Las semanas pasaron volando. Entre la universidad y Edward, no tenía tiempo para pensar demasiado en los cambios que venían durante el fin de semana. Pero ahora era sábado y el día de la mudanza estaba sobre nosotros.
Alice había sido horrible toda la semana mientras decidía lo que dejaría y lo que se llevaría al piso. La verdad es que decidió que casi todo se quedase y me obligó a ir al centro comercial muchísimas veces para ayudarla a elegir su armario para el piso. ¡Estaba aprovechándose completamente de sus últimos días con su querida tarjeta de crédito!
Yo no me fui sin ropa para mí. Alice me advirtió que la necesitaría con Esme tan cerca. Dijo que me podían llevar a cualquier parte y podían presentarme en cualquier momento. ¡Entonces tuvo la cara de decir que no estaba intentando asustarme!
Me alegraba al notar que mis sueños no habían vuelto. No estaba segura de si pasaría el fin de semana sin pesadillas, pero lo esperaba. Sabía que Edward también esperaba eso. Muchas veces le pillé observándome, como si estuviera intentando mirar en mi cabeza para ver si mis sueños estaban allí acechando. Había sido extra tierno y cuidadoso conmigo toda la semana.
La verdad es que empezaba a ser un poco irritante. Yo no era una muñeca de porcelana. Sí, tenía pesadillas, ¡comos si fuera para tanto! Mucha gente lo pasaba peor que yo. Pero antes de que mi lengua pudiera arremeter, me recordaba que Edward sólo lo hacía porque me quería mucho. Sin embargo, si seguía así después del fin de semana, le sentaría y le dejaría las cosas claras.
Emmett y Rose estaban desmontando su habitación. Alice y Jasper estaban limpiando la habitación de nuestros padres. Emmett y yo no éramos capaces de hacerlo. Edward estaba ayudándome con la mía.
"No sé cuantas cosas esperas guardar si sigues mirando fijamente la habitación," dijo Edward con una sonrisa maligna.
"No sé por donde empezar," me encogí de hombros.
"¿Por qué no empezamos con algo que estés completamente segura de que quieres traerte?"
"No quiero llevarme muchas cosas. No quiero apoderarme de toda tu habitación."
Edward me rodeó con sus brazos y me apretó contra su pecho. Me mordisqueó la oreja y suspiré con alegría. "Bella, es nuestra habitación y hay espacio de sobra."
"¿Crees que todo esto se está moviendo demasiado rápido?"
"Considerando que quería tenerte siempre a mi lado desde la segunda semana después de conocerte, la verdad es que no."
"¡Edward, eres tan bromista!"
Me separé de él y fui hasta mi colección de libros. Me arrodillé delante de la estantería y pasé la mano por los lomos de mis libros. Edward puso una caja a mi lado.
"¿Por qué no te encargas de los libros y yo de tus CDs?"
"No los quiero todos. ¿Por qué no cambiamos? Sí que quiero todos los libros. Encárgate tú de eso y yo cogeré los CDs que quiera realmente."
"¿Por qué tienes CDs que no quieres?"
Me reí, apoyándome contra la cómoda y mirando entre los CDs que había allí guardados. "Mis padres me los regalaban, sin tener ni idea de lo que estaban haciendo. Hay uno de Pat Boone que estoy segura que te encantará tener."
"¡Quémalo, Bella! ¡No dejes que se acerque a mí!"
"¡Ja! ¡He encontrando algo que da miedo a Edward Cullen! ¡Ten cuidado, Tutor-boy! ¡El Sr. Boone podría esconderse en tu armario y salir de allí un día para torturarte con sus canciones!"
"Muy divertido, Isabella."
"¿Y Sinatra? ¿También le tienes miedo?" pregunté, sacando su CD.
"No. Tiene algunas canciones que me gustan."
"¿De verdad?"
"¿Nunca has escuchado su CD?"
"Nunca desenvolví el CD, Edward."
Edward suspiró y se levantó, mirándome de mala manera y sonriéndome con malicia. Era una combinación interesante. Cogió el CD y lo desenvolvió. Abrió la caja, lo sacó y lo puso en el reproductor de música. Se saltó algunas canciones hasta que encontró la que quería.
"Se llama 'Let's Fall in Love'. Y para mí sería un honor que me concedieses este baile."
"Edward," dije entre risitas, mientras me cogía la mano y me rodeaba la cintura con un brazo.
Sostuvo nuestras manos entrelazadas contra su hombro mientras nos movíamos por la pequeña habitación, sin apartar sus ojos de los míos. Me di cuenta de que así era como le había descrito la vez que vi a mis padres bailando por última vez. Apoyé la cabeza contra su pecho, llena de asombro ya que él siempre parecía saber lo mejor que hacer o decir.
"Tienes razón. Esto no está nada mal," susurré. Podría haber hablado más fuerte, pero el momento era mágico y no quería arriesgarme a romper el hechizo. Pero todas las canciones tiene un final y esta también lo tenía.
Edward me abrazó con fuerza. "Cada vez que bailamos lo haces mejor."
"Eras idéntica a mamá, Bella," dijo Emmett.
Levanté la mirada y le vi en la puerta con Rose. "Creo que necesitas ir al oculista."
"No, creo que tú necesitar ir al oculista," contestó Emmett solemnemente. "Eras idéntica a mamá, pero más guapa."
Me sonrojé y me escondí contra Edward.
"¿Puedo hablar contigo a solas, Bella?" preguntó Emmett.
"¿Por qué no dais un paseo mientras nosotros acabamos de recoger?" ofreció Edward.
"¡Buena idea!" le contesté, besándole en la mejilla.
Emmett ya se había ido al piso de abajo. Le seguí. Juntos fuimos a la cocina y salimos por la puerta de atrás.
"¿Qué pasa, hermano oso?"
"Quería preguntarte eso, enana. Sé que Edward te ha dado el anillo y la promesa y todo eso, pero supongo que no creía que fuera tan serio como lo que tengo con Rosie. Creía que simplemente estabais un poco tontos por eso de que es tu primer novio y su primera novia en mucho tiempo. Supongo que nunca os vi más allá de saliendo de vez en cuando. Me gusta Edward y sé que te hace feliz, pero estoy preocupado. Nunca has salido con nadie más y odiaría ver como vas muy en serio con Edward y después descubrieses que sólo eran hormonas o un encaprichamiento y no algo que dure mucho. No quiero que sufráis."
"Emmett, eres tan tierno. Serás un padre fantástico cuando Rose y tú decidáis tener hijos. Aprecio tu preocupación, de verdad. Y puedo entender por qué te preocupas. Pero Emmett, necesitas escucharme y creerme cuando te digo que amo a Edward. Le amo con todo mi corazón y toda mi alma. Le amo a él y sólo a él y sólo estaré con él. No porque sea el primer chico que me ha interesado o porque sea el primero al que le importe lo suficiente como para llegar a conocerme de verdad. Sino porque es así como me siento por él. Cuando no estoy con él, es como si me faltara mi otra mitad. Cuando pienso en los días próximos, pienso en lo que estaré haciendo con él o para él. No veo ningún día en mi futuro que no incluya a Edward de alguna manera. Y entre tú y yo, no quiero que los haya. Sé que esto ha sido difícil para ti, darte cuenta de que tengo veinte años y no doce, y de que en algún momento por el camino he desarrollado un cuerpo caliente…" esperé que mi frase alcanzase a mi hermano. Me mordí el labio con anticipación y me recompensó con su estruendosa risa haciendo eco en el jardín trasero.
"¿Cuerpo caliente, eh, Bella?" dijo Emmett con un guiño.
"Tú eres el que me magulló intentando taparme," bromeé, clavándole un dedo en el costado. "Bromas aparte, Emmett. Realmente amo a Edward. Quiero casarme con él cuando acabe la universidad. Planeo pasar toda mi vida con él."
"Siento haberte tratado como a una niña pequeña. Supongo que cuando te miraba veía el recuerdo de la desgarbada enana, en vez de la preciosa Bella que tengo delante."
"Bueno, ¿y qué vamos a hacer con la casa?"
"Por ahora, voy a dejarla como está. Con todas las cosas. Vamos a darles una oportunidad a vivir en otra parte y si por alguna razón las cosas no van bien, todavía tenemos este sitio."
"Estoy segura de que Rose y tú estaréis bien, Emmett."
"Y estoy empezando a ver que tú y Edward también estaréis bien."
"Probablemente deberíamos volver y ayudarles. Después de todo, son nuestras cosas."
Tardamos algunas horas en acabar con todo. Emmett y yo acabamos dejando muchas cosas en la casa, al no querer separarnos todavía de ellas, pero tampoco queríamos llevárnoslas. Nuestrafamilia era muy comprensiva.
Emmett y yo fuimos a la habitación de nuestros padres. Alice y Jasper nos habían dicho que la habitación estaba limpia. Emmett abrió la puerta lentamente. Entré primero, preparándome por los recuerdos que aparecerían. Pero no recordé nada. La habitación estaba vacía, excepto por algunas cajas encima del colchón. Alice me había dicho que en las cajas había fotos y el joyero de mi madre.
"Está tan diferente," dije con suavidad.
"Sin sus cosas, no puedo recordar como era esta habitación con ellas dentro. Hace años que no entraba aquí."
"Todo el amor que había entre ellos… todos los años que estuvieron juntos… No hay nada para enseñarlo. Están muertos y se han ido y nadie sabe que vivieron."
"Estás tan equivocada, Isabella Marie. Te pasas tanto tiempo echándoles de menos que te vuelves torpe. Tú y yo somos las pruebas de que vivieron. La manera como vivimos nuestras vidas, las personas buenas que nos rodean… Esa es la prueba de que fueron buenos padres. Es horrible que no pudieran quedarse. También les echo de menos. Pero es hora de ser feliz por las veces que estuviste con ellos en vez de llorar por las que nunca tendrás. Están observándonos, ya sabes. Y por muy orgullosos que se sientan, cada vez que te pones triste, también les pones tristes a ellos. Sé feliz para que ellos puedan ser felices por ti."
"¿Cuándo te has vuelto tan profundo y listo?" pregunté con una sonrisa.
"Normalmente pasa cuando tú empiezas a ser estúpida. Quizás deberías ser estúpida más a menudo."
"¡Ja, ja! ¿Y cómo no les echo de menos cuando piense en ellos?"
"Bueno, podrías empezar con sonreír cuando piensa en ellos en vez de arrugar la frente. Entre tú y yo, ¡esa arruguita que te sale es fe-a!" dijo Emmett, fingiendo asco.
Me reí y le abracé con fuerza. "¡Eres el mejor hermano del mundo, Emmett Swan!"
"¿Puedo tener eso con forma de trofeo? ¡Ya sabes, mi cumpleaños se está acercando!"
Me reí y sacudí la cabeza. "¡Venga! ¡Vamos a llevar tus cosas a casa de Rose!"
Seis horas más tarde, Jasper y Emmett iban a devolver el camión con Rose y Alice siguiéndoles para llevarles a sus nuevas casas. Yo estaba tumbada en el sofá de Edward, exhausta. Edward estaba mirando mis CDs y añadiéndolos a los suyos.
Sonreí por lo feliz que estaba de incluirme en su vida. Cerré los ojos e intenté ignorar el dolor de pies. Tendría que empezar a correr otra vez. Ahora que no estaba trabajando, mis músculos se estaban ablandando.
"¿Te di alguna vez las gracias por la manera tan brillante de cambiar mis CDs durante el juego?" preguntó Edward de repente.
Lo pensé durante un segundo. "Creo que no. Y no es que haga falta. Sabía que los CDs eran importantes para ti así que imaginé que esa era una buena manera de ganar el desafío y mostrarte al mismo tiempo que era una buena amiga."
"Funcionó," se rió Edward.
"Creo que quiero empezar a correr otra vez."
"¿A qué viene eso?" Edward se rió por lo bajo.
"Me duelen los pies. Ya no trabajo y las piernas y los pies se me están ablandando."
Escuché que algunas cajitas chocaban y entonces sentí que me levantaban las piernas. Abrí un ojo y vi a Edward quitándome los zapatos y los calcetines. Cogió mis pies y empezó a darles un masaje.
"¡Wow!" suspiré. "¿Hay algo que no sepas hacer?"
"Según tú, tocar la guitarra y colocar luces me superan."
Me reí mientras abría los ojos para mirarle. "Estoy segura de que también aprenderás a hacer eso con el tiempo. Gracias."
"De nada. ¿Y eso de correr?"
"Solía correr por las mañanas. Siempre que no piense en mis pies, soy una corredora bastante buena. Andar es lo que me supera."
Edward se rió de eso. "¿Alguna vez has corrido en una cinta?"
"¡Claro! Emmett guarda unas cuantas en el sótano en casa. Le gusta practicar ese baile del grupoOK Go," dije, esperando que notase mi sarcasmo.
"¿Qué?" se rió.
"Trae tu portátil. Te lo enseñaré."
Se levantó y fue hasta su mochila. Me trajo su portátil, ya encendido para mí. Me metí en Internet y me metí en mi página favorita de encontrar trucos estúpidos. Escribí OK Go y me metí en el video para su canción 'Here It Goes Again'. (a.n.: ese video existe de verdad, lo podéis ver en youtube, vale la pena.)
Me acerqué a Edward para que pudiera ver la pantalla conmigo. Vimos juntos el video, riéndonos por lo bajo todo el tiempo. Al final, empezamos a reírnos incontrolablemente.
"Oh," dijo, limpiándose las lágrimas que se le habían saltado. "¿Cómo encontraste eso?"
"Ben, el novio de Angela estaba buscando cosas de ninjas y se encontró con eso. Se lo enseñó a ella y sabía que me encantaría así que me lo enseñó a mí. ¿Qué te ha parecido?"
"¡Emmett se mataría intentando hacer eso!"
"Los osos no van bien con las cintas," me reí entre dientes. "Además, soy lo suficientemente lista para saber cuando no enseñarle cosas a Emmett. Por lo que sé, nunca ha visto esto."
"Probablemente eso sea una buena idea. Pero volviendo a lo de las cintas, estaba pensando que podías usar las máquinas del gimnasio los días que Emmett, Jasper y yo vayamos."
"Lo pensaré. Sería divertido ver a Emmett levantando pesas otra vez. Hace tiempo que no le veo. Y siento curiosidad por ver que haces allí para mantenerte tan mono."
Edward se rió de mí y le sonreí.
Antes de que abriera la boca, sabía que lo iba a decir y decidí hacerlo antes. "Eres tan absurda, Bella," dije, imitando su voz.
Se rió más fuerte y me abrazó. "Te amo, mi absurda Bella."
"Te amo, Edward."
"¡Edward! ¡Bella! ¡A cenar!" nos llamó Esme.
"¡Oh! ¡Eso requiere andar!" gemí.
"Ponte de pie en el sofá, Bella," me dijo Edward, mientras se ponía de pie delante de mí.
Me levanté. Se giró, dándome la espalda.
"Súbete."
"Edward," me reí. "¿Estás loco?"
"¡Súbete ya!" dijo.
"Si te rompes la espalda, será tu culpa," contesté, rodeándole con los brazos y las piernas.
"No me aprietes tanto el cuello o me desmayaré," se rió entre dientes.
Se lo solté un poco con un millón de mariposas en el estómago. Puso los brazos bajo mis piernas y salió andando de la habitación. Se detuvo delante de las escaleras y dio un salto conmigo. Chillé y hundí la cara en su cuello. Se rió y empezó a bajar las escaleras.
Esme estaba esperando abajo para ver por qué hacíamos tanto ruido. Nos vio y empezó a reírse. Edward de alguna manera consiguió encogerse de hombros mientras me sujetaba. Esme le dio un golpe en el hombro con su paño de cocina cuando pasamos por delante de ella de camino a la cocina.
Carlisle levantó la mirada y empezó a reírse al vernos. "Edward, ¿qué estás haciendo?"
"A Bella le duelen los pies," dijo riéndose, mientras me dejaba en una silla.
"Que quede claro, eso no ha sido idea mía," le dije a Carlisle. Me levanté de un salto y sorprendí a Carlisle abrazándole. "Gracias por mi regalo y gracias por dejarme vivir aquí."
"De nada por los dos," contestó Carlisle, dándome unas palmaditas en la mano.
Le solté y fui hasta Esme, abrazándola. Me devolvió el abrazo y me besó en la cabeza. "No hace falta que lo digas, Bella," susurró Esme. "Puedo verlo en tu cara y sentirlo en tu abrazo."
La solté y sonreí. "¿Necesitas ayuda?"
"¿Te importaría llevar el cuenco de la ensalada?" preguntó Esme.
"En absoluto," contesté. Lo cogí con las dos manos y lo llevé con cuidado hasta la mesa.
Vi a Edward observándome y sonriéndome. Le guiñé el ojo y empezó a reírse por lo bajo. Ahora era tan fácil verlo reír, era sorprendente. Todo en mi vida era sorprendente últimamente. Sonreí, pensando en la conversación que había tenido con Emmett. Esperaba que tuviese razón y que mis padres estuviesen observándome, viendo lo feliz que era. A través de Edward, había descubierto que la familia no es sólo la gente que tiene y te cría… Es la gente que te quiere. Emmett, Rosalie, Jasper, Alice, Carlisle, Esme, Angela, Ben, y Edward… eran mi familia y no podría haber soñado con una mejor aunque lo intentara.
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