sábado, 4 de febrero de 2012

LLC: Cap 45: San Valentin II


Edward había ido a su coche para coger mi regalo para él. Me senté en el borde de la cama, mirando el anillo que acababa de darme. Era un anillo precioso y las dos esmeraldas me daban la impresión de que él me estaba mirando.

Una promesa. Nunca pensé que algo tan simple pudiera ser tan grande y complicado. Básicamente le había prometido mi vida a un hombre que conocía desde hacía sólo dos meses. Pero aún así, desde el momento en que le conocí, me sentí como si siempre le hubiera conocido. Mi parte racional estaba gritándome que esto no era una película y que no estaba teniendo cuidado. Mi corazón sólo decía su nombre.

Me había dado el regalo de mi dieciséis cumpleaños que mi madre nunca pudo darme. Ni siquiera sabía que le había prestado tanta atención a la historia. Pero me tomé eso como otra señal de cuanto le importaba. Podía haber elegido tantas cosas para hacer esta noche. Podría haber sido una simple cena y una película. Me podía haber llevado a bailar. Podría haber tenido una noche fácil y sencilla conmigo, pero en vez de eso había elegido esto.

Mañana sería la parte final: los dos iríamos a la librería juntos. Realmente era demasiado perfecto. Edward era tan fácil de amar y nunca me pedía nada, excepto mi amor y confianza en él. Sí, había tenido razón al aceptar la promesa de Edward. Sabía que lo decía con todo su corazón.

Entré en el baño para mirarme la cara, esperando que no estuviera muy hinchada. Había una nota y un montón de velas.

Bella,

No te sientas como que tienes que hacer algo, pero pensé que sugeriría un baño de burbujas como gesto romántico. Si no estás preparada, tira la nota y no te preocupes. Edward no tiene ni idea de esto.

Con cariño, Alice.

Sacudí la cabeza, preguntándome lo que la duendecilla se creía que estaba haciendo. Me di golpecitos con la nota en la barbilla, considerando mis opciones. Me pregunté cuanto sabía Alice de esta noche. Me pregunté si sabía lo del anillo y la promesa, y como se sentía sobre eso. Eso me llevó a pensar en Emmett y en como podría reaccionar.

Me di cuenta de que no me importaba. Esto no era sobre Emmett ni Alice ni nadie más. Era sobre como me sentía por la promesa de Edward. Me imaginé que él me lo había presentado como una promesa en vez de un compromiso por la conversación que tuvimos hace un tiempo. Me había preguntado por Angela y Ben y por qué no estaban casados. Le había explicado que Angela y yo siempre habíamos querido tener un título antes del matrimonio. Veíamos la graduación como el punto donde seríamos adultas de verdad.

Sabía que con Edward, esta promesa era tan buena como algo escrito en piedra. Nunca dijo que no lo quisiera de verdad. Y en vez de abrazarle y dejarle entrar completamente, había estado manteniendo la distancia de algunas maneras. Creo que eso era el verdadero origen de las pesadillas. Todavía había tenido miedo de aceptarles a él y a los demás.

Puede ser algo extraño darte cuenta de que tenías miedo y dejar que ese miedo se vaya. Me sentía más madura de lo que nunca antes me había sentido mirando mi reflejo en el espejo. Quizás era porque estaba haciendo decisiones muy adultas. O quizás era porque por primera vez, no tenía miedo de tener una familia.

Fui hasta la bañera y abrí el grifo. Cogí uno de los botes que Alice había dejado y eché bastante en el agua. Cogí el mechero y encendí todas las velas que Alice había puesto alrededor de la bañera, y entonces apagué las luces.

Iba a estar con Edward durante el resto de mi vida. Iba a ser su mujer. No sólo estaba preparada, sino también emocionada por dejarle entrar completamente en mi corazón. Imaginé su cara mientras le decía esto y sonreí de alegría.

Me quité el vestido y el resto de la ropa y me metí en el agua deliciosamente cálida. Corté el grifo para que la bañera no se desbordase. Suspiré de alegría mientras me metía bajo el agua hasta que me llegaba a la barbilla. Hasta ahora el día había sido fantástico.

Escuché abrirse la puerta y la voz aterciopelada de Edward. "¿Puedo abrir ya mi regalo? ¿Bella?"

"Estoy aquí, Edward."

"¿Por qué tienes la luz apagada?" preguntó mientras entraba en la habitación. Se detuvo de repente y se sonrojó.

"Pensé que un baño podría ser agradable," dije, intentando no sonrojarme.

"¿Necesitas que te traiga algo?" preguntó, claramente inseguro de qué hacer.

"Sí," contesté, sonriéndole. "A ti. Aquí hay burbujas y espacio de sobra. Cerraré los ojos mientras te metes, si quieres."

"¿Estás segura, Bella?"

Podía ver su lucha interna en sus ojos verdes. Él quería hacer esto, pero no quería que me sintiera presionada. Me hacía amarle todavía más.

"Sí," dije, asintiendo. "Estoy completamente segura."

Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos. La habitación estaba completamente en silencio durante un minuto o dos. Entonces escuché el sonido de ropa moviéndose. Sonreí, sabiendo que pronto estaría aquí conmigo. El corazón me latía con fuerza en el pecho mientras pensaba en nuestra piel tocándose por todas partes por primera vez. ¿Sería tan electrizante como la vez que estábamos en Nueva York cuando nuestros pechos habían estado juntos?

Sentí su cálida respiración en la cara. "Bella, tendrás que levantarte para que pueda meterme."

Mantuve los ojos cerrados mientras hacía lo que me pedía. Sentí el agua moviéndose a mi alrededor mientras se metía en la bañera. Sus piernas rozaron las mías mientras se sentaba y la sensación era maravillosa. Sentí que sus brazos me rodeaban la cintura y el estómago mientras me acercaba a su pecho. Respiraba con fuerza mientras me besaba suavemente por la espalda, los hombros y el cuello. Suspiré mientras me relajaba más contra él.

"Bella, te amo tanto."

"Te amo, Edward."

Abrí los ojos y me giré para poder verle la cara. Sus labios encontraron los míos y me besó profundamente. Me giré más, sentándome en su regazo y rodeándole el cuello con los brazos. Me lamió los labios y abrí la boca, dejando que su lengua encontrase la mía. El corazón me latía fuertemente, intentando liberarse. Había tanta pasión en este beso y estaba entrelazada con puro amor. Estábamos destinados el uno al otro. Era lo único que tenía sentido para explicar como me sentía por él, tan fuerte y rápido.

Edward acabó nuestro beso para que pudiéramos respirar. Movió sus labios hasta mi mandíbula y después a mi cuello, justo debajo de mi oído. "Eres tan preciosa," murmuró contra mi piel.

Apoyé la cabeza en su pecho, justo debajo de su barbilla y le sostuve fuertemente. Me rodeó la espalda con un brazo. Con su otra mano, me recorrió la columna con las puntas de los dedos. Era perfecto.

"¿Estás bien con esto, no?" pregunté. "No quiero que te sientas frustrado ni nada así."

"Bella, si esto es todo lo que quieres hacer, estoy bien con ello."

"Sí que eres el novio perfecto, ya sabes."

"¿Y eso?" se rió.

"No sólo escuchas todo lo que te digo, también lo recuerdas. Como esta noche. Te conté esa historia al principio, antes de que nos conociésemos de verdad."

"Sentía curiosidad, por lo que presté atención."

"De acuerdo. Pero también hay otras cosas. Siempre estás cuidando de mí, protegiéndome de mi propia torpeza la mayoría de los días. Has sido muy comprensivo y paciente sobre las cosas físicas. Sin mencionar que siempre has sido abierto y honesto conmigo cada vez que hablamos sobre eso."

"¿Qué conseguiríamos si nos dijésemos la verdad?"

"No estoy diciendo que fueras a mentir o algo así. Pero antes nos hemos puesto nerviosos por el tema."

"No estoy nervioso ahora mismo," dijo, besándome el pelo.

"Yo tampoco."

"¿Cómo te sientes ahora mismo?"

"Feliz. Con suerte. Satisfecha. Amada. Muy, muy amada. ¿Y tú?"

"Lo mismo." Demasiado pronto, el agua se enfrió. "Hora de salir, cariño. No queremos resfriarnos," susurró Edward.

"¿Quieres salir por separado o juntos?"

"Esa es tu decisión, Bella. Nunca quiero que hagas algo para lo que no estés preparada."

Le solté y me puse de pie en la bañera, el agua y las burbujas resbalando por mi piel. Los ojos de Edward me recorrieron el cuerpo antes de clavarse en los míos. No dijo nada. Simplemente se salió de la bañera y me extendió la mano. Se la cogí y me quedé allí, goteando en mitad del baño.

Edward cogió una toalla y delicadamente me secó todo el cuerpo. Era lo más maravilloso que alguna vez había vivido. Me rodeó el cuerpo con la toalla y la sujetó con uno de los picos justo debajo de mi brazo. Me besó la frente y me dio una toalla para el pelo. En ningún momento había sentido vergüenza o nervios.

Me senté en el borde de la bañera, secándome el pelo y viéndole secarse. Era tan bello. Su estómago era musculoso y tonificado, enseñando sus abdominales muy bien desarrollados. Todos esos ejercicios con Emmett eran claramente visibles. Cada músculo de sus brazos y piernas se tensaba mientras se movía. Me pregunté si se sentía cohibido conmigo aquí sentada. No estaba sonrojándose y yo tampoco. Quizás tenía que ver con que finalmente creyese que iba a quedarse y dejara ir mis preocupaciones.

Había estado tan perdida en mis pensamientos, que no había visto a Edward acercarse. Un minuto, estaba pensando en las posibilidades de la noche. Y el siguiente, estaba en los brazos de Edward mientras me llevaba a la cama. Me puso de pie y quitó las mantas. Noté que él también llevaba una toalla. Me levantó otra vez y muy suavemente de dejó sobre la cama.

Se sentó a mi lado, mirándome fijamente. "Bella."

"Edward, creo que estoy preparada."

Sacudió un poco la cabeza. "No puedes creerlo. Tienes que saberlo. No podría soportar que te arrepintieras de un solo momento de nuestro tiempo juntos. No me importa esperarte."

Me incorporé y le cogí la cara. "Sé que estoy preparada. Te amo y sé que me amas. Siento no haberte dejado entrar en mi corazón como debería. Tenía tanto miedo de dejarte entrar y después perderte. Edward, te amo y ya no tengo miedo."

"No tienes que probarme nada, Bella."

"Esa sería una razón muy tonta para acostarnos, Edward. ¿Crees que soy tan estúpida?"

"Creo que eres una de las personas más inteligentes que conozco."

"Entonces tienes que saber que te amo y que quiero estar contigo porque te quiero."

Se movió por la cama, moviéndome con él. El corazón empezó a latirme con fuerza y mi respiración era irregular y rápida. Quería esto... ¡le quería! Amaba a este hombre con todo lo que tenía y estábamos compartiendo nuestras vidas. Era natural que también compartiéramos nuestros cuerpos.

Presionó sus cálidos labios contra los míos y me derretí contra él. Jadeé por los sentimientos que provenían de él y aprovechó la oportunidad para encontrar mi lengua con la suya. Cada parte de su cuerpo se movía ahora. La mitad de su cuerpo cubría el mío mientras nuestras piernas se entrelazaban. Sus labios cubrían los míos con un movimiento suave pero persistente. Uno de sus brazos me presionó contra su pecho mientras su otra mano me recorría un brazo. Mis manos le recorrieron el pecho, memorizando cada curva y cada músculo.

Me encontré preguntándome una vez más como esto podía ser real, como él podía ser real. Estaba en los brazos del amor de mi vida y me amaba tan desesperadamente como yo le amaba. Decidir esta con él así, esta noche, era la elección correcta para mí. No tenía nada que ver con que fuera el día de San Valentín, sino con él dándome algo que había perdido y que creía que nunca encontraría... una familia.

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Desde el momento que la encontré en esa bañera, había esperado desesperadamente que significase que finalmente estaba lista para confiar en mí completamente. No había señal más grande de su confianza en mí que dejarnos compartirnos con el otro. Ni su cara ni sus palabras la traicionaban mientras nos bañábamos o nos secábamos.

Estaba nervioso. ¡La verdad es que estaba petrificado! Quería estar con ella, pero no a menos que estuviese completamente segura de que eso era lo que quería. Sabía que ella tenía tan poca experiencia como yo, pero no sabía si había soñado que sería de alguna manera en particular.

Me estaba mirando, esperando que comentase su pequeño discurso. Me moví hasta estar tumbado a su lado en la cama, mi brazo alrededor de su espalda. Podía escuchar los latidos de mi corazón resonando en mis oídos. No podía imaginar como se sentiría ella en este momento.

Bajé la cabeza y la besé con cariño, queriendo que supiera que esto sería tan lento y suave como pudiera hacerlo. Sentí que se relajaba y profundicé un poco el beso. Pero entonces jadeó contra mí, dejando su aliento en mi boca y perdí el poco control que tenía. Me moví para poder tocar tanto de su cuerpo como podía sin apoyar todo mi peso sobre ella. Le recorrí un brazo con la mano, admirando la suavidad sedosa de su piel.

Me separé y hundí la cara en su cuello. Hundió una mano en mi pelo. Necesitaba mantener la calma y el control. No quería que esto fuese rápido. Quería que fuese perfecto. Bella se merecía que fuera perfecto. En mi opinión, ya había pasado por demasiadas cosas. No añadiría nada a eso.

Levanté la cabeza y miré sus preciosos ojos marrones. Estaban llenos de amor y pasión y confianza. Me dieron todo el control que necesitaba. La besé suavemente mientras tiraba del pico de su toalla. Su mano se unió a la mía y juntos, deslizamos la toalla de su cálido cuerpo.

Me moví hasta estar sobre ella. Fui dejando besos por sus hombros y la parte superior de su pecho. Rocé el pezón de uno de sus pechos con la mano. Bella arqueó la espalda y jadeó. Sonreí y supongo que se dio cuenta porque antes de que pudiese hacer algo más, su rodilla estaba frotando la toalla causando una fricción deliciosa contra mi ingle.

Apoyé la cabeza en su pecho y gemí fuertemente mientras luchaba por control de nuevo. Levanto mi cabeza y presionó nuestros labios. Me tumbé sobre ella, manteniendo todo el peso que podía en mis brazos. Sólo necesitaba estar cercar de ella, estar tocándola. Movió sus manos hasta mi toalla y me la quitó de un tirón. Sonreí contra sus labios y también la sentí sonreír.

Pasamos mucho tiempo besándonos y tocándonos delicadamente, aprendiendo todas las curvas y zonas sensibles. La piel de Bella era especialmente sensible debajo de su ombligo. Cada vez que pasaba los dedos por esa zona, tiritaba.

Sus labios estaban un poco hinchados y muy rojos de todos nuestros besos. Me hacía querer besarla más. Era una diosa perfecta y no me sentía digno de estar en su presencia. Pero también me sentía con una suerte increíble por que me que amase y me quisiera.

"Edward."

La manera como decía mi nombre me volvía loco. Los dos estábamos jadeando y cubiertos en una fina capa de sudor.

"Bella." Quería preguntar si estaba segura, si sabía lo que estaba a punto de pasar, pero no podía encontrar las palabras.

Presionó su mano contra mi mejilla. "Lo sé. Quiero estar contigo."

"Tendré todo el cuidado que pueda. Lo prometo."

Con delicadeza separé sus piernas, mirándole la cara para asegurarme de que estaba lista. Lentamente me deslicé en su interior, los dos sintiendo placer hasta ahora. Sus gemidos eran suaves y dulces. Me sentía como si ardiese por ella, pero sabía que tenía que ir despacio y con delicadeza. Me aseguré de parar antes de la señal de su virginidad.

"¿Estás lista, cariño?"

Asintió, miedo y amor llenando sus preciosos ojos marrones.

"Apriétame los hombros si lo necesitas."

Movió las manos y agarró un poco mis hombros.

"¿Lista?"

Asintió de nuevo. Empujé hasta que gritó un poco hundiendo las uñas en mis hombros. Paré al instante, inclinándome para quitar con besos las lágrimas que habían caído de sus ojos cerrados.

"Ssh, cariño. Tienes que relajarte para que deje de dolerte."

Bella respiró hondo temblorosamente. Vi como su cara se relajaba. Todavía no me moví. Estaba esperando a que me dijese que estaba bien. Le di un suave beso en los labios, esperando distraerla un poco de su dolor. Abrió los ojos y me miró fijamente.

"Ahora está un poco mejor si quieres intentarlo," susurró.

Me moví hacia delante muy cuidadosamente, buscando el primer signo de incomodidad en su preciosa cara. Cerró los ojos de nuevo y se mordió el labio, pero no parecía dolerle. Necesitaba estar seguro.

"Bella."

"Está mejor, Edward. Por favor sigue," jadeó mientras continuaba con mi ritmo lento.

Me incliné y la besé. Estaba agradablemente sorprendido cuando hundió los dedos en mi pelo y empujó su lengua en mi boca. Poder saborear sus gemidos y jadeos era inimaginable. Era comos si estuviese saboreando su amor por mí; era dulce y puro y me llenaba.

"Edward... por favor," jadeó.

No sabía lo que quería. Me daba miedo que sintiera dolor otra vez. "¿Qué, Bella? ¿Necesitas que pare?"

"No... más rápido." Me rodeó con sus brazos, apretándome más contra ella. "¡Por favor!"

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¡Parar! ¿Estaba loco? ¡Si paraba, me consumiría por el fuego! ¡Tenía que decírselo, pero no podía encontrar mi respiración! ¡Oh, Dios!

"No... más rápido." Intenté acercarle más para que no parase. "¡Por favor!"

Me escuchó y empezó a moverse más rápido.

Había sido tan doloroso antes. Era como si una parte de mí hubiese sido rasgada. Pero ahora, todo era placer. Había un nudo en mi estómago y quería que se fuera. Sabía que lo único que haría eso era Edward.

Estaba respirando fuertemente en mi cara. Nunca había olido tan bien. Estaba siendo tan cuidadoso conmigo, constantemente mirándome a los ojos para asegurarse de que no me dolía. Si habían existido dudas de sus sentimientos por mí, todas serían alejadas por la cantidad de amor que estaba enseñándome ahora mismo.

Miré fijamente sus profundos ojos esmeralda, deleitándome con la alegría y pasión que contenían, sabiendo que esas emociones sólo eran por mí. Su Bella.

Y como si pudiese leerme la mente, de repente me susurró, "Eres mi amor, el único deseo de mi corazón, Bella."

Me pregunté de donde había sacado todo ese aliento. Yo claramente no tenía nada para responderle. El nudo en mi estómago empeoró mientras el fuego me arrasaba las venas. Era como si cada parte de mí tuviese fiebre.

"¡Oh Dios, Bella!" gritó Edward, moviéndose todavía más rápido.

Mi corazón ya había estado latiendo rápido, pero ahora resonaba en mis oídos. No sabía lo que estaba pasando, pero sabía que algo grande venía. El nudo se apretó una vez más y entonces se liberó. Grité su nombre mientras le arañaba la espalda, intentando sujetarle mientras mi cuerpo temblaba violentamente. Cada parte de mí se sentía relajada y vigorizada al mismo tiempo. Era difícil procesar todo lo que estaba sintiendo.

Edward me besó el hombro suavemente, apoyando su cabeza contra él. "¿Estás bien?"

"Creo que sí. ¿Se supone que tiene que ser tan intenso?" jadeé.

Se rió por lo bajo. "No tengo ni idea, Bella. Pero estoy de acuerdo con tu elección de palabras. Te amo tanto."

"Yo también te amo. ¿Estás bien?" pregunté. Me di cuenta de lo estúpida que era la pregunta y me sonrojé.

"Estoy mejor que bien. Estoy con la mujer que amo y acaba de compartirse conmigo."

"Gracias por todo, Edward."

"Ha sido todo un placer, Bella."

Por el amor brillando en sus ojos, podía ver que estaba contando toda la verdad. Todo lo que había hecho hoy y esta noche había sido porque me amaba tanto. Y sabía que incluso si esta parte no hubiera pasado, habría visto las mismas emociones en su cara. Su amor por mí, como lo que acabábamos de compartir, era indescriptible... Nunca podría haber palabras lo suficientemente expresivas para capturar la intensidad y gravedad del amor que sentíamos por el otro.

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