Bella se quedó dormida apoyada contra mí antes de que empezara la primera película. La dejé dormir. Tenía una sorpresa para ella... algo que llevaba un tiempo queriendo enseñarle, pero nunca había encontrado la ocasión.
Estaba profundamente dormida. Emmett y Jasper ni siquiera estaban intentando mantenerse callados. Rose y Alice no podían evitar reírse de ellos, que estaban discutiendo sobre el argumento y los efectos especiales de las películas.
Los observé relacionándose, preguntándome con que frecuencia pasaría esto ahora que iban a vivir como parejas. Alice iba a estar en el centro de la ciudad y ese tipo de emoción probablemente la mantendría bastante ocupada durante un tiempo. Sería extraño no tenerla cerca, diciéndome que hacer y que ponerme.
Alice era una pesada, pero no podía quererla más. Pero había tomado la elección de mudarse con Jasper. Sabía que estaría bien; Jasper la quería y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. Tendrían una vida maravillosa juntos. Con sus personalidades, estaba claro que nunca sería aburrida.
Jasper se había cansado de irse a casa sin Alice a su lado. Él no tenía ni idea de en lo que se había metido, dejándola a cargo de la decoración. Pero sabía que no importaba lo que Alice hiciera, Jasper diría que le encantaba. Él era así con Alice.
Rosalie también iba a vivir muchos cambios por su elección de vivir con Emmett. Ninguno de los dos cocinaba así que o tendrían que aprender, o tendrían que comer mucha comida rápida. Todos esas competiciones de video juegos que ponían nerviosa a mi madre probablemente serían en casa de Rose. Intenté imaginármela aguantando el ruido que acabábamos haciendo. Probablemente amenazaría todos nuestros coches para que nos comportásemos.
Emmett había tomado la elección de tener su propia vida separada de la de Bella. Estaba diciéndole que sentía que ella estaba lista ahora para ser una adulta. Dudé que Bella se sintiera realmente preparada. Él estaba tan emocionado por la idea de estar con Rose todo el tiempo… me pregunté si pensó mucho en cuánto echaría de menos a Bella. Sabía que ella lo había considerado mucho. Esperaba que Emmett sacara tiempo para ella, al menos durante algunos meses, sólo para ayudarla a acostumbrarse a no tenerle a su alrededor.
Y eso dejaba a Bella. La miré. Su cara estaba tan tranquila mientras se agarraba a mi camiseta, presionando la mejilla en mi pecho. Había tomado la elección de vivir aquí con mis padres y conmigo. Nunca podría explicarle cuanto significaba su elección para mí… cuanto ella significaba para mí. Una parte de mí quería subir corriendo y empezar a hacerle sitio enseguida.
Por el rabillo del ojo, vi a mi madre dirigiéndose a la cocina. Separé los dedos de Bella de mi camiseta y me alejé de ella. Rápidamente crucé el salón y entré en la cocina. Mi madre estaba buscando algo en los cajones cuando entré.
"¿Mamá?"
Se giró, sorprendida tanto por mi voz como por mi saludo. "Edward. ¿Va todo bien?"
"Me preguntaba si podría hablar contigo."
"Siempre puedes hablar conmigo, Edward. ¿Por qué no salimos al porche?"
Asentí y fui hasta la puerta. La abrí, dejándola salir primero. La cerré tras nosotros y me senté a su lado en los escalones del porche.
Puso una mano en mi rodilla y me dio unas palmaditas. "Ha sido un gran día, ¿no?"
"Le dije a Alice que no creía que llegaría el día en el que entregaría su tarjeta de crédito y se mudaría," me reí por lo bajo.
"Espero que le dijeras cuanto la ibas a echar de menos, Edward."
"Lo sabe."
"Aún así, deberías decírselo. Estoy segura de que lo apreciará. Te quiere muchísimo, Edward. Algunos días, creo que le importa más tu felicidad que la suya."
"Eso es tu culpa, ya lo sabes," dije, empujándole en el hombro con el mío. "Tú eres la que le dijo que su trabajo era cuidar de mí."
"Tenía diez años y era tu primer día de colegio. Nunca se me ocurrió que lo convertiría en la misión de su vida."
"Alice nunca hace nada a medias, mamá. Tú de todo el mundo deberías saber eso."
"Eso le viene de mi familia," mi madre se rió en voz baja. "¿De qué querías hablar?"
"Bella."
"Es muy especial, Edward."
"Sí," dije, sonriendo tontamente. "Pero me sorprende que le ofrecieras vivir aquí. Nunca le hiciste esa oferta a Jasper."
"Rose y Jasper se necesitaban más de lo que tu hermana necesitaba pasar todo su tiempo libre con su novio. Cuando los hermanos se encuentran en la posición de tenerse sólo el uno al otro, afecta mucho su relación. Es una unión muy compleja, Edward. No son sólo hermana y hermano. También han tenido que ser para el otro madre y padre. Lo mismo pasa con Emmett y Bella. Si Emmett no fuera a mudarse con Rose, no lo habría ofrecido. Pero él ha decidido hacerlo y Bella necesita estar rodeada de gente que la quiera para ayudar con la transición. Para ella, de muchas maneras, está perdiendo a su hermano, su amigo, su padre, y su cuidador.
"¿Pero no deberían hablar más de eso y averiguar si los dos están listos?"
"Nunca estarás listos para eso. Como he dicho, es una unión compleja. Durante el resto de sus vidas, sin importar lo mayor que se haga Bella, Emmett siempre sentirá la necesidad de ser protector con ella, y Bella siempre le verá como una figura paterna. Su opinión estará justo detrás de la tuya."
Asentí, dejando que sus palabras se hundieran en mi cerebro.
"¿Me puedes decir lo que pasó anoche?"
"Bella tuvo una pesadilla particular que empezó después de que murieran sus padres. Se imagina que está allí, viendo a sus padres cuando pasa el accidente. Es muy vívido y la asusta ahora tanto como cuando tuvo la primera. El estrés y los cambios desencadenan esa pesadilla. Tuvo algunos sueños desagradables anoche porque se enteró de que Emmett iba a mudarse."
"¿Y los dos os quedasteis levantados toda la noche?"
"Ella se levantó primero y después me desperté yo y la encontré sentada en el suelo, mirando por la ventana."
"Anoche hizo muchísimo frío, Edward."
"Lo sé," dije con una sonrisa triste. "Tuve que prepararle un baño para que recuperara la temperatura normal. Supongo que no deberías dejar la calefacción tan baja cuando tenemos invitados en casa."
"Sabes que a tu padre le gusta tener la casa fría. Más de dieciséis grados y asegura que se está derritiendo."
Nos reímos juntos, los dos recordando todas las veces que mi padre se había quejado de la temperatura en la casa. Por eso no teníamos una chimenea. No tenía sentido ya que nunca dejaría que alguien la encendiera.
"Y después conseguí que volviera a dormirse y me quedé esperando, asegurándome de que no tenía más pesadillas."
"Y yo entré y os desperté, muy temprano."
"Eres bastante cruel, mamá," dije, guiñándole.
Puso un brazo alrededor de mis hombros y me besó en la cabeza. "Sólo porque te quiero y porque estoy muy orgullosa de ti, Edward. Y sabes que mi Club de Jardinería te adora."
"Bella estaba horrorizada cuando se dio cuenta de que iba a tener que tocar," me reí por lo bajo.
"No se le notaba. Hizo un trabajo excelente."
"Eso es lo que me molesta de ella. Se le da muy bien esconder lo que siente en realidad."
"Todo lo que puedes hacer es consolarla y dejarle saber que estás ahí para ella. Tienes que dejar que venga a ti, Edward. No puedes forzarla."
"Espero no estar asumiendo demasiado, pero creo que quererme fuera cuando hablaba con Emmett ha sido un gran paso. Me hizo sentir como si finalmente creyese que voy a estar aquí para ella."
"Esa es una posibilidad muy buena, pero no te desanimes si parece que Bella retrocede un poco la semana que viene. Puede que te aleje de ella para ayudarse a si misma a asimilar la mudanza de Emmett."
Sabía que mi madre tenía razón, pero no sabía si podría hacerme a un lado y ver como Bella sufría. Quizás no tendría que averiguarlo. Quizás Bella me dejaría entrar más en su corazón en vez de alejarse.
"¿Y de verdad que esto le parece bien a papá?" le pregunté a mi madre.
"No es que tuviera mucha elección, pero sí. Quiere a Bella. Sabe lo feliz que te hace. A tu padre le importa mucho tu felicidad."
"Excepto en lo que concierne a mi carrera," murmuré.
"Eso también le importa, Edward. Es sólo que tiene una opinión diferente." Me abrazó otra vez. "Déjame a mí tu padre. Le ayudaré a convencerse y a entenderlo."
"¿Cómo haces eso?"
"¿El qué?"
"Parece que ya sabes mi elección."
Sonrió y me besó en la mejilla. "Yo también fui joven y enamorada, hijo. Y tomé muchas elecciones, todas llevándome y manteniéndome con tu padre. Hablando de él, probablemente me esté buscando. Esta noche tenemos una cita."
Me levanté y ayudé a mi madre a levantarse. Me agarró del brazo mientras volvíamos a entrar en casa y en la cocina.
"¡Ahí estás!" dijo mi padre. "Estaba empezando a pensar que me habías dejado plantado."
La llevé hasta mi padre. "Es toda tuya."
"Sí, por supuesto que lo es," contestó, besándole en la mejilla. "¿No vamos, mi lady?"
"Pensé que nunca lo preguntarías," dijo, haciendo como que se desmayaba.
Me reí de mis padres mientras salían de la cocina. Podía oírles despidiéndose de los demás. Fui hasta el frigorífico y cogí un refresco. Me apoyé contra el mostrador y lo abrí, pensando en la conversación con mi madre.
"¿Qué estás haciendo?" dijo Alice entre risitas, apoyándose contra el horno.
La miré y le sonreí. "Bebiéndome un refresco. ¿Qué es lo que parece?"
"Parecía que estabas hablando de corazón a corazón con nuestra querida madre."
"¿Nos has espiado?" la acusé.
"¡Nop! Pero sí que miré por la ventana mientras subía las escaleras y os vi en el porche." Alice meneó un dedo en mi dirección y cantó, "¡Estaba abrazándote!"
Sacudí la cabeza, sonriendo a mi hermana. "¿Y qué?"
"Y nada," dijo, andando por la cocina lentamente hasta pararse delante de mí. "Ya era hora, eso es todo."
"¿Qué puedo decir, Ali? Aprendo despacio. ¿Todavía está durmiendo Bella?"
"Apagada como una bombilla. ¡Y sin hablar!" Alice hizo un mohín. Su sonrisa arruinaba el efecto. "¿Y de qué estabas hablando con mamá?"
"Si hubiera querido que lo supieras, te habría invitado fuera."
"No seas así, hermanito. Voy a mudarme pronto. ¿No quieres llenar nuestros últimos días con muchas charlas maravillosas sin que yo te torture para sacarte la información?"
Di un paso hacia delante, erguido y bajando la mirada a propósito para mirarla. "¿Y qué te crees que puedes hacer para torturarme… bajita?"
Alice soltó un grito ahogado. Entonces apretó los ojos, puso las manos en sus caderas y dio un paso hacia delante para que apenas hubiese unos centímetros entre nosotros. "¿Realmente quieres averiguarlo, Edward Anthony?"
Me dejé caer contra el mostrador. "Sólo estaba bromeando, Ali." Recé para que al usar su apodo se calmase. Nunca era una buena idea enfadar a mi hermana.
No se movió, habló ni dejó de mirarme con furia. Necesitaría darle la información por mi propia voluntad para arreglar esto.
"Estaba hablando con mamá de Bella. Sentía curiosidad de por qué ella y papá la han invitado a quedarse ya que no invitado a Jasper."
"¡Eso es fácil! Jasper y Rose se necesitan el uno al otro, tonto."
"¿Siempre soy el último en enterarme?" pregunté.
Alice se relajó y me sonrió. "Es sólo porque se te olvida prestarle atención al mundo a tu alrededor. Tendré que hablar con Bella y asegurarme de que consigue que no hagas eso demasiado."
"Te echaré de menos, Ali." Solté. Había tenido la intención de que fuera más sutil y no tan infantil, pero ahí estaba.
La sonrisa se le extendió de oreja a oreja y se lanzó contra mí, rodeándome con sus pequeños brazos. "¡Sabía que me querías!"
"Por supuesto que te quiero," dije, poniendo los ojos en blanco. Bajé la cabeza y la besé en el pelo. "Eres mi única hermana mayor."
"¡Mira! ¡Qué monos!" chillaron Bella y Rose desde la puerta de la cocina.
Alice se giró hacia ellas. "¡Mi hermanito me quiere! ¡Lo ha dicho!"
Rose y Bella empezaron a reírse de Alice. Con cuidado me la quité de encima y fui hasta el amor de mi vida. La rodeé con mis brazos y la abracé con fuerza.
"¿Has dormido bien?" susurré.
"Hasta que me desperté sola," dijo, rodeándome con sus brazos. "Pero no pasa nada. Ha valido la pena por verte abrazando a Alice."
"¿Te sientes descansada?"
"Sí. ¿Por qué?"
"Esperaba que dieras un paseo conmigo."
Bella se separó de mí y me miró, sonriendo con alegría. "¡Claro!"
"Vamos a cambiarnos. Necesitaremos ropa de más abrigo."
"¡Vale!" me cogió de la mano y tiró de mí hacia la escalera.
Me reí de su exuberancia mientras íbamos a nuestra habitación. Realmente esperaba que decidiera quedarse y hacer que esta fuera nuestra habitación de verdad.
Fui hasta nuestro armario y cogí una sudadera con capucha. Empecé a ponérmela, pero me detuve cuando la tenía medio puesta. "¿Bella, porqué huele como tú mi sudadera?"
"Oh," dijo entre risitas. "La cogí esta mañana para ir a por tu café."
"Cada vez más de ropa mía huele como tú, jovencita."
"Parece que te importe."
"Me encanta tu olor, no me tomes a mal. Es como fresas y freesias. ¡Pero soy un chico! No se supone que tengo que oler tan dulce."
"¡Vale! Limitaré mi olor a tus camisetas, bebé. Además, de todos modos tus camisetas huelen mejor cuando te las has puesto."
"Eres absurda, Bella," me reí entre dientes.
"Tú eres el que ha sacado este tema en particular," dijo, poniéndose una gran sudadera gris.
"¿De dónde has sacado esa cosa?" pregunté, señalando la sudadera.
"Es de Emmett. Me la trajo a casa en su primer día de universidad."
"Parece que la compró de su talla en vez de la tuya."
"Sí, Dijo que era para ayudar a que los chicos maleducados me dejaran. Dijo que al ver la sudadera el chico podría imaginarse la talla que una persona necesitaría para llenarla. Dijo que haría que los chicos se portaran bien conmigo."
"¿Cómo te funcionó eso?"
"Tú me lo dices," se rió. "¿Todavía tienes miedo de Emmett?"
"¿Y tú?" le pregunté.
"No tengo miedo de Emmett. Lo que pasa es que no quiero cambiar su manera de verme más de lo que ya ha cambiado."
"Claro," dije, arrastrando la palabra y poniendo los ojos en blanco.
"Vamos a dar ese paseo, Edward," me dijo, empujándome hacia la puerta.
Bajamos las escaleras y fuimos al armario de los abrigos. Alice había apagado todas las luces y estaban acurrucados viendo una cursi película de miedo. Me puse el abrigo y cogí unos guantes. El viento nocturno era más frío que la temperatura que había en esta época del año. Me aseguré de que Bella también cogía guantes. Cogí una vieja manta del suelo del armario y me la metí bajo el brazo.
Salimos por la puerta de la cocina. La llevé hasta los árboles, internándonos un poco. Llegamos hasta una colina muy empinada y la ayudé a subirla. Una vez arriba, extendí la manta. Me senté y me la puse en mi regazo, para mantenerla alejada del frío suelo.
La colina nos proporcionaba una vista perfecta de la luna, iluminando el mundo. Había estado en este sitio muchas veces, viendo amaneceres y atardeceres cambiar el color del cielo, las montañas y los árboles. Esta noche, era especialmente perfecta. No había ni una nube en el cielo y las estrellas brillaban más que nunca.
"Es precioso," susurró, apoyando la cabeza en mi hombro. "Parece que puedes extender el brazo y tocar la luna."
"No es tan precioso como tú, Isabella."
"¡Oh, no!" dijo entre risitas. "¿Por qué estas nervioso ahora?"
"Sólo quería saber si estás segura sobre lo de mudarte conmigo. Estoy seguro de que a Emmett y Rose no les importaría si quisieses vivir con ellos."
"Lo primero de todo, nunca abusaría de la buena voluntad de Emmett y Rose. Van a casarse y no soy su hija. Segundo, una vez que tomo una decisión, está tomada. Ya es lo suficientemente difícil llegar a ese punto así que no voy a planteármelo de nuevo. Y la mayor razón por quedarme aquí eres tú. Quiero estar donde tú estés, Edward. Te amo."
"Yo también te amo," susurré, con una gran sonrisa en la cara. "Y estoy aquí para ti si quieres hablar o si quieres que te sujete. Cualquier cosa que necesites, Bella. Simplemente dímelo."
"Empecemos con algo de espacio en el armario y algunos cajones y sigamos a partir de ahí," dijo, riéndose por lo bajo.
"Cualquier cosa por ti, Bella," me reí, besándole la mejilla.
Nos sentamos juntos en silencio, disfrutando de la claridad de la noche y de la preciosa vista hasta que Bella empezó a tiritar. Volvimos a la casa, sonriendo. Pasamos por delante de nuestra familia, que estaban viendo otra película de miedo, y fuimos hasta nuestra habitación.
Detuve a Bella justo delante de la puerta. Me miró, con una ceja levantada y una sonrisita en los labios.
"Bienvenida a nuestra habitación," dije, sonriéndole.
Se rió y entró, sacudiendo la cabeza. "Eres diferente, Tutor-boy."
"¿Hay alguna posibilidad de que dejes ese apodo ahora que vas a vivir conmigo?"
"¡Ni una!" se rió, subiéndose en la cama. "Siempre serás mi Tutor-boy, Edward."
Me subí en la cama y la cogí entre mis brazos. "Y tú siempre serás mi Bella."
Me pregunté si sabía cuanto significaba para mí lo que acababa de decirle. Había tomado la elección de tenerla siempre a mi lado, y sabía que era una de la que nunca me arrepentiría. La vida estaba llena de elecciones y elecciones traídas por los cambios. Y aunque las cosas parecían estar cambiando muy rápido, yo no tenía quejas. Las elecciones y cambios me habían enriquecido completamente la vida. Tumbado entre mis brazos estaba el mejor cambio que alguna vez me había pasado… mi amor, mi vida, mi Bella.
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