Autora: SKY
Creado en AGOSTO del 2009
Disclaimer: Todos los personajes y nombres le pertenecen a Stephanie Meyer.
Summary: Ya ha pasado un año desde la partida de Edward Cullen de la vida de Bella, esta para "conmemorar" el momento decide pasar la noche en el Claro donde él declaró sus sentimientos por ella, ¿Será que el alcohol le hará una mala pasada o sus presentimientos serán ciertos?
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A TU SALUD - CAPITULO 3
Al saltar por la ventana comencé a correr, lo más rápido que pude, no me importaba si era de día o de noche, si la gente me podía ver o si tenía que atravesar paredes para llegar a mi destino; lo único que venía a mi mente era el rostro de ella… la imagen de su cuerpo junto al mío, los besos que le daría, las caricias que le regalaría, los… ¡YA! Si en estos momentos me concentraba en todo lo que quería hacer con Bella tendría que parar en algún sitio para "Desahogar" a mi… digámosle "compañero" que a causa de aquellos pensamientos había decidido demostrar que estaba vivo y al igual que yo… sediento de Bella.
Nunca había pensado en eso, es decir, claro que había pensado en el cuerpo de Bella, en la sensualidad casi inocente con la que se mordía el labio cuando estaba nerviosa o pensando y en la forma tan seductora con la que su pelvis rozaba la mía cuando nos besábamos en su cuarto; y aunque siempre reactivó en mí el instinto sexual, que se hallaba perdido, nunca había pensado en dar el paso, aún cuando me lo insinuara, ya que era muy peligroso para ella. ¿Y si le hacía daño? ¿Y si calculaba mal algo? ¿Y si perdía el control de mis actos? No… esas tres preguntas bastaban para convencerme de que era una idea absurda, Bella y yo no podríamos tener relaciones y punto.
Desvié mis pensamientos luego de esa deducción y busqué algo menos caliente en que pensar, lo conseguí rápidamente: Correr. Como lo extrañaba… no era necesario para mi organismo el estirar los músculos, ni nada por el estilo, pero correr era algo que venía en mi naturaleza, algo que circulaba por mis venas secas, algo que me animaba sin un porque definido. Mientras lo hacía me di cuenta de que no estaba segura de a qué distancia me hallaba de mi destino, no sabía exactamente en qué país estaba y me encontraba tan lejos de cualquier humano que no era capaz de recibir algún pensamiento que me ayudara a identificar el acento.
Lo más impresionante era la manera en que me movía, de un lado al otro, sabía perfectamente que curvas tomar, cuando cruzar a la derecha o cuando era mejor abandonar ese camino y continuar en otro cercano. Forks era para mí como un imán.
Corrí por cinco días, cuatro horas y 33 minutos cuando sentí el olor de los bosques canadienses a mí alrededor, un olor que de imprevisto me llenó de nostalgia ¿Cuántas veces había cazado allí con mi familia en los últimos años? Ansiaba verlos y era la primera vez en todo el año en que pensaba en ello… me sentí patético y mentalmente tomé nota de que debía pedirles disculpas por mi falta, sobretodo a Esme que, sin dudas, era la más afectada por mi partida.
Eran aproximadamente las doce del mediodía y si todo salía bien llegaría a Forks para el anochecer, una sonrisa cruzó mi rostro al imaginar su rostro frente al mío, tenía tanto que decirle, tanto porque disculparme…
Llegué a mi destino cerca de las ocho de la noche, el cielo lucía totalmente despejado, enmarcado por una grande y redonda luna que parecía estar a 10 km de distancia, en vez de sus respectivos 384.400 km; alrededor de ella brillaban miles de diminutas estrellas que daban la impresión de que el cielo estuviese recubierto en escharcha.
Decidí pasar primero por mi antigua casa, al llegar noté que seguía igual que cuando la dejamos el año anterior con tan solo unos pocos cambios: la hierba que crecía en el camino de la entrada principal y todo parecía estar cubierto por una mínima capa de polvo. No le di importancia, una vez hablara con Bella estaba seguro de que Alice convocaría a la familia para que volviéramos y todos estarían de acuerdo porque Forks era nuestro hogar.
Me bañé rápidamente urgido por las ganas de ver a Bella, las preguntas se reformularon en mi cabeza una a una… ¿Me querrá aún? ¿Tendrá un nuevo amor? ¿Habrá cambiado? ¿Qué pensará del "nosotros"? ¿Recordará lo que vivimos? … Tantas preguntas a las que no tenía respuesta, odiaba estar así, odiaba no estar seguro, por eso había estudiado 2 veces medicina, por eso leía generalmente dos veces cada libro, por eso revisaba la mente de las personas antes de preguntar cuando era algo importante… solo para estar seguro.
Me prometí a mi mismo no acercarme al principio, solo observaría, vería su estado, el color de su piel, si se encontraba feliz o no… y luego, tal vez, solo tal vez, me aproximaría. Porque aunque estuviera en Forks justo ahora no significaba que yo rompería la promesa… yo quería que ella tuviese una vida normal y estaba claro que conmigo nunca la encontraría.
Salí del baño y busqué en mi armario una camisa de vestir negra y unos jeans gastados cualquiera, bueno, en realidad solo tenían el estilo de gastados ya que era la primera vez que los usaba, el pequeño moustro me mataría si se enterara que usaba más de dos veces la misma prenda, sin hablar del hecho de pasar un año con la misma pinta, de seguro le daría un infarto.
Mientras pensaba en ella me pasaron por la cabeza sus palabras "…¿Has visto un calendario? Ya ha pasado mucho y sin dudas llegarás en un momento en el que ella te necesitará…". Sabía que estaba cerca de cumplir un año de haberme marchado pero no estaba seguro de exactamente qué día era hoy, esa era una de las desventajas de alejarte del mundo. Busqué en el estudio de Carlisle uno de sus tantos calendarios, regalados por distintas marcas de medicinas, y verifique la fecha, hoy se cumplía exactamente un año de haber dejado a Bella sola… ¡Un año! ¡TAN SOLO UN AÑO! ¿Cómo era posible si yo sentía que eran mil? O por lo menos esa era la sensación que me causaba.
Seguramente sentía eso por la diferencia de estar en el cielo y en el infierno. Sin dudas en el cielo todo es más rápido porque es perfecto; mientras que en el infierno es más lento por la tortura personal… Dejé mis pensamientos filosóficos de golpe, estaba en Forks, a tan solo kilómetros de Bella ¿Qué carajo hacia pensando en el tiempo? Me puse en marcha, en tan solo 10 minutos vería al amor de mi vida y - aunque sabía que era imposible – sentí como mi inmóvil corazón daba un vuelco de ansiedad ante esos pensamientos.
Todas las luces de su casa estaban apagadas, me asomé por la ventana de su habitación: ella no estaba. Aun así sentí como su olor traspasaba mi garganta, dejándola ardida y palpitante, un año sin olerla había hecho que mi sensibilidad al olor creciera y me afectara más, sin embargo, no tenía sed de su sangre… tenía una sed totalmente nueva para mi, que en palabras no sabría explicar...
Seguí su rastro, se internaba en el sendero del bosque ¿Qué hacia ella por allí? ¿Acaso no me había prometido mantenerse a salvo? Y… ¿Qué era ese olor? ¿Un licántropo? ¡¿Qué coño hacia Bella con un licántropo? ¿Es que acaso ella no podía mantenerse alejada de los problemas? La respuesta vino de inmediato a mi cabeza… ¡NO!
Dudé un segundo… el encuentro con un licántropo no era algo que me causara gran emoción, a decir verdad, no me causaba ninguna. Pero si no iba no la vería y ya a estas alturas podía dejar de hacer cualquier cosa en la vida menos no verla a ella… Corrí a toda velocidad, esquivando uno vez a uno cada árbol y rama, sintiendo cada vez más fuerte el olor a mi Bella y a la vez a aquel chucho fastidioso.
Me sorprendí al notar que los olores se dividían, el lycan debía haberse marchado y aunque maldije en el nombre de su madre por haberla dejado sola, también le agradecí la oportunidad de dejarme un poco de privacidad para disculparme.
Llegué hasta los bordes del Claro… nuestro claro, me escondí bajo las sombras de los árboles para que ella no me viese pero yo si pudiese observarla. Estaba muy linda, arreglada y peinada, mantenía una botella en las manos y entre sollozos daba largos tragos de ella... un segundo ¿una botella? ¿Qué hacía Bella tomando alcohol y llorando? Era… era… era por mí. ¿Qué clase de moustro soy que la incité a eso?
Me estaba castigando mentalmente por lo terrible que era cuando sopló el viento en mi dirección y el olor de Bella me llegó justo cuando aspiraba el aire con toda mi fuerza por la nariz, haciendo que arrugara la cara y aguantara la quemazón que sentía, la quemazón que solo su sangre era capaz de causar. Pero no me importaba, era el precio que debía pagar por ser un moustro que se enamoró de un ángel.
Edward Cullen – Mi corazón oxidado dio otro vuelco imaginario cargado de sensaciones, ella estaba mencionando mi nombre - Edward Cullen, Edward, Edward, ¡Edward!
Su voz era para mí como el canto de una sirena me tenía cegado, impactado, totalmente borrado. Podía estrellarse un camión a mi lado y estaba seguro que no voltearía a verlo; notaba como la carcomía el dolor al pronunciar las palabras, pensé tontamente que tal vez ella evitaba decir mi nombre para no hacerse daño, como yo evitaba no decir el suyo, pero era algo muy improbable y mientras descartaba la idea oí nuevamente ese canto de sirena pero con unas palabras que me quitaron el aliento y me dejaron en blanco.
¡Mentir...roso! Men..tirossso… ¡Ed..war..d Mme..ntiross…oo! ¡MEN...TIROO...SO! – me dolieron en el fondo del alma aquellas palabras, no solo porque las dijese ella, sino porque, a pesar de todo ella tenía razón. Sabía exactamente porque me llamaba así, aunque la memoria humana cura más rápido y el corazón es capaz de sanar yo prometí cosas que no estaban a mi alcance. Prometí cosas que tal vez ella hubiese podido prometer porque le pertenecían a ella y no a mí. Ante mis pensamientos perdí el equilibrio – para los que pensaron que era imposible pues…. Dense cuenta de que no es así – y bajo mis pies una ramita cedió produciendo un ruido que rompió el silencio del bosque y los sollozos de Bella, que se hallaba a unos metros de mí.
Vi como en su cara aparecían diversas expresiones: miedo, tensión, curiosidad y… ¿esperanza? Se levantó y tambaleándose cual borracha caminó en mi dirección. No me sentí capaz de aparecer así de la nada y decirle ¡Llegue! Así que en el mayor de los silencios me subí al árbol y me escondí en las ramas. Bella llegó hasta los matorrales que la separaban del árbol y, al no conseguir por donde pasar, decidió entrar a lo desesperado, jalando todas las ramas y cortándose con ellas; Se abrió paso hasta llegar al sitio donde hace unos instantes estaba yo, observó la ramita por un segundo y, así sin más, se desplomo sobre el suelo y comenzó a llorar, a llorar de una manera que nunca había visto, lloraba desesperada, lloraba como esperando morir, abrazó sus rodillas con toda la fuerza que pudo y hundió su cara en el suelo más y más, pronunciando cosas que ni yo lograba comprender.
Me rompió el alma verla en aquel estado, tan débil… tan indefensa. ¡No podía seguir así! Había prometido volver solo a ver pero… ¡ella me necesitaba! Lo sabia en el fondo de mi "corazón", esas lagrimas eran por mi… no por Black o por Newton… ¡Por mi!
Salí de mi escondite de un salto cargado de una valentía que desapareció tan rápido como quedé frente a ella. Maldije por lo bajo al no poder leer su mente y saber que era lo que pasaba y me arrodillé frente a ella manteniendo un poco de distancia, tenía miedo a acercarme demasiado o a tocarla…
- ¿B..Bella? – pronuncié con voz temblorosa, ella abrió los ojos de golpe y desde mis piernas los fue subiendo hasta llegar a mis ojos. Sin despegar sus ojos de los míos se arrodillo quedando a tan solo unos escasos centímetros de distancia – Yo… yo creo… que… tenía que decirte… yo… Bella…
¡Miiierda, mierda, mierda! Soñé despierto tantas veces este momento… ¿Cómo es que no podía hallar las palabras para hablarle? Mientras mi cerebro buscaba que decir ella me seguía mirando, con los ojos extremadamente abiertos y abrazando sus brazos muy fuerte, comencé a preocuparme de que mi amor entrase en un estado de Shock..
- Bella… Bella... yo… Soy yo… y… y… ¡estoy aquí! Y… lo sé... soy un idiota Bella… No debí… yo… te quiero – pasé una de mis manos varias veces por mi cabello, peinándolo y despeinándolo a la vez, cada vez más frustrado. Por su parte ella no despegaba sus ojos de los míos, me miraba con intensidad e incredulidad, sin embargo, no articulaba una sola palabra - ¿Bella estas bien?
Minuto a minuto surgía en mí un nuevo estado de ánimo, ya no estaba asustado: estaba aterrado. ¿Y si le pasaba algo? Quería chequearla pero no me atrevía a tocarla, desde la distancia a donde me encontraba verifiqué que no estuviese las pupilas dilatas y que su piel aún seguía de un color "aceptablemente pálido" para ella; estaba realmente frustrado pero no me atreví a moverme un centímetro.
Pasaron unos cuantos minutos, que a mi parecer fueron horas, y fue cuando ella hizo el primer movimiento, casi imperceptible, sus manos se agarraron más fuerte aun a sus brazos, dejando que los nudillos tomaran un color blanquecino.
- Tu… - dijo en un susurro tan suave que un humano a la misma distancia no lo hubiese escuchado – Tu… tu… tu eres… eres…
No se movía y yo tampoco, ambos nos mirábamos directamente a los ojos y por más que intentaba no lograba descifrar lo que sus ojos decían; de pronto en un susurro aún más bajo y mucho más rápido que el anterior comenzó a soltar muchas cosas, algunas con mas coherencia que otras yo solo me limite a seguir viéndola, a escucharla, dispuesto a ponerme de rodillas en cuanto me diera la oportunidad de disculparme.
Me dejaste… y te fuiste… sola… y tu… - sollozo un poco, intente acercarme pero me detuvo en seco – ¡NO TE ACERQUES! ¡Te fuiste! Me dejaste tirada... como quien… como quien abandona a un perro por la calle… y sabias lo que sentía ¿Qué cooño haces aquí? Vienes para decirme que has encontrado distracciones o porque te aburriste y ahora pretendes que yo sea esa distracción….
Cada palabra calaba en lo más hondo de mi pecho, cada una de ella me decía lo mucho que la había herido y aunque sabía que el alcohol estaba en su sangre, corriendo por ella y enredando sus palabras, todo lo que Bella decía: era cierto. Tenía razón en molestarse, yo no me hallaba capaz de objetar nada en contra.
- ¿ESO ES LO QUE QUIERES? ¿QUE SEA TU JUGUETE DE NUEVO? ¡RESPONDEEME! – Gritó a todo pulmón mientras las lagrimas caían por sus ojos y resbalaban por sus mejillas – ¡Reess… pondeemm..ee Ed…war..d!
- Bella yo… - tome una bocanada de aire innecesaria para mi organismo y continué – yo tengo mucho que explicarte, me fui porque…
- calla… calla… - dijo tapándose los oídos – no quiero escuchar… no quiero…
- Bella, bella amor… por favor óyeme – suplique tomando sus manos – necesito que me oigas, todo tiene un porque…
- ¡NOO! – grito nuevo y alzo sus manos en forma de puños, se estaba defendiendo de mi. En otra ocasión, en otro momento seguramente me hubiese echado a reír de esa reacción, sin embargo ahora, ese gesto, era como un puñal en mi pecho - ¡No te quiero oiir! –Dijo mientras lanzaba un puño contra mi abdomen – eres un idiota… me dejaste… aquí… tirada… ¡NO QUIERO SABER DE TI!
Cada palabra de Bella iba acompañada por un puño dirigido a cualquier parte de mi pecho y abdomen, notaba la fuerza con la que los lanzaba, aun cuando no me dolían físicamente, el dolor se internaba en mi pecho, cada palabra era un puñal que se hundía más y más. Estoy seguro que si hubiese podido llorar, lo hubiese hecho.
- ¿SABES QUE? – grito furiosa con voz quebrada e intensifico la fuerza de aquellos golpes – Tee… Edward yo tee… te… tee… - comenzó a llorar y sus golpes se volvieron más suaves, noté como se estaban enrojeciendo, ella se estaba lastimando con cada uno de ellos.
- Yo también te amo Bella – dije suavemente mientras tomaba sus muñecas y la acercaba a mí, sentándola en mi regazo, ella tan solo puso un poco de resistencia sin embargo en ese mismo instante cedió, la acomodé y tomé su barbilla con mis manos – Me fui por tonto Bella… merezco que me digas todo eso que has dicho tienes razón… soy un idiota... un idiota que se fue para proteger a la mujer que ama… a la chica de sus sueños… a el ángel que le cayó del cielo para iluminarle los días… no me di cuenta de lo que hacía… no me di cuenta del desastre que dejaba a mis espaldas, cometí un error Bella… un grave error, pero estoy aquí para demostrar que se equivocarme… para demostrar que puedo cambiar, haré lo que sea necesario, imploraré de rodillas tu perdón… buscaré como bajarte las estrellas o la luna si es lo que quieres… solo dímelo Bella, dime cual será mi castigo y no me opondré… bueno si quieres que me valla… es… razonable… no diré nada simplemente me iré y….
- No – susurro suavemente – no… no…
- No… déjame explicarte por favor – susurré tan bajo como ella, me sentía en deuda, debía explicarle, debía hacer que me entendiera – yo…
- No – volvió a susurrar con una extraña sonrisa en los labios, no entendía nada… ¿Por qué actuaba así? ¿Qué pasaba? ¿Se reía de mí? ¿Tan patético era?
- Bella… - supliqué nuevamente, sin embargo, colocó uno de sus dedos en mis labios.
- Shh… Edward… - me miró un segundo con una intensidad que me dejo sin aliento – te perdone hace ya varios muchos minutos… cuando dijiste que me amabas… te creí.
Y sin darme tiempo siquiera a reaccionar sus manos hicieron un nudo alrededor de mi cuello y con toda la delicadeza del mundo beso mis labios. Por un segundo no respondí, sin embargo sentí como un fuego en mi interior crecía y se enardecía cada vez que ella movía sus labios contra los míos y sin pensarlo más, respondí al beso.
Aunque comenzó siendo un beso suave, dulce se terminó por convertir en uno cargado de pasión, ambos estábamos demostrando la necesidad que teníamos el uno por el otro, la sed que nos embargaba, los meses que estuvimos separados nos pasaban factura y nos pedían a gritos que la distancia se acortara, nuestras manos no podían dejar de recorrer el cuerpo de nuestro acompañante, reconociendo el terreno abandonado y dejando a su paso una marca de propiedad que solo ella y yo entenderíamos en los años venideros.
Sus manos hábilmente soltaron los botones de mi camisa y yo hice lo mismo con la suya, recibí con una sonrisa aquel sostén azul marino que llevaba puesto, era de encaje y mostraba unas estrellas marinas blancas por todos los bordes, se veía increíble, ella dirigió una mirada rápida en la dirección que yo observaba y también sonrió.
- Tenía la esperanza de que volvieras – contestó a la pregunta que yo realizaba en mi mente mientras sacaba uno de mis brazos de la manga.
- Pensé que era yo quien leía las mentes – respondí alzando las cejas divertido por su comentario tan natural.
- Digamos que aprendí del mejor – dicho esto beso mis labios y comenzó un camino de besos húmedos por todo mi pecho, gruñí al sentirla besar mi cuello, era una sensación tan exquisita que por un segundo entendí a Rosalie y Emmett, tan solo si yo pudiera…
Bella no creo que… - comencé a decir, haciendo uso de todo mi autocontrol, lo más seguro es que ella estuviese tomada y no era justo que yo me aprovechara de nuevo; sin embargo colocó un dedo en mis labios nuevamente, me miró por un segundo y noté que el alcohol ya se había evaporado de su cuerpo, tal vez por la impresión… quien sabe.
- Edward… por favor - ¿por favor que? ¿Me estaba pidiendo permiso? Volvió a posar sus achocolatados ojos en mí, me perdí en ellos y sin poder contenerme asentí. Sus manos viajaron a mi cuello y las mías a sus piernas, nos envolvimos en un beso de pasión y deseo, que iba mucho más allá de los límites que yo generalmente ponía entre Bella y yo…
Poco a poco la ropa fue abandonando nuestros cuerpos, ella era preciosa, sus piernas se veían contorneadas, largas y cremosas, sus senos… ¡Dios sus senos! Eran tan suaves… tan frágiles… tan… Bella gimió al sentir el contacto de mi boca con uno de sus pezones y arqueó la espalda hacia mí echando la cabeza hacia atrás, mi temperatura subió peligrosamente ante su respuesta y no pude evitar soltar un jadeo sofocado…
Cambiamos de posición, ahora era yo quien estaba arriba, bajé por su abdomen dando pequeños besos de mariposa aquí y allá, recorriendo sus piernas con mis manos y jugando con su ombligo y mi lengua, llegué hasta donde se hallaba su ropa interior, a juego con el sostén era una tanga de encaje azul adornada con estrellas, no se me ocurrió mejor forma que tomarla con mis dientes e ir bajándola suavemente besando y lameteando sus piernas, ella comenzó a gemir suavemente al tacto, me deshice de aquella prenda y emprendí el camino de vuelta subiendo por sus canillas, besando sus rodillas e internándome en su entrepierna. Ella se estremeció al contacto de mi lengua en su zona más sensible, tal vez al igual que a mí el choque de temperatura la excitaba.
Luego de un rato y entre jadeos y gemidos muy fuertes Bella se levantó un poco – Ed… Edwarr..d
- ¿mmm? – estaba ocupado grabando cada detalle, cada sabor, cada movimiento…
- Por favor... Edward… Por favor… - Sin despegar mi cara de su entrepierna alcé la vista, estaba sudorosa y se estremecía de vez en cuando – Por favor… Ve... ve… ven… ¡te Quiero dentro de mí YA!
Sus palabras, tan cortas, tan necesitadas, tan rápidas fueron como el cerillo que encendió la pólvora en mi interior… pólvora que no tardo en llegar al punto donde se hallaba la dinamita y explotar de manera descomunal; en menos de un segundo me encontraba con la cara a un milímetro de distancia de la de ella, abrió sus piernas invitándome a entrar y yo, comido por el deseo, así lo hice…
No me moví por un momento, esperando que su cuerpo aceptara al nuevo invitado, luego con suavidad entre y salí un par de veces y a respuesta Bella soltó un par de gemidos – Bella, amor, ¿Estás bien? ¿Te duele? ¿Paramos?
- No – dijo abriendo los ojos al tiempo que enredaba sus piernas en mi cadera y me jalaba hacia ella con todas sus fuerzas, no sé decir que fue el sonido que hice ¿un gemido o un gruñido? Pero al parecer a mí amada la éxito aun más repitiendo la acción. Tomé rápidamente su ritmo, la embestía con suavidad hasta que en un momento entre jadeos pidió "más", no pude hacer más que darle lo que quería, le bajaría la luna si lo pidiera, aunque dudaba que ella quisiera pedir algo tan superficial en estos momentos…
El placer recorría nuestros cuerpos, los jadeos se habían intensificado por parte de ambos, no sabria identificar de cual de los dos venían los gemidos tan altos que de pronto resonaban cuando aumentábamos la velocidad; me di cuenta que yo no aguantaría mucho más, esto era más de lo que jamás había soñado, era algo… no había palabras, quería decírselo a ella pero no hallaba la manera.
- Be…lla yo… tu… amor… es… - ¿coeherencia? Ninguna – yoo… ahh…. Yo… Bella…
- Eddd..warr…d – sus múculos se tensaron alrededor de mi, sus piernas se afirmaron en mis caderas, Bella estaba por llegar a la cima… ese pensamiento (el imaginármela en ese estado de placer absoluto provocado por mí) me puso a mil. Aumenté el ritmo y ella se tensó aun más – Ed… Yo… Afffs…
Con una ultima embestida Bella afirmó sus uñas contra mi espalda y yo solté un gemido que nos llevó a los dos a recorrer el climax juntos. Hechos un nudo por nuestros cuerpos, me moví unas cuantas veces más, adentro, afuera… adentro… afuera… adentro…
Quedamos tendidos ambos en el suelo, recosté mi cabeza sobre su pecho y ella muy dulcemente comenzó a acariciarme la espalda y a subir por mi nuca hasta el cabello y así repetir la acción… estuvimos callados unos cuantos minutos, la paz era absoluta…
- Te amo – susurró besando mi coronilla, en respuesta besé su abdomen dulcemente mientras una de mis manos tomaba la que quedaba libre de ella.
No sé como pensé que mi vida sin Bella iba a ser posible o como la de ella sin mí llegaría a serlo. Me había equivocado tontamente, solo por pensarlo demasiado, por buscar la manera de "Salvarla", ¿Cómo no me había dado cuenta de que para salvarla tenía que estar yo presente?...
No sabía qué futuro nos deparaba a ambos, tampoco quería pensar en ello. Quería comportarme como un adolescente, quería vivir el tiempo con Bella, estando a su lado, dándole todo lo que quisiese, haciéndola sentir la mujer más linda del mundo… luego, más adelante tal vez pensaríamos en lo de ella como vampiro, la idea me desagradaba, su alma era importante y su corazón también; pero ya estaba harto de huirle al destino, si eso tenía que pasar pasaría… y en el fondo si a ella le gustaba la idea y es lo que la hacía feliz.. ¿Por qué no podía yo dárselo?
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