sábado, 4 de febrero de 2012

LLC: Cap 58: Noche Tranquila II


"¿Y de qué crees que trata la canción?" le pregunté a Edward, esperando que hubiera estado escuchando.

Movió las manos y entrelazó nuestros dedos. "Creo que de confiar en la persona en tu vida para ayudarte con todos los problemas de la vida."

"Es bueno saber que no soy la única observadora en esta relación," me reí por lo bajo. Le miré, intentando que viera cuanto le amaba. "Es que me di cuenta de que decía todo lo que me estabas intentando decir la semana pasada cuando no podía dormir. Gracias por no montar una escena. Te prometo limitar tu exposición al country."

"¿Limitar?" se rió.

"Oh, sí. Todavía no voy a sacar las cosas fuertes. Lo haré poco a poco."

"Bella, odio el country."

"Edward, te enseñaré los beneficios de la música country. No todo me gusta, pero hay algunas canciones muy buenas. Además, cuanto menos te quejes, más buena seré contigo."

"¿Ah, sí?" me giró para que le mirase.

"Por supuesto," susurré. Me incliné y le besé con suavidad.

Se suponía que iba a ser un besito, pero Edward puso una de sus manos en mi cuello y me rodeó la cintura con el otro brazo. Dudo que el aire pudiese pasar entre nosotros. Hacía demasiado tiempo desde que habíamos tenido suficiente tiempo a solas para besarnos así, tocarnos así. Le rodeé el cuello con los brazos, intentando mantener las manos fuera de su pelo durante un rato más.

Se tumbó en la cama, poniéndome encima de él. Movió la mano bajo mi camiseta y me frotó la piel. Sus caricias eran tan electrizantes como siempre. No pude evitar gemir mientras me ruborizaba con el calor de sus manos. Sonrió contra mis labios, para que supiera que me había escuchado gemir y había sentido como me ruborizaba. También sonreí, preguntándome como podía afectarme tanto.

Me separé un poco y miré a mi maravilloso y perfecto novio. "Te amo, Edward."

Sus ojos verdes estaban llenos de amor y cariño, muy mezclados con deseo. Me volvió a acercar a él y empezó a besarme otra vez. Esta vez me lamió el labio inferior. Decidí tomarle el pelo un poco. Mantuve los labios apretados con fuerza. Edward movió la mano desde mi espalda hasta mi pecho y solté un grito ahogado. Edward se rió contra mi boca mientras deslizaba su lengua dentro. Bromeando, le mordí la lengua. Los dos empezamos a reírnos.

"¿Qué ha sido eso?" preguntó, colocándome un mechón de pelo detrás del oído.

"Estabas haciendo trampa," dije, sonriéndole.

"Tú estabas jugando conmigo."

"Pues claro que sí"

Me incliné y le besé, esta vez comportándome y separando los labios. Moví las manos bajo su camiseta y le froté los músculos del estómago, trazando las definidas líneas de sus abdominales. Me separé y tiré de su camiseta. Se incorporó y me dejó quitársela. A cambió le dejé quitarme la mía.

"Eres tan guapa," dijo Edward, mirándome a los ojos. Me hacía sentir como si me mirase directamente al corazón y al alma cuando me miraba así.

"Edward, ¿qué ves cuando me miras?"

Extendió una mano y me acarició el pelo. "Veo a una preciosa mujer. Veo un sedoso y suave pelo castaño. Y cuando lo ves al sol, tiene reflejos rojos. Veo ojos marrones que parecen más profundos de lo que debería ser posible. Esos ojos me dejan saber lo que estás sintiendo y a veces lo que estás pensando. Veo una cara con forma de corazón que normalmente es pálida, pero cambia a las tonalidades más bonitas de rosa y rojo cuando pasas vergüenza." Edward me recorrió el labio inferior con un dedo. "Veo suaves labios rojos que constantemente persiguen mis pensamientos y me hacen querer besarte siempre." Bajó la mano y la puso sobre mi corazón. "Veo un corazón y un alma llenos de amor y buena voluntad. Veo que la belleza de esas dos cosas eclipsa cualquier belleza física en este gran mundo."

"¡Wow! Pensaba que sólo ibas a decir preciosa, ¡pero todo eso también vale!"

"Bella," se rió por lo bajo mientras me abrazaba. "Te amo tanto. Incluso tu estrafalario sentido del humor."

"¡Oh, no finjas! ¡Sabes que mi sentido del humor es lo que te atrajo al principio!"

"¿Cómo sabes eso?"

Me incorporé un poco y le miré, una vez más disfrutando del amor que brillaba en sus ojos esmeralda. Le toqué la mejilla, cerca de la sien. "La primera vez que te vi reír, una risa verdadera que te alcanzó tus bonitos ojos, fue la primera noche cuando te hablé de tijeras y apéndices perdidos."

"¿Sabías que nadie había conseguido que me riese así en casi tres años?"

"¿De verdad? Pero pasabas tanto tiempo con Emmett."

"No es lo mismo. No sois iguales. Todo lo que dices es tan estimulante y diferente a lo que otros dirían en las mismas circunstancias. Es una de las muchas cosas que me encantan de ti, Bella." Le empujé el hombro hasta que estuvo tumbado en la cama. Le besé desde el cuello hasta la mandíbula. "Te amo. Esta semana te he echado de menos.

"Eso lo dejaste claro con tu sueñecito," se rió entre dientes mientras intentaba respirar.

Le mordisqueé suavemente la oreja. "¿Y qué oíste del sueño?" me moví y empecé a besarle el pecho.

"Creo que sería más fácil enseñártelo," susurró, recorriéndome los costados con los dedos. Me estremecí por la sensación. "Estoy seguro de que podría conseguir que repitieses algunos de esos sonidos."

Me reí mientras me incorporaba para mirarle. "¿Ah, sí?"

Me rodeó la espalda con sus brazos y antes de que pudiera protestar, estaba bajo él. Me sonrió con malicia antes de inclinarse y besarme. Movió sus labios hasta el hueco detrás de mi oreja, sabiendo que era un sitio muy sensible para mí. Tardé un momento en recordar respirar. Sentí su cálido aliento en mi mejilla.

"¿Te sientes con ganas de hacer esto esta noche?" susurró.

Sonreí. Me encantaba que estuviese más preocupado por mí que por lo que él quisiera hacer. "¿Y tú?"

"¿Podrías darme una respuesta por una vez y no otra pregunta? Quiero saber lo que quieres."

Le miré a los ojos durante un momento, viendo su deseo brillar mientras esperaba pacientemente mi respuesta. También podía ver el anhelo que sentía por mí. Creo que esta semana me ha echado tanto de menos como yo a él. "Te quiero, Edward. Quiero sentir tus manos por todo mi cuerpo. Quiero tener tus labios en los míos. Y cuando hagamos hecho el amor y estemos lo más cerca posible, quiero que nos abracemos y que me tararees."

"Eso es muy específico, Isabella," susurró mientras acercaba sus labios a los míos. "¿Lo quieres en algún orden en particular?"

"Lo que escojas me parecerá bien," contesté.

Atravesó la distancia entre nuestros labios. El beso empezó suave y delicado, pero aún así lleno de emoción. Lentamente lo profundizó hasta que la única manera de la que podíamos respirar era a través de la respiración del otro en nuestras bocas.

Sus manos estabas en todas partes a la vez. Me recorrieron los costados, los pechos, y el estómago, justo bajo el ombligo. Cada parte de mí parecía calentarse mientras sus manos y labios se movían por mi cuerpo. Era sorprendente y todavía estábamos vestidos. Ni siquiera podía imaginar lo que estaba por venir.

Debió notar cuanta ropa teníamos todavía porque dejó de hacer todas las cosas maravillosas que me habían estado volviendo loca y empezó a quitarme los pantalones del pijama y la ropa interior. Me levanté para que le fuera más fácil. Me reí entre dientes al verle tirar mi ropa por encima de su hombro, sin quitarme los ojos de encima ni un momento. Rápidamente se quitó el resto de la ropa y volvió a la cama conmigo.

"No creo que alguna vez dejé de sorprenderme lo perfecta y preciosa que eres," susurró mientras me besaba la mandíbula. Sus labios encontraron los míos otra vez mientras apoyaba su peso sobre mí, manteniendo casi todo en sus brazos. De repente paró y me abrazó. "Te quiero tanto, Isabella. Me mataría que no estuvieses aquí conmigo."

"¿De dónde ha salido eso?" susurré, sujetándole con fuerza contra mí.

"No lo sé. Es que te amo tanto y a veces parece que mi corazón va a explotar."

Sonreí por sus palabras. "Yo también me siento así. Y no planeo en ir a donde tú no estés."

Le acerqué la cara y presioné de nuevo nuestros labios. Necesitaba que supiera que lo decía en serio. Mientras Edward estuviese seguro de que me quería a mí, iba a estar ahí para él, amándole, siendo amada por él, y disfrutando cada minuto. ¿Cómo no iba a poder hacerlo? ¡Esto era más perfecto que un cuento de hadas!

Empezó otra vez con su habilidad multi-tareas. Quería hacer lo mismo por él, pero no conseguía que el cerebro me funcionase adecuadamente. Acabé agarrándole los costados y sujetándole con fuerza. Era imposible que hubiese un centímetro de mi pecho que sus labios no hubiesen cubierto. Se movió hasta mi hombro y empezó a bajarme por el brazo.

"Edward", gemí, olvidando las palabras que quería decir después de eso.

Me ignoró y continuó con su maravillosa tortura. Bajó por el brazo, llegó hasta el interior de mi muñeca, y a todas las puntas de mis dedos. Y cuando creí que no podría aguantar ni un segundo más, empezó con las puntas de los dedos de mi otra mano y empezó a subirme por el brazo. ¿Cómo demonios se le daba esto tan bien? No es que me estuviera quejando, ¡pero esto no era nada justo! Era su turno ser torturado un rato.

Le dejé llegar hasta mi hombro y mi cuello. Luché con mi cerebro y lo obligué a trabajar. "Edward, me toca."

Unió nuestros labios otra vez mientras nos giraba en la cama para que estuviera encima de él. Me separé, bajando los labios por su mandíbula. Planeaba hacerle exactamente lo que me había hecho a mí. Le besé la garganta y sonreí cuando soltó un grito ahogado. Sus manos fueron hasta mis caderas y me separó un poco.

"¿Tienes idea de cómo me afecta eso?" jadeó. Sus ojos verdes estaban oscurecidos por la pasión.

Sonreí malignamente y le besé ahí otra vez, asegurándome de usar más presión y chupar un poco la piel. Edward soltó un profundo gemido y sonreí, sintiéndome muy satisfecha con mi trabajo. Moví los labios hasta la zona donde se unían el cuello y el hombro y repetí mi besito. Gimió otra vez, presionándome más contra él.

Me incorporé y tracé figuras en su pecho. Seguí mis manos con los labios. Para cuando llegué cerca de sus caderas, estaba estremeciéndose de anticipación. Presioné una mano contra su corazón y cerré los ojos, disfrutando la sensación de su sus fuertes latidos contra la palma de mi mano. ¡Yo había hecho eso! ¡Le hacía sentir así!

Y como si pudiese leerme la mente, susurró, "Haces que mi corazón vuele, Isabella. Te amo."

"Yo también te amo, Edward," susurré, mientras le besaba con suavidad.

Me agarró las caderas y me ayudó a montarme sobre él. Tuve que poner las manos en sus hombros para prepararme para la ola de placer que me golpeó mientras me penetraba lentamente. Cerré los ojos y apoyé mi frente contra la suya.

"¿Estás bien?" jadeó, mientras me sujetaba para que no me moviese.

Sólo pude asentir. Empezó a bajarme otra vez hasta que estaba completamente dentro de mí. Me estremecí por las sensaciones que me recorrían el cuerpo.

"¿Tienes frío, Bella?"

Conseguí reírme roncamente. "No. Nada más lejos, Edward."

Inclinó la cabeza y capturó mis labios en otro ferviente beso. Con cuidado movió mis caderas para ver si estaba lista para más. Empecé a moverme, dejando que sus manos determinaran el ritmo. Al principio nos movimos lentamente, pero pronto Edward aceleró nuestro ritmo. Jadeé de placer y dejó de moverme.

Me reí entre dientes. "Edward, si sigues parándonos, esta noche no vamos a dormir," jadeé.

Me sonrió mientras empezaba a moverse otra vez. "Es que no quiero hacerte daño, Bella."

"Edward, ya hemos pasado la etapa en la que podías hacerme daño. Todo lo que estás haciendo me está dando tanto placer que no sé que hacer. Ya es suficiente no intentar gritar. Odiaría que tus padres se dieran cuenta de lo que estamos haciendo."

"Bella, estamos en la tercera planta y el stereo está puesto. Si quieres gritar, hazlo."

"Sí, apuesto que eso te gustaría, Tutor-boy. No va a pasar."

Debió tomarse mis palabras como un desafío personal. Tan pronto como me incliné hacia delante para empezar a besarle otra vez, hizo un movimiento brusco con las caderas y consiguió penetrarme más. Le mordí el labio inferior para no gritar. Rápidamente se lo solté, esperando no haberle hecho daño.

Estaba riéndose por lo bajo, pasándose la lengua por el labio. "Un poco más fuerte y hubieras atravesado la piel, cariño."

"Entonces te sugiero que no hagas eso otra vez."

"¿El qué?" preguntó inocentemente.

Estaba preparándome para informarle cuando sacudió las caderas otra vez. "¡Edward!" chillé, arañándole los hombros con las uñas.

Me tapé las manos con la boca y le miré con furia. Él me sonrió.

Me incliné y le susurré con enfado, "¡Eso no ha estado bien! No quiero que las cosas con tus padres sean incómodas."

"Bella, ellos también han sido jóvenes. No so estúpidos. No esperan que ninguno de los dos esperemos dos años enteros para estar juntos."

"Por favor, Edward," le pedí, besándole la mejilla con cariño. "Podemos dejar eso para cuando no estén en casa."

"Supongo que se me olvidó mencionártelo," dijo Edward, sonriéndome malignamente. "Carlisle se ha llevado a Esme a otra cita."

Intenté concentrarme en sus palabras y comprenderlas, pero estaba haciendo ese movimiento otra vez y volví a gritar su nombre. De alguna manera consiguió besarme otra vez. No podría decir que parte de mí se estaba moviendo más rápido, mi lengua o mis caderas.

No podía respirar bien con él besándome así. Moví la cabeza hasta su hombro e intenté respirar mientras Edward seguía moviéndonos. El estómago empezó a darme vueltas y a tensarse mientras luchaba para que el aire me llegase a los pulmones.

"Bella," gimió, mientras me presionaba con más fuerza contra él.

Podía sentirle palpitando dentro de mí y sólo eso era suficiente para que alcanzase el orgasmo. Arqueé la espalda mientras gritábamos el nombre del otro y llegábamos juntos al clímax. Me caí sobre él, tiritando y temblando. Su pecho subía y bajaba rápidamente por nuestras actividades. Me frotó la espalda y me besó la cabeza una y otra vez. No dejaba de susurrarme que me amaba y que era preciosa. Dejé los ojos cerrados, demasiado mareada para abrirlos. Le sentí movernos y después sentí las sábanas sobre la piel. Me sujetó con fuerza, mi cabeza apoyada en su pecho. Podía oír su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba recuperar la respiración.

"Te amo, Bella. Eres tan preciosa. Espero que sepas que te lo habría dicho incluso si no acabásemos de compartir eso."

"Lo sé. Yo también te amo."

Estuvimos callados bastante tiempo, intentando ralentizar nuestra respiración y disfrutando de la cercanía que estábamos sintiendo. Edward me acariciaba el pelo con cariño. Yo le pasaba la mano una y otra vez sobre el corazón.

"¿Tienes alguna idea de lo que deberíamos hacer para Carlisle y Esme mañana por la noche?" susurró.

"Estaba pensando que podría ser una buena oportunidad para que me enseñaras a hacer pizza," le susurré.

"Tendremos que ir a comprar los ingredientes."

"¡Bien!"

"Estás muy entusiasmada por ir al supermercado, Bella," dijo, riéndose por lo bajo.

"Será otra primera vez contigo. Nunca hemos ido juntos de compras. Supongo que habríamos ido si no hubiera tenido la escayola tanto tiempo."

"Me encanta que disfrutes de las actividades más mundanas."

"Cualquier actividad contigo está lejos de ser mundana, Edward."

"Me halagas, Bella."

"¿Quieres halagos? Bien, Tutor-boy. Lo que dije la semana pasada, ahora es verdad."

"Vas a tener que ser más específica," se rió entre dientes. "Dices muchas cosas, cariño."

"Intenta adivinarlo."

"Vale. Déjame pensarlo. ¿Fue cuándo me dijiste lo bien que beso? ¿He mejorado eso?"

"Ni te acercas. Inténtalo otra vez."

"Esto sería mucho más fácil si pudiera leerte la mente."

"Eres muchas cosas, Edward, pero un superhéroe no es una de ellas," me reí por lo bajo.

"Eres realmente absurda," dijo, riéndose entre dientes y abrazándome con más fuerza. "Me rindo. Mi cerebro todavía no está funcionando con normalidad. Está deslumbrado por ti y tu cuerpo perfecto."

"Claro," dije, poniendo los ojos en blanco. "Pero de todos modos te lo diré. ¿Estás listo para ser halagado?"

"¿Por qué no?" se encogió de hombros.

"Lo que acabas de hacer, como me has amado… eso ha sido impresionante," le dije. Edward dejó de respirar y empecé a reírme.

Me presionó contra él con firmeza con las manos en mi espalda. "Esos sonidos que has hecho, como gritabas mi nombre… eso es lo que oí en tu sueño." Jadeé y Edward se rió. Me besó en la cabeza. "Duerme, mi Bella. Por hoy, le hemos dado suficiente trabajo a tu corazón."

Empezó a tararear mi nana y cualquier gana de discutir que hubiera tenido desaparecieron. Cerré los ojos y me relajé completamente. Me encantaba tener sus brazos a mi alrededor. Esto era mi pedacito de cielo en la tierra. Podría vivir esta vida para siempre. ¡Claro! Como que los cerdos vuelan y los vampiros rondan la tierra con sus amigos hombres lobos. Si pudiera ser…

No hay comentarios:

Publicar un comentario