Estaba soñando con Edward. ¡No era nada nuevo! Pero esta vez, estábamos en una playa. Edward llevaba unos vaqueros azules con una camisa blanca sin abrochar. Yo llevaba un vestido blanco. ¡Íbamos a casarnos! Emmett y Rose estaban allí sonriéndonos. Jasper y Alice estaban haciendo fotos. Carlisle y Esme estaban en un lado y parecía que Esme estaba llorando. Pero lo raro era que Charlie y Renee también estaban allí. Estaban sonriéndonos y asintiéndome.
Alguien susurrándole fuertemente el nombre de Edward y sacudiéndole me sacó del sueño. Como me estaba sujetando con tanta fuerza, la persona también me estaba sacudiendo a mí. No estaba lista para despertarme y no pude parar el gemido que se me escapó mientras intentaba girarme en los brazos de Edward. Fue bastante inútil, especialmente porque le hizo agarrarme con más fuerza. Empecé a reírme, recordando la última vez que mi guapísimo novio me había atrapado en la cama. Llevaba la escayola, incapaz de quitármelo de encima.
"¡Bella, querida! ¿Estás bien?"
Abrí los ojos lentamente para ver a Esme mirándome.
Le sonreí. "Sí, Esme. Me estoy riendo porque tu hijo no me deja moverme. ¿Estás intentando despertarle?"
"Sí, pero no parece que me vaya muy bien. Mi club de jardinería estará aquí en una hora y esperaba que tocase, y que vinieses y les conocieras." Dijo Esme, con optimismo brillando en sus ojos verdes.
"Haré todo lo que pueda, pero por favor, no estés molesta con él si no funciona. Tuvimos una noche muy larga anoche por mi culpa," dije. Rápidamente levanté las manos para que no dijera nada. "No es nada por lo que preocuparse, pero está agotado. Veré si puedo despertarle por ti."
"¿Estás segura de que estás bien, Bella?" preguntó Esme. "Puedes hablar conmigo de cualquier cosa, ya lo sabes."
"Lo sé. Te prometo que estoy bien," contesté.
"De acuerdo, querida. Esperó veros abajo pronto," dijo Esme mientras se iba, cerrando la puerta tras ella.
Dejé caer la cabeza de nuevo sobre el brazo de Edward. Miré fijamente su preciosa cara, suavemente trazando sus cejas y su nariz con mi dedo índice. Le recorrí los labios con el dedo y se movió un poco. Lo hice otra vez y vi como le aparecía una sonrisa en los labios. Me pregunté con qué estaría soñando. Conseguí girarme lo suficiente para llevar una mano hasta su cabeza. Suavemente le recorrí su suave pelo con los dedos.
"Edward. Necesito que te despiertes un momento."
"En un minuto," murmuró, hundiendo la cara en mi cuello.
Solté una risita. "No, Edward. Necesito que te despiertes ahora. Necesito hablar contigo."
"¿De verdad que ya es por la mañana?" suspiró. Su tono verificaba que estaba suficientemente despierto para entenderme.
"Sí, es por la mañana. Muy temprano por la mañana. Esme quiere saber si tocarás para su club de jardinería. Le he dicho que vería lo que podía hacer, pero le he advertido que probablemente estarías demasiado cansado."
"¡Club de jardinería!" gimió Edward. Su respiración contra mi cuello me hizo cosquillas y solté una risita. "¿Encuentras algo divertido, Bella?"
"¡Tu respiración me ha hecho cosquillas!"
"¿Por qué aunque has dormido menos que yo, pareces mucho más descansada?"
"No lo sé, Tutor-boy. ¿Te ayudaría algo que fuera abajo y te trajera una gran taza de café?"
"¿Hay alguna manera de convencerte para que vayas al final de la calle y traigas un espresso muy fuerte?"
"Creo que un beso cubriría mis costes," susurré.
"Creo que puedo conseguir energía suficiente para eso. ¿Podrías por favor llevarte el Volvo para que no me preocupe que te quedes tirada en algún sitio?"
"Si no dejas de meterte con mi coche, voy a presentárselo a la parte trasera de tu Volvo."
Edward levantó la cabeza y tenía los ojos muy abiertos mientras me miraba fijamente. Esos ojos verdes también estaban muy enrojecidos. Sentí culpabilidad, sabiendo que era mi culpa que sus ojos estuvieran así.
"¡No lo harías!"
"Sabes que nunca haría eso." Puse la mano sobre su mejilla y le obligué a tumbarse de nuevo. "Cierra los ojos. Siento haberte tenido levantado anoche."
"No es tu culpa," murmuró Edward contra mi cuello. "Si Esme cancelase su club."
"Eso no va a pasar. Voy a vestirme y a por tu café. Quédate aquí y duerme hasta que vuelva." Me deslicé de entre sus brazos y le arropé con las mantas. Le besé en la sien suavemente, dejando mis labios allí un segundo. "Quédate en la cama hasta que vuelva."
Murmuró algo, pero era imposible de entender. Aunque tenía una idea de lo que era. Me incliné y le susurré suavemente al oído.
"Yo también te amo."
Me puse mis vaqueros favoritos y la sudadera con capucha de Edward. Entré corriendo en el baño y me hice una cola. Me lavé los dientes rápidamente y volví corriendo a la habitación, poniéndome los calcetines y los zapatos. Cogí las llaves de Edward de la mesita de noche y mi monedero de mi mochila.
Bajé las escaleras tan rápido como podía sin caerme. Esme estaba colocando sillas cerca del piano. Me reí por lo bajo y sacudí la cabeza.
"Obviamente tienes mucha fe en mí."
"Mi hijo es incapaz de decirte que no, Bella," dijo Esme, guiñándome.
"Ya lo veremos," me reí. "Voy a por un café para él en un intento de sacarle de la cama. ¿Quieres algo?"
"No, gracias, querida."
Asentí y me dirigí a la puerta. Bajé corriendo los escalones y fui hasta el coche. Tenía cuarenta minutos para traerle un café a Edward, sacarle de la cama y conseguir que estuviésemos presentables. Me alegraba que nos hubiésemos duchado anoche.
Me dirigí a la salida y a la calle principal. Presioné el acelerador y el coche empezó a avanzar. Me reí por lo bajo del subidón de adrenalina que me dio. Era sorprendente conducir algo tan silencioso y que fuese a más de ochenta. Me encantaba mi camión, pero claramente podía acostumbrarme al coche de Edward.
Con cuidado fui hasta la ventana de la cafetería y pedí para Edward el espresso más grande que tenían. Dejé una mano apoyada en el café y otra en el volante. Me daba miedo que si no lo estaba tocando, el vaso saltaría del sujeta vasos y mancharía su coche.
Suspiré con alegría cuando aparqué y apagué el motor. Había conseguido sin problemas la primera parte de mi misión. Cogí el café y con cuidado me bajé del coche. No quería tener un accidente mientras sujetaba un vaso muy grande y muy caliente de café. Entré en la casa y subí las escaleras.
Entré en su habitación y cerré la puerta. Dejé el café en la mesita de noche y me tumbé junto a Edward. Se había quedado profundamente dormido. Tenía la cara presionada contra mi almohada con la boca un poco abierta.
Me incliné y le besé en la comisura de los labios. "Edward, tengo tu café."
Respiró hondo y se puso boca arriba.
"¿Estás despierto?"
"Sí," dijo en voz baja, sin abrir los ojos. "Espero que sea un café grande."
"El más grande que tenían."
Edward extendió los brazos y supe lo que quería. Me tumbé encima de él y me rodeó con sus brazos, los dos suspirando con alegría.
"Esto es agradable."
"Mucho," dije.
"Va a ser imposible que aguantemos las películas de Alice."
"Quizás podremos quitarnos de en medio y echar una siesta cuando acabe la reunión del club."
"Eso espero."
"Tenemos poco tiempo. Más vale que empieces a tomarte el café. Tengo que empezar a arreglarme el pelo para poder estar presentable."
"¿De qué estás hablando?"
"Estoy siendo presentada formalmente... o al menos eso me ha parece."
"Probablemente se refería a eso," Edward se rió por lo bajo. Movió los brazos, soltándome. "Ve rápido, antes de que cambie de opinión."
Me incliné y le besé en la mejilla antes de levantarme de la cama. Fui hasta el armario y encontré alguna ropa nueva que Alice me había dado. Cogí una falda vaquera hasta la rodilla y una camiseta azul marino de mangas largas.
Entré en el baño y me solté el pelo. Me lo cepillé otra vez y miré mi reflejo, intentando decidir que hacer con él. Decidí que una trenza sería lo mejor. Me tomé mi tiempo, asegurándome de que los mechones no se salían. Me puse la falda y la camiseta y tuve que admitirlo, me quedaba muy bien.
Salí del baño y encontré a Edward sentado en el borde de la cama. Parecía un poco más animado, pero no mucho. Fui hasta él y le abracé con fuerza.
"¡Lo siento tanto! ¿Te gustaría que le dijese a Esme que te encuentras mal?"
"No, no hace falta. Estaré bien. Espera que el café haga efecto."
Me separé un poco y le miré a la cara. Con mis pulgares toqué las ojeras bajo sus ojos. "Hacía tiempo que no las veía."
Edward se encogió de hombros.
Me incliné y le besé con suavidad. Esperaba que fuese rápido, pero él tenía otros planes para mí. Me acercó más a él y profundizó el beso, presionando nuestros labios con más fuerza. Jadeé con sorpresa. Edward aprovechó para saborear mi lengua. Podía saborear el café en su aliento. Nunca me había gustado mucho, pero era tolerable. De repente recordé la ropa y me forcé a separarme.
"Realmente no creo que debamos arrugar mi ropa," suspiré, apoyando mi frente contra la suya. "¡No quiero cambiarme otra vez! Además, necesitas vestirte."
"Escoge algo por mí," suspiró, dejándose caer de nuevo en la cama.
"Sé que probablemente tu visión está borrosa, Tutor-boy, pero no soy Alice," me reí.
"Sólo coge algo que me hayas visto puesto que te guste. Por favor."
"Vale, pero sólo porque todavía no estás despierto del todo. ¡No te acostumbres a que te elija la ropa! Odio escoger la mía."
"¡Sí, señora!" se rió por lo bajo.
Fui hasta su armario y encontré los vaqueros negros y la camiseta color granate que se puso en Navidad. Los saqué y los dejé en la cama a su lado. "Ahí tienes."
Abrió un ojo y miró la ropa a su lado. "Perfecto, Bella. Gracias."
"Ahora tienes que vestirte," dije, cogiéndoles las manos.
Edward gimió, pero me dejó levantarle. Sujetó mis manos con fuerza, mirándome a los ojos. Me alegraba ver que sus ojos no estaban tan rojos como antes.
"Isabella, nunca más vamos a tener una noche así."
"Te lo prometo, Edward. Odio verte tan agotado y saber que es mi culpa."
Movió una mano. "Nadie tiene la culpa, Bella. Pasó y vamos a asegurarnos de que no vuelve a pasar... juntos. No hay que culparse, cariño."
Le besé en la mejilla y fui hasta el sofá para que no tuviera más excusas para no vestirse. Cogí el trabajo que había estado repasando y empecé a leerlo mientras le esperaba. Iba por el último párrafo cuando habló.
"¿Está bien?" preguntó.
Levanté un dedo, dejándole saber que no había acabado. Acabé con las últimas frases y le miré. Había conseguido estar extremadamente presentable. Incluso con la falta de sueño, era pecaminosamente atractivo.
"Está muy bien," le dije. "Realmente me dan ganas de buscar sus CDs en tu colección y escucharlos."
"¿Cómo sabes que tengo sus CDs?"
"No podrías escribir con tanta pasión sobre su estilo de música si no la hubieras oído de primera mano."
"Eres extremadamente observadora, Bella. Creo que realmente serías una profesora de Inglés excelente. ¿Has considerado antes el nivel universitario? Los estudiantes son más serios y no habrá tijeras cerca."
"¡Ja, ja, Edward!" dije, poniendo los ojos en blanco. "¿Nivel universitario, eh? La verdad es que no lo había considerado." Me reí por lo bajo. "¡Profesora Swan!"
"¡Oh, no!" dije, arrodillándose delante de mí. Me cogió la mano y la besó. "Para entonces, cariño, serás Profesora Cullen."
Sonreí ampliamente y le rodeé el cuello con los brazos fuertemente. "¡Me encanta como suena eso, Edward!" le solté y le besé en la punta de la nariz. "Siempre dices algo perfecto para hacerme sentir blandita por dentro."
Se rió y se levantó. "Venga, mi preciosa y blandita Bella. Vamos abajo para saludar al Club de Jardinería."
Me cogió el brazo y lo entrelazó con el suyo. Bajamos las escaleras y entramos en el salón. Algunas de las mujeres ya habían llegado y estaban allí, hablando. Esme levantó la mirada y nos vio.
"¡Ahí estáis!" Esme nos indicó que nos acercásemos. "Venid aquí un momento."
Edward me guió hasta allí. Empecé a sonrojarme enseguida.
"Lacy, Shelly, Genevieve, recordáis a mi hijo, Edward. Esta preciosa mujer que está con él es Bella. Cariño, enséñales tu anillo," dijo Esme con voz alegre.
Me sonrojé todavía más y extendí la mano izquierda tímidamente.
Esme se inclinó hacia sus amigas comos si fuera a susurrarles. "Edward dice que sólo es una promesa, pero si me lo preguntáis, es un anillo de compromiso."
"Madre," dijo Edward. Estaba sonriendo, pero su tono de voz era feroz.
"Edward, lleva a Bella a la cocina y coged algo de comer. Después puedes tocar para nosotras. El resto del club estará aquí para entonces," dijo Esme.
Llevé a Edward a la cocina antes de que pudiese decirle algo más a su madre. Tan pronto como la puerta se cerró, empecé a soltar risitas. "¡Guau! ¡Tu madre es algo más!"
"Esa es una manera de decirlo," dijo enfurruñado.
Le rodeé con los brazos y me apoyé contra él mientras se apoyaba contra el mostrador. "¿Qué te pasa? No es como si dijese algo que no fuera verdad."
"Estaba haciéndote pasar vergüenza," contestó.
"¿Qué?" me reí. "¿Crees que tenía vergüenza de ser presentada como tu posible prometida? ¡Eres tan tonto, Edward! Tenía vergüenza porque todo el mundo estaba mirándome. Odio ser el centro de atención. ¡Ya sabes eso! Tu madre puede presentarme como quiera. Todo lleva a lo mismo... Te amo a ti y sólo a ti y siempre estaré contigo."
Su sonrisa era impresionando. "No creo que pueda oír eso suficientemente, Bella."
"Bueno, entonces permíteme que lo diga otra vez. Te amo a ti y sólo a ti y siempre estarécontigo."
Se inclinó y me besó con tiernamente. "Gracias."
"¿Por qué?"
"Por amarme como me amas. Me haces sentir que soy el hombre con más suerte del mundo."
"Sólo te devuelvo el amor que me das." Le solté y señalé la cafetera. "Si necesitas más cafeína, tu madre ha hecho café. Si no, te sugiero un refresco, y por favor, coge uno para mí. Voy a coger algo para que comamos."
Asintió y fue hasta la cafetera. Cogí dos platos y nos serví el desayuno. Edward se sentó, dejando un refresco delante de mí. Me sorprendió que hubiese escogido beber más café. Comimos en silencio en la mesa de la cocina. Parecía más despierto con cada sorbo de café. Cuando acabamos, fuimos al fregadero juntos, para lavar y secar nuestros platos. Me sentía juguetona así que me incliné y le di en la cadera con la mía. Sonrió con malicia y repitió mi acción. Solté una risita mientras se lo hacía otra vez.
"Sabes, probablemente es mala idea hacer esto," se rió por lo bajo mientras me daba por segunda vez. "Con tu torpeza, ¡probablemente acabarás con la cadera rota o algo así!"
"¡Hey!" grité. "No he tenido un accidente desde lo del tobillo, que ocurrió porque me asustaste."
"¡Que ocurrió porque tuviste un accidente y te cubriste de harina!" contestó.
"¡Sí, sí!" dije, moviendo la mano. "Hora de volver allí. ¿Y cuánta gente hay en el club?"
"Veinte o más," dijo, encogiéndose de hombros.
¡Casi me ahogué! ¡Veinte o más personas mirándome fijamente! ¡Qué mañana! Respiré hondo y cogí el brazo de Edward para apoyarme.
Se inclinó y me besó en la mejilla. "No te separes de mí y estarás bien. Si dejas que mi madre te aleje de mí, no puedo asegurar tu seguridad."
"¡Gracias!" murmuré mientras salíamos de la cocina. Claramente me parecía que había más de veinte personas mientras contemplábamos la habitación del piano y el salón.
Edward fue hasta su piano, llevándome con él. Me senté a su lado en el banco mientras se preparaba para tocar.
Se giró hacia mí y me dijo en voz baja, "Esta primera composición es algo que escribí para mi madre."
Se concentró en las teclas y empezó a tocar. Estaba cautivada por como sus dedos volaban elegantemente sobre las teclas. Tenía tanto talento y era demasiado modesto para darse cuenta de lo especial que era su habilidad para la música.
"¡Oh, Edward ha empezado a tocar!" anunció Esme. "Vamos a la otra habitación."
Escuché susurros y entonces Esme habló otra vez.
"La preciosa mujer que hay a su lado es Bella. Es una adición a nuestra familia muy importante. Es una mujer muy prometedora y comparte con Edward su amor por la música. Quizás podamos convencerla para que toque para nosotras cuando él acabe."
Agarré con la mano el muslo de Edward. Le escuché riéndose entre dientes.
"Respira, Bella. Sólo lo empeorarás si te desmayas ahora," se rió por lo bajo.
Y por supuesto, tan pronto como Edward dejó de tocar, Esme me estaba dando mi guitarra. Le dirigí a Edward una mirada asesina cuando empezó a reírse otra vez. Parecía que iba a levantarse, así que le agarré con fuerza de la muñeca.
Sonreí para las invitadas mientras le decía entre dientes. "¡No te muevas de ahí, Tutor-boy!"
Levantó una ceja, pero no se movió.
Le solté la muñeca. Edward, ¿qué debería tocar?"
"Lo que quieras."
Sabía que nunca conseguiría hacerlo mirando a las mujeres a mi alrededor. Me giré en el banco, sujetando mi guitarra de forma más cómoda. Levanté la cabeza y miré a Edward a los ojos. Si me concentraba en él, podía bloquear la multitud a mi alrededor.
Toqué la primera nota mientas respiraba hondo. La confianza que siempre me entraba tras la primera nota apareció. Mis dedos se movían sobre las cuerdas hábilmente y la voz me salió bonita y clara.
I don't like to be alone in the night
And I don't like to hear I'm wrong when I'm right
And I don't like to have the rain on my shoes
But I do love you, but I do love you
I don't like to see a sky painted gray
And I don't like when nothing's going my way
And I don't like to be the one with the blues
But I do love you, but I do love you
Love everything about the way you're loving me
The way you lay your head
Upon my shoulder when you sleep
And I love to kiss you in the rain
I love everything you do, oh I do
And I don't like to turn the radio on
Just to find I missed my favorite song
And I don't like to be the one with the news
But I do love you, but I do love you
Love everything about the way you're loving me
The way you lay your head
Upon my shoulder when you sleep
And I love to kiss you in the rain
I love everything you do, oh I do
And I don't like to be alone in the night
And I don't like to hear I'm wrong when I'm right
And I don't like to have the rain on my shoes
But I do love you but I do love you
But I do love you but I do love you (LeAnn Rimes – But I do Love You)
Dejé que el último acorde resonara un poco antes de poner las manos sobre las cuerdas para parar el sonido. Edward se inclinó y me besó suavemente en la mejilla. Las mujeres empezaron a aplaudir y a decir lo bien que tocábamos Edward y yo.
Le acerqué a mí y le susurré al oído, "Sí que te amo."
"Y yo a ti," dijo, abrazándome con fuerza.
No me pidieron que tocase nada más, pero Edward acabó tocando durante una hora antes de que por fin Esme nos liberase. Subimos las escaleras corriendo antes de que pudiese cambiar de opinión.
"Cierra esa puerta porque vamos a echarnos una siesta. ¡Y que Dios ayude al que intente despertarnos!" le dije, señalando la puerta.
Se rió por lo bajo mientras cerraba el pestillo. "Que sepas que Alice puede forzarla si quiere."
"Me lo imaginaba." Me quité la falda y la camiseta y me tumbé en la cama.
"¿Sin pijama?" preguntó con una sonrisa maliciosa.
"Edward, ya me he cambiado de ropa lo suficiente por un día. Estoy demasiado cansada para preocuparme por eso. ¿Por qué? ¿Te importa?"
"En absoluto," se rió por lo bajo, quitándose la ropa.
Se deslizó bajo las mantas y me rodeó con sus brazos. Los dos estábamos profundamente dormidos en pocos minutos.
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