sábado, 4 de febrero de 2012

LLC: Cap 43: Pesadillas


Esperé junto a las escaleras a Bella. Hoy era el día en que tenía que hablar con ella. Había hablado con Alice sobre el problema y me había amenazado. Si no lo mencionaba, ella lo haría. Sabía que eso sólo empeoraría las cosas. Yo tenía que contárselo a Bella.

Bajó y me sonrió con tanta alegría que mi corazón latió con más fuerza. La cogí de la mano y entramos en la cocina. Tan pronto como la puerta se cerró, tiré su mochila al suelo y me la acerqué. No podía esperar más para sujetarla y tocarla. La cogí y la senté en la encimera de la cocina mientras me quedaba entre sus piernas. Me sonrió coquetamente.

Me pregunté como estaría mi cara ahora mismo mientras miraba fijamente al precioso ángel que tenía delante. "Te he echado de menos."

Se inclinó un poquito hacia delante. "Yo también te he echado de menos."

Esa era toda la invitación que necesitaba. Quería besarla. Necesitaba besarla. Necesitaba que me enseñara que me quería, que quería estar aquí conmigo. Quería deshacerme de toda la duda que me había entrado durante este día tan largo. ¿Y si esto estaba pasando por mi culpa? ¿Cómo me las arreglaría si necesitaba estar un tiempo alejada de mí?

Me parecía que no podía acercarme lo suficiente a ella. Tampoco podía esperar para saborearla. Soltó un fuerte gemido cuando enrollé su lengua con la mía, y eso sólo me impulsó a seguir. Puse la mano en la parte baja de su espalda y presioné su cuerpo contra el mío. Bella empezó a alejarse y por mucho que lo temiese, la agarré con menos fuerza.

"Creo que me has echado de menos," dijo, apoyando su frente contra la mía. Su sonrisa era preciosa.

"Te amo tanto, Isabella."

"¿Usando mi nombre completo hoy, no?" se rió por lo bajo mientras sus dedos se movían por mi pelo. "¿Qué te tiene tan estresado?"

"¿Qué quieres decir?" pregunté mirándola fijamente.

Sonrió y sacudió la cabeza. "Soy observadora, ¿recuerdas? Usas 'Isabella' los días que estás muy estresado e intentando calmarte."

Pensé en lo que estaba diciendo mientras apoyaba la cara contra la cálida piel de su cuello. "Eres demasiado observadora," suspiré, sabiendo que no podía discutir lo que estaba diciendo. Podía leerme también como Alice, o incluso mejor. "Pero sí que me calmas y te estoy muy agradecido por ello."

Me abrazó y presionó su cabeza contra la mía. "¡Desembucha, Tutor-boy! ¿Qué te tiene tan irritado?"

"¿No podemos quedarnos así un momento?" pregunté, al no estar preparado para moverme o explicarme.

"Por supuesto." Empezó a tararear esa canción que habían estado aprendiendo cuando empecé a darle clases por primera vez. Entre su voz y sus caricias, no pude evitar relajarme.

Sabía que el tiempo estaba pasando demasiado rápido. En cualquier momento, Alice y Rose, o mis padres, nos interrumpirían. Mientras que no les importaría encontrarnos así, sabía que Bella sentiría vergüenza. Suspiré y la solté con reticencia, ayudándola a bajarse de la encimera. Sujeté su mano fuertemente mientras cogía su mochila del suelo y nos dirigíamos a la mesa donde mi bolsa esperaba.

Solté su mano y dejé su mochila delante de su silla. Me senté y me moví para coger mi bolsa. Hablaría con ella más tarde. No era tan urgente, me mentí a mi mismo.

Bella empujó mis brazos de la mesa y se sentó en mi regazo. "Edward."

Esa única palabra me decía todo lo que ella quería que supiera. Me amaba y quería saber lo que me estaba molestando y no se iba a mover hasta que se lo contara. La miré fijamente a sus preciosos ojos marrones. En ellos había aceptación y disposición para entender, y un amor abrumador que sólo era para mí.

"Tengo que hablar contigo de algo, pero no estoy seguro de cómo," admití.

"En español normalmente está bien," Bella sonrió, pasando los dedos por mi pelo. Sabía cuando me calmaba cuando me hacía eso.

"Sí, supongo que en español estaría bien."

"Edward, sea lo que sea lo que te está molestando, puedes contármelo. Quiero ayudar."

Respiré hondo. Moví la mano hasta su espalda y empecé a frotársela, esperando que la mantuviera en calma. "Bella, estoy muy preocupado por ti."

"¿Por mí?" se rió. "¿Por qué ibas a estar preocupado por mí?"

"¿Has notado que últimamente has estado muy cansada?"

"Sí, pero es porque me estoy acostumbrando a ser estudiante a tiempo completo. Sin mencionar que tenía una escayola en la pierna, que lo hacía todo mucho más difícil."

"Bella, esas no son las únicas razones por las que has estado tan casada. Has estado teniendo horribles pesadillas durante las últimas dos semanas."

Su cara se puso más blanca que su normal tono pálido. Sus ojos se abrieron mucho de miedo y sorpresa. "¿De qué estás hablando, Edward?"

"¿De verdad no lo sabes?"

Negó con la cabeza lentamente.

"Has estado gritando mientras dormías. Decías una y otra vez 'ellos no' y llorabas cada noche. Me despierto con la camiseta empapada con tus lágrimas. Nada de lo que intento te calma y estás tan profundamente dormida, que no puedo despertarte. Quería decirte algo antes, pero una parte de mí estaba seguro de que mejoraría. Y como he dicho antes, no tenía ni idea de cómo decírtelo."

"Debes haber estado muy preocupado todo este tiempo," dijo suavemente. "Supuse que tenía que ver con las clases empezando de nuevo."

"Bella, esto no es sobre mí. Es sobre ti. Quiero ayudarte, cariño. No puedo soportar verte sufrir. ¿Tienes idea de con qué estás soñando o por qué?"

Siguió mirándome fijamente.

"Te quiero tanto, Bella. Sólo quiero ayudarte. Sea lo que sea lo que necesites, lo haré. Solamente dime que hacer." Moví un mechón de pelo detrás de su oreja. 'Sólo no me digas que me vaya, por favor' añadí en mi mente.

Me rodeó con sus brazos y empezó a llorar contra mi cuello. Sus lágrimas se deslizaron por mi cuello, mojando el cuello de mi camisa. "Lo siento tanto."

"No tienes nada por lo que sentirte así, cariño." Seguí frotándole la espalda, intentando que se calmara para que pudiésemos hablar. "Respira hondo."

Hizo lo que le había pedido, su cuerpo entero temblando de emoción.

"Decías 'ellos no'. ¿Estabas soñando con tus padres otra vez?" pregunté.

"Bueno, más o menos."

"¿Qué quieres decir con más o menos?"

"Empieza con Renee y Charlie en el coche. Pero entonces cambia a Emmett y Rose, después a Alice y Jasper y por último sólo a ti. Pero no sabía que estaba hablando en sueños. Creía de verdad que me iba mejor con eso."

"¿Con qué exactamente?"

"Con no pensar que todo esto es muy perfecto y se acabará pronto," susurró.

"Siempre que quieras tener una relación conmigo, estoy aquí para ti. Nunca elegiría estar en otra parte."

"Pero es eso, Edward. ¡No tiene que ser tu elección! ¡No puede ser la elección de nadie hacer algo estúpido!" gritó. Sus lágrimas caían más rápido mientras su cuerpo temblaba con más fuerza.

La acuné en mis brazos, frotándole la espalda delicadamente. "No puedes tener miedo de lo que no puedes controlar, Bella. No puedes vivir así. Tus padres querrían que vivieras la vida plenamente, sin miedo a tu muerte o la muerte de alguien a quien quieres. Sé que esto ha sido muy difícil para ti. Los cambios a veces dan mucho miedo. Pero tienes que saber que puedes hablar con cualquiera de nosotros. Todos lo entenderemos e intentaremos ayudarte."

Le di un momento, pero ni habló ni se movió. Aunque había dejado de llorar.

"Sabes, cariño, no eres la única a la que le da miedo el cambio. Yo también he tenido mucho miedo. Nunca pensé que confiaría en alguien otra vez. Nunca soñé que dejaría que alguien entrase en mi corazón otra vez. Pero tú, Bella, has llegado mucho más lejos que eso. Eres una parte de mi alma y lo serás para siempre." Me separé un poco para poder verle la cara. "Eres tan preciosa de tantas maneras, Bella. Espero que me creas cuando te digo lo mucho que te amo y quiero estar contigo. Sé que es difícil para ti, pero tienes que dejar ir tus miedos. No puedes seguir teniendo esas pesadillas."

Asintió mientras le volvían a caer lágrimas. La abracé fuertemente hasta que dejó de llorar.

"Si necesitas algo de tiempo para ti..." me forcé a decir.

"¡No! ¡No digas eso!" gritó, abrazándome más fuerte.

"Sólo estoy intentando ayudarte, Bella. De verdad que haré lo que sea necesario."

"Gracias, Edward," susurró.

"Haría cualquier cosa por ti, Bella. Lo digo en serio."

"Probablemente deberíamos empezar a hacer los deberes."

"Tenemos tiempo. Deja que te abrace hasta que estés completamente tranquila. Sabes, puede que te sea útil hablar con Emmett."

"No, Edward. No quiero que lo sepa. Por favor, prométeme que no se lo contarás."

"Te ofrezco un compromiso. Si los sueños paran, esto se quedará entre nosotros. Pero si no, o empiezan de nuevo, hablas con Emmett."

"Sólo...sólo dame algunos días. No se lo digas mañana si sueño esta noche."

"De acuerdo, Bella. Pero después de eso..."

"Lo sé."

Unos minutos más tarde, Bella se separó, prometiendo que estaba bien. Se fue hasta su silla, sonriéndome con cansancio. Me debatí conmigo mismo, preguntándome si debería intentar otra vez que hablase con Emmett. Decidí hacer lo que me había pedido y esperar algunos días antes de presionar para la intervención de Emmett.

Trabajamos en nuestros deberes en silencio, dejando sus matemáticas para lo último. Con todo lo que yo tenía, probablemente no llegaríamos a eso hasta después de cenar.

Mi madre vino no mucho más tarde y empezó a hacer la cena. Siempre me había gustado como la cocina se llenaba con el aroma de lo que lo que estuviera haciendo. Esta noche, olía especialmente bien.

Podía ver a Bella mordiéndose el labio por el rabillo del ojo. Todavía no podía comprender lo grande que parecía ser su corazón. Me preocupaba que estuviera enfadada conmigo por escuchar sus sueños. Había tenido tanto miedo de mí al principio. No quería perder todo el progreso que habíamos hecho. Eso sólo empeoraría sus pesadillas.

"¡La tierra a Edward!" dijo Bella fuertemente.

Levanté la mirada y sonreí avergonzadamente. Se rió por lo bajo de mí.

"Esme quiere que nos tomemos un descanso para cenar. También le gustaría que pusiésemos la mesa."

Sólo estaríamos mis padres y nosotros. Alice y Rose tenían planes para salir con sus novios. Ya que sólo íbamos a estar los cuatro, usaríamos la mesa de la cocina. Ayudé a Bella a quitar nuestros libros y mochilas y moverlos a un rincón. Entonces sacamos los platos y la cubertería y pusimos la mesa.

Mi madre entró en la habitación mientras poníamos las servilletas. "¡Hola, familia!" nos saludó.

"¡Hola, querido!" contestó mi madre alegremente.

"Hola, papá," dije.

"Hola Carlisle," dijo Bella con un pequeño saludo.

"¿Qué? ¿Hoy no hay gracias?" preguntó Carlisle, haciendo como que estaba dolido. Bella se había encargado de darles las gracias constantemente por su regalo del dinero para las clases.

"Primero pensaba en esperar a que nos sentásemos a comer," bromeó Bella. "¡Pero ahora que lo mencionas!" fue botando hasta mi padre y se puso de puntillas, para besarle la mejilla. "Gracias, Carlisle." Fue hasta mi madre y la abrazó. "¡Gracias, Esme!"

Mis padres se rieron de ella, realmente satisfechos. No podían tener suficiente de la personalidad y el encanto de Bella. Volvió y me abrazó fuertemente. Nos sentamos y mi padre también se sentó. Mi padre trajo la gran olla y la puso en el medio de la mesa.

"¡Huele maravillosamente!" dijo Bella, sonriendo. "¿Qué es?"

"Ternera con crema de una receta familiar muy antigua," contestó mi madre. Nos sirvió a todos antes de sentarse. "Comed. Tenemos de sobra y esta noche no está aquí Emmett."

Bella se rió por lo bajo mientras se llevaba el tenedor a la boca. Estaba segura de que se estaba imaginando a Emmett comiendo directamente de la olla. La cena estuvo llena de la preciosa voz de Bella mientras contestaba preguntas de mis padres sobre las clases, su pie, y su hermano.

Cuando la cena acabó, ella y yo lavamos los platos. Después acabamos los deberes. Ahora se le estaban dando mejor las matemáticas y no tardaba tanto en hacer sus trabajos.

Bella bostezó fuertemente y le sonreí; casi eran las nueve y sabía que empezaba a cansarse.

Me sonrió con malicia. "Ha sido un día muy largo, Edward."

"Secundo eso, Bella."

"Creo que es hora de irse a la cama, Tutor-boy," dijo, mientras se levantaba y se estiraba.

Vi como su camiseta se levantaba y exponía su liso estómago. Me pilló mirando y me sonrojé.

"Creo que tienes razón," dije suavemente, cogiendo nuestras mochilas.

Bella me cogió la mano y subimos juntos las escaleras. Mis padres estaban viendo una película, acurrucados en la oscuridad.

"Buenas noches," les dije.

"¡Buenas noches, niños!" nos contestaron.

Bella y yo estábamos callados mientras íbamos hacia nuestra habitación. Dejé nuestras mochillas en el sofá y me giré para ver a Bella extendida en la cama. Me tumbé a su lado, apartándole el pelo de la cara con los dedos. Abrió los ojos y me sonrió.

"Te amo, Bella."

"Te amo." Gimió y se levantó de la cama. "Hora de cambiarse."

Fue hasta mi armario y sacó una de mis camisetas. Le encantaba dormir con mis camisetas y a mí me encantaba vérselas puestas. Me sopló un beso mientras entraba en el baño.

Me senté y me quité los zapatos, tirándolos al suelo. Entonce me levanté y me quité los pantalones, sacando mi móvil. Lo puse a cargar y comprobé la hora del despertador. Eché hacia abajo las mantas y tiré los cojines extra al sofá. Fui hasta el armario, cogí mis pantalones de pijama y me los puse. Me puse una camiseta y dejé la ropa en una cesta.

Bella salió del baño y se subió a la cama de un salto. La vi moverse hasta el lado que había reclamado como suyo. La seguí, apoyando mi cabeza junto a la suya, rozando mi nariz con la suya.

Se sentó y nos tapó antes de volver a tumbarse. "He estado esperando este momento todo el día," susurró.

"Yo también," me reí entre dientes. "Pero cuando imaginé esta parte del día, nos veía besándonos."

"¿De verdad?" preguntó, tirando de mi camiseta.

"Sí," susurré, acercándomela.

Estiró las piernas y las entrelazó con las mías. Suspiró de alegría. "He estado esperando seis semanas para hacer eso." Estaba tan cerca de mí y cada parte de ella se unía a cada parte de mí como si fuésemos piezas de puzzle.

"Esto es mucho más fácil sin la escayola," admití.

"Y sin la escayola, puedo hacer esto," dijo Bella suavemente mientras se giraba hasta que estuvo encima de mí.

Sus labios encontraron los míos al instante mientras se presionaba contra mi cuerpo. Rodeé su espalda con los brazos y la sujeté todavía más fuerte. Separó los labios y con mucho gusto concedí su petición. Pasé mis manos bajo su camiseta, por su espalda y sus costados. Se retorció un poco y no pude evitar reaccionar. Todo sobre ella era tan tentador.

Nos moví para que estuviésemos de lado, intentando no alertarla de mi apuro actual. Cada vez era más difícil dejar de enrollarnos. Me pregunté si se estaba haciendo más difícil para ella. No habíamos discutido nuestra relación física en varias semanas. Realmente necesitábamos hablar otra vez de eso.... ¡y pronto!

Yo sólo estaba esperándola. No me preocupaba arrepentirme después. Sabía que no lo haría. Algún día iba a casarme con esta mujer. Sabía eso en lo más profundo de mi interior. También sabía que no iba a aguantar hasta algún lejano e imaginario día de boda. Era un caballero, pero también era un hombre. Y sabía que Bella no querría casarse hasta después de la universidad.

Separó sus labios de los míos y los movió hasta mi oído. "Edward, te amo."

La moví hasta que estuvo presionada contra mi pecho. Quería protegerla de todo que pudiera hacerle daño, pero sabía que eso no era posible. "Te amo, Bella. Esta noche no habrá pesadillas. ¿De acuerdo?"

"Haré todo lo que pueda," susurró.

Estaba tan cansado, no podía quedarme despierto para escucharla hablar. Tan pronto como mis ojos se cerraron, caí en un profundo sueño. Pero parecía una noche corta porque de repente era por la mañana y el despertador y el brillante sol estaban luchando para ser el que me despertase. Me extendí y le di al botón para apagarlo. Con eso hecho, me giré para ver a Bella.

Bueno, la verdad es que estaba mirando la almohada de Bella. Me senté, preguntándome donde podría estar. Vi la puerta del baño cerrada y pude escuchar la ducha. Me pregunté por qué no me había despertado antes de prepararse. La ducha dejó de sonar y unos minutos más tarde, Bella salió con una alrededor del cuerpo.

Me sonrió. "¡Buenos días, dormilón! Veo que el despertador y el sol han hecho lo que yo no he podido."

"Me estaba preguntando por qué estabas en la ducha en vez de despertándome," dije, yendo hasta ella y rodeándola con mis brazos.

Bella puso las manos en mi pecho y me miró. "Ahora que estás despierto, creo que me debes un buen beso de buenos días por mis esfuerzos."

"Creo que tienes razón," sonreí.

La besé en la frente. Hizo un mohín con el labio mirándome. Me reí por lo bajo mientras me inclinaba otra vez, haciendo que fuera tan tierno y cariñoso como era posible. Me agarró la camiseta y me acercó más. Podía sentir cada una de sus curvas bajo la fina toalla.

Mi cuerpo empezó a reaccionar hacia ella. Puse mis manos en las suyas y cuidadosamente le solté los dedos. "Bella, creo que es hora de que te vistas."

Bajó la mirada para verse y se sonrojó. Debía haber olvidado que sólo llevaba una tolla con el calor del momento. "Sí, probablemente debería hacer eso," ser rió entre dientes. Me dio un rápido beso. "Y tú deberías meterte en la ducha. Pero primero, ¿notas algo?" preguntó, mirando fijamente mi camiseta.

"Bella, puede que sea porque es muy temprano, pero no tengo ni idea de que estás hablando."

Me cogió la mano y la pasó por la parte de arriba de mi camiseta. "Está seca, Edward"

Le sonreí, dándole un abrazo. "Bella."

"No recuerdo ningún sueño, pero sé que tu camiseta estaba completamente seca cuando me desperté, justo como está ahora."

"¡Qué manera tan maravillosa de empezar nuestro primer día de San Valentín juntos!" me reí por lo bajo. La besé en la frente. "Te amo, Bella. Sea lo que sea lo que necesite hacer para mantener alejadas tus pesadillas, lo haré."

"Sólo quédate," susurró, abrazándome más fuerte.

"Para siempre."

Durante tanto como viviese, estaría a su lado. Si importar lo que tuviera que hacer, a que pruebas tendría que enfrentarme, nunca me rendiría. Haría cualquier cosa por ella.

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