"¡Edward!" se rió Bella mientras tiraba de ella por la calle, un poco impaciente por ver su reacción con mi primera sorpresa. "¿Acaso sabes a dónde vamos?"
"Por supuesto, Bella. He preguntado."
Me forzó a parar y me acercó a ella. "¿Me estás diciendo que de todos los hombres del mundo, he conseguido el que pide indicaciones?"
"Haré lo que sea para asegurar que seas feliz, Bella. Te amo." La abracé y la besé.
"¡Mira qué monos son!" gritó alguien.
Bella y yo nos separamos y levantamos la mirada. Había un hombre y una mujer de unos cincuenta años mirándonos fijamente.
"Parecéis salidos de una postal," continuó la mujer. "¡Oh! ¿Podría haceros una foto, por favor? ¡En Florida nadie creerá que de verdad vi esto!"
Miré a Bella. Se sonrojó, pero asintió con la cabeza.
"Vale," dijo suavemente. "Pero sólo si también hacéis una foto con mi cámara."
"¡Herb! ¡Coge su cámera! ¡Hagamos la foto!" gritó la mujer.
Bella le dio la cámara y se giró para mirarme. Le sonreí y me devolvió la sonrisa. La abracé y la besé como había hecho antes de que fuésemos interrumpidos. Sonreímos contra los labios del otro mientras oíamos los clicks de las cámaras.
"¡OH!" gritó la mujer.
"Marjorie," suspiró el hombre. "Necesitas dejar de hacer eso antes de que destruyas lo que queda de mi oído."
Bella y yo nos reímos por lo bajo mientras nos separábamos. La pareja nos devolvió nuestra cámara y nos agradeció otra vez que les dejásemos hacer la foto. Miré sobre el hombre de Bella mientras ella miraba las fotos de nuestra cámara digital.
"¡Edward! Sí que parecemos una postal con el escapare detrás y la nieve cayendo. Tenemos que imprimirla tan pronto como lleguemos a casa. ¡También sé donde quiero ponerla!"
La agarré de la cintura y empecé a guiarla por la calle otra vez. "A Alice le encantará encargarse de imprimir todas las fotos."
"No. Quiero guardarlas todas en un disco, y sólo imprimir las especiales. Quizás incluso podemos hacer un álbum de recortes con los resguardos de las entradas para la Ópera. Deberíamos asegurarnos de coger un programa si tienen."
"No me había dado cuenta de que eras tan sentimental, Isabella," dije mientras me inclinaba y la besaba en su suave cuello.
Dejó de andar y me miró con una expresión muy seria. Esto iba a ser uno de esos momentos donde me dejaba ver más de su corazón y su mente. Me aseguré de que supiera que le estaba prestando atención.
"Nunca lo he sido. La verdad es que nunca entendí por qué a mi madre le encantaban los álbumes de recortes, especialmente porque nunca acababa los que empezaba. Y entonces ver todas las fotografías de tu familia que tu madre tiene por la casa..." Bella sacudió la cabeza lentamente, sin apartar sus ojos de los míos. "Pero ahora, todo lo que quiero es asegurarme de que nunca olvido un segundo del tiempo que tengo contigo."
"Bela, ¿por qué hablas como si supieras algo que yo no sé? ¿Por qué hablas como si esto fuera a acabarse en cualquier momento?"
"Quizás porque todo parece demasiado bueno para ser verdad, Edward. Has admitido que sientes lo mismo."
"Sí, pero no me molesta."
"¿Por qué no?" Frunció el ceño mientras arrugaba la nariz.
"Porque no tengo ninguna intención de dejar que esto acabe. Te amo y no quiero nada más que estar contigo cada segundo del día. Esta es la única vida que tenemos, Bella. Me niego a desaprovechar un solo momento contigo. Eres demasiado valiosa para algo menos."
"¿Cómo haces eso?"
"¿El qué?"
"Disipar todas mis preocupaciones diciendo las palabras perfectas que necesito oír en ese momento."
"Bueno, ¿sabes?, encontré un libro maravilloso que me está siendo muy útil." Sonreí mientras la presionaba contra mi pecho.
"¿De verdad? ¿Cómo se llama?" preguntó, jugando con el cuello de mi abrigo.
"Se llama 'Cómo hacer que Bella Swan se enamore de ti'," me reí por lo bajo.
"¿Qué harás cuando mis admiradores encuentren el libro?"
"No es posible. He comprado todos los ejemplares y los derechos de publicación."
Bella se rió, dejando que su cabeza cayese hacia atrás y su pelo cayera tras ella. Sus ojos le brillaban con amor y humor mientras se incorporaba y me miraba fijamente. "Edward, te amo."
Sonreí la sonrisa torcida que le gustaba y le enseñé mis hoyuelos. Se rió y me abrazó por un lado mientras seguíamos andando. No mucho después llegamos a nuestro destino.
"¡Edward! ¡Mira! ¡Es el árbol de Navidad!" Bella empezó a saltar, recordándome a Alice. Pero a diferencia de Alice, se resbaló en la húmeda acerca y cayó justo en mis brazos.
Me reí mientras la incorporaba. "Esta es tu primera sorpresa. Tenía la sensación de que te gustaría. También pensé que quizás me dejarías llevarte a patinar sobre hielo como tu segunda sorpresa. Después de que le hagamos fotos al árbol, por supuesto."
"¿Patinar, Edward? ¿Quieres pasar la noche en el hospital en vez de en la Ópera?"
"Bella, te prometo que no te harás daño. No te soltaré así que será imposible que te hagas daño."
"Más te vale, Tutor-boy," dijo, dándome con un dedo en el pecho. "O te arrepentirás.
"¡Sí, señora!" me reí por lo bajo, besándola rápidamente.
La verdad es que creo que más que patinar nos reímos en la hora y media que pasamos en el hielo. Sin importar como intentase ayudarla, los pies de Bella no escuchaban. Cada vez que intentaba sujetarla con menos fuerza, uno de sus pies la liaba y empezaba a caerse. Hacia el final, me rendí y simplemente la sostuve contra mi pecho mientras nos empujaba por el hielo.
Me contó historias de los intentos de su familia de ayudarla a patinar y por una vez estaba sonriendo y riéndose mientras hablaba de sus padres. Creo que tuve una pequeña epifanía en ese momento – nos estábamos curando el uno al otro. Bella me estaba enseñando como confiar en alguien de nuevo y yo la estaba ayudando a recordar a sus padres sin que se pusiera triste.
Una vez que dejamos de patinar, fui con Bella a la siguiente parte de su sorpresa. Imaginé que esta le gustaría mucho más ya que no requería patinar o andar. Y esta era por la que yo estaba más emocionado.
Bella se detuvo en diferentes sitios por el camino para hacer fotografías. No eran las fotografías que se espera que un turista haga. Pero una vez más, Bella nunca hacía lo que se esperaba. Mientras las hacía, me explicaba su razonamiento sobre ellas. Esta mujer era absolutamente brillante y hubiera pensado eso incluso si no la amase. Era fascinante como funcionaba su mente.
Se paró para hacer una foto de un hombre durmiendo en un banco.
"¿Bella, por qué le has hecho una foto?" pregunté suavemente.
"Él es un recordatorio de que la vida puede ser cruel."
"¿Cómo sabes que él no ha elegido vivir en la calle?"
"No importa."
"Explica eso, por favor."
"Digamos que decidió vivir en la calle, Edward. ¿Qué haría que una persona decidiera alejarse así del mundo? ¿Qué podría haberle causado tanto dolor que prefiriera un banco en vez de la comodidad de una cama de verdad? Y si no eligió su situación, entonces ¿qué desgracia le ha llevado hasta aquí? ¿Se lo merecía por ser cruel con los demás? ¿Fue imprudente e hizo demasiadas malas decisiones? ¿Era cabezota y se negó a pedir ayuda antes de llegar a este punto? Eligiera su situación o no, la vida es cruel por dejar a un alma en la calle así."
Me quedé ahí, completamente sin palabras. No había nada que pudiera decir. Lo único que me recorría la mente era que Emmett tenía razón. Ella era mucho más lista que yo. Era absolutamente brillante. Sus ojos observaban el mundo y veían de él mucho más lejos y con más profundidad de lo que cualquier otra persona era capaz. Me sentía orgulloso y con mucha suerte por poder estar a su lado en este momento. Empezamos a andar otra vez y llegamos a nuestro destino poco después.
"¿Por qué estamos en Central Park, Edward?" preguntó Bella, frotándose los brazos con sus manos enguantadas. "¿No hemos andado suficiente hoy? Estoy empezando a convertirme en un polo."
Me reí de ella mientras añadía mis manos, esperando que la fricción la calentase un poco. "Estoy de acuerdo en que hemos andado suficiente. Pero sólo tenemos que andar varios metros más."
Bella suspiró y me extendió su mano. Se la cogí y la guié en el parque y por una curva. Allí parado, justo como yo había dispuesto, estaba un coche de caballos con un precioso caballo blanco. El conductor estaba sentado en el asiento, esperando pacientemente, sujetando un cartel que decía 'Cullen'. Bella lo vio y soltó un grito ahogado.
"¡Edward!" susurró mientras me miraba fijamente. Sus maravillosos ojos llenos de sobrecogimiento.
"Pensé que disfrutarías un paseo por el parque," dije, esperando que esta sorpresa la alegrase.
Sonrió y se lanzó a mis brazos. Me besó en la mejilla y me abrazó más fuerte. "Es perfecto, Edward. Gracias."
"Supongo que sois el Sr. y la Sra. Cullen," interrumpió el conductor. "Los recién casados son los mejores clientes de estos paseos. Sé que hace un poco de frío, pero realmente habéis elegido el mejor día para este paseo."
Quería oponerme y aclarar su confusión, pero Bella me detuvo con una mano en mi brazo.
"Cariño," dijo, sonriéndome malignamente. "Creo que nuestro conductor tiene razón. Es un día perfecto para un paseo."
Le sonreí y la ayudé a subirse al carruaje. Me senté a su lado y nos cubrimos con la manta que nos estaba esperando. Bella se acurrucó fuertemente contra mi costado, apoyando la cabeza en mi pecho.
"¿Por qué me paraste para que no le corrigiera?" susurré mientras recorríamos el parque.
"Hubiera llevado demasiado tiempo. Estaba impaciente por disfrutar tu sorpresa. ¿Por qué? ¿Te ha molestado?" me susurró.
No le contesté. Simplemente la presioné más fuerte contra mí. Necesitaría pensarlo, pero ahora mismo, sólo quería concentrarme en Bella. Sus mejillas estaban rosadas por el frío día y su sonrisa era espléndida. Sus ojos se movían de un lado a otro, intentando asimilarlo todo a la vez.
Sonreí para mi mismo. Bella y yo podríamos ir a cualquier sitio juntos y ella encontraría algo interesante sobre el lugar. La mayoría de las mujeres se habrían aburrido o se hubieran sentido decepcionadas con nuestro despreocupado día, pero Bella estaba extremadamente satisfecha. ¡Otra forma en la que ella era diferente a cualquier otra mujer que había conocido!
Demasiado pronto, el paseo se acabó. Bella había pasado casi quince minutos asaltando al conductor con millones de preguntas. ¿Le gustaba su trabajo? ¿Cuál era su parte favorita? ¿Cómo llegó a esta carrera? ¿Estaba casado? ¿Tenía hijos? ¿Cómo eran los miembros de su familia? ¿Disfrutaba de Nueva York? ¿Alguna vez deseaba vivir en otra parte? El pobre conductor nunca supo con quien se había encontrado. Sonreí mientras observaba su cara. Al principio estaba aprensivo con sus primeras preguntas, pero mientras el interrogatorio avanzaba, pude ver que estaba fascinado con mi Bella.
Sacudí la cabeza, recordando las palabras de Emmett de esa primera noche. Esa chica va a ser la muerte de quienquiera que acabe con ella. Mantener el ritmo de Bella iba a ser un desafío, pero yo estaba más que feliz de afrontarlo de cabeza.
Hice señas a un taxi para poder sacar a Bella del frío. Lo último que quería era que se pusiera enferma en nuestro primer viaje juntos. Sonreí para mi mismo mientras pensaba como este sería el primero de muchos.
Volvimos al hotel y decidimos que una siesta nos sentaría bien. Teníamos la Ópera esta noche y Bella quería ir a Times Square después para hacer fotos de la bola bajando para Rosalie.
"¿Edward, has puesto el despertador de tu móvil?" preguntó, acurrucándose debajo de las mantas. Bostezó fuertemente y soltó una risita mientras se tapaba la boca.
"Sí, cariño. Está puesto con tiempo de sobra para que nos vistamos."
"Compruébalo de nuevo."
"Bella, acabo de ponerlo."
"¡Por favor, Edward! No quiero correr ningún riesgo de que nos perdamos la ópera."
Puse los ojos en blanco, pero hice lo que me pedía. No le podía negar nada a esta mujer sin importar lo tonta que pensase que estaba siendo. Me metí en el menú del despertador y le enseñé la pantalla. Sonrió y suspiró alegremente. Me metí bajo las mantas y me la acerqué. La besé en la cabeza y cerré los ojos, recordando el día en mi mente.
Parecía que acababa de cerrar los ojos cuando el despertador de mi móvil empezó a retumbar en la habitación. Bella se giró y murmuró algo incomprensible. Me reí suavemente mientras cogía mi móvil y apagaba el despertador. Me senté y me froté las manos por la cara y por mi pelo. Dormir en la ropa que llevábamos puesta durante el día no era una buena idea, pensé para mí mismo. Estaba agarrotado de haber dormido con los vaqueros.
Extendí la mano y sacudí suavemente el hombro de Bella. "Bella, hora de levantarse."
Murmuró algo y hundió la cabeza todavía más en la almohada. Iba a ser difícil. Me reí en voz baja. La última señal de la cabezonería de Bella era su habilidad para negarse a despertarse si no quería. Con cuidado la puse boca arriba y la besé en los ojos, la nariz y las mejillas.
"Bella."
"Dos minutos más, este sueño es excelente. ¡No espera! Que sean cinco."
"Bella," me reí, rozando con los dedos su costado, sabiendo que le hacía cosquillas.
Soltó una risita e intentó alejarse de mí. "¡Tramposo!"
"Tú eres la que insistió en que comprobase dos veces el despertador."
Abrió los ojos y me sonrió tan cálidamente que me quedé sin respiración. "Tengo que asegurarme de que vives tu sueño, Edward."
Llamamos al servicio de habitaciones y nos comimos una comida rápida juntos antes de arreglarnos. Bella me forzó a ducharme primero, diciendo que ella necesitaría el baño durante más tiempo que yo. Estaba seguro de que tenía razón, pero el caballero en mí se sentía un poco culpable.
Nunca me había sentido más nervioso. Sabía que era tonto. Sólo era una Ópera. ¡Pero este había sido mi sueño durante tanto tiempo! ¡Y Bella estaba conmigo! Dos sueños juntos en una noche. Era casi más de lo que mi corazón podía soportar. Y para empeorar las cosas, parecía que no podía llevar la cuenta de las piezas de mi traje. Perdí los gemelos tres veces en cinco minutos, había perdido mi corbata completamente, y sólo encontré uno de los calcetines negros.
Escuché a Bella aclararse la garganta detrás de mí. Me giré para verle sujetando mi corbata entre dos dedos.
"Edward," dijo suavemente. "Necesitas tranquilizarte. Vas a volvernos locos. Y nunca estarás vestido a tiempo si sigues perdiendo la ropa por la habitación. Lo que debo decir que es una pena, ya que esta habitación no es tan grande."
Respiré hondo y me forcé a relajarme. Bella se acercó a mí y me besó ligeramente.
"Estás adorable cuando estás nervioso."
Me reí por lo bajo y la abracé. "Lo siento. Es difícil no estar un poquito nervioso. Realmente esto es un sueño que tenía desde hace mucho tiempo."
"Me alegra que pueda darte esto y compartirlo contigo, Edward."
"Yo también. Te prometo que intentaré mantener la calma."
"Eso es todo lo que pido." Me besó otra vez antes de entrar en el cuarto de baño para acabar de arreglarse.
Bella me había calmado lo suficiente para que pudiera concentrarme. Encontré mi calcetín, me ajusté los gemelos y me puse los zapatos y la chaqueta. Estaba arreglándome la corbata cuando ella salió del cuarto de baño. Palabras como 'diosa' o 'seductora' no podía describir con precisión lo impresionante que estaba con el vestido que Alice le había comprado. Estaba realmente exquisita.
"Bella, ahora mismo eres la perfección."
Se sonrojó y me sonrió tímidamente. "Tú también estás muy guapo, Tutor-boy."
Le sonreí, al saber que estaba usando el humor para cubrir su vergüenza. "Preciosa, preciosa, preciosa, Bella."
Levantó una ceja y me sonrió con malicia. "Eso no es una frase, Edward."
"Verdad, pero me has dejado incapaz de hablar coherentemente. Por tanto, la mejor manera de expresar tu belleza es repetir la palabra."
Se acercó más a mí y me indicó con un dedo que me acercara. Hice lo que me pedía.
"Diría que tu discursito era muy coherente. Gracias por los maravillosos cumplidos."
La besé rápidamente antes de incorporarme para acabar de ponerme la corbata. "Puede que estuviera haciéndote un cumplido, pero también estaba diciendo la absoluta de verdad."
Bella miró en su pequeño bolsito para asegurarse de que las entradas todavía estaban ahí. Sonreí por lo cuidadosa que estaba siendo con nuestros planes. Cogí nuestros abrigos y le indiqué que saliera. Recorrimos el hotel hasta que llegamos al vestíbulo.
Bella tiritó cuando el viento helado le dio en las mejillas. Me alegraba de que había mirado en su armario para encontrarle un abrigo adecuado ayer. La había forzado a que me dejase comprarle un vestido hasta los pies específicamente para este vestido. Si hubiera llevado el suyo normal, el corto paseo hubiera sido demasiado con el viendo dándole en las piernas.
"Tenías razón," dijo de repente mientras se apoyaba contra mi costado.
"¿Sobre qué?" esa frase podía significar tantas cosas.
"Necesitaba este abrigo."
Me reí de ella porque había pensado lo mismo que yo. "De nada."
Me abrazó más fuerte mientras andábamos por la calle. Íbamos a cumplir uno de mis sueños juntos. Esta era claramente la mejor noche de toda mi vida y todavía ni siquiera había visto la Ópera.
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