Wape UP
Con los ojos cerrados aún sentí como bajo besando todo mi cuello hasta llegar a uno de mis pechos que acarició con su boca, sentí su mano en el otro, en ese minuto me fui devuelta al cielo donde había estado por largas horas. La temperatura de mi cuerpo volvió a subir dramáticamente mientras me acariciaba, tenía mis dedos enterrados en su cabellera, la finura de estos no me sorprendió eran exactamente a como me los había imaginado al mirar sus fotografías. Deslizo su nariz por toda mi piel hasta llegar a mi ombligo donde succionó levemente, deje de sentir la humedad de su boca solo para sentir las yemas de sus finos dedos acariciar mi vientre haciendo que millones de escalofríos me recorrieran uno tras otro sin piedad haciendo que toda mi piel se erizará incansablemente una y otra vez. Esto parecía divertirle porque lo hacía sin detenerse y estaba asemejándose a una tortura pero de placer, mantenía mis ojos cerrados sintiendo como deslizaba sus dedos dibujando pequeños círculos, arrastrando sus uñas y presionando levemente cerca del hueso de la pelvis. Mi corazón comenzó a acelerarse y todos mis músculos se tensionaron con el roce que estaba haciendo al pasar sus mágicas manos por mis muslos, pantorrilla deteniéndose escabrosamente en la parte baja de mi vientre.
Mi cuerpo se contraía sin control y no pude evitar morderme el labio desesperada por sentirlo en mi interior, mi cuerpo estaba reclamando al suyo de una manera inexplicable. Sentía mis mejillas ardientes y la sangre agolpada en la cabeza, cada vez me era más difícil coordinar las ideas para transformarlas en palabras que luego serían exteriorizados en oraciones y es que literalmente mis procesos mentales estaban descontrolados. Estaba agitada sintiendo pequeños choques eléctricos recorrer cada centímetro de mi piel sabía perfectamente que cada poro de está estaba erizado de forma permanente, el órgano más grande en toda su extensión estaba trastornado por sus caricias.
Sólo había una explicación para esta reacción y esa era las ganas que le había tenido todos estos meses desde que su nombre y foto se habían cruzado en mi vida. Tantas horas mirando por la Internet su cuerpo divino, fantaseando respecto a su manera de amar sin duda estaban pasándome la cuenta ahora que estaba viviéndolo en realidad. El juego previó resultaba hasta innecesario porque mi mente ya era suficiente estimulo para lograr excitarme por completo.
Sabía que mi piel ardía con furia, mi pecho se contraía cada vez más errático y comencé a jadear cuando sentí sus labios en el pliegue de mi pierna, al sentir su respiración tibia y delicada contra mi piel sensible no pude evitar estremecerme. Estaba tan concentrada en mis sensaciones y en el roce de su piel contra la mía que cuando noté que la tibieza y humedad de sus labios me abandonaron mis ojos en pánico.
Enfoque mi vista por primera vez en él, sus labios estaban curvados en una sonrisa sensual parecía bastante satisfecho y divertido por lo que estaba causando, yo en cambio aún tenía la expresión de pavor que me había provocado su abandono. Claro que todos mis miedos o inseguridades se acallaron cuando advertí entre sus dedos el envoltorio plateado, lo abrió suavemente sin quitarme la vista de encima queriendo demostrarme que era lo que seguiría, me sonroje automáticamente pero la verdad no creo que lo haya notado ya estaba bastante roja por no decir púrpura además, era por otro motivo.
Mis ojos parecían hipnotizados en él, estaba embobada mirando sin perder ningún detalle, cuando se acercó devuelta a la cama mi ansiedad se disparó sentía mi corazón latir furioso en mi garganta y mi respiración se hizo entrecortada de la nada, en cámara lenta noté como acerco su rostro hasta mi pierna que permanecía flectada apoyada en la cama, posó sobre mi rodilla sus labios y la besó de una manera demasiado sensual para estar besando una rodilla. Tenía la vista fija en mí y cerro por escasos segundos sus ojos degustando mi piel hasta que con la punta de la lengua bajo por toda la extensión del muslo hasta rozar el pliegue de esta, sentí su respiración pausada y tibia contra mi pubis, sus labios se acercaron peligrosamente y cuando los sentí allí cerré mis ojos al tiempo que dejaba caer mi espalda contra la cama jadeando de placer. Me perdí en sus caricias y el placer era extremadamente demasiado para que fuera real, sentía cada nervio de mi cuerpo contraído, todo mi ser estaba desesperado por sentir el placer máximo que no llegaba y estaba torturándome de la manera más exquisita posible.
Un bochorno inundó mi rostro, sentí punzar la sangre en mi cabeza todo parecía tan mágico y surrealista pero quería disfrutarlo a concho. Comencé a sentir un cosquilleo intenso en mi estomago y un nervio contenido por gritar, tenía sentimientos encontrados por una parte quería acabar ya pero por otra quería quedarme así perdida en sus caricias, puesto que las sensaciones eran demasiado intensas – más, más, más – me repetía en la mente porque era incapaz de exteriorizar una silaba, mi respiración poco profunda me traicionó y los gemidos se volvieron audibles. Nunca antes había estado tan entregada mientra alguien me hacía sentir de esa manera y era abismante sentir como todo tu cuerpo se contrae con el placer que otro esta dándote.
Sentí como introdujo uno de sus dedos estratégicamente y mi cerebro colapso del dolor exquisito que estaba sintiendo cada vez más intenso, cada vez más fuerte. Arquee mi espalda levantándola de la cama cuando llegue al orgasmo y por primera vez sentí que no tenía fuerzas ni siquiera para moverme, estaba totalmente exhausta, sentí como acerco mi cuerpo hacía él arrastrándome por la cama de mis piernas. Volví a cerrar mis ojos perdiéndome en la tibieza del suyo en mi interior, se movió lenta y profundamente mientras acariciaba mis nalgas, acrecentó los movimientos a medida que sus gemidos se iban haciendo cada vez más intensos y juré que iba a llevarme al éxtasis pero justo cuando iba a hacerlo disminuía su danza maldita y una sonrisa picará se escapa de sus labios, estiré mis manos y lo sujeté por el brazo haciendo que su cuerpo se posará sobre el mío. Cuando su rostro estuvo frente a mí lo bese con deseo contenido y volvió a moverse más rápido en mi interior, mientras volvía a perderme en la fricción de nuestros cuerpos jugué con su pelo apretándolo a cada arremetida que hacía en mi interior, separé mis labios de los suyos cuando llegue al orgasmo y me sonreí al sentir que él también llegó segundos después y me lo confirmó su gruñido exquisito en mi oído.
— Buenos días —exclamó sobre mis labios entreabiertos recobrando el aliento y lo miré extasiada, ese había sido sin duda el despertar más magnífico en toda mi vida.
Se levantó con una soltura impresionante en cambio a mi se me vino todo el nervio de que estaba desnuda, despeinada, sin maquillaje, en resumidas horrible. Se metió al baño no sin antes mirarme divertido como me tapaba con las sabanas y esquivaba la mirada avergonzada.
Cuando sentí la ducha me relajé ¿Qué haría ahora? ¿Me iría? ¿Tenía que irme? ¿Desayunaríamos juntos? ¿Qué me diría?, eran algunas de las interrogantes que traté de responder pero no di asunto con ninguna. Mientras permanecía en la cama apoyada en mi brazo mirando hacía el ventanal es que reparé en el reloj y la hora. Eran veinte para las doce de la mañana, con pánico me levanté y me acorde de mi querida amiga Alice – va a matarme – exclamé y habíamos quedado en almorzar juntas a la una de la tarde. Me levanté, sujeté la sabana en mi pecho y tenía que encontrar mi bolso, el problema era donde lo había puesto él.
Abrí el closet sólo para toparme con un closet muy diferente al que yo o cualquier persona normal tenían, era igual a los salidos de las revistas de arquitectura que se diseñan para mansiones o para gente de mucho dinero. Todo ordenado, gavetas por doquier, y podía fácilmente dormir en su interior porque era una pieza completa adicional a la recamara principal. Entré y no pude evitar la tentación a oler sus suéteres, me sentí una verdadera estúpida pero su perfumé era exquisito y era un hecho que este seguro estaba impregnado en ellos. Deslice mis dedos por las corbatas que para mi sorpresa no eran tantas y la mayoría en colores neutros. Uno que otro traje formal y cuando tope con uno recordé una foto de una premiación me reí divertida al recordar que se había visto condenadamente sexy en aquella oportunidad.
Seguí mi curiosidad y abrí uno de los cajones al principio abrí el segundo evitando el primero porque me había vuelto a sonrojar al pensar que como un hábito todo mundo tiene su ropa interior en el primero. En el que abrí había camisetas y poleras de diferentes colores y texturas pero los ojos se me desviaron al primero. La verdad no me había fijado en como era su ropa interior mi mente había estado cautiva en otra parte y me hacía gracia verificar si eran boxer o calzoncillos iba a abrir cuando su voz me interrumpió y salté del susto volteándome abruptamente quitando mis manos del cajón.
— ¿Buscas esto? —me preguntó con mi bolso en la mano y esa sonrisa picará en los labios, estaba con su pelo completamente mojado, su torso desnudo y con la toalla puesta en la cintura. Se acercó y mientras lo hacía su sonrisa se amplió para variar me quede muda.
— Si no te hubiera escuchado anoche y hace algunos minutos juro que eres muda —exclamó divertido entregándome el bolso que aferré contra mi pecho fieramente. Le sonreí nerviosa.
— Necesito sacar algo de uno de esos cajones ¿Puedo? —pidió prácticamente pegando su cuerpo contra él mío y mi respiración se tornó agitada nuevamente sentía mi corazón latiendo frenético por los nervios y la ansiedad de su presencia. Me corrí y no se como lo hice pero lo hice y él abrió el cajón saco una prenda de color azul petróleo y como si nada se quito la toalla que lo cubría y cuando lo hizo me giré como una completa tonta, se rió al verme hacer eso y era cómico el pudor cuando hasta hace unos par de minutos estábamos teniendo sexo pero realmente era diferente ahora. Me trajo de regreso a la tierra la vibración de mi celular, a tientas saque el aparato del bolso y lo contesté con la voz estrangulada.
— ¿Bueno? —contesté a duras penas tratando de mantener mi respiración a raya.
— ¡¿Dónde demonios estas metida llevo una hora esperándote afuera de tu departamento y casi la misma cantidad de tiempo llamándote? —me gritó enojada Alice y que se supone iba a decirle
Disculpa por hacerte esperar pero me retrase es que Edward quería tener sexo en la mañana y cómo dejarlo plantado retribución de fan pensé tratando de buscar una excusa que sonará a verdad disimulada y creíble.
— Sí lo sé —contesté alejándome de él — llegaré pronto, perdóname —agregué no muy segura y la verdad no sabía si iba a permanecer más rato allí o ya tenía que irme.
— ¿Dónde estas? —volvió a preguntar ofuscada y por qué tenía que ser tan quisquillosa justo ahora, qué más daba dónde estaba pensé suspirando
— Lejos —contesté bajito
— ¿Por qué susurras? —me preguntó de vuelta y me pregunté dónde estaba la inteligencia emocional de mi querida amiga Alice.
Iba a contestarle cuando sentí su mano en mi trasero apretando una de mis nalgas y sus labios en mi oído en el que susurró seductoramente – toda tuya la ducha – y con esas palabras disparó mi corazón, mi cuerpo se contrajo ante la sola idea de los efectos que provocaba esa voz tan sensual.
— Tengo que colgarte te juro que te lo explicaré luego —le dije a Alice apagando mi celular mientras él se ponía frente a mí a escasos centímetros de mi rostro. Otra vez quede perdida en sus labios y era lo único que podía mirar se veían tan suaves, finos, tersos, tentadores que invitaban a probarlos nuevamente.
— ¿Alice tal vez? —me preguntó divertido y su efluvio pego de lleno contra mi nariz haciendo que mi corazón latiera incluso más rápido de lo que ya lo hacía. Asentí entrecerrado mis ojos acercando el rostro embrujada hacía sus labios pero él se separó haciéndome regresar a la cordura.
— Tengo que irme, puedes ducharte pero al salir deja cerrado —instruyó y mi príncipe azul se esfumó en cuestión de segundos.
Tomó una chaqueta que estaba a un costado colgada en una percha. Salió de la habitación y cerró la puerta tras él. Suspiré quedándome en esa habitación completamente sola.
Primera vez que me demoró escasos quince minutos en ducharme cuando pise el suelo del baño caí en cuenta que no había llevado mi ropa – en que tienes puesta la cabeza – me reclamé y me sonreí al salir envuelta solo en la toalla, mis ojos se abrieron cuando noté la ropa a los pies de la cama. Una muda completa de ropa limpia y de mujer estaba doblada allí con una nota sobre ellas, me emocioné y me senté para leerla.
Me emociona que seas tan "leal" por decir algo pero creo que dada la hora tal vez te gustaría salir con algo menos "llamativo" que tu polera. La verdad no tengo idea si te quedará pero mi hermana es como de tu contextura y para tu suerte ella tiene ropa en mi departamento. ¿Cómo la devolverás? – Te adiviné la pregunta – No te preocupes estoy seguro que encontrarás la forma.
Edward
Y allí estaba de nuevo mi príncipe azul en todo su esplendor. Miré la ropa y agradecí enormemente que fuera sobria y de mi talla. Metí como pude mi ropa a mi bolso y debía agradecer que fuera grande y salí de ese departamento con el dolor de mi alma, le di una última mirada con nostalgia, tenía claro que sería mi primera y última vez allí no había manera que él quisiera volver a verme ¿Quién era yo?, pensé mientras tomaba el ascensor y me respondí apenas puse un píe en la calle, el tumulto de gente camino sin darse cuenta que yo existía: Era nadie.
Tomé un taxi para llegar a mi departamento y lo primero que veo es una nota de Alice pegada en mi puerta.
¡Llámame en cuanto llegues y más te vale que sea una buena excusa sino te mataré!
Eran las palabras y qué mejor excusa que la que tenía yo en ese minuto. Deje mi bolso a un lado y me fui a mi habitación, me tumbe contra la cama mirando el techo, deslice mis dedos por mis labios y me los mordí recordando sus besos, volví al mundo de las maravillas mientras recordaba una de las mejores noches y media mañana de mi vida. Después de divagar unos cuantos minutos me decidí a cambiarme de ropa para quitarme la que no era mía pero me rehusaba aunque sonará estúpido aunque eran de su hermana habían estado entre sus dedos y bajo su mismo techo. Estaba en eso, decidiendo si quitármelas o no cuando mi timbre sonó. Me levanté casi corriendo y por mi mente infantil corrió la idea que se tratará de él, abrí con esa ilusión pero una vez más la realidad me demostró cuan equivocada podía estar.
— Alice —exclamé desilusionada, ella en cambio furiosa.
— ¿Qué parte de llámame en cuanto llegues no captas "Amiguis"? —reprocho entrando a mi departamento
— ¿Cuándo te compraste esa ropa? —agrego sentándose en el sofá de mi sala de estar.
Pasé saliva mientras cerraba la puerta tratando de decidir si contarle la verdad o simplemente inventar, la observe cruzarse de brazos mientras me sentaba frente a ella. En ese minuto supe que aunque se lo dijera ella no me lo creería.
— Y bien… estoy esperando
Susurró una vez frunció su entrecejo molesta. Suspiré
— Me atrasé porque estaba en el departamento de Edward Cullen —le contesté y ella me miró estupefacta.
Sus ojos se abrieron en sorpresa y por medio segundo quedo petrificada sin responder hasta que sus labios comenzaron a curvarse en una risa incrédula y la carcajada seguro estaba sintiéndose en todo California. Se rió de mí durante un buen rato con esa risa descontrolada y burlesca que odiaba. Fue mi mirada fulminante la que la incito a guardar compostura al cabo de unos minutos y a mirarme fijamente reprimiendo la risa.
— ¿Qué? —dijo entre risas tratando de controlarse y me levanté enojada. Ella me alcanzó y me detuvo por el brazo.
— Vamos Bella no pretenderás que te crea una cuestión así
Se defendió y probablemente tenía razón pero la risa estaba demás bastaba con que me hubiera expresado su incredulidad en palabras no era necesario que se riera a todo pulmón de mí en mi propia casa.
— ¿Ya qué fue lo que te paso realmente te llamó Mike? —me preguntó más serena y recobrando la compostura. La miré y no había caso que ella me creyera para que entrar en detalles.
— Sí —confirmé de mala gana entrando a la cocina de mi departamento y necesitaba desesperada un vaso de agua sino la mataría con mis propias manos.
— Ves que es mejor decir la verdad —comenzó a decir y casi la mato en ese momento
¿Qué le hacía pensar que yo estaba mintiéndole?, pensé pero no dije nada ¿Acaso no era mi amiga de toda la vida? agregue al reproche moral que estaba haciéndole en mi fuera interno. Ella sonrió.
— ¿Y qué quería tu ex? —me preguntó tomado una manzana y dude en inventarle algo pero luego comprendí que podía contarle de mi maravillosa noche cambiando un pronombre personal. Me reí ahora sería mi turno de reírme pensé.
— Digamos que quería mostrarme un par de cosillas —le dije tentadoramente y ella pico de inmediato ante mi tono sugerente.
— ¿Bella Marie te acostaste con tu ex? —me preguntó con la boca abierta de la impresión y le di una mirada de suficiencia.
Ahh Alice si tu supieras con quién me acosté no una sino muchas veces en cuestión de horas te morirías pero de envidia me dije para mis adentros y suspiré asentí lentamente y con la sonrisa suspicaz más grande que jamás haya tenido dibujada, en realidad era la típica sonrisita estúpida de la que todas en aquellos foros hablaban solo que magnificada tres veces.
— Pero ¿no tenía novia? —inquirió nuevamente
— Y eso qué, lo hace más divertido —respondí y salí de la cocina en verdad no podía mentirle tanto, más involucrando al santo de Mike que seguro seguía tan fiel como me había sido a mí en su oportunidad, era uno de los pocos hombres que todavía quedaban "fieles a morir" luego iría a la iglesia a confesar esa difamación que estaba profiriéndole al pobre.
— Me dejas sorprendida y pensar que habías dicho que su "juguetito" no era tan satisfactorio pero por tu sonrisa y lo relajada que estas debo corregir mi impresión de él cambió rotundamente —comentó soltando una risita y yo planté la carcajada más grande que haya plantado jamás.
"el juguetito" como le llamaba ella de Mister Cullen era todo y mucho más que satisfactorio tal y como lo eran sus labios también.
— Siempre hay tiempo para segundas impresiones y créeme esta impresión fue "Wow", Sin palabras como dices tú —comenté divertida ante los ojos redondos que puso Alice por mis confesiones.
Insistió todo el rato para que entrará en más detalles y al principio me resistí pero luego le conté con lujo de detalle y disfrute cada mirada sorprendida y el brillo de envidia que noté en sus ojos a medida que relataba mi encuentro de media noche y medio día me dejo satisfecha – me había cobrado - pensé. Estuvo toda la tarde y recién pude echarla como a las nueve y estaba realmente cansada, había quedado agotada tanto o más que si hubiera ido al gimnasio. Pero claro este cansancio era lejos mejor que la "torturadora elíptica" prefería mil veces al "torturador Cullen" y es que con él iba sagradamente a la tortura con la cual estaba segura rebajaría muchos más kilos que los escasos gramos que lograba yendo al gimnasio.
Como ya iban a ser las diez de la noche comencé mi ritual y me senté frente al notebook, conecté y espere pacientemente. Cuando noté el icono del MSN se me apretó el estomago ¿Estaría él online?, pensé frenética mientras veía los monitos característicos conectarse. Cuando me conecté al fin busque entre los contactos su nombre y la desilusión fue tremenda
Edward Cullen aparece como desconectado tus mensajes le llegarán cuando inicie sesión.
Se leía en la ventana. Al menos fue bueno – excelente - mientras duró pensé desilusionada y ¿Cómo fui tan tonta de pensar que volvería a verlo?, me cuestioné.
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