lunes, 6 de febrero de 2012

BFL: Hear the silence of my agony


Hear the silence of my agony

Despierto solo, hay un aire de silencio en toda la habitación,

Tócame ahora, cerraré mis ojos y me dejaré soñar

Mi corazón se detuvo cuando la vi caer contra el suelo — No — pensé en mi interior mientras me abalanzaba hacía su posición. Pero la sangre que escurría sin control era el signo de que algo malo estaba sucediendo.

— Mi amor —le llame tratando de lograr que recobrará la conciencia y aunque sus ojos estaba entre abiertos, la sangre me asustó.

De pronto miré el teléfono encima de su escritorio me abalance sobre él sin entender muy bien como, los números parecieron recobrar sentido.

— Emergencias ¿En que puedo ayudarlo?

— Necesito una ambulancia

Debe ser amor pero ahora término,

Debió haber sido bueno porque lo perdí de algún modo.

Debió ser amor pero ahora todo terminó.

Desde el momento en que nos tocamos nuestro tiempo comenzó a agotarse.

— ¿Qué sucedió? —me preguntó uno de los paramédicos que llegó al cabo de unos minutos.

— Camino y luego se desplomó —contesté aturdido

— ¿Tomó algo? —inquirió otra vez y esto era una pesadilla, un mal sueño pensé

— No —contesté

— ¿Es alérgica? —cuestionó y se me apretó el corazón, amaba a alguien a quién no conocía en lo absoluto. Sus preguntas me lo comprobaban.

— No lo sé —confesé desesperado.

— ¿Tiene alguna enfermedad?

— No lo sé

— ¿Drogas? —agregó tomando el pulso, pasé saliva y recordé sus palabras

Quisiera decir que fue voluntario pero escapo a mi control

¿Acaso ella era drogadicta? ¿Acaso se había drogado antes que llegará? Me pregunté contemplando su cuerpo sobre la alfombra rodeada por los paramédicos y su piel estaba totalmente blanca, hubiera jurado que estaba muerta pero el latido de su corazón en la maquina comprobaba lo contrario

— No — pero no salió con convencimiento, el paramédico me miró, en realidad no sabía si ella consumía o no, ni siquiera sabía si lo había hecho ahora y si esto era producto de alguna especie de crisis, una sobredosis, miré al vacío tratando de recordar pero de pronto todo se volvió confuso

— ¿No o no lo sabes? —cuestionó suspicaz y alce mi mirada

— No lo creo —concluí

— Bien ¿Usted es algún familiar de ella? —me preguntó otra vez y lo miré en pánico.

¿Familiar? ¿Qué le dirás? ¿Eres un familiar?

— Soy — exclamé tomando aire — Soy… — agregué tratando de hilar las ideas — el novio — terminé diciendo ante la mirada inquisidora de ambos.

El cuerpo de Bella estaba sobre una camilla y estaba cubierto por frazadas, su rostro aún tenía señales de la sangre a pesar que ellos habían controlado en parte la hemorragia y limpiado su cara.

— La trasladaremos al hospital más cercano puede venir con nosotros si usted quiere —me informó uno de los enfermeros, salí detrás de ellos y cerré la puerta de su departamento detrás de mí.

Hagamos creer que estamos juntos

Estoy embriagado por tu corazón

Pero dentro y afuera me he convertido en agua

Como dos gotas en tu palma

Es un frío día de invierno

Cuando me pongo a soñar

Entramos al hospital y las preguntas no se dejaron esperar de los médicos que le recibieron, seguimos caminando por un largo pasillo hasta una puerta donde una de las enfermeras me detuvo.

— ¿Usted es un familiar? —preguntó poniendo una mano en mi pecho impidiéndome seguir avanzando.

— Sí — contesté distraído tratando de mirar a donde se la llevaban

— Venga conmigo hay que llenar un par de papeles — anunció.

Frente a mi había un manojo de formularios de diferentes colores con preguntas que no podía responder.

Nombre completo

Fecha de Nacimiento

Previsión Social

Teléfono familiar Directo

Enfermedad Preexistente

¿Alergias?

Operaciones ¿Fecha de la última?

¿Tatuajes o piercing?

Enfermedad de Transmisión sexual

Medicamentos controlados o sustancias psicotrópicas

Orden de no resucitación

Seguir leyendo era una locura — a quién trato de engañar —pensé era increíble que no pudiera contestar ni siquiera una, entonces las palabras de mi amigo Jasper hicieron eco en mí.

¿Cuánto la conoces? ¿Sabes algo más acerca de ella aparte de que es fanática de Crepúsculo? ¿Quiénes son sus padres? ¿Estudia o trabaja?

Era un hecho no tenía idea de quién era la mujer con la cual me estaba relacionando, decía amarla pero no tenía idea de nada, ni siquiera sabía lo más básico como cual era su previsión o su segundo nombre. Miré hacía el frente y la mirada de la enfermera me disparó la desesperación, mucho más porque no podía dar ni una pista, ni un teléfono, no podía decir nada excepto su nombre.

Suspiré, tomé entre mis manos su teléfono celular y busque entre los contactos algunos de su familia. Se me contrajo el estomago al leer: Mamá. ¿Qué le diría a su madre?

Hola… este… soy un amigo de su hija y tengo una mala noticia… en realidad su hija esta internada en un hospital podría venir

Pensé sin esperanza y sentía una presión tremenda sobre mis hombros. Miré el teléfono incapaz de marcar ese número ¿Cómo se supone debía presentarme? ¿Novio, amigo, vecino? Me cuestioné. Estaba en ello cuando al mirar nuevamente hacía el mesón de la recepción, un señor de edad madura se acercó hasta la enfermera que me miraba suspicaz. Hablaron por un par de minutos hasta que ella misma me apunto y me sorprendí. Los ojos oscuros del hombre vestido con bata blanca se quedaron fijos en mí. Caminó lento pero seguro hasta mi posición, mi corazón comenzó a latir desbocado ante lo que él diría. De pronto empecé a escuchar las preguntas de los paramédicos.

¿Tiene alguna enfermedad?

¿Utiliza algún medicamento?

¿Consume drogas?

¡Drogas!

Quisiera que hubiera sido voluntario pero se escapo a mi control

¿Fuiste adicta?

¡Drogas!

Su voz ronca me sacó de mis pensamientos, sentí como una lágrima traicionera rodó por la comisura de mis ojos pero me la seque antes que él hablará. Oficialmente estaba aterrado porque el hombre frente a mí finalmente me dijera que ella había — muerto —. Sabía que estaba hablándome pero era como si su voz no se pudiera escuchar, no podía escuchar su voz y sus ojos estaban clavados en los míos. De pronto tosí y un suspiró ahogado broto de mi pecho, sin poder controlarlo caí sentado en el sillón detrás de mí.

Muerte

— ¿Esta usted bien? —me preguntó inclinándose hacía mí. Su mirada se clavo en la mía, en cambio la mía al nombre bordado en su bata — Oncólogo —se leía y todo parecía de pronto demasiada información ¿Por qué un oncólogo? Me pregunté y me perdí en esa mirada exhaustiva

— Sí —contesté

— ¿es amigo de Bella? —preguntó y por su expresión supe que esa pregunta me la había hecho con anterioridad y estaba repitiéndola. Me costó reaccionar pero antes de preguntar me dí cuenta que él la conocía sino como sabía su nombre o tal vez yo lo dije, si eso debió ser eso, me convencí.

— Sí —confirmé bajito mientras quitaba la vista de su penetrante mirada. El hombre se sentó frente a mí y tomó aire en un respiro pesado.

— Soy el Dr. Aro Volturis — se presentó seguí sin mirarlo directamente — Soy el médico de Bella — agregó y entonces mi vista se quedo fija en él nuevamente. Él la conocía ¿De dónde? ¿Por qué? — Espera ¿Ella estaba enferma? —gritó mi conciencia y fue entonces cuando hablé

— ¿Está bien? —le pregunté y el suspiró hondo que propino fue otra mala señal — ¿es grave? —agregué

— ¿Hace cuanto conoces a Isabella? —preguntó evadiendo una respuesta directa.

— Un par de meses — contesté.

¿Realmente la conocía? Me preguntó la vocecilla interna y la respuesta no era nada alentadora.

— Tengo que avisarle a su fami…mamá —comenté volviendo mi atención al celular entre mis manos.

— Ya le avisé a Renée — rebatió él.

Entonces era cierto, él no solo conocía a Bella, sino también a la familia de ella. Un suspiro de alivio escapó de mis labios y el peso se disipó de mis hombros, aún no sabía como hacerlo, como llamar a su madre y contarle de algo que ni siquiera yo estaba entendiendo. Era un alivio que él diera la noticia respectiva después de todo cómo se vería que un completo desconocido lo hiciera. Iba a preguntar cuando la misma enfermera que me miraba exhaustivamente hasta hacía unos minutos se acercó.

— Dr. Volturis ya pasaron a su paciente a la habitación —informó. Y respiré aliviado, entonces ella estaba bien después de todo.

— ¿Quieres verla? —me preguntó

Era todo lo que quería

Debió ser amor pero ahora terminó

Donde cae el agua, donde las alas dejan de batir

Ahora viviré sin ti

Entré a la habitación detrás de él y un frió intenso me invadió. La habitación estaba iluminada, su cuerpo estaba en la mita de la cama conectada a una serie de maquinas. Dude en acercarme y luego de la batalla interna resolví y me quede retraído cerca de la ventana unos cuantos pasos tras él.

Miré como se acercó a examinarla. Ella parecía estar despierta pero aún no estaba tan conciente del todo.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó el médico y entonces la miré. Se veía preciosa a pesar que estaba totalmente pálida, sus ojos estaban tratando de adecuarse a la luz de la linterna frente a ella, sus movimientos eran lentos y desorganizados. Aún así concentro su vista en mí.

— Como si me hubiera arrollado un tren ¿Hace cuanto estoy aquí? —preguntó, su voz sonó firme pero aún así había temor en el fondo.

— Ves lo necesario de asistir a los controles médicos —exclamó en un regaño el facultativo y ella lo miró molesta. ¿Controles? ¿Debía controlarse? ¿Qué era lo que ella tenía?, me pregunté y eran tantas las preguntas sin respuestas que la verdad me estaba consumiendo por dentro.

— La verdad no —contestó desafiante sin quitar la vista de mí.

— Esto podría haberse evitado si me hicieras caso y siguieras mis indicaciones —agregó con tono severo separándose de su paciente.

¿Cómo no me di cuenta de que estaba enferma? ¿Cómo?

Me reclamé internamente y Jasper tenía razón estaba concentrado en utilizarla para saciar mi lado carnal que jamás reparé en preguntar nada, una persona normal lo hubiera sabido, bastaba solo una pregunta para marcar la diferencia, una estúpida y trivial conversación y todo habría sido diferente. Toda la semana me pase pensando en mi necesidad de tenerla, de que fuera real y lo único que había logrado era hacerla irreal, un sueño, un espejismo magnifico, una marioneta puesta a mi antojo sin importarme justamente eso: ella, la persona, Bella.

— Los dejaré solos unos momentos mientras busco una enfermera

— ¿Otra vez? —preguntó en pánico y se me contrajo el alma. Su mirada aterrada pero resignada me despedazó por completo.

El médico se fue dejándonos solos y entonces me acerque a ella por primera vez, mientras lo hacía, su vista estaba cabizbaja arreglando nerviosa su ropa de cama. Las imágenes de la hemorragia que había sufrido se me vinieron a la mente y no pude evitar sentir que me faltaba el aire para respirar, para hablarle.

— ¿Queda algún secreto oculto más que quieras contarme? —le pregunté y no sabía bien que estaba haciendo. Ni siquiera sabía si debía quedarme ¿Quería quedarme?, mi corazón estaba confuso, desarmado, irracional, estaba sangrando como si yo estuviera en aquella cama y no ella.

— No —contestó pero luego me miró — sin embargo sólo para el registro —agregó serena pero nerviosa — tú nunca preguntaste al respecto así que no oculte información —terminó por decir y no puede evitar mi reacción.

— Déjame decir que "enfermedad" no es uno de los tópicos dentro de mi repertorio de preguntas para una segunda cita —exclamé y el tono fue sarcástico me arrepentí de inmediato pero por otro lado, algo así no podía haberlo "olvidado" mencionar.

— Supongo que deberás incluirlo ya ves uno nunca sabe –exclamo divertida mi mirada se endureció incluso más que antes.

— Lo único bueno de esto es que fue ahora y no cuando fuera demasiado tarde –reflexioné cabizbajo interrumpiendo el silencio y fue porque no sabía que decir, al menos no era nada grave, sino me lo hubiera dicho el médico.

Me quede contemplándola y ella pensando — ¿En que piensas? —le pregunté mentalmente y tenía unas ganas locas de abrazarla extrañamente quería tenerla más cerca que antes, sentía que iba a perderla en cualquier momento, me sentía indefenso frente a ella.

— Estoy a tiempo prestado —confesó al cabo de unos minutos y abrí mis ojos desmesuradamente por la sorpresa. ¿Tiempo prestado? Me pregunté confundido. ¿Prestado? ¿De que demonios estas hablando? Y quise preguntarle eso pero mi tono mental alterado y mi asertividad me indicó que era mejor guardar silencio. Nos interrumpió el sonido de la puerta.

¿Tiempo prestado? ¿Prestado? ¿Tiempo? ¿Tiempo prestado?

Comencé a pensar mientras veía como la enfermera acomodaba agujas y jeringas y ella dialogaba sarcástica con su médico.

¿Qué significaba tiempo prestado? ¿Morir?

Pensé viendo como ella profería esa expresión de angustia cuando se percató que tan grande era la aguja que dejo la enfermera en la mesa.

— ¿Morirá? —pregunté interrumpiendo la discusión y tal vez no tenía derecho a preguntar o siquiera a hablar pero necesitaba saberlo. ¡Con un demonio esto no puede estar pasando! Exclamé internamente tratando de guardar la calma, su médico me miró.

— Veo que no le has contado a tu novio sobre tu enfermedad —la regaño y suspiré.

Te has enamorado de un imposible.

— Eventualmente si sigue sin obedecer sí –me contestó mirándome. — morirá ella morirá ¿Cuándo? ¿Por qué? —grité en mi fuero interno — No, esto no puede pasarme a mí no a ella —agregue — Espera tonto Hay un tratamiento —me gritó mi voz interior al pensar mejor la respuesta del médico.

— Es fácil decirlo cuando no se esta detrás de la cama —protesto Bella de atrás.

— ¿Quiere decir que es curable? –pregunte con un dejo de esperanza.

— Tratable que no es lo mismo –corrigió el profesional un suspiró se escapó de mis labios — Bien hecho doctor acaba de sepultar mi esperanza —me dije.

— Lo que trata de decir es que puedo vivir años enferma –explicó Bella con sarcasmo, la mire: No soy estúpido lo sabías le dije — ¿Cómo ves me sería muy útil que fueras el personaje en estos momentos? –ironizó.

¡¿Cómo puede pensar en un maldito personaje? Reclamé molesto. La ignoré.

— ¿No podrían operarla? –pregunté saliendo del transe inicial que había causado su comentario.

— Su tipo de anemia es una especie de cáncer y lamentablemente –explicó el médico y Bella me concedió la verdad por primera vez de sus labios escuche lo que no quería escuchar, lo que no estaba preparado para enfrentar.

— No soy candidata para un trasplante de médula, solo estoy esperando a que me lleve la pela —concluyó y la miré impactado.

¿¡Qué? Fue lo único que se me vino a la mente ¿Cómo demonios habla así? ¿Le parece un chiste? ¿Hay algo chistoso en morir y dejar de existir?

— ¿Qué? –protesto poniendo sus ojos en blanco seguro ante mi semblante. Y quise gritarle tantas cosas.

Esto es un mal sueño

¡Vamos Edward despierta!

¡Despierta!

¡Despierta! — grité pero no sucedió.

El gritó de una voz femenina que entró a la habitación me distrajo. Era su familia, su madre y tal vez su hermana o tal vez sería otra amiga, me pregunté.

Me quede atrás, retraído, observando su interacción con su familia, la cara de preocupación de las dos personas que habían entrado me lo decía todo — Esto es una pesadilla —pensé y en eso la sentí ironizar con su madre.

— ¿Cómo te sientes? —le preguntó dulcemente su progenitora

— Viva —contestó y tosí

¡Maldición Bella cómo eres tan cruel!

Se corrigió cuando me miró y seguro no le di la mejor cara. Como una ceremonia y de las peores fue ver como colgaban la bolsa de una sustancia translucida en la cabecera de su cama.

— Debes estar cansada ¿Por qué no duermes un rato? —le propuso su madre — Esperaremos afuera —agregó y supe que era tiempo de partir.

Eres un intruso

Caminé en dirección a la puerta pero Bella se alteró y dio un gritito que me desconcertó.

— ¡No espera! —gritó y estaba claro que me lo estaba diciendo a mí pero aún así dude, sentí la mirada penetrante de su hermana directo en mi nuca — Créeme no eres la única sorprendida —le dije para mis adentros encarándola — se que tienes cosas que hacer pero podrías quedarte un momento más —me pidió.

— Cariño tal vez él tiene cosas importantes que hacer, debes dejarlo ir –intervino su madre pero me acerque y no pude evitar sonreírle.

— Adicta involuntaria –murmuró y la sonrisa se hizo aún más cómplice ante aquel comentario, me senté al borde de su cama extrañamente no me importó lo que su familia pensará.

Me quedaré mientras tú quieras que me quede

Resolví mirándola a los ojos — No te dejaré sola —agregué mirando esos hermosos ojos chocolates, tan intensos como un abismo. Un abismo del cual no quería escaparme ni intentarlo siquiera. Tomé entre mis manos las suyas — Estaré contigo para siempre —agregué como nota mental.

Pasaron un par de horas, tenía su rostro apoyado contra mi pecho y yo jugaba con los dedos de su mano, pasaba lentamente mis yemas por las agujas que estaban puestas en ella. Estaba concentrado sintiendo la tibieza de su piel contra la mía que perdí por un minuto la noción de donde estábamos. De pronto se alzó separando su cuerpo del mío.

— No podremos hacerlo en varios días —comentó temerosa y eso ahondo la teoría de Jasper

¿Crees que solo quiero estar entre tus piernas?, le pregunté mentalmente.

— Eres la persona más extraña que he conocido, no puedo creer que te preocupe la falta de sexo pero que no te preocupe morir –le contesté de vuelta no pude ocultar el dejo de incomprensión y reproche.

— No solo de pan vive el hombre –exclamó riéndose pero su risa se vio disminuida por una expresión de vacío que sintió a penas se enderezó en la cama.

La contemplé respirar lento y profundo, me preocupé.

— ¿Llamo a la enfermera? –pregunté finalmente al verla cerrar sus ojos.

— No estoy bien –contestó fingiendo una expresión de alivio — ¿Podrías alcanzarme el vaso de agua? —me pidió, lo tomé y le ayude para que tomará agua lo hizo lentamente.

— Lo que estás haciendo podrías considerarlo como una obra benéfica, algo así como "Make a wish" —susurró divertida y la miré furioso.

— No le veo la gracia —espeté molesto —no hay segundas oportunidades para vivir —agregué melancólico.

— Esa frase es una de mis favoritas —interrumpió sonriendo mientras se recostaba otra vez en la cama

— La muerte es una condición permanente ¿Realmente quiere morir a los veintidós años de edad? —le pregunté desconcertado por su actitud. Generalmente la gente quiere vivir, se aferra con uñas y dientes, de hecho yo mismo lo haría me confundía esa actitud tan pesimista, tan egoísta, tan inhumana.

— Sabes por qué me enamoré del personaje —preguntó en respuesta. Sacudí mi cabeza y puse mis ojos en blanco levantándome de la cama

— Él es un personaje de ficción, no tengo que aclararte que los vampiros no existen —repuse serio y luego agregue —Aunque puede parecerte una solución muy romántica, no lo es, por el contrario creo que deberías seguir los consejos de tu médico —recalque mirando por el ventanal de la habitación.

Tienes que luchar

Tienes que querer vivir

Tienes que vivir —pensé mirando al vacío.

— Y estar permanentemente conectada a esto —rebatió tomando la sonda entre sus manos —No tienes ideas de lo que estas aconsejando —concluyó molesta.

¡Cómo no puedes verlo! Si esta claro como el agua —refuté para mis adentros.

— Por el contrario tu eres la única que no parece dimensionar la consecuencia de tu actuar irresponsable —rebatí finalmente.

— Moriré de todas formas no veo el objeto de dilatarlo —exclamó cerrando sus ojos

— ¿No tienes miedo a que sea una muerte lenta y dolorosa? —le pregunté acercándome a ella nuevamente.

— ¿Acaso no estoy drogándome nuevamente? —contestó de vuelta abriendo sus ojos. Como si con su gesto estuviera haciéndonos un favor.

¡El favor te lo haces a ti que no lo ves! —grité en mi mente perdiendo el control.

— Me tengo que ir —le dije de repente y su rostro se desfiguró pero en realidad necesita salir de allí, necesitaba pensar, las cosas habían cambiado —volveré en la mañana, creo que es tiempo que hables con tu familia —le dije y ella tenía que aclarar ciertas cosas.

Le besé la frente, nuestras manos estaban entrelazadas pero se separaron a medida que caminaba para irme. Me dolió el pecho dejarla allí pero necesitaba estar solo, necesitaba pensar.

— Te amo —le susurré con la mirada aún parado en el umbral de su habitación, sostenía la puerta entre mis dedos y en ese minuto estaba siendo completamente honesto, la amaba y eso me aterraba.

Baje al primer piso y salí casi corriendo por la puerta principal. Miré a todos lados y de pronto la realidad me golpeo. Las personas caminaban distraídas, los vehículos seguían su trayecto ajenos a mi dolor. Caminé calle abajo sin detenerme. No tenía idea a donde ir, o que hacer. De pronto la visión se nubló y quise contener las lágrimas, la pena inundó mi pecho por completo y un dolor punzante embargó a mi corazón. Sentí mi celular vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Era tarde, tal vez cercano a las diez de la noche. Dejé que sonará mientras seguía caminando, las lágrimas rodaron por las mejillas, hasta que la desesperación me gano, la angustia se apodero de mí al sentir el vibrar frenético del aparato contra mi pierna.

— ¿Qué? —contesté sin fijarme quién era con la voz distorsionada por el llanto

— ¿Edward qué sucede? —la voz de mi hermana Rosalie me desconcertó — ¿Estas bien?—preguntó preocupada.

— No —contesté ahogado

— ¿Quieres hablarlo? —cuestionó sutil pero guarde silencio no estaba seguro de hablarle. Después de todo que le diría.

— ¿Edward? —agrego expectante

— ¿Puedes venir por mí? —pregunté finalmente

— Dime donde estas

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