miércoles, 11 de enero de 2012

LLC. Capitulo 16: Desayuno


“¿Necesitamos levantarnos para que puedas hablar con tu madre?” preguntó Bella de repente.

Llevábamos acurrucados bastante tiempo. Era reacio a dejarla que se alejara una pulgada de mí. Pero sabía que mi madre quería hablar conmigo.

“Ojalá no tuviéramos que hacerlo, pero sí. Tendré que ir a buscarla antes de que ella venga a buscarme a mí. ¿Bajamos a desayunar?”

“De acuerdo,” suspiró mientras se alejaba y se levantaba de la cama.

Rodeé la cama y la esperé en la puerta. La besé en la mejilla y le cogí la mano, agarrándola fuertemente. Bajamos las escaleras y entramos en la cocina juntos. Mi madre estaba sentada bebiéndose un café. Vio nuestras manos entrelazadas y sonrió a Bella, haciendo que se sonrojara.

Llevé a Bella hasta el frigorífico. “Tenemos fruta y yogur. Alice tiene un compartimento secreto para waffles de Eggo. O, si lo prefieres, podría hacerte una tortilla.”

Nunca antes había podido presumir de mis habilidades culinarias. Esperaba de verdad que Bella me dejara cocinar para ella.

“¿Sabes cocinar?” preguntó, mirándome con sorpresa.

Asentí y le sonreí.

“¡Una tortilla sería estupendo!”

“Siéntate,” dije. “Te la llevaré.”

“Gracias, Edward.” Se puso de puntillas y me besó en la mejilla.

Si mi madre no hubiera estado en la habitación, no lo hubiera dejado acabar ahí. Sonreí mientras Bella se sentaba al lado de mi madre.

“Buenos días, Bella. ¿Estaba bien la habitación de invitados?” preguntó Esme.

“Era fantástica. Me encanta como has decorado la habitación. Es tan bonita,” contestó Bella.

Sonreí para mi mismo, sabiendo que Bella había pasado muy poco tiempo en esa habitación.

“Gracias, querida,” dijo Esme. “Decorar es una de mis aficiones.”

“Tus habilidades para el jardín superan la decoración,” ofrecí, sabiendo que era la afición favorita de mi madre. Estaba intentando mantener la conversación lejos de mí. “Tiene rosas premiadas.”

“Edward, no es de buena educación alardear,” me regañó Esme.

“Estar orgulloso de tu madre no es alardear,” discutí.

“Yo no tengo permitido tener más plantas,” dijo Bella. “Después de que matara el pequeño e inocente helecho que Emmett trajo a casa del trabajo, me prohibió incluso tocar una planta. Dice que tengo el pulgar negro sobre la tierra.”

Resoplé y Esme se rió por lo bajo. Bella nunca decía lo que esperaba. Disfrutaba eso de ella.

“Bella, ¿disfrutaste la fiesta anoche?” preguntó Esme.

“¡Oh, sí!” dijo Bella. Podía oír la sonrisa en su preciosa voz. “Nunca antes había conseguido bailar sin caerme. Por supuesto, ¡Edward tiene todo el crédito por eso! Guía perfectamente.”

“Aprendió tan rápido,” reflexionó Esme. Podía sentirla mirándome fijamente. “Emmett ha mencionado que estás en la universidad.”

“Sí, señora,” contestó Bella.

“Esme, por favor, querida,” dijo mi madre.

“De acuerdo, Esme,” Bella se rió por lo bajo. “Tengo clase los lunes, los miércoles y los viernes. Principalmente son clases generales, pero me estoy inclinando hacia la literatura. Tengo un trabajo como camarera los martes y los jueves, con las noches de los viernes y los almuerzos de los domingos. Después, tengo un trabajo temporal envolviendo regalos los martes y los jueves por la noche en el centro comercial. Se me da mejor ser camarera que envolver regalos, pero sólo un poco.”

“Realmente eres un soplo de aire fresco, Bella,” observó Esme. “Eres tan dulce y honrada. Es agradable de ver hoy en día.”

“Adoptémosla y deshagámonos de Alice,” bromeé, sabiendo que mi hermana estaba en el salón.

“¡Edward Anthony!” gritó Alice. “¡Lo he oído!”

Me reí por lo bajo del tono de mi hermana. Ella sabía que yo no lo decía en serio.

Escuché a Esme hacerle otra pregunta a Bella. “¿Tenéis planes para hoy niños?”

“Creo que estaremos con Emmett y Rosalie antes de que Bella se vaya a trabajar,” dije.

“Bella, deberías cenar hoy con nosotros,” dijo Esme. “La cena de los domingos es una tradición familiar.”

“Gracias. Tendré que pedirle permiso a Emmett primero,” contestó Bella.

“Tonterías,” dijo Esme. “Emmett estará aquí con Rosalie. Le hemos estado suplicando que te trajera, pero al pobre le preocupaba que no aceptaras a Rosalie.”

“Es un memo,” Bella se rió por lo bajo. “¡La había asustado sobre mí!”

Me reí por lo bajo. “La verdad es que dijo que podrías morder. Esa fue una de las razones por las que acepté ir.”

“¡No!” gritó Bella. “Mi hermano puede ser tan tonto. Tiene suerte de que le quiera tanto.”

“Al menos él es lo suficientemente listo para apreciar a las mujeres de su vida,” dijo Esme. “Habla tan bien de ti, Bella. Siento como si ya te conociera. Y cómo se comporta con Rosalie. Estoy segura de que esos dos se casarán algún día.”

“Madre, tú sabes que no debes hacer de casamentera,” dije, haciendo como que la regañaba.

Los dos sabíamos que se le daba muy bien. Ella podía decir en un instante si una relación duraría o no. Por eso empujó a Emmett y a Rosalie juntos y aprobó a Jasper de todo corazón.

“Si no fuera por mis empujoncitos, quién sabe cuanto habría tardado Emmett en pedirle salir a Rosalie,” defendió Esme. “Y hablando de pedirle a alguien salir... Edward, he oído que tienes noticias.”

Me acerqué y puse un plato delante de Bella. Ignoré el comentario de mi madre a propósito, esperando poder ganar más tiempo.

“Gracias, Edward,” dijo Bella.

“De nada, Bella.” Me di la vuelta y empecé a hacer una para mi madre. Podía sentir a Esme observándome, esperando. Al final me sacaría la respuesta. Acabé su tortilla y se la llevé.

“Gracias, hijo,” dijo Esme con orgullo.

“Edward, esta es la mejor tortilla que he probado en mi vida,” me dijo Bella.

“Gracias, Bella,” dije, de pie delante del horno otra vez. Acabé mi tortilla y me senté al lado de Bella. “Mi madre me enseñó a cocinar.”

“Todo hombre joven debería saber como hacer al menos una comida para el desayuno, el almuerzo y la cena para un poco mimar a su chica,” dijo Esme.

“Entonces si esta es tu especialidad para el desayuno, ¿cuáles son las del almuerzo y la cena?” preguntó Bella, girando el tenedor en mi dirección y sonriendo.

“Sándwiches de pepino para el almuerzo y carne asada para la cena,” contesté.

“Entonces no puedo esperar para la cena,” dijo alegremente.

Sonreí, feliz de saber que tendría la oportunidad de hacer una cena especial para ella.

“Edward, ¿tus noticias?” persistió Esme.

Miré a mi madre mientras cogía la mano de Bella por debajo de la mesa. “Alice ha dicho que la oíste por casualidad mientras hablaba con Jasper.”

“Sí, pero preferiría oírtelo a ti,” contestó Esme.

Respiré hondo y miré a Bella. Ella me quitó completamente la ansiedad. Volví a mirar a Esme, sintiendo orgullo y sobrecogimiento por tener Bella a mi lado.

“Le pregunté a Bella si quería ser mi novia y ella aceptó.”

“¡Bien, entonces!” Esme sonrió de oreja a oreja. “Haré algo extra especial para la cena de esta noche en honor de Bella.”

“Por favor, no tienes por que complicarte mucho,” dijo Bella rápidamente.

“No hay ninguna complicación, querida,” dijo Esme mientras se levantaba. Besó a Bella en la mejilla y después a mí. “Estoy contenta de ver contento a mi hijo.” Nos dejó solos en la cocina.

Bella me miró. “Esperemos que Emmett se lo tomé así de bien. Pero sin besarte en la mejilla.”

La miré fijamente durante un momento y de repente me eché a reír cuando me di cuenta de lo tonto que era lo que estaba diciendo. Ella me sonrió, y parecía feliz de verdad. Nos sentamos en silencio hasta que acabamos nuestras tortillas. Levanté su mano por encima de la mesa y se la besé.

“Tu madre te quiere de verdad, ya sabes,” dijo Bella, rompiendo el silencio.

“Esme es una buena madre. A veces está demasiado metida en nuestras vidas, pero...” me encogí de hombros, al no saber todas las palabras que expresaran mis sentimientos por mi madre.

“Creo que a mi madre le hubiera gustado la tuya,” dijo Bella tristemente, mirando la mesa.

“Bella, ¿qué estás pensando?” pregunté, queriendo quitarle su tristeza.

Tenía una pequeña sonrisa en los labios. “Estaba pensando en todo el tiempo que hace desde que me permití de verdad pensar en mis padres. Es un poco sorprendente saber que el dolor de perderles todavía sigue ahí.”

“¿No habláis de ellos Emmett y tú?”

“La verdad es que no. A veces puede que los mencionemos si algo nos los recuerda. Les llevamos flores en sus cumpleaños y en su aniversario de boda y en Navidad. Pero...” Bella se encogió de hombros.

Extendí el brazo y le levanté la barbilla. Acababa de tener una idea fantástica y esperaba que le gustase. “¡Bella! Creo que tú y Emmett deberíais pasar la Navidad con nosotros. Rosalie y Jasper van a estar aquí, justo como el año pasado. Podéis venir y celebrarla con nosotros y quizás eso te ayudé a no echar tanto de menos a tus padres.”

“¿Estás seguro? ¿No deberías preguntarles a tus padres primero?”

“¡Les encantará! Siempre quisieron una gran familia. Sólo pararon después de dos porque no tenían otra elección.” Me apoyé contra la silla, pero mantuve su mano entrelazada con la mía.

“¿Qué quieres decir?”

“Una de las razones por las que Esme me adora tanto es porque su embarazo conmigo fue muy arriesgado. Los médicos casi nos pierden a los dos durante mi nacimiento. Nos salvaron, pero dejó a mi madre estéril.”

“Eso tuvo que ser horrible para ella.”

“Al principio estaba triste. Pero después se dio cuenta de que tenía la hija y el hijo que siempre había querido y decidió que tenía mucha suerte.”

“Tu madre parece ser una mujer extraordinaria.”

“Tiene que serlo. Nos aguanta a mí y a Alice.”

“¿He oído mi nombre?” preguntó Alice mientras entraba botando en la cocina.

“Estaba contándole a Bella un poco sobre Esme,” dije.

Alice sabría exactamente lo que quería decir con eso. Era una de las cosas que me encantaban sobre mi hermana. Me conocía lo suficientemente bien para no necesitar explicaciones.

Alice se acurrucó en la silla al lado de Bella. “Es una mamá bastante guay. ¡Pasa por alto muchísimas cosas!” se rió por lo bajo. “¡Y quiere a Jasper completamente! Prácticamente les considera a él y a Rosalie sus hijos adoptivos.”

“¡Eso es porque están aquí tan a menudo!” me reí. “Y Emmett también desde la primera vez que Jazz le trajo.”

“¡Y por supuesto ahora Bella también formará parte de la pandilla!” dijo Alice mientras me guiñaba.

“Les he invitado a ella y a Emmett para que se queden en Navidad,” dije.

“¡Perfecto!” dijo Alice alegremente. “¡Nos lo pasaremos fantásticamente! ¡Rose y Jasper también se van a quedar! ¡Voy a contárselo a Esme!” Alice se bajó de un salto y se había ido en un abrir y cerrar de ojos.

“Gracias, Edward. Es muy amable por tu parte invitarnos,” dijo Bella.

“Es todo un placer.”

Le solté la mano y me levanté, llevando nuestros platos al fregadero. Ella me siguió, viendo como yo rápidamente los lavaba y los dejaba en el escurridor.”

“¿Eso también te lo enseñó tu madre?” preguntó, sonriendo abiertamente.

Le sonreí con malicia. Puse mis brazos alrededor de su cintura y me la acerqué, empujándonos contra la encimera. Quería tocar de ella lo máximo posible. “De hecho, sí, lo hizo.”

“¿Qué es lo que no te enseñó?”

“Esto,” susurré justo antes de besarla.

Puso sus pequeñas manos en mis hombros y me apretó más fuerte contra ella. Quería quedarme en este momento para siempre. Pero desafortunadamente, los dos necesitábamos respirar.

“Odio arruinar esta maravillosa mañana, pero necesito ir a casa,” suspiró. “Tengo que prepararme para el trabajo y también me gustaría hablar con Emmett.”

“Vamos a cambiarnos y yo te llevaré a casa,” ofrecí.

“De acuerdo. ¿Pero puedes besarme una vez más primero?”

Le sonreí. ¡Como si necesitase preguntar! Besar a Bella era la cosa más maravillosa que alguna vez pude imaginar hacer. La manera como sus labios se movían perfectamente con los míos era casi imposible de aguantar. Estaba enamorándome perdidamente de esta chica. No, no una chica. Una extraordinaria mujer joven.

Bella se separó y me abrazó fuertemente. “Lo mejor será que nos vayamos moviendo.”

“Estoy de acuerdo.” Me reí por lo bajo algo después porque no me soltaba. “Bella, moverse requiere que me sueltes.”

“Lo sé,” dijo. Podía oír la sonrisa en su voz. “Pero creo que los dos podemos perder algunos segundos más.”

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