Respiré hondo, despertándome lentamente en la tranquila habitación. Cada sueño que había tenido durante la noche había sido de Bella. Había soñado que nos casábamos en una playa. Había soñado con nosotros riéndonos y bailando una noche bajo las estrellas. Había soñado con solamente tenerla entre mis brazos.
Miré su tranquila cara y la besé en la frente. Era tan guapa. Me encantaba sentirla acomodada entre mis brazos, presionada contra mi pecho. Quedaba tan perfectamente contra mí. Me hacía sentir completo de formas que nunca pude saber que existían.
Miré la habitación. Había estado tan concentrado con mis pensamientos de Bella que se me había olvidado donde estábamos. Esta no era mi habitación en casa. Esto era el hotel. Y anoche había pasado realmente. ¿Estaría bien hoy Bella? ¿Le dolería? ¿Se arrepentiría de anoche?
Se movió contra mí, presionando su piel desnuda todavía más contra la mía. ¡Desnuda! Levanté la manta y miré hacia abajo. Nos habíamos quedado dormidos antes de vestirnos después de nuestra ducha. Me pregunté si Bella sentiría vergüenza cuando se despertara. Yo claramente no la sentía... algunos otras cosas, pero esa no. Sonreí con malicia y la besé en la frente otra vez. No es que antes no lo hiciésemos, pero ahora sin ninguna duda pertenecíamos el uno al otro.
Movió la mano por mi pecho y su anillo brilló con la luz. Levanté su mano y la besé en el dedo. Esto por ahora era una promesa. Después de que la universidad acabara, se lo pediría formalmente y le daría un verdadero anillo de compromiso. Algo antiguo y sencillo, ¡algo que le encantase!
Bella respiró hondo y podía decir que se estaba despertando. Se estiró un poco, entrelazando sus piernas todavía más con las mías.
"Buenos días, cariño," le susurré.
Una sonrisa le apareció en su preciosa cara. "Edward," suspiró.
Dijo mi nombre con amor y cariño, dejándome para reflexionar como podía tener tanta suerte. Levantó la cabeza y abrió los ojos, mirándome a los míos directamente. En lo más profundo de esos pozos marrones estaba su amor incondicional por mí. Mi corazón se hinchaba al verlo.
"Bueno, ¿soñé con anoche o todo pasó de verdad?" preguntó con una sonrisa coqueta.
"¿Todo?" contesté, sonriendo como un idiota.
"Bueno, supongo que esa sonrisa engreída que tienes me dice todo lo que necesito saber."
Levantó la mano y me tocó los labios con el pulgar. Cerré los ojos y sonreí. Bella se moví y reemplazó su dedo con sus labios.
"Te amo, Edward Cullen."
"Te amo, Bella Swan," susurré, rodeándola con mis brazos, sujetándola contra mí. "¿Cómo te encuentras?"
Se tomó un momento para fijarse completamente. "Estoy bien."
"¿No te duele nada?"
"Me siento bien. Nada de dolor. Sólo estoy feliz de estar contigo. ¿Y tú?"
"También feliz de estar contigo, y aliviado de que estés bien."
Bella me dio un suave beso en los labios. "Me cuidas muy bien, Edward." Se presionó contra mí y apoyó la barbilla en mi pecho. "¿Estás excitado por ir a la librería hoy?"
"Mucho, cariño. No puedo esperar para ver esos preciosos ojos marrones tuyos brillando," le dije, pasando mis pulgares bajo sus ojos. "Sospecho que una librería para ti es como una tienda de chucherías para un niño pequeño."
"Algo así," soltó una risita mientras me besaba el pecho.
Oh, ¡pero deseaba que no hiciera eso! Me forcé a cerrar los ojos para contener el gemido que quería salir. De acuerdo, puede que no quisiera que parara, pero no debería pensar así. Puede que después de anoche le duela un poco. Pensando así no estaba siendo un novio muy considerado.
La sentí moverse en la cama. Y entonces se sentó en mi regazo, presionado las manos en mi pecho. Esta vez no hubo manera de detener el gemido.
"Edward," dijo, mientras me besaba el pecho. "¿Sienta bien esto?"
Me reí por lo bajo mientras ponía las manos en sus caderas para que no se moviese. "Como si no tuvieras ni idea."
"No tengo ni idea. De verdad," dijo, deslizando su cálida lengua por mi pezón.
¿Qué? ¡No tiene ni idea pero hace eso! Estaba mirándome a través de sus pestañas con una sonrisita en los labios.
"Creo que hará falta algo de práctica..." continuó mientras pasaba sus manos por mis abdominales y movía sus caderas contra las mías.
Apreté sus caderas, para que se quedara quiera. No podía ser un caballero para ella si seguía moviéndose así. Podía oír la sonrisa en su voz cuando empezó a hablar otra vez. Ella sabíaexactamente lo que estaba haciendo.
"... antes de que aprenda que cosas te gustan y cuales no." Se sacudió contra mí y consiguió que soltara otro fuerte gemido. "Bueno, parece que eso te gusta."
Ahora estaba jadeando, incapaz de pensar. ¡Esta mujer era como una droga! "Bella."
"¿Sí, Edward?"
"Por favor bésame."
Sentí que ponía sus manos en mis mejillas y entonces sus labios estaban sobre los míos, moviéndose juntos dulcemente. Me frotó la cara con las manos mientras profundizaba el beso, deslizando su lengua en mi boca. Empezó a mover las caderas otra vez, al mismo ritmo que movía sus manos en mi cara. Mis manos vagaron por sus costados, delicadamente rozando sus pechos.
"¡Bella!" De alguna manera había encontrado aire para hablar. "Deberíamos parar. No quiero hacerte daño."
"Edward," jadeó. "Lo único que me podría hacer daño ahora mismo es que no me quisieras."
"Eso nunca pasaría."
"Entonces por favor, ámame."
"Lo hago, Bella. Te amo tanto."
La ayudé a colocarse sobre mí. Tuve cuidado mientras me movía en su interior. Levanté la mirada para ver su cara. Tenía los ojos cerrados y una sonrisita en los labios.
"¿Estás bien?"
Abrió los ojos y me miró fijamente. Bajó la cara y me besó, presionando sus labios fuertemente contra los míos. Sus dedos acabaron en mi pelo mientras nos movíamos juntos. Mantuvo el mismo ritmo que yo, empujándome cada vez más dentro de ella de lo que había estado anoche.
Ni una vez pareció sentir dolor mientras suaves gemidos dejaban su garganta. Podía decir que estaba punto de llegar a su clímax porque sus manos empezaron a tirarme del pelo. De repente arqueó la espalda y gritó mi nombre. Era todo lo que necesitaba para llegar a mi propio clímax. Con una última embestida, grité su nombre, y después me relajé en la cama. La sujeté fuertemente contra mí, dándole suaves besos en la sudorosa frente.
"¿Estás bien?" susurré.
"No vas a preguntar eso cada vez, ¿verdad?"
"No," me reí por lo bajo. "Sólo hasta que me asegure de que estás bien."
"Edward, si no estuviera tan cansada, te enseñaría lo bien que estoy."
Me reí, nuestros cuerpos agitándose juntos. "Bella, nunca dejas de sorprenderme."
"Sólo hago mi trabajo, Tutor-boy."
Dos horas más tarde, estábamos duchados, vestidos, y entrando en la gran librería que Bella nos había elegido. Sus brillantes ojos intentaron asimilar todo lo que había en la tienda a la vez. Los libros estaban ordenados en estanterías color caoba y había grandes sillas repartidas por toda la tienda.
"¿Con qué sección te gustaría empezar, cariño? ¿Algo de ficción? ¿Romance? ¿Estudios matemáticos?" pregunté, levantando una ceja.
"Creo que ficción estará bien," Bella se rió entre dientes mientras tiraba de mí.
Apenas me soltó la mano en toda la mañana. Incluso me la dio bajo la mesa mientras desayunábamos juntos. Había hecho que comer fuera algo difícil, pero no podía negarle nada.
Bella dejó de andar y respiró hondo. Tenía los ojos cerrados y una gloriosa sonrisa le apareció en la cara. "Ese es el mejor olor."
"¿Qué?" le susurré al oído, al no querer romper su tranquilo momento.
"Café y piel y papel y tinta. Los olores de un sitio lleno de tesoros." De repente se sonrojó de un precioso color rojo.
"¿Por qué te estás sonrojando?"
"Porque acabo de darme cuenta de que este es el segundo mejor olor."
"¿Cuál es el primero?"
Abrió los ojos y me miró fijamente. "Tú."
Le sonreí mientras me inclinaba y la besaba. "Te amo."
Me rodeó con los brazos fuertemente, posesivamente. "Más te vale. Me has prometido estar conmigo para siempre."
"Y lo digo de verdad, Bella."
Se separó y me sonrió. "Venga. ¡Tenemos libros que encontrar!"
"Ve delante," me reí por lo bajo.
La seguí por un pasillo. Prácticamente iba brincando de felicidad. Nunca había visto nada más perfecto. Bella estaba sentada en mitad de un pasillo, con las piernas cruzadas y su cuerpo estaba rodeado a los lados de libros. Contuve la risa que quería salir.
Me salvó la vibración de mi móvil. Lo saqué y vi el nombre de mi hermana en la pantalla. "Bella, voy a salir un momento. Es Alice."
Movió una mano en mi dirección, perdida en su mundo. Me reí por lo bajo mientras contestaba y me dirigía a la calle.
"Un momento, Ali." Llegué a la puerta y al brillante sol. "De acuerdo. Habla."
"¡Edward!" gritó mi hermana. "¡Eres el que necesita hablar! ¿Qué tal fue?"
Decidí mofarme de ella. "¿El qué?"
"¡Todo!"
"La cena estuvo muy bien. Bella estaba contenta con la comida que le pedí."
"¿Y?"
"Y está sentada en mitad de un pasillo completamente ajena al mundo que la rodea. Está claro que se lo está pasando bien."
"¡Estás matándome, Edward Anthony!"
Me reí de ella. "¡De acuerdo, Alice! A Bella le encantó el restaurante. Le encantó la habitación. La verdad es que se echó a llorar al ver los pétalos de rosa que dejaste. Dijo que no podía creer que alguien haría algo tan bonito por ella."
"¿Le has dado el anillo? Si lo has hecho, ¿qué dijo? ¿Se lo vas a decir a Emmett? ¿Y a nuestros padres? ¿Hay algo que contar?"
"¡Alice!" me reí. "¡Para! ¡Respira!"
"¡Esto es tan injusto, Edward Anthony! ¡Después de todo lo que te ayudé anoche! ¡Ni siquiera tendrías esas reservas!"
"Si dejaras de gritarme, estaría más que feliz por contarte que pasó."
"¡Oh! Ok. Cuéntame."
Me reí de mi hermana, sacudiendo la cabeza. "Bella averiguó lo que era anoche antes de que pudiera contárselo."
"¡Es una chica lista!"
"¿Quieres oír esto o no?" esperé su respuesta antes de seguir. "No podía creer que había hecho todo eso por ella. Ni siquiera sabía que había prestado atención a la historia. Dijo que le alegraba que lo hiciera por ella. Entonces saqué el anillo y le dije por qué era, y aceptó mi promesa."
"Sabes que podrías haberle preguntado lo verdadero y también haberle comprado un anillo de verdad," me regañó Alice. "También hubiera dicho que sí."
"Alice, no quiero que se sienta atrapada ni nada. Una promesa es mucho más fácil de romper que un compromiso. Tiene tiempo de cambiar de opinión antes de que nos graduemos en dos años."
"¡Edward, eres imbécil! ¡Como si Bella fuera a cambiar de opinión! ¡Te ama, estúpido!"
"Alice," suspiré. "Por favor, déjame hacer esto a mi manera. Por favor no te metas y te encargues de este aspecto de mi vida."
"Mientras que entiendas, ¡que te casarás co ella y tendré mucho que decir sobre eso!"
"De acuerdo. Ahora, ¿puedo volver dentro con Bella, por favor?"
"¿Pasó algo más anoche?"
"Vimos la película 'El diario de Noah' que dejaste en su bolsa. Y después hablamos hasta que nos quedamos dormidos. Y ahora que tienes tu información, voy a colgar. Te veré esta noche." Colgué antes de que mi hermana pudiera habar más. Sacudí la cabeza mientras me la imaginaba en casa llamando a Rosalie y Jasper para contarles sus conclusiones."
"¿Edward?" me llamó una voz.
Miré a mi izquierda y vi a la última persona del planeta que alguna vez pensé que volvería a ver. Me giré para volver a la tienda, pero me agarró del brazo para pararme.
"Espera."
"No tengo razón para hacerlo," gruñí.
"Por favor. Sólo un minuto. Sé que no me debes nada, pero lo apreciaría mucho."
"Quítame la mano de encima," dije, tirando de mi brazo.
"Por favor, Edward."
Suspiré y me giré para mirarla. "¿Qué quieres, Jessica?"
"Me sorprende que me recuerdes lo suficiente para ser hostil. Cuando me encontré con Alice en Navidad, hizo que pareciera que no tendrías ni idea de quien era yo si nos encontrábamos un día."
"¿Cuándo viste a mi hermana?"
"En el hospital. ¿No te lo contó?"
"No." Pero sin ninguna duda tendría una larga charla con mi hermana mayor esta noche.
"Oh. Bueno, supongo que si yo fuera tu hermana tampoco te lo hubiera contado. ¿Y cómo estás?"
"Bien."
"Eso es bueno. Nunca pude disculparme por lo que pasó. No era mi intención que las cosas acabaran así."
"¿En serio?" gruñí. "Tenías algo pero en mente."
"No, Edward. Yo... la verdad es que no tenía intención de que pasara nada. Sólo era una niña estúpida. Estaba dolida y era inmadura, así que arremetí contra ti. ¡Lo que daría ahora para encontrar un chico que quisiera esperar! Alguien a quien le importara más la relación que las cosas físicas."
"¿Por qué te estás molestando en contarme todo esto?" pregunté, intentando mantener la calma.
Ya no estaba ni enfadado ni dolido por lo que había hecho. Estaba enfadado porque estaba perdiendo tiempo con Bella por estar aquí. La puerta de la tienda se abrió, dejando salir una ráfaga de calor. Me giré para ver a Bella mirándome en la puerta abierta.
"Edward. ¿Por qué tardas tanto? ¡Dile a Alice que puede tener toda nuestra atención después!" los ojos de Bella se movieron y vio a Jessica. "Oh. Hola."
"Hola," dijo Jessica.
Bella salió y vino a mi lado, rodeándome la cintura con el brazo en actitud protectora. "Soy Bella."
"Yo soy Jessica," contestó.
La sonrisa maligna en la cara de Bella me sorprendió. "Así que eres ella."
"¿Sabes quién soy?" preguntó Jessica, con shock.
"Claro. Alice habla muy bien de ti," dijo Bella con una risa.
Jessica levantó más la barbilla. "Supongo que probablemente lo hace."
"¿Y qué estás haciendo aquí, Jessica?" preguntó Bella.
"¿Acaso es eso asunto tuyo?" saltó Jessica.
"Todo lo que tenga que ver con Edward es asunto mío," dijo Bella con orgullo.
Me di cuenta de que había movido la mano y la había dejado en mitad de mi pecho, su anillo claramente visible. Sonreí por sus acciones. Estaba reclamándome como suyo. Escondí la cara en su pelo, intentando no reírme en voz alta. Casi deseaba que todo el mundo estuviera aquí para ver esto.
"Tenemos mucho que hacer hoy, Jessica. Sería una gran ayuda que simplemente dijeras lo que querías decir y siguieras con tu camino," dijo Bella dulcemente.
"Quizás en otro momento," dijo Jessica con enfado.
"Creo que no," se rió Bella. No había humor en su voz, sólo ira. "También puedes soltar la pobre excusa que tengas ahora mismo mientras esté dispuesta a dejarte estar tan cerca de Edward. Porque créeme, si alguna vez te vuelvo a pillar tan cerca de él, esa naricita que tienes tan alta no volverá a estar recta."
Apenas podía contener la risa. Sabía que estaba agitando el cuerpo de Bella con mi lucha interna. Se aprovechó de eso.
"¡Mira lo que has hecho!" gritó Bella. "Le has disgustado. Ahora mismo debería darte una patada en el culo. Pero no vales la pena. Creo que en vez de eso llevaré a Edward a casa. Unos minutos a solas con él en su habitación le ayudarán fácilmente ha olvidarte."
Bella tiró de mí hacia el coche mientras yo seguía con la cara escondida. No quería arruinar su diversión. Me monté en el coche, cerré la puerta y empecé a reíme a carcajadas. Pasó por delante del coche, pero de repente se paró. Me miró fijamente, enseñándome esa sonrisa maligna que siempre tenía antes de arremeter contra alguien. Se giró y volvió hacia Jessica.
Empecé a pelearme con la puerta. ¿De verdad pegaría a Jessica? Conseguí abrir la puerta y salí justo cuando Bella llegaba a Jessica. Empecé a acercarme, escuchando atentamente lo que decían. No estaba seguro de las intenciones de Bella, pero no quería correr el riesgo de que se hiciera daño.
"Jessica, sólo una última cosa," dijo Bella dulcemente.
"Si te hubieras merecido su tiempo y te hubiera importado lo suficiente para esperar, habría sido el mejor sexo de tu vida. Pero gracias por ser tan estúpida, soy la única que sabrá lo asombroso que es. ¡Gracias!" Entonces Bella le dio unas palmaditas en el hombro a Jessica y se giró sonriendo, dirigiéndose hacia mí.
Bella estaba muy cerca cuando vi a Jessica. El golpe de Jessica cayó en mi antebrazo. Intentó alejarse de mí, pero la agarré por la muñeca.
"Si alguna vez..." gruñí, pero dejé de hablar. Necesitaba mantener la calma. Seguí mirándola con furia, queriendo que esta chica supiera lo lejos que había llegado. "Si alguna vez, en tu vida, tocas a Bella o te acercas a ella otra vez, averiguarás lo hostil que puedo ser. Y créeme, Jessica, nunca lo superarás." La solté, empujándola un poco. No le haría daño físicamente, pero quería que supiera que necesitaba tenerme miedo. Cualquiera lo suficiente estúpido para pensar en hacerle daño a Bella debería estar aterrorizado de lo que yo les haría. Lo decía de verdad cuando decía que haría cualquier cosa por ella.
"Edward," dijo Bella suavemente, frotándome el brazo. "Venga. Vamos."
Dejé que me guiara hasta el coche. La cogí y la senté en el capó del coche, dejando que ella y todos los demás que me conocían, supieran exactamente cual era su lugar en mi vida. Nadie había tenido permitido tocar este coche, y mucho menos sentarse en él. Me quedé entre sus piernas, mirando su preciosa cara. Le toqué la mejilla con el dorso de la mano.
"¿Estás bien?"
"¿Y tú?" se rió. "Se que nunca pegarías a una chica, pero parecías sorprendentemente a punto de hacerlo."
"Intentó pegarte."
"Y tú la detuviste. Gracias."
"Comos si fuera a dejar que le pasara algo al amor de mi vida."
Bella me sonrió, sus ojos escondidos tras sus pestañas.
"Sabes," susurré, dejando que mis dedos trazaran formas en la palma de su mano, "Alice y Emmett estarían orgullosos de ti."
"Probablemente," dijo Bella. "Pero son tus pensamientos los que me importan."
Recorrí con los dedos su mandíbula y sus labios. Me incliné para estar más cerca. "¿Asombroso, no?"
"Bueno," susurró, inclinándose hacia mí y sonriendo esa misma sonrisa maligna. "Puede que lo haya exagerado un poco para mis propósitos."
"Probablemente deberíamos hacer algo sobre eso," sonreí, asegurándome de que mis hoyuelos aparecían como a ella le gustaba. "Sólo quiero la verdad absoluta saliendo de esos precios labios tuyos." Atravesé la distancia entre nosotros y la besé dulcemente.
"Y ahora que nos hemos turnado en hacer huir a la aterradora ex, ¿estás listo para venir a comprar libros conmigo? Después de todo, este es mi cumpleaños."
"Nada me gustaría más," dije, ayudándola a bajarse del coche. "Lo siento mucho, Bella. Volvía después de hablar con Alice y de repente estaba allí."
"Me lo imaginé. Estoy segura de que el caballero que hay en ti hizo que te quedaras a escucharla. Suerte para ti que yo no sea siempre una señorita," sonrió con malicia.
Me la acerqué con fuerza y la abracé. "Te amo, Isabella." La solté, dándola la mano y guiándola de nuevo a la tienda. "Veamos cuantos libros podemos encontrar para ti."
El resto del día fue maravilloso. Estuvo lleno de la risa de Bella y sus ojos brillando de alegría. Finalmente disminuyó sus elecciones a diez libros que simplemente tenía que tener. Incluso me dejó comprárselos sin quejarse. Recé para que cada día con ella fuera tan maravilloso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario