En el cine:
Edward pasó unas tres horas intentando ayudarme a que entendiera los problemas de matemáticas. Era un trabajo lento conmigo. Básicamente, él tenía que explicar los problemas línea por línea, pero lentamente los estaba empezando a entender. Incluso tuve dos problemas bien hechos. Estaba contenta de que me hubiera ayudado e incluso más contenta porque podía ir al cine con los demás.
Acabamos parando primero para cenar en un restaurante muy agradable. Fue una de las mejores comidas que he tenido y no por la comida. Era por el ruido. Todo el mundo hablaba y reía, era tan diferente a las silenciosas comidas en mi casa.
Cuando llegamos al cine, nos dejaron a Alice, a Rose y a mí a cargo de los aperitivos mientras los chicos buscaban asiento. Esperamos pacientemente nuestro turno en el mostrador.
“Pagaré todo esto ahora para que podamos aligerarnos dentro de la sala,” sugirió Alice.
“¡Tengo que comprar Twizzlers!” (a.n.: ahora se van a nombrar bastantes nombres de chucherías y cosas así, eso no sé como traducirlo, si queréis saber lo que son os sugiero que los busquéis en google en la parte de imágenes, es lo que hice yo) dije, señalándolos.
“Yo necesito Sno-caps,” dijo Rosalie.
“¿Qué te pongo?” preguntó el chico de detrás del mostrador.
“Skittles, Peanut M&Ms, una de palomitas grandes, Son-caps, Twizzlers, y Raisinets,” pidió Alice. “Y tres coca-colas.”
Cogimos las bebidas y las demás cosas y nos dirigimos a la sala. Emmett estaba de pie, agitando los brazos como si estuviera intentando ayudar a un avión a aterrizar. Nos miramos y nos reímos de mi hermano. Acabé con Edward a mi izquierda y Alice a mi derecha. Jasper estaba a su lado, y después Emmett y Rosalie.
Me senté, poniendo una pierna en el asiento y la otra encima del regazo de Edward. Me sostuvo por el tobillo con las manos, evitando que me cayese.
“¿Preparado para dos horas de acción sin cortes?” le pregunté, levantando las cejas.
“No mucho, pero aguantaré,” contestó Edward, sonriendo.
“¡Aquí tienes!” dijo Alice, tirando una bolsa de Skittles a Edward.
La cogió rápida y fácilmente. Estaba impresionada.
“Toma, Bella,” dijo Alice, dándome una coca-cola. “Compartidla Edward y tú. ¡Te prometo que no tiene piojos!”
Me reí mientras le pasaba la bebida a Edward. “¿Has oído eso, Edward? Tú hermana da fe de tu buena salud.”
“Ser hijo único,” murmuró.
“No te gustaría,” dije con seguridad. “Te aburrirías y te sentirías solo sin ella.”
“¡Gracias, Bella!” dijo Alice alegremente. “¡Yo le estado diciendo eso mismo durante años!”
Edward estaba observando como abría mi paquete de Twizzlers con asco en la cara.
“¿Qué?” pregunté inocentemente. “¿Tienes algo en contra de las pegajosas propiedades del Twizzler?”
“Esas cosas no tienen nada bueno,” contestó Edward. “¿Sabes que esas cosas forman caries?”
“¡Sólo si las comes todos los días!” objeté. “¿Has probado alguna vez uno?”
“No.”
“Pruébalo. Apuesto que te gusta.”
“No, gracias.”
“¡Oh, venga! No puedes tener miedo del Twizzler,” dije, agitando el palo rojo delante de su cara. “Sólo un bocado. Pruébalo.”
“Creo que no,” dijo, empujando mi mano suavemente.
“¿Sabes qué? Tú pruebas esto y si algún día nos encontramos con algo que yo no como lo probaré.”
“Vale,” murmuró mientras se inclinaba hacia mi mano.
“¡Y no babees!” bromeé.
Puse los ojos en blanco y le dio un mordisco. Lo masticó durante un ratito, todo el tiempo con cara de querer escupirlo. Tuve que hacer acopio de todo mi control para no reírme de él. Cuando cogió la coca-cola y se bebió la mitad, no tuve más remedio que reírme. Era bueno que las luces estuvieran todavía encendidas o me habrían dicho que me callase.
“¡Bella, eso sabe a goma!” dijo Edward, con una expresión que te decía que todavía le quedaba un poco en la boca.
Di un gras mordisco y sonreí alegremente. “¡Entonces más para mí!”
“¿Qué te está haciendo, Edward?” preguntó Emmett.
Me giré en mi asiento, quitando la pierna de encima de Edward, para poder ver a mi hermano. “Nada.”
“Ha hecho que pruebes uno, ¿verdad?” preguntó Emmett, sus ojos azules brillando.
“Es la cosa más asquerosa que he probado en mi vida,” dijo Edward con un escalofrío.
“Impresionante,” murmuró Alice.
“¡Dejad de odiar al Twizzler!” me reí por lo bajo. Cambié de posición, apoyándome contra Edward con los pies en mi asiento para poder ver a los demás. “¡Es mejor que tus simples y viejas palomitas, Em!”
“¿Cuántas veces habéis discutido sobre la comida?” dijo Edward, con su cara cerca de la mía.
“Siempre, ¿verdad Em?” bromeé.
“Casi, Squirt,” contestó Emmett.
Estaba un poco distraído con Rosalie. No me lo tomé personalmente.
“Alice, veo que eres una chica Raisinet,” bromeé.
“¡Por supuesto, Bella!” Alice se rió por lo bajo. “¡Que el chocolate lo cubra todo es una de las cosas que más me gusta!” (a.n.: los raisinets son pasas recubiertas de chocolate)
Me guiñó el ojo y me reí. ¡Eso podía tomarse de muchas formas! Cuando las luces empezaron a apagarse me tapé la boca rápidamente para contenerme.
Me giré de manera que mis pies estaban debajo de mí y mi cabeza estaba apoyada en el hombro de Edward. Me sentía realmente cómoda con él, como si hubiéramos sido amigos toda la vida.
¡Estaba preparada para ver acción! Emmett me había enseñado a apreciar las películas de acción por las peleas, no por la historia. Si quería una buena historia, veía cosas como ‘Love, Actually’ y ‘Steel Magnolias’. Desafortunadamente, a mitad de la película, no podía parar las risitas que me salían. Los efectos especiales apenas eran creíbles en esta película.
Edward se inclinó hacia mí y pude verlo sonriendo con malicia. “¿Estás bien?”
Negué con la cabeza, intentando controlarme por los demás al menos un poco. “¡Esto es demasiado! No puedo parar...”
Edward me cogió de la mano y me levantó. Me indicó que fuera delante de él por el pasillo, y me llevó fuera. Me sentó en un banco que había fuera del cine. Puse la cabeza entre las rodillas, intentando tranquilizarme.
Cuando me tuve bajo control, me limpié los ojos y miré a Edward. Estaba mirándome con prudencia.
“¡Lo siento!” suspiré. “Es una combinación del azúcar del Twizzler y la cafeína de la coca-cola. Intento mantenerme lejos de los refrescos con cafeína. Cuando bebo esa malvada bebida, pierdo el control sobre mi sentido del humor y me rió de todo.”
“¡Ah!” fue su única respuesta.
“Probablemente es mejor que me dejes sola si quieres seguir viendo la película,” le sugerí.
“¿Y tú?” preguntó, sentándose a mi lado.
“Si vuelvo, empezaré otra vez. Esos efectos especiales son horribles,” dije.
“Prefiero hacerte compañía, si no te importa,” dijo tímidamente.
“¡En absoluto!” contesté, sonriendo. Se me ocurrió una maravillosa idea. Me levanté de un salto y le cogí de la mano, llevándole detrás de mí.
“¿A dónde vamos?” preguntó, manteniendo mi ritmo fácilmente.
“¡Tu hermana mencionó que sentías necesidad por la velocidad! ¡Vamos a hacer una carrera!” arrastré a Edward a una sala de juegos recreativos. “Soy bastante buena con esto. ¿Y tú?”
“Nunca he jugado a este,” admitió.
“Entonces cogeremos un circuito de nivel normal.”
Le expliqué a Edward como elegir su nivel y su coche. Una vez que eso quedó decidido, empezamos el juego. Estuvimos jugando hasta que Emmett apareció por detrás de mí y me dio un susto de muerte. Me caí del asiento.
“¡Das asco, Emmett!” le grité, cuando Edward me ayudó a levantarme.
“¡No deberías haber estado tan concentrada!” bromeó Emmett, despeinándome. “¿Te aburriste con la película o algo así?”
“O algo así,” murmuré.
“¿Cuánta cafeína has tomado, Bella?” preguntó Emmett, en su voz paternal que usaba muy pocas veces.
“No mucha,” dije.
“¡Bella!” me advirtió Emmett.
“¡Te lo juro!” me defendí.
“La verdad es que yo me bebí la mayoría intentando deshacerme del sabor del Twizzler,” dijo Edward. Le saqué la lengua a mi hermano.
“¿Y ahora qué hacemos?” preguntó Jasper.
“¡El centro comercial cierra en una hora!” gritó Alice. “¡Vamos!”
“¡De ninguna manera!” dije rápidamente. “Fui esta mañana.”
“¡Venga, Bella!” dijo Alice, cogiéndome la mano. “Sólo necesito algunas cosas.”
“Entonces te veré en el coche,” me reí por lo bajo. “Claramente no me necesitas para algunas cosas.”
“¡Bien!” resopló Alice, mientras cogía a Jasper del brazo.
“Te dije que era cabezota,” dijo Emmett mientras los cuatro salían del cine.
Suspiré cuando los vi irse, debatiéndome si debería irme con ellos o no.
“No tienes que hacerlo,” dijo Edward tranquilamente desde detrás de mí. Casi había olvidado que estaba ahí.
“Lo sé, pero probablemente debería. Emmett me pidió que hiciera un esfuerzo,” dije chocando los pies entre sí. “Se preocupa de que no salgo lo suficiente.”
“Podemos dar un paseo mientras esperamos,” sugirió Edward. “Llevo mi móvil y estoy seguro de que Alice llamará si vuelven a los coches antes que nosotros.”
“¡De acuerdo!” dijo mientras mi buen humor volvía. Realmente odiaba ir de compras.
Edward me dio la mano y nos fuimos andando juntos, dirigiéndonos al paseo marítimo. Él no era una de esas personas que necesitan llenar casa segundo con palabras. Me incliné más cerca de él cuando una ráfaga de viento me hizo sentir frío.
“¿Tienes frío, Bella?” preguntó suavemente.
“Estaré bien,” dije, no quería que se preocupara por mí.
¡Demasiado tarde! Ya me había soltado la mano y estaba quitándose la chaqueta.
“De verdad, Edward...”
“Por favor,” dijo en voz baja.
No podía resistirme cuando me lo pedía tan amablemente. Le deje que me ayudara a ponérmela. Sus brazos eran mucho más largos que los míos y me tomó un rato doblar las mangas hasta que estaba cómoda.
“Gracias.”
“De nada.” Me dio la mano otra vez y seguimos con nuestro paseo.
“Me gusta pasar tiempo contigo, Edward. Puedes estar callado o hablar, pero en los dos casos, significa algo. No como cuando estoy hablando con Mike o Tyler, o incluso Emmett.”
“¿Quiénes son Mike y Tyler?”
“Trabajan en el restaurante conmigo. Tyler es cocinero y es buena gente. Puede entender una indirecta.”
“¿Qué quieres decir con eso?”
“Oh, bueno, cuando empecé a trabajar allí, Tyler me pidió salir. Le dije que no quería salir con nadie y lo aceptó. Hemos sido amigos de trabajo desde entonces. Mike es una historia diferente.”
“¿Amigo de trabajo?”
“¡Claro! Tienes tus amigos de verdad con los que te gusta pasar el tiempo. El tipo de amigos que es más como familia, como Angela, aunque ella técnicamente también es una amiga de trabajo. Después tienes tus amigos de trabajo, las personas con las que hablas y en las que tienes algo de interés, pero sólo mientras estás en el trabajo.”
“¿Y la historia diferente?”
Resoplé. No puede evitarlo. “Mike la Mosca. Eso es lo que Em y yo le llamamos. Siempre parece que le estoy espantando. No importa cuantas veces le diga a ese chico que ‘no’, nunca parece entenderlo. Quiero decir, ¡por favor! ¿Cuántas veces tienes que decir ‘no quiero salir con nadie’ antes de que una persona lo entienda?”
“¿De verdad no quieres salir con nadie?”
Me encogí de hombros. “Todavía no he encontrado alguien por el que quiera dejar mi tiempo libre. ¡Además! Con todas las clases que vas a tener que darme, ¡no tendré tiempo para salir con alguien!”
“No lo estabas haciendo tan mal hoy,” ofreció Edward.
“¡Gracias por mentirme, Edward!” me reí por lo bajo. “¡Me encantan los chicos que saben cuando mentir!”
Parecía que iba a decir algo, pero su móvil empezó a sonar. El tono era chopsticks (a.n.: significa ‘palillos chinos’, supongo que se referirá a esos tonos que traen todos los móviles recién comprados, por lo menos el mío tenía uno que me recordaba a algo chino) y no pude evitar reírme. Me sonrió mientras soltaba mi mano y sacaba su móvil.
Lo abrió fácilmente y dijo, “¿Sí, Alice? Estaremos allí en poco tiempo.” Cerró el teléfono y sonrió. “Los guardias de seguridad acaban de escoltar a mi hermana fuera del centro comercial. Van de camino a los coches.”
Me reí por lo bajo mientras le daba la mano y volvíamos al aparcamiento corriendo suavemente. Increíblemente, mis pies se comportaron todo el camino. Cuando nos acercamos al coche, pudimos ver a los otros esperándonos pacientemente.
“¿Ha intentado comerte una chaqueta?” bromeó Emmett.
“¡Ja, ja!” dije, poniendo las manos en la cintura. Verme así sólo hizo que todo el mundo se riera. “¡No puedo evitar tener brazos cortos!” grité, montándome en el coche de Edward y cerrando la puerta mientras se reían.
Edward se deslizó detrás del volante e intentó esconder su sonrisa. Suspiré y me permití sonreír un poco.
“Puedes reírte. Sí que tengo un aspecto bastante tonto.”
“La verdad es que...” dijo, mirándome atentamente. “Creo que estás preciosa.”
Me sonrojé, escondiendo la cara detrás del pelo. Nadie aparte de Emmett me había dicho eso antes. Al menos, no desde que mis padres murieron.
“Gracias,” murmuré.
“De repente pareces triste, Bella. Perdóname si he dicho algo que te haya ofendido.”
“No, Edward, ¡nada de eso!” me mordí el labio, preguntándome cuanto quería contarle. Sólo le he conocido durante un día. “Es sólo que... a veces, algunas cosas me hacen pensar en mis padres y todavía duele un poco.”
“Les echas de menos.” No era una pregunta.
“Mucho. Eran muy buenos padres. ¡Pero! ¡Tengo más suerte que otros!” dije, levantando la cabeza. “Tengo a Emmett para cuidar de mí. Y algunos amigos muy buenos.”
“¿Entro en la categoría de buen amigo?” Su sonrisa era bromista, pero sus ojos verdes eran muy serios.
“Absolutamente,” dije, sonriendo. “¡Después de todo eres mi tutor favorito!” me alegraba de ver que mi respuesta había quitado esa expresión seria de su cara para reemplazarla con una de alegría. Edward nunca debería estar triste.
Acabamos parando primero para cenar en un restaurante muy agradable. Fue una de las mejores comidas que he tenido y no por la comida. Era por el ruido. Todo el mundo hablaba y reía, era tan diferente a las silenciosas comidas en mi casa.
Cuando llegamos al cine, nos dejaron a Alice, a Rose y a mí a cargo de los aperitivos mientras los chicos buscaban asiento. Esperamos pacientemente nuestro turno en el mostrador.
“Pagaré todo esto ahora para que podamos aligerarnos dentro de la sala,” sugirió Alice.
“¡Tengo que comprar Twizzlers!” (a.n.: ahora se van a nombrar bastantes nombres de chucherías y cosas así, eso no sé como traducirlo, si queréis saber lo que son os sugiero que los busquéis en google en la parte de imágenes, es lo que hice yo) dije, señalándolos.
“Yo necesito Sno-caps,” dijo Rosalie.
“¿Qué te pongo?” preguntó el chico de detrás del mostrador.
“Skittles, Peanut M&Ms, una de palomitas grandes, Son-caps, Twizzlers, y Raisinets,” pidió Alice. “Y tres coca-colas.”
Cogimos las bebidas y las demás cosas y nos dirigimos a la sala. Emmett estaba de pie, agitando los brazos como si estuviera intentando ayudar a un avión a aterrizar. Nos miramos y nos reímos de mi hermano. Acabé con Edward a mi izquierda y Alice a mi derecha. Jasper estaba a su lado, y después Emmett y Rosalie.
Me senté, poniendo una pierna en el asiento y la otra encima del regazo de Edward. Me sostuvo por el tobillo con las manos, evitando que me cayese.
“¿Preparado para dos horas de acción sin cortes?” le pregunté, levantando las cejas.
“No mucho, pero aguantaré,” contestó Edward, sonriendo.
“¡Aquí tienes!” dijo Alice, tirando una bolsa de Skittles a Edward.
La cogió rápida y fácilmente. Estaba impresionada.
“Toma, Bella,” dijo Alice, dándome una coca-cola. “Compartidla Edward y tú. ¡Te prometo que no tiene piojos!”
Me reí mientras le pasaba la bebida a Edward. “¿Has oído eso, Edward? Tú hermana da fe de tu buena salud.”
“Ser hijo único,” murmuró.
“No te gustaría,” dije con seguridad. “Te aburrirías y te sentirías solo sin ella.”
“¡Gracias, Bella!” dijo Alice alegremente. “¡Yo le estado diciendo eso mismo durante años!”
Edward estaba observando como abría mi paquete de Twizzlers con asco en la cara.
“¿Qué?” pregunté inocentemente. “¿Tienes algo en contra de las pegajosas propiedades del Twizzler?”
“Esas cosas no tienen nada bueno,” contestó Edward. “¿Sabes que esas cosas forman caries?”
“¡Sólo si las comes todos los días!” objeté. “¿Has probado alguna vez uno?”
“No.”
“Pruébalo. Apuesto que te gusta.”
“No, gracias.”
“¡Oh, venga! No puedes tener miedo del Twizzler,” dije, agitando el palo rojo delante de su cara. “Sólo un bocado. Pruébalo.”
“Creo que no,” dijo, empujando mi mano suavemente.
“¿Sabes qué? Tú pruebas esto y si algún día nos encontramos con algo que yo no como lo probaré.”
“Vale,” murmuró mientras se inclinaba hacia mi mano.
“¡Y no babees!” bromeé.
Puse los ojos en blanco y le dio un mordisco. Lo masticó durante un ratito, todo el tiempo con cara de querer escupirlo. Tuve que hacer acopio de todo mi control para no reírme de él. Cuando cogió la coca-cola y se bebió la mitad, no tuve más remedio que reírme. Era bueno que las luces estuvieran todavía encendidas o me habrían dicho que me callase.
“¡Bella, eso sabe a goma!” dijo Edward, con una expresión que te decía que todavía le quedaba un poco en la boca.
Di un gras mordisco y sonreí alegremente. “¡Entonces más para mí!”
“¿Qué te está haciendo, Edward?” preguntó Emmett.
Me giré en mi asiento, quitando la pierna de encima de Edward, para poder ver a mi hermano. “Nada.”
“Ha hecho que pruebes uno, ¿verdad?” preguntó Emmett, sus ojos azules brillando.
“Es la cosa más asquerosa que he probado en mi vida,” dijo Edward con un escalofrío.
“Impresionante,” murmuró Alice.
“¡Dejad de odiar al Twizzler!” me reí por lo bajo. Cambié de posición, apoyándome contra Edward con los pies en mi asiento para poder ver a los demás. “¡Es mejor que tus simples y viejas palomitas, Em!”
“¿Cuántas veces habéis discutido sobre la comida?” dijo Edward, con su cara cerca de la mía.
“Siempre, ¿verdad Em?” bromeé.
“Casi, Squirt,” contestó Emmett.
Estaba un poco distraído con Rosalie. No me lo tomé personalmente.
“Alice, veo que eres una chica Raisinet,” bromeé.
“¡Por supuesto, Bella!” Alice se rió por lo bajo. “¡Que el chocolate lo cubra todo es una de las cosas que más me gusta!” (a.n.: los raisinets son pasas recubiertas de chocolate)
Me guiñó el ojo y me reí. ¡Eso podía tomarse de muchas formas! Cuando las luces empezaron a apagarse me tapé la boca rápidamente para contenerme.
Me giré de manera que mis pies estaban debajo de mí y mi cabeza estaba apoyada en el hombro de Edward. Me sentía realmente cómoda con él, como si hubiéramos sido amigos toda la vida.
¡Estaba preparada para ver acción! Emmett me había enseñado a apreciar las películas de acción por las peleas, no por la historia. Si quería una buena historia, veía cosas como ‘Love, Actually’ y ‘Steel Magnolias’. Desafortunadamente, a mitad de la película, no podía parar las risitas que me salían. Los efectos especiales apenas eran creíbles en esta película.
Edward se inclinó hacia mí y pude verlo sonriendo con malicia. “¿Estás bien?”
Negué con la cabeza, intentando controlarme por los demás al menos un poco. “¡Esto es demasiado! No puedo parar...”
Edward me cogió de la mano y me levantó. Me indicó que fuera delante de él por el pasillo, y me llevó fuera. Me sentó en un banco que había fuera del cine. Puse la cabeza entre las rodillas, intentando tranquilizarme.
Cuando me tuve bajo control, me limpié los ojos y miré a Edward. Estaba mirándome con prudencia.
“¡Lo siento!” suspiré. “Es una combinación del azúcar del Twizzler y la cafeína de la coca-cola. Intento mantenerme lejos de los refrescos con cafeína. Cuando bebo esa malvada bebida, pierdo el control sobre mi sentido del humor y me rió de todo.”
“¡Ah!” fue su única respuesta.
“Probablemente es mejor que me dejes sola si quieres seguir viendo la película,” le sugerí.
“¿Y tú?” preguntó, sentándose a mi lado.
“Si vuelvo, empezaré otra vez. Esos efectos especiales son horribles,” dije.
“Prefiero hacerte compañía, si no te importa,” dijo tímidamente.
“¡En absoluto!” contesté, sonriendo. Se me ocurrió una maravillosa idea. Me levanté de un salto y le cogí de la mano, llevándole detrás de mí.
“¿A dónde vamos?” preguntó, manteniendo mi ritmo fácilmente.
“¡Tu hermana mencionó que sentías necesidad por la velocidad! ¡Vamos a hacer una carrera!” arrastré a Edward a una sala de juegos recreativos. “Soy bastante buena con esto. ¿Y tú?”
“Nunca he jugado a este,” admitió.
“Entonces cogeremos un circuito de nivel normal.”
Le expliqué a Edward como elegir su nivel y su coche. Una vez que eso quedó decidido, empezamos el juego. Estuvimos jugando hasta que Emmett apareció por detrás de mí y me dio un susto de muerte. Me caí del asiento.
“¡Das asco, Emmett!” le grité, cuando Edward me ayudó a levantarme.
“¡No deberías haber estado tan concentrada!” bromeó Emmett, despeinándome. “¿Te aburriste con la película o algo así?”
“O algo así,” murmuré.
“¿Cuánta cafeína has tomado, Bella?” preguntó Emmett, en su voz paternal que usaba muy pocas veces.
“No mucha,” dije.
“¡Bella!” me advirtió Emmett.
“¡Te lo juro!” me defendí.
“La verdad es que yo me bebí la mayoría intentando deshacerme del sabor del Twizzler,” dijo Edward. Le saqué la lengua a mi hermano.
“¿Y ahora qué hacemos?” preguntó Jasper.
“¡El centro comercial cierra en una hora!” gritó Alice. “¡Vamos!”
“¡De ninguna manera!” dije rápidamente. “Fui esta mañana.”
“¡Venga, Bella!” dijo Alice, cogiéndome la mano. “Sólo necesito algunas cosas.”
“Entonces te veré en el coche,” me reí por lo bajo. “Claramente no me necesitas para algunas cosas.”
“¡Bien!” resopló Alice, mientras cogía a Jasper del brazo.
“Te dije que era cabezota,” dijo Emmett mientras los cuatro salían del cine.
Suspiré cuando los vi irse, debatiéndome si debería irme con ellos o no.
“No tienes que hacerlo,” dijo Edward tranquilamente desde detrás de mí. Casi había olvidado que estaba ahí.
“Lo sé, pero probablemente debería. Emmett me pidió que hiciera un esfuerzo,” dije chocando los pies entre sí. “Se preocupa de que no salgo lo suficiente.”
“Podemos dar un paseo mientras esperamos,” sugirió Edward. “Llevo mi móvil y estoy seguro de que Alice llamará si vuelven a los coches antes que nosotros.”
“¡De acuerdo!” dijo mientras mi buen humor volvía. Realmente odiaba ir de compras.
Edward me dio la mano y nos fuimos andando juntos, dirigiéndonos al paseo marítimo. Él no era una de esas personas que necesitan llenar casa segundo con palabras. Me incliné más cerca de él cuando una ráfaga de viento me hizo sentir frío.
“¿Tienes frío, Bella?” preguntó suavemente.
“Estaré bien,” dije, no quería que se preocupara por mí.
¡Demasiado tarde! Ya me había soltado la mano y estaba quitándose la chaqueta.
“De verdad, Edward...”
“Por favor,” dijo en voz baja.
No podía resistirme cuando me lo pedía tan amablemente. Le deje que me ayudara a ponérmela. Sus brazos eran mucho más largos que los míos y me tomó un rato doblar las mangas hasta que estaba cómoda.
“Gracias.”
“De nada.” Me dio la mano otra vez y seguimos con nuestro paseo.
“Me gusta pasar tiempo contigo, Edward. Puedes estar callado o hablar, pero en los dos casos, significa algo. No como cuando estoy hablando con Mike o Tyler, o incluso Emmett.”
“¿Quiénes son Mike y Tyler?”
“Trabajan en el restaurante conmigo. Tyler es cocinero y es buena gente. Puede entender una indirecta.”
“¿Qué quieres decir con eso?”
“Oh, bueno, cuando empecé a trabajar allí, Tyler me pidió salir. Le dije que no quería salir con nadie y lo aceptó. Hemos sido amigos de trabajo desde entonces. Mike es una historia diferente.”
“¿Amigo de trabajo?”
“¡Claro! Tienes tus amigos de verdad con los que te gusta pasar el tiempo. El tipo de amigos que es más como familia, como Angela, aunque ella técnicamente también es una amiga de trabajo. Después tienes tus amigos de trabajo, las personas con las que hablas y en las que tienes algo de interés, pero sólo mientras estás en el trabajo.”
“¿Y la historia diferente?”
Resoplé. No puede evitarlo. “Mike la Mosca. Eso es lo que Em y yo le llamamos. Siempre parece que le estoy espantando. No importa cuantas veces le diga a ese chico que ‘no’, nunca parece entenderlo. Quiero decir, ¡por favor! ¿Cuántas veces tienes que decir ‘no quiero salir con nadie’ antes de que una persona lo entienda?”
“¿De verdad no quieres salir con nadie?”
Me encogí de hombros. “Todavía no he encontrado alguien por el que quiera dejar mi tiempo libre. ¡Además! Con todas las clases que vas a tener que darme, ¡no tendré tiempo para salir con alguien!”
“No lo estabas haciendo tan mal hoy,” ofreció Edward.
“¡Gracias por mentirme, Edward!” me reí por lo bajo. “¡Me encantan los chicos que saben cuando mentir!”
Parecía que iba a decir algo, pero su móvil empezó a sonar. El tono era chopsticks (a.n.: significa ‘palillos chinos’, supongo que se referirá a esos tonos que traen todos los móviles recién comprados, por lo menos el mío tenía uno que me recordaba a algo chino) y no pude evitar reírme. Me sonrió mientras soltaba mi mano y sacaba su móvil.
Lo abrió fácilmente y dijo, “¿Sí, Alice? Estaremos allí en poco tiempo.” Cerró el teléfono y sonrió. “Los guardias de seguridad acaban de escoltar a mi hermana fuera del centro comercial. Van de camino a los coches.”
Me reí por lo bajo mientras le daba la mano y volvíamos al aparcamiento corriendo suavemente. Increíblemente, mis pies se comportaron todo el camino. Cuando nos acercamos al coche, pudimos ver a los otros esperándonos pacientemente.
“¿Ha intentado comerte una chaqueta?” bromeó Emmett.
“¡Ja, ja!” dije, poniendo las manos en la cintura. Verme así sólo hizo que todo el mundo se riera. “¡No puedo evitar tener brazos cortos!” grité, montándome en el coche de Edward y cerrando la puerta mientras se reían.
Edward se deslizó detrás del volante e intentó esconder su sonrisa. Suspiré y me permití sonreír un poco.
“Puedes reírte. Sí que tengo un aspecto bastante tonto.”
“La verdad es que...” dijo, mirándome atentamente. “Creo que estás preciosa.”
Me sonrojé, escondiendo la cara detrás del pelo. Nadie aparte de Emmett me había dicho eso antes. Al menos, no desde que mis padres murieron.
“Gracias,” murmuré.
“De repente pareces triste, Bella. Perdóname si he dicho algo que te haya ofendido.”
“No, Edward, ¡nada de eso!” me mordí el labio, preguntándome cuanto quería contarle. Sólo le he conocido durante un día. “Es sólo que... a veces, algunas cosas me hacen pensar en mis padres y todavía duele un poco.”
“Les echas de menos.” No era una pregunta.
“Mucho. Eran muy buenos padres. ¡Pero! ¡Tengo más suerte que otros!” dije, levantando la cabeza. “Tengo a Emmett para cuidar de mí. Y algunos amigos muy buenos.”
“¿Entro en la categoría de buen amigo?” Su sonrisa era bromista, pero sus ojos verdes eran muy serios.
“Absolutamente,” dije, sonriendo. “¡Después de todo eres mi tutor favorito!” me alegraba de ver que mi respuesta había quitado esa expresión seria de su cara para reemplazarla con una de alegría. Edward nunca debería estar triste.
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