sábado, 4 de febrero de 2012

LLC: Cap 47: Hablando con Emmett II


"Edward," dije con voz ronca, mirando su casa, con todas las luces encendidas.

Mi estómago se llenó de mariposas. Emmett ya había tenido suficientes problemas últimamente viéndome como una adulta. ¿Cómo iba a reaccionar ante esto?

"Bella," se rió por lo bajo. "Tienes que relajarte, cariño."

"¿Qué va a decir?" pregunté, mordiéndome el labio nerviosamente. Me giré para mirarle; sus ojos eran suaves y cariñosos, diciéndome que me calmara. "¿Estás listo, Edward?"

"Mucho." Su sonrisa era preciosa mientras me miraba.

"¿No estás nada nervioso?" pregunté.

"Depende," dijo, levantando mi mano y besando el anillo con el dedo. "¿Podrá decir algo que te hará cambiar de opinión y hacer que te quites este anillo?"

"Nunca."

Se inclinó más cerca y suavemente rozó sus labios con los míos. "Entonces no estoy preocupado."

"¿Y por ti?" pregunté. "¿Puede alguien hacerte cambiar de opinión?"

"Sólo tú, Bella. E incluso entonces lo dudo."

Le sonreí, intentando con fuerza no sonrojarme, pero fracasando miserablemente. "Entonces supongo que deberíamos entrar." Abrí mi puerta y salí.

Me esperó delante del coche y me cogió de la mano, apretándola. "Bella, creo sinceramente que a Emmett no le importará esto."

Me detuve y volví a mirar el Volvo. "Quizás deberíamos esperar hasta mañana."

Me cogió entre sus brazos y levantó mi cara hacia la suya. "Esta mañana, amenazaste a alguien con darle una nueva nariz. Esta noche, te comportas como si ahí dentro esperándote hubiera un pelotón de fusilamiento. ¿A dónde se ha ido mi valiente e intrépida Bella?"

"Esta mañana estaba protegiéndote," dije, sorprendida por mi propia franqueza.

"Y no crees que necesita protección esta noche," dijo, apoyando su frente contra la mía. "Yo creo que necesito tu protección. Necesito saber que sólo estás nerviosa por Emmett y que no tienes dudas sobre mí, sobre nosotros. Ese conocimiento sí que ayudaría a protegerme."

"Edward," susurré, rozando mis labios con los suyos. "No tengo dudas sobre ti. Sólo estoy nerviosa por Emmett. Si recuerdas, entré con ropa de discoteca y me magulló una costilla."

"Sí que lo recuerdo, cariño," dijo mientras me besaba en la frente. "Pero prometo no dejarle llegar tan cerca si parece que está demasiado protector."

"De acuerdo," dije, respirando hondo y levantando la cabeza. "Vamos."

Edward me colocó un mechón de pelo tras la oreja y me besó en la mejilla. "Aquí esta mi valiente Bella."

Le sonreí mientras le daba la mano y subíamos los escalones. Me rodeó la cintura con un brazo. Abrimos la puerta para ver a nuestra familia.

Alice fue la primera en darse cuenta... ¡por supuesto! "¡Están en casa!" gritó mientras corría hacia nosotros. Nos abrazó a los dos a la vez. "¿Te encantó, Bella?"

"Todo, Alice. Muchas gracias por ayudar a Edward a hacer todo eso," dije.

"¡Squirt! Eddie." Dijo Emmett desde el suelo, al lado de Jasper. Los dos estaban inmersos en un video juego.

"Bella. Edward," dijo Jasper, sin quitar los ojos de la televisión.

"¡Hola!" dijo Rose desde uno de los sillones, con la nariz pegada a una revista.

"¿Dónde están nuestros padres?" preguntó Edward.

"¡Noche de cita!" dijo Alice alegremente. "¡También dijeron que nos les esperásemos! ¡Creo que papá va a llevarla a bailar!"

Edward y Alice se miraron fijamente, los dos riéndose en voz baja.

"¿Qué?" pregunté, al verles tan sonrientes.

"Nuestros padres disfrutan mucho bailando. Alice y yo fuimos desafortunados al encontrárnoslos en unas de sus citas. Ningún hijo quiere ver a sus padres así," Edward se rió por lo bajo.

"Sí, es claramente desconcertante ver a tu padre bailando con tu madre mientras ella lleva un vestido muy revelador en mitad de un club con música de salsa a todo volumen," añadió Alice.

"Desconcertante," Emmett hizo una mueca. "Más bien como 'por favor que dejen de quemarme los ojos'."

"¿Tú también les vistes?" le pregunté a mi hermano.

"Sí. Todos estábamos juntos esa noche," contestó Emmett.

"¿Saben que todos les visteis?" pregunté, mirando a Edward.

Negó con la cabeza, con una enorme sonrisa en la cara.

"Bella, a veces es mejor hacer como que no sabes nada," dijo Alice, guiñándome. "Además, si alguna vez me meto en grandes problemas con ellos, ¡tendré eso como mi arma secreta!"

"¡Eres absurda!" dijo Alice, empujando a Alice para que pudiéramos pasar por la puerta.

Me llevó hasta el sofá e hizo que me sentara en su regazo. Me rodeó con sus brazos y apoyé la cabeza en su hombro.

"¿Con cuántos libros has acabado, Squirt?" preguntó Emmett.

"¡Diez! Intenté que fueran menos, pero Edward insistió," dije alegremente.

"No pareces que te esforzaras mucho," Rose se rió, bajando revista.

Alice saltó a mi lado en el sofá, botando. "¿Y?"

"¡Y!" dije, haciendo como que estaba perdida.

"¡Bella!" se quejó Alice.

"¡Alice!" me reí entre dientes.

"¡Eres tan mala como Edward Anthony! ¿Cuál es tu segundo nombre para que pueda gritarte bien?" preguntó Alice.

"Marie," contestó Edward antes de que yo pudiera abrir la boca.

"Es muy bonito," dijo Rose.

"¡Bella Marie eres tan horrible como Edward Anthony! ¡Ahora cuéntame antes de que explote de anticipación!" ordenó Alice.

"¿A qué vienen tantos gritos?" preguntó Emmett.

Dejó en el suelo su mando. ¡Oh, no! ¡Iba a prestar atención! Vi con horror como Jasper apagaba el juego y la televisión.

"Sólo quiero saber si a Bella le gustó su sorpresa," contestó Alice, intentando parecer inocente.

"Yo también siento curiosidad, Bella," dijo Emmett. "No estaba seguro de si estarías bien con el plan que se les ocurrió a estos dos."

"Fue el mejor cumpleaños que alguien podría tener," contesté con una sonrisa. "Mamá lo hubiera aprobado." Me sonrojé al pensar lo genial que habían sido otras partes.

"Si fue tan fantástico..." Emmett sonrió, mirándome atentamente. "... ¿por qué estás tan colorada?" ¡De todas las veces para prestar atención, tenía que ser ahora!

"Porque," dije, intentando ganar algo de tiempo. "Simplemente me he sonrojado. Eso es todo."

"Bella," Emmett se rió por lo bajo. "Te sonrojas por nervios o vergüenza. ¿Cuál ha sido y por qué?"

"¡Joder, Emmett!" grité, intentando desviar su atención a otra parte. "Espero un interrogatorio por parte de Alice y Rose, pero ¿por qué estás tú tan interesado?"

"¡Tranquilízate!" Emmett se rió entre dientes. "¿Qué estás escondiendo, Bella?"

"Más vale que se lo cuentes," me susurró Edward al oído. "Sólo va a empeorar. Es tan cabezota como tú y está prestando atención de verdad."

Asentí un poco. "No estoy escondiendo nada, Emmett. Es que no me había dado cuenta de que te interesaba tanto."

"Eres mi hermana pequeña, Bella. Por supuesto que me interesa," dijo Emmett. "Además, este es el primer San Valentín que tienes un San Valentín de verdad. Sólo estoy intentando ser un buen hermano mayor."

"Sé que lo eres," dije. Me incliné y le cogí la mano. "Eres un hermano excelente, Emmett. Pero ya no tengo doce años. Tengo veinte. Y no siempre voy a querer contarte todo lo que hago. Y confía en mí, no siempre vas a querer saber todo lo que hago."

"Es justo," dijo Emmett, retirando la mano y despeinándome un poco. "Bueno, ¿qué quieres contarme de tu día?"

"¡Bien! ¡El restaurante francés era fantástico! Nos sentamos fuera y el cielo estaba despejado. Aunque había demasiadas luces para ver las estrellas, era muy bonito. ¡Y entonces Edward casi le da un puñetazo al camarero porque no le gustaba como me estaba mirando!"

"¡Bien, Edward!" se rió Emmett. Extendió el puño y Edward le dio con el suyo.

"El primer saboreo de los celos," Jasper sonrió. "¿Cómo fue, Edward?"

"¡Irritante!" se rió por lo bajo.

Alice extendió la mano y le alborotó el pelo a Edward. "Mi hermanito está creciendo."

Empujó su mano, deslizándonos más lejos de ella en el sofá. "Alice," advirtió.

"¿Qué más, Bella?" preguntó Rose, levantándose y sentándose al lado de Alice.

"Edward pidió por mí y la comida era excelente. Y entonces nos fuimos al hotel y averigüé lo que estaba haciendo," expliqué.

"Os sigo diciendo que es demasiado observadora," dijo, abrazándome más contra él.

"¿No le babeaste, verdad?" preguntó Emmett.

"¡No, Em!" me reí. "¡No le babeé!" saqué la mano de bajo mi camiseta y le enseñé el anillo a Emmett. "Acepté su promesa."

Emmett me cogió la mano y la miró fijamente. "¿Qué promesa es esa?" su tono era ilegible.

"Nada grande," empecé. "Sólo que me amaría y que se quedaría conmigo y después de la universidad casarse conmigo."

Alice y Rose gritaron fuertemente mientras se lanzaban contra Edward y yo, apretándonos contra el sofá. Vi por abajo del brazo de Alice que Emmett se ponía de pie. Salió del salón dando zancadas, abrió la puerta principal, y la cerró de un portazo al salir.

"¡Uh, oh!" dijo Jasper con una mueca.

"¡Quitaos!" grité, intentando salir de bajo las chicas. "¡Tengo que hablar con él!"

Edward me agarró con más fuerza, sujetándome. "Bella, dale un momento."

"¡No!" grité, intentando liberarme de las manos de Edward. "¡Tengo que ir!"

"Bella," dijo Rose, apoyando una mano en mi mejilla. "Cálmate. Déjame hablar con él primero."

"¡No he hecho nada malo, Rose! ¿Por qué está tan enfadado conmigo?" pregunté, mientras empezaban a caerme lágrimas.

"Cariño, no está enfadado. Sólo sorprendido. Deja que hable con él y ya verás," me intentó convencer Rose. "Además, no puedes hablar con él si estás tan disgustada. Ve a la habitación de Edward, lávate la cara y tranquilízate. Mandaré a Emmett después de que hable con él."

Asentí mientras Edward se levantaba conmigo. "No voy a cambiar de opinión, si pregunta."

Rose sonrió y me besó en la frente. "Bien. Y él no va a preguntar."

Dejé que Edward me llevara a su habitación mientras me limpiaba las lágrimas que no quería derramar. Me alejé de él y entré en el baño. Cogí una toalla de la estantería. Abrí el grifo con más fuerza de la necesaria, haciendo que cayera un gran chorro de agua en el lavabo. Miré fijamente mi cara cubierta de lágrimas, sintiendo que mi ira aparecía.

Miré a la izquierda y vi el reflejo de Edward. Estaba apoyado contra la puerta, con los brazos cruzados. Estaba mirándome y sus ojos verdes estaban tristes. Mi ira se convirtió en pena por ponerle triste. Debía haberme malinterpretado al alejarme de él.

Me giré y corrí hacia él, cari tirándonos a los dos al suelo. "Lo siento. Es que... realmente esperaba que le pareciera bien."

Me rodeó con sus brazos, abrazándome fuertemente. Con cuidado me movió hacia atrás hasta el baño. Me sentó en el mostrador y cogió la toalla. Cerró un poco el grifo y la humedeció, sin apartar los ojos de mí.

Después de mojar la toalla, delicadamente me la frotó por la frente. Cerré los ojos mientras los limpiaba suavemente. Mantuve los ojos cerrados mientras me limpiaba las mejillas y el cuello. Ninguno de los dos habló. No estaba segura de cómo agradecerle lo que estaba haciendo. No creía que él supiera que decirme sobre mi hermano.

Las suaves caricias de la toalla fueron reemplazadas por sus labios mientras me daba besitos por las mejillas hasta llegar a mis labios. Abrí los ojos cuando paró. Estaba mirándole fijamente a sus preciosos orbes esmeraldas.

"Isabella," susurró, cogiéndome la mano. "Lo siento."

"¿El qué?" pregunté.

"Estás sufriendo. Nunca quise hacerte daño."

"Edward, esto no es tu culpa. Emmett es el que se fue."

"Pero si hubiera esperado..."

Puse un dedo contra sus labios. "Si hubieras esperado, también habría pasado. Y me alegro de que no esperaras. Lo que dije fuera lo decía en serio. Nadie va a hacerme cambiar de opinión sobre ti, sobre nosotros. Te amo, Edward. Eso es lo más importante. Nadie sabe mejor que tú el miedo que me daba abrirme y aceptaros a todos. Pero Edward, como te dije anoche, ya no tengo miedo. Ni siquiera puedo empezar a decirte cuantas ganas tengo de que seamos nuestra pequeña familia. En dos años, nos graduaremos y nos casaremos. Puede que incluso decida dejar que Alice se vuelva loca con eso."

Edward se rió por lo bajo y le sonreí. Moví el dedo y lo reemplacé con mis labios.

"Edward, no quería acercarme a nadie. No quería perder a nadie más. Pero me has enseñado que abrirme añadiría más gente a mi vida. Y aunque llegará el día cuando esas personas ya no estarán, nunca me arrepentiré del tiempo que tuve con ellas."

"Así que vengo aquí listo para deciros que sois demasiado jóvenes para saber lo que estáis haciendo." La fuerte voz de Emmett haciendo eco en el baño hizo que Edward y yo diésemos un salto. Nos giramos para mirar a mi hermano. "Pero después de oír tu discursito... supongo que yo soy el que no sabe lo que está haciendo. En algún momento durante el camino, creciste, Bella. Supongo que quizás estaba disfrutando demasiado cuidándote, que se me olvidó darme cuenta."

Me deslicé del mostrador y corrí hacia mi hermano, echándole los brazos al cuello. "Yo también estaba disfrutando que cuidaras de mí, Em. Has sido el mejor hermano mayor que una chica podría pedir."

"Supongo que los dos tenemos una edad y vamos a empezar nuestras propias familias," dijo Emmett, sujetándome fuertemente.

"Pero nuestras pequeñas familias juntas harán una gran familia de la que siempre seremos parte. ¿De acuerdo, Em?" pregunté.

"Por supuesto, Squirt," dije suavemente.

"¿Entonces no estás enfadado conmigo?" pregunté.

"No, Bella," susurró. "Sólo estaba sorprendido. Pero lo decías en serio, ¿no? ¿Vas a acabar primero la universidad?"

"Por supuesto, Em," contesté, separándome para mirarle a la cara. "Sabes lo mucho que significa la graduación para mí. Y nunca podría dejar que el regalo de Esme y Carlisle se malgastara."

Emmett me dio un golpecito con el dedo en la frente. "O tu propio regalo."

"¡Sí, eso también!" me reí. "¿Entonces estamos bien, hermano oso?"

"¡Estamos bien, enana!" Emmett se rió por lo bajo.

Le abracé de nuevo fuertemente. "Gracias, Emmett. Espero que sepas cuanto te quiero y cuanto te aprecio por todas las cosas que has hecho por mí."

"He dicho que me parece bien, Bella. No hace falta que me hagas la pelota," dijo Emmett, empujándome con cuidado. Tenía los ojos un poco más brillantes de lo normal. "Edward, ten mucho cuidado con ella."

"Lo tendré, Emmett," contestó Edward, rodeándome la cintura con los brazos y presionándome contra su pecho. "Lo significa todo para mí."

Emmett asintió y se fue.

Respiré temblorosamente. "Eso ha sido..."

"Creo que probablemente deberíamos cambiarnos y acostarnos y dejar el resto de la interrogación para mañana," me susurró Edward mientras me besaba el cuello. "No creo que ninguno de nosotros pueda aguantar más problemas esta noche."

"¿Tenemos suficientes cosas aquí o tenemos que bajar a por las maletas?" pregunté.

"Creo que lo más seguro es cerrar la puerta con llave y aprovechar lo que tengamos. Si bajamos ahí, Alice nos acorralará."

Edward cerró la puerta mientras yo miraba su armario para ver que ropa tenía ahí. Al momento vi que casi todo lo tenía en casa para lavarlo. Acabé cogiendo una de sus camisetas. Me metí en la cama y me acurruqué bajo las mantas, esperando que Edward se uniese a mí.

Vino unos minutos más tarde, cogiéndome entre sus brazos. "Por favor, duerme bien esta noche, Bella. Por favor, no tengas pesadillas."

"Sabes que eso no depende de mí. Pero creo que estaré bien. E incluso si tengo una, no significa que volverán cada noche."

"Lo sé. Pero odio verte disgustada."

"Sólo abrázame con fuerza y no me sueltes."

"Nunca," susurró, mientras apoyaba la cabeza bajo su barbilla, tan cerca de él como era posible.

Tuve muchos sueños esa noche, pero no recordaba ninguno completamente. Y cuando me desperté muy temprano a la mañana siguiente, la camiseta de Edward estaba seca, como estaba cuando me quedé dormida.

Le besé en la mejilla y le susurré suavemente, "No ha habido pesadillas, Edward. Las alejas todas." Me acurruqué más contra él y cerré los ojos, quedándome dormida otra vez con el hombre que amaba

No hay comentarios:

Publicar un comentario