"¿Sales a menudo a bailar con los demás?" le pregunté a Edward, mientras seguía a Alice por las calles abarrotadas.
"No mucho. Es una de las actividades más aburridas a las que me obliga a ir. No hay mucho que hacer cuando no estás bailando. Está demasiado oscuro para leer y la música está muy alta para pensar," contestó Edward.
"¿Sólo mirabas?" pregunté, mirándole fijamente.
"Sí. ¿Por qué te sorprende?"
"Es que... ¡se te da tan bien! Creía que habrías estado bailando."
"Este tipo de baile requiere una pareja, Bella."
"Lo sé, pero Alice me ha contado lo de todas las citas a ciegas a las que solía hacerte ir. Sin mencionar todas las chicas que se te deben haber tirado encima, intentando que bailaras."
Edward se rió por lo bajo. "Por lo que has dicho, sé que no te ha contado lo que pasaba cuando llegaba y descubría que era una cita."
Me giré en el asiento para verle mejor la cara. Parecía que esto iba a ser bueno. "¿Qué hacías? Sé que no serías maleducado con la chica ya que el caballero en tu interior sabría que no era su culpa."
"Bella," se rió entre dientes. "Eres muy observadora."
"Me dices mucho eso."
"Lo pruebas mucho."
"¡De vuelta a la historia!" dije, moviendo una mano en su dirección.
"Mi favorito personal era excusarme para ir al baño y no volver. A veces, hacía que mi móvil sonara y pretendía que tenía una emergencia que requería que me fuera inmediatamente. Alice intentó detenerme una vez, averiguando mi plan, así que accidentalmente, a propósito, me derramé la bebida en la ropa. Esa vez estaba bastante enfadada."
Me reí mientras aplaudía. "¡Alice y tú sois tan entretenidos! Es como la batalla de dos voluntades de acero. ¡En esta esquina, la duendecilla de los castigos y allí, el hombre más cabezota del mundo!"
"¿Por qué soy tan cabezota?"
"¡Sé que lo eres!"
"¿Cuándo he sido cabezota contigo?"
"Sólo porque no me lo muestres, no significa que no lo haya visto." Me señalé. "¡Observadora!"
"No soy tan cabezota como tú, cariño.
"¡Lo sé!" me reí. "¡No creo que alguien lo sea!"
Alice aparcó en un aparcamiento y Edward la siguió. Rose estaba detrás de nosotros. Esperé pacientemente a que Edward viniese a abrirme la puerta. Extendió la mano y se la cogí.
"Realmente me estás mimando demasiado con las puertas y las sillas y todo lo demás," le susurré mientras me rodeaba la cintura con un brazo.
Edward me besó la punta de la nariz. "Esto sólo es el principio, cariño. Tenemos toda una vida por delante para que te mime y te cuide más."
"¿Estás emocionada, Bella?" preguntó Alice, mientras botaba entre Jasper y yo.
"Un poco," dije, sonriéndole.
"Estarás bien," me aseguró Rose. "Te lo pasarás genial, Bella."
Emmett se metió entre Alice y yo. "Tengo algunas normas rápidas para ti, Enana. No te vayas sola. No aceptes bebidas de desconocidos. No pierdas de vista las bebidas que pidas. Y si alguien te molesta, dales un rodillazo, písalos, y grita por mí."
"¿Debería preocuparme?" pregunté, mirando a Edward.
"Emmett sólo se esta asegurando de que estás preparada," dijo Edward, apretándome más contra él. "No todo el mundo tiene buenas intenciones."
"Ya que ya me has prometido no irte de mi lado esta noche, estoy bastante segura de que tus intenciones son las únicas que necesitan preocuparme," le susurré.
Se rió por lo bajo y me besó en la mejilla. "Puede que entonces estés a salvo."
Me reí mientras le rodeaba la cintura fuertemente con los brazos.
Rosalie y Emmett fueron directamente hacia la puerta, ignorando completamente la larga cola. Vi al gorila de la puerta sonreír y asentirles mientras abría la puerta. El gorila era muy alto y casi tan musculoso como Emmett. Tenía la piel oscura y pelo negro que estaba peinado hacia atrás. Tenía los ojos negros y parecía verlo todo a la vez. Asintió de nuevo mientras Jasper y Alice entraban. Cuando nos acercamos, me sonrió y le extendió la mano a Edward.
Edward se la dio. "Buenas noches, Jacob."
"Ha pasado mucho tiempo, Edward. Veo que finalmente has traído tu propia cita, para variar," bromeó Jacob.
"Pude evitar los intentos de casamentera de Alice el tiempo suficiente para conocer a esta preciosa mujer," contestó Edward, moviéndome delante de él. "Bella, este es Jacob. Jacob, esta es mi encantadora Bella."
Me sonrojé por el cumplido y por la manera que tenía de dejar claro que era suya.
"Encantado de conocerte, Bella," dijo Jacob, dándome la mano. "Edward es un chico bastante decente. Has elegido bien."
"Tendré que volver luego, Jacob," dijo Edward, mirando el interior de la discoteca. "Alice no parece muy contenta conmigo en este momento," se rió por lo bajo.
"No digas más," Jacob se rió. "Bella, ha sido un placer conocerte. Edward, asegúrate de venir a verme antes de irte."
Edward le asintió mientras entrábamos en la discoteca. Alice estaba dando golpecitos en el suelo con el pie y tenía los brazos cruzados sobre el pecho.
Jasper estaba intentando hablar con ella. "Alice, cálmate."
"¡No vas a volver a pasarte toda la noche hablando con Jacob!" dijo Alice echando humo.
"Sólo hice eso porque me engañaste con otra cita," discutió Edward.
Me metí entre los dos y puse cada mano en uno de sus hombros. "Alice, relájate. Edward sólo me estaba presentando."
"Lo siento, Bella," dijo Alice, dándome un abrazo rápido. "La última vez que vinimos, Edward pasó toda la noche fuera con Jacob y casi les detienen."
Me giré para mirar a Edward. "¿Tú hiciste algo lo suficientemente malo para que casi te detengan?"
Edward sonrió con malicia. "Hubo un pequeño incidente con un hombre muy borracho que quería pelearse con Jacob. Puede que yo tuviera el pie un poco demasiado estirado y el inestable borracho puede que se tropezase con él y su cara diera contra la acera."
"Eso suena como algo que Emmett haría," me reí por lo bajo, rodeando con los brazos a Edward.
"¡Venga!" dijo Alice, tirando del brazo de Edward. "Os enseñaré donde nos sentamos y después podemos ir a bailar."
Alice nos llevó por unas escaleras hasta una zona oscura con un largo sofá de cuero negro. Toda la pista de baile se veía desde aquí. Encontré fácilmente a Emmett y a Rosalie bailando juntos. Edward se sentó en el sofá y me puso a su lado.
"¡Nada de sentarse!" ordenó Alice. "Es hora de bailar."
"Iremos con vosotros en un momento," dijo Edward con firmeza. "Quiero hablar de algo con Bella. Ahora bajamos, lo prometo."
Alice sonrió y se fue con Jasper.
"Bueno, eso ha sido fácil," comenté.
"Ha sido bastante raro de ella. No hay manera de saber las retorcidas maquinaciones de su cerebro," Edward se rió por lo bajo. "Pero al menos tienes la oportunidad de sentarte como habías pedido."
"Gracias, Edward," dije, apoyándome contra su pecho. "¿Cómo conociste a Jacob?"
"Jacob y yo nos conocemos por Alice y Rosalie. Una vez que encuentran una discoteca que les gusta, se hacen amigas de todos los gorilas. Les da guardaespaldas gratis y nunca tienen que esperar en la cola. Una noche estaba aburrido y salí a tomar el aire, y Jacob estaba en la puerta. Empezamos a hablar de la música que había en la discoteca. Después de eso, siempre que veníamos salía y hablaba con él."
"Parece una persona interesante. Tendremos que librarnos de Alice para ir a hablar con él después." Miré a nuestro alrededor, notando lo oscuro que estaba esto. Era difícil ver algo más allá del sofá. "Tenías razón sobre este sitio," dije, mirando a Edward. "Claramente demasiado oscuro para ver y demasiado ruidoso para pensar. ¡Puedo sentir la música en mis pies!"
Meneé mis botas mientras las miraba. Eran los zapatos más cómodos que tenía, incluso aunque tenían tacones. Rose y Alice me los habían dado esta noche, junto con los vaqueros que llevaba y la camiseta. Dijeron que era mi primer conjunto adulto. Los vaqueros eran azul oscuro y de talle bajo. La camiseta era negra y ajustada, con la palabra 'sexy' apenas visible. El trozo entre la camiseta y los vaqueros enseñaba un poco de mi liso estómago cuando me levantaba. Sí que me quedaba bien.
Edward puso un dedo bajo mi barbilla y me inclinó la cabeza hacia la suya. Suavemente me besó las mejillas.
"¿Qué estás haciendo?" pregunté, riéndome por lo bajo. Sus besos me habían hecho cosquillas.
"Nada," susurró antes de besarme los labios. "Sólo estaba besando a mi preciosa novia," añadió, besándome el cuello.
"¿No se supone que tienes que tener miedo de Emmett viniendo aquí y pillándote?" me reí entre dientes. "Ahora no hay ninguna puerta para protegerte."
Supuse que el beso tan fiero que me plantó en los labios era su respuesta. No había manera de que dejara sus intenciones más claras, pero entonces deslizó su lengua en mi boca y era transparente. Me reí por lo bajo de mis pensamientos aleatorios. Mis manos encontraron el camino hasta su pelo, que parecía ser su destino favorito. ¡Yo no tenía quejas!
"¿Estás lista para intentar bailar, cariño?" susurró contra mi oído, su respiración agitada.
Asentí. No tenía suficiente aire en los pulmones para hablar. Bajamos las escaleras y llegamos a la pista de baile.
"¿Puedes bailar esta música?" preguntó.
"Sé un poco, pero tendrás que ayudarme."
Sonrió mientras ponía sus manos en mis caderas, justo entre mis vaqueros y mi camiseta. Dí un salto por el contacto. Se rió entre dientes de mi reacción.
"Estás demasiado lejos," dijo mientras me ponía más cerca, hasta que no había espacio entre nuestros cuerpos.
Suavemente me empujó las caderas, ayudándome a encontrar el ritmo para la música. Apoyé las manos en sus hombros y le miré fijamente, viendo todas sus emociones pasarle por sus preciosos ojos verdes. La única emoción constante era su amor por mí. Me hacía sentir como si mi corazón fuera a explotar de felicidad. Edward me amaba. Eso era más de lo que podría haber pedido.
¡Sus manos nunca dejaron de recorrerme la piel! Si no me sujetaba las caderas, me frotaba la parte baja de la espalda. Cuando no estaba haciendo eso, estaba recorriéndome con los dedos la zona bajo el ombligo, sabiendo muy bien lo sensible que era mi piel ahí.
Intenté mirarle con furia, pero cada vez, me daba un beso que me hacía olvidar por qué estaba molesta en primer lugar. Mi mente estaba intentando decirme que había algo que debía preocuparme, pero no me podía concentrar lo suficiente para averiguarlo. Sólo estaba Edward, sus manos y sus labios. ¡Sin mencionar sus deslumbrantes ojos verdes! Destellaban con deseo cada vez que sus labios se acercaban a los míos, ¡lo que acabó pasando bastante a menudo durante la noche!
Para cuando finalmente convencí a Edward de que necesitaba un descanso, estaba cerca de desmayarme. No estaba segura de si mi estado de mareo era por sus besos, nuestra cercanía, o sólo el agotamiento de bailar durante horas. Me llevó de nuevo a la zona privada. Suspiré con alegría mientras me sentaba y liberaba el peso de mis pies.
"¿Te lo estás pasando bien?"
"Demasiado," suspire, apoyándome contra él.
Edward se rió por lo bajo, dándome un beso en la cabeza. "Te amo, Bella."
"Has estado dejando eso perfectamente claro. Y yo también te amo."
Alice y Rose aparecieron unos minutos más tarde. "Bella," dijo Alice. "¿Por qué no vienes con nosotras al baño?"
Quería protestar por mis pobres pies, pero no tuve oportunidad de responder. Me cogieron de los brazos mientras me alejaban de Edward.
"¿Qué estáis haciendo?" pregunté, intentando mirarlas. Me sentía como si estuviera en el medio de un partido de tenis loco.
"Necesitamos hablar," dijo Alice.
"¡Siempre lo hacemos!" añadió Rose.
Esperé hasta que llegamos al baño para decir más. Tenía la sensación de que sabía de que iba a ir esto, pero realmente esperaba equivocarme. Esto era lo que se suponía que tenía que preocuparme.
Tan pronto como cruzamos la puerta, Alice la estaba cerrando y echando el pestillo. "¡Isabella Marie Swan!" me regañó.
Me encogí al escuchar mi nombre completo. "¿Sí, Alice?"
"¿Hay algo que mi hermano y tú podéis haber olvidado mencionar?" preguntó Alice, acercándose a mí.
"¡Nop!" contesté. "No hay nada que se me ocurra. ¿Por qué?"
"Está siendo evasiva," Rose se rió por lo bajo. "¡Qué mona! Bella, cariño, no estamos ciegas."
"¡Ni somos estúpidas!" dijo Alice.
"Realmente no sé de qué estáis hablando," dije, esperando que me creyeran.
"Mientes fatal," Alice se rió por lo bajo.
"¡Desembucha, Bella!" pidió Rosalie, cruzando los brazos sobre el pecho. Su sonrisa era bastante maligna.
"¿Cómo lo sabéis?" me quejé, mientras admitía mi derrota.
"Sería imposible que mi hermano bailase contigo así si las cosas no hubieran cambiado en vuestra relación," contestó Alice.
Miré el suelo.
Alice vino a mi lado, levantándome la barbilla. "Bella, no estamos molestas. Sentimos haberte dado esa impresión. Rose y yo sólo queríamos asegurarnos de que estabas bien. ¿Tienes alguna pregunta o necesitas algo?"
Las miré y pude ver que decían la verdad. "Estoy bien. Lo juro."
"¿Cuándo?" preguntó Rose.
Me debatí si debería alargar esto o no y decidí que no. Cuando antes confesara, antes volvería con Edward. "La otra noche... después de que me diera el anillo."
"¿Cómo no hemos visto esto?" Alice se rió entre dientes mientras me abrazaba.
"Estabais un poco ocupadas atendiendo a un Emmett enfurecido," contesté. "Hablando de él..."
"Bella, esto se queda estrictamente entre nosotras. Emmett no quiere ni necesita saberlo," dijo Rose.
"¿Entonces estás totalmente bien?" preguntó Alice.
Asentí.
"¿Usasteis protección? ¿Le vas a contar a Edward que lo sabemos?"
Me sonrojé. Sabía que sólo lo preguntaba porque estaba preocupada, pero aun así me sentía un poco rara hablando de estas cosas con alguien, aparte de Edward. "Sí y sí. No querría que me oyese mientras sueño. Estoy segura de que mi nivel actual de vergüenza atraerá algunos sueños."
"Estás creando una tonalidad nueva de rojo," Rose se rió por lo bajo.
"Bueno, diviértete y ten cuidado," dijo Alice, abrazándome otra vez. "¡Ninguno de nosotros está listo para ser tías y tíos y a Carlisle le daría un infarto!"
"¡Créeme!" me reí. "¡No voy a ser madre de nadie por ahora! Tengo demasiadas ganas de acabar la universidad. Sin mencionar que Emmett nos mataría a Edward y a mí. Me gustaría mantener a Edward un poco más de tiempo antes de dejarle a merced de mi hermano."
"Volvamos con Edward," dijo Rose, llevándome hacia la puerta.
"¿Entre nosotras, verdad?" pregunté, mientras Alice abría el pestillo y abría la puerta.
"Por supuesto," dijeron Rose y Alice.
Mientras volvíamos a nuestra mesa, me pregunté cuanto averiguaría Emmett por su cuenta. Realmente no quería que lo supiera ahora mismo. Sabía que algún día lo averiguaría, pero si él quería pensar que yo era inocente, le dejaría. No había necesidad cambiar su visión del mundo más de lo que ya había hecho.
Edward se levantó del sofá y me dio un abrazo tan pronto como me vio. "¿Estás bien? ¿Necesitas tomar el aire?"
"Estoy bien. ¿Por qué?"
"Bella, estás completamente roja."
"Oh, bueno hace calor aquí. Creo que algo de aire estaría bien."
Edward se giró hacia Alice. "Voy a salir con Bella. Volveremos dentro de un rato."
"Saluda a Jacob de mi parte," dijo Alice mientras no decía adiós.
Mientras nos acercábamos a la puerta y al aire frío de fuera, Edward se inclinó y me susurró al oído. "Lo saben, ¿no?"
Asentí. Edward me abrazó más fuerte.
"¡Aquí estás!" Jacob se rió mientras salíamos. "Me preguntaba si te habías ido durante mi descanso. Normalmente no te quedas dentro tanto tiempo."
"Nunca antes había tenido el placer de la compañía de Bella. ¿Cómo te va la noche, Jacob?" preguntó Edward, rodeándome con sus brazos y presionándome contra su pecho. Apoyó la barbilla en mi hombro.
"Hasta ahora bastante bien," dijo Jacob, mirando la cola de gente. "Todavía no ha habido ningún borracho."
"He oído que eres una mala influencia para Edward," dije mientras ponía una mano en la mejilla de Edward.
Jacob sonrió, enseñando unos dientes muy blancos. "¿Qué es la vida sin un poco de peligro y la posibilidad de que te arresten?"
Sonreí mientras Edward se reía por lo bajo junto a mi oído.
Jacob levantó la mirada y Edward sonrió todavía más. "¡Mira eso!" Jacob extendió el brazo y de repente mi mano estaba en la suya. Estaba mirando mi anillo. "Está claro que es tuyo, Edward. ¿Entonces vais en serio, no?"
Edward me cogió la mano que Jacob sujetaba y me besó el dedo, justo bajo el anillo. Me miró fijamente mientras contestaba a su amigo. "Un día la voy a hacer mi mujer."
La convicción y honradez en sus ojos casi hace que me caiga. Estaba asombrada una vez más de mi suerte por tener a Edward en mi vida, amándome así. Sólo esperaba que le hiciese sentir una fracción de cómo él me hacía sentir.
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