Jealousy: A bad adviser
Se metió a bañar y me quede contemplando la puerta por unos minutos, luego tomé a Pat y me fui a terminar el desayuno. Ya habían pasado al menos unos quince minutos así que decidí luego de poner todo en la mesa ir a buscarla. Entre a mi dormitorio con una sonrisa en los labios, la misma sonrisa que había tenido desde que la conocí.
— Esta listo el desayuno
Le dije y ella estaba parada, completamente vestida, cerca de la mesa de noche. Me miró sorprendida. Nos sentamos a tomar desayuno y no puede evitar hacer las preguntas de rigor y que deberían hacerse al menos en la primera cita. Hasta que llegamos a un tema sensible.
— ¿Casado o soltero? —preguntó y no pude evitar dudar en la respuesta, principalmente porque no sabía bien que iba a pensar; siempre había visto a mis padres felices y contentos de estar casados, no era algo que yo quisiera hacer a mis cortos veintitrés años pero sin duda era algo que esperaba hacer algún día y la miré.
— Casado —confesé y ella abrió sus ojos sorprendida, no se esperaba mi reacción. Así que volteé la pregunta.
— ¿Cuál preferirías tú? —cuestioné y me miró complicada, bajó la vista sin darse cuenta.
Se puso nerviosa pero no sabía si debía alegrarme porque pensará igual o porque el tema del matrimonio simplemente escapaba a su vasta imaginación.
— Mala experiencia parental ¿Tal vez? —cuestioné y en estos tiempos nadie creía en casarse, bueno tal vez yo sí, pero porque mis padres demostraban que casi era estar en el paraíso y contrario a todo lo moderno ellos seguían haciendo parecer que el amor siempre vence a todos los obstáculos, al menos hasta ahora.
— No creo en el matrimonio —terminó por confesar, me lo suponía.
¿Quién creía en el matrimonio en el siglo veintiuno?
— Es decir ¿Por qué tienes que firmar un contrato para ser fiel a alguien? —preguntó retóricamente tratando de no causar mala impresión, francamente nadie podría cuestionar un pensamiento así, si el loquito era yo al pensar tradicionalmente.
— ¿No te gustaría casarte con quién amas? —le pregunté al cabo de unos minutos de reflexión.
— ¿Por qué te gustaría a ti? —respondió evadiendo responder.
— Parece que hemos sufrido por amor ¿o me equivoco? —cuestioné sin quitarle la mirada de encima, se veía preciosa acorralada por su propia curiosidad
— ¿Tendrías hijos? —Preguntó — Contigo, claro —respondí mentalmente cambiando mi expresión — Hijos —pensé y jamás me había cuestionado tener un mini mí y la idea de pañales, biberones, llanto no era mi manera de pasar mi etapa de adulto joven pero eventualmente algún día tal vez quisiera dejar huella de mi paso por este mundo
— No —respondí sonriéndome
— Un minuto de silencio por la humanidad —exclamó con la risa pintada en el rostro
— ¿De qué hablas? —le pregunté confundido y tenía una vaga idea para donde iba, me serví más café.
— Acabas de privar a las futuras generaciones de mujeres de muchos orgasmos mentales e histerias colectivas —contestó.
Y esa expresión me causo risa contenida. La miré suspicaz y si ella quería jugar yo era mejor que ella jugando. Me acerque le quité la taza de sus manos y la separé de la mesa, me miró asustada y confusa.
— ¿Qué haces?
— Contribuyendo con la humanidad —le contesté seductoramente y ella contuvo el gritito desesperado. Miró a todos lados y sus cejas estaban enarcadas incrédulamente. Hasta que solté la risotada y era increíble, con cada gesto, con cada palabra seguía enamorándome sin control.
— Muy gracioso —se defendió molesta
— Ves que soy buen actor —le comenté tomando mi taza para sentarme nuevamente.
Terminó de tomar desayuno y luego se puso a jugar con sus manos con la servilleta yo por mi parte podría haber pasado todo el día solo contemplando su cuerpo, sus facciones, su rostro, sus gestos, en fin contemplándola. Se quedo retraída hasta que el minuto curioso le llego otra vez.
— ¿Cómo le entregaste las entradas a Alice? —me cuestionó
— No fui yo —le contesté y ella puso sus ojos en blanco, sonreí culpable — Sabes este mundo es realmente pequeño —le aclaré con la risa en el rostro lo que me llevo a darme cuenta que con aquella respuesta ella estaba incluso más confundida que yo, cuando fui testigo de cómo Jasper la llamaba tan familiar.
— No te entiendo —confesó finalmente.
— Digamos que tu amiga y yo tenemos un amigo en común —exclamé.
Y ella se sorprendió. Hubo como un minuto donde me imagino Bella estaba uniendo todo en su mente hasta que sus labios se separaron para hablarlo, entonces de pronto su intento de hablar fue acallado por el teléfono.
Deje que sonará pero al tercer repique y por la insistencia contesté.
— Alice ¿Tal vez?
Le anuncié con picardía y después que contestará sabía que tendría que explicar algo que ni yo mismo sabía, con suerte lo olvidaría.
— ¿Bueno?
— Ella sabe quién soy, vio una fotografía tuya —confesó Jasper para nada preocupado, francamente a mi tampoco me preocupaba, después de todo, yo quería que ella se hiciera real.
Qué más real que tu amiga del alma comprobará quién era su amigo de media noche. Caminé saliendo de la sala y no estaba muy seguro de hablar aún delante de ella.
— ¿Algún problema con eso? —pregunté
— No, solo te avisaba — me contestó entusiasmado, bastante pero allí recordé que de ciega no había tenido nada, absolutamente nada. El mundo es un pañuelo pensé.
— Aún así, te oyes bastante contento ¿No estaremos entrando en terreno…. —le comenté sonriéndome pero me interrumpió
— ¿Cómo tú? No, pero debo reconocer que ella es especial —se defendió aún escéptico de lo que a todas luces demostraba la emoción de su voz. — ¿Y qué tan real estás haciendo a tu novia virtual? —cuestionó mi amigo
— Bastante —contesté tomando aire — te tengo que colgar nos vemos luego y gracias —finalicé rápidamente y de verdad quería volver con ella.
— De nada esta vez, para tu fortuna, estamos a mano —finalizó cortándome.
Me sonreí entre dientes, volví con Bella a la sala de estar con la intensión de finalizar la charla que habíamos dejado a medias pero cuando lo hice ella estaba arreglando para irse ¿Por qué? Me pregunté desilusionado porque mí media noche se terminará.
— ¿Te vas? —le pregunté tratando de que mi voz no sonará desesperada pero francamente estaba desesperado pensando en cómo evitar que ella se marchará pero no tenía como retenerla.
— Si —respondió seca — tengo un evento familiar —explicó pero noté la mentira en sus ojos.
El brillo de estos había cambiado, no estaban emocionados o avergonzados por mí sino que ahora estaba conteniendo el llanto ¿Qué paso? me pregunté y quise que esa pregunta se hubiera exteriorizado pero otra vez, el miedo a equivocarme al cuestionar me invadió. Ahogue mi intento desesperado de evitar lo inevitable poniendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, quería ir besarla pero algo me dijo que era mejor no presionar.
— ¿Te llevo? —le pregunté al fin y era mi única idea para estar al menos un rato más y lograr tal vez que me dijera que sucedía, porque definitivamente algo estaba mal, me lo decía la manera en que evitaba mirarme a los ojos.
— Es cerca tomaré el metro no te preocupes —me respondió rehusando mi compañía
¿Qué sucede? ¿De que me perdí? ¿Qué vio? ¿Se habrá arrepentido? Era las preguntas frenéticas en mi mente mientras la contemplaba caminar hasta la puerta.
Nos quedamos como dos estatuas yo en el umbral de la puerta y ella fuera de está. En ese minuto unas ganas enormes de decirle — Quédate por favor… —me embargaron justo cuando estaban por salir de mis labios, me contuve, tal vez, debía darle espacio, tal vez era mejor que se fuera, tal vez no debía presionarla. Hubo tenso momento en que no dijimos nada sino que nos contemplamos, hasta que ella se acercó y me beso, la esencia de aquel beso me pillo desprevenido.
Esa actitud arrebatada tenía un matiz agrio, por un lado podía percibir que estaba molesta pero por otro estaba besándome con tantas ansias, con tanto corazón, con tanto amor que me perdí en descifrar aquel lengua corporal… literalmente me perdí en aquel beso a tal punto que tontamente subí mis manos para aferrar su rostro al mío pero en ese minuto la realidad nos golpeo, Bella se separó.
— Adiós Edward —murmuró.
Me apoye contra el marco y la contemplé subirse el ascensor, no volteó, las puertas se cerraron y un peso demasiado grande por no aclarar lo que no sabía aumento. Dude al menos unos cinco minutos hasta que esa aprehensión poco familiar me embargó, tenía la sensación que ese beso era una despedida y me afligí; cerré la puerta y en un acto desesperado corrí escaleras abajo para tratar de detenerla. Al menos hasta que me dijera que era lo que andaba mal. Pero cuando llegue a la planta del primer piso miré a todos lados infructuosamente, Bella ya no estaba, angustiado salí a la callé y solo había gente desconocida a mí alrededor: Se fue pensé. — Para siempre —me gritó mi vocecilla interior y algo en mi corazón se clavo. Fue como un dolor desconocido.
¿Qué demonios había pasado? Fue la desesperada interrogante que no me dejo en paz gran parte del día… claro hasta que hablé con mi hermana Rosalie. Entonces lo que antes me desagradaba hoy casi amaba: Su recriminación me dio las pistas necesarias para entender el comportamiento de mi conquista de media noche — Celos —esa era la única explicación y me reí entre dientes de mi mismo y mis agónicos pensamientos. Miré el mensaje y debía reconocer que podía interpretarse de cualquier manera — ¡Tonta, mi Bella!... Mi amor cómo pudiste crees eso de mí — le exclamé a la foto que le había tomado mientras dormía, y había sido la más brillante de mis ideas tomársela.
Me acosté temprano para ser día de semana pero el insomnio me consumió por completo. Era una mescla de ansiedad por aclarar el mal entendido y por dejarla aún más en aquel error. Debía reconocer que sus celos me habían fascinado… pero tampoco quería abusar, los celos podían interpretarse de muchas manera, entre ellas que ¡Ella me amaba! Pero también podrían ser mi perdición.
A pesar que había buscado la manera de disculparme durante gran parte del día, no había dado con ninguna manera que me satisfaciera por completo. Un ramo de flores, chocolates o cualquier otra cursilería era demasiado corriente para hacerla. El ingenio estaba abandonándome cuando cercano a las tres de la madrugada y luego de buscar por internet de manera incesante algo original para pedir disculpas sin darme cuenta llegue hasta el foro en donde todo había comenzado.
Tal vez de manera inconsciente había pensando en que podría ella estar conectada. Navegue tratando de controlar mi ansiedad, para cuando apagaba el séptimo cigarrillo la decepción me invadió. Bella no se había conectado en todo el día, es más, no se había conectado hacía muchos días. De todas manera, con terquedad busque en la sección de creaciones literaria por si acaso… pero no estaba, en realidad no había nadie más que yo en aquel momento. Un tópico — noticias recientes —llamó mi atención… tenía bastantes páginas de comentarios y recién se había abierto hacía cuestión de minutos.
Edward Cullen ¿Nueva novia?
Me metí, las fotografías de nosotros dos estaban en todo su esplendor se me encogió el estomago al ver como en su rostro habían marcado la pregunta — ¿Quién es ella? — comencé a leer los comentarios y algunos eran bastante crueles, demasiados para mi gusto. De piqué de inmediato y no pude evitar contestar al tópico. Tal vez fue una niñería, falta de madurez pero la respuesta de contraataque no se dejo esperar. Estaba tan ensimismado defendiéndola que me pareció curioso bizarro estar haciéndolo como alguien más, eso hasta que la vi.
¿También con insomnio? Podríamos hacernos compañía ¿Qué dices?
Le escribí en MP y esperé a que me contestará como no lo hizo volví a escribirle — Vamos mi amor no seas tan rencorosa —le dije a la pantalla y parecía verdadero maniático hablándole a la nada — Hay Rose supieras lo has causado —dije al aire tratando de convencerla para que me volviera a hablar.
Conéctate al Messenger
Le pedí pero tampoco sucedió — rencorosa —anoté en la lista de sus defectos y virtudes que había comenzado en un intento de hacerla real pero claro un defecto mío muy arraigado en lo más oculto de mi personalidad afloró: poco tolerable a la espera, las odiaba así que entonces tomé el toro por las astas, en este caso el celular y marque su número ya estaba bueno de la paciencia — Nuestro cliente tiene su teléfono celular apagado o fuera del área de servicio — escuche y grité frustrado ¡Maldición! ¿Por qué tienen que ser tan complicadas? Pensé y tener dos hermanas mayores y mujeres me daba un poco de idea al respecto.
Tu celular está apagado Enciéndelo por favor…
Le pedí y traté que no sonará a suplica pero claramente lo era, estaba suplicando con el corazón en la mano y era primera vez que sentía que alguien estaba enojado conmigo sin yo tener ni arte ni parte. Entonces ella desapareció del foro, la busque pero estaba desconectada, iba a partir a su departamento tenía casi las llaves de mi auto entre los dedos, esto no podía quedar sin hablarse de una vez cuando la típica ventanita del Messenger me anunció que se había conectado.
¿Por qué te fuiste hoy realmente?
Pregunté guardando la calma — Paciencia —me repetí esperando su respuesta. Tampoco se vería bien que apareciera a esa altura de la noche en su departamento reflexioné y su respuesta apareció.
¿No soy la de turno?
Contestó — Así que eso es — y le contesté con un monito de risa — Vele el lado positivo será el turno definitivo —le dije a la pantalla escribiendo mi respuesta más madura obviamente.
No crees que deberíamos conversarlo en persona
Fue lo que contesté. Me acomode mejor en el asiento, apoye mi espalda contra el respaldo de la silla.
¿Ahora?—pregunto de vuelta
No soy yo quién pregunta –noté
No soy yo quién evita responder –contestó me reí inevitable fue sacudir mi cabeza — Definitivamente rencorosa y miedosa ¡cuando vas a darte cuenta que me traes loco! Le grité y era literalmente hablando eso último.
¿Qué es lo que quieres saber realmente? –le pregunté y era hora de actuar como dos adultos no como dos adolescentes de once años.
La verdad –confesó — ¿Qué no es evidente?, le contesté mentalmente mientras digitaba mi "verdad".
No soy perfecto –fue mi respuesta
¿Quién dijo que quiero que seas perfecto? –preguntó
Y me quede pensando, ella tenía razón la mayoría de las cosas las había hecho siempre pensando en que me diría ella, que pensaría ella de mí, por una parte quería derribar el mito pero por otra me asustaba la idea de "dejar de gustarle" por mostrarme tal cual era. Alguien lleno de defectos e inseguridades pero también alguien que la amaba con locura, que la necesitaba desesperadamente y que al menos quería intentar algo a pesar que tal vez no resultará al fin.
Nadie… -contesté al cabo de unos minutos
Y nos quedamos sin escribir nada, en el fondo esperaba que ella escribiera algo pero luego me pregunté ¿por qué tiene que ser ella? y comencé yo esta vez.
¿Por qué te subiste a mi auto aquella noche?- pregunte
¿Por qué me llamaste tú? –inquirió en respuesta
Me gustaste –aseguré y era hora que lo entendiera
Lo mismo –agregó ella en respuesta
¿Quién te gusta realmente el actor o el hombre? –pregunte de nuevo y algo en mi interior temió ¿qué haría? si le gustaba el actor y no yo, o peor el personaje.
Antes… -escribió y mi estomago se contrajo.
El actor –confesó
¿Y ahora? –cuestioné eso de que separa el antes y el después era buen indicador, al menos eso quería creer yo.
La espera parecía eterna y mi corazón latía desbocado — Cálmate —pensé esperando su veredicto y esta vez saldría lastimado de eso estaba completamente seguro.
¿Quién te gusta a ti?-me preguntó en respuesta, era evidente que tenía miedo a confesarme algo — esta bien lo haré yo —dije entre dientes.
La mujer… -contesté pero luego agregue
Aunque debo reconocer que es entretenida la fan –y le puse un monito de vergüenza al final y era completamente honesto… esa capacidad de idolatrarme me traía un tanto capturado, mal que mal eso había sido el detonante de toda esta locura.
No contestó nada — silencio —era lo que estaba e insistí: no me voy a dar por vencido pensé, ya había hecho cosas peores, insistir no iba a hacerme daño ¿o tal vez sí? Pero la verdad no lo reflexioné, si ella quería que le rogará lo haría.
¿Estas ahí?-pregunté con un zumbido
Si –contestó, tomé aire y esto se venía largo — Aquí esta mi mejor declaración y ojo que si después de esto no quieres, me doy por vencido contigo —le dije entre dientes mientras tecleaba.
— No soy el hombre que describen esas historias y que han idealizado como un ser perfecto que ni siquiera va al baño. Para ser completamente honesto contigo estoy lleno de defectos, soy poco tolerante, a veces caprichoso, me aburro con facilidad, un poco vanidoso, para nada tierno más bien serio y de pocos amigos, no soy un adicto pero te mentiría si no te dijera que las he probado todas. Me gusta fumar, tomar y sí a veces se me ha pasado la mano pero no creo que sea nada distinto a lo que has hecho tú en tu vida. Se me olvidaba también me gusta tener orgasmos de preferencias reales aunque si he tenido varios mentales contigo – exclamé y agregue el monito que levanta las cejas. Me dio vergüenza ajena pero que más daba, ella lo valía pensé
— También tengo varias virtudes entre ellas es que soy honesto y cuando me involucro con alguien, en la manera en que lo he hecho contigo, créeme que no es para pasar el rato como estas pensando. Fuera de eso lo único extraordinario es que me gano la vida fingiendo y me pagan bastante bien. ¿Interesa aún? –pregunté y esperaba con toda al alma que me hablará, quería escuchar su voz, o al menos leerla con eso me conformaba, estaba expectante tan ensimismado en lo que escribiría que el sonido del teléfono celular me asustó, dí un brinco y casi se me calló de las manos pero contesté.
— ¿Bella? —pregunté dudoso y escuche su angelical voz.
— Absolutamente —contestó a mi pregunta virtual y sonreí.
La conversación que habíamos tenido casi se hacía interminable pero por primera vez en mucho tiempo no quería terminarla. Por mí estaría todo el día hablando con ella solo para escuchar su voz angelical pero los tenues rayos que iluminaban el cielo me decían que debía dormir al menos un par de horas. Además el sueño estaba venciéndola.
— Creo que será mejor colguemos —le dije.
— Una última pregunta —murmuró adormilada — ¿Cómo puedo estar segura que te intereso de verdad y no solo es un juego? —preguntó entre dientes y me reí.
— Lo verás por la mañana, que duermas bien —le contesté y colgué.
Dormí un par de horas y me desperté como si hubiera dormido veinte, extrañamente no tenía ni una pizca de sueño, me levanté y partí a demostrarle que no era un juego para mí sino alguien especial de verdad. Compré un ramo de flores y le escribí su nombre en la tarjeta — maldita letra —protesté y quería hacerla sentir especial.
— ¿Perdonado? —le pregunté con los ojos fijos en ella apenas abrió la puerta de su departamento.
— Yo lo perdono sin necesidad de flores –confesó una voz desde más atrás alce mi mirada y allí estaba su inseparable amiga.
— ¿Tú debes ser la famosa Alice? –pregunté.
— Por ti puedo ser Tanya, Mariela, María, Verónica… tú dime cual y yo seré ella.
— ¡Alice! –le reprocho en un gritito Bella y su amiga se rió.
— Lo siento –se disculpó sin quitarme la vista de encima de pronto se acercó a mí.
— No importa –exclamé guiñándole el ojo luego miré a su amiga — ¿Y cómo amaneció mi querido amigo Jasper? –pregunté serio y Bella rió cuando notó la cara que dio Alice.
Su expresión cambio y se puso seria la sonrisa se apago en su rostro y se puso incomoda.
— Bien supongo ¿dime tú? –contestó tratando de hacerse la lista pero yo era más listo que ella.
— No he hablado con él ¿Lo pasaste bien? –le pregunté, Bella observaba mi intercambio de palabras con su amiga con la boca abierta producto de la impresión —en la fiesta claro está –agregué y Alice se puso roja como pensé lo haría.
— Bells amiga creo que es hora que yo vaya a ver llover a la esquina – exclamó tomando sus cosas al tiempo que caminaba fuera del departamento. Entré y ella salió.
— ¿Por qué habría de perdonarte? –me preguntó inocentemente tomando la flores de mi mano fingió estar distraída pero los movimientos de sus ojos la delataron no perdía detalle de mi rostro.
— Para ser honesto no tengo la menor idea pero cuando te fuiste ayer estabas molesta o ¿Me equivoco? –le pregunté acercándome a ella, su perfume me embargó por completo, puse detrás de sus orejas unos mechones de su pelo suelto.
— ¿Quién es V? –pregunto finalmente y lo hizo tan bajo que apenas le pude oír.
Camino a la cocina evitando que le contestará algo que estaba pidiendo a gritos con sus gestos y con su actuar. La seguí, dejó el ramo sobre la mesalina y buscó en todos los cajones un florero para ponerlas.
Me miró y se dio cuenta que buscaba algo en mi celular, al cabo de unos segundos me acerque y le mostré la pantalla.
— ¿Qué estoy viendo? –preguntó confundida
— a "V" —contesté y lo miró sin entender —Rosalie, mi hermana mayor – agregué y el silencio lo comprobó todo estaba avergonzada de su mini escena de celos. Que por cierto me fascino porque muy en el trasfondo estaba gritándome una verdad que mi razón estaba reacio a aceptar.
— Fuimos a ver mi última película eso es lo que le gusto –le expliqué bastante divertido por la expresión que estaba dándome.
— No quise leer lo que no me correspondía –se excusó.
— ¿Yo lo hubiera hecho? – rebatí sinceramente y se rió
— ¿Qué más harías? –me preguntó intrigada.
— Creo que es tiempo de las confesiones –exclamé recargándome contra el refrigerador.
Tomé entre mis manos una de las rosas y jugué con ella.
— Te escucho –dijo cruzando sus manos a la altura de su pecho y se recargó contra la pared contraria de la cocina.
— Yo también urge entre tus cosas –confesé sin mirarla directamente
— ¿Cuándo? –pregunto curiosa.
— La primera –comencé a decir y pero me interrumpió
— ¡Hubo más de una vez! –exclamó sorprendida y asentí con mi cabeza.
— Tu cartera fue la primera vez y la segunda cuando volvimos de la iglesia, te quedaste profundamente dormida y revise tu notebook y un par de cajones de tu ropero —casi no recordaba aquello pero en ese minuto lo recordé.
— ¿Mientras dormía? –chilló un poco molesta pensó algo y se sonrojó de inmediato.
— Tienes el sueño bastante pesado –le informé deslizando la rosa por su mejilla, se le erizo la piel ante el contacto suave de los pétalos – Y déjame de decirte que sí hablas en sueños y mucho –confirmé besándola en los labios.
— ¿Qué cosas he dicho? –preguntó entrecortado mientras correspondía el beso
— Digamos que saque mucha más información en esas "platicas noctámbulas" que de tu computador o cartera –agregue con picardía hundiendo mí lengua en su boca, acariciando la suya con la mía. Besé sus labios con desesperación de transmitirle a ella mis ganas por hacerla mía.
Haz el amor conmigo
No es nada malo
Ni tu saldrás herida Ni yo dañado
Me acomodé en la cama de lado para contemplarla, se veía realmente hermosa, extrañamente su piel brillaba y se veía sensual cubierta sólo con la sabana. Contesté un par de dudas que tenia sobre mí hasta que me acordé de las fotografías y el mail que me había hecho llegar mi representante — Apareces en una revista…¿Quién es ella? —había sido su pregunta. Mi novia.
— A todo esto debo advertirte algo más –le dije tocando sus labios con mis dedos– las fotografías salieron en una revista sensacionalista de distribución nacional –confesé con una mirada sombría, temiendo su reacción.
— ¿Eso te molesta? –preguntó temerosa.
— ¿Qué aparezcamos juntos? – pregunté y asintió —ese no es problema créeme si terminará allí me daría lo mismo, el problema es que tus cinco minutos de fama tal vez sean más permanentes —le hice ver me miró sin entender —vendrán a buscarte para preguntarte cosas —explique mejor después de todo tenía que saberlo, su vida ya no sería privada no si quería estar conmigo. Se quedo pensativa.
— Ya veo – exclamó y miró a la ventana — ¿Qué quieres que diga? – preguntó y no pude evitar mirarla extrañado: se habría arrepentido.
— Es de tu vida de la que estamos hablando, de mí tienen hasta unas fotos vergonzosas de cuando tenía como tres años, la pregunta aquí es ¿Qué quieres que ellos sepan de ti? –pregunte de vuelta. Dio un suspiro que no supe como interpretar pero se acercó a mi, acunando su rostro por unos minutos contra mi pecho.
— ¿Qué soy yo para ti? —preguntó.
— Alguien muy especial —le confesé suavemente.
— ¿Así que has probado todas las drogas? —preguntó curiosa, deslizo sus manos por mi rostro. Cambiando el tema lo que agradecí, nunca me había gustado esa parte de mi "trabajo".
— ¿Tú no has probado ninguna? —pregunté evadiendo una respuesta directa — tal vez se me paso la mano con la confesión —pensé tomé su mano y bese la palma de esta entrelazando mis dedos con los suyos.
— Varias –confesó y me sorprendió —quisiera poder decir que fue voluntario pero lamentablemente escapo a mi control –agrego separándose de mí.
— ¿Fuiste adicta? —pregunté interesado y clavo su vista en mi rostro.
— ¿Importaría eso? —preguntó de vuelta y le sonreí sincero.
— No realmente, claro que cuando quieras contribuir a la humanidad habrá que considerarlo —agregue divertido ante el hecho que no serian los mejores genes después de todo. Se rió entusiasmada por mi comentario.
Sentí como se levantó de la cama.
— ¿Dónde vas? –pregunté un poco aprehensivo.
Bella se giró sobre si misma volviendo a poner su vista fija en mí. Sin decir nada camino de espaldas y trataba de hacerlo parecer sensual, no necesitaba hacer eso, ya era sensual y excitante verla así desnuda, pero le concedí lo que quería, mis ojos se abrieron y puse mi mejor cara de entusiasmado… Bella me miró sin perder detalle de mi expresión. Entonces sus ojos se hicieron brillantes y su rostro hizo una mueca de dolor, casi imperceptible pero esa era la ventaja de ser actor y trabajar con la expresión corporal, no podía ocultarlo. Lo siguiente que presencie hubiera no querido hacerlo. Su cuerpo tambaleo, sus ojos se pusieron blancos y su frágil cuerpo cayo de costado al suelo, su pelo se batió contra el aire de la caída. Me aterré.
Sin pensarlo me levanté y corrí a su encuentro. Su cuerpo estaba completamente inerte, sin vida tirado en el suelo de su habitación. ¿Muerto? ¿Bella había muerto?
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