sábado, 4 de febrero de 2012

LLC. Capitulo 24: Mañana de la Víspera de Navidad:

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MAÑANA DE LA VISPERA DE NAVIDAD

Escuché una risa mientras algo me hacía cosquillas en la oreja. Ausentemente le di con la mano. Me abracé más a Bella, poniendo mi nariz contra su cuello e inhalando su dulce aroma. Todavía no estaba preparado para levantarme.

Casi tuve éxito en mi intento de volver a dormirme. Entonces sentí el mismo cosquilleo en mi oreja. Gemí de irritación. Sacudí la mano por esa zona, esperando darle a lo que fuera que estaba ahí. Bella se movió con mis movimientos. Bajé la mano al instante, no queriendo despertarla.

Alguien bufó y otro se rió por lo bajo. La comprensión me llegó lentamente esta mañana. Bella y yo nos habíamos quedado dormidos en el sofá del salón. Éramos blancos fáciles en un espacio abierto. Jasper y Emmett no podían dejar pasar la oportunidad de molestarme.

Sentí el cosquilleo otra vez y escuché una risa. "Si la despertáis, haré que os arrepintáis," les gruñí. "Y Emmett, ya estás en terreno peligroso con Rose. No hagas que la involucre."

"¡Deja de arruinar nuestra diversión, Eddie!" Emmett se rió por lo bajo.

"Que Dios os ayude si no es una hora decente," murmuré. "¿Qué hora es, Jazz?"

"Las siete y media," contestó.

"¿Estás bromeando?" dije entre dientes. "Es el primer día que no tengo clases o trabajo y me despertáis a esta hora."

"Tenemos que ir a comprar algo y tú tienes que venir con nosotros," susurró Emmett.

Finalmente abrí los ojos, girando la cabeza para verles apoyados en la parte de atrás del sofá. Emmett estaba girando una pluma en sus enormes manos.

"¿Por qué? Es víspera de Navidad. Ya deberíais haber hecho vuestras compras."

"Sí, pero algo no estaba listo hasta hoy," explicó Emmett. "Y necesitas venir con nosotros porque necesito tu habilidad."

"¿En qué?" suspiré. Estaba seguro de que tendría que rendirme y dejar a Bella. No quería hacer eso, pero Emmett era mi amigo y parecía que me necesitaba de verdad.

"No puedo contártelo aquí," dijo Emmett. "Puede que alguien nos escuche."

"¡Bien!" conseguí deslizarme del sofá sin despertar a Bella.

Con cuidado la moví un poco más dentro del sofá para que no se cayera si se giraba. La besé en la mejilla y susurré que la quería. Entonces corrí hasta mi habitación. Me vestí rápidamente y bajé corriendo.

Emmett y Jasper estaban susurrando cerca de la puerta. Salimos y nos montamos en el Jeep. Emmett aceleró hacia el centro comercial.

"Necesitamos recoger el gran regalo de Rosalie," me informó.

"¿Cuál es?" pregunté.

"Necesito recoger su anillo de compromiso de la joyería. Voy pedirle que se case conmigo," anunció Emmett, sonriendo. "Ya le he pedido permiso a Jasper."

"¿Y se lo has dado?" me reí.

"Edward, no seas malo. Emmett está muy nervioso hoy. No se lo pongas más difícil," dijo Jasper.

"¿Y por qué me habéis traído a mí?" pregunté.

"Bueno, tú sabes como decir todas esas tonterías románticas. Veo como Bella te mira cuando le dices esas cosas. Quiero que me ayudes a expresar la pregunta perfectamente. Quiero que para Rosalie sea imposible negarse," explicó Emmett.

"Eso no es probable que pase," le aseguró Jasper.

"Prefiero proteger mis apuestas," Emmett se rió por lo bajo. "Rosalie es todo lo que siempre quise en una sola mujer y quiero que sea mi esposa."

"Lo pensaré, Emmett," le dijo. "No puedo prometerte que se me ocurrirá algo."

"Aprecio el intento, Edward," dijo Emmett. "Oh, gracias por lo de anoche. Tenías todos los derechos para tumbarme, pero pusiste a Bella primero y te aseguraste de que estaba bien. No sé lo que me pasó."

"¡Encolerizadas hormonas de hermano mayor!" Jasper sonrió. "No te habías dado cuenta de que tu hermana era una mujer y estaba buena. Yo me di cuenta hace mucho con Rose por como a ella le gusta vestirse. Bella es más reservada y te sorprendió."

"Pero me siento fatal. ¿Cuántos chicos pueden decir que le magullaron una costilla a su propia hermana?" Emmett suspiró.

"Es más dura de lo que piensas," le dije. "Claramente anoche fue capaz de ser violenta contigo cuando te agarró de la camiseta."

"Hablando de anoche..." empezó Jasper.

"Je, je," Emmett se rió por lo bajo. "Puede que esté un poco molesta contigo esta mañana, Eddie. No estoy seguro porque todos sabemos que Bella puede ser rara, pero..."

"¿De qué estáis hablando? ¿Qué he hecho? Me quedé dormido antes de que la película acabase," dije. Me di un golpe en la cabeza cuando me di cuenta. "¿La avergonzasteis mucho?"

Empezaron a reírse. Puse la cabeza en las manos. Me pidió una cosa y me quedé dormida. ¿Estaría enfadada? ¿Usaría esto como forma para rechazar sus otros regalos?

"No fue para tanto. Estaba soñando que torturaba a Mike la Mosca. Estaba intentando ahuyentarle y quitarle las alas," explicó Emmett.

"Sí que menciono lo poco servicial que eras," dijo Jasper, guiñándome. "¿Habla todas las noches?"

"Sí," contestamos Emmett y yo al mismo tiempo. Nos miramos y empezamos a reírnos.

"¿Cómo lo sabes?" preguntó Jasper. "Anoche estabas durmiendo como un tronco."

"Normalmente me espero hasta que deja de hablar," admití.

"¿Qué tipo de cosas dice?" preguntó Jasper.

"Depende del sueño," me encogí de hombros.

"¿Cuál es el sueño más interesante que ha tenido, Edward?" preguntó Jasper.

Me reí. "Probablemente la primera noche cuando empezó a decirle a Emmett que no grapara alas en un cerdo. Dijo que preferiría que tuvieras el bacon."

Emmett resopló. "La quiero, ¡pero mira que puede ser rara!"

"¿Y tú, Emmett?" pregunté, verdaderamente curioso.

"Una vez soñó que unos waffles la estaba atacando. Me despertó gritando que los waffles la iban a meter en sirope," Emmett se rió.

"¿Qué provocó ese sueño?" Jasper se rió por lo bajo.

"Mi madre no era muy buena cocinera. Se compró una plancha para waffles e intentó hacer una tanda perfecta de waffles. La mesa entera estaba cubierta de platos de waffles quemados. Bella tenía unos ocho años cuando pasó. ¡Creo que la asustó de por vida! Todavía odia incluso ver un waffle," explicó Emmett.

"Está clarísimo que voy a comprarle una plancha para waffles," Jasper sonrió, frotándose las manos.

"Hazlo a tu propio riesgo," advirtió Emmett. "Bella puede devolvértelo tan bien como puede aceptarlo."

"Casi parece que tienes miedo de tu hermana pequeña," bromeó Jasper.

"Ha visto todas mis bromas y es cien veces más lista que yo. Por supuesto que tengo miedo," bromeó Emmett. "Tú también deberías tenerlo, Edward."

"Lo recordaré," me reí por lo bajo. No iba a molestarla nunca.

"Sólo espero que a Bella no le importé que me declaré a Rose." Lo fuerte que estaba agarrando el volante traicionaba lo nervioso que estaba.

"Estoy seguro de que no le molestará," dije, recordando su sueño de la otra noche.

"¿Por qué lo dices así?" preguntó Emmett.

"¿Así cómo?" contesté, haciendo como que no sabía nada.

"Lo has dicho como si ya supieras como va a reaccionar," explicó Emmett.

Jasper vio mi sonrisa maligna. "¡Sabe algo! Y está siendo engreído sobre eso."

"Edward, venga," se quejó Emmett. "Tío, que estoy dejando que mi hermana pequeña salga contigo."

"Seamos perfectamente honestos, Emmett. Nadie deja a Bella hacer algo," dije.

"Vale," aceptó Emmett. "Pero aún así necesitas decirme lo que sabes."

"Bella tuvo un sueño la otra noche. Estaba gritándote que hicieras a Rosalie su hermana. También te ordenó que le compraras un anillo bonito," le dije.

"¡Joder!" gritó Emmett, dándole un golpe al volante con una mano. "Y yo estaba preocupado de que Bella haría que Rosalie huyera."

"¡No le digas eso a Bella!" me reí por lo bajo.

Llegamos al centro comercial en tiempo record. Emmett no dejaba de sonreír mientras iba directamente hacia la joyería. El cajero trajo el anillo para que Emmett lo inspeccionase antes de llevárselo. Era un anillo muy bonito. Era de platino con una marquesina de diamantes de tres quilates. Estaba claro que era para Rosalie. Jasper y yo le dimos unas palmaditas a Emmett por elegirlo tan bien.

Nos apresuramos de vuelta a casa, esperando volver antes de que se dieran cuenta de nuestra desaparición. Tuvimos suerte. Esme era la única que había bajado cuando volvimos. Estaba en la cocina haciendo su desayuno tradicional de víspera de Navidad, crepes.

"Edward, despierta a Bella por favor. La he dejado dormir un poco, pero necesita prepararse para el desayuno. Averigua que tipo de crepes le gustan," me pidió mi madre. "Jasper, Emmett, por favor poned la mesa. Alice y Rosalie están arriba arreglándose."

Entré en el salón. Bella todavía estaba profundamente dormida. Me senté en el suelo y le acaricié el pelo, apartando algunos mechones de su preciosa cara.

"Bella," dije suavemente. "Es hora de levantarse."

Se movió un poco y suspiró, pero no parecía tener intención alguna de despertarse. Me reí por lo bajo mientras me ponía de rodillas. Cogí su cara entre mis manos y la besé delicadamente. Empezó a devolverme el beso y podía decir que se estaba despertando. La solté y la llamé otra vez.

"Bella. Hora de levantarse."

Gimió y se estiró. Hizo una mueca de dolor y se acurrucó sobre el lado derecho. "Maldición," murmuró.

Me reí por lo bajo y se giró hacia mí, sonriendo.

"Buenos días, Edward."

"Buenos días, Bella. Esme está haciendo crepes para el desayuno. Le gustaría saber que tipo de crepes te gustan."

Bella se sentó y su sonrisa se hizo más grande. "¡Hace siglos que no como crepes! ¿Tiene trocitos de chocolate?"

"Creo que sí." Me reí suavemente de su alegría. Me emocionaba verla tan feliz. "¿Necesitas ayuda para subir las escaleras y prepararte?"

"Sí, por favor." Me extendió una mano.

Me levanté y con cuidado la levanté. Rodeándole la espalda con un brazo, la ayudé a subir las escaleras y llegar a mi habitación. La solté y cogí su bolsa de mi armario. La puse encima de la cama para que no tuviera que agacharse para sacar sus cosas.

"¿Te gustaría que te preparase la ducha?" pregunté.

"¡Por favor!"

Entré en mi cuarto de baño y abrí el grifo de la ducha. Metí la mano y me aseguré de que la temperatura era buena. Cogí una toalla limpia de la estantería y la colgué cerca de la puerta de la ducha. Bella entró y me sonrió.

"Hay algunas toallas más aquí si las necesitas," dije, señalando la estantería. "Ya he colgado una al lado de la puerta para ti. ¿Necesitas algo más?"

"¿Está Alice levantada?" me preguntó tímidamente, sonrojándose.

"Esme ha dicho que se estaba vistiendo. ¿Por qué?" Se sonrojó todavía más y mi confusión aumentó. "¿Qué pasa, Bella?"

"No pasa nada," suspiró. "Es sólo que... ahora mismo no puedo quitarme ni ponerme cierto artículo de ropa por mí misma sin hacerme daño."

Podía sentir la arruga en mi ceja y Bella estaba empezando a frustrarse conmigo. Me di cuenta de lo que era y casi me di una palmada en la frente. "Lo siento. Soy un idiota. Al principio no lo entendía."

"No te preocupes. No estás más acostumbrado a esto que yo."

"¿Quieres que vaya a por una de las chicas o Esme?"

Bella se mordió el labio mientras medía sus opciones. De repente suspiró con enfado y negó con la cabeza. "Llevaría demasiado tiempo. Este es el trato, Edward. Vas a levantar la parte de atrás de mi camiseta lo suficiente para ver el broche. Lo desabrocharás y ya está. Y cuando salga, levantarás mi camiseta otra vez y lo abrocharás. ¿Vale?"

"¿Estás segura?"

"¿Te vas a comportar como algo más aparte de un perfecto caballero?"

"No."

"Entonces estoy segura."

Bella me dio la espalda. Levanté su camiseta lo suficiente para ver el broche de su sujetador blanco. Los dedos empezaron a temblarme con anticipación cuando me di cuenta de que estaría tocando la piel de Bella. Respiré hondo y puse los dedos en los tirantes. Sólo había tres prendedores, pero parecía que eran los tres más tenaces del mundo. Finalmente conseguí desabrocharlos y rápidamente solté su camiseta.

"Gracias, Edward. Acabaré en unos quince minutos. ¿De acuerdo?"

"Ok. Bajaré y le diré a Esme lo de tus crepes."

Se giró y me besó la mejilla rápidamente. "Gracias. Eres todo un caballero."

Salí del cuarto de baño, cerrando la puerta detrás de mí. También cerré la puerta de mi cuarto. ¡Acababa de tocarla! ¡Acababa de tocar su sujetador! ¿Qué me pasaba? ¡Tenía veinte años! Esto no debería afectarme tanto. Sólo era un sujetador... pero era el de la mujer a la que amaba con todo mi corazón.

Bajé corriendo las escaleras y entré en la cocina. "A Bella le gustarían crepes con virutas de chocolate."

"Edward, estás muy colorado. No debería bajar corriendo esas escaleras," me regañó.

Rápidamente salí de la cocina antes de que pudiera decir algo más. No iba a explicarle a mi madre por qué mi cara estaba roja. Me dirigí al comedor donde mi hermana y mis amigos estaban sentados alrededor de la gran mesa.

"¿Dónde está Bella?" preguntó Alice.

"Duchándose," dije, dejándome caer en la silla que había a su lado.

"¿Necesita ayuda?" preguntó Rose, mirando con furia a Emmett.

"No ha dicho que la necesitase." Estaba mintiendo entre dientes pero no iba a admitir que ya la había ayudado una vez y que había aceptado hacerlo otra vez.

"Edward, por favor, ve a decirle a tu padre que el desayuno está casi listo. Y asegúrate de que Bella baja las escaleras sin problemas," me pidió mi madre.

Subí las escaleras corriendo, queriendo mantener eso como tapadera. Llamé a la puerta del estudio. "Adelante." Dijo mi padre desde el otro lado.

Asomé la cabeza. "Mamá dice que vayas abajo. El desayuno está listo."

"Gracias, Edward. Dile que ahora bajo," dijo mi padre.

Cerré su puerta y subí las escaleras que quedaban para llegar a mi habitación. Bella estaba intentando secarse el pelo con su toalla, pero no estaba teniendo mucha suerte. Una y otra vez se encogía y se agarraba el lado.

"¿Puedo?" pregunté, señalando la toalla.

Se encogió de hombros y me la extendió. Le puse el pelo en el medio de la toalla y delicadamente la froté contra su húmedo pelo. Moví la toalla, cogiendo todo el pelo que podía. Esperaba que lo estuviera haciendo correctamente.

"¿Preferirías uno de los secadores de Alice?"

"No. Sólo haría que se encrespase. ¿Puedes ayudarme a hacerme una cola?"

"Puedo intentarlo." Ahora estaba entrando en un nuevo territorio. Nunca antes le había peinado a una chica el pelo. ¡Probablemente esto sería un desastre!

"Mi bolsa está en la cama."

Saqué su cepillo y una gomilla. Con cuidado le cepillé el pelo, moviendo los mechones al medio de la parte de atrás de su cabeza.

"Se te da bien esto. Apenas lo siento," dijo.

"Gracias. Espero estar haciéndolo bien." Al menos no le estaba haciendo daño. Cepillé la última parte y le puse la gomilla. "Echa un vistazo y dime si está bien."

Bella entró en el baño y volvió un momento después, sonriendo. "Has hecho un excelente trabajo. ¿Listo para la última parte?"

Asentí. No estaba nada preparado, pero Bella no necesitaba saber eso.

Se giró para darme la espalda. Levanté su camiseta, y una vez más sentí que se me revolvía el estómago. Cogí los dos lados de su sujetador y los junté. Fue mucho más fácil abrocharlo que desabrocharlo. Este sujetador era más bonito que el otro. Era de encaje azul oscuro y quedaba precioso contra su piel. Solté su camiseta antes de que mi mente pudiera llegar más lejos.

Se giró para mirarme. "Gracias."

"De nada." La besé en la frente y salimos de la habitación. La rodeé otra vez con un brazo y la ayudé en las escaleras. "¿Te sientes mejor después de la ducha?"

"Mucho. Era justo lo que necesitaba. Era un poco incómodo con el dolor del lado, pero creo que me las he arreglado bastante bien." Bella se paró al pie de las escaleras y olió el aire. "Huele maravillosamente."

"Esme se alegrará de escucharlo."

Fui con Bella al comedor. Nos sentamos en el mismo lado que la última vez. Bella tenía una gran pila de crepes de chocolate delante. "¡Muchas gracias, Esme! Huelen de maravilla."

"De nada, Bella. Espero que te gusten," dijo mi madre.

Bella cortó un trozo con el tenedor y le dio un gran mordisco. Sonrió alegremente mientras masticaba. Tragó y se giró hacia mi madre. "¡Están buenísimos!"

"Gracias, Bella," dijo mi madre con orgullo.

"¿De qué son los tuyos?" preguntó Bella, sonriéndome.

"De fresa," contesté.

"No sabía que se podían hacer crepes de fresa."

"Mi madre es la única persona que conozco que puede hacerlos. Está claro que nunca los probaría en un restaurante. ¿Te gustaría probarlos?"

"No sé..."

"¿No me lo debes por el incidente con el Twizzler?"

"¡Maldición! ¿Te acuerdas de eso?"

"Tengo una memoria excelente." Corté un trozo con mi tenedor, lo pinché y se lo extendí a Bella. Arrugó un poco la nariz. "Lo prometiste," le recordé.

Cerró los ojos y abrió la boca. Intenté no reírme de ella. Puse el tenedor contra sus labios y cerró la boca a su alrededor. Con cuidado saqué el tenedor y se lamió los labios. Es ridículo, pero creo que esa fue la cosa más sensual que había visto en mi vida. Apenas pude pararme de besarla en los labios.

Mientras masticaba, abrió un ojo y después el otro. Tragó y sonrió. "No está mal. Pero creo que voy a quedarme con mis crepes de chocolate."

Me reí de su expresión y se rió conmigo. Aparté la mirada, y me di cuenta de que no estábamos solos y de que todo el mundo nos estaba mirando fijamente y sonriendo. Rápidamente me concentré en mi plato e hice todo lo que pude para no sonrojarme. Bella pareció no darse cuenta mientras seguía comiendo y sonriendo.

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