Bella había estado bailando y cantando entre dientes. Cada vez que casi podía oír lo que estaba cantando, se daba cuenta y me sonreía. Intenté deslumbrarla varias veces para que me lo contase, pero había resistido todos mis intentos. Casi me había vuelto loco y la risa añadida de Alice no ayudaba. Bella estaba de tan buen humor que se le olvidó preocuparse por la atención mientras bailaba y me tenía girando en mitad de las tiendas a las que nos arrastraba Alice.
Fuimos obligados a ayudar a mi hermana a comprar durante tres horas seguidas. No me sorprendió averiguar que realmente no necesitaba mis consejos para nada. Alice sólo quería tenerme alrededor. Finalmente tuve que prometerle que iríamos de compras otra vez para que nos dejase ir. Aunque se alegró al saber que íbamos a cocinar para nuestros padres.
Bella y yo estábamos cogiendo los ingredientes para la pizza. Se había ido a buscar la salsa que yo quería antes de que pudiera pararla, dejándome para coger las verduras. Rápidamente cogí lo que necesitaba y me fui a encontrarla. No podía soportar estar sin ella ni un minuto. Empujé el carrito hasta la estantería de las salsas y la encontré dando saltos de un pie a otro mientras buscaba la salsa. Estaba a sus pies, pero estaba buscando en la parte más alta. Lentamente me acerqué por detrás, esperando averiguar finalmente lo que estaba cantando.
"When the moon hits your eye - Like a big-a pizza pie - That's amore. When the moon hits your eye - Like a big-a pizza pie - That's amore."
La agarré por detrás y empecé a reírme. "¿Eso es lo que has estado cantando todo el día?"
"¡Sip!" se rió por lo bajo, apoyándose contra mí. "Eso es lo único que recuerdo."
"Bella, eres realmente absurda."
"¡Sí, sí! Pero no veo la salsa que decías."
"Mira abajo, cariño."
Lo hizo y empezó a reírse. "¡Oh! ¡Ahí está!" se separó de mí y cogió el tarro. Lo puso con cuidado en el carrito y me sonrió. "¿Te estás divirtiendo ya, Edward?"
Me reí mientras la volvía a abrazar. "¿Cómo podría no divertirme contigo aquí?"
Se giró y empezó a mirar las verduras que había cogido. Arrugó un poco la nariz.
"¿Qué pasa, cariño?"
Me sonrió avergonzadamente. "¿Puedes dejar algunos trozos sin champiñones?"
"Creo que podemos hacer eso. Aunque te costará."
"¿Ah, sí?" preguntó, rodeándome el cuello con los brazos.
Asentí.
"¿Y qué me costará?" preguntó, rozando sus labios con los míos.
La levanté y la besé profundamente. Lentamente la dejé otra vez en el suelo. "Creo que eso lo cubre," le dije, apoyando mi frente contra la suya.
Abrió los ojos y me sonrió. "Te dije que ir al supermercado sería bueno."
Me reí y la giré, manteniéndola entre mi cuerpo y el carrito. No quería que se fuera corriendo otra vez. Empezamos a empujarlo juntos, en dirección al pasillo de pan y dulces.
"Necesitamos harina. A Esme se le estaba acabando," dije.
"Creo que tú deberías estar a cargo de la harina," dijo, riéndose por lo bajo.
Sonreí, recordando la última vez que Bella se acercó a un paquete de harina. "Sí, claramente no te queremos con otra escayola." Metí la harina en el carrito y observé lo que llevábamos. "Tenemos verduras, salsa, masa, harina, pepperoni, queso…"
"¡Tres tipos de queso!" me interrumpió alegremente.
"Sí," dije, riéndome entre dientes. "Tres tipos de queso. Creo que lo llevamos todo."
"¡Nop! Se te olvida el postre."
"Bella, no creo que tengamos sitio."
"Pero Edward, es la primera vez que vamos a cocinar juntos. Quiero que sea especial. ¿Podemos coger un postre, por favor? Si nadie se lo come esta noche, lo podemos dejar para otro día."
"¿En qué estabas pensando?"
"¡Tiramisú! ¡Es italiano y está en la parte de congelados así que todo lo que tenemos que hacer es descongelarlo y voilà!"
"¿Sabes que la pizza no es realmente italiana, verdad?"
"Cállate, Tutor-boy. ¡Déjame tener mi momento!"
"¡Y pensar que me besas con esa boca!" sonreí, acercándola por las caderas. Me encantaba tener su cuerpo entre mis manos. Era como si estuviera hecha para mí.
"Sigue metiéndote conmigo y pasará mucho tiempo antes de que tengas más besos."
"Entonces tendré que comportarme lo mejor posible porque hay pocas cosas que disfrute más que besarte en los labios," susurré, con los labios a centímetros de los suyos.
"¡Joder, Edward!" dijo una estruendosa voz. Bella y yo giramos las cabezas para ver a Jacob sonriéndonos. "Ni siquiera puedes comprar sin atacar a la pobre chica."
"¿Cómo sabes que no ha sido al revés?" le dijo Bella, sonriendo con malicia y acercándome, tirando de mis vaqueros.
"¡La ostia!" dijo Jacob, impresionado.
"Jacob, nunca antes te había visto nervioso. No te queda bien," dije, intentando esconder la sonrisa. "Pero no te sientas muy mal. A Bella le gusta coger a la gente con la guardia baja. Deberías verla con Alice."
"¿Has pillado a Alice?" preguntó Jacob, mirando a Bella con sobrecogimiento.
"Una o dos veces," dijo entre risitas, rodeándome la espalda con los brazos.
Miré el rebosante carrito de Jacob. "¿Abasteciéndote para el fin del mundo?"
"¡No!" se rió Jacob. "Algunos amigos de La Push se van a quedar en mi casa y comen como si sus madres los matasen de hambre. Estoy aquí con Samanta así que si os quedáis en este pasillo un momento, la conoceréis."
Miré a los curiosos ojos de Bella. "Samanta es la novia de Jacob. No la conozco ya que sólo he visto a Jacob en el trabajo."
"Sí, Samanta tiene carácter," Jacob se rió por lo bajo. "Es muy probable que le de una paliza a los clientes si la dejo acercarse a la discoteca. ¡Odia que las chicas me miren!"
"¡Jacob! ¡Se suponía que ibas a encontrarte conmigo al lado de la cerveza!" dijo una mujer joven con brillantes ojos negros mientras se acercaba a Jacob. El pelo le llegaba hasta los hombres y el color estaba entre marrón oscuro y negro. El flequillo quedaba perfectamente con sus delicadas cejas y tupidas pestañas. Era casi tan baja como Alice, pero con mirarla una vez sabías que podía encargarse de Jacob.
"Alguien está en problemas," dijo Bella suavemente. Me reí entre dientes.
"Callaos," dijo Jacob con una sonrisa falsa. "¡Samanta, cariño! ¡Mira con quien me he encontrado! ¿Recuerdas todo lo que te he contado de Edward?"
"¿Edward? ¿El chico con la hermana loca que quería pegarte por conseguir que casi le arresten?" preguntó Samanta, mirándonos a Bella y a mí.
"No lo dije así, pero sí," contestó Jacob.
Samanta respiró hondo y nos sonrió. "Lo siento. Los amigos de Jacob van a quedarse en casa el fin de semana y nos están echando a bocados. Normalmente no soy maleducada." Extendió una mano. "Empecemos otra vez. Hola, soy Samanta, la novia de Jacob."
Le di la mano primero. "Edward."
Bella le dio la mano rápidamente. "Bella."
"Jacob siempre habla muy bien de ti, Edward. Es agradable conocerte por fin. Y conocer a un amigo de Jacob que no quiera limpiarme el frigorífico," dijo Samanta, mirando a Jacob con furia.
Me reí por lo bajo. "Siento que te estén poniendo a prueba. Estoy seguro de que ya es suficiente tener que mantener a Jacob bien alimentado normalmente."
"No bromeas," suspiró Samanta. "Deberíamos quedar algún día. Pero por ahora, tenemos que volver a casa antes de que Paul, Embry y Quil empiecen a comerse los muebles."
"Diría que sólo está exagerando, pero con esos chicos…" Jacob se rió por lo bajo. "Bueno, ¿vais a volver pronto a la discoteca?"
"Es difícil saberlo con las clases. Y Alice por fin se ha mudado con Jasper," le dije.
"Ya era hora," dijo Jacob, riéndose entre dientes.
"Jake," dijo Samanta, mirándole con exasperación.
"Hasta luego, Edward," dijo Jacob, con un saludo.
"Ya nos veremos, Jacob," le dije, viendo como Samanta y él se iban por el pasillo.
"Era muy mona. Pero me daba un poco de miedo," susurró Bella, mirándome.
Me incliné y la besé rápidamente. "No te preocupes, cariño. Te habría protegido si hubiera hecho falta."
"¿Y quién te habría protegido a ti?" se rió Bella, dándome con un dedo en el estómago.
Me encogí y su sonrisa se ensanchó.
Me rodeó con sus brazos y dijo," Te amo, Edward."
"Yo te amo más," dije, besándole la punta de la nariz. "Vamos a por tu postre y después a casa."
Bella asintió y nos dirigimos a la sección de comida congelada. Encontró lo que consideraba que era la caja más auténtica de postre italiano congelado y la metió en el carrito. Pagamos y nos llevamos todo a casa. Bella abrió el postre y lo dejó en el mostrador para que se descongelase.
Puse los ingredientes sobre la encimera de la cocina. "Normalmente, primero limpio y corto las verduras. Necesitaré un cuenco para cada una. Cebollas, champiñones, aceitunas negras y pimientos verdes." Saqué los cuencos que necesitaba del mueble que había al lado del fregadero.
"¿Qué debería hacer?" preguntó Bella.
"¿Puedes cortar el pepperoni?" pregunté, poniendo los cuencos en la encimera.
"Claro."
"La tabla para cortar es justo debajo del fregadero. Córtalo aquí, para que yo pueda usar el fregadero para las verduras."
"Vale."
"Obedeces muy bien, Bella."
"Tú eres el que sabe lo que está haciendo."
"La última vez que intenté esto, Alice era la alumna y no fue nada cooperativa." Abrí el grifo y empecé a limpiar las verduras.
"¡Ese fue tu primer error!" se rió. "No puedes tener dos Alfas en la cocina al mismo tiempo."
"¿Entonces eres la Beta, Bella?" pregunté, intentando no reírme.
"Oh, no, Edward. Soy el Alfa, la Bella y la Omega, pero te estoy dejando tener tu momento de gloria."
Solté la cebolla que tenía en la mano y me giré para mirarla. Aplaudió y se rió de mí.
"¡Te he pillado!" cantó.
"Bella…"
"… eres absurda. ¡Lo sé, lo cojo!" se rió entre dientes mientras sacaba el pepperoni.
Me giré de nuevo hacia el fregadero, sacudiendo la cabeza. Acabé de limpiar las verduras y saqué otra tabla de cortar.
"¿Edward, hay alguna radio aquí abajo? ¡Necesitamos música!"
Me sequé las manos y fue hasta la radio escondida bajo el mueble junto al frigorífico. Encontré una emisora de antiguos éxitos que sabía que ponía canciones de Sinatra y Dead Martin. "Esto debería combinarse bien con el tema italiano."
Bella arrugó la nariz.
"Inténtalo, cariño. Anoche yo intenté country."
"Sí que lo hiciste," reconoció. "Prometo darle una oportunidad a tu música."
Empecé a cortar las verduras mientras la música llenaba la cocina. Reconocí la canción por el bajo sonido del saxofón. Era 'Tenderly' de Ella Fitzgerald. Miré por encima del hombro para ver a Bella. Estaba moviendo con la música mientras cortaba el pepperoni con cuidado. Sonreí, alegrándome de haberle enseñado algo nuevo.
Acabé de cortar las verduras y llevé la tabla hasta la encimera. Eché cada verdura en su bol.
Bella me sonrió. "¿Esto es suficiente?"
Miré las rodajas en la tabla. "Perfecto. ¿Te importaría limpiar las tablas mientras yo preparo la harina y la masa?"
"Claro que no. Cuanto más lejos esté de la harina mejor estaremos."
Cogí un plato y lo dejé en la encimera. Echó las rodajas en el plato y se llevó las tablas.
La canción el la radio cambió. Todavía no estaba seguro de lo que era, pero era muy animada. Miré a Bella y la vi bailando delante del fregadero. Me reí por lo bajo mientras sacaba la masa para la corteza de la pizza. Dejé el paquete de harina en medio de la encimera para asegurarme de que no se caía accidentalmente. De debajo de la encimera saqué el rodillo de mi madre. Bella se acercó y se apoyó en los codos, mirándome atentamente.
"Tienes que poner harina el rodillo y en la masa para que no se peguen," expliqué. Alejé un poco el plato y los cuencos. Abrí el paquete de harina y cogí un puñado, espolvoreándola sobre la encimera. "Es más fácil echársela así a la masa." Cogí la bola de masa y la presioné contra la harina, rodándola hasta que estaba cubierta por completo. Le eché harina al rodillo mientras lo giraba con la otra mano. Presioné el rodillo contra la masa y empecé a alisarla. Paré algunas veces para echarle más harina al rodillo.
"Estoy impresionada," dijo de repente. La miré, esperando que continuase. "Bueno, has estado echando harina y sólo tienes en tus manos y un poco en la camiseta. Dudo que yo lo pudiera hacerlo tan bien."
"Ven aquí conmigo y vamos a averiguarlo."
"Queremos que coman esta noche, Edward. Es mejor que lo hagas tú."
"Ven aquí antes de que yo vaya a por ti," dije, levantando una ceja.
Se rió por lo bajo, pero se acercó a la encimera.
"Pega la mano a la masa y coge la harina. Vas a espolvorearla sobre el rodillo mientras yo lo giro.
Bella hizo lo que le dije y consiguió que la harina sólo cayese en la encimera.
"¿Ves? No te ha ido tan mal."
Soltó una risita y aplaudió, haciendo que una nube de harina le cayese sobre la cara y la camiseta. La miré fijamente, intentando con fuerza no reírme. Sus ojos marrones se abrieron mucho mientras bajaba la mirada para verse y después volvía a mirarme. No pude aguantarlo más. Empecé a reírme de ella, agarrándome los costados mientras temblaba.
Se giró hacia la encimera. Intenté dejar de reírme para poder disculparme.
"Bel… Bel… Bella," conseguí decir finalmente.
Se giró hacia mí, doblando el brazo. Instintivamente cerré los ojos y sentí que algo me golpeaba la cara y el cuello. Pestañeé y la vi sonriéndome malignamente. Me limpié la mejilla con un dedo y lo miré. Me había echado harina.
Le sonreí con malicia mientras me acercaba, atrapándola entre mi cuerpo y la encimera. Chilló, insegura de lo que estaba planeando. Le sostuve los brazos a los lados y froté mi mejilla con la suya, devolviéndole algo de harina. Se rió e intentó soltarse las muñecas para alejarse de mí.
"¿Qué demonios?" gritó mi madre desde la puerta.
Levanté la mirada y vi que estaba conteniendo la risa. "Estaba enseñando a Bella como hacer pizza," contesté con una sonrisa.
"Parece que la estabas enseñando a ensuciarlo todo," se rió por lo bajo mi madre. "Empezad a limpiar la harina extra. Ahora vuelvo." Se fue de la habitación.
Bella me miró. "¿Está enfadada?"
"No. Está planeando algo. Vamos a limpiar esto para poder acabar de hacer la pizza. Esta vez, no te acerques a la harina."
"¡De acuerdo!" Mojó un extremo del paño de cocina y se giró hacia mí. Suavemente limpió la harina de mi cara y cuello. Cuando acabó, me dio un besito en los labios.
"Tendrás que ducharte esta noche para quitarte la del pelo," dijo, quitándome algunos mechones de la frente.
Cogí el paño y le limpié las mejillas. La besé en la frente. "No olvides lavarte las manos."
Me sonrió y se giró hacia el fregadero. Volví a la encimera y acabé con la masa. Saqué una bandeja y puse la masa encima. Bella volvió, con el tarro de salsa. Saqué una espátula del cajón de los utensilios. Lentamente echó la salsa en la masa mientras yo la extendía.
Mi madre volvió a la cocina. "Parad un momento. Tengo algo que quiero enseñaros."
Bella soltó el tarro y yo dejé la espátula junto a la masa. Seguimos a mi madre hasta la mesa de la cocina. Nos sentamos y empujó un álbum de fotos hacia nosotros. Era una pareja joven riéndose y abrazándose. Parecían estar cubiertos de harina.
Me reí por lo bajo. "¿Qué es esto?"
"Cuando tu padre y yo empezamos a salir, vivíamos en un apartamento diminuto cerca del campus. No teníamos mucho dinero y nunca podíamos permitirnos comer fuera. Tu padre solía ahorrar y una vez al mes, compraba ingredientes caros y hacía una cena especial para nosotros. En esta noche, mi tía Elizabeth estaba de visita. Tu padre decidió que pizza casera sería nuestra cena especial. Estaba intentando ayudarle y él estaba intentando decirme que sabía lo que estaba haciendo. Vamos, la masa se pegaba a todo menos a ella misma. Bueno, cuando le dije que no había usado suficiente harina me echó un puñado. Yo se lo devolví. Acabamos cubriéndonos a nosotros y cada superficie posible con harina. Tarde casi una semana en limpiarla toda. Mi tía sacó la foto. Me dijo que estaba segura de que Carlisle y yo tendríamos un matrimonio duradero. Dijo que nunca había dos personas que pudiesen coger un momento tan simple y convertirlo en un bonito recuerdo. Cuando se murió algunos años después, me lo dejó todo con instrucciones de que tuviese una buena vida con Carlisle y criase a una familia cariñosa."
"Apuesto a que tu tía está muy orgullosa de ti," dijo Bella suavemente.
Mi madre sonrió y apoyó una mano en la mejilla de Bella. "Justo igual que tus padres de ti, querida. ¡Y ahora! ¡No perdamos más el tiempo! Si metéis la pizza en el horno ahora, estará lista para cuando tu padre llegue a casa."
Bella se levantó y fue hasta la encimera. Fui hasta mi madre y me incliné, besándole la mejilla.
"Gracias por enseñarme eso."
Me dio unas palmaditas en el hombro. "Bella y tú me recordáis tanto a tu padre y a mí. Sé feliz, Edward. Lo que tienes con Bella es muy especial y durará para siempre si lo cuidas."
La abracé y la besé otra vez. "Te quiero y siento lo de estos últimos años."
"Lo sé, hijo. No hace falta que hables de ello. Ve a ayudar a Bella."
Sonreí por lo fácilmente que mi madre me había perdonado. Por primera vez en años, me sentía completamente libre y feliz. Fui hasta Bella y la besé en la mejilla. Me sonrió, calentando todavía más mi corazón. Sentía que mi vida estaba completa y todo empezó por elegir ir a cenar con Alice. Tendría que comprarle algo especial por su cumpleaños.
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