Edward estaba tan nervioso por esta noche. Sólo estaba aumentando mi propia ansiedad. ¿Y si la obra no era todo lo que él había soñado que sería? ¿Y si yo no estaba bien vestida? O ¿y si decía algo estúpido? ¿Y si me tropezaba dentro? ¿Y si no podía seguirla? Ver un musical en televisión no tenía nada que ver con estar en un teatro de verdad... ¿Cómo había dejado que Alice me convenciera para hacer esto?
'¡Contrólate, Bella!' me regañé. Este era el sueño de Edward. Iba a ir bien.
Le miré disimuladamente a través de mis pestañas. Tenía la cara inexpresiva, pero su mano todavía estaba frotándome el brazo frenéticamente. Una parte de mí quería reírse y la otra parte quería gritar. Los dos nos estábamos poniendo nerviosos por lo que probablemente no era nada.
"Te estoy poniendo nerviosa, ¿verdad?" preguntó suavemente.
Le miré. Sus ojos eran cálidos, pero todavía llenos de ansiedad. Me encogí de hombros, no muy segura de cómo responder. Él lo estaba, pero no quería que se preocupase por mí. Esta noche era sobre él.
Me besó en la sien y me abrazó. "Lo siento."
"Edward, no te disculpes. No pasa nada."
"Eres tan maravillosa conmigo. Apenas puedo creer en la suerte que tengo."
"Yo me siento así contigo todo el tiempo," me reí por lo bajo. "Pero te lo prometo, de verdad que no pasa nada. Sé que esto es algo muy importante para ti."
Entramos en el vestíbulo del teatro y suspiré por lo cálido que estaba. Edward se quitó su abrigo y se lo colgó del brazo. Había estado tan concentrada en que se vistiera y que mantuviera la calma que la verdad es que no le había visto. ¡Pero ahora sí que le estaba viendo!
Edward con esmoquin era la cosa más pecaminosa que había visto en mi joven vida. No podía entender como demonios podía estar más bueno totalmente vestido que al salir del cuarto de baño sin camiseta esta mañana. Debí haber estado mirándole fijamente porque de repente se estaba riendo por lo bajo en mi oído.
"Respira, Bella."
Respiré hondo y le agarré del brazo, para tranquilizarme. Debí haber estado paralizada mirándole más tiempo del que me había dado cuenta porque estaba mareada. "Lo siento," murmuré.
Se rió por lo bajo otra vez. "No pasa nada. Así es como me sentí cuando saliste del baño antes. ¿Estás lo suficientemente firme para bajar los escalones?"
"Sólo si me sujetas."
"No tengo intenciones de soltarte nunca, Bella."
Le miré, al no estar segura de si se refería a ahora mismo o a algo mucho más permanente. Sus ojos verdes no traicionaban nada mientras estaba llenos con los mismos nervios y excitación que habían estado ahí todo el día.
Edward se movió a mi lado y extendió el brazo. Entrelacé el mío alrededor, dándole mi mejor sonrisa. Me besó en la mejilla suavemente.
"Gracias por esto, Bella."
"Lo que sea por ti, Edward," dije, usando a propósito sus palabras.
Miré por primera vez el Majestic Theatre. Claramente podía ver de donde le venía el nombre. Las paredes, la alfombra, la araña... todo era elegante.
Ya había bastante gente pululando por allí aunque la obra no empezaba hasta dentro de otros treinta minutos. Debían de estar tan excitados como Edward.
"Vamos a buscar nuestros asientos. No quiero que te duelan los pies antes de que vayamos a Times Square," susurró mientras me guiaba por otras puertas.
Sacudí la cabeza, una vez más sorprendida por él. Parecía que siempre encontraba alguna manera de cuidarme. Mis ojos empezaron a humedecerse, pero luché contra ellos; nunca podría explicar como me sentía y no quería que Edward pensara que mis lágrimas eran por algo malo.
Mientras entrábamos por otras puertas de roble, vislumbré por primera vez el teatro. Era precioso. Las luces resaltaban los suaves colores de las paredes y de la cortina del escenario. La palabra 'elegante' me recorría una y otra vez la mente.
¡El escenario y la zona de asientos eran enormes! O al menos a mí me lo parecía. Sólo podía compararlo al pequeño teatro que había en mi universidad. Edward me guió por los escalones y el suelo inclinado, asegurándose de que no había manera de que me cayera.
Nuestros asientos estaban justo delante del escenario. Se detuvo un momento por el camino para señalarme la zona donde la orquesta estaría sentada.
Cuando llegamos a nuestros asientos, me giré para poderlo ver todo mejor. Tuve que mantener los ojos fijos en mis pies de camino aquí. Ahora podía verlo todo sin miedo a caerme, quería memorizar cada detalle de este lugar.
Había palcos en la parte de arriba. Había asientos a nuestra izquierda y a nuestra derecha. Y había otros asientos elevados sobre las filas del final.
"Edward, ¿son estos buenos asientos?" pregunté, nerviosamente. ¿Y si Alice había elegido malos asientos y arruinaban su experiencia?
"Son excelentes, Bella. Estaremos justo delante sin nadie que nos bloquee la vista. Y el sonido de la música detrás de nosotros sólo mejorará la experiencia. No tienes que preocuparte por nada."
Solté la respiración que había estado conteniendo. Por supuesto que Alice sabía lo que estaba haciendo. ¿Por qué estaba dudando de ella?
Me giré para mirarle. Todo su nerviosismo se había ido. Ahora estaba contento y excitado. Verle feliz desvaneció mi propia ansiedad. Me relajé en el asiento, apoyando mi cabeza en su hombro.
La cortina que había sobre el escenario era de un color rojo oscuro y parecía muy pesada. Me pregunté si ya habría alguien detrás, o si todavía estaban preparándose.
Cuando la orquesta empezó a afinar sus instrumentos, empecé a emocionarme. Miré a Edward y sonreí con alegría.
"Ya casi es hora, cariño," dijo. Su sonrisa podía rivalizar con cualquier estrella fugaz.
Tenía que hacer algo para sacar algo de lo que estaba sintiendo o explotaría. Le tiré los brazos al cuello y le abracé fuertemente. Se rió y me devolvió el abrazo, besándome en el pelo.
"Creo que mi emoción te ha infectado," susurró.
"Creo que todo sobre ti me infecta. Pero sí, ahora mismo es tu emoción que se me ha contagiado." Me forcé a soltarle y sentarme quieta en mi asiento.
"¿Conoces esta historia?"
"¡Y quién no! Es tan romántica y oscura. El amor entre Raoul y Christine... El fantasma también la quiere, pero sólo como trofeo. Él se concentra en como se siente. Me siento un poco mal por él, pero creo que si quieres a alguien de verdad, harías lo que sea por esa persona. Eso incluye alejarte si es lo mejor."
"El amor puede ser una fuerza apasionada que ciega a aquellos con las mejores intenciones."
Me miró fijamente durante un rato. Me sonrojé, sintiéndome un poco tímida bajo la fuerza de su mirada. Me recorrió las mejillas con los pulgares, sonriéndome.
"Gracias por esta noche, Bella."
"Sin problema, Tutor-boy," solté una risita, intentando disminuir mis nervios.
¿Qué me pasaba esta noche? Mis emociones estaban alocadas. Estar enamorada de alguien era como un viaje en una montaña rusa. Pero dudaba que alguna vez quisiera bajarme mientras Edward fuera a mi lado. Me dirigió esa sonrisa torcida con los hoyuelos y mi corazón se me aceleró. ¡Estaba claro que era una montaña rusa y yo estaba atrapada en ella de por vida!
Las luces parpadearon y el zumbido del público se cayó inmediatamente. Miré a Edward para saber lo que estaba pasado.
Se inclinó y me susurró. "Están preparándose para empezar. Las luces se atenuarán pronto y la orquesta empezará a tocar. Entonces la cortina se levantará y la noche empezará."
Asentí mientras cogía su mano y la ponía en mi regazo. Iba a comportarme esta noche. No podía alejar su atención de la obra. Tendría que guardarme todas las preguntas para después. Eso iba a ser bastante difícil, pero lo haría por Edward.
Las luces se atenuaron y la música empezó justo como él había descrito. Miré la cortina, esperando a ver el menor de los movimientos. Finalmente empezó a moverse, doblándose sobre sí misma mientras subía sobre el escenario. Todavía no había nada que ver y el escenario estaba completamente a oscuras.
La orquesta empezó a tocar y la música aumentó de volumen hasta que parecía que el teatro entero estaba cubierto en sonido. Cerré los ojos, disfrutando la sensación del sonido llegándome y llenando mis oídos.
Sentí los labios de Edward en mi oído y oí un suave gracias sobre el sonido de la música. Sonreí tanto que me dolieron las mejillas. Quería gritar y patalear para mostrar lo increíblemente feliz que estaba de que esto iba perfectamente para él. Pero resistí ese impulso y en vez de eso le apreté la mano.
Las luces se encendieron en el escenario y todos los pensamientos de hacer algo aparte de prestar atención volaron. La música, los movimientos, las voces... era impresionante. Había tanto que mirar que me sentía como si se me escapase algo. ¡Normal que la gente viniese a ver esta obra muchas veces! Probablemente podías verla veinte veces y todavía encontrar algo que se te había escapado.
La obra duraba dos horas y media con un descanso de quince minutos, pero parecía que había acabado antes de que hubiera empezado. Me había reído, llorado, sentido como mi corazón se aceleraba por Christine y Raoul, y entonces me entristecí por como las cosas acababan. Verla en casa no era nada comparado a esto.
Cuando el descanso llegó finalmente, Edward se lo pasó casi entero doblado por la risa. No podía mantener el ritmo con todas las preguntas que le estaba haciendo. Al principio había sentido verdadera curiosidad, pero después de eso, sólo quería que siguiese riéndose. No había ningún otro sonido en la tierra que se pudiera comparar a eso. Me aseguré de parar antes de que el tiempo se acabase para que estuviera bien cuando la cortina volviera a levantarse.
Cuando la obra se acabó, me guió fuera del teatro y hacia nuestro hotel. Empecé con mis preguntas otra vez y Edward me tapó la boca con la mano, sonriéndome.
"Si no paras para respirar, me temo que te desmayarás. Además, estaba bajo la impresión de que querías llegar al restaurante para ver como bajaba la esfera."
Asentí, con su mano todavía sobre mi boca.
"Si quito la mano, ¿estarás tranquila?" preguntó, sonriendo.
Asentí de nuevo.
La quitó y la puso en mi mejilla. "Me alegra que estés tan emocionada, Bella. Pero me sentiría mucho mejor si fueras más lentamente y respirarás un poco más."
"Veré lo que puedo hacer sobre eso," me reí por lo bajo. "¿Lo has disfrutado?" pregunté, mordiéndome el labio.
Se rió suavemente mientras me rozaba el labio con sus dedos, para que no me lo mordiera. "Era más de lo que había soñado. Gracias."
"Era asombroso. Las luces, los sonidos... ¡Era impresionante! ¡No podré describirlo adecuadamente!"
Se rió y me abrazó contra su costado, haciendo que empezásemos a movernos otra vez.
"¿Tenemos tiempo para cambiarnos?" pregunté. La correa de la parte de atrás del tacón estaba empezando a rozarme la piel.
"Depende de lo rápido que puedas cambiarte."
"Te aseguro que una vez me desabroches el vestido estaré fuera de él y de estos tacones y con vaqueros y botines antes de que te quites los gemelos."
No estaba segura de lo que había dicho exactamente, pero algo hizo que Edward contuviera la respiración. Le miré y estaba mordiéndose el labio mientras me miraba fijamente, sus ojos verdes ardiendo. Conocía esa expresión. Esa era la expresión que tenía en su habitación cuando me presionó contra la puerta. No una buena expresión para tenerla ahora mismo.
Tiré de su brazo, para que siguiera moviéndose. Estaba riéndose por lo bajo suavemente mientras entrábamos en el vestíbulo del hotel. Ahora había guardias de seguridad por todas partes y Edward tuvo que enseñar nuestra llave de la habitación varias veces antes de que pudiésemos llegar a los ascensores.
Abrió la puerta de nuestra habitación y corrí tan rápido como mis tacones me lo permitían. Me dejé caer en el sofá y liberé mis pies, suspirando profundamente una vez que me había quitado los zapatos.
Me levanté de un salto y corrí hacia Edward. Estaba quitándose la corbata. Me quedé de pie delante de él, girándome para darle la espalda.
"¡Desabróchame!" ordené.
Se rió mientras estiraba el brazo y cogía la cremallera con sus dedos. Estaba esperando que fuera rápido y ya estuviera hecho. Pero lo que conseguí fue que los dedos de Edward me recorrieran lentamente la piel que iba revelando mientras bajaba la cremallera. Estaba mordiéndome el labio por dentro y rezando para que no me saliese sangre ni gimiera. Cualquiera de los dos me metería en problemas de alguna manera.
Me besó en el cuello. "Hecho."
"Con eso te quedas corto," murmuré mientras corría hacia el baño.
Había dejado mi maleta allí antes. Me quité el vestido, volviendo a colgarlo en su percha. Cogí mis vaqueros y empecé a subírmelos por las piernas.
"Bella."
Estaba agachada, tirando del pantalón sobre mi tobillo. Giré la cabeza a un lado para ver a Edward mirándome fijamente. Me di cuenta de que tenía una vista perfecta de mi trasero y las bragas negras de encaje que Alice había insistido en comprarme. La cara me ardía con el sonrojo mientras me levantaba rápidamente y me subía los pantalones hasta arriba. No podía girarme y darle la cara.
"¿Necesitabas algo?" Tenía los ojos cerrados fuertemente mientras rezaba para que no dijese nada sobre esto.
"Iba... um, yo... no importa."
La puerta se cerró y solté la respiración que había estado conteniendo. Cogí mi jersey azul con una mano temblorosa. ¡Estaba totalmente mortificada! ¿Por qué estas cosas siempre me pasan a mí? Empecé a llorar, el signo final de que estaría avergonzada hasta el punto de no retorno.
Me puse el jersey rápidamente, enfadada de que estuviera llorando. ¿Por qué había tenido tanta prisa? Si me hubiera tomado un segundo para cerrar la maldita puerta... Me senté en el borde de la bañera, mirándome fijamente los pies.
Llamó a la puerta. "¿Bella? ¿Estás bien?"
Sorbí y me limpié los ojos. "Sólo otro minuto."
"Tómate tu tiempo."
Respiré, mirándome en el espejo. Sacudí la cabeza y me reí por lo bajo al verme. Esta noche sí que era como una montaña rusa para mí.
Cogí mi móvil del mostrador. Iba a hacer algo muy raro para mí. Iba a llamar a alguien para pedir ayuda.
"¿Bella, estás bien?" preguntó la asustada voz de Angela.
"Estoy bien. Físicamente, de todos modos."
"¿Qué pasa? ¿Qué te ha pasado?"
"Me he avergonzado a mí misma hasta llorar."
"¡Oh, no! ¿Qué ha pasado? ¿Te has caído?"
"Yo..."
"Bella, soy yo. He estado contigo durante mucho tiempo. ¿Recuerdas la guardería y el problema con el vestido?"
Empecé a reírme, sabiendo que esa era la intención de Angela. "Sí, me acuerdo."
"¿Qué ha pasado? ¿Por qué está la intrépida Bella Swan, mi mejor amiga, perdiendo el control?"
"Se me olvidó cerrar la puerta y Edward entró cuando mis pantalones estaban por mis rodillas y estaba agachada intentando ponerme bien una de las piernas del pantalón."
"¡Oh, no, Bella!"
"No puedo salir por esa puerta y darle la cara."
"Puedes y lo harás."
"No sé como."
"De acuerdo, no es la manera más convencional para que tu novio te vea el culo por primera vez. Hay cosas peores que tu novio encontrándose contigo así."
"¿Cómo qué?" resoplé.
"¡Que fuera un total desconocido! ¡O Ben! Bella, creo que deberías respirar hondo y tranquilizarte. He visto como te mira Edward. Te adora. Estoy segura de que no se meterá contigo. No es como si pasase con Emmett alrededor."
"Pequeños favores," murmuré.
"¡Isabella Marie Swan, aguántate!" gritó Angela. "¡Estás siendo ridícula! Claro que ha sido embarazoso, ¿pero y qué? ¡Estás en Nueva York con el hombre que amas y tienes veintitrés minutos para coger tu cámara y hacer fotos de esa esfera bajando para mí! Si vienes a casa sin ellas, haré algo mucho más embarazoso para ti. ¿Nos entendemos?"
"Sí," tragué saliva.
"Bien. Dile hola a Edward de mi parte," se rió mientras colgaba el teléfono.
Miré fijamente mi móvil durante un momento. Parecía como si Angela hubiera sido de repente poseída por Alice. Sacudí la cabeza mientras suspiraba y me levanté. Cogí una toalla y me sequé la cara. Comprobé mi camiseta, asegurándome de que al menos me la había puesto correctamente.
Cogí unos calcetines y me los puse. Me puse mis botines y fui hasta la puerta. Respiré hondo y la abrí. Edward estaba sentado en el borde de la cama, esperándome. Hora de averiguar lo que diría exactamente. Suspiré y salí del baño, lista para encontrarme con mi destino.
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