Un año y tres meses después…
Estaba bailando emocionada mientras limpiaba nuestra habitación. Edward y yo habíamos estado viviendo juntos con sus padres durante algo más de un año. ¡La desordenada era yo, por supuesto! Pero limpiar no era lo emocionante. ¡Hoy era el último día de clase de Edward!Yo tuve mi examen final ayer. ¡Este año tendríamos todo el verano para estar juntos! No iba a trabajar y esta vez no necesitaba clases de matemáticas. Tres meses sin hacer nada excepto pasar tiempo con Edward, haciendo lo que él quisiese. Cuando las clases empezasen de nuevo en otoño, sería nuestro último semestre. Los dos nos graduaríamos justo antes de Navidad. Incluso más emocionante, después de graduarnos, ¡estaríamos libres para elegir la fecha de nuestra boda!
Alice y yo estábamos haciendo planes para el cumpleaños de Edward el mes que viene. Me detuve y suspiré con alegría al pensarlo. ¡Iba a estar tan sorprendido! Estábamos planeándole una gran fiesta sorpresa. Estaba aprendiendo a tocar el piano en secreto para poder tocar en su cumpleaños.
Alice estaba a cargo del sitio y la decoración y estaba tan emocionada como cuando había planeado la boda de Emmett y Rosalie. Mi hermano y mi cuñada se casaron el verano anterior y Rose estaba embarazada de cuatro meses. ¡Tenían una cita la semana que viene que nos diría si era una niña o un niño! ¡Iba a ser tía!
Dejé que mi mente volviese al último año y medio con Edward. Todavía era tan maravilloso y perfecto como era cuando lo conocí. Seguía siendo un caballero y le preocupaba mi felicidad tanto como siempre.
Pasábamos cada sábado noche con los demás. Alternábamos entre películas e ir a la discoteca donde Jacob trabajaba. Edward y yo habíamos tenido algunas citas dobles con Jacob y Samanta. Era mucho más agradable fuera del supermercado.
No había tenido pesadillas desde justo antes de que Emmett se mudase. Edward las mantenía alejadas. Y me di cuenta de que le amaba un poco más cada día, aunque no podía entender como era posible. Edward lo era todo para mí y le amaba más de lo que podía decir. Quería que tuviese la mejor vida posible.
Sacudí la cabeza para aclararme la mente. Después podría reflexionar sobre mi feliz vida. Cogí nuestra ropa sucia y me dirigí al piso de abajo para poner la lavadora.
Creía que estaba sola en la casa, pero escuché las voces de sus padres saliendo de la puerta abierta del estudio de su padre. Agarré la ropa de otra manera para poder llamar, pero entonces mis orejas captaron lo que estaban diciendo.
"Carlisle, estás siendo tonto," dijo Esme.
"Es tan brillante, Esme," insistió Carlisle. "Podría ser diez veces mejor médico que yo. Pero nunca elegirá ese camino con Bella en su vida. No puede soportar dejarla ni para las clases. Si todo el tiempo le mandasen buscas o estuviera yendo a seminarios… nunca lo hará, Esme. Es un desperdicio."
"Estás equivocado, cariño," respondió Esme. "No importa el camino que Edward elija, estará usando uno de sus muchos talentos y hará todo lo posible para ser el mejor."
"Esme, lo siento, pero no puedo evitar sentir que Edward va a conformarse con ser profesor de música en la universidad," contestó Carlisle. "No me tomes mal. Quiero a Bella como si fuera mi hija. De verdad. Pero no veo como puede dejarle perder todo eso."
"¡Carlisle!" dijo Esme, enfadada. "¿Cómo puedes decir eso? Sabes que la decisión de Edward de no estudiar medicina es sólo suya. Y piensa en las vidas que nuestro hijo emocionará con su amor por la música. ¿Le has visto la cara cuando habla de música o toca? Puede que sea lo suficientemente listo para ser un cirujano brillante, pero no es su pasión. Pensaba que siempre habíamos dicho que queríamos que nuestros hijos sintieran pasión por todas las partes de su vida. Pensaba que estábamos de acuerdo en que les dejaríamos tomar las decisiones que les permitiesen tener la mejor vida posible."
"Lo hicimos, Esme," suspiró Carlisle. "Es que creo que la mejor vida para Edward sería estudiar medicina."
Ya no podía seguir escuchando. Estaba a punto de empezar a sollozar en cualquier momento. En silencio y tan rápido como pude, volví a nuestra habitación. Cerré la puerta y empecé a llorar.
Carlisle tenía razón. No podía dejar que Edward no estudiase medicina. Sería muy egoísta por mi parte. Al menos lo había estado considerando cuando le conocí. Ahora, se negaba a discutirlo con su padre. Después de todo lo que Edward había hecho por mí, toda la amabilidad que me había mostrado… Acababa de estar pensando que quería que tuviese la mejor vida posible... Pero no me había dado cuenta de que eso no me incluía.
Miré la habitación. Esta iba a ser su habitación otra vez. Sólo había sido nuestra temporalmente. En un rincón de mi mente, siempre había sabido que existía esa posibilidad. Siempre me había preguntado cuanto duraría esta vida tan maravillosa con él. Le amaba tanto que dolía. Pero no podía dejarle renunciar a estudiar medicina por mí. Se merecía algo mejor. Yo no sería quien le detuviera.
Encontré mi maleta y arranqué una hoja de papel. Cogí un bolígrafo y me senté para decidir como decir adiós de una manera que él pudiera entender. Estaba haciendo esto por él… le amaba lo suficiente para irme.
Edward,
Por favor, quiero que sepas que siempre te amaré. Nunca he querido hacerte daño y siento si esto te lo causa. Nuestros futuros tienen caminos diferentes y no podemos alcanzarlos juntos como esperábamos. Por favor, no vuelvas a distanciarte. Tienes que seguir siendo cariñoso por Alice y tus padres y nuestros amigos. Siempre te amaré, Edward. Siempre serás mi mejor amigo. Mandaré a Em por el resto de mis cosas para que te sea más fácil. Quizás un día, también podrás ser mi amigo. Sabes mi número si quieres hablar.
Con cariño, Bella
Cogí la hoja y la doblé por la mitad. Me quité el anillo que me había dado. Puse el anillo dentro del papel y los dejé sobre su cómoda. Dejé mi móvil justo encima. No sería correcto que me lo quedase ya que todavía lo pagaba él. Miré las cosas sobre su cómoda. Sabía que este sería el primer sitio al que vendría cuando llegase a casa. Siempre se quitaba el reloj y lo dejaba ahí tan pronto como entraba en su habitación.
Cogí una maleta y guardé tanta ropa como cabía. Cogí la maleta y mi mochila y salí de la casa. Tuve suerte de que sus padres no me viesen. No quería que se sintieran mal por preocuparse por su hijo.
Me monté en mi camión y lo arranqué. Aceleré tanto como podía, intentando alejarme del dolor que rápidamente me inundaba el corazón. La idea de no tener a Edward a mi lado me hacía sentir como si me partiesen por la mitad. Las lágrimas y sollozos me sacudían mientras me dirigía a la casa donde había crecido. Emmett nunca había llegado a venderla así que estaría vacía.
Mientras aparcaba, el camión hizo un fuerte ruido y se paró. Estaba segura de que era su última vez. Me reí con pesar y después grité con enfado. Di un golpe con los puños en el techo del camión. Probablemente este era el peor día de mi vida. Ni perder a mis padres había dolido tanto.
Me limpié las lágrimas con enfado. Entonces cogí las bolsas y me bajé. Cerré la puerta de un portazo y le di una fuerte patada con el pie. Me dolió a mí más que al camión.
Fui cojeando hasta la casa. Usé la llave de debajo del alero para entrar. Cerré la puerta, subí las escaleras corriendo y tiré las bolsas en mi habitación. Ira era mejor que dolor. Cerré la puerta de un portazo y también cerré el pestillo. Cogí lo primero que toqué y lo tiré con fuerza contra la pared. Acabó siendo la caja de un CD. Se rompió con el impacto, lanzando pequeños fragmentos de plástico por todas partes.
Grité otra vez. Seguí así hasta que me dolió la garganta. Me lancé sobre la cama y lloré contra la almohada. Intenté no pensar, pero cada recuerdo feliz que había compartido con Edward durante el último año y medio me recorría la mente. En algún momento, me quedé dormida.
El sueño era maravilloso y sabía que dolería más cuando me despertase. En el sueño, estaba tumbada en la cama llorando en sueños mientras Edward llamaba a mi puerta. Me estaba suplicando que le dejase entrar, diciéndome cuanto me amaba.
Sabía que eso nunca pasaría. Tan pronto como leyese mi carta y hablase con sus padres, sabría que estudiar medicina era su verdadero camino. Estudiaría medicina y sería tan brillante como su padre. Probablemente algún día me lo agradecería, si es que alguna vez volvía a hablarme.
Sonreí mientras escuchaba el gruñido de enfado de Edward en mi sueño. Sonaba como un león cuando hacía eso.
"¡Bella! ¡Maldición! ¡Abre esta puerta o la echo abajo!" la versión de mi sueño gritó.
Me reí entre dientes mientras dormía. Claro, Edward tenía músculos y era bastante fuerte, pero nunca echaría abajo una puerta. Eso sólo pasaba en las películas. Me estaba riendo otra vez cuando escuché el golpe de la puerta mientras se abría y chocaba contra la pared. Podía imaginarme el pomo clavándose en la pared. Este sueño era muy divertido. El humor era incluso mejor que el enfado o el dolor. Y entonces me di cuenta de lo estúpido que era pensar eso y empecé a sollozar mientras dormía.
De repente sentí sus brazos rodeándome. Ya no quería este sueño. Estaba todo mal. Intenté alejarme de él. Era demasiado… demasiado vívido… y demasiado equivocado. Edward no iba a venir aquí. Iba a quedarse en su casa e iba a repasar las universidades con su padre. Probablemente se sentarían juntos al lado del gran escritorio de roble del estudio de Carlisle. Esme estaría allí, orgullosa de los dos.
"Bella," suspiró, presionando su cara contra la mía.
Podía sentirle y oler su aliento. Sabía que tenía sueños vívidos pero esto era ridículo. ¡Ni siquiera mi mente me dejaba en paz!
"Bella, por favor, despierta," dijo el Edward de mi sueño.
Solté una risita. No podía evitarlo. Era un sueño tan absurdo. "Ahora mismo no puedo despertarme."
"¿Por qué no?"
"No estarás aquí cuando lo haga."
"Bella, estoy aquí."
"Nop. Esto es sólo un sueño muy loco. Edward está en su casa. Probablemente está discutiendo posibles universidades con su padre."
"Bella." Incluso su risa era perfecta en este sueño.
¡Cómo se atrevía a reírse de mí! ¡Fuera la versión de mi sueño o no! "¿Por qué te estás riendo de mí?"
"Porque, mi amor, no estás soñando. Estás delirando por disgustarte tanto. Por favor, abre los ojos y mírame."
Me obligué a quedarme completamente quieta. Pensé en sus palabras. Pensé en que mi cara parecía húmeda con lágrimas de verdad. Pensé en que los brazos que me sujetaban eran cómodos y cálidos, y muy reales. Abrí mis ojos hinchados y miré fijamente los suyos, tristes y verdes.
Miré por la ventana. El sol se había puesto y había salido la luna. Debí haber dormido durante horas. Intenté levantarme, pero se negaba a soltarme.
"¿Edward, qué estás haciendo aquí?"
"He venido para llevarte de vuelta a casa, donde debes estar."
"No, Edward. Yo no debo estar allí. Tu sí. Necesitas estudiar medicina. Eso era lo que se suponía que harías antes de que yo apareciera."
"Bella, aprecio lo que estás intentando hacer. Y una vez dicho eso…" se le oscurecieron los ojos para revelar su enfado. "¡No puedo creer que pensarías que tienes derecho a elegir mi camino tú sola! Se supone que es nuestra vida, lo que significa que los dos tomamos las decisiones y tenemos las mismas responsabilidades para nuestras decisiones."
"Pero nunca elegirías el camino correcto. Elegirías el que te diera tiempo conmigo."
"Son el mismo, Bella."
"No lo son, Edward."
Me movió para que estuviera sentada, mirándole. "¡Bella, deja de pensar y escúchame!" sus gritos me hicieron detenerme. Edward nunca me gritaba. "Bella, eres el único futuro que me importa. No me importa que trabajo tenga cuando acabe de estudiar. Sólo me importa que al final de día voy a volver a casa contigo." Extendió la mano y me limpió las lágrimas mientras me sonreía. Sus ojos estaban llenos de amor mientras miraba a los míos.
"Pero tus padres…" empecé.
"¿Qué pasa con mis padres?" preguntó mientras me besaba la mejilla.
"Tu padre parecía tan molesto porque no fueras a estudiar medicina," murmuré.
"¿Cómo sabes eso?" preguntó, mirándome atentamente.
"Sin querer le oí hablando con tu madre," admití."No quería escuchar a escondidas. Estaba preparándome para poner una lavadora y me di cuenta de que estaban en casa. Iba a saludarles, pero entonces les escuché hablando de ti."
"¿Y eso es lo que ha causado esto?" preguntó, sus ojos oscureciéndose otra vez con enfado.
Sólo pude asentir. Me abrazó con fuerza y me besó en la cabeza.
"Bella, eres lo único que me importa. No me importa si mi padre no está contento con mis elecciones. Yo estoy feliz con ellas. Creía que tú también estabas contenta con ellas." Su voz estaba tan llena de tristeza con esa última frase. Me dolía el corazón por hacerle pasar por eso.
Me separé un poco y le miré a la cara. "Edward, he sido tan feliz. ¡Tan feliz que no podía creérmelo la mayoría de los días! ¡Por eso me siento tan mal porque tu padre esté molesto! Edward, me siento como si estuviera siendo extremadamente egoísta para ser tan feliz y no pensar en tu futuro. Has hecho tanto por mí. Y si esto es lo que necesito hacer por ti, entonces no importa cuanto me duela."
"Bella, este es nuestro futuro para que nosotros lo decidamos. Y cualquier cosa que te duela nunca sería correcta para mí. Tu dolor es mi dolor, al igual que tu felicidad es mi felicidad. ¿Quieres estar conmigo?"
"¡Por supuesto! ¡Con todo lo que tengo, Edward!"
"Yo también quiero estar así contigo, Bella. No me estoy conformando por elegir ser profesor de universidad. Estoy asegurándome una manera de tener horas normales para volver a casa contigo antes."
Le rodeé con mis brazos y presioné la cara contra su cuello. Respiré hondo, llenando mi nariz y pulmones con su maravilloso olor. Este era el único lugar en el que me importaba estar. No importaba donde estuviésemos… en una casa, en un barco, ¡o en una caja! Mientras Edward me sujetase con fuerza, no importaba.
Decidí que ahora sería un buen momento para contarle el resto de mi día. "En cuando a lo de ser profesor… He hablado hoy con el Sr. Jones."
"¿El Sr. Jones… jefe del departamento de de Inglés en mi universidad?
Asentí. "La Sra. Sims de la mía organizó una reunión con él para mí. El Sr. Jones tiene un puesto para justo después de graduación. Miró mis trabajos y mis notas y dijo que me dejaría intentar el trabajo. Tengo un semestre para demostrar que soy buena y si le gusto, me ofrecerá un contrato por el trabajo."
Edward me levantó la cara por la barbilla. Sus ojos brillaban con emoción y amor. "¡Bella! ¡Esa es la mejor noticia que me han dado en todo el día!"
"¿Estás seguro de que esto es lo que quieres, Edward? ¿Estás seguro de que quieres vivir con sueldos de profesores? ¿Conmigo?"
"Bella," suspiró. "¿Cómo podría querer otra cosa? Eres la mujer más preciosa, en mente, cuerpo y espíritu. Y por alguna razón, me amas con todo tu corazón. ¿Cómo puedes pensar que eso no sería suficiente para mí?" apartó la mirada un segundo, y entonces volvió a mirarme, con mi sonrisa favorita en la cara. Sus ojos bailaban con alegría.
No pude evitar sonreírle. "¿En qué estás pensando?"
"¿Bella, confías en mí?"
"Desde el momento en que te conocí."
Metió la mano en su bolsillo y sacó mi anilló. Me lo volvió a poner y me besó el dedo. Entonces me sonrió. "Bella, vamos a casarnos. ¡Ahora mismo! ¡Esta noche!"
"Edward," me reí por lo bajo. "¡Esto es Seattle, no Las Vegas!"
"Bella, ven conmigo. Podemos irnos esa noche. Sólo tardaremos unas horas en llegar allí." Me sujetó suavemente por los codos. "Bella, no quiero esperar hasta que nos graduemos. ¡Por favor! Dime que vendrás conmigo y serás mi esposa."
"Sólo nos queda un semestre. Y todo el mundo estará muy molesto porque les hayamos excluido." Estaba intentando que no tomase una decisión de la que nos arrepentiríamos. La idea de convertirme en su mujer me llenaba de mariposas y alegría. No había dudas ni posibles arrepentimientos por mi parte.
"¿No quieres casarte conmigo, Bella?" preguntó, sus ojos tristes otra vez.
"¡Por supuesto que quiero casarme contigo! ¡Es todo en lo que he estado pensando durante meses! Edward, es que no quiero que tomemos una decisión precipitada y luego nos arrepintamos." Apoyé una mano en su mejilla. "Nunca me arrepentiría de convertirme en tu esposa, pero puede que te arrepientas de no tener allí a nuestra familia y amigos."
"Podemos tener una fiesta cuando volvamos. Pueden formar parte de eso. Ahora mismo, sólo quiero que estemos tú y yo. ¿Bella, quieres casarte conmigo?"
Le sonreí. "Sí, Edward."
Me apretó contra él y me besó con tanto amor y deseo que era asombroso. Había sido estúpida por pensar en alejarme de este hombre. Nunca lo intentaría otra vez. Él tenía razón. Todas nuestras pequeñas y grandes decisiones eran eso… ¡nuestras! Teníamos igualdad de opiniones. Necesitaba recordar eso.
Edward me soltó y me agarró la mano con fuerza. Estaba tan contento y tenía tanta prisa que tuve que reírme de él mientras me levantaba de la cama, casi haciendo que me cayese.
"¡Edward!" dije entre risitas. "¡Por favor! Sabes que soy patosa. Necesitamos tener cuidado en las escaleras."
Me agarró las piernas y bajó las escaleras conmigo en brazos. Me puso de pie en el salón y nos miramos fijamente durante un largo momento.
"Bella," suspiró mientras llevaba la mano desde mi mejilla hasta mi cuello. "Esta noche serás mi esposa."
Asentí con alegría. Me devolvió la sonrisa mientras me daba la mano y me llevaba hasta el Volvo.
Llegamos al aeropuerto muy rápido. Edward negoció con el encargado y nos consiguió un vuelo a Las Vegas que salía en poco tiempo. Teníamos el tiempo suficiente para pasar por seguridad y embarcar en el avión.
Nos sentamos en primera clase, mirándonos fijamente a los ojos. Estoy segura de que teníamos sonrisas tontas en la cara. Esta noche nos casaríamos. Sería mi marido durante el resto de nuestras vidas. ¡Y yo sería su esposa!
"Isabella," susurró contra mis labios.
Sonreí. Él era la única persona que podía llamarme así sin que me importase. Atravesé la distancia entre nosotros y besé al que pronto sería mi marido.
"¿Recuerdas a Frank y Cecile de tu trabajo?" preguntó.
"¿La pareja con el barco y las herraduras? Eran tan monos y mayores. Ese día te pusiste enfermo."
"No estaba exactamente enfermo," admitió, mirándome tímidamente. "Estaba más… impresionado. Cecile me dijo algo. Ya me preocupaba que me gustabas demasiado, demasiado pronto. Y entonces cuando vino con su marido, me dijo que eras una chica especial y que debería casarme contigo rápido antes de que algún otro viniera a por ti. No sabía de que tenía más miedo… mis sentimientos por ti o la idea de que alguien más estaría contigo."
Le sonreí con alegría. "Incluso entonces sabías que te estabas enamorando de mí, ¿no?"
"¡Completamente!" dijo, apoyando una mano en mi cuello. Lentamente me acercó y me besó profundamente.
"¿Cuándo decidiste que querías que nos casásemos algún día?"
"No sé si debería decírtelo."
"¿Por qué no?"
"No estoy seguro de cómo te lo tomarás."
"¡Edward!"
"Durante la ópera."
"¿Por qué entonces?"
"Bueno, ya estaba pensando en todos los viajes que haríamos y lo fantásticos que serían porque ves el mundo de forma diferente. Y entonces, en la ópera, te aguantaste todas las preguntas para el intermedio y para después de la obra. Me dejó saber cuanto te importaba. Sabía que nunca encontraría a alguien que me amase como tú. Estaba bastante seguro de que nadie podría amarte más que yo."
"Siempre me he sentido así por ti. Y en pocas horas, te lo demostraré convirtiéndome en la Sra. de Edward Anthony Cullen."
Me besó la mano. "Sra. Isabella Cullen."
"¡Bella Cullen!" me reí por lo bajo. "Me gusta mucho como suena eso, Edward."
"A mí también, cariño." Me acercó para otro beso impresionante.
¡Por dentro estaba chillando! ¡Estaba a punto de convertirme en la mujer de Edward! Emmett nos mataría por habernos ido sin decir nada, ¡pero no me importaba! ¡Bella Cullen! ¡Pronto yo sería esa!
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