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17.- De aquí hasta el final contigo
Bella pov
Me desperté apenas salió
el sol, era un milagro que pudiera dormirme la noche anterior, bueno, milagro
es decir mucho, seguramente las horas que paso haciendo el amor con Edward
ayudaron a eso. Me moví buscándolo. Nada. Vacío. Me incorpore rápido. No se había
ido, no me había dejado ¿cierto? Digo, no se iría…. ¿O sí?, tal vez lo pensó
mejor, la cuestión de los hijos nunca le agrado, tal vez prefirió seguir su
vida sin mí, sin nosotros, tal vez no pensó bien anoche mientras me decía que
jamás se iría y ahora con la luz del día se daba cuenta que no quería quedarse,
tal vez…
-buenos días dormilona-
su voz proveniente de la puerta casi me hace desmayar de alivio. Y debió ser
evidente -¿no pensante que me había ido? ¿Verdad?- se sentó a mi lado en la
cama.
-no, claro que no, hum,
pensaba que en dos meses estaré enorme y ya no querrás hacerme tuya, seré una
pelota con vagina- dijo ocultando el rostro en su pecho.
-eso no lo creo posible,
pero si querré hacerlo, contigo siempre- dijo besándome.
Acariciándome. Me deje
llevar por su contacto. Con casi seis meses sería complicado seguir haciéndolo,
debía aprovechar cada minuto. Cada oportunidad, sus manos seguían su camino
hacia donde el hambre por él crecía, la humedad se abría paso en mi cuerpo.
-ok, eso no me lo
esperaba- dijo deteniéndose cuando el bebe pateo justo donde pasaba su mano.
-te esta saludando y ya
me dio hambre, podemos hacer esto luego, de verdad mataría por unas alitas de
pollo extra picantes- dije levantándome de golpe.
-¿no puedes esperar? quiero
terminar lo que empezamos- dijo evidentemente excitado, me reí de su expresión.
-lo siento, de verdad
muero por unas alitas-
-¿y donde las
conseguirás? Estamos en una isla-
-Ah, pero es que no has
descubierto el tesoro de la isla- dije vistiéndome para salir.
Me siguió rápidamente,
baje a la cocina, Roberto desayunaba un tazón enorme de cereal, ese niño crecía
como la hierba. Me dirigí a la nevera.
-buenos días mama,
buenos días papa- ese solía ser su saludo desde que Edward se quedará tres
semanas atrás.
-¿Qué harás hoy?-
pregunto Edward besando la cabeza despeinada de nuestro hijo.
-el tío Eleazar me
enseñara a armar y desarmar los cartuchos de dinamita para poder volar unos
bancos de cocos secos- dijo como si nada.
Me gire molesta, Eleazar
tendría una charla con mi 9 mm si seguía con esas cosas, ya era bastante malo
que Jacob le enseñara a armas bombas con relojes de pilas, bicarbonato y soda.
-Edward…-
-si lo sé, yo lo pateo
amor, tranquila- dijo saliendo.
Unos minutos después lo
veía por la ventana sacudiendo al insensato hombre. Sonreí, yo habría preferido
dispárale, pero eso era funcional. Saque el paquete de alitas congeladas y las
puse en el microondas.
-mama ¿papa se va a
quedar con nosotros para siempre?- me gire para míralo, su pregunta era con
total seriedad. ¿Qué responder? Aun yo misma no me creía el asunto.
-sí, me quedare para
siempre- dijo desde la puerta. La sonrisa de idiota me afloro. Se acerco hasta
donde Rob estaba y lo abrazo. –Vamos, yo te enseñare a escalar las palmeras-
dijo mientras mi sonrisa de borraba. –lo cuidare, estará bien- dijo besándome
levemente.
-si valoras tu cabeza
más te vale que este bien- dije regresando al microondas donde mis alitas
estaban listas.
Para la tarde había acabado
con el surtido de galletas, helado, alitas y papas fritas. De seguir así
rodaría cuesta abajo. Por fin regresaron, Rob traía al menos dos raspones
enormes uno en el codo, el otro en la rodilla y pequeños cortes en las manos.
Edward pagaría por cada uno.
-antes que te engoriles
mama, fue mi culpa, no hice caso cuando me dijo que no saltara de la roca, así
que por favor no le dispares, lo necesitamos, es el único papa que tengo
¿recuerdas?- entro con las manos en alto Rob mientras Edward contenía la risa,
detrás de él.
-ve a ducharte y cuando
estés limpio papa te revisara esos raspones- dije besándolo.
-es terco, justo como
tú- escuche en mi oído, me abrazo, bueno, nos abrazo.
-sí y también tiene un
genio del carajo como tú- agregue.
-bien entonces esta completo,
¿Cómo crees que salga este?- pregunto mientras acariciaba mi vientre,
completamente. El bebe pateo de nuevo. Y siguió haciéndolo con cada movimiento
de su mano.
-hum creo que no me
quiere- dijo quedándose quieto.
-creo que es su manera
de decir hola, con suerte sale parecido a Rob-
-no, yo espero que se
parezca a ti y que sea niña, será genial tener una versión tuya en miniatura-
respondió besándome le cuello.
-Seguimos en la
recamara, hay mas privacidad- susurre.
No necesito más
invitación, me tomo en brazos y me llevo hasta la cama. Me recorrió completa
con todo su repertorio de caricias, hundió sus dedos en mi cuerpo mientras me
besaba con pasión. Bajo poco a poco sin dejar de moverse dentro de mí, mis
gritos de placer eran sofocados a duras penas, chupo y mordió mis senos, mis
pezones mega sensibles se endurecían con solo sentirlo cerca.
Edward pov
Se tenso un segundo
antes de gritar mi nombre, había llegado, me acomode entre sus piernas sin
presionarla debajo de mí. Me moría por estar dentro y sabía que moriría en
cuanto entrara. Me enterré en su cueva caliente y mojada, era genial, me moví
mas rápido sin ser brusco, en poco estuvo gritando otra vez, me vine enseguida.
Derrumbarme sobre su cuerpo habría sido perfecto de no ser porque nuestro bebe
se hacía presente. Me deje caer a su lado.
-¿te casas conmigo?-
pregunte de nuevo en cuanto pude hablar de nuevo.
-sí, me gustaría eso-
respondió sin mucho aliento, aun recuperándose.
Deslice le anillo en su
dedo. Lo miro largo rato. Sonrió completamente al reconocerlo.
-¿el de tu mama?-
pregunto por fin.
-sí, lo tome antes de
salir para acá, cuando Jasper me dijo que te había encontrado, solo pensé en
venir por ti y hacerte mi esposa. No pensé que te encontraría así, aunque no me
molesta, me perdí el proceso con Rob, no me perderé este, no te dejare sola-
-hum, aun te falta algo
sumamente peligroso para lo que necesitarás todo el entrenamiento y lo que
tienes de experiencia para sobrevivir- la mire sin entender –Debemos decirle a
Charlie-
Huy, era hombre muerto,
Charlie no me apreciaba antes, menos ahora. Ojala el arma estuviera descargada
cuando hablara con él.
-¿podemos platicar un
momento Charlie?- pregunte dos días después de pedirle matrimonio a Bella.
-dime- seco, brusco y
con toda la razón.
-bueno, yo… hum… Bella…-
esto era insólito.
No me tiembla la mano
para disparar y matar… pero decirle al padre de la mujer que amo, que me casare
con ella, después de dejarla embarazada y desaparecer, dos veces, era algo que el entrenamiento no te enseña.
-Edward quiere avisarte
que nos casaremos en un mes- término de decir Bella a mi espalda.
-vaya, ya era tiempo,
pensé que esperarías otros siete años para aparecerte de nuevo-
-papa…-
-no, tiene razón, por
desgracia hay cosas que ya no puedo arreglar o remediar, pero me da gusto saber
que esto, lo que aun hay entre Bella y yo si tiene arreglo- dije con la
seguridad que logre juntar.
-bien, pues creo que
solo me queda decirles felicidades, en hora buena- y salí vivo, por muy poco,
si su mirada fuera una semi automática estaría como coladera.
Un mes después la casa
era adornada para nuestra boda. Todo en tonos blancos, marfil y plateado. Esme insistió en encargarse de la
decoración. Mi padrinos por supuesto fue Jasper y Emmet, sus damas fueron Alice
y Rosalie.
Sentados todos los demás
en las sillas que se colocaron en la terraza de la casa, una pista de madera
traída de algún lugar del Caribe se coloco en la arena y se rodeo con mesas,
cada una tenía un arreglo floral en tonos suaves. Todo el lugar se veía
increíble. Las luces se colocaron en antorchas entre las mesas y en la parte de
arriba se colocaron lucecitas de navidad en blanco.
La música sonó y supe
que había llegado el momento, la vi salir del brazo de Charlie, sonriente.
Radiantes, completamente hermosa, como en mis desvaríos, embarazada y perfecta.
La mujer más hermosa de mi mundo, mi mujer oficialmente en pocos minutos.
Camino hasta mí, el
oficial estaba esperando igual que yo, se movía lentamente, tomándose su
tiempo, por fin llego. Tomo mi mano y la sentí temblar. Vaya, la mejor asesina
temblaba ante la idea de ser esposa. Mi esposa, Lindo.
-acepto - su respuesta
me regreso a la realidad, me había perdido en sus ojos.
-acepto - respondí
cuando fue mi turno, lo siguiente que supe fue que la estaba besando.
Los abrazos no
esperaron, las felicitaciones y bromas tampoco.
-¿quieres descansar?-
pregunte después de bailar por casi dos horas.
-no, tenemos que cortar
el pastel, después de eso, sí, de verdad quiero comer pastel- dijo riendo. Sus
labios rosados no habían dejado de sonreír desde que nos declararan esposos.
-vamos pues, no quiero
que te agotes demasiado- dije abrazándola.
Tras el tradicional
mordisco al pastel y que me embarrara de merengue, lo cortamos, se repartió y
por fin mi esposa se sentó con sendo pedazo. La tarde paso tranquila, nos
fuimos a la cama cansados, se durmió enseguida. Era un ángel, Gracias Dios por
dejar este ángel en mi camino. Me dormí abrazado a su cuerpo caliente. Esa
noche y las que le siguieron.
Los amigos se quedaron
un mes más haciéndonos compañía. Mientras planeábamos la salida de la agencia. Eventualmente
fueron llamados para más misiones, a veces juntos a veces separados.
-debo regresar a la
oficina, hace casi siete meses que no me aparezco por allá, ¿quieres venir?-
-sí, me parece tiempo de
regresar a mi oficina también, pero la tuya esta en un sitio y la mía en otro,
hum la verdad esto de las vacaciones me tiene harta, extraño estar en el fuego-
dijo sonriendo.
-sí, es interesante,
nunca te he visto en acción directa, Jacob dice que donde pones la bala cae el
muerto, ¿es cierto?- pregunte molestándola
-no siempre, una vez no
considere la velocidad del viento y el tiro fue directo al otro lado- dijo riendo-
-¿Cuánto tenías de
agente?-
-¿agente? No, fue a la
semana de empezar el entrenamiento, Emmet tenía una pistola y me dio
curiosidad- respondió con la risa en la boca.
-¿Emmet te dejaba jugar
con sus juguetes?- pregunte, vaya amigo.
-era mejor que dejarme
jugar con los cuchillos de Rosalie- levante las cejas, era oficial, mi mujer
estaba loca. De remate.
-bueno, me agrada saber
que ya eres experta, ahora vístete, nos vamos hoy- la bese antes de salir para pedir el transporte.
-yo me quedo- informo
Rob cuando entre a su habitación para ayudarlo con sus cosas.
-¿no quieres irte con
nosotros?-
-mira, mama estará
pronto en su oficina y tú me imagino que también, aquí me quedare con el
abuelo, estaré bien, además, cuando nazca el bebe mama estará más ocupada y
probablemente lo traigan para acá, como a mí y las cosas serán como siempre,
así que no le veo el caso a irme- dijo con una expresión de es-completamente-lógico.
-bueno quizá debas
preguntarle a tu mama- ya que al parecer lo que yo decía no tenía importancia
para él y al fin de cuentas ¿por qué lo tendría? apenas tenía dos meses en su
vida. ¿Dolía? Sí. ¿Tenía remedio? Sí. ¿Me rendiría con él? No.
-Rob, te quedaras con tu
abuelo en la isla, regresaremos en cuanto nazca el bebe, se quedara con
ustedes, al menos hasta que mi situación se resuelva, quiero que le hagas caso
a Charlie y a René. Te amo- se despidió Bella una hora después.
Para la noche estábamos
en mi departamento. Y claro en cuanto supieron los chicos, se dejaron caer como
paracaidistas. Esa noche nadie durmió, platicamos como los grandes amigos que
éramos. Así pasamos al menos una semana.
En la mañana del
domingo, mientras hacíamos un desayuno al aire libre, las cosas cambiaron.
-hum, debemos irnos- se
acerco a donde estábamos Jacob.
Mientras todos los demás
revisaban sus localizadores. Sonó el mío. Carajo. ¿Ahora?
-vamos, nos están
llamando a todos- dijo Bella levantándose.
-¿A dónde crees que
vas?- pregunte cuando la alcance en las escaleras.
-con ustedes, son
directiva necesito coordinar a mi gente- respondió con toda seguridad.
-Bella estas a poco de
parir, no te dejare poner un pie en el campo-
-no estaré en campo, me
quedare en el centro de mando-
-no, es demasiada
tensión para tu estado, lo siento pero no te dejare ir, soy tu esposo y te lo
prohíbo- dije firmemente. Increíble apenas unas semanas de matrimonio y ya
estábamos discutiendo por el trabajo.
-Edward, si no quieres
que me convierta en viuda ahora mismo déjame pasar, voy a cambiarme de ropa,
muévete Cullen- dijo firmemente igualando mi tono de voz.
-no iras y punto. Es mi
última palabra- asegure tan firmemente como mi tamaño, fuerza y entrenamiento
me permitían.
Ocho horas después los
equipos incursionaban en una fábrica de armas. Jasper e Irina se hacían cargo
de cortar las comunicaciones del lugar, mientras Jacob y Eleazar aseguraban las
cargas y detectaban posibles bombas y trampas. Alice tenía el exterior cubierto
desde una posición segura, muy segura a 800 metros de la fábrica, junto a mi
esposa. Mi muy terca y testaruda esposa. Ambas estaban con rifes
semiautomáticos de largo alcance.
-Isa ¿qué puedes ver?-
pregunte.
-cinco sujetos a tus once en punto con dirección a Jacob, posicionados y
armados en su totalidad, los eliminare antes de llegar a Kate- dijo y
cumplió.
Para cuando llegamos a
esa posición los tipos estaban tirados a pocos metros unos de otros, con
disparos certeros en la cabeza. La mujer era precisa y exacta.
-¿Cómo te sientes?-
pregunte de nuevo, ¿Cómo estaría acomodada? si la pansa no la dejaba dormir
boca abajo.
-igual que hace cinco minutos
que preguntaste solo que ahora estoy molestándome por tus constantes
interrogantes, déjalo ya Cullen, de veras- dijo enfadada, sonreí.
-te habla en serio, no la molestes, Embarazada y armada es una mala combinación
en Isa- dijo Carmen por el comunicador, la risa de los demás se escuchaba
también.
-Edward ¿dormirás conmigo esta noche?- pregunto mi esposa
-no, tengo algo más
importante que hacer esta noche que dormir, pero sí será contigo-
-¿aceptan compañía?-
pregunto Kate
-sí, será interesante ver como se defiende Edward cuando juguemos Halo
esta noche- agrego Jacob.
Esa fue una de las
muchas bromas y anécdotas que realizamos juntos. Su equipo y el mío.
Su vida y la mía.
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