesté.

Ella me sonrió, para seguir hablando.

-Tranquila; han pasado casi veinte años- dijo con un suspiro, para después seguir -por eso te comprendo, y veo el esfuerzo que haces. Puedes criar a tu hija y no descuidas tu carrera; tienes vocación, y mucha. Llegarás a ser una buena anestesista- me dijo animándome.

-Gracias doctora- le agradecí de verdad.

-No se merecen, es la verdad. En ese aspecto eres como tu padre, apasionada por tu trabajo- me contestó.

Hice una pequeña mueca, un poco triste. Todos los ánimos que el no me había dado, me los daba ella. Al ver mi estado de ánimo, ella me aclaró varias cosas.

-No te sorprendas. Todo el mundo conoce a tu padre y su difícil carácter... y los médicos tenemos la mala costumbre de llevarnos el mal humor del trabajo a casa- me dijo.

Después de seguir hablando con ella unos minutos, ambas salimos del despacho, mientras ella se dirigía a una reunión y yo me quedaba en la salita con Alice.

-¿Quieres tomarte algo?- me dijo mientras se calentaba un té.

-Creo que necesito otro café; Megan casi no ha pegado ojo, y yo tampoco- repuse rodando los ojos.

Ella misma me lo preparó, mientras se sentaba conmigo.

-¿Sólo Megan no te ha dejado dormir... o hay alguien más?- me preguntó inocentemente, mientras me pasaba la taza.

-¿Por qué dices eso?- pregunté con cautela; seguro que Jasper sabía algo de lo que pasó con Edward.

Tomó aire, para después seguir.

-Bueno, Edward antes se pasaba por aquí cada dos por tres... pero ya no se pasa para verte- me dijo.

-No habremos coincidido- expliqué escuetamente, mientras daba vueltas al café, pensativa.

-Ya...por eso lleva toda esta semana de mañanas, al igual que tu- dijo como si nada.

Aquello me dolió. Cierto que las primeras semanas lo evitaba a toda costa, pero aún así el seguía pasándose por aquí... pero ya llevaba unos días que no venía.

-Bella, no voy a decirte nada que creo que no te hayan dicho ya, pero creo que deberías hablar con él. Llevas una temporada un poco triste, y sé que es por él- me explicó.

Desvié mi mirada de la cara de Alice, mientras sentía que mis ojos iban a llorar de nuevo.

Le relaté a Alice lo que ocurrió esa tarde en mi casa. Ella me escuchaba atentamente, sin interrumpirme. Al terminar se tomó su tiempo para hablar.

-Bella... sólo puedo decirte que hables con él; es lógico que sienta miedo, no en vano perdió a su novia dos meses antes de la boda... pero también te puedo asegurar que no le había visto mostrar interés por alguien hasta que tu apareciste- me dijo.

Tomé aire, para preguntar una cuestión que no sabía si quería oír.

-¿Cómo era?-.

-¿Te refieres a Sophie?- interrogó.

Asentí con la cabeza, mientras ella esbozaba una triste sonrisa.

-Pues... era alegre, divertida, muy optimista, muy extrovertida, luchadora...Físicamente muy distinta a ti... pero tus ojos son iguales a los que ella tenía- me explicó.

-Eso me contó Edward- musité.

-Pero la cuestión es que, independientemente de que seas o no parecida a Sophie, le gustas, y eso es que algo habrá visto en ti; sé que puede sonar tópico... pero debes tener paciencia Bella... y hablar con él- finalizó su discurso, intentando animarme.

Íbamos a seguir con el tema, pero entraron Seth y Mandy por la puerta. Se pusieron un café y se sentaron con nosotros.

-¿Sabéis una cosa?- dijo Mandy en plan cuchicheo. La miramos con curiosidad, mientras nos contaba -Lauren Mallory y Emmet han salido varias veces-.

-¿En serio?...Jasper no me ha dicho nada -bufó Alice molesta.

¿Con Mallory?, ¿la enfermera borde de quirófanos?- pregunté alzando una ceja.

-La misma- afirmó muestra amiga.

-Pues, si me permitís mi opinión como sexo opuesto... no pegan ni con cola- añadió Seth.

-¿Por qué no?, puede que le guste- añadí.

-Pues yo pensaba que su chica ideal era Rosalie... eso es insistencia... todo un año detrás de ella- replicó Seth.

-Quizá no sea nada serio, además...¿qué queréis que os diga?; no se va a pasar la vida entera esperando por Rose- dijo Mandy.

Callamos al ver entrar a Rosalie por la puerta.

-¿Pero tú no ibas de tarde esta semana?- pregunté extrañada.

-No vengo a trabajar. He venido con mi padre para que le hagan unas pruebas... nada importante, un chequeo rutinario- nos explicó mientras cogía un botellín de agua.

-¿De qué estabais hablando?- preguntó al sentarse.

-Últimos cotilleos del Noth-Union- replicó Seth.

-Desembucha- replicó ansiosa.

-Mallory y Emmet están saliendo- soltó, esperando ver la reacción de ésta. Se quedó muda por unas milésimas de segundo, pero su gesto se volvió indiferente.

-¿De veras?; pues qué queréis que os diga, ella será mona... pero no hay quién la aguante- dijo tomando un sorbo de agua.

-¿Ah no?- preguntó inocentemente Mandy.

-No, es una soberbia; ¿en qué estará pensando Emmet?- murmuró muy bajito, pero todos lo escuchamos. Una sonrisa pícara apareció en mi cara.

-Rose, ¿son imaginaciones mías... o estas celosa?- la pregunté directamente.

Ella rodó los ojos, para después contestarme.

-¿Celosa yo?; por favor-.

-¡Estás celosa!- exclamó Seth, sonriendo divertido.

-No lo estoy... y me importa bien poco lo que haga Emmet con su vida- dicho ésto, se levanto para despedirse -voy a ver cómo va mi padre, hasta luego chicos- se despidió saliendo por la puerta.

Los cuatros nos miramos cómplices, mientras nos levantábamos.

-Me parece que ésto se va a poner interesante- dijo nuestro enfermero divertido, mientras se frotaba las manos.

Reímos mientras cada uno volvía a sus obligaciones.

La semana pasó sin grandes sobresaltos. Intenté localizar a Edward varias veces, para hablar con él, pero siempre le pillaba o en quirófanos o perdido por el hospital. Para colme de males, ese fin de semana tuve guardia, así que poco pude hacer.

EDWARD PVO

Era lunes por la mañana; me quedé dormido, y llegué tarde al hospital. Esa mañana tenía una anastomosis esofágica, y para colmo de males el paciente tenía problemas coronarios crónicos. Después de que Bella me evitara, enfadada por lo que ocurrió en su casa, decidí darle su espacio, esperando que se le pasara y qué cuándo ella quisiera, hablase conmigo. Me moría de la impaciencia, pero decidí no agobiarla.

Me estaba preparando mientras colocaban al paciente, cuándo las puertas se abrieron, apareciendo Jasper... y Bella detrás suyo.

Saludé a Jasper con una palmada en el hombro, y me giré hacia Bella. Que miraba el historial del paciente.

-Hola Bella- saludé con una sonrisa.

-Hola Edward- me devolvió el saludo; estaba levemente sonrojada, y un poco nerviosa.

-¿Preparada para pisar un quirófano?- le pregunté de nuevo.

-Eso creo...- respondió dubitativa.

-Hoy sólo vas a mirar Bella; así que cálmate- habló Jasper a mi espalda.

Ella asintió, mientras le daba la historia a Jasper y empezaba a lavarse. Jasper entró en la sala, para ir durmiendo al paciente. Aprovechando que nos habían dejado solos, decidí hablar un poco con ella.

-¿Cómo has estado?- le pregunté.

-Bien; pero muy cansada. Megan lleva una temporada mala de sueño, y si le sumas las guardias de noche- enumeró con una de sus bonitas sonrisas.

-Pues espero que estés despierta hoy- le repliqué divertido.

-Tranquilo, la cafeína hace milagros- respondió.

Tomé aire, para mencionarle el tema que teníamos pendiente.

-Bella... siento mucho lo que pasó en tu casa, yo no quería hacerte sentir mal y no...- suspiré con rabia, ¿por qué era tan difícil?.

-Edward, no pasa nada, de verdad, mira... mejor hablamos después, ¿te parece?- dijo muy bajito, mientras agachaba su mirada.

-Está bien- afirmé, mientras le cedía el paso y entrábamos.

Bella se colocó al lado de Jasper; que le explicó varias cosas y el funcionamiento de los monitores. Al de unos minutos, pregunté a Jasper.

-¿Preparado?- le pregunté. Bella tenía su mirada clavada en mi. La guiñé un ojo, y pude entrever su sonrisa a través de la mascarilla.

-Preparado- afirmó mi amigo. Tomé aire, mientras mi vista se posaba en la garganta y tórax del paciente.

-Bisturí.-

La operación seguía el ritmo previsto; llevábamos unas dos horas, cuándo uno de los monitores empezó a pitar. Alarmado, me volví a Jasper, que miraba los monitores, mientras Bella tomaba el preoperatorio del paciente.

-Cae la tensión- avisó Jasper.

-Rápido, noradrenalina- ordené mientras paraba.

-Noradrenalina en vía central- dijo Bella muy nerviosa. Esperamos unos segundos... pero nada. De repente, el monitor cardíaco se alteró.

-Fibrilación auricular; Bella inicia maniobra- ella vino hacia mí deprisa, mientras empezaba la reanimación. Al ver que seguía igual, Jasper se levantó con las palas.

-300- mandó.

-Listo- oí decir a una de las enfermeras.

-Fuera- Bella se apartó mientras recibía la descarga. Después de intentar reanimar al paciente por unos minutos, finalmente nada pudo hacerse por el.

-Asistolia- dijo Jasper, y Bella paró la reanimación.

-Hora de la muerte, 11:38- dije, quitándome la mascarilla y saliendo del quirófano. Jasper salió detrás mío, pero Bella se quedó enfrente de la mesa de operaciones, con la mirada consternada. Vi que Jasper entró para hablar con ella. Salió al de unos minutos, con la cabeza gacha. Se quitó la mascarilla y la bata, tirándolo con fuerza en la papelera. Salió sin decir una palabra, y por acto reflejo, hice lo mismo que ella, y la seguí hasta que se metió en uno de los cuartos que teníamos los cirujanos, con camas paras las guardias.

Llamé a la puerta, pero no me contestó. Podía oír sus sollozos desde el otro lado. Lentamente abrí la puerta, y la encontré apoyada en la pared, con los ojos cerrados. Una lágrima salía en ese momento de sus ojos.

Me quedé parado, dudando en si acercarme o no a ella. Pero ella abrió los ojos y me miró fijamente. Adiviné qué es lo que la ocurría.

-¿Es el primer paciente que pierdes, verdad?- pregunté. Ella asintió y agachó la mirada, mientras hacía una mueca triste.

-Me pregunto si... si se pudiera hacer hecho algo más. Sé que esto pasará más veces y que tendré que acostumbrarme... pero no es fácil- contestó con frustración es su voz.

-Bella, el paciente tenía problemas cardíacos crónicos, eso aumenta el riesgo. Todos hemos hecho lo que hemos podido. Es duro que ésto ocurra... pero es así- no sabía qué mas podía decirle, pero de lo que estaba seguro es que no quería verla llorar.

Ella asintió pesadamente, mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.

-Deb... debo ir a escribir el postoperatorio- dijo ella dirigiéndose hacia la puerta.

En ese momento sentí un impulso extraño, no quería dejarla marchar. La tomé del brazo, girándola, y sin previo aviso, mis labios terminaron en los suyos. Al principio se quedó rígida, pero al momento correspondió al beso. Mis manos, que estaban sujetando su pequeña cintura, viajaron por su espalda. Pude sentir cómo se estremecía entre mis brazos, mientras sentía una agradable caricia en mi nuca.

Al separarnos Bella me miraba con una mezcla de confusión y de otro sentimiento que no supe identificar.

Esbocé una de mis sonrisas, mientras mis manos volvían a aprisionarla por su cintura.

-Bella... yo...- no pude terminar, porque se puso de puntillas, colgándose de mi cuello, y me volvió a besar. Sus labios eran suaves y delicados, tal y cómo los había imaginado tantas veces. Su lengua rozó tímida mi labio inferior... y el beso se hizo mucho más profundo; su sabor era inimaginable.

Mi corazón latía a una velocidad endemoniada, sentí de nuevo sus manos en mi nuca y por mi pelo, dándoles pequeñas caricias. Tuve que reprimir un pequeño gemido.

Tuve que terminar el beso, ya que su respiración empezó a ser muy irregular.

Tenía los ojos cerrados y las mejillas sonrosadas. Pegué mi frente a la suya. Nuestros alientos fácilmente se podían intercambiar.

-Bella abre los ojos- le pedí suavemente.

Ella me hizo caso, ya que abrió sus preciosos ojos, que me miraban fijamente.

-Edward...- no la dejé continuar... era ahora nunca.

-Bella... llevo queriendo hacer ésto desde esa tarde en el parque; perdóname por haberte hecho esperar tanto- le dije con sentimiento de culpa.

Ella tomó aire, para hablar.


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La habitación daba vueltas a mi alrededor, y todo producto de ese último beso. Sus labios, suaves y ardientes, dejaron una mezcla diferente de sentimientos. Estaba entre sus brazos, y encajaba en ellos con una facilidad pasmosa.

Después de que el hablase, estaba meditando sus palabras, no quería que le diera un ataque de arrepentimiento.

-Edward... yo se que para ti es complicado y difícil... pero quiero que tengas clara una cosa; no quiero que la olvides por estar conmigo. Sé que ella fue una persona importante en tu vida... y...- no pude seguir, ya que me cortó.

-Bella... iba siendo hora de rehacer mi vida; cierto que en estos dos años no me he acercado a nadie... pero era porque no habías aparecido- me habló suavemente, con dulzura.

Agaché mi vista, completamente azorada por lo que me estaba diciendo.

-Y quiero que tengas claro que el que tengas una hija no me importa en absoluto- aclaró.

Sonreí levemente, mientras escondí mi cara en el hueco de su cuello. El me daba tiernas caricias en mi espalda, mientras me seguía hablando.

-Me gustas... me gustas muchísimo Bella, y quiero compartir muchos momentos contigo... y eso incluye a mi otra chica favorita- dijo divertido, haciendo alusión a mi pequeña.

Levanté la vista, mirándole fijamente., mientras una pequeña lágrima bajaba por mi cara. El se asustó, hablándome a trompicones.

-Bella, ¿qué te pasa cielo?- me preguntó mientras me quitaba el mismo las lágrimas.

-Nada... lloro por que soy feliz Edward, llevaba mucho tiempo esperando ésto; y qué aceptes así el hecho de que sea madre...la mayoría de los hombres, en cuánto se les menciona a los hijos, salen despavoridos- contestó ella.

Me dio un casto beso en los labios, para después seguir hablando.

-Eso es porque no te querían o no les importabas lo suficiente... y a mi me importa todo lo que tenga que ver contigo, créeme, más de lo que te piensas- me respondió.

Medité sus palabras, y ese verbo querer en la frase.

-¿Tú...tú me qui...quieres?- pregunté temblando.

Me dio una sonrisa tímida, mientras volvía a apoyar su frente en la mía.

-Bella... si una cosa tengo clara es que quiero cuidar de ti, y de tu hija, quiero hacerlo... porque te quiero- susurró. Mi corazón pegó un brinco de alegría, literalmente hablando.

-Y yo a ti- le contesté. Me miró con una ternura y un amor infinito, mientras nuestros labios se volvían a juntar.

Hubiera detenido el tiempo en ese mismo instante... pero uno de los buscas pitó. Era el mío, me necesitaban en reanimación. Esbocé una tímida sonrisa, mientras me despedía de él.

-Tengo que irme- le dije, mientras que sus labios estaban recorriendo mi cuello en una sensual caricia. Pude sentir el puchero que hacía, mientras reí suavemente.

-¿Tienes planes para esta tarde?- me preguntó con una sexy sonrisa.

-No... estamos a tu disposición- dije riéndome.

-Bien... te espero a la salida; te veo luego- se despidió, dándome un pequeño beso en los labios y salía de allí y me guiñaba un ojo.

Con una sonrisa de oreja a oreja, y un brillo en los ojos especial, salí para mi servicio.

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