NOCHE DE LA VISPERA DE NAVIDAD
Edward había estado encontrando excusas para conseguir tenerme debajo del muérdago durante todo el día. Era muy mono y romántico por su parte. Nunca antes en toda mi vida me había sentido tan amada y querida.
Ahora mismo estaba intentado no sonrojarme de cientos de tonalidades de rojo diferentes mientras él me besaba una vez más. Finalmente me separé y le abracé fuertemente. Le susurré al oído.
"Esto es muy tierno y todo eso, pero realmente necesitas parar. Todos los demás están con nosotros en la habitación y me estoy cansando de sonrojarme."
"Entonces vámonos a mi habitación."
"No," me reí por lo bajo. Podía oír la sonrisa en su voz y sabía que sólo estaba tonteando. Pero era una oferta tremendamente tentadora. "Sabes que Alice está preparándose para poner la película."
"Sólo es Rudolph. Todo el mundo ha visto Rudolph antes. ¿Por favor, Bella? Puedo practicar ayudarte con tu ropa algo más."
"¡No! Vamos a ver al pequeño reno con la nariz roja."
"Lo sé. Es que me gusta meterme contigo."
"Cuidado, Tutor-boy. Puede que no te guste mucho si tomo represalias."
"Oh, por favor, hazlo."
Me separé un poco y sus ojos verdes estaban brillando con malicia y amor. ¡Él creía que estaba siendo gracioso! ¿Lo encontraría gracioso si le contaba exactamente cuanto me apetecía escabullirme con él al piso de arriba? No es que algo grande fuera a pasar, pero sólo besarle era asombroso, a su manera.
Le cogí la mano y le llevé hasta el sofá conmigo. Le empujé para que se sentara, haciendo que se riera. Extendió los brazos para cogerme y le dejé que me pusiera en su regazo. Suspiré alegremente y apoyé la cabeza contra su hombro.
Habíamos pasado todo el día juntos, sin dejar al otro más de unos minutos. Hasta ahora había sido maravilloso. Brevemente me pregunté como soportaría volver a mi casa, al trabajo o a la universidad. Deseé que este día continuara pasa siempre.
"¡Hora de la película!" gritó Alice.
Emmett y Rosalie bajaron y se sentaron a nuestro lado en el sofá. Jasper y Alice estaban en el suelo delante de nosotros. Esme y Carlisle salieron de la cocina. Le dieron a Emmett un bol de palomitas para que las compartiera con los demás y se sentaron en el otro sofá.
La película empezó y la canción de Rudolph empezó a sonar. "Rudolph tiene una nariz tan mona. Odio que los otros renos sean crueles con él," dije.
"La envidia hace que la gente haga cosas raras," dijo Rosalie. "¿Sabes? Siempre he considerado que Rudolph era la perfecta metáfora para el instituto. Rudolph sería el anormal y los otros serían los chicos populares."
"Tú debiste ser una chica popular," dije. Estaba inclinándome sobre Edward para hablar mejor con ella.
"Por defecto," contestó Rosalie. "Solía quedarme con Jasper porque todos los demás eran muy falsos. Sólo querían ser mis amigos para ser populares."
"Eso apesta," dije.
"Sí, un poco," Rosalie se rió por lo bajo. "Nunca es fácil ser mujer, y menos una atractiva. La gente cree que ya conoce tu inteligencia y personalidad antes de hablarte."
"¿No odias eso?" dije en voz más alta.
"Mira, si vosotras dos queréis hablar, iros a la cocina," nos interrumpió Emmett. "Yo quiero ver Rudolph."
Rosalie y yo nos reímos en voz baja y prometimos acabar luego nuestra conversación. Me senté más recta y me acurruqué contra el pecho de Edward. Sus brazos me rodearon mientras me daba un beso en la cabeza.
Tan pronto como Rudolph acabó, Alice puso 'Mi hombre de Nieve'. No estaba tan bien como Rudolph y acabamos suplicándole que la quitara. Al final cedió y puso 'Una historia de Navidad'. Todos la vimos atentamente y nos reímos cuando había que hacerlo, todos nos sabíamos bien la película.
Moví la cabeza para poder susurrarle a Edward al oído. "¿Crees que tu madre te hubiera hecho llevar un traje de conejito como ese si hubieras tenido una tía excéntrica que te hubiera hecho uno?"
"Sin duda. Y Alice habría hecho muchas fotos para torturarme durante toda la vida."
Rápidamente levanté la mano e hice lo que pude para contener el bostezo que se me escapó. Aún así sonó muy fuerte. Todo el mundo se rió y me sonrojé.
"¿Cansada?" Edward se rió por lo bajo.
Asentí. Anoche no había dormido muy bien, especialmente con gente riéndose y despertándome para torturarme. "Creo que voy a irme a la cama. Deberías quedarte y ver el resto de la película con los demás."
"Bella, todavía no puedes irte," susurró Edward. "Necesitas mantenerte despierta y en el piso de abajo. La película acabará en poco tiempo."
"¿Pero por qué?" sonó como un suspiro y una queja, pero no me importaba. Estaba cansada.
"No puedo decírtelo, pero confía en mí, quieres estar despierta para eso."
"Entonces necesito un refresco."
Edward se rió por lo bajo. "Bella, no necesitamos una repetición de lo que pasó en el cine."
"No la tendremos. No hay ningún Twizzler presente. Además, tan cansada como estoy, sólo me espabilará un poco."
Edward me dio una palmadita en la pierna. "Entonces vamos a por tu refresco."
Le cogí de la mano y fuimos a la cocina. Me dirigí al frigorífico, pero Edward me paró y me presionó contra él. Tenía una sonrisita malvada monísima. Se inclinó y me besó tiernamente.
Me separé y le miré sus ojos verdes. "¿Por qué ha sido eso?"
"Por nada. Eres demasiado preciosa para no besarte." El amor brillando en sus ojos era asombroso.
"Sí que me gusta este acuerdo de que seas mi novio. Las ventajas son fantásticas."
"Siempre estaré agradecido de que dejé que Alice me forzase a ir con ellos. Esa pequeña elección te ha traído a mi vida y lo ha cambiado todo."
"Para lo bueno, espero."
"Para lo excelente, Bella."
"¡Bien!" ¡Por dentro estaba haciendo piruetas! No sólo me amaba, ¡si no que estaba agradecido de que yo estuviera en su vida! Mi corazón estaba listo para explotar de amor por él. Le besé en la punta de la nariz y entonces me fui hasta el frigorífico.
Encontré una coca cola y la saqué. Edward la cogió, la abrió por mí, y me la devolvió. Le sonreí. Era siempre tan considerado. Le dí algunos sorbos y empecé a sentirme más despierta.
"Deberíamos volver antes de que la película acabe," dijo Edward, cogiéndome de la mano. "Puedes traerte la coca cola."
Dejé que me llevara de vuelta al salón. Se sentó y me puso en su regazo otra vez. A la película le quedarían tres minutos. Pasé el tiempo pensando en lo que Edward había dicho sobre pequeñas elecciones mientras sorbía mi bebida.
La película acabó y Alice apagó la televisión. El salón estaba iluminado por el suave destello de las luces del árbol de Navidad. Esme y Carlisle se levantaron.
"Es hora de que nos vayamos a la cama. Nos vamos arriba. Por favor, no os quedéis despiertos hasta muy tarde. Os quiero a todos levantados temprano. Tenemos un gran día por delante," dijo Esme.
Todo el mundo se levantó y les dijo adiós. Antes de que pudieran irse, Emmett se aclaró la garganta fuertemente.
"¿Puedo tener vuestra atención un momento, por favor?" preguntó Emmett. Se movió para estar delante de Rosalie. "Rosie, nunca pensé que conocería a alguien tan perfecto como tú," dijo Emmett mientras se arrodillaba. "Tienes belleza, cerebro y fuerza. Entiendes mi sentido del humor y tu sonrisa me hace sonreír. No soy lo suficientemente elocuente para explicarte todas las cosas que amo de ti. Pero si te conviertes en mi esposa, pasaré cada día de nuestro matrimonio intentando enseñártelo. Rosalie Hale, ¿quieres casarte conmigo?" Emmett sacó una cajita y la abrió para revelar un precioso anillo.
Rosalie estaba en shock. Alice estaba botando mientras se apretaba las manos contra el pecho. Jasper estaba sonriendo con orgullo. Esme y Carlisle parecían a punto de llorar. Emmett estaba sudando a chorros mientras esperaba que Rosalie le respondiera. Yo estaba aguantando la respiración para ver lo que Rosalie diría.
Cuando el silencio continuó, la cafeína me controló. "¡Di algo, no!" grité.
Edward se rió por lo bajo mientras me apretaba contra su pecho y me ponía una mano sobre la boca. "Paciencia, Bella."
Rosalie me miró y se soltó una risita. Se giró hacia Emmett. "¿Vas a ponerme ese anillo o qué?"
"¿Eso es un sí?" preguntó Emmett.
Rosalie asintió. "Por supuesto que es un sí."
Emmett se levantó de un salto y le dio un abrazo de oso. La besó en la mejilla sonoramente.
"¡Em, el anillo!" le recordó Rose.
"¡Oh, sí!" se rió por lo bajo.
La soltó y sacó el anillo de su caja. Con cuidado le deslizó el anillo en el dedo. Rosalie lo movió y el diamante reflejó las luces del árbol.
Alice gritó y le dio un abrazo. "¡Tienes que dejarme planearlo!" gritó.
Jasper le dio un abrazo a Rose y le susurró algo al oído. Ella se rió nerviosamente y le besó en la mejilla.
"Edward," murmuré contra su mano.
Se rió por lo bajo, pero no la quitó. De broma se la mordí. Gritó de sorpresa y la apartó. Le sonreí y me lo devolvió. Vimos juntos como todo el mundo felicitaba a mi hermano y a Rose. Esme y Carlisle fueron los primeros en irse arriba. Después de unos cuantos de abrazos y gritos más, Alice y Jasper también se fueron.
"Bella," dijo Rose. "Quiero saber si estás de acuerdo con esto. Amo a tu hermano con todo mi corazón, pero tú también me importas."
La abracé fuertemente. "Siempre quise tener una hermana."
Me devolvió el abrazo y suspiró alegremente. "Gracias."
Emmett vino y nos abrazó a las dos. "Gracias, Squirt." Le dio la mano a Edward. "Gracias por ayudarme."
"No podía dejar que parecieras un idiota con una pregunta tan importante," dijo Edward, dándole a Emmett unas palmaditas en el hombro.
Un millón de pensamientos empezaron a recorrerme la mente mientras había estado viendo a los demás. Decidí que había algo que necesitaba saber esta noche. "¿Qué va a pasar ahora?"
"¿Qué quieres decir?" preguntó Emmett.
"Bueno..." empecé. "¿Cuándo os casaréis? ¿Dónde viviréis? ¿Qué haremos con la casa si quieres vivir en la de Rose? Si vais a tener hijos, nuestra casa es demasiado pequeña, incluso si me mudáis a otro sitio. Y donde sea que me vaya, tendrás que encontrarme un compañero de piso y asegurarte que no es un asesino en serie porque sabes que no me gusta estar sola de noche."
"¡Bella!" me digo Emmett mientras me sacudía un poco. "Sé que tu mente siempre está girando y haciendo que te preocupes, pero le he pedido que se case conmigo hace unos minutos. Vas a tener que darnos tiempo para encontrar las respuestas a todas esas preguntas."
"Bella, tienes mi palabra de que en cualquier decisión que hagamos, te consideraremos," prometió Rosalie.
"Gracias, Rose," contesté.
"Ya nos vamos," dijo Edward suavemente. "Os veremos por la mañana.
Besé a mi hermano y a mi pronto cuñada y dejé que Edward me guiara arriba. Emmett no había pensado nada más aparte de su pregunta. Debería haber esperado eso de él. Supongo que una pequeña parte de mí era lo suficientemente egoísta para esperar que él hiciera planes por mí. Pero no podía cuidarme siempre. Ahora yo tenía veinte años. Lo suficientemente mayor para...
Empecé a llorar llegados a ese punto. Tuve suerte de que ha había llegado a la habitación de Edward.
Me frotó la espalda y me consoló con susurros mientras le empapaba la camiseta. Sabía que era estúpido estar llorando ahora mismo. No era como si Emmett fuera a casarse con ella y mudarse mañana. E incluso si Emmett se mudaba, la casa de Rose no estaba lejos. Pero ya no sería Emmett y Bella contra el mundo. Sería Emmett y Rose y yo quería eso para él. De verdad. Pero no quería que me dejaran sola.
"Bella," suspiró Edward. "Por favor, dime por qué estás llorando." Negué con la cabeza. "No puedo ayudarte si no me dices lo que te está molestando."
"Es... es sólo que... no quiero estar... sola," conseguí decir.
"Bella, no lo estarás," me arrulló, apretándome más contra él. "Emmett nunca te dejaría sola. Y Rose nunca le dejaría incluso si él lo pensase."
"Pero Emmett no puede cuidarme siempre. Necesita tener su propia vida. Pero voy a... a... ¡a echarle de menos!" sollocé.
"Tonta Bella," suspiró mientras me daba un beso en la frente. "Emmett no se va a ir a ningún sitio pronto. Sólo se ha declarado esta noche. Además, no es como si él y Rose se fueran a ir lejos una vez que se casaran. Te alegra que se vayan a casar, ¿verdad?"
"¡Por supuesto! Es sólo que tengo miedo. Emmett es todo lo que me queda."
"Eso ya no es verdad. Todo irá bien. Ya verás. Míralo de esta manera, si Emmett decide mudarse con Rose, nunca más tendrás que preocuparte por encontrar sus boxers en tu colada otra vez."
Bufé, recordando la que le monté hace unos días cuando encontré su ropa mezclada con la mía una vez más.
"Y además, si su habitación se quedase libre, podrías tener a tu tutor favorito como compañero de piso."
Me senté para verle mejor. "¿Harías eso? ¿Vendrías y te quedarías conmigo?"
"Sí," contestó, limpiándome las lágrimas con los pulgares.
"Pero esta es tu casa. No podría pedirte que dejaras todo esto y vinieras a mi pequeña casa."
"No estás pidiéndolo. Yo te lo estoy ofreciendo."
"¿Pero por qué?"
"Porque te amo, Bella. Haría lo que sea para verte feliz."
"Es que... es como si de alguna manera le estuviera perdiendo. Sé que no es lo mismo que cuando mis padres murieron, pero... no puedo explicarlo."
"No voy a decirte que no te preocupes. Desde que te conozco, he aprendido que no haría nada bueno."
Me reí por lo bajo y me besó en la mejilla. Decirme que no me preocupara normalmente aseguraba que me preocuparía más.
"Bella, necesitas intentar pensar en todas las cosas buenas que vendrán. Como le has dicho antes a Rosalie, estás ganando una hermana. Ganarás a Jasper como cuñado y a Alice por defecto. Y sin importar lo que pase entre Emmett y Rose, me tendrás, Bella."
"¿Puedes prometerme algo?"
"Puedo intentarlo."
"Prométeme que sin importar lo que pase, sin importar a donde nos lleva esta relación... prométeme que siempre seremos amigos."
"Esa es una promesa que puedo hacer." Edward me apretó contra él y me abrazó fuertemente. "Prometo ser siempre tu amigo, Bella. Prometo estar aquí para ti siempre."
"Gracias."
"¿Te sientes mejor ahora?"
"Sí."
Me levantó la cara y me miró a los ojos. "Odio verte llorar, Bella."
Me reí por lo bajo. "Soy una chica, Edward. Solemos hacer eso. Mucho."
Me sonrió. "Aun así no me gusta." Me bajó de la cama. "Vamos a ponerte el pijama. Esme quiere a todo el mundo levantado temprano y ya estás exhausta."
Cogí mi ropa y me dirigí hacia su cuarto de baño. Me cambié y me lavé la cara. Pensé en arreglarme el pelo, pero estaba cansadísima. También me sentía culpable por haberme disgustado tanto, y feliz de que Edward me hiciera sentir tan a salvo y cómoda.
Volví a la habitación y él estaba esperándome. Me ayudó a subirme en la cama, riéndose de mi cansancio. Con cuidado me quitó la cola. Pasó los dedos por mi pelo y cerré los ojos. Sus dedos me dieron un masaje suavemente, ayudando a que me relajara.
"Eres tan preciosa, Bella," me susurró al oído.
Sonreí, demasiado tranquila para moverme o hablar. Hacía años que no me sentía tan feliz y a salvo. La última vez fue cuando mis padres todavía estaban vivos.
Con delicadeza, Edward me puso sobre la almohada y tiró de las mantas para taparnos. Me moví para que mi cabeza estuviera sobre su rítmico corazón. Le abracé fuertemente, respirando su aroma. Olía muy bien. Tendría que averiguar que tipo de colonia llevaba. Ese fue el último pensamiento que mi cerebro registró antes de que el sueño me reclamase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario