Día de Trabajo:
Escuché el retumbar de mi despertador, pero parecía venir de muy lejos. Paró y pensé que podía haberlo soñado. Me acurruqué más en mi almohada, preparada para dormir lo máximo posible. Intenté darme cuenta de que mi almohada no parecía normal, pero mi cerebro todavía no estaba funcionando.
“Bella,” llamó una voz de terciopelo.
Gemí, sabiendo que era la única voz que era incapaz de ignorar. Pero decidí intentarlo de todos modos. Después de todo, su voz sólo era una parte de mi sueño. Me tapé la cabeza con las mantas, para que me ayudasen a ignorar la luz del sol que entraba en mi habitación.
Escuché una risa familiar y entonces me quitaron las mantas. “¡Hey!” grité, sentándome rápidamente.
“¿Sabes cuánto tiempo se tarda en despertarte?” preguntó, sonriendo ampliamente.
Noté su desaliñada apariencia y su pelo despeinado y no pude evitar sonreír. “Esto se está convirtiendo en una costumbre para nosotros.”
“¿El qué?” preguntó, confundido de verdad.
Me reí mientras le empujaba la pierna. “Quedarse dormido en la cama del otro.”
“¡Oh!” fue su única respuesta.
“¡No he dicho que sea algo malo!” dije, poniendo los ojos en blanco.
Su sonrisa reapareció y me hizo sentir muy feliz. Le eché un vistazo el reloj. Sólo eran las nueve menos cuarto.
“Espero que no llegues tarde a ninguna de tus clases.”
“Tengo el tiempo suficiente,” contestó.
“¡Bien!” me reí por lo bajo. “¡Odiaría tener que conseguirle un tutor a mi tutor!”
“Tonta Bella,” se rió por lo bajo.
“Bueno, lo mejor es que empiece a moverme. Va a ser un largo día de trabajo,” dije, levantándome y estirándome. “Estarás aquí el miércoles por la tarde, ¿verdad?”
“Sí,” contestó, mientras se ponía los zapatos. De repente levantó la mirada y pude ver preocupación en sus ojos verdes. “¿Bella?”
“¿Sí, Edward?”
“¿Estaría bien que te llamara esta noche?”
Me pregunté por qué estaría preocupado por preguntarme algo como eso. “¡Claro!” dije, esperando que mi sonrisa le hiciera sonreír. Lo hizo. “Debería estar en casa sobre las once esta noche.”
“¿Estás segura de que no es demasiado tarde?”
“Totalmente. Normalmente me quedo levantada sobre una hora o así después de llegar a casa.” Le cogí de la mano y tiré de él para que se levantara. “Venga, te acompañaré hasta la puerta.”
Le guié por las escaleras y hasta la puerta delantera. Le solté la mano para poder abrir los seguros de la puerta y la abrí.
“Gracias de nuevo por toda la ayuda, Edward. ¡Lo aprecio de verdad! ¡Mis notas también lo aprecian!”
“Más que de nada, Bella,” contestó, sonriéndome ampliamente.
Avancé y le abracé fuertemente. Al principio estaba sorprendido, pero después me lo devolvió. Era raro, pero no incómodo. Sólo era raro porque ninguno de nosotros parecía querer ser el que rompería el abrazo. Pero sabía que él tenía clases y sabía que yo tenía que estar en el trabajo a tiempo. Con reticencia me separé.
“¡Ya hablaremos más tarde, Tutor-boy!” dije mientras bromeando le empujaba por la puerta.
Me sonrió alegremente antes de irse andando hacia su coche. Me quedé en la puerta hasta que se fue. Cerré la puerta y me incliné fuertemente contra ella.
“Creo que me gusta Edward Cullen,” anuncié a la casa vacía. Sacudí la cabeza mientras volvía a mi habitación. Ahora no era el momento de pensar en esas cosas. Tenía un trabajo al que ir. Y una vez que acabase allí, sería el momento de envolver regalos otra vez. ¡Oh, qué alegría!
Rápidamente me duché y me vestí. No tenía tiempo para un desayuno de verdad, así que sólo cogí una de mis barritas de cereales de confianza. Cerré la puerta de la casa con llave y fui corriendo hacia mi maravilloso y oxidado camión. Me gustaba verlo como un clásico. A Emmett le gustaba llamarlo trasto. Me encogí de hombros mientras pensaba en el dicho ‘a cada cuál lo suyo’.
Llegué al trabajo con tiempo de sobra. Angela estaba esperándome como siempre. Entrecrucé mi brazo con el de ella, nuestra pequeña tradición, y entramos en el edificio.
“¿Cómo te están yendo las clases particulares?” preguntó Angela.
“Mejor de lo que creía posible,” contesté animadamente. “Técnicamente tuve diecisiete bien, pero ya que dos estaban bien el sábado, son sólo quince.”
“¡Ves! ¡Nunca he estado tan contenta de demostrarte que te equivocabas!”
“Ya no estás hablando de las matemáticas, ¿verdad?”
Me la acerqué más para poder susurrarle en el oído sin que alguien nos escuchase a escondidas. “Creo que me gusta de verdad.”
“Yo también creo que te gusta,” Angela se rió por lo bajo. “Entonces ¿estaba bien el otro día?”
“Sí, solamente se encontraba un poco mal.”
“Espero que no fuera por la comida.”
“No comió mucho así que supongo que fue por alguna otra cosa.”
“Bueno, no mires ahora, pero Mike viene directamente hacia ti.” Angela me dio un rápido abrazo y después se fue andando en la dirección contraria.
“Hey, Bella,” dijo Mike.
“Hey, Mike.”
“¿Cómo te va en la universidad?”
“Bien. Ahora tengo un profesor particular de matemáticas por lo que actualmente puede que apruebe la clase después de todo.”
“Eso es bueno. Entonces ¿te gustaría ir a tomar un café después del trabajo?”
“No puedo. Tengo que ir a mi otro trabajo justo después de que acabe aquí.”
“¿Tienes dos trabajos?”
“Alguien tiene que pagar mis clases, Mike.”
Estaba haciendo todo lo posible para que mi irritación no se reflejara en mi voz. No creo que estuviera funcionando muy bien. No apreciaba como me preguntaba por mi clase, cuando no le importaba la respuesta. Despreciaba el falso interés. Esa era otra razón por la que me gustaba Edward, él no hacía eso.
“¡Bella!” me llamó Angela. “¡Tenemos una mesa que te ha pedido a ti específicamente! Creo que son los amigos de tu hermano.”
Rápidamente seguí a Angela, contenta por la interrupción. “Sin importar lo fuerte que le espante,” murmuré.
Angela se rió por lo bajo desde mi lado mientras me señalaba la mesa. Rosalie, Alice y Jasper estaba allí sentados, saludándome con la mano. Me acerqué, contenta por verles.
“Buenos días o casi hora de almorzar.”
“¡Hey, Bella!” dijo Rosalie. “Pensamos que vendríamos a hacerte una visita durante nuestros descansos para almorzar.”
“¡Bueno, Bella!” dijo Alice alegremente. “Edward no vino a casa anoche. ¿Alguna idea de dónde estaba?”
Me reí por lo bajo y asentí con la cabeza. “Mi culpa. Nos quedamos dormidos viendo una película anoche. Mis malas habilidades matemáticas acabaron con lo mejor de nosotros.”
“¿Cómo te va con las clases?” preguntó Jasper.
“¡Muy bien!” contesté. “Tuve todo bien menos uno. Pero esto muy nerviosa por mi examen del viernes. Tengo que sacar un 8 o más para poder aprobar la clase.”
“Estoy segura de que lo harás bien,” dijo Alice, dándome unas palmaditas en la mano. “¿Tienes que trabajar en tus dos trabajos hoy?”
“¡Sí! Me voy directamente al centro comercial cuando acabe mi turno aquí. ¡Dedos que cortar y regalos que ensangrentar!” me reí por lo bajo. “¿Qué puedo poneros hoy?”
“Rose y yo tendremos esas deliciosas ensaladas otra vez. Y tendremos coca cola hoy,” contestó Alice.
“Yo quiero el sándwich de pollo a la plancha,” dijo Jasper.
“¡Ahora vuelvo!” entré en la cocina y le pasé a Tyler el papel. Cogí sus bebidas y se las llevé. “Vuestros trabajos deben de estar bastante cerca de aquí. ¿Dónde trabajáis?”
“Actualmente, trabajamos en la otra punta de la ciudad,” explicó Alice. “Realmente hemos venido a hacerte una visita.”
“¡Eso es muy amable por vuestra parte!” dije.
“Estamos contentos de hacerlo,” contestó Rosalie.
“Bueno, Rose, ¿cómo fue tener a Emmett anoche?” pregunté.
Se sonrojó un poco y sonrió. “Esos ronquidos me están volviendo loca.”
“Tienes que ponerle de lado y meterle una almohada por detrás,” le expliqué. “Eso es lo que solíamos hacer en nuestras acampadas.”
“¡Gracias por el consejo!” dijo Rose.
“Sin problema,” contesté.
Charlé con ellos tanto como pude entre ir de un lado para otro de la cocina y sirviendo a mis otras tres mesas. Aunque la hora paso rápidamente y pronto estuve diciéndoles adiós. Alice hizo planes para otra noche de películas después de mi trabajo el viernes. Estaba rápidamente aprendiendo que Alice era una profesional en que la gente estuviera de acuerdo con ella.
Las siguientes horas pasaron rápidamente con las prisas de la hora del almuerzo. Las cosas se ralentizaron después de eso y Angela y yo pasamos nuestro tiempo envolviendo cubiertos para uso futuro. La multitud de la cena tempranera vino y se fue sin mucha fanfarria y me alegré por eso. Todavía tenía que pasar cuatro horas en mi otro trabajo.
Rápidamente me cambié de camiseta en el servicio del restaurante. No quería ir al centro comercial con mi camiseta del trabajo. Fui hasta mi camión sin tropezarme con Mike y me alegraba por eso. Tardé un rato en llegar al aparcamiento del centro comercial con todos los asuntos extra que había en esta temporada. Una parte de mí esperaba mucho trabajo y la otra se encogía al pensar en cortes con el papel. Decidí intentar ser extra cuidadosa esta noche.
La primera hora fue completamente aburrida. Ni una sola persona se acercó al quiosco. Deseé por milésima vez que me permitieran leer o hacer los deberes. El director temía que la gente se alejaría si yo no parecía ansiosa por ayuda. Me senté en la silla con las piernas cruzadas, mirando fijamente las profundidades del centro comercial. Si no podía leer o estudiar, al menos podía ‘observar a la gente’. Vi como una niña pequeña intentaba escaparse de sus padres para meterse en la fuente. Me pregunté una vez más por qué los diseñadores de centros comerciales pensaban que niños y fuentes pegan bien en una atmósfera consumista.
Una voz familiar me sacó de mis pensamientos. “Perdóneme, Señorita. Tengo este regalo y esperaba tenerlo envuelto para esta noche. ¿Podría ayudarme?”
Me agarré al mostrador y giré la silla para tenerlo cara a cara. Estaba sonriéndome alegremente, con un poco de su pelo color bronce sobre sus ojos verdes. Me levanté y me acerqué andando a él.
“Eso depende.”
“¿De qué?” preguntó, inclinándose para estar más cerca.
Le quité los pelos sueltos de encima de los ojos. “De si realmente quieres que yo envuelva ese regalo. No estaba bromeando cuando dije que no se me daba muy bien.”
“Confío en ti.”
A punto estuve de inclinarme y besarle en ese momento. Pero no estaba segura de si él sentía lo mismo. En vez de eso cogí la caja que llevaba. “¿Quieres algún papel en particular? Tenemos sofisticado, chillón, brillante, y la siempre popular línea Disney.”
“Cualquiera que elijas estará bien,” respondió.
Cogí mi favorito. Era azul marino con sencillos copos de nieve blancos. Señalé la zona para envolver y Edward me siguió. “¿Cómo te ha ido hoy la universidad?”
“Un poco lenta, pero manejable,” se encogió de hombros.
“Tu hermana se pasó hoy con Rosalie y Jasper.”
“¿Qué querían?”
“El almuerzo y hacerme una visita. Aparentemente, ahora soy una camarera popular.
“¿Y eso?”
“Soy especialmente requerida más que las otras camareras,” dije, con un guiño.
Usé un lápiz para señalar por donde tenía que cortar. Normalmente ayudaba, pero sólo un poco. Me recordé a mí misma mi promesa de tener cuidado. Lo último que necesitaba era cortarme delante de Edward.
“Eres muy precisa,” dijo.
“Estoy intentando hacer esto sin sangrar sobre tu regalo.” Lenta y cuidadosamente corté el cuadrado de papel que necesitaba. “¿Cómo sabías lo de este trabajo?”
“Alice.”
“¡Ah! Sí que parece saberlo y verlo todo.
“No eres la primera en decir eso de ella.”
“¿Cómo podría serlo? Sólo la conozco desde hace poco tiempo. Estoy segura de que siempre ha sido así. Se tarda años en perfeccionar el nivel de su habilidad hasta poder organizar el futuro.
“¿Qué ha hecho ahora?”
“Noche de películas el viernes después de mi trabajo. Emmett va a flipar cuando se entere de que vamos a ir a ver una película de chicas como él las llama.”
“Emmett realmente es un hombre de acción,” Edward se rió por lo bajo.
“¿Y tú?” pregunté. “¿No tienes miedo tú también de la gran y mala película de romance?”
Dejé su regalo en el mostrador delante de él. Era uno de mis mejores intentos. No había ni una sola gota de sangre encima.
“Eso depende,” dijo, inclinándose más cerca de mí.
“¿De qué?” no sé cómo me oyó. Ni siquiera yo estaba segura de haber hablado. Estaba distraída por su cercanía y por esos deslumbrantes ojos verdes.
“De con quién la vaya a ver.”
Intenté desviar la mirada, pero no pude hacerlo. “Creo... creo que la vas a ver conmigo.”
Se puso derecho, sonriendo una maravillosa sonrisa torcida que resaltaba sus hoyuelos. “Entonces debería estar bien.” Esa sonrisa era mi nueva cosa favorita para ver.
Sonreí ampliamente, estoy segura de que parecía una idiota haciéndolo también. “Bueno, eso serán tres dólares,” dije, intentando controlarme.
Edward me dio el dinero y podría jurar que me tocó la mano a propósito. Pero otra vez, probablemente estaba imaginándomelo por lo mucho que él me gustaba. Metí la mano en la caja registradora y la cerré.
Levanté la mirada para ver a Edward frunciendo el ceño a algo. Intenté seguir su mirada, pero con tanta gente en el centro comercial, nunca lo averiguaría. Extendí el brazo y toqué el suyo. “¡La Tierra a Edward!”
Se giró y me dio una pequeña sonrisa. “Debería irme. Tengo deberes que hacer.”
“Está bien.” Quería recordarle lo de que me llamara más tarde, pero tenía la sensación de que ya había olvidado todo eso con lo que le hizo fruncir el ceño.
Me sorprendió cuando habló de nuevo. “¿Todavía puedo llamarte esta noche?”
“¡Absolutamente!” contesté un poquitín demasiado alto. Me encogí por dentro. ¡Un movimiento suave, Bella!
“Hasta entonces,” dijo y me asintió con la cabeza.
Tenía el extraño impulso de hacer una reverencia. “¡Hasta luego, Edward!”
Vi como salía del centro comercial. Era más como si estuviera haciendo footing. Lo que sea que le había hecho fruncir el ceño lo había molestado lo suficiente para hacer que se fuera. El teléfono me sacó de mis reflexiones.
“Gracias por llamar a la Estación para Envolver Regalos. ¿Cómo puedo ayudarte?”
“¿Puedo hablar con Bella Swan, por favor?” preguntó la voz.
“Esta es Bella Swan,” contesté, preguntándome quién estaba llamándome. El grito del otro lado del teléfono respondió eso por mí. “Hola, Alice.”
“¡Hola, Bella! Esperaba alcanzar a Edward y pedirle que me trajera una cosita a casa.”
“Acaba de irse.”
“¿De verdad?” Alice sonaba tan desilusionada como yo me sentía.
“Dijo algo sobre que tenía deberes. ¿Hey, Alice?”
“¿Sí?”
“¿No tiene Edward un móvil?”
“Um... ¡tengo que irme, Bella! Mi madre me está llamando.”
“Claro, Alice,” me reí por lo bajo, sabiendo que estaba mintiendo. “Dile a tu madre hola de mi parte.”
“Rose, te dice ‘hola’. ¡Maldición!”
Me reí mientras colgaba el teléfono. Claramente iba a ser divertido tener a Alice cerca. Era difícil cogerla con la guardia baja, pero valía mucho la pena cuando lo hacías. Ahora sólo tenía que sentarme sin moverme durante dos horas y media más y entonces podría irme a casa y hablar con Edward otra vez. Practiqué cantando la canción que me estaba enseñando a mí misma bajo mi respiración mientras veía a las multitudes pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario