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PRIMERA CITA
- Aquí tienes- dijo ella, pasándome las llaves de mi auto. Sonreí ampliamente y salí hacia el jardín donde me esperaba mi precioso auto. Me subí en él, puse las manos en el volante y respiré profundamente. ¡Cómo amaba este auto! Mis padres podían ser más fríos que Alaska, pero cada vez que quería algo, me lo compraban, así que después de todo, no era todo tan malo.
- Lindo auto- dijo Jasper de repente y me sobresalté. Estaba tan ensimismado en el auto que me olvidé totalmente de que todos estaban rodeándome.
- Cualquiera diría que te reencontraste con tu hermano perdido, Edward- dijo Alice rodando los ojos- no entiendo cómo puedes tenerle tanto cariño a un simple estructura de…
- ¿Estructura?- pregunté estupefacto mientras me bajaba del auto- ¡Es más que una estructura! Es…
- Sí, sí, Edward- Alice me interrumpió- es más que un auto y bla, bla, bla. Ya entendimos. ¿Podemos irnos?- miró su reloj- se nos hace tarde.
- Cuídense- dijo Esme, nos dio un beso a cada uno en la mejilla y entró a la casa.
- Vámonos ya- dijo Alice molesta, subiéndose al auto de Jasper. Miré las llaves de mi auto y tuve una idea repentina.
- ¿Por qué no vamos en autos separados? Yo puedo llevar a Bella- dije con tono inocente- ¿Te molesta ir conmigo?- le pregunté.
- Ehm… no- dijo ella rápidamente- así Alice y Jasper pueden pasar más tiempo solos- les sonrió.
- Claro, no queremos forzarlos a salir de su burbuja romántica- dije irónico.
- Bella, no…- empezó a decir Alice, mientras Jasper se subía por el lado del conductor.
- Vamos, querida prima, ve con tu novio, creo que Bella y yo, podremos arreglárnoslas perfectamente sin ustedes- les sonreí. Por favor, vete con Jasper y déjame solo con Bella
- Sí, Alice, sal con Jasper, diviértanse- me apoyó Bella- no se preocupen por nosotros. ¡Lo sabía! Ella también quiere deshacerse de la odiosa de Alice y su novio
- Está bien… -murmuró Alice estudiando nuestra expresiones durante unos instantes- vámonos, Jazz…
- Adiós, chicos- se despidió él. Una vez que el auto desapareció de nuestras vistas, Bella murmuró:
- ¿Y qué haremos?- preguntó.
- Tengo mi auto y no conozco mucho Forks. Podríamos dar un paseo…- sugerí- pero si no quieres yo…- agaché la mirada y moví un pie nerviosamente en un gesto que indicara "me gustaría salir contigo, pero si tú no quieres, no hay problema, porque sé que tú jamás te fijarías en mí". Eso siempre funcionaba.
- ¡Sí!- dijo ella rápidamente. Levanté la mirada lentamente poniendo mi mejor cara de lástima- digo… claro, me encantaría dar un paseo contigo- me sonrió. Edward, eres un genio me felicité. Sonreí y le abrí la puerta del copiloto para que se subiera. Algo que había aprendido de mis padres, era ser caballero con las mujeres. A pesar que había salido con una infinidad de chicas, siempre las trataba bien, ninguna se había quejado de mis modales hasta ahora. Una vez que Bella se acomodó en su asiento, cerré la puerta y rodeé el auto para subirme por el lado del conductor. Suspiré nuevamente ante el exquisito placer de sentir el volante entre mis manos
- Te gusta mucho tu auto, ¿cierto? –rió Bella. Debe pensar que soy un materialista. Piensa, Edward, piensa
- No es eso… -suspiré mientras pensaba alguna excusa lo suficientemente buena- es sólo que… tener mi auto acá… me recuerda Chicago- me giré para verla- Extraño mi ciudad, ¿sabes?- le sonreí fingiendo tristeza- pero teniendo mi auto acá….-dije de nuevo- me hace sentir más cerca de casa.- La expresión de Bella se suavizó notoriamente.
- ¿Extrañas a tus padres?- preguntó en un susurro.
- No- respondí secamente y arranqué el auto.
- Perdón, yo…- se disculpó ella rápidamente.
- No, perdóname a mí- la interrumpí- es sólo que mis padres son… algo apáticos- dije sinceramente- tampoco los veo mucho- dije con la vista fija en la carretera- A la que más extraño es a Maddie.
- Oh… ¿ella es tu…?
- Es el ama de llaves de mi casa, aunque también me crió, así que también fue mi niñera. Pero creo que arruinaría mi imagen si digo que tengo una- ambos reímos- así que, prefiero decir que es el ama de llaves.
- ¿Sabes adónde vas?- preguntó de repente mirando el camino.
- No- respondí con una risa.
- Vaya, qué tranquila me siento ahora- exclamó ella.
- Vamos, Bella, tienes que ser más optimista. Además ¿cómo podríamos perdernos en un pueblo así de minúsculo?- pregunté rodando los ojos.
- Con mi suerte, podríamos- respondió ella- pero trataré de pensar positivamente-agregó.
- ¡Así se habla! Mira, un desvío- le señalé un camino que se habría entremedio de los árboles y me aparté de la carretera para tomarlo.
- ¡No pensarás seguirlo! ¡¿Estás loco?!- preguntó alarmada.
- Relájate- reí- ¿dónde está ese espíritu aventurero?
- En casa- murmuró ella- dentro de un cajón con llave de mi cómoda- dijo tensa.
- Vamos, Bella, veremos hasta dónde llega, sino doy media vuelta y volvemos a tu querida carretera- dije tranquilamente mientras me internaba por el desvío.
- Está bien- accedió ella aún algo aprensiva.
- ¿Sabes lo que me gusta de los bosques? – empecé a hablar con la idea que se distrajera de esos pensamientos tan pesimistas- Es que tienen la suficiente oscuridad para apreciar las estrellas. En Chicago, vivo en pleno centro, rodeado de luces, es imposible ver el cielo nocturno como se ve acá. Deberías sentirte afortunada- le sonreí y ella me devolvió la sonrisa tímidamente mientras miraba por la ventana. De pronto, me di cuenta que el camino se acababa y detuve el auto, pero mientras miraba el entorno noté el ruido de unas olas y busqué frenéticamente hasta dar con el origen del sonido- ¡Mira!- exclamé, haciendo que Bella saltara en su asiento- ¡Una playa! Vamos a dar una vuelta- me bajé del auto y fui a abrirle la puerta.
- Edward, no creo…- titubeó ella.
- Bella… ven conmigo- le extendí la mano para que la tomara- nada malo te va a pasar. Confía en mí- le dije mirándola fijamente a los ojos, mi padre siempre decía que si mirabas a alguien fijamente y hablabas en tono seguro, eras capaz de lograr cualquier cosa del otro- sólo daremos una vuelta, miraremos las estrellas y volvemos al auto. ¿Está bien?- ella asintió y tomó la mano que le ofrecía.- ¿Habías venido antes para acá?
- No, sinceramente no salgo mucho. Mis únicas salidas se limitan al colegio y a la casa de Alice o Rosalie- respondió algo avergonzada. Para ser sincero, no me extrañaba. No había mucho que conocer. Mis padres solían decir que era Forks era un pueblo en medio de la nada, así que había crecido con esa idea. Me sorprendí bastante al descubrir que la gente de acá conocía el internet. Tenía la idea errónea que Forks era como un viaje tiempo atrás, jamás se me ocurrió que podían saber qué era el Bluetooth.
Caminamos unos metros hasta llegar a la playa, me saqué mi chaqueta y la extendí en la arena. Le hice una seña a Bella para que se sentara, y una vez que lo hizo, me senté junto a ella. Permanecimos unos momentos mirando el paisaje nocturno, hasta que el silencio se hizo incómodo. Necesitaba romper el silencio.
- Linda noche, ¿no te parece?- pregunté. Qué forma más inteligente de romper el silencio, idiota
- Sí- murmuró ella- tenías razón, valía la pena tomar el atajo, de otra manera no estaríamos aquí viendo lo hermosa que está la noche- me sonrió. De pronto, algo extraño se movió en mi interior que hizo que me levantara y le extendiera mi mano a Bella, quien, esta vez, la tomó sin titubear. Siguiendo ese impulso repentino, la guié hasta la orilla de la playa hasta que nos fuimos acercando peligrosamente al agua.
- ¡Edward! ¿Qué estás haciendo? ¡Nos vamos a mojar!- exclamó aterrada. Me detuve y me coloqué en frente a ella. Tomé su cara entre mis manos y, sin saber por qué lo hacía, la besé brevemente en los labios. Me separé un poco de Bella y ella me miraba con la expresión más dulce que había visto en una chica antes. Sonrió nerviosa, lo que tomé como una buena señal y nuevamente poseído por alguna clase de criatura irracional, la besé con más seguridad que antes. Bella respondió esta vez al beso con mayor intensidad, el choque de unas olas, hizo que perdiéramos el equilibrio y cayéramos al agua. Ambos soltamos una risa y continuamos besándonos. Una vez que nos separamos, Bella entrelazó su mano con la mía y salimos del agua. Ahora, era ella la que me guiaba de regreso al auto.
- Debemos regresar y quitarnos la ropa mojada, sino nos vamos a resfriar- rió ella despreocupadamente. Su risa pareció sacarme del trance en el que estaba y volví a tomar el control de mis acciones.
- Sí, te llevaré a tu casa. No quiero que te resfríes por mi culpa- le guiñé un ojo. Ella soltó una risita.
- No soy tan débil- dijo en voz baja cuando ya llegábamos al auto.
- Puedes tener razón, pero el Jefe Swan no dudará en dispararme si su pequeña se enferma por mi culpa- bromeé y agregué en todo serio- de todas formas debemos regresar, no quiero preocupar a tu padre- le abrí la puerta para que se subiera.
- Eres tan dulce…- dijo ella cuando me senté frente al volante y me dio un leve beso en la mejilla. Le sonreí de vuelta y deshice el camino que habíamos hecho hasta tomar nuevamente la carretera. No podía creer que había besado a Bella, quiero decir, es cierto que quería probar sus labios, aunque jamás pensé que lo haría tan pronto. Fue un impulso, pero daba igual, estaría en Forks sólo seis semanas y si quería hacer mi estadía más grata, necesitaba estar con Bella lo antes posible, de otra forma, estaría obligado a encerrarme en mi cuarto o compartir con la familia. Para ser sincero, no tenía el mismo concepto que tenían los Cullen, en casa, todos eran más apáticos. Lo que le había dicho a Bella era cierto, mis padres eran demasiado apáticos y evitaban cualquier forma de expresar las emociones. Edward y Elizabeth Masen esperaban que siguiera sus pasos y estudiara leyes, así que me inculcaron que cualquier gesto o expresión sólo demostraba debilidad frente a los demás, y como decía mi padre: "Un Masen jamás muestra inseguridad, un Masen nació para triunfar y para ser mejor que el resto". Por esto, me incomodaba un poco que acá fueran tan efusivos con las demostraciones de afecto. Durante 18 años viví pensando que era normal tener padres tan fríos, pero ahora que me quedaba con mis tíos por un tiempo más largo, me daba cuenta que estaba equivocado.
- Hoy la pasé bien- dijo Bella sacándome de mis cavilaciones.
- Yo también- le respondí y me sorprendí al darme cuenta que ya estábamos cerca de la casa de Bella. Una de las ventajas de Forks, es que al tener sólo una carretera es muy improbable perderse, aun cuando tu mente esté en otra parte mientras conduces.
- Espero que Alice y Jasper lo hayan pasado bien también- dijo ella. Reprimí mis ganas de decirle "¿A quién le importan? A mí sólo me importa que TÚ lo hayas pasado bien, los demás dan igual".
- Ojalá- dije estacionando mi auto en la casa de Bella.
- Gracias por traerme- murmuró ella, moviéndose incómoda en el asiento. ¿Debería besarla?
- No hay problema, es lo mínimo que podía hacer- dije mientras me bajaba del auto para abrirle la puerta- es un placer traerte. Además- agregué sonriendo- era mi deber traerte sana y salva. Ella sonrió débilmente y empezó a caminar hacia el pórtico.- Y Bella…
- ¿Sí, Edward?- preguntó volviéndose para mirarme.
- Buenas noches- me despedí dándole un beso en la comisura de los labios (debía dar la impresión de un chico tímido y caballeroso, además de las ganas de verme nuevamente) y me subí a mi auto, dejando a Bella de pie frente a la entrada con una leve sonrisa en su rostro.
***
Al otro día me desperté temprano y bajé a desayunar. Sólo estaba Esme, quien venía entrando desde el jardín con unas flores recién cortadas del jardín.
- Buenos días- la saludé sonriente.
- Buenos días, Edward- respondió ella devolviéndome la sonrisa- ¿cómo dormiste?
- Muy bien, gracias- contesté.
- Despertaste temprano- comentó mientras me servía el desayuno.
- Estoy acostumbrado a madrugar- reí. Ella rió conmigo mientras colocaba las flores en un recipiente,
- Ojalá Alice y Emmett tuvieran esa costumbre. ¡Cuesta tanto despertarlos!- rodó los ojos. Definitivamente, el revolear los ojos era algo heredado de la familia de mi madre.
- ¿Tía?- pregunté mirando las flores.
- ¿Cuántas veces te he dicho que puedes decirme Esme?- sonrió condescendientemente.
- Lo siento, es que mis padres insisten… -empecé a excusarme.
- Pero mientras te quedes con nosotros, puedes llamarnos a Carlisle y a mí por nuestros nombres, será nuestro secreto- me guiñó el ojo y yo agaché mi cabeza fingiendo vergüenza- ¿Qué querías preguntarme?
- Mm… - Vamos Edward, actúa avergonzado. Necesitas tener a todos de tu parte, si quieres tener algo con Bella contigo mientras estés aquí- me preguntaba si uhm… podrías… -tomé aire- me preguntaba si podrías darme una de tus rosas- Esme sonrió y seguí con mi actuación- es que son tan bonitas y… -empecé a tartamudear a propósito- y.. y-y-yo quería uhm…
- No hay problema, Edward, toma todas las que quieras- me respondió ella divertida por mi fingido nerviosismo.
- Gracias- sonreí tímidamente- y uhm… me preguntaba si podrías uhm… darme… digo.. si tienes alguna hoja de papel para escribir algo…- Grandes pensadores, Edward, obvio que utilizarás una hoja de papel para escribir algo, a menos que te guste el origami o algo así - y unas cintas… si puedes… es que uhm…
- Claro- sonrió maternalmente- te dejaré las cosas en tu cuarto- acotó y se fue de la cocina.
Después de terminar mi desayuno, tomé una rosa de Esme, subí a mi habitación, encendí mi laptop y busqué en internet las rimas completas de Gustavo Adolfo Bécquer. Si Bella quería un chico romántico, yo sería uno romántico. Comencé a leer las rimas, hasta que di con una que me gustó. Tomé una hoja de papel que Esme había dejado encima de mi cama, junto a unos lápices y me dirigí hasta el escritorio. Estiré la hoja, y comencé a escribir:
"Por una mirada, un mundo
Por una sonrisa, un cielo
Por un beso… ¡Yo no sé
Que te diera por un beso!"
Sonreí satisfecho, era una rima bastante inocente y mostraba mi interés por Bella de una forma sumamente caballerosa. Ella tendría que ser una tonta si no cayera ante mis encantos. Además, esta era la primera vez que me tomaba tantas molestias para conquistar a alguien.
Agregué más abajo:
Espero que no te hayas resfriado.
Edward.
Perfecto. Quedaría con un chico romántico y preocupado. Enrollé la hoja de papel, la coloqué junto a la rosa, las amarré con una cinta. Rápidamente, bajé las escaleras con el "regalo" de Bella en mi mano, tomé las llaves de mi auto y me despedí de Esme, quien estaba en el jardín, con un beso en la mejilla.
Llegué a la casa de Bella, afortunadamente Charlie Swan ya se había ido para la estación de policía, así que tomé el regalo para Bella, me bajé del auto y lo deposité en la entrada. Sonreí y conduje mi viaje de regreso. Cuando volví, Alice y Emmett aún dormían, así que aproveché de actualizar la ficha Número 77, mientras esperaba que Bella despertara, viera mi nota y viniera a mí con una gran sonrisa en el rostro y me dijera "¡Oh, Edward, eres el chico perfecto!", justo antes de besarme.
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