jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 14. Caras Nuevas


Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer.
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CURANDO UN CORAZON

Capítulo 14: Caras nuevas


EDWARD PVO


Me tiré en la cama de mi frío y solitario apartamento, todavía sin creerme lo que había pasado... y maldiciéndome a mi mismo en silencio.



Sabía que Bella tenía razón, mis actitudes tanto con ella como con Megan demostraban amor... ¿por qué no era capaz de decírselo a las claras?.


Me partió el alma cuándo dijo "solo esperaba compartir un poco de ese amor tan grande y que hubiera un hueco para Megan y para mi"... ¿sería verdad que no he dejado del todo atrás mi pasado...?... ¿ y si nunca lo superaba?.


Estos meses en los que Bella y yo hemos estado juntos... han sido maravillosos. El recuerdo de Sophie casi se había quedado en el olvido.


Y digo casi porque una parte de mi corazón jamás la olvidaría, eso era un hecho... pero poco a poco Bella y Megan se metieron en él... y Bella, apenas sin esperar nada a cambio, me había dado todo.


Me había ofrecido amistad, complicidad, confianza, paciencia, pasión... y amor. Y una niña maravillosa, que quería cómo si fuera mía. La llamé a su casa, al móvil, incluso al busca... y nada, todo en vano.


No pegué ojo aquella noche, mirando el reloj una y otra vez y dando vueltas en la cama, deseando que llegara el día siguiente para poder hablar con ella. Al llegar al hospital lo primero que hice fui ir directo a su servicio, para poder verla. Allí me dijo Rosalie que Bella había llamado, cambiando el turno para toda esta semana con Mandy.


-¿Ha sucedido algo Edward?- me preguntó Rose preocupada.


-No, tranquila no te preocupes- miré mi reloj, y me volví a dirigir a ella -tengo reunión con los nuevos residentes, pasaré más tarde- me despedí para irme a cambiar.


Al llegar a la salita, me encontré con Emmet, Mark, otro de los cirujanos, y el doctor Gills, nuestro jefe de servicio y padre de Mark. Me disculpé por la tardanza, y el doctor Gills empezó su discurso.


-Soy el doctor Albert Gills, y quiero darles la bienvenida al North-Union y al servicio de cirugía general. Quiero presentarles al doctor Emmet Cullen, cirujano especialista en cardiología- les dijo, señalando a mi hermano, el cual permanecía con los brazos cruzados sobre su pecho y mirando a los tres cirujanos residentes con una ceja alzada- y los doctores Mark Gills y Edward Cullen, especialistas en cirugía general. Ellos les guiarán en sus primeros años cómo residentes... y aunque yo sea su supervisor, obedecerán sus órdenes cómo si fueran mías- les explicó con voz clara y firme. Una vez les explicó el funcionamiento del servicio, y las innumerables guardias que harían, nuestro jefe se retiró.


Los tres nos quedamos mirando a los tres chicos, mientras mi hermano tomaba el mando del asunto.


-Bien... parece ser que nos vamos a ver durante mucho tiempo... hay más cirujanos en el hospital, y a nosotros nos ha tocado enseñaros- empezó su discurso.


-Los tres esperamos esfuerzo y dedicación...- siguió Mark.


-Y que los buscas estén disponibles las veinticuatro horas del día... si todo eso se cumple, nos llevaremos bien- terminé el discurso.


-Las rondas de primera hora de la mañana las haréis conmigo... será la parte más teórica; si sois listos... y seguro que los sois.. os sabréis los historiales de los pacientes mejor que vuestros apellidos- dijo Mark, mientras yo hacía una mueca por no reírme.


-Así se empieza... según se vaya viendo vuestro progreso, empezareis a entrar en quirófano, con cualquiera de los tres- terminó Mark el discurso.


-¿Alguna pregunta?- cuestioné poniéndome serio.


Uno de los chicos carraspeó... hice un gesto con mi cabeza, instándole a preguntar.


-¿Son parientes?; llevan todos los mismos apellidos- preguntó confuso. Rodé mis ojos, mientras Emmet negaba con la cabeza y se acercaba a él.


-Todavía no es tiempo de preguntas personales, doctor...- dejó sin acabar la frase, esperando su respuesta.


-Anthony... Anthony Milles- susurró tembloroso. Era bastante más bajo que Emmet, delgado y con el pelo moreno muy corto.


Se volvió al que estaba en medio, alto, rubio y con el pelo recogido en una coleta. Tenía una pinta de rebelde increíble.



-James Cam- dijo fijamente, mirando a mi hermano a los ojos con una pequeña mueca... malo.
Pero Emmet pasó de largo, y miró al tercero, con una ceja alzada.


-Garret Sellerman- respondió escuetamente. Era alto y moreno también, éste por lo menos, al igual que Milles, tenían pinta de ser más tranquilos.


-Bien señores... hora de la ronda, síganme- les ordenó Mark, cogiendo los historiales y saliendo de allí.


Antes de que desaparecieran por la puerta, Emmet se dirigió al grupo.


-Cam... con leche y sin azúcar- le dijo mi hermano escuetamente. Éste iba a protestar, pero mi hermano tomó la palabra de nuevo.


-¿No me has oído?- preguntó resuelto. El chico simplemente asintió, para después salir.


Me quedé mirando a Emmet con una mueca en la cara.


-¿No crees que te has pasado un poco?- interrogué mientras miraba un historial.


-Nop... yo me pasé el primer año de criado con Silver... y ese chico no me gusta... no me da buena espina- dijo pensativo.


-Bueno... es el primer día, las apariencias engañan- le contesté.


-Veremos cómo va todo... por cierto... ¿por qué has llegado tarde?- preguntó curioso.


Tomé aire, explicándole lo ocurrido la noche anterior. Él me escuchaba atentamente, sin interrumpirme. Cuándo terminé, movió la cabeza, negando en silencio.


-¿Qué?- le pregunté, me estaba poniendo de los nervios.


-Hermano... me parece que la has cagado pero bien... te lo dije antes de empezar a salir con ella... deja que la vida siga, y entierra el pasado de una buena vez- me reprendió.


-Ojalá fuera tan fácil... pero tengo miedo... miedo de volver a ilusionarme y que de repente, pase algo y te ponga tu vida patas arriba- le expliqué un poco enfadado.


-Edward... a mi no me engañas; sé que la amas... tu comportamiento de estos últimos meses es... no sé explicarlo... no te veía así desde hace mucho tiempo... y eso es porque la amas- concluyó de contarme.


Agaché la mirada... pero lo admitía, Emmet tenía razón.


-¿Crees que se puede vivir así, sin atreverte a dar un paso por miedo a lo que pueda pasar?; Edward, mira... yo no sé si las cosas saldrán bien entre Bella y tú... pero si todo iba bien... ¿por qué pensar en algo que puede que nunca pase?; si viviéramos así de aterrados, no viviríamos tranquilos... y nos perderíamos muchas cosas- me dijo. Al ver mi silencio, negó con la cabeza mientras salía por la vuelta, pero antes de salir se volteó.


-Habla con ella... incluso tómate un tiempo si lo necesitas... pero ten cuidado, quizá al final sea demasiado tarde- me dijo antes de salir por la puerta.


Medité las palabras de mi hermano. Debía hablar con ella y aclarar este lío... y si ella quería un tiempo, se lo daría... pero no podía perderla, no lo resistiría otra vez.


Esa mañana estuve distraído, pensando en una manera de arreglar las cosas con Bella. Antes de cambiarme, fui a ver si Bella había llegado. Normalmente era muy puntual... y efectivamente, allí estaba. Me acerqué con cautela, no sabía que reacción iba a tener.


-Hola- le saludé con una pequeña sonrisa. Ella levantó la cabeza. Tenía mala cara, y sus ojos rojos delataban que había llorado.


-¿Qué quieres Edward?- me preguntó con voz cansada.


-Bella, tenemos que hablar- le dije tensándome, intuía que no me lo iba a poner fácil.


-¿Para qué?; ya me lo dejaste bien claro ayer- me contestó mirándome fijamente.


-Bella... yo... lo siento, lo siento mucho de verdad... no quería que te sintieras mal y no...- pero ella me interrumpió.


-La culpa es mía Edward... pero he llegado a una conclusión, y es que no puedo- dijo ella, intentando que la voz no se le quebrase.


-¿Qué no puedes?, Bella no...- supliqué desesperado, sabía lo que me iba decir.


-No puedo competir con ella, nunca fue mi intención... es mi culpa por hacerme tontas ilusiones... creí que podías llegar a amarme- suspiró con pena.


-Bella... y lo hago, de veras... no quiero perderte, por favor- supliqué de nuevo.


Ella negó con la cabeza, mientras me miraba con cariño.


-Edward... no quiero que me lo digas por lo que pasó ayer... quiero que salga de ti, de aquí- me dijo, poniendo la mano encima de mi corazón – pero creo que necesitamos un tiempo separados, debes poner en orden muchas cosas, y yo también- musitó ya con lágrimas en los ojos.


Agaché la mirada, abatido y con un dolor en el pecho que nunca había sentido. Ella me miraba con cariño, mientras me seguía diciendo.


-Debes hacerlo... y si de verdad me amas, yo seguiré aquí... esperándote y amándote. Y aunque me dolía en el alma, asentí con pena. Si ella quería un tiempo, con todo el dolor de mi corazón, se lo daría.


-Lo siento mucho Bella, todo lo que ha pasado- me intenté disculpar; ella me calló con un dedo, poniéndolo sobre mis labios.


-Edward, no más disculpas- terminó de decir, para abrazarme con cariño. Desesperadamente la apreté contra mi, escondiendo mis lágrimas en su cuello. Una vez ella rompió el abrazo, me disponía a salir, cuándo su voz me hizo girarme de nuevo.


-Sólo una cosa más- me dijo con una triste sonrisa.


-Dime- la animé a decirme.


-No tardes mucho, por favor- me suplicó llorando de nuevo. No fui capaz de decirle nada, las palabras no salían de mi boca. Me dirigí a cambiarme, para marcharme de nuevo a la soledad de mi apartamento.


Estaba hundida, y con una depresión de caballo a mis espaldas. Sabía que ambos sufríamos... pero necesitábamos tiempo, sobre todo Edward. Desde aquella conversación que tuvimos, sólo le veía en el hospital, y no mucho tiempo. Una vez la gente se enteró de nuestra "ruptura", Jasper intentaba no mandarme a ningún quirófano con él mientras no fuese necesario; en los turnos de guardia apenas coincidíamos... pero siempre que nos cruzábamos me saludaba y me preguntaba por Megan. Hasta ella parecía echar de menos a Edward... o puede que fueran imaginaciones mías.


El contacto con Esme y Carlisle también se redujo bastante. Lo sentí en el alma, sabía que adoraban a la niña... pero era una situación incómoda, para ellos y para mi. Emmet seguía igual que siempre... pero no me presionaba, nos entendía a ambos.


Pero aunque mi interior estaba roto y destrozado, ante los demás intentaba poner buena cara y disimular... y más hoy, que era un día muy importante para mi.


Hoy era siete de abril... y mi niña cumplía un añito. No había organizado nada, tan sólo estaríamos Jake, Leah y yo con la peque... aunque en mi servicio me dieron un montón de regalos para ella. Esme me había llamado por la mañana, para feclicitarla... y preguntarme cómo estaba yo, la verdad es que era muy amable y buena. Carlisle me subió su regalo antes de marcharme.


No vi a Edward en toda la mañana, supuse que tendría turno de tarde o de noche. Llegué a casa cargada de paquetes, y allí estaba mi niña, que torpemente caminó hasta mi.


-Hola cariño, muchas felicidades- le susurré bajito, dándole besitos por toda la cara. Ella me sonrió, e intentó pronunciar algo, pero no le salía nada coherente.


-Hola hermanita- me saludó Jake, dándome un beso en la mejilla. Leah estaba trasteando por la cocina, de modo que dejé a la niña con Jake para ir a ayudarla.


Una vez nos sentamos los tres a la mesa, puesta que Megan ya había comido, mi hermano empezó a hablar.


-¿Cómo estás Bells?- me interrogó, mirándome fijamente a los ojos. Jake era una de las personas que mejor me conocía... y a el no lo podía engañar. Lo confieso, no sé mentir muy bien.


-Bueno... he tenido épocas mejores- susurré, bajando la mirada al plato.


-¿Cómo le va a Edward?- me preguntó mi cuñada. Me encogí de hombros, mientras le contestaba.


-Lo poco que sé, bien... no le veo mucho, la verdad-.


Algo debieron ver en mi mirada, porque no volvieron a sacar el tema, cosa que agradecí.


-Bien... Leah y yo también estamos de celebración- exclamó mi hermano, cambiando de tema y tomando a Leah de la mano.


Les miré expectante, esperando a que hablaran.


-¿Y bien?- pregunté, mirándolos.



-Bueno... vas a ser tía- me dijo Jake con una sonrisa, la misma que tenía Leah en su cara.


-¡Oh, dios mío!, felicidades- dije emocionada y alegre mientras me levantaba y daba un gran abrazo a los dos. Por fin su sueño se cumplía.


Una vez me recuperé de la noticia, disparé mi arsenal médico.


-¿De cuánto estás?, ¿ya te has hecho los análisis del primer trimestre?- pregunté.


-Pues... verás Bella, no estoy embarazada- respondió Leah tan tranquila.


-¿C...cómo?- pregunté confusa.


-Verás... -Jake se rascó la parte de atrás de la cabeza- hace unos meses, justo antes de navidades... iniciamos los trámites de adopción- me contó.


-¿De verdad?... ¿y por qué no me dijisteis nada?; ¿te ha dicho el médico que tienes algún problema?- pregunté a Leah, preocupada y sorprendida a la vez.


-No Bells... el doctor Simmons nos aseguró que no tenemos problemas... pero la adopción era algo en lo que llevábamos pensando mucho tiempo- me explicó mi cuñada.


-Y decidimos tantear algunas agencias de adopción... decidimos no decir nada, hasta pasar las entrevistas y los requisitos que te exigen- me explicó jake mientras comíamos... yo tenía demasiada hambre, iba ya por el tercer plato de ensalada.


-Y hace diez días, nos dieron el aprobado... en tres meses nos vamos a buscarlo... bueno, a buscarla- me explicó Leah emocionada.
-¿Es una niña?- pregunté con una sonrisa.


Ellos asintieron, mientras Leah me tendía una foto. Una preciosa niña de aproximadamente tres meses de edad, gordita, con el pelo color marrón oscuro y con los ojos rasgados descansaba en brazos de alguien, pero no se le veía la cara en la foto.


-Se llama Mailin, y es vietnamita- me explicó Jake, mirando la foto con una sonrisa.


-Es preciosa... muchas felicidades a ambos- por lo menos alguien era feliz... y Megan tendría una primita para jugar.


Después de contarme cómo sería su viaje, y de que la niña estaba sana y más cosas, nos dispusimos a saborear la pequeña tarta de cumpleaños. Jake encendió una velita, e intentamos que Megan la apagara sola... pero al final necesitó un poco de ayuda.


En esos momentos me acordé mucho de Edward, en cómo le habría gustado estar aquí.
Le dimos un pequeño trozo de tarta a Megan, pero prefirió irse a jugar con sus nuevos regalos. Sonreía mientras la miraba y me metía un trozo enorme de pastel a la boca.


-Bells... ¿desde cuándo te gusta el pastel de chocolate y galleta?... no eres muy de chocolate- dijo Jake mirándome extrañado. Me quedé extrañada, mirando la tarta... y lo más curioso, me apetecía otro trozo.


-Compramos tarta de chocolate por Megan... no sabía que te habían cambiado los gustos- dijo Leah.


Sonreí, intentado poner buena cara.


-Bu... bueno... tendré hambre, hoy no he desayunado- dije resuelta.


Mi hermano y mi cuñada se marcharon bien entrada la tarde. Estaba intentando cazar a Megan para meterla en la bañera, cuándo sonó el timbre de la puerta. Me quedé impactada, observando a Edward en la puerta. Estaba guapísimo, como siempre.


-Hola Bella- me saludó con una sonrisa de nervios.


-Hola, pasa por favor- le invité amablemente, apartándome de la puerta. Observé que traía un paquete envuelto en la mano.


-Supongo que vienes a felicitar a la cumpleañera- le dije con una sonrisa. El asintió, mientras le invitaba a pasar hacia el salón.


Se quedó embobado mirando a la niña; ésta, nada más verle, echó a andar hacia los brazos que le tendía. La levantó y la cogió.


-Feliz cumpleaños mi niña- oí que la decía muy muy bajito... pero yo lo oí... y no pude evitar que las lágrimas inundaran mis ojos. En un esfuerzo porque Edward no las viese, me dirigía la cocina con la excusa de prepararle un café y darle un pedazo de tarta. Una vez lo llevé al salón, me los encontré en el suelo, jugando cómo lo hacían antes y desenvolviendo la muñeca que le había

comprado Edward. Una mezcla de peña y añoranza me invadió, recordando los meses anteriores.


Edward levantó los ojos, y al ver la bandeja que llevaba en la mano se levantó para ayudarme.


-Gracias- dijo mientras tomaba la bandeja, nuestras manos se rozaron, y esa corriente volvió a aparecer, cómo cuándo estábamos juntos.


Ambos nos sentamos en el sofá, nos mirábamos con disimulo, hasta que él tomó la palabra.
-¿Cómo estás?- me preguntó.


-Bueno... bien- mentí descaradamente, pero sé que la sonrisa que le dediqué era más bien una mueca de pena.


-Ya... ¿cómo te va por el hospital?... hace mucho que no coincidimos en los quirófanos- me dijo suavemente.


Me encogí de hombros, para contestarle.


-Supongo que Jasper y Tyler lo han programado así- le dije, intentando aparentar indiferencia.


-Ya... bueno, supongo que en alguna guardia coincidiremos- respondió. Asentí levemente, mientras le preguntaba.


-¿Y tú, como estás?-.


-No te voy a engañar, no muy bien que digamos... os echo de menos... mucho- dijo, mirándome fijamente, y con la pena y el dolor escrito en sus ojos.


Suspiré, ¿cómo decirle que lo necesitaba con urgencia, que lo añoraba día tras día... que lo amaba más que a nada en el mundo...?; ¿pero el me amaba?.


-Bella... - dijo mientras dejaba la taza y se acercaba peligrosamente a mi. Mi respiración se agitó, necesitaba sentirle cerca de mí... y no pude evitar rozar mis labios con los suyos.


Todo daba vueltas a mi alrededor, sabía que ésto no estaba bien... pero no podía evitarlo. Echaba de menos sus besos y sus caricias... y me descontrolé. Mis manos viajaron a su pelo, y enredé mis dedos en el. Sus manos acariciaban mi cara con delicadeza, pero a la vez con necesidad, como reconociéndome y asegurándose de que era yo... pero una vocecilla nos hizo separarnos.


-Pa...pá- Edward yo nos volvimos apresuradamente. Megan estaba de pie a nuestro lado, con las manos apoyadas en las rodillas de Edward. Ambos nos quedamos sin aliento, mirando a la pequeña. Giré mi vista hacia Edward, que estaba mudo de la impresión.


-Yo... lo siento... es pequeña y todavía no distingue- no sabía que más decir o hacer.


-No pasa nada Bella... lo comprendo- dijo con una pequeña mueca de pena -debo irme, se ha hecho tarde- me dijo con una pequeña sonrisa. Dio un beso a la niña, y lo acompañé hasta la puerta.


-Gracias por venir, y por el regalo- le agradecí -y siento lo qué ha pasado... no...- me intenté disculpar.


-Bella... no me ha molestado... es más, me ha gustado... y sabes qué, si quieres, yo...- dejó la frase inconclusa, pero sabía a lo que se refería.


Asentí, mientras le daba un beso en la mejilla, observé que el cerró los ojos, disfrutando de nuestro pequeño e inocente contacto.


-¿Mañana vas de turno de mañana?- me preguntó una vez me separé de él.


-Sí... tengo un by-pass con tu hermano- le expliqué, como en los viejos tiempos.


-¿Podré invitarte a desayunar?- se ofreció tímidamente.


Asentí con una gran sonrisa, me dio una de vuelta y se metió en el ascensor. Lentamente cerré la puerta de casa, mientras miraba a mi pequeña, ajena a todo lo que había provocado.


Después de bañarla y acostarla, me senté un rato al ver la tele. Al de un rato, caí en la cuenta de lo del chocolate... y un escalofrío sacudió mi columna. Me acerqué a la cocina, y rápidamente busqué un calendario. Una vez lo tuve en mis manos, mi mente no hacía más que echar cuentas... las repetí como unas cinco veces... y todas con el mismo resultado.


Ningún síntoma, más que el hambre y las emociones... igual que la primera vez.


-Dios... ¿dónde está mi periodo?- pensé en voz alta, mientras el calendario se caía de mis manos.

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