"¡Venga despertaos!" bramó una voz. "¡Es un mini terremoto!" continuó mientras la cama empezaba a temblar.
Edward y yo nos despertamos con una sacudida. Me cogió entre sus brazos, intentando protegerme de la extraña fuerza que había descendido sobre su habitación. Me pregunté si de verdad había un terremoto. ¡Pero no! Sólo era un musculoso idiota de 1,93 metros y 110 kilos al que con cariño me refería como hermano mayor.
"¡Buenos días, niños!" Emmett se rió por lo bajo. "¡Bonito pelo, los dos!"
"Emmett, ¿qué estás haciendo en mi habitación?" preguntó Edward, la irritación patente en el tono de su voz.
"He venido a por mi hermanita para llevarla a desayunar," explicó Emmett. "¡Sólo nosotros dos, Squirt! ¡Ponte unos vaqueros y ve al piso de abajo!"
"¿Y si no me apetece levantarme ahora mismo?" le desafié, frunciendo el ceño.
Emmett se inclinó sobre la cama y sonrió malignamente. "Mandaré a Alice para que te vista."
Levanté las mantas tan rápido y fuerte que un pico le dio a Edward en la cara. "Oh, lo siento Edward. ¡Alice!"
"No pasa nada," se rió por lo bajo. "Lo entiendo completamente."
"¡Bonito pijama, Eddie!" Emmett se rió.
Empujando las mantas había revelado los pantalones del pijama de Edward. Dijo que Alice se los había comprado de broma, pero se los ponía porque eran cómodos. Los pantalones eran negros con manzanitas rojas a las que les había dado un mordisco. Grandes letras blancas decían 'Muérdeme' por toda la tela.
Empujé en el hombro a mi hermano, llevándole hacia la puerta. "Si quieres que me vista, vete."
"¿Bella, no vas a vestirte delante de tu nuevo novio, verdad?" preguntó Emmett, meneando las cejas.
"¡Me visto en el cuarto de baño, muchas gracias!" dije entre dientes, empujándole el resto del camino hasta la puerta. La cerré de un portazo y cerré el pestillo.
"¡Quince minutos o volveré!" advirtió Emmett.
"Quiero ducharme. Dame veinte minutos e intentaré no ser sarcástica durante el desayuno," ofrecí.
"¡Trato hecho! ¡Pero ni un minuto más!"
"¡Sí, sí!" suspiré, apoyándome contra la puerta. Miré el reloj. "¡Seis y media!" gemí. Arrastré los pies mientras me dirigía a los brazos de Edward. "¿Por qué siente la necesidad de desayunar tan temprano?"
"No tengo ni idea," se rió por lo bajo.
"Al menos tú puedes seguir durmiendo," murmuré contra su camiseta.
"Lo dudo. No estarás aquí conmigo."
"Eso es dulce y todo eso, pero los dos sabemos que en el momento que tu cabeza toque la almohada, ¡estarás dormido! Es demasiado temprano para que las personas cuerdas estén levantadas."
"¿No estás cuerda, Bella?" se rió por lo bajo.
"Estoy temporalmente incapacitada mientras esté en la presencia de mi hermano mayor." Eché la cabeza hacia atrás para ver la cara de Edward. "Buenos días."
"Buenos días," se rió.
"Tú me das mi beso de buenos días y yo te doy uno de buenas noches. ¿Te parece bien?"
"Mucho," susurró mientras rozaba sus labios contra los míos. "Buenos días, Bella."
Presioné nuestros labios más firmemente antes de separarme. "Buenas noches, Edward."
Le empujé en el pecho e hizo como que se caía sobre su almohada. Le sonreí con malicia mientras le arropaba.
"¡Buenas noches, Eddie! ¡No dejes que te piquen las chinches!"
"No me hagas que le cuente a Emmett que no necesitabas ducharte," me advirtió.
La sonrisa tonta de su cara arruinaba su amenaza. Sonreí y le besé en la frente.
"Déjame a mí las amenazas, Tutor-boy. ¡Se te dan fatal!"
Se rió por lo bajo antes de ponerse de lado y cerrar los ojos. "Te voy a echar de menos, Bella."
Le aparté el pelo de la frente. "Yo también te echaré de menos. Pero tengo que hacer de hermana pequeña y pasar la mañana irritando a mi hermano."
Le besé en la frente otra vez antes de dirigirme al armario. Edward tenía razón. No necesitaba ducharme ya que lo había hecho anoche. Pero Emmett no necesitaba saberlo. Sólo había querido pasar unos minutos más con Edward antes de dejarle por lo que estaba segura que sería una mañana muy larga.
Cogí unos vaqueros y mi camiseta favorita. Emmett había encontrado la camiseta hace algunos meses. Sabía que yo era una gran fan de 'Foster, la Casa de los Amigos Imaginarios'. La camiseta era uno de los raros regalos que había aceptado sin quejarme. Era turquesa con una versión con expresión estresada de mi amigo imaginario favorito, Cheese. Las letras de la camiseta eran algo más claras y decían 'Me voy Cheese'. (a.n.: nunca he visto esos dibujitos, aunque me parece que una vez los vi de pasada porque mi prima los estaba viendo.... Bueno, la cosa es que no sé si el nombre está bien, pero me parece que es ese.)
Me vestí rápidamente. Todavía me dolía el lado, lo que dificultaba que me peinase. Conseguí hacerme una torpe cola. Me miré en el espejo y acabé saludándome a mí misma. Era demasiado temprano para prestar atención a mi apariencia.
Volví al armario para coger mi abrigo, ¡pero encontré algo mucho mejor! Cogí la chaqueta de cuero de Edward. Habíamos entrado tarde anoche, dejando los abrigos en el armario del piso de abajo.
Me acerqué silenciosamente a la cama, para no despertarle si se había vuelto a dormir. Una gran sonrisa me apareció en la cara cuando le vi. Estaba abrazando mi almohada con una sonrisita en la cara. Me tapé la boca para no soltar ninguna risita.
Sacudí la cabeza mientras me acercaba a la puerta. ¡Menos mal que iba a tener problemas para volver a dormirse! Me aseguré de cerrar su puerta con el pestillo para que nadie pudiera entrar y despertarle.
Con cuidado bajé las escaleras, para evitar más daños a mi persona. Levanté la mirada cuando llegué al suelo del salón. Emmett estaba apoyado contra la puerta principal, sonriéndome con malicia.
"¿Qué?" pregunté.
"¿Esa chaqueta no te ha comido antes?" Emmett se rió por lo bajo.
"¡Ja, ja!" dije, poniéndole una cara. "¿Vamos a desayunar o preferirías quedarte aquí y reírte de mí todo el día?"
Emmett se frotó la barbilla como si estuviera considerando la segunda opción. "Tienes suerte de que tenga hambre," dijo, quitándose de la puerta.
La abrió, haciéndome una reverencia y extendiendo una mano. "Te suplico que me concedas el placer de tu compañía en esta agradable y fría mañana de invierno. ¡Prometo el desayuno y una coca cola!"
"¡Ahora nos entendemos!" dije, saliendo rápidamente por la puerta.
Emmett se rió y me siguió. Me cogió y me tiró en el asiento de su Jeep. Empecé a reírme, pensando en cuantas veces había hecho eso durante los años.
"¡No te caigas sobre mí, Squirt!" se rió por lo bajo mientras se subía detrás del volante.
"Sólo estaba pensando en cuantas veces me has tirado aquí arriba."
"Me imaginé que preferirías que te tirara en vez de cogerte del culo como Edward."
Le di un golpe fuerte en el brazo. "¡Cállate!"
"Estás sonriendo," dijo, meneando un dedo en mi dirección. "Eso significa que te gustó. Supongo que no puedo darle una paliza por eso."
"No tienes permitido ponerle un solo dedo, pie, codo... simplemente... ¡no tienes permitido tocarle de cualquier manera o forma! ¿Me entiendes, Emmett Swan?" le miré con mi expresión más furiosa.
"¡Controla la agresividad, Squirt! Sólo estaba bromeando. Pero para que quede claro, si alguna vez te hace daño, nadie sobre la faz de la tierra me impedirá que llegue a él."
"De acuerdo."
"¿Por qué?" preguntó, con las cejas arrugadas y una expresión de confusión en la cara.
"No creo que me vaya a hacer daño," me encogió de hombros. "Eso es todo."
"¿Me perdonas por despertarte tan temprano?" preguntó, poniéndome su mejor cara de corderillo degollado.
Le empujé, sonriendo como una idiota. "¡Sí, sí! ¡Gran oso! ¿Pero qué te ha hecho desayunar conmigo tan de repente?"
"¿Un chico no puede invitar a comer a su hermana porque sí?"
"¡Un chico podría, pero tú no!" me reí por lo bajo.
"Esperaba hablar contigo."
"¿Sobre qué?"
"Sobre," dijo, arrastrando la palabra. "Tus pensamientos, opiniones, y sentimientos de haberle pedido a Rosie que se casara conmigo."
Emmett aparcó el Jeep y apagó el motor. Salté del vehículo antes de que pudiera repetir la pregunta. Quería usar el breve tiempo entre ahora y cuando nos sentásemos para aclarar mis pensamientos.
Se acercó, rodeándome el cuello con un brazo.
"Es muy difícil andar mientras me haces una llave en el cuello, Em. Especialmente para una persona tan patosa como yo."
"Te tengo. No vais a ir a ninguna parte a la que no te lleve."
"¡Em! ¡Esto es incómodo!"
"Deja de quejarte o te daré un coscorrón que vaya con esta llave."
Al instante cerré la boca. Pocas cosas dolían más que unos de los coscorrones de Emmett. Juro que la última vez frotó en un trozo sin pelo.
"¡Chica normal bajo la lluvia!" bramó Emmett a una baja camarera.
"¿Dónde has estado comiendo, Emmett Swan? Porque sé que nos has agraciado este establecimiento en un mes," contestó la camarera.
"¡Mi novia me ha puesto a dieta, Janey!" Emmett se dio unos golpecitos en la barriga.
"Debe ser la que mira la comida," Jane se rió. "¿Quieres un banco o la barra?"
"Hoy tengo conmigo a mi hermana pequeña así que un banco." Emmett me levantó más la cabeza. "Bella, esta es Jane. Jane, esta es mi hermana pequeña, Bella."
"Es un placer conocerte al fin," dijo Jane, sonriéndome.
"¿Le hablas a todo el mundo de mí?" le pregunté a mi hermano, intentando una vez más que me soltara.
"¡Sip!" Emmett se rió por lo bajo. "Esta pequeña quiere una coca cola. Yo quiero un café. Recuerdas como me gusta, ¿no, Janey?"
"Emmett, como me llames Janey o Jane una vez más hoy..." amenazó la camarera.
"¡No seas así! ¡Sabes que me quieres!" Emmett meneó las cejas, haciendo que se riera.
Jane nos llevó hasta un banco en medio del restaurante. Emmett prácticamente me empujó en un lado del banco mientras él se deslizaba en el otro.
Me puse recta y me alisé la camiseta, intentando mirarle con furia. Pero como de costumbre, su gran sonrisa tonta me hizo sonreír.
"¡Bueno, volvamos a lo de antes, Squirt! ¿Qué piensas?"
"Estoy contenta por ti, y por Rose."
"Sí, eso dijiste. ¿Qué más?"
"Probablemente Alice no te dejará opinar en la planificación de la boda."
"Buen intento. Pero sólo quiero discutir sobre ti."
"¿Por qué?"
"Porque me preocupo por ti."
"No hace falta. Estoy bien."
"¿Te gustó el anillo? ¿Y mi declaración? ¿Cuántas pesadillas has tenido? ¿Quieres crepes para desayunar?" Emmett disparó sus preguntas rápidamente y las respondí sin pensar.
"Sí. Está claro que Edward escribió eso. Unas cuantas. Prefiero huevos." Hice una mueca cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer. Hacía años que no caía en ese truco. Le miré. "Apestas."
"Sólo dices eso porque te he pillado. ¿Cuánto es unas cuantas, Bella?"
"Una completa y dos en las que me desperté tan pronto como empezaron."
"¿Cuándo?"
"La completa fue la noche de la fiesta con Edward."
"Comprensible. Nuevo novio y todo eso. ¿Y las otras?"
Jane me salvó al aparecer con mi coca cola y el café de Emmett. Pedí huevos revueltos con queso y patatas. Mi hermano, que era un pozo sin fondo, pidió huevos, bacon, jamón, salchicha, patatas, tostada, una magdalena y un zumo.
"Jane parece bastante agradable cuando no está irritada contigo," comenté. Esperaba poder distraerle. La verdad es que no quería discutir mis sueños con él.
"Los otros dos, Bella." Usó su voz seria, dejándome saber que nos sentaríamos aquí todo el día si era necesario.
"Uno la noche que te declaraste y otro anoche. Pero eso no significa que estén relacionados con tu declaración."
"Quizás. Y si no lo están, ¿qué otra cosa te ha estado estresando?"
Cogí una servilleta, y le arranqué un piquito.
"Podemos sentarnos aquí todo el día, Bella. Pero algo me dice, que te gustaría volver con Edward en algún momento."
"Estoy un poco triste. Parece que te estoy perdiendo de alguna manera. Y estoy nerviosa porque siempre has estado ahí para cuidar de mí y ahora tengo que hacerlo yo."
"Primero de todo, no me estás perdiendo. No voy a salir de tu vida sólo porque me he comprometido. Nunca saldré de tu vida. Soy tu hermano mayor. No me voy a ninguna parte. Segundo, tú me has cuidado a mí más de lo que yo te he cuidado a ti."
"Es que es raro. Hemos estado los dos solos mucho tiempo."
"Sé que les echas de menos, Bella. Crees que no lo veo, pero sí que lo hago. Ese pequeño rastro de tristeza en tus ojos te delata. No entiendo por qué no vienes a mí cuando empiezas a pensar en ellos y a alterarte.
"Porque no estoy intentando pensar en ellos o alterarme."
"Y ese es tu problema. Te niegas a pensar en ellos y entonces pasa algo que te los recuerda y las memorias te llegan todas a la vez."
"Creía que estábamos hablando de tu compromiso."
"Estamos hablando de muchas cosas, Bella. No quiero verte teniendo ese sueño otra vez."
"No lo harás."
"¡No intentes decirme una laguna!" dijo, señalándome con el dedo. "¡Yo inventé eso! Sólo porque estés durmiendo en casa de Edward no significa que no lo averiguaré."
"Sólo han sido unos sueños. Creo que estás exagerando."
"Simplemente estoy cuidando de ti, Bella. Te quiero, enana."
"Te quiero, Em."
"Hablando de cuidar... ¿qué es lo que hay entre tú y Edward exactamente?"
"¿Qué quieres decir?"
"He visto que has estado durmiendo en su habitación desde que empezamos a quedarnos para Navidad."
"Es que es cómoda," me encogí de hombros.
"¿No estáis..."
"¡Emmett!" suspiré, escondiendo la cara en las manos. "¡Seriamente! ¡Sólo llevamos unas semanas!"
"Sí, pero entiendo como son las hormonas y esas cosas."
"¡Dios, dispárame ahora!" gemí. "Emmett, no soy tan joven que dejaré que las hormonas controlen mis acciones."
"Simplemente ten cuidado. A veces, la cabeza y el cuerpo pueden querer cosas diferentes y la cabeza no gana siempre."
Levanté la cara y le sonreí con malicia. "¿Hablando por experiencia?"
"¡Cierra el pico!" gruñó, tirándome una servilleta.
¡Sonreí con mi victoria! ¡Caso cerrado! ¡Tema retirado! Mi vida sexual, o falta de ella, ya no se iba a discutir. ¡Me encantaban las distracciones!
Jane apareció con nuestro desayuno, salvándome de pasar más vergüenza. Emmett volvió al tema principal cuando empezó a comer. ¡Gracias a Dios por los pequeños favores! Y por los grandes... como que Edward no estuviera invitado a este encantador desayuno. Me reí por lo bajo mientras me comía un trozo de huevo.
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