More Than five minute of fame
— ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO? —gritó Alice poniéndome en el rostro un papel colorido.
Me separé de ella y aún tenía el cuerpo cortado, estaba literalmente muerta de sueño, eran cerca de las doce del día y yo había dormido pocas horas, me reí al recordar la conversación que habíamos tenido con Edward durante gran parte de la madrugada. Tomé entre mis manos el papel y su hermoso rostro unido al mío aparecía en pleno. Era nuestra fotografía impresa.
— ¡No puedo creer que no me lo hayas contado! ¡Yo soy tu amiguis del alma! —chilló ofendida y tomé aire.
— Te lo conté pero tu no me creíste —me defendí y ella me miró pensativa
— ¿Cuándo por ser que no recuerdo la palabra "novio" entre medio? —inquirió suspicaz.
— Hace casi dos meses y no somos novios —le contesté caminando hacía mi habitación.
— ¿Pero se ven? —me preguntó curiosa
— Sí —confirmé
— Se ven… se ven… de ver… —insistió con un brillo en los ojos y me reí
Asentí moviendo mi cabeza. Y ella gritó dando saltitos y me abrazo.
— ¡Alice no me apretes! que me dejas sin respirar —rezongué entre sus brazos.
— Lo siento, es que estoy emocionada —me confesó soltándome
— ¿De qué? —le pregunté sentándome en la cama
— De que tú seas su novia, mi mejor amiga es la novia del chico más guapo del planeta, no puedo creerlo —exclamó mirando al cielo.
— Y dale con el burro al trigo… si no soy su novia —le insistí y ella puso sus ojos en blanco y me apunto las fotografías — Esta bien, hemos salido cierto —concedí y ella enarco una ceja —pero nada más, no te emociones tanto
Le pedí pero eso era francamente imposible conociéndola.
— ¿Me lo presentarás algún día? —me preguntó y dude — ¡oh vamos! di que sí anda solo para tenerlo frente a mí y poder tocarlo —exclamó con una cara de enamorada tirándose a la cama quedo mirando el techo.
— No lo sé siquiera se si lo volveré a ver —argüí inútilmente.
— Por favor —suplicó levantándose de la cama, sujeto de mi brazo y apoyo su rostro en mi hombro, me miró con cara de perrito atropellado y me reí
— Pero tendrás que comportarte —le dije y al segundo me arrepentí —es decir, ante la eventualidad de que alguna vez —le comencé a decir seria y ella me interrumpió.
— Prometo ser la más cuerda de todos pero podría… —exclamó jugando con sus manos nerviosa y avergonzada.
— ¿Qué cosa? —le pregunté intrigada
— Darle un besito —me pidió y abrí mis ojos sin querer —en la mejilla te juro que en la mejilla —me dijo al captar mi mirada y me reí ni yo había estado tan descontrolada cuando lo conocí, bueno había estado marcando ocupado claro que debía concederle a mi amiga Alice que yo había hecho mucho más que darle un besito en la mejilla aquella noche, me sonroje de inmediato.
Iba a contestarle cuando sonó el timbre. Nos miramos y corrimos ambas a abrir la puerta, yo asustada por que realmente fuera él y ella emocionada porque realmente fuera él, llegue primero a la puerta y el cuerpo de Alice me empujo contra ella.
— Déjame abrir —le pedí tomando el pomo de la puerta y ella sonrió
— ¿Iba a venir? —me preguntó y suspiré girándome para encararla
— No lo sé, no creo pero si es él por favor, te lo pido como favor especial contrólate —le pedí y no quería que mi mejor amiga gritara como una verdadera lunática descontrolada al verlo parado en el umbral de mi puerta.
— Prometido —me dijo solemne pero con esa picardía en los ojos que tanto odiaba.
— Es en serio —insistí seria y ella asintió con la cabeza pero aún con el brillo en los ojos —es importante —aclaré.
— Tranquila no gritaré —me aseguró y me giré para abrir.
Claro no sin antes arreglarme un poco, la situación había cambiado después de nuestra última conversación. Se me aceleró el corazón y finalmente abrí la puerta.
Su sonrisa era magnifica detrás de aquel ramo de rosas rojas que tenía enfrente y abrí mis ojos como platos.
— ¿Perdonado? —me preguntó con los ojos fijos en mí y yo estaba absorta en la tarjeta que tenía mi nombre puesta estratégicamente al comienzo del ramo escrita con su letra.
— Yo lo perdono sin necesidad de flores —confesó mi amiga y regrese a la realidad.
— ¿Tú debes ser la famosa Alice? —le preguntó Edward quitando la vista de mí.
— Por tí puedo ser Tanya, Mariela, María, Verónica tu dime cual y yo seré ella
— ¡Alice! —le reproché y ella se rió.
— Lo siento —se disculpó sin quitarle la vista de encima de pronto se acercó y casi caí en pánico al pensar que se le tiraría encima cuan colegiala.
— No importa —exclamó Edward cerrándome un ojo luego miró a mi amiga — ¿Y cómo amaneció mi querido amigo Jasper? —le preguntó serio y me reí cuando noté la cara que dio Alice.
Su expresión cambio y se puso seria la sonrisa se apago en su rostro y se puso incomoda.
— Bien supongo ¿dime tú? —le contestó tratando de hacerse la lista pero no iba a funcionarle.
— No he hablado con él ¿Lo pasaste bien? —le preguntó y abrí mi boca, él hizo una mueca muy divertida —en la fiesta claro está —agregó y Alice se puso roja como tomate.
— Bells amiga creo que es hora que yo vaya a ver llover a la esquina —exclamó tomando sus cosas al tiempo que caminaba fuera de mi departamento. Edward entró y ella salió. Mi amiga de la infancia me hizo unas muecas detrás de mi príncipe azul pero yo solo moví mi cabeza y ella cerró la puerta tras de sí.
— ¿Por qué abría de perdonarte? —le pregunté tomando entre mis manos las flores pareciendo distraída pero la verdad no perdía detalle de su expresión.
— Para ser honesto no tengo la menor idea pero cuando te fuiste ayer estabas molesta o ¿Me equivoco? —me pregunto acercándose a mí, puso detrás de mis orejas unos mechones de mi pelo suelto.
— ¿Quién es V? —pregunté bajito y me fui directo a la cocina a buscar algo que pudiera servir de florero haciendo de esa pregunta algo no importante que evidentemente era súper importante para mí, me siguió. Deje el ramo sobre la mesalina y busque en todos los cajones un maldito frasco que me sirviera de florero.
Lo hice infructuosamente hasta que me di por vencida. Lo miré y él tenía su blackberry en la mano como buscando algo, al cabo de unos segundos se acercó y me mostro la pantalla.
— ¿Qué estoy viendo? —le pregunté confundida
— A "V" —me contestó y lo miré sin entender — Mi hermana mayor Rosalie —me contestó y cerré mi boca incluso antes de hablarle, me sentí ridícula. Frente a mí el retrato de una chica rubia, hermosa y mayor que yo, que si la miraba bien, se parecía bastante a Edward pero en versión mujer, estaba riendo y compartían esa risa sexy que traía a medio planeta baboso. Me quede callada escuchándolo.
— Fuimos a ver mi última película eso es lo que le gusto —me explicó bastante divertido por la expresión que estaba dándole y no sabía dónde meterme, quería enterrar mi cabeza como los avestruces.
— No quise leer lo que no me correspondía —me excusé y sonó horrible pero a esta altura ya todo daba lo mismo.
— ¿Yo lo hubiera hecho? —me contestó sinceramente y me reí
— ¿Qué más harías? —le pregunté intrigada.
— Creo que es tiempo de las confesiones —exclamó recargándose contra el refrigerador. Tomo entre sus manos una de las rosas y jugó con ella.
— Te escucho —le dije cruzando mis manos a la altura de mi pecho y me recargue contra la pared contraria de la cocina.
— Yo también urge entre tus cosas —confesó sin mirarme directamente
— ¿Cuándo? —pregunté curiosa y me sorprendía sobremanera que él me hubiera espiado.
— La primera —comenzó a decir y lo interrumpí
— ¿Hubo más de una vez? —exclamé sorprendida y asintió con su cabeza.
— Tu cartera fue la primera vez y la segunda cuando volvimos de la iglesia, te quedaste profundamente dormida y revise tu notebook y un par de cajones de tu ropero.
— ¿Mientras dormía? —chillé un poco molesta y normalmente tenía el sueño liviano pero extrañamente ahora me dormía completamente cansada, me sonroje.
— Tienes el sueño bastante pesado —agregó deslizando la rosa por mi mejilla, se me erizo la piel ante el contacto suave de los pétalos —Y déjame de decirte que sí hablas en sueños y mucho —agregó besándome en los labios.
— ¿Qué cosas he dicho? —pregunté entrecortado mientras le correspondía el beso
— Digamos que saque mucha más información en esas "platicas noctambulas" que de tu computador o cartera —me dijo hundiendo su lengua en mi boca, acariciándola con la suya. Me beso los labios y me perdí en su eterno aroma.
— ¿Cómo supiste que había leído tu mensaje? —le pregunté y se giró en la cama mirándome yo me senté cruzando mis piernas.
— Llamé a mi hermana para preguntarle cómo estaba y me dijo "tan importante eres que ni siquiera lees los mensajes de tu propia familia" fue allí cuando noté que el mensaje estaba abierto.
— Lo siento —contesté avergonzada y entonces allí recordé un pequeño pero gran detalle. Su hermana se llamaba Rosalie entonces por qué V — ¿Por qué V?
Edward sonrió perversamente.
— Es una broma interna —contestó entre dientes conteniendo la risa, luego me miró con ternura — Te la contaré algún día —agregó rosando sus labios entra mi frente.
— ¿Hoy no tienes que trabajar? —le pregunté intrigada cambiando de tema. Estaba bastante raro que pasara casi todo el día conmigo, yo podía estar todo el día de holgazán porque estaba cesante pero él.
— En la tarde tengo un par de casting pero supongo que estoy medianamente libre hasta Agosto —contestó y recordé otra pregunta que quería hacerle pero me interrumpió
— A todo esto debo advertirte algo más —me dijo tocando mis labios con sus dedosy mi corazón se apretó
— las fotografías salieron en una revista sensacionalista de distribución nacional —confesó con una mirada sombría y de mis labios se escapó una mueca y no entendía mucho que significaba eso pero no debía ser nada bueno a juzgar por su expresión
— ¿Eso te molesta? —le pregunté temerosa.
— ¿Qué aparezcamos juntos? —me preguntó y asentí —ese no es problema créeme si terminará allí me daría lo mismo, el problema es que tus cinco minutos de fama tal vez sean más permanentes —agregó y aún lo miré sin entender —vendrán a buscarte para preguntarte cosas —se explayo mejor y allí caí en cuenta que mi vida ya no sería más privada.
Me quede pensando en la sensación de tener a muchas personas disparando flashes en mi rostro, hablando todos juntos, gritando mi nombre y no sabía si podría sobrevivir a aquello.
— Ya veo —le dije y miré por la ventana
— ¿Qué quieres que diga? —le pregunté y me miró extrañado.
— Es de tu vida de la que estamos hablando, de mí tienen hasta unas fotos vergonzosas de cuando tenía como tres años, la pregunta aquí es ¿Qué quieres que ellos sepan de ti? —me preguntó de vuelta y suspiré acercándome a él
— ¿Qué soy yo para ti? —le pregunté cerrando mis ojos y sentí la tibieza de su respiración dar de lleno contra mi rostro.
— Alguien muy especial —me contestó y me sonreí.
— ¿Así que has probado todas las drogas? —le pregunté curiosa abriendo mis ojos jugando con mi mano en su rostro y aun no me acostumbraba a tenerlo en mi cama desnudo junto a mi cuerpo.
— ¿Tú no has probado ninguna? —me preguntó de vuelta tomando mi mano, beso la palma de mi mano y entrelazo sus dedos con los míos.
— Varias —le confesé y él me miró sorprendido —quisiera poder decir que fue voluntario pero lamentablemente escapo a mi control —agregué separándome de él.
— ¿Fuiste adicta? —me preguntó interesado y clavé mi vista en su rostro.
— ¿Importaría eso? —le pregunté de vuelta y sonrió sincero.
— No realmente, claro que cuando quieras contribuir a la humanidad habrá que considerarlo —agregó divertido y me reí.
Me levanté de la cama.
— ¿Dónde vas? —me preguntó aprehensivo.
Me giré sobre mi misma y me quede fija mirándolo a los ojos mientras caminaba de espaldas sin perder detalle de él, que estaba semisentado en la cama con la mano apoyada contra el colchón. Sus ojos verdes se hicieron más intensos y de pronto sin explicación alguna me golpeo un fuerte dolor en la cabeza. De pronto sentí correr un liquido por la parte superior de mi labio, me lleve la mano allí y entre mis dedos advertí sangre, me quede absorta mirando mi mano y jamás me había atraído de esa manera ese liquido, ni ese color, se veía tan vivo, tan rojo, tan tentador.
— ¡Cuidado! —grito aterrado.
Caí de costado al suelo. Jamás cerré los ojos o al menos eso pensé yo.
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