lunes, 30 de julio de 2012

¿Y mi final Feliz?



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Capitulo X
Tomando Decisiones


Edward POV 

-Contesta tu celular – le grite. 

Había sido molesto escuchar una voz de hombre tan cerca de Bella. Su respiración mezclada con la de ella. Estaba hablando por teléfono por Dios y en la casa de mis padres, no debería tener un poco más de respeto. 

Nunca me había preocupado por cosas como estas en el tiempo que he estado en Londres simplemente porque Bella me contaba todo y sabía que desde que comencé mis estudios en Inglaterra ella jamás había tenido algún tipo de acercamiento con ningún chico. Mi padre y yo éramos los únicos hombres en su vida y esperaba que fuera así por un buen tiempo. 

Bueno, la había escuchado hablar sobre Emmett, pero la forma en que lo hacía eran más como si hablara de un hermano que de un posible amor, además él era mayor y no permitiría que Bella saliera con alguien mayor que ella; conocía a los de mi edad y estoy más que seguro que la mayoría no son de fiar. 

Mientras intentaba bajar mi molestia me hice una pregunta. ¿Soy el hermano celoso? No… nunca lo he sido. Es mi hermanita y mi responsabilidad desde que la vi la primera vez cuando mi madre la cargaba fue la de protegerla, de todo y de todos los que quisieran hacerle daño. Es mi pequeño tesoro, no podía decir más. 

Quería llamarla, pero no como estaba en este momento. Nunca había estado en un predicamento así, el estar en otro país tan lejos de ella hacia mi frustración aún mayor. Y todo esto me complicaba las cosas. 

Tenía en mis manos los papeles de mi pasantía médica. Había decidido colaborar con el grupo de ayuda mundial con el que trabaja la universidad. 

Kenia, se encontraba remarcado en estos el nombre de donde me habían dado opción de ir, ya todo estaba casi listo. Solo me faltaba decirle a Bella y entregar los documentos a la oficina principal. No sabía porque pero algo me había retenido de hacerlo esa mañana. 

Me sentía como un animal enjaulado dentro de mi habitación, el reloj de mesa sonaba como tambores retumbando en mi oído. ¿Qué iba a hacer? 

Cinco minutos habían pasado desde que le grite a Bella, al segundo de haberlo hecho me había arrepentido; yo jamás le gritaba a mi hermana. 

-Edward, Pued… - quedó mi mejor amigo a mitad de palabra cuando me vio. No sé lo que vio en mí pero sus ojos se abrieron de par en par y sus pasos se hicieron lentos y titubeantes. 

- ¿Estas bien? 

- ¿Quieres saber la verdad? – lo mire a los ojos preguntándole lo mismo con la mirada. 

- Sabes que sí, eres mi amigo, y ya sea algo bueno o malo me gustaría saber que pasa. 

-Es mi hermana – logre hilar en susurro 

- ¿Ella… está bien, le pasa algo? 

- En este momento si, no pasa nada. Pero… 

- Pero te preocupa que algo pase y tú no estar ahí. 

- Si 

- Edward – sonrió – es fácil. 

- ¿Qué? 

- Se lo que tienes y como te digo es fácil – suspiro – te debates entre ir a Kenia o ir a Forks 

- Yo no he pensado ir a Forks – conteste seguro. 

- Directamente no, pero lo has hecho. Es más, inconscientemente lo sigues haciendo. - ¿lo estaba haciendo? 

- ¿Y porque es fácil? 

- Sencillo, solo tienes que decidir que es más importante para ti, si tu hermana o tu pasantía. 

- Pero sin mi pasantía no puedo obtener mi título – conteste contrariado por su resolución. 

- Exacto. ¿Pero y sin tu hermana? 

¿Qué había dicho? Imaginarme un segundo sin mi hermana, sin poder volver a verla jamás, ese pensamiento cortó el aire que pasaba por mis pulmones. Sabía que ya hacía más de un año que no la veía, pero ella estaba bien, lo acababa de comprobar. 

Me senté de golpe en mi cama sintiendo una opresión en mi pecho de tan solo imaginar que algo le pasara. 

-Ahí está tu respuesta – oi su voz junto a mí. 

- ¿Qué? – me sentía desorientado por la idea. 

- Puedes hacer tu pasantía donde tú quieras ¿No es así? 

- Si pero… 

- Y por lo que veo no has entregado los papeles – siguió hablando ignorando lo que quería decirle. 

- No, no lo he hecho. 

-Todo resuelto – se levantó de la cama y camino hacia la puerta. 

- Simplemente no te entiendo – grite frustrado, estaba hablando en código y en este momento no estaba para eso - ¿Qué está resuelto? 

- has tu pasantía en Forks – dijo cerrando la puerta. 

Quede helado viendo la puerta de mi dormitorio como si esta fuera eco de lo que acababa de escuchar. Era posible lo que él me decía, lo sabía. Pero aun así, sentí cierto temor por aquello. Tenía planes que había hecho desde hace varios meses y ahora me dividía entre mis planes mi hermana. 

-Eres estúpido – me dije a mi mismo luego de volver a darle vuelta a las cosas – ya tienes tu respuesta. 

Vi la hora, varios minutos habían pasado desde que le dije a Bella que la llamaría y no lo hacía. Tome mi celular y marque su número. 

-Edward – hablo ella, pero no pude decirle nada. Todavía seguía una guerra interior en si era mi decisión final o no. 

- Lo siento – dijo segundos después. Sonaba arrepentida, ¿Por qué lo hacía? ¿Había hecho algo malo? Mis dudas solo me daban más problemas para hablarle. 

Tome el celular como si este pudiera transformarse en un espejo mágico y enseñarme a Bella en ese momento. 

-Edward ¿Estás ahí? – oi su afligida voz llamarme. Solo eso basto para mí. Había jurado cuidarla y eso haría. 

- Te tengo una buena noticia – le hable suave como niño regañado cuando dice dónde estaba. 

- ¿Y cuál es? – sentí su voz insegura. No tenía por qué estarlo, no podía ser yo quien le sumara un punto más a sus inseguridades. 

- Regreso a casa 

- Siiiiii – grito feliz, haciendo que yo me sintiera igual. Segundos después salían un bombardeo de preguntas incomprensibles de su parte. 

- Bella… Bella, espera – la pare – una pregunta a la vez que no te entiendo. 

- oh… lo siento – oi su sonrisa tímida. 

Le explique que posiblemente me tardaría un poco en regresar pero que lo haría. Ella acepto feliz, la alegría que irradiaba con su voz a través del celular hizo crecer más mi ego. Mi hermana me extrañaba tanto como yo a ella y pronto estaría a su lado…


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Cowboy de mi Corazón


Capítulo 10: El comienzo de algo


Edward cabalgó durante más de media hora sin rumbo fijo, hasta que de pronto se encontró que había llegado al lugar dónde Bella solía pasear... aquel lugar dónde la vio con los tediosos hermanos Denali. Consciente de que Concord necesitaba un pequeño respiro, bajó del caballo, y después de asegurar las riendas en el delgado tronco de un árbol, se sentó en el suelo, apoyado en otro árbol mucho más grande y fuerte, y ahí se sumió en sus pensamientos.

Por su cabeza pasaban miles de cosas... esa conversación con Jake, a la que posteriormente se había unido Jasper, le había dejado fuera de combate... e inconscientemente y por primera vez en muchos años, había dejado salir a la luz sentimientos y emociones... sentimientos de los que era causante su dulce tormento. Después de esa reveladora charla, y aunque sus hermanos no lo dijeran en voz alta, sabía de sobra que Jake le había provocado para que todo eso que tan celosamente guardaba su corazón saliera a la luz... ¿tanto se le notaba?.

Aunque el había dicho que tenía envidia de que sus hermanos se llevaran tan bien con Bella, reconocía que envidia no era la palabra adecuada... sino celos.

Los celos, que tantos meses llevaban carcomiéndole por dentro cada vez que Bella seguía las bromas a sus hermanos... ellos la hacían sonreír, con ellos se sentía bien; y en el fondo de su corazón, el deseaba ser el causante de todo eso en la joven.

Meditó por unos minutos la afirmación de Jake, de que ella le correspondía; sí que era cierto que se ponía nerviosa en su presencia, y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al recrear en su mente las sonrojadas mejilla de Bella. Pero el atribuía ese sonrojo a su timidez con las personas con las que no tenía confianza... y él , para su desgracia, era una de ellos.

¿Y si Jazz y Jake tenían razón?, ¿y si Bella no captara todas esas señales?; era muy joven, y por lo poco que le habían contado sus hermanos, muy inexperta en el amor... conocía vagamente la existencia de un ex novio durante sus años de instituto, y por lo que pudo deducir por aquel entonces, apenas pasaron de unos simples besos. Uno de los aspectos a los que él más se aferraba sin duda era la diferencia de edad; puede que el futuro no se notara mucho... pero ahora esos diez años se convertían en un abismo grande. Ella prácticamente acababa de hacerse adulta, y él ya lo era hace mucho tiempo... pero cómo bien dijo Jake, cuándo te enamoras eso es insignificante.

Cerró los ojos, deleitándose con las imágenes que pasaba por su cabeza... en todas ellas salía su Bella... Bella riendo, Bella revoloteando por la cocina, Bella montada a caballo, Bella hablando con Rosalie y la señorita Brandon... Bella con el pequeño Owen en brazos...

Esa imagen hizo que su corazón latiera de forma desacompasada... y aunque estuvo a punto de casarse con Jessica, su ex prometida no quería oír hablar de bebés durante los primeros años de matrimonio, y el, ciego y enamorado de ella, estaba dispuesto a acatar ese deseo, desechando esas imágenes de su mente y posponiendo su deseo de formar una familia. Pero esa imagen de Bella hizo que esa visión resucitara... Bella con un pequeño entre sus brazos... y con una alianza rodeando su dedo corazón; una alianza que esperaba ponérsela él mismo, algún día.

Pero ahora no debía pensar en el futuro... debía pensar en el presente; y el presente pasaba por intentar acercarse a ella, ganarse su confianza y sobre todo, esperaba que su amor. Sabía que era muy inocente en esos temas, y debía ser cauteloso... si por él fuera, la apresaría entre sus brazos y la besaría hasta dejarla sin aliento... si ella le quisiera, pondría el mundo entero a sus pies. Todavía pensando en alguna forma de empezar a acercarse a ella, miró de forma distraída su reloj, levantándose de un salto y regresando al rancho de forma apresura, debido a la hora.

Maldijo para sus adentros cuándo entró por la puerta de la cocina y vio la estancia meticulosamente recogida y limpia; eran casi las tres y media de la tarde, y todos habían vuelto al trabajo. Rezongando enfadado, abrió la puerta de la nevera para prepararse un simple sándwich o alguna otra cosa, cuándo la voz que más le gustaba habló detrás de su espalda.

-Hola Edward- al girarse, no pudo evitar que las comisuras de sus labios se levantaran en una imperceptible sonrisa cuándo vio a Bella.

-Hola... es... esto... yo sólo iba a prepararme algo de comer; no es necesario qu...- la frase le salió cómo una disculpa, pero Bella le interrumpió.

-Puedo calentarte un poco de estofado- le propuso con timidez, apartando su vista de él; entonces Edward se dio cuenta de su sonrojo... y de cómo se mordía le labio inferior... bingo... ahí estaban los dichosos nervios.

-Eso estaría bien- le contestó, sonriéndola con cariño. El corazón de la joven se aceleró con ese simple gesto... dios... que sonrisa tan bonita. Bella le indicó que fuera a sentarse, y en unos pocos minutos, puso enfrente suyo un plato lleno a rebosar.

-Vaya- murmuró sorprendido -me sorprende que mis hermanos hayan dejado algo-.

-Al ver que no venías, te he guardado un poco- se encogió Bella de hombros -ellos no se han enterado- le confesó con una sonrisa divertida. El pecho de Edward se contrajo... por lo menos, se preocupaba por él de la misma manera que se preocupaba de todos los habitantes de esta casa, y no le extrañaba en absoluto... ella era así, siempre pensando en los demás. Al ver a la joven parada enfrente suyo, se reprochó para sus adentros... quizá ella tuviera cosas que hacer, en vez de estar ahí observando cómo comía.

-Si tienes algo que hacer, no es necesario que te quedes- no tenía intención alguna de echarla, al contrario... pero por la mueca de desilusión que puso su dulce tormento, tuvo que golpearse mentalmente para sus adentros.

-Entonces te dejo sol...- Bella iba a girar sobre sus talones, para dejarle comer tranquilo, pero un pequeño grito la detuvo.

-¡No!- contestó Edward -quédate por favor... a menos que no tengas nada más importante que hacer- Bella le miró sorprendida, y durante unos segundos se debatió entre salir por la puerta o lo que realmente quería... quedarse allí con él.

-No tengo nada mejor que hacer- respondió con una pequeña sonrisa. Edward asintió contento, y siguió comiendo mientras Bella se preparaba un café para sentarse con él a la mesa.

Dios... Bella se repetía en su cabeza lo masoquista que era... pero algo le impedía apartarse del todo de ese chico de pelo cobrizo, aunque ello conllevara por una aparte desilusión; desilusión porque nunca sería nada para él más que una empleada en su casa... y nunca podría tener ni siquiera esa complicidad que tenía con el resto de la familia. Quería a Carlisle cómo a un padre, envidiaba el no haber tenido una madre cómo lo era Esme para todos los habitantes de la casa, incluida ella, y se sentía protegida por los tres hermanos mayores, que cuidaban de ella cómo si fuera la hermanita pequeña.

Decidió que intentaría llevarse bien con él, o por lo menos no darle pie para un comportamiento hostil hacia ella.

-Edward- lo llamó con voz suave, mientras se sentaba a su lado -¿qué querías decirme antes de que entraran tus hermanos?- interrogó curiosa; ella no sabía por qué había huido de esa forma tan brusca de la cocina.

El aludido se quedó parado de la impresión... no creía que ella recordara eso, y por un momento se envaró, rezando para sus adentros para que nadie hubiera dicho nada acerca del encontronazo que había tenido con Jake... pero no tuvo tanta suerte.

-¿Por qué te has peleado con Jake?- preguntó la joven, con el ceño fruncido y tono de voz preocupado.

-¿Cómo te has enterado?- le devolvió en respuesta.

-Oí a tu padre comentárselo a Esme, pero no escuché los motivos- confesó avergonzada -y no me he atrevido a preguntarle a Jazz o a Jake- Edward respiró aliviado para sus adentros.

-Tranquila, no ha pasado nada, y ya lo hemos arreglado- Bella iba a replicar, pero al observar los ojos de Edward comprendió que no quería sacar el tema a relucir, así que tuvo que conformarse con esa respuesta.

-Peleas de hermanos sin importancia- la guiño un ojo tranquilizándola, ya que sabía que no se había quedado conforme.

-¿Seguro que lo habéis arreglado?- inquirió de nuevo.

-Si, tranquila por eso- le volvió a decir -te preocupas demasiado de todos nosotros-.

-No me gustaría que estuvierais peleados- musitó la joven, mordiéndose el labio inferior... dios... ese inocente gesto que hacía le encantaba.

-Lo entiendo por la parte que le toca a Jake... pero no por mi- musitó, dejando la cuchara y girándose para encararla directamente. Los ojitos cafés de la chica lo miraban sin entender a qué se refería. La vista de Edward bajó a lo largo de todo su rostro, deteniéndose en esos pequeños labios rosa pálido... si moviera ligeramente la cabeza, los tomaría sin piedad alguna, pero tuvo que apartar esos pensamientos de su cabeza... despacio... se recordó mentalmente. Bella achicó los ojos, y frunció de forma graciosa su pequeña naricita, dándose cuenta de las imperceptibles pecas que asomaban por su pálida piel.

-No entiendo esa última frase- le reclamó. Edward pasó su mano derecha por su pelo, desordenándolo más, si era posible.

-Después de cómo te he tratado, no merezco que te preocupes por mi- susurró éste en voz baja, pero Bella lo oyó.

-Claro que te lo mereces- murmuró ella con voz ahogada -todo el mundo se perece una oportunidad... sé que no empezamos con buen pie- sonrió con tristeza -pero nunca quise molestarte, ni hacer nada que pudiera...- Edward se quedó embobado escuchándola... ella no tenía nada por el que pedir perdón; al contrario, él había sido un patán terco y desagradable con ella.

-Bella- la llamó, pero la joven no levantaba la vista del suelo, así que en un acto reflejo y totalmente involuntario, tomó su pequeña mano, dándole un suave apretón para que le encarara. La joven percibió el hormigueo que le recorría los dedos de arriba abajo, y lo rápido que repiqueteaba su corazón; no podía evitarlo.

-No eres tú la que tiene que pedir disculpas- le explicó; al ver que la joven no levantaba su vista, el mismo lo hizo, posando delicadamente su dedo en la barbilla de la chica. Los ojos chocolate que siempre le acompañaban en su pensamiento brillaban a consecuencia de la mezcla de emociones que sentía Bella en esos instantes; después de perderse por unos segundos en esa cálida mirada, prosiguió hablando.

-Desde que llegaste a esta casa no he hecho otra cosa que tratarte mal- le dijo en tono mustio.

-No todo ha sido malo- le contradijo Bella con voz tímida, y en un impulso, su mano libre sacó de debajo de su jersey la estrella de plata que él le había regalado por navidades.

-Todavía la llevas- murmuró en un susurro Edward, sorprendido por ese descubrimiento.

-Nunca me la he quitado- le aclaró ella; Edward no pudo disimular la sonrisa que le habían provocado sus palabras. Bella le sonrió de vuelta -también recuerdo la conversación que tuvimos cuándo fuimos a ver los terrenos que quería comprar tu padre- le siguió relatando ella.

-Me acuerdo- le dio la razón Edward -me gustó mucho hablar contigo- le confesó con una pequeña sonrisa.

-A mi también- exclamó la joven, ya completamente sonrojada.

-¿Crees que podemos hacer borrón y cuenta nueva?- inquirió Edward esperanzado. La joven no daba crédito a lo que estaba escuchando... ¿Edward quería ser su amiga?; se quedó callada unos pocos minutos, debatiéndose interiormente.

Sabía que eso era únicamente lo que le podía ofrecer... pero era la única forma forma que tenía de estar cerca del hombre que quería con todo su corazón. Esbozó una tímida sonrisa, asintiendo con la cabeza. El corazón de Edward brincó con fuerzas e ilusiones renovadas... era un pequeño paso, pero muy importante para él, y al menos ya no huiría despavorida; lucharía por ganarse su corazón.

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Las dos semanas siguientes fueron cómo un sueño para la joven pareja. Inmediatamente después de esa conversación en la cocina, ambos se fueron a dar un largo paseo, hablando de muchos aspectos desconocidos para ambos hasta ese momento.

Bella le descubrió una faceta de Charlie que desconocía mucha gente. Edward no imaginaba que el serio capataz fuera un cariñoso y compresivo padre; también le habló de su niñez, de su vida en Forks de sus años de instituto. En apenas dos semanas Edward descubrió sus gustos y manías, y ella hizo otro tanto con Edward, que hasta se atrevió a hablarle del tiempo que estuvo comprometido con Jessica. Habían tomado la costumbre de salir cada tarde después de comer, ya fuese a dar un paseo o a los establos de ganado, dónde estaban las crías recién nacidas.

Hacia allí se dirigían una tarde, cuándo vieron a Jazz y Jake escondidos tras una de las paredes del establo.

-¿Qué hacen?- interrogó Bella con el ceño fruncido, mirando a Edward.

-Cualquiera sabe- dijo con un deje de fastidio en su voz y rodando los ojos.

-¿Se puede saber qué hacéis aquí, escondidos cual delincuentes?- interrogó la joven, mirando a los hermanos con cara de póquer al acercarse a su altura.

-¡Shist!- siseó Jake con un gesto de su mano, indicándole que se callara.

-¿Qué demonios...?- Edward dejó la frase inconclusa, al asomarse para ver lo que sus hermanos veían con tanta atención. A lo lejos se veía cómo su padre y Esme compartían confidencias al oído, amorosamente abrazados. Negando con la cabeza, se volvió hacia sus hermanos mientras Bella también se asomaba.

-Un día nos pillarán cotilleando- les previno Edward.

-Al contrario; son ellos los que se esconden- corrigió Jake – de modo que nosotros los pillaremos-.

-Dejadles que disfruten de su secreto- dijo Bella volviendo la cara hacia los hermanos. Carlisle y Esme se veían muy enamorados, y formaban una bonita pareja; su mente recreó, por unos segundos, que eran Edward y ella, haciéndose arrumacos y confidencias al oído... meneó la cabeza, poniendo de nuevo los pies en la tierra... Edward no la veía más que cómo la veían el resto de los hermanos Cullen.

-Al fin alguien cuerdo en esta casa- siseó Edward entre dientes.

-Bella, desde que te llevas bien con Eddie, te has convertido en un muermo- le reprochó en bromas Jake, volviendo su vista hacia la posición de Esme y su padre. Justo en ese mismo instante, Carlisle miraba hacia los lados, asegurándose de que no había moros en la costa, para después inclinar su cabeza hacia Esme y besarla con ímpetu.

-Vaya, vaya- dijo Jake pensativo, pero con una sonrisa traviesa en su rostro -no sabía que papá era tan apasionado-.

Jazz y Bella ahogaron una carcajada, asomándose ellos también a contemplar el espectáculo; ni siquiera Edward pudo reprimir las ganas de echar un vistazo. Dada su estatura, se posicionó detrás de Bella, pegando literalmente su pecho a la espalda de ella.

Bella se percató de que inconscientemente se había apoyado en un cálido y musculoso pecho; miró hacia atrás, y la sonrisa que le regaló Edward casi la hace caer de bruces al suelo... el característico olor de Edward la invadió, y ella aprovechó para aspirarlo disimuladamente, llenando sus pulmones. El joven clavó sus ojos verdes en la nuca y el cuello de Bella, a la vista gracias a la coleta que llevaba, reprimiendo el impulso de besar su pálida piel. El calor de la chica y la cercanía de sus cuerpos bastó para que una íntima parte de su anatomía reaccionara de forma casi inmediata... dios mío... cómo la deseaba. Pero al momento reaccionó apartándose disimuladamente de ella, ya que no le apetecía que Bella, y por supuesto sus hermanos, se percataran de la engorrosa situación.

-Joder, no la deja ni respirar- murmuró Jake, que siguió contemplando el espectáculo sólo, ya que sus hermanos y Bella dejaron de espiar a la feliz pareja.

-¿A dónde ibais?- interrogó Jasper a Edward y Bella.

-A los establos de los terneros- le dijo ella. Jasper asintió con la cabeza a modo de respuesta y sonriendo complacido para sus adentros. Desde ese enfrentamiento en los establos, si se le podía llamar así, su hermano pequeño y él no habían tocado el tema... pero había visto un cambio muy grande en la actitud de su hermano para con Bella, y para él eso sólo significaba una cosa, había empezado a luchar por ella.

-Os acompaño, antes de que llegue la señorita Brandon- siseó con un resoplido de fastidio -Jake, deja de hacer de mirón y ven aquí-.

-Aburridos- rezongó el hermano mayor -ahora se ponía la cosa interesante- Jazz le dio un codazo, empujándole a salir.

Los cuatro se dirigieron en animada charla hasta el establo, y cual fue la sorpresa de Jake al encontrarse allí a Nessie, arrodillada junto a una de las reses.

-Vaya, no esperaba verte por aquí hasta la semana que viene- le dijo a modo de saludo.

-Hola chicos, hola Bellie- saludó ésta al grupo -Sam vino a pedirme ayuda, parece que esta amiga tiene problemas- les explicó preocupada.

-¿Qué le ocurre?- preguntó Jasper, agachándose a su lado.

-Parece que ha entrado en labor de parto, pero el ternero debe estar mal colocado- murmuró la joven, quitándose los guantes y pasándose la mano por su sudorosa frente.

Bella se apartó un poco, dejando espacio a los hermanos y la joven veterinaria. Un mugido lastimero salió de la boca del pobre animal, se veía que estaba sufriendo.

-Debemos ayudarla; supongo que sabréis lo que hay que hacer- instó a los hermanos. Los tres asintieron, y Edward salió un momento, metiéndose en el cobertizo de enfrente. Volvió al cabo de un minuto, con una soga gruesa en su mano.

-Sujetadla- ordenó Nessie mientras se ponía otros guantes; Jake y Edward apoyaron su cuerpo en el pobre animal, dejándole con poco espacio para moverse. Bella vio como la chica metía una de sus manos, girando el ternero y ayudándole a salir. Al de pocos minutos, las patas delanteras de éste asomaron al mundo exterior; la joven pelirroja actuó en décimas de segundo, atando con la cuerda las patas y tirando con fuerza, hasta que la pequeña criatura vio la luz. Era de color blanco, con manchas negras.

-Ya está, podéis soltarla- exclamó Nessie con una sonrisa. Desató al animal, que a pesar de tener unos mínimos segundos de vida, se puso de pie, trastabillando un par de veces en el intento.

-Me recuerda a cierta chica un poco torpe- se burló Edward con simpatía, mirando a Bella con una ceja arqueada. El joven no pudo reprimir una sonrisa al ver a su dulce tormento sacarle la lengua de forma graciosa; tan niña pero a la vez tan mujer... esa combinación le volvía loco.

Jake y Jasper intercambiaron una mirada cómplice al presenciar la escena; justo en ese momento entraba Emmet por el establo, remangándose las mangas de su camisa.

-Hola familia; ¿qué haces aquí?- le interrogó a Nessie,

-Echando una mano- se encogió resuelta de hombros.

-¿A la vaca o a mi hermano?- preguntó alzando las cejas de modo sugestivo.

-Cállate Emmet- murmuró Jake entre dientes. Al ver el ceño fruncido tanto de su hermano cómo de Nessie, decidió guardarse las bromas para otra ocasión.

-Jared y Paul nos reclaman- les dijo a sus hermanos. Edward y Jasper se despidieron de Nessie, y salieron hablando despreocupadamente por la puerta; Bella también se despidió de todos ellos y de la joven, alegando que tenía una enorme colada que tender. Edward la observó detenidamente mientras se alejaba, y sólo cuándo Emmet le repitió por tercera vez una pregunta, prestó atención.

-¿Decías algo?- el hermano negaba con la cabeza.

-Eddie, estás en la inopia- le dijo con una risa -¿cómo va el plan de conquista?- le interrogó sin más rodeos.

-Por lo menos ya no me evita- exclamó en voz baja.

-Estas semanas os habéis acercado mucho- le dijo Jasper, contento por que su hermano volviera a ser el que era hace unos años.

-Hemos hablado- replicó Edward, encogiéndose de hombros -poco a poco nos vamos conociendo y entendiendo-.

-¿Así que vas con la primera marcha metida?- se medio burló Emmet -deberías meter la segunda o tercera, a ver qué pasa-.

-Yo creo que hace bien en ir con calma- apoyó Jasper a su hermano pequeño. Emmet los miraba con los ojos como platos.

-Pues yo creo que debería lanzarse a por todas; Bella también le quiere- Edward rodó los ojos... ¿por qué su vida sentimental era tema a debatir en esta familia?.

-Agradezco vuestra preocupación por mi vida amorosa... pero dado que es mi futura relación con Bella la que está en juego, haré las cosas a mi manera- les contestó en tono mordaz.

-Qué poca acción- murmuró Emmet, resignado.

-Nosotros no te dimos la murga cuándo perseguías a Rosalie hasta ir al baño- le recordó Jasper. Edward miró a su hermano con una sonrisa socarrona, pero Emmet dejó pasar el comentario, volviéndose hacia la puerta.

-¡Jake!, ¿vienes de una vez?- interpeló a su hermano, cruzándose de brazos.

-Ir para allá, os veré allí- le dijo éste mientras ayudaba a recoger las pertenencias de Nessie. Emmet observó que la soga con la que habían sacado al ternero se le caía un par de veces de las manos, acción que la joven observaba divertida.

-Uno estancado y el otro más pavo que cuándo tenía quince años- siseó Emmet entre dientes, dándose la vuelta y yendo de nuevo hacia sus hermanos pequeños.

-Te acompaño a tu coche- le ofreció el joven a Nessie, gesto que ella aceptó encantada.

-¿Cómo has estado estos días?- le preguntó ella.

-Bien- se encogió de hombros -hemos estado relativamente tranquilos, pero ya sabes que enseguida llega la primavera- la chica afirmó con la cabeza.

-Es cuándo los ranchos tienen más trabajo- replicó cual lección de escuela -el otro día estuve en el rancho de los Denali- le contó.

-Qué alegría- rodó los ojos Jake.

-Sí, la verdad es que son un poco raros-.

-Yo mas bien diría bordes e imbéciles- la joven rió ante la contestación.

-Te doy la razón- asintió haciendo una mueca de desagrado con la cara. Al llegar al coche, y una vez Nessie guardó sus pertenencias, se volvió hacia Jake. Los ojos negros del joven ranchero volaron a lo largo de todo su rostro, para terminar fijándose en la boca pequeñita y rellena de la chica, que en un intento por disimular sus nervios, carraspeó para llamar la atención del joven.

-¿Irás a la fiesta que ofrece la comisión de ganaderos la semana que viene?- le preguntó.

-Por supuesto, vamos todos- le explicó Jake -incluidas Esme y Bella; Rosalie ya ha contratado canguro- dijo en alusión al pequeño Owen -ésto... tú... ¿tú irás?- Nessie movió la cabeza, en un gesto afirmativo.

-Te veré allí entonces, espero me reserves un baile- el corazón de la joven brincó de alegría al oír esas palabras... ¿pero por qué no le pedía directamente que fuera con ella?. Pero no se esperaba esa ese ofrecimiento del joven, de modo que respondió gustosa.

-Todos los que quieras- le dijo con un poco de vergüenza mientras se metía en el coche, y dejaba allí a un embobado Jake.

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La semana pasó sin mayores altercados y el viernes, día de la fiesta, llegó.

-Es increíble- murmuró Bella, impresionada al ver la enorme carpa blanca, exquisitamente decorada con luces y mesas perfectamente dispuestas.

-La comisión se lo puede permitir- se encogió Carlisle de hombros.

-Sobre todo por la cuota anual que pagamos por pertenecer a ella- añadió Jasper.

Tú sí que estás increíble... se dijo Edward en su mente; desde que sus ojos vieron a Bella bajar las escaleras, enfundada en un sencillo pero elegante vestido negro a la altura de la rodilla y con unos elegantes zapatos de tacón también negros, en su mente no había otra cosa. El recogido que llevaba, obra de Rosalie, dejaba al descubierto su delgado y perfecto cuello, adornado por la estrella de plata. Estaba preciosa y muy sexy, y las miradas de varios hombres al verla entrar lo confirmaron

-Mira, ahí están Alice y Nessie- Rose la tomó del brazo para acercarse a ellas.

-Hola chicas- saludaron.

-¡Rose, Bella!- exclamó alborozada Alice -pensé que ya no veníais- suspiró la señorita Brandon, aliviada de ver aparecer a sus recientes amigas.

-La canguro se retrasó- se disculpó la joven rubia. Las cuatro amigas se dirigieron hacia una de las mesas, tomando cada una una copa y empezando a charlar.

-Hay muchísima gente- exclamó Nessie, mirando de un lado para otro.

-Las fiestas de la comisión atraen a casi todo Huntsville- les contó Rosalie -es de las más esperadas del año-. Durante un buen rato, Rose se entretuvo contándoles anécdotas de cosas sucedidas en las fiestas anteriores, pero Bella apenas le prestaba atención. Una y otra vez miraba de reojo al pequeño grupo que estaba en la otra punta del jardín. Los hermanos Cullen reían y bromeaban divertidos junto a varios jóvenes del pueblo. Reconoció entre ellos a varios amigos de Jake, que solían pasarse por el rancho. Y tampoco le pasó desapercibidas las miraditas que medio personal femenino lanzaba a Edward, y no le extrañaba. Estaba guapísimo con ese traje negro negro, y la camisa, también oscura, resaltaba su piel y el verde de sus ojos. Mordió su labio inferior, y la voz de Alice le sacó de sus cavilaciones.

-¿Bella, me estás oyendo?-.

-Ehh... claro... claro Alice- farfulló.

-¿A quién miras con tanto interés?- inquirió su rubia amiga, esbozando una sonrisa pícara.

-A nadie- mintió de forma descarada, y encogiéndose de hombros. Las tres chicas no le creyeron en absoluto; Rose iba a preguntarle por ciertos comentarios que había hecho Emmet, acerca de ella y de Edward, pero se los guardó al ver que su esposo se acercaba a ellas.

-¿Bailamos, Rosie?- le preguntó de forma galante. Ésta dedicó a las chicas una sonrisa de disculpa, tomando a su marido de la mano y saliendo a la pista.

-Hacen buena pareja- admiró Nessie.

-Sí- le dio la razón Bella, que justo en ese momento miró por encima del hombro de Nessie -me parece que tu joven Romeo se acerca- la joven la miró extrañada, y al darse la vuelta se encontró con que Jake se acercaba a su altura, acompañada de un hombre alto y rubio.

-Chicas, él es Peter, compañero de mis años de instituto -ellas son Alice, Nessie y Bella- les presentó.

-Es un placer- saludó cortesmente el aludido, dedicándole a Bella una sonrisa simpática. Conversaron durante unos minutos, hasta que la canción que estaba sonando en el ambiente terminó, dando paso a otra.

-Recuerda que me debes un baile- se dirigió Jake a Nessie.

-Todos los que quieras- le recordó la joven; los ojos del joven se iluminaron, disculpándose del resto y llevándose a la pelirroja al centro de la pista. Rodeó la cintura de la muchacha con sus manos, empezando a mecerse suavemente al son de la música.

-Nunca te había visto con traje y corbata- murmuró admirada -te queda bien-.

-Ehhh... gracias; tú también estás muy guapa- le devolvió el piropo -te queda muy bien el color rojo, hace juego con tu pelo-.

-Vaya, gracias. Nunca me lo habían dicho- agradeció la joven.

-La blusa que llevabas en Tucson el día de la subasta también era roja- murmuró en voz baja, pero Nessie lo escuchó perfectamente.

-¿Todavía te acuerdas?- inquirió sorprendida. En el corazón de la joven se instaló una punzada de alegría.

-Claro que me acuerdo; no he olvidado todo el tiempo que estuvimos juntos- le confesó él, bajando la vista hacia sus labios. La joven no pudo resistirse a apoyar la cabeza en su fuerte pecho, cerrando los ojos y disfrutando de la compañía.

-Yo tampoco- la frase salió en un tono tan bajo que ni siquiera su pareja de baile la oyó, pero no impidió que Jake la estrechase más entre sus brazos, enlazando una canción con otra.

Bella charlaba con Peter de forma cómoda, era un chico simpático y amable, con el que podía hablar con facilidad; Alice hace rato que se había encontrado con otra compañera de trabajo, y los había dejado solos.

-Jake me ha dicho que trabajas en el rancho- preguntó a la joven.

-Así, es, soy la cocinera oficial- le respondió ella.

-Entonces seguro que tendrás trabajo- le contestó de vuelta, riendo divertido -para alimentar a toda esa tropa se necesitará ayuda- la joven rió tímida ante el comentario, pero Edward, que no andaba muy alejado, volvió su vista. Sus ojos se achicaron al ver Peter tomar de la mano a Bella, para sacarla a la pista a bailar. Decidido, dejó su copa en la mesa, pero Jasper le tomó del hombro.

-Espera al menos que termine la canción- le recomendó. Edward asintió a regañadientes, pero cuándo terminó la canción y vio que Bella hacía amago de soltarse, Peter la retuvo de forma insistente.

-Estoy cansada, los tacones me están matando- se disculpó la joven.

-Sólo una más- pidió Peter con una sonrisa.

-Gracias, pero de verdad, prefiero sentarme- le repitió de nuevo la joven castaña... pero la mano de Peter no soltaba su brazo. Sin poder aguantarse las ganas, Edward se alejó de su hermano, para ir al rescate de Bella.

-¿Quieres salir a tomar el aire?- le propuso a la joven.

-Bella está conmigo, Edward- le espetó Peter muy serio.

-Y ella no quiere bailar más- le siseó con voz fría. Bella se alteró para sus adentros al ver los ojos de Edward brillar de enfado.

-Edward, no...- le suplicó con pena -Peter sólo se estaba despidiendo, ¿verdad?- la seria mirada chocolate de la joven hizo que éste desistiera de su intento. Se despidió de los dos, lanzándole a Edward una mirada poco amistosa.

-Gracias-murmuró sonrojada; el joven le dedicó un gesto afirmativo con la cabeza, y sin decir una palabra acompañó a Bella a sentarse, pero se mantuvo en silencio durante un buen rato. La joven lo miró extrañada, preguntándole.

-¿Qué pasa?- pero el gesto de negación de Edward, sin decir una sola palabra, hizo que no le volviera a preguntar en lo que quedaba de velada. Edward daba vueltas a todo lo sucedido... quizá se hubiera pasado un poco y los celos hubieran hecho acto de presencia, pero conocía lo bastante a Bella para haber advertido en su gesto la incomodidad por la insistencia del amigo de su hermano. Enfadado consigo mismo, y de que Bella pensara que era un celoso enfermizo, murmuró una disculpa, diciendo que necesitaba estar sólo, dejando allí a su dulce tormento.

-¿Qué le pasa a Edward?- preguntó Rosalie a Emmet, que alejados habían visto cómo Edward salía del recinto.

-Ni idea- se encogió su marido de hombros -puede que esté agobiado, hay muchísima gente y hace mucho calor aquí dentro- Rosalie iba a preguntarle si tenía algo que ver con Bella, pero justo en ese momento Esme la llamó, y dejó a su esposo y a su cuñado un momento.

-¿Qué diablos ha sido eso?- interrogó Jasper, una vez Rosalie se alejó lo sufiente.

-Celos, hermanito, estoy seguro de ello- Jasper iba a responder, cuándo una voz cantarina y demasiado familiar retumbó en sus tímpanos.

-Vaya señor Cullen, no le había reconocido sin los vaqueros ni las espuelas- al darse la vuelta Jasper, se encontró con Alice Brandon de frente.

-Pues ya ve, también tengo fondo de armario- le contestó con una sonrisa socarrona y escaneando el cuerpo de la joven, enfundado en un vestido de cóctel en tonos verdes muy muy ceñido, que remarcaba cada una de sus curvas. La joven morena iba a darse la vuelta, para dejarle con la palabra en la boca, pero una mano detuvo su paso.

-¿Qué quiere?- bufó molesta.

-¿Por qué no baila una canción conmigo?; y dejemos de tratarnos de usted, no somos tan viejos- la joven arqueó una perfecta ceja... ¿por qué era tan arrogante?. Pero la curiosidad pudo con ella, y accedió a bailar una canción con Jasper.

-¿Ves cómo no era tan difícil?- le reclamó el joven, divertido por la cara de resignación que tenía su pareja mientras empezaban a bailar -lo haces muy bien- alabó sorprendido.

-Lástima que yo no pueda decir lo mismo- contraatacó con retintín Alice. El hermano meneó la cabeza, revolviendo un poco su pelo rubio.

-Esas no son formas de tratar a tu pareja de baile-.

-Cuándo tu pareja de baile te hace una radiografía descarada con los ojos, si es forma- contestó molesta.

-Sólo estaba admirando tu vestido, que por cierto te queda muy bien- se medio disculpó Jasper -pero dejemos la moda para otro día-.

-¿Y de qué quiere hablar?-.

-¿Cuándo me vas a dejar demostrarte que puedo ser un perfecto caballero y vas a salir conmigo?- le preguntó sin rodeos.

-Cuándo dejes de decir que el estudio no vale para nada- contestó resuelta -y cuándo te comportes de forma amble conmigo cada vez que voy al rancho-.

-Eso sólo son tonterías; diferencias de opiniones... ¿sabes que del amor al odio apenas hay un paso?- le interrogó mientras la giraba repentinamente entre sus brazos y acercándola más a su cuerpo. La piel de la joven se estremeció ligeramente, pero mantuvo su fachada impasible.

-Tú y yo nunca vamos a llegar a eso-.

-Yo no estaría tan seguro, preciosa- dijo en un susurro Jasper, haciendo que el corazón de la joven se alterara -eres muy atractiva, y altiva... de mi tipo- expresó pagado de si mismo. Alice paró abruptamente de bailar, mirándole furiosa.

-Yo no soy altiva; eres tú el que eres un arrogante-.

-Tienes que reconocer que en el fondo te encanta- contestó divertido, esbozando una sonrisa torcida, muy parecida a la de Edward.

-No te soporto- masculló la joven entre dientes -y no pienso salir contigo ni aunque me paguen un millón de dólares-.

-No te saldrá tan caro- la tranquilizó éste, conteniendo la risa observando cómo la encantadora psiquiatra de vacas se alejaba con pasos agitados.

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Después del incidente con el amigo de Jake y de que Edward abandonara repentinamente la fiesta, Bella no hizo otra cosa que darle vueltas a la cabeza; parecía que se había enfadado con ella... pero no había hecho nada malo.

Le dolía pensar que él se había enfadado con ella por esa tontería, justo ahora que llevaban bastante tiempo llevándose bien. Tuvo que volver con Carlisle y Esme, ya que Emmet y Rose se marcharon pronto y Jasper y Jake querían quedarse un poco más. Al aparcar en el garaje, se dio cuenta de que el volvo de Edward estaba aparcado en su sitio, y después de despedirse de Esme y Carlisle, se adentró con paso rápido en la casa, esperando encontrarlo en algún lado... pero nada.

Estaba terminando de ponerse la parte superior del pijama, cuándo el relinchar de un caballo llegó a sus oídos. Extrañada por las hora que era, se acercó a la ventana... y la imagen que vio la dejó perpleja.

Edward galopaba de un lado para otro, espoleando al caballo una y otra vez. Se había quitado el traje, y ahora llevaba sus acostumbrados vaqueros y botas... y la camisa medio desabrochada, dejando ver una pequeña parte de su pecho. Bella sintió que sus piernas se doblaban cual gelatina recién hecha al ver esa imagen tan sensual. Sin pensarlo dos veces, cambió su pijama por unos vaqueros y un jersey azul, y corrió escaleras abajo, decidida a preguntarle que es lo que le había hecho para molestarle. Al llegar a las escalinatas de la entrada, se quedó parada mirándole, y al percartarse éste de su presencia, la joven vio una mueca extraña en su cara.

Edward se sorprendió de verla allí, y tirando de las riendas para que Concord girase, se acercó a paso suave a ella. Su dulce tormento se mordía el labio y jugueteaba de forma nerviosa con sus dedos... evocó la imagen de Bella hace unas horas, tan guapa con aquel vestido...

Al pararse a su lado, la voz de la joven pronunció unas palabras que le dejaron clavado en el sitio.

-Yo... lo siento Edward- musitó triste. El cuerpo del joven ranchero se estremeció, no era su culpa, no quería verla triste... lo único que deseaba era estrecharla entre sus brazos, decirle que todo estaba bien... no podía soportarlo más... la necesitaba demasiado.

Sin decir una sola palabra, extendió su mano hacia Bella, invitándola a subir al caballo. Bella se quedó de piedra, debatiéndose si ir o no... pero la voz de terciopelo por fin habló.

-Por favor...- la voz de Edward nunca había sonado tan desesperada, pero dándose valor dio un paso hacia delante y tomando la mano que éste le ofrecía. Edward la ayudó a subir, y la aseguró en el caballo pasándole un brazo por su cintura y haciendo que la joven se apoyara en su pecho. Aprisionada entre sus brazos, con la mano que tenía libre tiró de las riendas, sumergiéndose ambos en la oscuridad y adentrándose en las bastas tierras del rancho.

lunes, 23 de julio de 2012

La Bestia del Castillo



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10.- Navidad en familia 

Bella pov


-vamos Bella… nos esperan para festejar- dijo mi esposo mientras yo intentaba cubrirme con la sabana. 

-no.... que festejen sin mi - pedí aun tapada por completo. 

-cariño… es Noche Buena, ¿Cómo esperas que celebren sin los señores del castillo? Además tengo dos sorpresas esperándote abajo, vamos Bella se buena. Haz un esfuerzo enorme y despiértate por completo – susurro en oído lo último. 

-Agh está bien pero si me duermo encima del plato con ternera será tu culpa, no me dejaste dormir bien anoche y tu hijo no me deja dormir bien durante el día - me queje sentándome y manoteándolo para que se apartara. 

Desnuda como suelo dormir a petición de mi ahora muy cariñoso esposo, mi vientre nada discreto hace su aparición. 

-Lo siento. Ya no te hare nada por las noches para que puedas descansar- dijo sentándose a mi lado y acariciando mi vientre. 

-no te atrevas a no hacerme nada, en poco tiempo estaré redonda por todos lados y entonces ya no querrás hacerme nada, debo aprovechar mientras aun puedo tenerte- dije seria. 

Triste de pensar que en cuanto yo deje de complacerlo regresara a la cama de Irina. Después de todo es común en casi todos los hombres. 

-Bella... no, eso no pasará…- dijo adivinando mi pensamiento - yo te quiero de verdad, te has metido en mi corazón, no iré buscando nada que no puedas darme… no voy a meterme a la cama con nadie más que no seas tú. Eso se acabo para siempre- dijo abrazándome tiernamente. 

-¿tú me quieres?- pregunte de nuevo 

-sí, mucho… de hecho yo… te amo Bella. Te amo de verdad- dijo antes de besarme. 

Desnuda… y hormonal como estoy no tarde nada en excitarme, sobre todo porque sus dedos se colaron entre mis pliegues frotando y haciéndome gemir. Un momento después de que me liberara solo bajo la magia de sus dedos se desnudo entrado en mí. 

Pasamos un rato más amándonos. Para cuando se libero y me hizo llegar de nuevo solo pude gritar su nombre. Por primera vez desde que compartiéramos cama. 

-este fue el mejor regalo de todos lo que podrías hacerme esta noche. Gracias Bella- dijo mirándome a los ojos. 

-entonces este te gustará todavía más- dije mirándolo y tocando su rostro. 

La barba de siempre. No se la ha quitado desde que nos casamos, apenas la mantiene corta. 

-¿Qué será mejor que escucharte gritar mi nombre mientras te liberas?- pregunto dejándome besos pequeños en el cuello. 

-hazme tuya y veras- dije excitada de nuevo. 

-nos esperan abajo…- 

-que sigan esperando, somos los señores del castillo, que se aguanten- dije mientras tomaba entre mi mano su miembro. 

Me tomo despacio como cada vez desde que se enterara de mi estado. Llegamos juntos como cada vez, con la última embestida que dio grite de nuevo. 

-¡¡¡te amo Edward!!!- 

Antes de dejarme llevar por los espasmos en mi cuerpo. Me miro serio por un minuto. 

-corrección, este es el mejor regalo, te amo Bella… te amo- dijo besándome sin recargar su cuerpo sobre el mío. 

Nuestro hijo no lo deja. 

Nos quedamos abrazados unos minutos… 

-¡¡¡¿Les importaría dejar el placer para después?!!! La gente tiene hambre y por gente me refiero a mi- grito Emmet golpeando la puerta nada discreto. 

-te juro que un día de esto lo mataré- dijo Edward levantándose para vestirse. 

-no lo creo, siempre que dice algo como esto hemos estado juntos, lo que significa que no le harías pero ni cosquillas y cuando no lo hacemos él no dice o hace nada para merecer que lo mates, pero tranquilo, ya me encargare que Rose lo haga padecer- dije sonriendo. 

-¿Rose? ¿Rose como la Rose hermana de Jasper?- pregunto riéndose de mi comentario. 

-oh sí… la ha estado pretendiendo desde la segunda semana que llego y Jasper no dice nada porque ya le hecho el ojo a la prima de Emmet, así que como vez, ninguno hará nada contra el otro- dije mientras me vestía con la última moda que según Alice me favorecía al estar embarazada, apenas después de lavarme muy rápidamente. 

-vaya… para no salir mucho de castillo sabes más que yo- dijo mientras salíamos de la habitación. 

-eso es porque a diferencia de ti que te la pasas entrenando y trabajando yo no tengo nada que hacer, más que cotillear en mi habitación- dije un poco sarcástica y un poco en broma. 

-en el castillo hay mucho que hacer…- 

-sí pero a mí nadie me pregunta, las cosas se hacen y ya- dije mientras bajábamos. 

-espera… ¿Cómo que nadie te pregunta?- bajo un par de escalones para quedar a mi altura 

-eso Edward, las cosas simples como la comida o el cambio de cortinas o la decoración o cualquier otra cosa que se haga aquí no se hace porque yo lo pida o diga, se hace porque así debe ser, nadie me pregunta que quiero comer o que se pondrá en las ventanas o nada de eso. Supongo que tu gente sabe bien sus obligaciones y no me necesitan para decirles que hacer - termine con algo de tristeza. 

En el castillo de mi padre mi voz era la que mandaba pero en el de mi esposo no es necesaria. 

-bueno, a partir de mañana tú escogerás el menú de las tres comidas, hablare con James…- 

-no, con ese hombre no quiero nada- dije mientras pasaba frente a él bajando los escalones. 

-¿Por qué no? ¿Cómo fue que te ofendió Bella?- pregunto deteniéndome y bajando dos escalones más. 

-fue muy grosero… dijo que yo no tenía nada que decirle y que retozar en tu cama todas las noches no me daba derecho a ordenarle nada, que Irina lo hacía también y no llegaba a mandarle, que mi lugar era en la cama y con las piernas abiertas…- dije sin evitar que una lagrima rodara al recordar la horrible manera como me entere de las andadas de mi esposo. 

-¿él te dijo que…? Cariño lo siento mucho… nunca debí… lo de Irina se acabo Bella, lo juro y en cuanto James… se irá inmediatamente. Ese hombre no pondrá más un pie en tu castillo- dijo abrazándome. 

-¡¡¡consíganse un cuarto o vengan a comer, tengo hambre!!!- grito Emmet desde la puerta del comedor. 

-lo matare, un día de estos lo matare- dijo mi esposo sonriendo mientras caminábamos de la mano hacía donde estaba. 

-ajá… ya veremos- dije sarcástica enterrando el recuerdo amargo tan rápido como pude. 

Lo mire mientras me reía de su expresión. 

-no me respetas mujer… no me respetas- dijo mientras cruzábamos la entrada. 

-castígame…- dije mientras lo soltaba de la mano y lo tocaba sobre el pantalón en la dureza que me prometía mas placer… para luego alejarme y caminar por el otro lado de la mesa principal. 

La cual estaba perfectamente adornada y decorada con noches buenas en macetas rojas y algo de romero, albahaca y ruda en el centro de la mesa donde las manzanas rojas estaban en fila contrastando con el verde de las hierbas y llenando el salón de aromas que me hicieron sentir hambrienta y en casa. 

-Bella… hija…- escuche a mi espalda. 

Me gire de inmediato. Mi padre y mi hermano me miraron asombrados, quizá de que siga viva o de que este embarazada. Como sea su cara es de asombro total. 

-¡¡¡Papa, Mike!!!- exclame al correr hacía ellos. 

Me abrazaron sin apretarme demasiado. Me besaron por largo rato. Hasta que mi esposo se aclaro la garganta, de pie a un lado de mi. Solo ahí notamos su presencia 

-Señor le agradezco que nos haya permitido venir a ver a Bella- dijo mi padre arrodillándose. 

- por favor no haga eso, son de la familia ahora, no nos han presentado adecuadamente, soy Edward Cullen- dijo mi esposo levantado a mi padre y abrazándolo. 

- Cullen - saludo mi hermano con un gruñido más que un sonido. 

- Swan - respondió mi esposo de la misma manera. 

-basta ambos - dije mirándolos alternadamente. 

-lo siento cariño, te dejare un momento mientras me encargo de conseguir otro cocinero - dijo Edward saliendo del lugar después de besar mi sien derecha. 

-¿Cómo has estado hija?- pregunto mi papa mientras caminábamos a las butacas que están pegadas a la pared. 

-bien papa, Edward no es como dicen… al menos no cuando lo conoces mejor- dije con la sonrisa pintada. 

-¿eres feliz hermanita?- pregunto Mike arrodillado frente a mí. 

-mucho… él me hace feliz, muy feliz… pero díganme ¿Cómo están las cosas en Forks?- pregunte a mi vez impaciente por escuchar de mi antiguo hogar. 

-pues tu esposo cumplió su palabra, mando un ejército de trabajadores para reparar el castillo y un ejército de soldados para cuidarnos, además de montañas de víveres, para soportar le invierno. Nos ha dado más de lo que prometió porque también mando una cantidad considerable de caballos y armamento. El castillo y las aldeas están tomando su brillo original y en poco tiempo podremos retomar el comercio del todo, mantenernos solos - dijo mi papa con la alegría pintada en el rostro. 

-que bien papa, quizá después de que nazca el bebe podamos ir, me gustaría ver cómo está quedando todo- dije sonriendo. 

-¿Cuánto tiempo llevas Bellis?- pregunto Mike rozando mi vientre con ternura y amor en sus ojos. 

-más de cuatro meses, casi los cinco meses- dije mientras ambos ponían la mano en mi abultado cuerpo. 

-es mucha panza para tan poco tiempo, será un bebe grande como su padre…- dijo mi papa callando de pronto. 

Su mirada se torno triste, sin necesidad de mención alguna se que piensa en mama y su trágico fin. 

-papa, estaré bien, mama logro traer a Mike completo y a mí, lo que paso con el ultimo bebe fue diferente. Te juro que estaré bien- dije tomando sus manos. 

-claro que estará bien, yo me asegurare de eso- dijo Edward en la entrada del comedor. 

Su expresión muestra un temor que no estaba ahí antes. Pero quizá no es eso, lo que sea que vi desapareció tras su sonrisa casi de inmediato. Unos minutos después entraron los demás, Jasper con su hermana, Emmet con Alice y unas personas que no reconocí. 

-ven cariño, quiero presentarte a mi tío Carlisle y su esposa Esme. Él es el jefe del consejo del clan- dijo mientras estrechaba su mano. 

-encantada de conocerlos- dije sonriendo. 

La mujer me abrazo y beso después de felicitarme por mi embarazo. El hombre hizo lo mismo. Ambos son atractivos, ella de cabello castaño ondulado, rostro de corazón y sonrisa contagiosa, él rubio de ojos azules y con un aire de confianza que invita a perderse. 

-no te olvides de mi Edward- dijo una rubia muy bonita. 

Con muy lindo cuerpo. De acuerdo, un cuerpo impresionante. 

-ella es Bree, es de la familia- dijo mi esposo sin especificar más. 

-más que de la familia, mi hermana Kate estaba casada con Edward… ¿si sabes de Kate verdad? Es imposible no que sepas, ya que tu esposo la amaba más que a nada- dijo con la sonrisa pintada. 

Pero cada palabra me pareció dicha con todo el veneno que pudo encontrar. Edward se tenso por completo y logre ver que Emmet se levanto con la mano en la agarradera de su espada. 

-sí, por supuesto que sé. Lo que tú no sabes por qué el hecho de que apenas me conoces es que yo soy ahora la mujer que él ama más que a nada- dije con la misma sonrisa. 

Es cierto o eso creo. Eso me ha demostrado con el paso de los días. Y me lo ha dicho apenas unas horas atrás mientras me tomaba de nuevo. 

-Claro. Por supuesto, eres su esposa- dijo sin quitar la sonrisa pero con el fuego en los ojos. 

Supe que debía cuidarme de esa mujer. Quizá me odie por ocupar el lugar de su hermana. Pero eso no es mi culpa. 

-bueno, pasemos al comedor, la cena estará servida en minutos- dijo Edward abrazándome al ver que el resto de los habitantes del pueblo entraban y ocupaban los lugares disponibles - lamento esto, Bree nunca ha sabido callar y no puedo negarle la entrada al castillo porque es la protegida de Esme. La tomo bajo su cuidado cuando Kate murió- dijo mi esposo en mi oído mientras abrazado… soldado a mí, caminábamos hasta el lugar que usamos en la mesa. 

-está bien, se irá en unos días así que puedo soportarla- dije riendo. 

-No sé irá. Esme me ha pedido alojamiento para la chica unos meses porque mi tío y ella se van de viaje, una especie de luna de miel- dijo antes de llegar a donde debíamos sentarnos. 

Lo mire con expresión asesina. Asentí colgando una sonrisa falsa como el sol de media noche. Por suerte la cena paso entre platica de todo un poco y su hostilidad pareció disminuir considerablemente. 

Aunque pude ver como Emmet la mira con ganas de atravesarla. Y ella lo mira de la misma manera. 

Incluso Jasper la observa como bicho raro.



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mis niñas otro capi de la historia, tratare de estar al corriente esta semana con los capis q tocan, besosososos


miércoles, 18 de julio de 2012

Cowboy de mi corazon



Capítulo 9: Sorpresas


Jake no sabía cómo reaccionar... dios... era ella... la chica de la que nunca se pudo olvidar. Aunque hubieran pasado más de tres años, todavía podía escuchar los dulces gemidos, el estremecimiento de la pálida piel de la joven cuándo sus manos la recorrieron en una caricia infinita... la suavidad de sus labios bajo su boca... todavía podía sentir en sus hombros las pequeñas manos de la joven, clavándole sus uñas y arqueando su cuerpo hacia él, pidiéndole entre jadeos y suspiros ahogados que la hiciera suya. Volvió a mirarla de arriba abajo, completamente sumido en sus recuerdos... recuerdos maravillosos que se remontaban a un hotel en Tucson, Arizona... a un aburrida subasta de ganado a la que su padre no había podido acudir en el último momento.

Y allí estaba ella; todavía recordaba los vaqueros que llevaba, aquella sugerente y sencilla blusa roja, que dejaba entrever un generoso escote... su pelo largo y rizado, que en aquella ocasión cubría sus hombros y la mayor parte de su espalda.

Rememoró su primer encuentro, en aquella enorme explanada dónde se desarrollaba la subasta, y cómo ella, como veterinaria que era, daba el visto bueno a las reses que iban adquiriendo los distintos ganaderos. Al acercarse a ella, la joven lo saludó con jovialidad y una sonrisa de oreja a oreja. Era simpática y muy extrovertida... y congeniaron de inmediato.

La casualidad quiso que ambos estuvieran alojados en el mismo hotel, y esa misma noche coincidieron en el bar de éste, invitándole él a tomar una copa. Ese gesto se volvió rutina en las dos noches siguientes... hasta que en la tercera no pudieron reprimir más la atracción que sentían el uno por el otro.

Nessie miraba a Jake con un cúmulo de sensaciones indescriptibles en su pecho. Era él... el hombre por el cual perdió la cabeza durante una semana, el que la había hecho tocar el cielo con sus manos... Ella, que no acostumbraba a acostarse con hombres a quienes apenas conocía, se saltó su auto impuesta norma a causa de la atracción que producía en ella ese hombre moreno y fuerte, extrovertido y simpático cual niño de diez años.

A su cabeza también vino el momento en el cual la subasta terminó, y dado que por aquel entones residían en estados diferentes, decidieron que era mejor despedirse en ese instante.

Nessie clavó su vista en ese par de orbes de color ónice... aunque todo pasó hacía tres años, nunca lo había olvidado... y ahora el destino los volvía a juntar. Aclarándose la garganta, percatándose que el resto los miraba con cara de interrogante, se adelantó para saludar a Jake.

-Me alegra volver a verte- saludó con una vocecilla apenas perceptible, lo cual hizo que Alice arrugara el ceño, extrañada por la repentina timidez de su amiga.

-Lo mismo digo Nessie... ha pasado mucho tiempo- Jake se adelantó para darle dos besos, y el corazón de la joven latió más deprisa al sentir la mano de Jake en su cintura.

-Tres años- afirmó un poco... sonrojada, lo cual hizo que Jasper rodara mentalmente los ojos.

-¿Os conocéis?- le preguntó a su hermano, mirándole con las comisuras de los labios hacia arriba.

-Ehhh... si si- contestó Jake, saliendo de su aturdimiento -coincidimos hace tres años en una subasta en Tucson- explicó escuetamente. Jasper alzó una ceja, mirándole e instándole a continuar... pero Nessie se adelantó.

-En aquel entonces yo trabajaba allí- relató.

-Ya... - respondió simplemente Jasper -ella es Bella- le volvió hacia la muchacha, rodeándole los hombros, ya que vio por el rabillo del ojo que su hermano pequeño se acercaba.

-Es un placer- saludó la castaña a la chica.

-Lo mismo digo; ¿trabajas aquí?- le interrogó curiosa. Bella afirmó con la cabeza y una sonrisa.

-Soy la cocinera oficial del rancho- dijo con una pequeña sonrisa.

-Pero también es parte de la familia- añadió Jake -es cómo nuestra pequeña hermanita- Nessie asintió, mirando a la chica con una pequeña sonrisa.

-Y él es Edward, nuestro hermano pequeño- añadió Jasper cuándo su hermano se reunió con el grupo.

Edward saludó a la chica con un ligero apretón de manos, y sin saber cómo, se dio cuenta de que nada más llegar al grupo se había puesto al lado de Bella y su hermano. ¿Por qué sus hermanos no hacían más que abrazarla y pasarle el brazo por los hombros, y el no podía ni entrar a la habitación dónde ella se encontrara?; maldijo para sus adentros, frustrado y cabreado... hasta que la voz de Jasper le sacó de su trance.

-Bien... después de las presentaciones, creo que es hora de que sigamos la inspección-.

-Nessie tiene que sacar varias muestras de sangre- recordó Alice.

-Lo recordaba señorita Brandon, gracias- respondió Jasper con un evidente tono de sarcasmo.

-Pues parecía que se le había olvidado... debería tomar más vitamina E- contraatacó con una falsa sonrisa amistosa -va bien para la memoria de pez-.

Jasper taladró la imagen de la menuda mujer con la mirada, y conteniendo las palabras que quería salir de su garganta, delegó en su hermano la tarea de acompañar a las jóvenes visitantes, para salir del establo hecho una furia y siseando por lo bajo.

-Parece que se ha enfadado- murmuró Nessie, mirando a Alice con el ceño fruncido.

-Me da igual- replicó tan tranquila -es insoportable-.

Bella también se excusó, alegando que debía volver a la casa; Edward se iba a ofrecer para acompañarla, pero la inoportuna señora Cope lo reclamó desde la oficina, de modo que Nessie y Alice se quedaron en compañía de Jake, que las acompañó mientras realizaban su cometido. Una hora después Alice se despidió de Nessie y Jake, quedando en volver dentro de tres días. El joven acompañó a la veterinaria hasta su coche, aprovechando para hablar en el camino.

-Qué pequeño es el mundo- musitó la pelirroja, con una pequeña sonrisa -nunca me contaste que eras hijo adoptivo del dueño del rancho Killarney- le reprochó en bromas.

-Creo que esos días estábamos para pocas palabras- murmuró Jake, esbozando una sonrisa lobuna y mirándola con cierto descaro.

-¡Jake!- le reprendió la joven, muerta de vergüenza, pero ella también acabó riendo divertida y negando teatralmente con la cabeza, dándole la razón.

-Carlisle es mi padrastro; mi padre murió cuándo yo apenas tenía dos años- le empezó a relatar- mi madre y él se casaron unos años después-.

-Así que eres hermanastro de Jasper y Edward- replicó Nessie.

-Y de Emmet- la joven le miró extrañada- es el segundo de nosotros; no trabaja en el rancho, ya lo conocerás-.

-¿Es tan gruñón cómo Jasper?- reclamó divertida -Edward me ha parecido amable-.

-¿Jasper gruñón?- preguntó con una risa -te aseguro que no es así en absoluto; lo que pasa es que Alice y él no empezaron bien, y de ahí de mal en peor- le confesó.

-Vaya par- le dio la razón.

-Edward es un poco más callado, pero te llevarás bien con él.. y Emmet se parece mucho a mi, sobre todo en el sentido del humor- la joven le escuchaba con atención, y fijándose cómo se le iluminaban los ojos al hablar de sus hermanos, y de la esposa de Emmet y su pequeño sobrino.

-Se nota que los cuatro os lleváis muy bien- le contestó la joven.

-Eso es verdad- le dio la razón -¿sabes una cosa?- le preguntó en tono confidencial -odio la palabra hermanastro... para mi son mis hermanos, y Carlisle es mi padre a todos los efectos- la mirada de la joven le animó a continuar -apenas recuerdo a mi padre, y el me ha enseñado a ser mejor persona, el me ha cuidado... me lo ha dado todo- enumeró con una sonrisa afable.

Siguieron hablando de camino al coche de la joven, y una vez ésta guardó sus pertenencias en el asiento del copiloto, cerró la puerta y se apoyó en ella, al lado de Jake.

-¿Y qué hay de tu vida?; te hacía en Arizona- interrogó éste.

-Y así era hasta hace dos meses; mi contrato laboral terminó, y al poco tiempo, me ofrecieron participar en el estudio, dado que necesitaban veterinarios- relató la joven.

-¿Y tu familia?-.

-Mis padres siguen viviendo en Tucson, y ya sabes que no tengo hermanos ni hermanas- Jake asintió con la cabeza, era de las pocas cosas que sabía de la vida de la muchacha.

-¿Sólo tienes allí a tus padres?- la joven esbozó una sonrisa divertida, cruzándose de brazos.

-Así es- le explicó -aparte de mis padres y un par de amigas de la infancia, no he dejado a nadie importante-.

-Ya veo...- respondió Jake, girando la cabeza hacia otro lado y rezando para que Nessie no se percatara de la vergüenza, que estaba pasando... pero tenía necesidad de saber si estaba con alguien -¿dónde vives?-.

-Aquí en Hunstville; vivo en el mismo edificio que Alice, sólo que dos pisos más arriba- en la calle Hauffman esquina con Warton; ¿sabes dónde está el hotel Treasure Inn?- Jake afirmó en silencio -pues dos calles más abajo-.

-¿Y conoces a mucha gente en Hunstville?-.

-Sólo a Alice y a varios miembros de la comisión... y ahora también a ti- le dio un codazo amistoso mientras se lo decía.

Después de una amistosa charla, Jake veía alejarse el todoterreno rojo que conducía la joven, y con una sonrisa de oreja a oreja se adentró en la casa familiar, dónde ya estaban todos esperándole en la cocina, para empezar a cenar.

-¿Cómo es que conoces a la señorita Rale?- preguntó directamente Jasper a modo de saludo. Jake rodó los ojos, mientras se sentaba.

-¿Quién es la señorita Rale?- interrogó Esme con curiosidad.

-Una joven veterinaria que trabaja con la señorita Brandon- le aclaró Bella mientras se disponía a servir.

-Cómo ya he explicado antes, coincidí con ella hace tres años, en una subasta en Tucson; por aquel entonces ella trabajaba allí- explicó el aludido con tono ácido.

-No sabía que las subastas en Arizona eran tan interesantes- Bella disimuló una sonrisa por el comentario que Edward le dirigió a su hermano.

-¿Seguro que sólo la conoces de eso?- Jasper movió las cejas de modo sugestivo, lo que le hizo ganarse una patada en la espinilla por debajo de la mesa -vamos Jake, cuándo la has visto te has puesto a tartamudear-.

-Y rojo cómo la grana- añadió Edward. El hermano mayor bufó cabreado... ¿por qué no le podían dejar en paz?-.

-Ni me he puesto rojo ni he tartamudeado- contraatacó cual niño pequeño -simplemente me ha sorprendido verla aquí- se defendió.

-Seguro- contestó Jasper, haciendo un divertido mohín -tarde o temprano te lo sonsacaremos- replicó pagado de si mismo.

La cena fue una continua batalla de indirectas, dirigidas a Jake y a su recién descubierta amistad con la joven Nessie Rale, lo cual hizo que el mayor de los hermanos se levantara nada más terminar el postre, huyendo de aquel infierno.

-Parece que todavía tienen diez años- murmuró Carlisle, suspirando resignado. La mayoría de los habitantes del rancho ya se habían retirado a descansar, pero el prefirió salir a pasear, en compañía de Esme.

-Ya les conoces- le recordó Esme, afianzando su agarre a la cintura de Carlisle -parece que Jake tuvo algo con esa chica-.

-Por las insinuaciones de mis otros hijos, de eso no me cabe ninguna duda- contestó -y por la huida despavorida de Jacob de la mesa- añadió con una leve sonrisa. Esme rió ante el divertido comentario, mientras seguían paseando bajo las estrellas. Durante unos minutos pasearon en silencio, disfrutando simplemente de la compañía de la persona amada.

-¿En qué piensas?- preguntó Esme, con voz suave.

-En nada en particular- se encogió éste de hombros -¿cómo ves a Edward?; desde navidades está más huraño que nunca- Esme meditó acerca de contarle sus sospechas acerca de su hijo pequeño y de cierta joven castaña, pero prefirió callar por el momento.

-Yo le veo cómo siempre- mintió de forma piadosa -Carlisle, sé que te preocupas por él... pero un día aparecerá la chica que le haga creer de nuevo en el amor- le dijo.

-Aunque ya sean todos unos hombres, me preocupo demasiado- admitió, riendo ligeramente.

-Eso es porque eres su padre, y quieres lo mejor para ellos, y que sean felices; es normal; yo también me preocuparía si tuviera hijos-.

-Eso ya lo haces; bastante tienes con preocuparte de todos los habitantes de esta casa- le recordó. La mujer meneó la cabeza, contradiciendo sus palabras.

-Sois mi familia, no podría ser de otro modo-.

-Eres maravillosa- murmuró Carlisle, dejando un beso en su sien y rodeando los hombros de la mujer que le había devuelto la ilusión -es una razones por las que te quiero- susurró, parando de repente el paseo y rodeando a Esme entre sus brazos. Ésta cerró los ojos, suspirando satisfecha y disfrutando de unos valiosos minutos de la intimidad que ofrecía la oscuridad de la noche para abrazar al único hombre que había amado en su vida... y que amaba.

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Las semanas pasaban rápidas para los habitantes del rancho Killarney, y febrero se instaló en el calendario. Ahora era una época tranquila de trabajo, y todos aprovechan la relativa calma que, con el comienzo de la primavera, se esfumaría, dejando paso a jornadas de traslado de ganado a los pastos del sur y otras tareas propias de la época.

Edward salía de las oficinas cuándo vio a su dulce tormento aparcar el coche en la puerta de casa, seguramente vendría del pueblo, después de hacer la compra. Dándose valor a si mismo, se acercó a ella.

-Hola Bella- saludó con una sonrisa amable. La joven murmuró un saludo mientras abría el maletero del coche, para sacar las bolsas.

-¿Noche movida?- interrogó con diversión, al ver que la joven no podía reprimir los bostezos.

-Ayer salí con Rose y Alice- le empezó a relatar -yo quería volverme a casa después de la cena, pero se empeñaron en tomar una copa- rodó levemente los ojos.

-Ya sabes lo que dicen; noches alegres, mañanas tristes- se encogió de hombros Edward -trae, ya cojo yo eso- a regañadientes, Bella le tendió un par de bolsas que pesaban bastante, y con él pisándole los talones, entraron en la casa. La joven podía sentir los ojos esmeraldas clavados fijamente en su espalda. Una vez llegaron a la cocina, por fin dejaron su cargamento encima de la mesa.

-Gracias- dijo la joven , casi en un susurro. Edward se apoyó en la encimera, cruzando los brazos y observándola, sopesando el preguntarle por qué huía constantemente de él. La miró por unos minutos, en silencio, mientras que la joven revoloteaba de un lado para otro de la cocina.

-¿Bella?- la llamó suavemente. La joven se dio la vuelta ante la mención de su nombre... deleitándose con el hombre que tenía enfrente. El hombre por el que interiormente suspiraba cada día más, aunque se intentara auto convencer de que aquello era imposible, que no podía ser. Esperó en silencio, observando para sus adentros lo guapo que estaba esa mañana con esos pantalones vaqueros desgastados y la camisa de cuadros en distintos tonos de verde, a juego con sus ojos.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- la joven asintió con un imperceptible movimiento de cabeza, esperando y preguntándose mentalmente qué es lo que querría preguntarle Edward. El joven tomó aire, pero unos pasos apresurados hicieron que su vista se posara en la puerta, por dónde entraban sus hermanos. Bella aprovechó ese momento para echar una ojeada a la olla que previamente Esme había puesto en el fuego.

-Estoy hambriento- fue el saludo que Jake dedicó a los presentes –umhhh… que bien huele- alabó, olisqueando el aroma que flotaba en el ambiente. Edward murmuró una maldición por lo bajo, al ver a su otro hermano sentarse de forma despreocupada en una de las sillas… ¿por qué tenían que aparecer sus hermanos?; tenía tan mala suerte, que si se desatara una tormenta estaba seguro de que un rayo le caería encima. Jasper se dio cuenta de que Jake y él habían interrumpido algo importante.

-¿Pasa algo?- interrogó de forma despreocupada.

-No- respondió su hermano pequeño, de forma cortante.

-Pues lo parece- contestó Jake -¿no te habrá soltado ninguna de sus lindezas, verdad Bellie Bells?- interrogó a la joven , pasándole un brazo por los hombros. Edward resopló furioso al ver ese inocente gesto… y más aún cuando vio que la joven respondía a las bromas que su hermano le hacía.

-No me ha dicho nada- le respondió la joven entre risas -¿queréis algo de picar mientras se prepara el estofado?- preguntó, cambiando de tema.

-Algo de picar no estaría mal- aprobó Jasper –estamos caninos-.

-¿Cómo podéis tener hambre, si para desayunar os habéis comido entre los dos bandeja y media de galletas?- preguntó incrédula.

-Eso es porque estaban muy buenas- le dijo Jake guiñándola un ojo, gesto que hizo que la joven se sonrojara ligeramente.

-Deberíais aprender a cocinar- les propuso divertida -¿qué haréis el día que yo no esté aquí?-.

-Eso no va a pasar- contestó Jasper tan tranquilo.

-Si es necesario que te cases con alguno de nosotros, lo haremos- resolvió Jake tan tranquilo, mirando de reojo a Edward.

-¿Casarme con alguno de vosotros?- dijo Bella ahogando las carcajadas –no pienso casarme con un hombre que simplemente me quiera por mis artes culinarias- dijo en un tono mitad diversión, mitad reproche.

-Eso se puede arreglar- rebatió Jake, tomándola de la cintura con ambas manos y acercándose a ella de forma peligrosa; Jasper se reía por lo bajini observando la cara de su hermano Edward… dios… era increíble que Bella no se diera cuenta de que los celos le reconcomían de la cabeza a los pies.

-Isabella… ¿dejarás que empiece a conquistarte?- relató Jake de forma teatral; Bella le miraba con los brazos cruzados alrededor de su pecho y una ceja alzada, pero cuándo iba a pedirle que la soltara y que se dejara de tonterías, Edward salió de la cocina de forma brusca, alegando entre dientes que tenía trabajo pendiente. Bella se quedó mirando la puerta por dónde desapareció, arrugando el ceño… ¿qué le pasaba?... su hermano y ella simplemente estaban bromeando.

-¿Se ha enfadado?- preguntó a Jake, que ya la había dejado libre.

-Bah, no te preocupes; ya sabes cómo es Edward- la tranquilizó. Jasper, siempre atento a las reacciones de su hermano, no se quedó tan tranquilo. Había visto la expresión de su hermano, y sabía de sobras que estaba muy enfadado.

-¿De qué hablabais cuándo hemos entrado?- preguntó de forma desinteresada, tomando un pedazo de pan que había encima de la mesa.

-De nada importante- se encogió Bella de hombros –iba a preguntarme algo- explicó. Jake y Jasper intercambiaron una mirada imperceptible para la joven, pero ellos se entendieron sin decir una palabra.

-Bien… voy a cambiarme- Jake salió de la cocina, diciéndole a Bella y a su hermano que volvía enseguida; pero su destino no fue su habitación, sino que en vez de eso, se fue en busca de Edward. Lo encontró en los establos de los caballos, ensillando a Concord. Jake se percató del ceño fruncido que imperaba en la frente de su hermano.

-¿A dónde vas?- preguntó a Edward –casi es la hora de comer- le recordó. Pero su hermano pequeño no contestó, sino que se limitó a seguir preparando a su caballo.

-¿Se puede saber qué diantres te pasa?- le reclamó, acercándose a él, tomándole del brazo y girándole con fuerza.

-Suéltame- siseó Edward, zafándose de forma brusca de su brazo; Jake retrocedió un par de pasos, haciendo un gesto con las manos para que se calmara.

-Edward- le llamó –llevas una temporada muy rara; ¿qué te pasa?-.

-Nada- contestó de forma brusca.

-¿Tienes algún tipo de problema?- interrogó su hermano mayor. Edwards resopló, implorando en su mente que le dejara en paz… ¿problemas?... claro que tenía un problema… una preciosa joven de pelo castaño le estaba volviendo loco… y él no podía ni acercarse a ella.

-Nada que te incumba- contestó en voz baja y fría. Jake rodó los ojos, e impidiéndole el paso, decidió que ya era hora de que su hermano encarara el asunto.

-Bella me ha dicho que ibas a preguntarle algo- dijo con tono cauto. Aunque Edward no dijo nada, Jake vio cómo se tensaba.

-Nada importante- replicó; sin esperar a que Jake terminara su frase, se dispuso a montar en su caballo, pero el brazo de su hermano le detuvo.

-¿La quieres, verdad?- esas palabras dejaron a Edward patidifuso, pero no quería sufrir de nuevo otro desengaño… era mejor seguir negándolo y amarla en silencio, sin que nadie lo supiera. Pero parecía que su secreto era de dominio público, ya que su hermano lo había notado.

-Eso no es cierto- musitó entre dientes. Jake negó con la cabeza, esbozando una sonrisa burlona y casi soltando la carcajada enfrente de su hermano.

-¿Por eso te mueres de celos cada vez que Jasper o Emmet… o yo mismo, nos acercamos a ella?- el hermano pequeño maldijo en silencio… sus hermanos le conocían demasiado. Al no contestar, Jake sonrió para sus adentros… era ahora o nunca.

-¿Sabes una cosa?- Edward miró a su hermano, lanzándole dagas envenenadas con los ojos –es una chica preciosa… no me importaría conocerla mejor-.

-¿Y Nessie?; porque que sepamos, cada vez que viene al rancho no te despegas de ella- le reprochó molesto… ¿a su hermano le gustaba Bella?... lo que le faltaba.

-Nessie es una vieja amiga- le explicó burlón –pero quién sabe… quizá le proponga una cita a Bella… ¿crees que me diría que si?-.

-Es muy joven para ti- le recordó… y para mí también, pensó para sus adentros.

-Eso no tiene importancia- se encogió Jake de hombros –pero ya que a ti no parece importarte Bella... estaría bien que me dejaras el camino libre-.

-¡No te acerques a mi Bella!- explotó lleno de ira, y sin darse cuenta de ese mi posesivo que había salido de su boca, pero Jake sí que lo oyó.

-¿Acaso eres su dueño?- le reclamó su hermano, fingiendo un tono serio y autoritario.

-No soy su dueño; quizá se lo tengas que preguntar a ella, puesto que os lleváis muy bien- le contestó con frialdad.

-¿Nos llevamos bien?- inquirió Jake, sonriendo para sus adentros.

-Todo el mundo se lleva bien con ella… excepto yo- susurró con la voz contenida y apartando su vista hacia otro lado.

-Quizá si no la hubieras tratado tan mal cuándo vino a vivir con nosotros, otra cosa hubiera sido- le reprendió Jake, con voz severa.

-¡Y ya le he pedido perdón por eso miles de veces… pero ella huye en cuánto me acerco!- bramo cómo un loco.

-¡Si dejaras a un lado ese ridículo rechazo a conocer a alguien, te llevarías una sorpresa!- le gritó Jake de vuelta, encarándose con él. En ese mismo momento, toda la furia que Edward había estado conteniendo desde que aparecieron sus hermanos en la cocina, salió a flote.

-¡Eso es muy fácil!- le devolvió por repuesta -¡pero da la casualidad de que no puedo ni siquiera llevarme bien con ella… y me vuelvo loco de envidia cada vez que vosotros os acercáis a ella!- no se dio cuenta en qué momento había agarrado a su hermano por su camisa, y lo miraba con ojos relampagueantes de ira y enfado. Justo en ese momento, Jasper y su padre aparecieron, alertados por uno de los peones.

-¿Qué está pasando aquí?- interpeló serio y enfadado a sus hijos.

-Edward, suelta a Jake- le aconsejó Jasper, con tono prudente. Jake aprovechó un mínimo segundo en el que su hermano bajó la guardia para zafarse de su agarre. Carlisle miró a sus hijos con el rostro contraído en una mueca de enfado, y clavó sus ojos en Edward, que respiraba agitado.

-Sean cuales sean las diferencias que tengáis, no quiero peleas, ¿estamos?- los hermano asintieron levemente con la cabeza, aceptando la nada amable advertencia de su padre -creo que una de las cosas que os he enseñado es que las diferencias no se resuelven con las manos- les recriminó serio –sino hablando con calma-.

-No volverá a ocurrir- se disculpó Edward; su hermano mayor hizo un gesto afirmativo con la cabeza, corroborando las palabras de su hermano.

-Eso espero, hijos- sin decir una palabra más, Carlisle abandonó los establos, pero los tres hermanos se quedaron allí. Jasper y Jake miraban a Edward, que enfadado daba patadas al suelo con la punta de su bota.

-Edw…- murmuró Jasper, pero su hermano le interrumpió de nuevo.

-¿Era eso lo que querías escuchar?- le preguntó burlón a Jake –pero aparte del insignificante hecho de que es una niña, y de que me está volviendo loco, ella no quiere saber nada de mi –murmuró con voz contenida –cada vez que intento explicárselo, ella sale corriendo- Jasper miró a Jake arqueando una ceja.

-Sino se lo sonsacábamos ya no iba a confesar nunca- le murmuró su hermano mayor en voz baja.

-¿Por qué me da que tus métodos para sonsacar no son muy ortodoxos?- siseó Jasper entre dientes, deduciendo que su hermano habría hecho alguna insinuación sobre Bella nada amable.

-Simplemente le dije que me gustaría conocer mejor a Bella- se excusó Jake tan tranquilo. Jasper ignoró las palabras de su hermano, y se giró hacia Edward, que por suerte, no se había dado cuenta de la breve conversación de sus hermanos.

-¿No te has parado a pensar que Bella es muy inocente para captar todo eso?- le explicó Jasper.

-Es demasiado joven, per…- Jake fue interrumpido por Edward.

-Claro que lo sé… es una niña-.

-Aunque os llevéis casi diez años, sabes de sobra que no es una niña- le corrigió Jake –y ahora, espero que contestes bien a la primera pregunta que te he hecho- Edward miró a su hermano fijamente, incluso se planteó en salir corriendo para evitar ese interrogatorio, pero por otra parte, sabía que sus hermanos no le iban a dejar en paz.

-Claro que la quiero- musitó con voz tranquila, pero con un deje de melancolía y tristeza en su voz. Jasper y Jake se quedaron de piedra… por fin veían que las barreras que se había impuesto su hermano cedían.

-Eso no es malo, Edward- Jake se acercó con prudencia, y al ver que Edward estaba más calmado, se atrevió incluso a pasarle un brazo por los hombros –comprendo que pienses en la diferencia de edad…-.

-Pero ya sabes lo que dicen; el amor no atiende a esas cosas- terminó Jasper la frase de su hermano.

-Además… me apostaría el cuello a que ella siente los mismo- dijo Jake, pagado de si mismo. Edward miró a su hermano cómo si de repente le hubiera salido un tercer ojo.

-Creo que Bella ha malinterpretado ciertos actos y situaciones- se empezó a explicar Jasper.

-¿Cómo has llegado a esa conclusión?- interpeló Edward a su hermano, cruzándose de brazos.

-¿Nunca has notado lo nerviosa que se pone en tu presencia?- siguió explicándole Jasper –puede que piense que nunca te fijarás en ella, y por eso intenta huir de ti- Edward rió, por la barbaridad que había dicho su hermano.

-Es imposible no fijarse en ella- esbozó una sonrisa imperceptible en su cara, acordándose de su dulce tormento.

-Es obvio que la quieres- exclamó Jasper, acercándose a los dos y dándole a Edward un codazo amistoso en las costillas.

-Ella es lo opuesto a Jessica; es dulce y buena, siempre preocupándose por los demás- les explicó de forma inconsciente –y aparte de eso, es preciosa- musitó con un deje de pena.

-¿Y qué esperas para ir a por ella?- le reclamó Jake –demuéstrale que está equivocada, que de verdad la quieres…-.

-Sino alguien se te adelantará- le advirtió Jasper; esa frase de su hermano hizo que Edward mirara a Jake con una expresión indescifrable.

-No habla de mi- le tranquilizó Jake, rodando los ojos –puede que un día conozca a un chico cualquiera… y se enamore- Jasper lanzó una mirada de advertencia a Jake, para que no se le escapara nada acerca de la trampa que le habían preparado a Edward… benditos celos… desde luego, habían dado resultado.

-Si no le dices lo que sientes, ella nunca lo sabrá- le señaló Jake a Edward lo evidente –y la perderás- el maltrecho corazón de Edward se encogió ante las palabras de su hermano… hasta hace unos minutos se había resignado a adorarla en silencio… ¿sería posible que Bella huyera de él porque pensara que no sentía lo mismo que ella?.

Una pequeña ráfaga de esperanza iluminó su mente durante unos pocos segundos… y una vez terminó la charla con sus hermanos, decidió que necesitaba pensar lo que iba a hacer. Jasper y Jake lo vieron alejarse al galope, adentrándose en los prados del rancho. Una vez lo perdieron de vista, se giraron con expresión contenta, chocando sus manos y felicitándose porque el plan había dado sus frutos.

-Jazz, eres un genio- le felicitó Jake.

-Los celos son un arma imbatible, hermano- le recordó –vamos a contarle las novedades a Emmet- le ofreció, empezando a andar hacia la casa.

-Pero primero vamos a comer… el estofado que estaba preparando nuestra futura cuñada olía de maravilla- Jasper no pudo menos que sonreír ante la mención de la joven… su futura cuñada… esperaba que Edward hubiera abierto por fin los ojos, y que de verdad, luchara por ella.