sábado, 4 de febrero de 2012

LLC: Cap 49: Preparandose


"¿Te gustaría ducharte conmigo?" preguntó Bella, cogiendo su ropa de la maleta de nuestro armario.

"¿De verdad crees que eso es inteligente?" pregunté, enseñándole la sonrisa que sabía que más le gustaba.

"Supongo que no," suspiró, levantándose y entrando en nuestro baño.

Me reí por lo bajo mientras me quitaba la camiseta, tirándola en el suelo a mi lado. Al menos no tenía que preguntarme si disfrutaba haciendo el amor conmigo. Era claramente evidente en sus preciosos ojos marrones.

Cogí mi camiseta, con la intención de dejarla en la cesta, cuando me di cuenta de que había dejado la puerta totalmente abierta. La última vez que Bella dejó la puerta abierta no había acabado muy bien para ella. Me asombró mucho que lo hiciera queriendo. Me estaba dando la espalda mientras se quitaba la camiseta. Quería apartar la mirada, pero mis pies estaban pegados al suelo. Lentamente se quitó los vaqueros. Mientras movía los brazos para desabrocharse el sujetador, mis pies recordaron como moverse.

Le rodeé la cintura con los brazos y con delicadeza la presioné contra mi pecho. "Isabella," susurré mientras le besaba el cuello. "¿Tienes idea de lo que me estás haciendo ahora mismo?"

"Quizás un poco," dijo, apoyándose más contra mí. Su sonrisa era clara en su voz. "Pero no crees que sea inteligente ducharte conmigo así que deberías irte." ¡Nada de vergüenza esta vez! Estaba tentándome. Era justo devolvérselo.

"Tienes razón," dije.

La solté y la giré para mirarla. Le sonreí con malicia antes de cogerla y tirármela sobre el hombro. Chilló mientras la sacaba del baño y la soltaba sobre la cama.

Me tumbé sobre ella y le sonreí. "Esto es mucho mejor."

"Creo que no, Tutor-boy," dijo entre risitas. Su felicidad me hacía sentir feliz. "Tienes demasiada ropa puesta."

"Siempre podrías arreglar eso," dije, besándola por el cuello y el hombro.

"¿Y si no quiero?" preguntó, tirando de mis pantalones por el cinturón.

"No habrías dejado la puerta del baño totalmente abierta," contesté, mirándola a los ojos.

"No lo sabes con seguridad," dijo, sonriéndome coquetamente. "Por todo lo que sabes, simplemente se me olvidó cerrarla otra vez. No es como si pudieras leer mentes o algo así."

"Verdad, pero me gusta pensar que he aprendido un poco sobre leerte los ojos y la cara desde que te he conocido. Y ya que no te estás sonrojando, claramente no ha sido un accidente."

"¿Y qué te están diciendo mis ojos?"

"Me amas."

"Sin ninguna duda eso es verdad. ¿Algo más?"

"Estás disfrutando metiéndote conmigo ahora mismo."

"Posiblemente. ¿Qué más?"

"Ha pasado demasiado tiempo desde que te he besado y tocado y te he tenido cerca," susurré, sujetándola entre mis brazos. Eso era verdad para mí. La amaba más de lo que creía que fuera posible. "Te amo tanto, Bella." La besé otra vez.

Mientras la besaba, me recorrió con las manos los hombros y el pecho. Jadeé un poco cuando empezó a desabrocharme los vaqueros. Dejé que los desabrochara y los bajara un poco, entonces me los quité, sin romper el beso en ningún momento. Era demasiado pronto cuando tuve que separarme para respirar.

"Te amo, Edward," jadeó, mientras le besaba los hombros.

"Te amo, Bella." Sonreí contra su piel, disfrutando del conocimiento de hacerla sentir así.

Levanté la cabeza para besarla en los labios otra vez cuando la estruendosa voz de Emmett sonó en la casa. Los dos dejamos de movernos, mirándonos con cautela.

"¿Has cerrado el pestillo de la puerta, verdad?" preguntó, con expresión de pánico en los ojos.

Corrí hasta la puerta y cogí la manilla, contento de ver que estaba cerrada. Pensé en la expresión de su cara justo ahora y la de la noche cuando había estado llorando. "Quizás deberíamos dejar eso para después," suspiré, apoyándome contra la puerta.

"Sí, quizás," dijo suavemente.

Se levantó de la cama y entró en nuestro baño, sin siquiera mirarme. Me pregunté si había cometido un error. Quizás no quería que parara.

Escuché la ducha mientras me quedaba junto a la puerta, intentando averiguar que sería lo correcto en esta situación. Me pasé una mano por el pelo y me di cuenta de que no tenía ni idea. Tendría que preguntárselo. Respiré hondo y me dirigí al baño.

Bella estaba inclinada hacia delante, dejando que el agua cayera sobre su espalda y sus hombros. Entré en la ducha detrás de ella y suavemente besé la húmeda piel de su espalda.

"¿Edward, qué estás haciendo?" preguntó, su voz sonando entre enfado y placer.

"Siento lo de antes," susurré mientras le rozaba la nuca con los labios. "No estaba seguro de lo que querías. No quiero que tú y Emmett discutáis otra vez. Si quieres que esperemos hasta esta noche, lo haremos, ahora mismo sólo quería estar cerca de ti. Te amo tanto, Bella. No quiero hacer nada que te moleste."

Se giró y me miró. "Edward, aprecio el sentimiento. Es muy dulce de tu parte. Pero sólo hay dos personas en nuestra relación, y Emmett no es una de ellas. Puede que no quiera que él sepa que hemos llegado a este paso en nuestra relación, pero tampoco dejaré que su presencia me impida hacerlo."

Apoyó las manos en mi pecho y me sonrió. Una vez más me quedé asombrado por lo guapa que estaba cuando sonreía.

"Así que si quieres amarme, ámame entonces. Pero más vale que lo decidas antes de que Alice venga a buscarnos. Tengo la sensación de que podría forzar tu puerta si realmente quisiera."

Bajé mis labios hasta los suyos, dejando que el beso fuera mi respuesta. Me rodeó el cuello con los brazos, acercándose más a mí. La levanté y me rodeó la cintura con las piernas, sujetándola entre la pared y mi pecho. Esperaba que los azulejos de la pared no estuvieran demasiado fríos para ella.

El agua caía sobre nosotros como si estuviésemos bajo una lluvia cálida. Moví los labios hasta su cuello, lamiendo las gotas de agua. Un suave gemido dejó sus preciosos labios.

Lentamente, me deslicé en su interior, con cuidado para no hacerle daño. Una vez más pensé en la suerte que tenía al haber decidido ir a cenar con todo el mundo para conocer a esta maravillosa mujer. Empecé a chuparle el cuello, disfrutando el sabor de su piel.

"No te atrevas a dejarme un moratón ahí," dijo entre dientes, apoyando su cabeza en la mía.

"Prometo que no lo haré," me reí por lo bajo contra su piel. ¿Pensaba que quería morir? ¡Emmett me mataría si veía que Bella tenía un chupetón!

Ninguno habló después de eso. Los únicos sonidos a nuestro alrededor eran el agua, los jadeos de Bella, y mis intentos para conseguir aire. Quedaba perfectamente entre mis brazos y estaba tan contento de tenerla cerca de mí. Nunca me había alegrado más de haber esperado a la persona correcta... a ella. Valía cada segundo de espera.

Mientras se estremecía entre mis brazos, los dos intentando calmarnos después de nuestro clímax, le manifesté mi amor con suaves susurros. Ni siquiera sé si lo escuchó, pero sentí la necesidad de decírselo. Le besé el cuello una última vez antes de ponerla de pie.

Cogí su champú y le lavé el pelo, dándole un masaje en la cabeza. Después le lavé el cuerpo, justo como había hecho la primera noche en el hotel. Me aseguré de aclarar todo el jabón.

La besé en la frente. "Más vale que vayas a buscar a Alice, cariño."

"Te amo, Edward," dijo, dándome un rápido abrazo.

"Te amo, Bella."

Me sonrió una última vez mientras cerraba la puerta de la ducha. Sacudí la cabeza y me reí por lo bajo. ¿Cómo había acabado con un ángel así? Era tan perfecta. Era encantadora, sorprendente, ingeniosa, valiente, y tan increíblemente cariñosa. Sin mencionar insanamente preciosa.

Acabé de ducharme y me vestí rápidamente. Escogí unos vaqueros y una camisa blanca. Sentí que tenía la mayor posibilidad de pasar los estándares de moda de Alice. Me puse mis zapatillas favoritas. Zapatos cómodos eran una necesidad para una larga noche de baile y manteniendo a Bella de pie.

Me pregunté como la vestirían Alice y Rose esta vez. Recordaba su último conjunto claramente. Me reí en voz baja sacudiendo la cabeza. Necesitaba bajar y esos pensamientos sólo causarían problemas. Bajé los escalones de dos en dos, ansioso para ver a mi Bella otra vez.

Las chicas todavía no habían salido de la habitación de Alice. Jasper y Emmett estaban teniendo otra competición de Halo. Los vi jugar durante algunos minutos antes de aburrirme. Fui hasta mi piano. Presioné suavemente las teclas, intentando decidir si tenía tiempo suficiente para tocar. Odiaba no tocar al menos dos canciones completas.

Suspiré y me senté en el banco. Quería tocar. Tendrían que esperarme. Empecé con la composición favorita de mi madre. Cerré los ojos y pensé en ella y en mi padre. Mi madre realmente era una mujer maravillosa. La retrospección era tan clara como todo el mundo decía. Había sido involuntariamente cruel con ella durante los últimos años en un intento de protegerla. Sólo quería quererme y había evitado que me tocara una y otra vez. En vez de enfadarse conmigo, simplemente había esperado a que se me pasase. Bella me había abierto los ojos y el corazón.

Mi padre... le tenía muchísimo respeto, pero no tenía deseos de ser él. No quería ver a mi familia como barcos pasando de noche. Sabía que salvaba vidas y estaba orgulloso de él, pero también le eché de menos creciendo. Y sabía que si Bella decidía casarme conmigo, no estudiaría medicina. Encontraría algo más que hacer. Quizás podría enseñar a tocar el piano en alguna parte.

Acabé la composición de mi madre y empecé la más nueva. Esta era la que estaba ocultándole a Bella. Todavía estaba demasiado nervioso para decírselo. No sabía como reaccionaría... ni si le gustaría. Pensé que sí cuando se lo tarareaba al principio y se quedaba dormida. Pero durante sus pesadillas, apenas servía de algo para consolarla. Aunque claro, había sido lo único que le había causado algún tipo de alivio.

Esta era la canción de Bella, su nana. Cuando la conocí, tenía un deseo tan fuerte de abrazarla y no sabía por qué me sentía así. No la conocía lo suficiente para abrazarla físicamente, así que le había escrito un abrazo musical. Me pregunté una vez más lo que pensaría si lo tocaba para ella. Mientras abría los ojos, me di cuenta de que estaba a punto de averiguarlo.

Bella estaba apoyada contra la puerta, abrazándose el pecho. Estaba sonriendo con cariño y en sus ojos no había nada aparte de amor y admiración. Lentamente se me acercó, extendiendo los brazos y enseñándome su ropa.

"¿Cómo estoy, Tutor-boy?" preguntó, sentándose a horcajadas en el banco del piano.

Le sonreí mi mejor sonrisa, sólo para ella. "Estás irresistible, Bella." Me incliné y la besé suavemente.

"¿Qué estabas tocando?" preguntó, cogiéndome una mano.

"¿La has reconocido?" pregunté, quería saber si la recordaba o no.

"Una parte me suena, pero creo que debe ser mi imaginación. Claramente recordaría oír algo tan bonito. ¿Es tuya?" la sinceridad brillando en sus ojos me dio el valor que necesitaba para hablarle de esta composición.

"Sí," contesté, sonriéndole y recorriéndole el suave pelo con una mano. "Es la composición que compuse para mi examen final. Y recuerdas algunas partes porque a menudo te la tarareo mientras duermes. A veces te calma cuando tus sueños te perturban."

"¿A veces?"

Le sonreí con tristeza. "No sirvió para mucho cuando tenías problemas para dormir."

"Oh. Estoy segura de que eso es por mi extraño cerebro más que por tu canción. Es preciosa, Edward."

"Ni siquiera se puede comparar a la persona que la inspiró."

"No me dejes con el suspense," dijo, cogiéndome de las manos. "¿Quién la ha inspirado?"

Me reí en voz baja. Realmente no tenía ni idea. La besé rápidamente y dije, "Tú, tonta Bella."

"¡No seas ridículo, Edward!" se rió, dándome un golpe de broma en el pecho. "Dime la verdad."

"Te estoy diciendo la verdad, Bella," dije. Puse las manos en sus caderas y me moví para poder abrazarla. "Es tu nana."

Me miró fijamente, con los ojos muy abiertos y llenos de incredulidad. "¿Me has compuesto una canción, Edward?"

"Sí. Y conseguí una nota excelente si lo recuerdas."

"¿Por qué no me has dejado oírla antes?"

Me encogí de hombros. "No estaba seguro de sí te gustaría."

"Tienes tanto talento. ¿Por qué dudas tanto de ti mismo?"

"¿Recuerdas lo que te dije la primera noche que nos quedamos hablando por teléfono?"

Me sonrió ampliamente. "Dijiste que la música era lo único que deseabas que se te diera bien. ¿Ese es el por qué, Edward? ¿Te es difícil saber si es buena por la pasión que sientes por ella?"

Asentí. Sus observaciones siempre eran tan exactas.

"¡No pasa nada!" dijo, besándome la palma de la mano. "Te ayudaré a saberlo. Esa composición es la música más preciosa que he escuchado en mi vida y me siento muy especial sabiendo que la compusiste sólo para mí. Puedes tocarme toda tu música y te diré como suena realmente."

"Creo que no serás muy objetiva," me reí por lo bajo.

"Quizás un poco, pero nunca te mentiría y lo sabes."

"Sí, lo sé." La besé en la frente. "¿La has escuchado entera?"

"No. Vine a la mitad. Tócala ahora para mí."

"¿Estás segura?"

"¡Por favor, Edward!"

Le sonreí. Apoyé los dedos en las teclas y empecé a tocar su nana otra vez. Se moví para sentarse a mi lado apoyada contra mí. La escuché suspirar y me hizo sonreír. Me había familiarizado mucho con sus sonidos. Sabía que ese era un suspiro de satisfacción. Le gustaba de verdad. Cuando acabé la canción, levanté la mirada y vi a Alice y a los demás en la puerta.

"¡Finalmente!" dijo Alice. "¡Me preguntaba cuando ibas a tocársela!"

"¿Cómo lo sabías?" pregunté. Estaba seguro de que nunca la había tocado cuando Alice estaba prestando atención.

"Lo veo todo, Edward," dijo Alice, guiñándome. "Ya deberías saberlo."

"Dinos a los demás a qué te refieres," dijo Rose, empujando a Alice en el hombro con un dedo.

"Bella," dijo Alice.

Bella se incorporó y sonrió ampliamente. Podía entender de donde venía la expresión sonreír de oreja a oreja. Estaba radiante de felicidad.

"Es mi nana. Edward la ha escrito para mí. ¿A que es preciosa?"

"¿No eres un poco mayor para nanas, Squirt?" dijo Emmett con una risa.

Bella le sacó la lengua. "¡Sólo estás celoso!"

"Sí, porque quiero que me escriban una canción de bebé," le soltó Emmett.

"No creo que una nana sea sólo para bebés," dijo Rose. "Creo que es para todos lo que necesiten consuelo."

"¿Era esa la canción secreta de tu examen?" preguntó Jasper.

Asentí con la cabeza.

"Puedo ver por qué conseguiste esa nota. Sí que tiene un toque de consuelo."

"Gracias, Jasper," contesté.

"Levántate, Squirt," dijo Emmett. "Deja que vea tu ropa ahora para que se me pase la impresión."

"No está tan mal," Bella se rió mientras se levantaba.

Vi como se le levantaba la camiseta, enseñando un trozo de su estómago perfectamente liso. Rápidamente giré la cabeza, al no querer que Emmett me pillara mirando a Bella fijamente. Me sentía lleno de la convección irracional de que sabría que Bella y yo ya no éramos inocentes. Estaba seguro de cuando se diera cuenta pasaría a los puños rápidamente.

"Oh, no está nada mal," dijo Emmett. "¿Ya estamos listos para irnos?"

"¿Edward?" preguntó Alice. Sabía que me gustaba tocar más de una canción.

Asentí.

"Perfecto. Cada pareja cogerá un coche por si alguien se cansa temprano," dijo Alice.

Bella y yo fuimos hasta el armario de los abrigos juntos. Saqué su chaqueta y la ayudé a ponérsela. Me puse la mía y la cogí de la mano. Fuimos los primeros en salir de la casa. Abrí su puerta y se montó, sonriéndome. Me monté y sonreí mientras arrancaba. Me gustaba que el motor apenas hiciese ruido.

"¿Así que te gusta este coche?" dijo Bella entre risitas.

"Ya lo sabías," me reí por lo bajo. Di marcha atrás esperando a Alice para que fuera delante.

"¿Vas a agarrarme y asegurarte de que no acabe con otra escayola, verdad?"

"Sí, cariño. Te agarraré muy fuerte y te protegeré."

"Bien. ¿Cómo es estar en una discoteca?"

"La mayoría están llenas de gente. Normalmente hay una zona con mesas y bancos para los que prefieren mirar o necesitan un descanso. Creo que a la que vamos esta noche tiene sofás."

"¿Crees que Alice me dejaría sentarme al principio? Estoy un poco nerviosa."

"Me aseguraré de que lo hace."

"Gracias, Edward."

"Cualquier cosa por ti, Bella."

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