sábado, 4 de febrero de 2012

___________________
DESMAYO

"¡Bella!" gritó Alice cuando entré por la puerta de su casa.

Su grito me asustó tanto que dejé de pensar en lo irritante que era Mike. Me abrazó e hizo que las dos nos tambaleásemos un poco.

"Hola, Alice," me reí por lo bajo. "Me alegra saber que me habéis echado de menos."

"No tienes ni idea," Alice suspiró. "Por favor, sube y baja a mi hermano. Está de muy mal humor sin ti."

"¿Por qué? ¿Le ha ido mal el examen?" pregunté. Estaba segura de que la preocupación podía verse en mi cara.

"No lo sabemos," contestó Jasper. "No nos lo dice."

"¡Bella está aquí!" dijo Esme, saliendo de la cocina. Se limpió las manos en su delantal y entonces me dio un abrazo.

"¡Hola, Bella!" dijo Carlisle mientras salía de la cocina. Le di la mano.

Alice me alejó de ellos y me empujó hacia las escaleras. "Ve a por él."

"Vale," me reí por lo bajo.

Me tomé mi tiempo subiendo las escaleras, asegurándome de que mi bolsa no hacía que perdiera el equilibrio. Finalmente llegué a su planta y suavemente llamé a su puerta.

La abrió de repente, me tiró de la cintura, y cerró la puerta de un portazo. Me presionó contra ella y me besó apasionadamente, rozando su lengua con mis dientes y después enroscándola con la mía. Intenté desesperadamente respirar por la nariz y no desmayarme, pero no podía recordar como hacerlo. Me di cuenta de que todavía estaba sujetando mi bolsa. La solté y le rodeé el cuello con los brazos, hundiendo los dedos en su maravilloso y suave pelo.

Finalmente se separó para que respirásemos, apoyando su frente contra la mía. Levanté la mirada y me encontré con sus ardientes ojos verdes. Me ruboricé de excitación. ¡Esa mirada era por mí! Mi ya rápido corazón empezó a ir todavía más rápido y resonó en mis oídos.

Finalmente conseguí encontrar mi voz. "Hola."

Sonrió y me dio otro maravilloso beso. ¿Quién necesita hablar? ¿O respirar? ¿O hacer algo que no sea tener los labios de este hombre moviéndose con los míos, su lengua acariciando la mía? ¿Y qué si mi corazón había decidido salírseme del pecho? Sabía tan bien como olía. Creo que estaba un poco intoxicada con él.

Esta vez yo fui la que me separé. Tenía que conseguir más aire y me desmayaría de verdad. Me apoyé contra su pecho. "Supongo que esto significa que me has echado de menos."

Él sólo se rió por lo bajo.

"Me han enviado para que te recupere y te fuerce a bajar. Alice dice que has estado de mal humor todo el día."

Le sentí besarme el pelo e inhalar profundamente. "Por supuesto que estaba de mal humor. La cosa más preciosa de mi vida no estaba cerca de mí."

"Pero sí que la llamaste dieciséis veces diferentes y le enviaste cuatro mensajes," dije con una gran sonrisa. "Y ella estaba muy halagada. Su favorito era el mensaje que explicabas todo lo que echabas de menos de ella."

"¿Ese es el que más te ha gustado?"

"Mmm," suspiré. "Sólo podría haber sido mejor si lo hubiera escuchado en vez de haberlo leído."

"Bien, entonces," dijo. Me levantó la cara y rozó sus labios con los míos. "Echo de menos tus ojos. Echo de menos tu pelo. Echo de menos tu sonrisa. Echo de menos tus labios. Echo de menos tu risa. Echo de menos tus besos. Te echo de menos."

"¡Sip! ¡Sin ninguna duda es mi favorito!" Me lo acerqué, besándole suavemente. Cuando nos separamos, miré sus ojos color esmeralda. Sabía que la verdad brillaría a través de ellos, a pesar de las palabras que usase. "¿De verdad esa ha sido la única razón por la que has estado de mal humor?"

"¿Necesito alguna otra?" preguntó, jugando con un mechón de mi pelo.

"No, pero tenías un examen final hoy. ¿Cómo te ha ido?"

Frunció el ceño y bajó los ojos.

Le abracé fuertemente, pasando una mano por su pelo. "¡Lo siento! ¿Qué ha pasado? ¿Al profesor no le ha gustado?"

Se rió por lo bajo y me alejé un poco para estudiarle la cara. Estaba sonriendo malignamente y sus ojos brillaban de alegría.

Le pegué en el pecho. "¡Eres imposible, Edward Cullen!"

Me cogió la mano y la frotó por donde le había pegado. "No he dicho nada."

"Claro, Tutor-boy. Aprovéchate del hecho de que te quiero y me importan tus notas."

"¿Ah, sí?"

"La verdad es que no," suspiré, bajando la mirada. Le miré a través de las pestañas, intentando esconder mi sonrisa. "Sólo estoy esperando hasta que el próximo hombre inteligente, atractivo, amable y decente aparezca en mi vida y se ofrezca a darme clases. Estoy esperando que eso pase dentro de poco ya que tengo una vida con tanta suerte."

"No seas absurda," se rió por lo bajo mientras me rodeaba con los brazos. "Nunca dejaré que nadie te dé clases. Eres mía y yo soy tuyo."

"Entonces, ¿estamos pegados el uno al otro?" pregunté, moviendo mis brazos alrededor de su cuello.

"Parece que sí."

"Creo que podría vivir con eso." Me puse de puntillas y le besé otra vez. Me separé sólo un poquito para que nuestros labios apenas se tocasen. "Y ahora necesitamos bajar con tu familia."

"Nuestra familia," me corrigió.

Mi corazón dio sacudidas de felicidad con eso. No había nada que quisiera más que tener una familia de verdad otra vez.

Me forcé a alejarme de él de verdad. Suspiró, pero me soltó, sabiendo que era lo mejor. Cogió mi bolsa y la llevó a su armario. Volvió y me dio la mano fuertemente. La levantó y la besó, haciéndome sonreír. Me encantaban todas las cosas caballerosas que hacía por mí, como besarme en la mano y abrirme la puerta del coche. Abrí la puerta y bajamos para unirnos a la familia.

"¡Alguien está de mejor humor!" cantó Alice. Estaba apoyada en el sofá, sonriéndonos.

Jasper se giró y se rió por lo bajo. "Claramente ya no está de mal humor."

"¿Por fin vas a contarnos como te ha ido el examen?" preguntó Esme.

Edward sonrió y negó con la cabeza.

Me reí por como se estaba comportando. "Hoy se siente tímido. Tan pronto como le saque la respuesta, os lo diré."

Me giró para mirarme. "¿De verdad crees que va a ser tan fácil?"

"¡Oh, no espero que sea fácil!" contesté, rodeándole el cuello con los brazos. "¡Pero sí que sé que soy muchísimo más cabezota de lo que tú podrías llegar a ser!" le di un besito en la mejilla.

"¡Maldición!" gritó Rosalie.

"Bien, bien," Esme se rió por lo bajo.

"¡Oh, Bella!" gritó Alice.

"¡Mi dinero está en Squirt!" Emmett se rió.

"Está muy segura de sí misma," comentó Jasper.

Carlisle puso una mano sobre el hombro de Edward. "Puede que quieras rendirte ahora y contárselo, hijo. Puede que te ahorre problemas."

"¿Por qué os habéis puesto en mi contra tan rápidamente?" preguntó Edward. "¡A mí me conocéis desde hace más tiempo!"

"¡Pero a Bella la queremos más!" cantó Alice.

Le sonreí con malicia. "¿Has oído eso, Tutor-boy?"

Me rodeó la cintura con los brazos, apretándome contra su pecho. "Me molestaría, pero es como debería ser."

"¡Vamos!" dijo Alice, tirando de mí y llevándome a las escaleras.

¡Me dice que vaya a por Edward y ahora me separa de él! ¿Qué estaba haciendo?

"¿A dónde vamos?" pregunté, intentando que no se mostrara mi frustración.

"A cambiarte de ropa," dijo Rose, empujándome por detrás.

"¿Por qué?" me reí mientras entraba tropezándome en la habitación.

"Esta noche vamos a ir a bailar," explicó Alice. "No puedes ir con lo que llevas puesto. Tengo la ropa perfecta para ti. La escogí esta mañana mientras completábamos tu lista de regalos." Me indicaron que entraran en la habitación de Alice. Ella se fue corriendo y la escuché gritar al piso de abajo. "Edward, mueve el culo y ponte la ropa que te he dejado en el cuarto de baño."

Volvió a la habitación y cerró la puerta, sonriéndome. Eso hizo que me tensara. Iba a hacerme algo y no creo que me fuera a gustar.

Una hora más tarde, averigüé cuanta razón tenía. Aunque la verdad es que no me importó. Sólo es que no creía que Emmett se lo fuera a tomar tan bien.

Mi pelo estaba recogido y rizado por las puntas gracias a Rosalie. Alice me había maquillado, dándole a mis ojos una apariencia humeante con sombra de ojos azul. Llevaba unos vaqueros que apenas me cubrían ya que eran de talle bajo. Llevaba unos zapatos negros con un tacón bajo. Mi camiseta era de un azul brillante y se pegaba al cuerpo en los sitios correctos. Realmente parecía una mujer en vez de una universitaria. Era asombroso lo que estas dos chicas podían hacer.

"Creo que a Emmett va a molestarle que me vista así," dije, mirándome en el espejo gigante del cuarto de baño de Alice.

"Déjame a mí tu hermano," dijo Rosalie con una sonrisa maligna. "Tiene que hacerse a la idea de que primero eres una mujer y segundo su hermana pequeña."

"Rose, eres fantástica," le dije. "Me alegra que te haya encontrado."

"Hace falta ser una chica especial para querer a tu hermano," dijo Rose con un guiño. Asentí con entusiasmo.

Alice bufó. "Creo que puedo decir lo mismo por mi querido hermano. Hoy casi le pego para sacarle de sus pensamientos. ¿Te ha dicho algo sobre su examen?"

"No," contesté. "Al menos no con palabras. Creo que todavía no se ha dado de que puedo leer sus ojos. Parecían muy divertidos por algo incluso cuando estaba frunciendo el ceño de una forma tan mona."

Entré en la habitación de Alice y ella y Rose se levantaron, mirándose al espejo una vez más. Rose llevaba una mini falda vaquera con una corta camiseta roja. Enseñaba sus piernas y su lisa barriga perfectamente. Acababa el conjunto con unos altos tacones rojos. Alice llevaba unos vaqueros de talle bajo, parecidos a los míos. Llevaba una ajustada camiseta negra con la palabra 'duende' escrita con lentejuelas. También llevaba tacones, pero los suyos no eran tan altos y eran negros.

"Bella, sé que te encantará la discoteca," dijo Alice mientras me daba un abrazo con un brazo.

Salimos al pasillo y las chicas me agarraron de los brazos. Supongo que era para ayudarme a bajar las escaleras. Cuando llegamos al salón, me soltaron. Los chicos se giraron y nos vieron.

"¡ISABELLA!" gritó Emmett.

Saltó sobre el sofá, trayendo la manta que había encima con él. Corrió directamente hacia mí y yo me quedé ahí, demasiado en shock para moverme. Me rodeó fuertemente con la manta y me apretó contra él.

"¡Emmett!" gritó Rosalie. "¡Suéltala en este instante!"

"Si le arrugas la camiseta te haré daño," dijo Alice entre dientes.

"¡Emmett, no puedo respirar!" jadeé, intentando conseguir aire. Mis brazos estaban apretados contra mí. Intenté moverme, pero la manta y sus brazos estaban me agarraban demasiado fuerte. "¡Em!" No creo que pudiera oírme porque empezó a gritar a Alice y a Rosalie y encima me agarró con más fuerza.

"¿Qué demonios os creéis que estáis haciendo? Sólo es una niña. ¡La habéis vestido como si fuera a ligarse una habitación llena de tíos!" bramó Emmett.

"¡Emmett!" dijo Edward desde algún lugar de la habitación. "Suéltala."

"¡Em!" Apenas era algo más que un susurro ya que era incapaz de respirar.

"¡Emmett, tranquilízate!" dijo Jasper desde algún lugar cerca. "Todos podemos sentarnos y discutir esto. Suelta a Bella."

"¡Emmett, ella no es un bebé!" dijo Rose

"Está muy guapa," discutió Alice. "Está vestida apropiadamente para su edad. ¡Tiene veinte años, no doce!"

La discusión continuó, pero yo no pude concentrarme más. La oscuridad me absorbió.

Cuando empecé recuperar la conciencia, sentí a alguien agarrándome la muñeca y alguien acariciándome el pelo. La cabeza no me dolía mucho por lo que supuse que me habían cogido antes de que golpeara el suelo. El pecho me dolía por ser sujeta tan fuertemente y cuando intenté respirar hondo, hice una mueca de dolor.

"Bella." Mi nombré sonó como un suspiro de alivio por la manera en que Edward lo dijo.

Abrí los ojos y vi a Carlisle sujetándome la muñeca y a Edward sentado a mi lado, acariciándome el pelo. "¿Qué ha pasado?"

Rose se inclinó sobre el sofá y me sonrió dulcemente. "El idiota de tu hermano no te soltaba y te desmayaste."

"¿Dónde está?" suspiré.

"Le mandé a la cocina mientras esperábamos que te despertaras," contestó Rose.

"Bella, ¿te encuentras bien?" preguntó Carlisle.

"El pecho me duele bastante en el lado derecho cuando respiro hondo," dije.

Carlisle me sonrió cariñosamente. "Te pondrás bien. Creo que te ha magullado una costilla. Tardará unas semanas en curarse, pero estarás bien."

"¡Muchas gracias, Emmett!" gritó Alice. "¡Ahora no podemos llevar a Bella a bailar!"

"Llámale," dije con los dientes apretados.

"¡Emmett, ven aquí!" le llamó Rosalie.

"¿Está consciente?" preguntó Emmett mientras entraba en la habitación.

Esperé hasta que estaba inclinado sobre el sofá. Le agarré de la camiseta y tiré para tener su cara más cerca. "Si alguna vez vuelves a reaccionar así haré tu vida un infierno. ¿Queda claro?"

"Lo siento de verdad," dijo Emmett. Podía ver que estaba siendo sincero y que se sentía mal.

Suavemente le di unas palmaditas en la mejilla. "Te perdono, hermano oso. Simplemente no lo hagas otra vez. Es muy embarazoso que tu hermano mayor te haga desmayarte delante de todo el mundo."

Le solté y se incorporó, sonriéndome. Alice se dirigió a él y le pegó en el hombro con fuerza. Él se lo frotó, pero no dijo nada. Alice estaba muy amenazadora cuando estaba enfadada.

"Alice," dije, extendiendo la mano.

Me miró y su cara se suavizó. Me cogió de la mano y sonrió.

"Por favor, tú y los otros seguid con vuestros planes. No dejéis que Emmett arruine la diversión."

"¡Nop!" dijo Alice animadamente. "Vamos a tener que cambiar de planes. En vez de eso haremos una noche de películas. Rose y yo te ayudaremos a subir y a que te pongas el pijama. Los chicos cogerás cojines y mantas y harán que esto sea muy cómodo para cuando volvamos."

"Gracias, Alice," dije, sonriéndole. Miré a Edward. "¿Me ayudas a levantarme?"

Asintió y se movió de manera que estaba levantándome y yo no tenía que doblarme mucho. Dolía, pero no tanto como esperaba. Edward frunció el ceño cuando me vio haciendo una mueca.

Rose y Alice me cogieron cada una de un brazo y me guiaron por las escaleras. Tuve que quedarme de pie mientras me quitaban el maquillaje y me soltaban el pelo. Cada vez que intentaba sentarme, el dolor en el lado empeoraba.

"Emmett va a pagar por esto," gruñó Rose. "No puedo creer que se comportara de una forma tan estúpida."

"No seas muy dura con él, Rose," dije. "De repente se ha dado cuenta de que a su hermana le gusta un chico y después tuvo que averiguar que ha crecido sin que él se diera cuenta." Esto era mi culpa, no de Emmett. Les había dicho a mis amigas que no le gustaría. Debería haberme puesto otra camiseta o algo así.

"No se merece que le disculpes tan rápidamente," contestó Rosalie.

"Deberíamos gastarle una broma," dijo Alice. "Podemos meter a Edward y Jasper también, si lo necesitamos."

"Lo pensaré," dije. Esperando que lo dejaran ir. No quería gastarle una broma a Emmett.

Las chicas me ayudaron a desvestirme y a ponerme el pijama. Y me ayudaron a bajar las escaleras otra vez.

"Bella, estírate en el sofá," dijo Alice.

No tenía ganas de discutir. Me tumbé sobre el lado bueno y me cubrió con una manta. Me apoyé en el cojín y sonreí. Olía justo como Edward. Apareció delante de mí en ese momento.

Se arrodilló y me puso un mechón de pelo detrás de la oreja. "¿Cómo estás?"

"Dolorida, pero sobreviviré," dije. "Túmbate conmigo."

Se puso detrás de mí en el sofá y con delicadeza me apoyó contra su pecho. Me beso en la cabeza antes de apoyar la suya contra la mía. "De todos modos esto es mejor que bailar."

"Estoy de acuerdo," dije. "Una noche tranquila debajo de cálidas mantas con la familia y los amigos es perfecto."

"Te quiero, Bella."

"Te quiero, Edward."

La mano de Edward se metió debajo de mi camiseta y empezó a hacerme círculos en la parte de abajo de mi espalda. No mucho después empezaron a pesarme los ojos.

"Edward," susurré.

"¿Sí?"

"Si me quedo dormida, no me dejes avergonzarme. Despiértame si empiezo a hablar."

"Lo prometo." Lo selló besándome en la sien, haciéndome sonreír.

"Gracias." Vi un poco más de la película, pero estaba demasiado cansada para entenderla. Finalmente me rendí y dejé que el sueño me rodeara.

Estaba teniendo un sueño en el que estaba a punto de empujar a Mike la Mosca en un matamoscas gigante. Probablemente porque me había seguido todo el día. Pero no dejé de oír siseos y risitas y susurros y no parecían ser parte de mi sueño.

"¿Siempre son tan vívidos?" un susurro preguntó.

"Sí. También puede hablar muy alto dependiendo de lo que sueña," un segundo susurro contestó.

"Está claro que no siente nada de cariño por ese Mike," un tercer susurro dijo.

"¡No puedo creer que Edward esté durmiendo!" un cuarto susurro se rió por lo bajo.

Mi mente lentamente registró esos comentarios. Se quedó en el último. ¡Edward estaba dormido! ¡Yo estaba hablando! ¡Ellos estaban escuchando! Gemí fuertemente y me forcé a despertarme. Abrí un ojo y vi cuatro caras mirándome fijamente. Todos estaban agachados delante del sofá con sólo la luz del árbol iluminado la habitación.

"¿Os habéis aburridos con la película?" murmuré, negándome a levantar la cabeza o a abrir mi otro ojo.

"Tú eres mucho más interesante que una película," dijo Alice con una sonrisa maligna.

"¿Qué he dicho esta vez?" pregunté.

"Estabas gritando que necesitabas un matamoscas más grande," me informó Rosalie.

"Y que necesitabas unas pinzas para arrancarle las alas a Mike," Jasper se rió por lo bajo.

Gruñí, haciendo que Edward se moviera un poco. Suspiró mientras dormía y volvió a apoyar su cabeza contra la mía.

"Demasiado para ayudarme, Tutor-boy," susurré.

"Normalmente no duerme tan profundamente," Alise se rió por lo bajo. "Para él eres como una pastillas para dormir o algo así. ¡Es tan mono!"

Las cuatro encantadoras personas que había delante de mí se rieron. Esme vino y los hizo callar. "¡Dejadles dormir! Todos vosotros iros arriba ahora." Todos me dijeron buenas noches y me besaron en la mejilla antes de irse. "Bella, querida, ¿cómo está tu lado?" preguntó Esme, inclinándose para que pudiera verle la cara.

"Todavía dolorido," contesté.

"¿Quieres que despierte a Edward para que te lleve arriba?"

"No, por favor. Sólo quiero volverme a dormir."

"¿Estás segura de que estás cómoda?"

"Sí. Sólo me desperté porque les escuché riéndose de mí. Hablo en sueños y estaban riéndose de lo que estaba diciendo."

Esme sacudió la cabeza. "A veces me preocupan. No sé como esperan tener sus propias familias si no maduran al menos un poco."

"Todos estarán bien. Sabes como ser maduros. Lo que pasa es que es más divertido torturarme." Entonces bostecé fuertemente.

Esme se rió por lo bajo y me besó en la mejilla. "Dulces sueños, Bella."

"Buenas noches, Esme," murmuré. "Te quiero, Edward," susurré justo cuando el sueño volvió a ganarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario