jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC -CAP 18. Visitas inesperadas



Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer.
________________________________
CURANDO UN CORAZON

Capítulo 18. Visitas Inesperadas

EDWARD PVO


-Por fin, esta es la última- mascullé mientras cerraba la puerta de nuestra nueva casa con el pie y a la vez intentaba que la caja no se escurriera de mis manos. Bella me miraba divertida mientras desembalaba una de las innumerables cajas que adornaban nuestra casa.


-¿Qué pone en la parte de arriba?- me preguntó, mientras sus manos estaban quitando el plástico a un jarrón de cristal, que perteneció a mi apartamento.


-Hummm... veamos... cocina; pesa bastante, deben ser platos- musité. Me dirigí a la cocina, dejando allí la caja, junto con otras nueve. Parecían que se multiplicaban como los panes y los peces.


En ese momento, Bella entraba en la cocina.
-¿Es la última?- interrogó.


Asentí con la cabeza, mientras me acercaba a ella y la rodeaba con mis brazos. Poco a poco nuestra casa ya iba tomando forma. Nuestro dormitorio y el salón ya estaban pintados, y mañana traerían los muebles. Esta noche tendríamos que dormir con el colchón en el suelo, y Megan en nuestra habitación, ya que su cuarto aun no estaba listo; podríamos habernos quedado unos días más en el apartamento, pero nos hacía ilusión estar ya en nuestra casa, además, los chicos se habían mudado unos días antes de lo previsto.


Justo en el momento en el que mis labios se posaban en los de Bella, Emmet apareció en la cocina, salpicado de pies a cabeza de pintura rosa y lila, refunfuñando y dirigiéndose a la nevera.
-¿Cómo va todo por ahí arriba?- pregunté interesado.


-Espero de verdad que tengáis un niño... mamá me está volviendo loco allí arriba... si tengo que pegar más princesas Disney en la pared enloqueceré- siseó con fastidio. Bella y yo nos reímos por el comentario; mi madre había ideado la habitación de Megan, y claro está, la decoración debía ser de muñecas y princesas.


En ese momento Megan entró en la cocina, acompañada de mi padre, que miraba a mi hermano divertido.


-Parece que la humanidad ha ganado un cardiólogo, pero ha perdido un artista- dijo entre risas. Emmet rodó los ojos, mientras cogía a la niña.


-Espero te guste tu habitación enana- le dijo con una graciosa mueca.


-¿Vas a jugar mío?- le preguntó interesada, apoyando sus manitas en sus hombros.


-¿A las muñecas?- preguntó mi hermano con cautela.


-Siiiii- chilló Megan con alegría.


-Verás enana, no creo qu...- se paró al ver el labio de Megan temblar debilmente.


-No llores pequeña, es que...- empezó a decir Emmet, pero Megan frunció el ceño.
-Quero con papá- susurró en voz baja, con una lágrima en su mejilla.


-¿Ves?, ya la has hecho llorar... ven aquí cariño- la cogí en brazos, y ella escondió su carita en mi cuello.


-Tío oso malo, no quere jugar mío- hipó suavemente.


-Si cariño... tu tío es malo- le fulminé con la mirada, mientras Carlisle y Bella observaban la escenas divertidos y con la risa contenida.


-Vamos Edward... no te veo cambiando de ropa a la muñeca- dijo Emmet burlón. Al ver mi ceño fruncido, su cara cambió a una burlona. Emmet negó en forma dramática con la cabeza.
-Me encantaría grabarte con una cámara de video- dijo entre risas, pero la voz de Esme resonó desde las escaleras.


-¡Emmet Cullen, no hemos terminado!- mi hermano se encogió ante el sonido; sin decir nada, cogió dos botellines de agua y voló escaleras arriba.


Me volví a Bella y a mi padre, con Megan en brazos.
-Emmet...- suspiré pesadamente.


-Es gracioso... tan grandullón y se encoge al escuchar a tu madre- dijo Bella entre risas.
Todos reímos, incluida Megan.


-¿Quieres merendar?- interrogué a mi pequeña. Asintió con la cabeza.


-Yo me encargo- se ofreció mi padre. Le tendí a la pequeña, que se fue al jardín encantada con su abuelo, seguida de Bella con su merienda.


Observé a Bella mientras salían; el embarazo le sentaba de maravilla. Su cara y sus ojos tenían una luz especial. Sus casi quince semanas de embarazo ya se notaban. Su vientre iba creciendo día a día, y nuestro hijo o hija estaba sano y perfecto, según las ecografías y los controles médicos. La próxima semana teníamos de nuevo ecografía, y si se dejaba ver, podríamos saber el sexo.
De momento no habíamos hablado de nombres, pero en mi mente ya empezaban a surgir las ideas. Estaba sumido en mis pensamientos, cuándo unos delicados brazos me rodearon la cintura.


-¿Qué piensas?- preguntó Bella, apoyando su cara en mi espalda.


Me di la vuelta lentamente, abrazándola con cariño.


-En muchas cosas... en lo afortunado que soy, en todo lo que tengo, en mi princesa grande... en mi princesita pequeña... en la chiquitina que va a venir- enumeré con una sonrisa.


-¿Quieres otra niña?- me preguntó.


-Sip... en el fondo quiero llenar la casa de princesas- dije resuelto.


-¿Y si sale un niño?- preguntó riéndose.


-Entonces estaré encantado de la vida, por supuesto... pero temo que se junte mucho con Emmet y Jake y lo corrompan- dije rodando los ojos.


Ella rió por mi comentario, mientras escondía su cara en mi cuello y le daba un pequeño besito.
-Pues yo quiero un niño, con tu color de pelo y con tus ojos- murmuró Bella -tan guapo como su padre- terminó de decir con un suspiro.


-Si sale a mi, eso no será difícil- dije juguetón; ella me dio un pequeño golpe en el brazo mientras reía.
-Creído- murmuró en mi pecho.


Seguí con ella entre mis brazos, y me acordé del tema de los nombres.
-¿Has pensado como vamos a llamarle?- pregunté curioso.


-Pues... había pensado en que podíamos repartirnos la tarea... si es niño yo decido... y si es niña tu- dijo ella.


-Hecho... pero no te pienso decir mis opciones... será sorpresa hasta que sepamos que es; ¿trato hecho?- pregunté.


Pareció meditar unos minutos, hasta que respondió.


-Vale... pero... ¿ni una pista?- interrogó con un adorable puchero.
Negué con la cabeza, me gustaba el trato.


-¿Sabes que tengo mis maneras de sonsacarte, verdad?- murmuró en mis labios, con un tono sexy.


-No te va a servir de nada- respondí divertido, mientras atacaba sus labios con los míos. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, devolviéndome el beso furiosamente.


-Esas hormonas cuñada... un día vas a explotar- la voz vacilona de Emmet nos sacó de nuestra nube particular.


-¿Nunca te han dicho lo inoportuno que eres?- le dijo Bella con una ceja alzada.


El negó con la cabeza, mientras se acomodaba en un taburete de la cocina. Negué con la cabeza, mientras Bella salía a ver a Megan. Abrí dos cervezas y me acomodé al lado de mi hermano.
-¿Cómo van las cosas por ahí arriba?- pregunté interesado.


-Bien, casi hemos terminado- respondió antes de beber un trago.
-¿Y Rosalie?- pregunté con precaución.


-Bueno...- pareció meditar un poco la contestación- vamos poco a poco; decidimos tomarnos las cosas con calma y empezar de nuevo, por así decirlo- dijo en voz baja.


-¿Irás con ella a la boda de Seth?- pregunté interesado, sólo quedaban tres semanas.
-No se lo he pedido aun, pero espero que si- confirmó.


La tarde y la noche transcurrió entre charlas y desembalar cajas. No quise ahondar en el tema de Rose; mi hermano podía ser muy bromista y vacilón, pero sabía que el asunto le dolía y le preocupaba bastante.


La semana pasó sin mayores complicaciones. Vimos a nuestro pequenín a través de la pantalla, estaba perfecto... pero no se dejó ver sus partes íntimas, de modo que nos quedamos con las ganas.


Era sábado y estaba de guardia. Bella estaba en casa con la niña, era un sábado muy tranquilo, salía de una apendicectomía de urgencia, cuándo me encontré a mi padre esperándome en la salita de cirugía.


-Hola hijo- me saludó con un deje de preocupación en su voz.
-Hola, ¿quieres un café?- le ofrecí, mientras me acercaba a la cafetera. Asintió con la cabeza; me estaba empezando a preocupar.


-¿Qué ocurre?- le pregunté mientras le tendía su taza y me sentaba a su lado.
Tomó aire, para empezar a contarme.


-Bueno... sabes que dentro de una semana hay unas conferencias y seminarios de medicina...- empezó a decir. Asentí, todos los años por estas fechas era lo mismo.


-Este año se centran en neurocirugía, y uno de los colaboradores es... - no le dejé terminar, ya que lo corté.


-Charlie Swan- balbuceé en voz baja. Mi padre simplemente hizo un gesto de asentimiento con la cabeza.


Pasé las manos por mi pelo, en un gesto intranquilo y nervioso. Bella había llamado a su casa hace unas semanas, para contarles a sus padres lo de la boda y su nuevo embarazo... y el resultado no fue precisamente agradable. Y lo que menos quería era que Bella se disgustara, no le convenía en su estado.


-Bella habló con su madre hace unas semanas, para contarles... y digamos que no fue una buena idea- le expliqué a mi padre.


-¿Habló con su padre?- interrogó.


-No, solo con Renee; lo único que le insinuó era que ya había encontrado un padre para ocuparse de su hija bastarda- siseé furioso, ya que Bella había llorado durante horas después de esa conversación.


-No lo entiendo... Jake y Bella son buenas personas, ¿qué les pasa con sus hijos?- murmuró mi padre enfadado.


-Ojalá lo supieran ellos mismos...- dije desviando su mirada.


Después de conversar durante unos cinco minutos más, a mi padre le pitó su busca.
-Me reclaman en urgencias- dijo levantándose.


-Hablaré con Bella, para que esté advertida- le dije palmeando su hombro.


-Por eso te lo he dicho a ti antes de que se entere por el hospital... te veo luego- salió por la puerta deprisa, ya que su busca lo volvió a reclamar.


A la mañana siguiente hablé con Bella, explicándole que su padre iba a venir a la ciudad. No dijo nada, simplemente se encogió de hombros. Lo que si me rogó encarecidamente fue que no dijese nada a su hermano, pues no quería que se liase más el asunto.


Llegó el día en que Charlie venía a dar su conferencia al salón de actos del hospital. Mi padre, Emmet y yo nos quedamos al final de la sala, de pie al lado de la puerta. Era un hombre alto y fuerte, con el pelo moreno, igual que Jake, pero más pálido de piel. Vestía un elegante y carísimo traje negro. El bigote y su mirada le daban un aire altivo y calculador, tal y como Bella me lo había descrito tantas veces.


Había un mérito que no se le podía negar, y es que era un auténtico genio en su campo. Estaba en medio de una interesante charla sobre los tumores de los plexos coroideos, cuando sentí a Bella detrás mío.


La miré con preocupación, mientras la atraía a mis brazos.


-¿Estás bien?- susurré en su oído, ella simplemente asintió. Mantuvimos el silencio lo que quedaba de la charla. Al terminar, el jefe de neurocirugía de nuestro hospital se pegó a el como una lapa. Bajaron del estrado, y la mirada del doctor Swan se posó en nosotros. Bella permanecía quieta, agarrando fuertemente mi mano. Mi padre y mi hermano se tensaron a nuestro lado, mientras lo veíamos acercarse. El doctor Hilman hizo la presentaciones.


-Doctor Swan, le presento al doctor Carlisle Cullen, jefe de urgencias- dijo con un leve movimiento de manos.


-Un placer doctor Cullen- respondió escuetamente mientras ambos se estrechaban la mano.


-Lo mismo digo; enhorabuena por su coloquio, ha estado impresionante- respondió educadamente mi padre, intentando ser amable.


-Gracias- exclamó con una falsa sonrisa.


-Quiero presentarle a mis hijos; mi hijo Emmet, cardiólogo adjunto- explicó, señalando a mi hermano -y mi hijo Edward, cirujano adjunto-.


Apretó ligeramente la mano que Emmet le tendía, y se volvió a mi.
-De modo que tu eres Edward- dijo secamente.


-Es un placer conocerle- respondí mientras le ofrecía mi mano. La tomó y la estrechó sin ninguna alegría.
Miré de reojo a Bella, que temblaba ligeramente.


-Hola papá- murmuró en voz baja. El doctor Hilman abrió los ojos por la sorpresa, atando cabos, después de casi un año, del apellido de Bella. Rodé los ojos mentalmente.


-Isabella- respondió con voz fría.


Un incómodo silencio presidió la estancia. El doctor Hilman, Emmet y mi padre se disculparon, dejándonos solos.


Bella iba a decir algo, pero su padre se adelantó.


-Tu madre me dijo que habías llamado hace unas semanas- dijo en su típico tono de voz, frío y monocorde. Bella tomó aire, para hablar.


-Si- hizo una pausa -quería deciros que Edward y yo vamos a casarnos y...- su padre la cortó.
-Y veo que tropiezas dos veces en la misma piedra- dijo señalando su vientre.


-Mis hijos no son un error- exclamó con rabia contenida.


-Por lo que se ve tu madre me dijo la verdad... has encontrado un padre para tu hija- me dijo mirándome de arriba a abajo.


Mi vena del cuello se iba hinchando por momentos, y no pude evitar responderle.


-Doctor Swan... puede que no sea el padre biológico de Megan, pero la quiero como si fuera mía, como quiero al hijo que vamos a tener... al igual que quiero a su hija- respondí, intentando mantener la calma.


Bella me sonrió levemente, agradecida. Rodeé su cintura con mis manos, tranquilizándola.


-Dime, ¿cómo te va la residencia?- preguntó a su hija, cambiando radiclamente de tema.
Estuvieron hablando unos cinco minutos; la expresión de su cara no se inmutaba, ¿cómo podía este hombre ser tan frío?.


-Interesante... no te debe resultar difícil, es una especialidad suave, no le veo ningún mérito- expresó su opinión. Bufé para mis adentros, otra vez el dichoso tema de siempre.


-Debo irme, me esperan para comer- con esa frase dio por terminada la charla. A Bella se le llenaron los ojos de lágrimas.


-¿No vas a preguntar por Jake?; también es tu hijo... ¿tampoco vas a preguntar por tu nieta?- dijo ella evitando que las lágrimas cayeran.


-Dejó de ser mi hijo el día que se fue de casa y se casó con esa...- Bella lo cortó.


-¿Cómo puedes hablar así de Leah?; apenas la conoces, ¿sabes que van a ser padres?- dijo ella apenada y rabiosa a la vez.


-¿Sabes que Megan ya anda y habla?; no, no lo sabes... ni siquiera la has visto una vez desde que nació... no te importa, al igual que nunca te hemos importado nosotros- dijo en voz baja.


Su padre no dijo nada, simplemente se dio la vuelta y se fue. En ese momento Bella se derrumbó, llorando a mares. La abracé fuertemente, mientras acariciaba su espalda.


-Ya está cariño, no llores- intenté consolarla.


-¿Por qué Edward?; ¿qué les hemos hecho?, ¿acaso somos un error?- dijo entre sollozos.


-No Bella, no digas eso, no merece la pena; vayámonos a casa... no quiero que ésto te afecte- musité preocupado; lo que menos necesitaba Bella era alterarse. Asintió con la cabeza, antes de hacerme jurar que no le diría nada a su hermano.


Al día siguiente, por la noche, estábamos todos en casa. Había partido de baloncesto. Jake, Emmet y yo estábamos en el sofá, cervezas en mano, haciendo de comentaristas.
-¿Habéis visto ese mate?- nos preguntó Jake asombrado.


-De los mejores de la temporada- opinó mi hermano, mirando fijamente a la televisión.
En la cocina, Bella, Leah y Rose charlaban sin parar. Bella pareció olvidar el incidente con su padre, al menos eso esperaba. En mi interior rezaba para que se hubiese subido ya al avión para dar otra de sus conferencias, a ser posible, en la Patagonia. Bella me confesó en casa que pensaba invitarles a la boda, pero viendo el plan en el que estaba su padre, desistió por completo.
En ese momento sonó el timbre.


-Me toca pagar las pizzas- dijo Jake, levantándose del sofá de un salto. Le seguí para dirigirme a la cocina, para avisar a las chicas de que la cena estaba aquí... pero no era el repartidor.
-¿Qué estás haciendo aquí?- murmuró Jake con voz fría, agarrando tan fuerte el pomo de la puerta que pensé que iba a aplastarlo.


Charlie Swan estaba en el marco de la puerta, recorriendo con su mirada la casa y a su hijo de arriba a abajo.


-Papá- murmuró Bella, perpleja. Sostenía a Megan en brazos. La mirada de Charlie, se posó en su nieta, que desde los brazos de Bella miraba a su abuelo con curiosidad. Leah, a su lado, lo miraba muda de la impresión.


-En el hospital me han dado tu dirección; ayer no me invitaste a venir a tu casa- le dijo a Bella con reproche. Jake miraba a Bella sorprendido.


-¿Ayer?, ¿por qué no me has dicho nada?- le preguntó a Bella.


-Vino a dar una conferencia en el hospital, pero después de la conversación que mantuvimos, pensé que no nos honrarías con tu presencia- dijo Bella molesta.


El silencio hizo acto de presencia en la habitación.


-Rose, por favor, ¿puedes llevarte a Megan a su cuarto?- le pidió Bella. Ésta cogió de inmediato a la niña, y subieron a la habitación, con Emmet detrás.


Jake suspiró frustrado mientras se apartaba de la puerta, dejando paso a Charlie.


-Bonita casa... me sorprendes Isabella- dijo con arrogancia. Bella le miró arrugando el ceño, sin entender a qué se refería.


-Pasas de ser una adolescente rebelde y caprichosa a ser una perfecta mujer de su casa- prosiguió Charlie.


-¿Una adolescente rebelde?... ¿todavía no me perdonas el hecho de haber decidido tener a Megan, verdad?- respondió llena de rabia. Jake, al lado de su hermana, se iba poniendo rojo de la ira.


-¿Cómo pudiste ser tan irresponsable?, criar a una niña tu sola, sin ni siquiera conocer a su padre- masculló entre dientes -fuimos la comidilla de Forks durante todo ese tiempo- terminó de decir con rabia.


-Si has venido a echarme en cara todo eso, ya te puedes ir- le dijo mi novia, dándole la espalda.


-¿Comidilla de Forks?- replicó Jake burlón -toda la familia lo hemos sido durante años por vuestro amago de matrimonio y nunca ha pasado nada; así que no me vengas con ese cuento- siseó furioso.


-No me hables así muchacho- le advirtió Charlie enfadado.


-Jake cariño, tranquilo- le dijo Leah, tomándole del brazo.


-No te metas- le dijo Charlie; Leah le miró con miedo.


-Ni se te ocurra volver a dirigirte así a mi esposa... puede que no sepas el significado de esa palabra, pero nadie habla a mi mujer en ese tono- le amenazó Jake en voz baja y fría.


-Todavía no comprendo qué vistes en ella... cómo tampoco entiendo que ve Edward en Bella; cargar con la responsabilidad de una niña que, para más inri, no es suya- replicó con una mezcla de mala intención y sorpresa en su voz.


Bella se dio la vuelta, roja de llorar y de rabia.


-¡Porque no todo el mundo es como vosotros dos!; nunca os hemos importado y parece ser que nunca lo haremos, de modo que si no tienes más que decir ¡lárgate y déjanos tranquilos de una vez!- terminó de decir, bramando a pleno pulmón.


-¡Ni se te ocurra volver a levantarme la voz!; ¿así me agradeces que haya cuidado de ti... de vosotros.. todos estos años?, a ti pagándote la carrera y la universidad y ...- Charlie avanzó hacia ella, dispuesto a encararla, pero Jake y yo le cortamos el paso.


-No te acerques a ella- Jake le tomó por la solapas de su costoso traje, empezando a forcejear ambos.


-¡¿No ves que está embarazada?; ¡déjala en paz!- gritó Jake.


-Salga de mi casa ahora mismo... y si se le pasa por la cabeza volver a acercarse a mi familia, le juro que no responderé- le amenacé, encarándole yo también.


En ese momento que perdí de vista a Bella, el grito de Leah resonó en la habitación.


-¡Edward!- al girarme, el pánico se apoderó de mi. Bella estaba tumbada en el suelo, sin conocimiento.


-¡Cariño!, Bella despierta- horrorizado la tomé el pulso, debía tener la tensión por los suelos.


-¡Emmet!- al momento mi hermano bajó las escaleras de tres en tres, agachándose a nuestro lado.


-Llevátela al sofá; avisa a papá- le dije. Asintió nervioso, no sin antes dirigirle a Charlie una mirada intimidatoria.


Lleno de rabia, me giré hasta donde estaban Charlie y Jake.


-Lo siento, he perdido los nervios y...- trató de disculparse, pero Jake volvió a encararlo.
-¿Estás contento?, te juro que si les pasa algo a cualquiera de los dos, no respondo de mis actos; ahora por favor, sal de esta casa, de San Francisco, y déjanos en paz- le medio rogó, medio ordenó.


-Por favor, yo no pretendía...- pero no le dejé acabar la frase.


-Le voy a decir una cosa... no vuelva a despotricar así de Bella Y Jacob; su hija y su nieta han sido de lo mejor que me ha pasado en la vida... ¡y no permitiré que vuelvan a sufrir!- al momento llegaron mis padres.


Esme se fue directamente a la sala, para ver a Bella, que iba despertando.


-¿Qué está ocurriendo aquí?- preguntó mi padre, intentando controlar su voz.


-No es asunto suyo- siseó Charlie.


-No le hables así... el en menos de un año se ha convertido en el padre que TÚ nunca has sido- siseó Jake furioso.


Esas palabras callaron el ambiente; Charlie miraba a su hijo con una expresión inescrutable en su rostro. Lentamente se desasió del agarre de su hijo, recomponiendo la compostura.


-Veo que ya tenéis otra familia... ni se os ocurra aparecer por Forks- dijo abriendo la puerta y cerrándola con un fuerte portazo.


Mi padre rápidamente se dirigió al salón, donde Bella ya había abierto los ojos.


Me quedé con Jake un momento, intentando calmarlo, al igual que Leah.


-Ya está cariño- éste se abrazó a su mujer, con los ojos llenos de lágrimas.
-Perdona por dar este espectáculo Edward, per...- le corté.


-Tranquilo Jake, te comprendo... vamos a ver a Bella- le cogí de los hombros, dirigiendo nuestros pasos hacia la sala.


Bella estaba tumbada en el sofá, con los ojos buscaba su hermano.


-Jake- musitó en voz baja. Éste se arrodilló a su lado, cogiendo la mano que Bella le tendía.


-No volverá a molestarnos jamás, te lo prometo hermanita- Bella simplemente asintió con la cabeza, mientras yo hablaba con mi padre.


-Acabo de revisarla, sólo es una simple bajada de tensión; pero me quedaría más tranquilo si la lleváramos al hospital, sobre todo para asegurarnos de que el bebé está bien- me explicó.
Dos horas después de todo el follón, Bella se encontraba descansando en la cama de un box de urgencias. Después de escuchar el latido de nuestro hijo, y de verificar que todo estaba bien, al fin pude respirar tranquilo.


Estaba fuera, hablando con Jake y Emmet, cuándo mi padre salió.


-Bella pregunta por ti, hijo- rápidamente me escabullí dentro de la cortina. Bella estaba despierta, mirándome con una sonrisa que no le llegaba a los ojos.


-Edward- me llamó, estirando una de sus manos hacia mi. La tomé y la besé con delicadeza a la vez que me sentaba a su lado, retirándole el pelo de la cara.


-¿Cómo te encuentras cariño?- pregunté suavemente.


-Cansada, agotada... pero bien, estamos bien- dijo señalando su pequeño vientre.


-No volverá a hacerte daño Bella, no lo consentiré- le prometí serio, recordando con rabia los sucesos de hace unas horas.


Ella negó con la cabeza, quitando hierro al asunto.


-El es así siempre... ellos son así, no entiendo que les hemos hecho, es cómo si les molestara que Jake y yo hayamos nacido- susurró con pena.


-Bella, no digas eso porque no es verdad... eres una de las mejores personas que conozco, por no decir la mejor... y una buena madre; además... si no hubieras nacido, ¿qué sería de mí en estos momentos?- susurré contra sus labios, para acariciarlos lentamente con los míos.


-Te quiero- susurró mi preciosa novia.


-Y yo a ti, más de lo que te puedas imaginar- murmuré bajito, besándola de nuevo. Apoyé nuestras frente, mientras la miraba con cariño.


-¿Podré ir a casa?- preguntó haciendo un mohín.


-Se lo preguntaremos al doctor Simmons... pero quiero que me prometas que estarás unos días en reposo- le medio ordené, acariciando su vientre.


-Prometido- dijo no muy convencida.


-Bella...- le reprendí con cariño. Ella rodó los ojos, asintiendo con la cabeza.


Mientras esperábamos que el doctor Simmons arreglara los papeles del alta, ambos permanecimos abrazados, en un cómodo y reconfortante silencio. Besaba su frente y cabeza en repetidas ocasiones, jurándome a mi mismo que ésto no se volvería a repetir... nadie, ni siquiera Charles Swan, haría daño a mi familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario