miércoles, 11 de enero de 2012

LLC. Capitulo 15: Quedate


Edward me agarró fuertemente mientras subíamos los escalones y entrábamos en su casa. Alice y Jasper estaban justo detrás de nosotros. Sus padres, efectivamente, había decidido salir a tomar unas copas después de la fiesta.

“¿Te lo has pasado bien?” preguntó Edward mientras me ayudaba a sentarme en el sofá.

“Mucho,” bostecé contra mi mano. “Lo siento.”

“Sin problema,” se rió por lo bajo.

Extendió el brazo y me cogió los pies. Le miré con una ceja levantada.

“Pensé que quizás apreciarías ser liberada de tus zapatos.”

“¡Gracias!” suspiré.

Edward con mucha delicadeza desabrochó los cierres y me quitó los zapatos. Cada parte de mi piel que había sido tocada por sus dedos me hormigueaba. ¡Era emocionante! Me sonrió y casi olvidé respirar otra vez.

“Esta ha sido la mejor fiesta hasta ahora,” dijo Alice animadamente mientras saltaba a mi lado en el sofá. “¡La fiesta del año pasado fue tan aburrida!”

“Si sólo Rosalie se hubiera sentido con fuerzas para venir,” Jasper se rió por lo bajo. “¿Te puedes imaginar las miradas que ella y Emmett hubieran recibido?”

“¿Está bien?” pregunté.

“Sólo es una época del año difícil para Rosalie,” dijo Jasper. “Siente la pérdida de nuestros padres muchísimo más durante las vacaciones.”

“Puedo entender eso,” murmuré, pensando en mis propias pérdidas.

Edward estaba sentado a mi lado, frotándome los hombros. Se inclinó y me besó en la mejilla. “¿Estás bien?”

Le sonreí. “Sí, sólo estoy cansada.”

“Venga, Bella,” cantó Alice mientras se levantaba de un salto. “Vamos arriba y te ayudaré a quitarte el vestido. Te vas a quedar a dormir. Ya he hablado con Emmett. ¡También tengo el pijama perfecto para ti!”

¿Cómo podía posiblemente discutir con alguien que puede decir tanto respirando una sola vez? Dejé que me guiara al piso de arriba y a su cuarto.

“Gracias por todo, Alice.”

“Me encanta hacer este tipo de cosas, Bella. Especialmente cuando es para alguien que lo aprecia y se lo merece, como tú. ¡Además! Eres la novia de mi hermano. O eso he oído.”

Me puse roja y la miré con culpabilidad. “¿Está eso bien?”

“¿Está eso bien?” Alice se rió. “Bella, ni siquiera puedo empezar a expresar lo aliviada, feliz, emociona, y alegre que estoy porque Edward haya encontrado el valor de preguntártelo y de que hayas aceptado. Ha cambiado tanto en esta última semana y todo ha sido por estar a tu alrededor. En una semana, has destruido una muralla que yo he estado mellando durante la mayor parte de los últimos tres años. ¡Casi estoy celosa!” Alice me guiñó para mostrarme que estaba bromeando.

“Me importa de verdad, Alice. Nunca he conocido a nadie que sea más paciente o amable o atento. Y me encanta como habla.” Me senté pesadamente en la cama y suspiré. “Si no lo supiera mejor, diría que todo esto era demasiado bueno para ser un verdadero sueño. ¡O alguna película! ¿En qué otro sitio si no en tus sueños o en una película puede una chica enamorarse de su tutor de matemáticas?” Miré a Alice y las dos empezamos a reírnos.

“Eres demasiado, Bella,” Alice soltó una risita. “Y que conste, ¡sabía perfectamente que esto iba a pasar! La manera como te miraba tan intensamente esa primera noche.” Alice sacudió la cabeza. “Edward no deja de prestar atención al mundo a su alrededor sin una buena razón. Esa es una de las razones por las que le cuido tanto. Se queda demasiado absorto en su propio mundo.”

“Mi madre solía decir lo mismo sobre mí,” suspiré. Pensé en Edward en el piso de abajo y mi sonrisa volvió. “¡Se supone que me estás ayudando a quitarme el vestido! No es que no me haya encantado, pero me gustaría tener la oportunidad de volver a respirar completamente.”

Alice se rió por lo bajo mientras me indicaba que me levantase. Desabrochó la parte de atrás y me ayudó a salir de él. Corrió hasta su armario y volvió con un pijama celeste de seda. “Este te debería quedar perfectamente. Te enseñaré la habitación de invitados cuando acabes.”

“Gracias por todo, Alice.”

“Sin problema, Bella. Puedo ver que tú y yo vamos a ser mejores amigas,” contestó.

“No me lo hubiera creído hace una semana, pero ahora, creo que hay una posibilidad,” dije, sonriéndole y abrazándola.

“¡Ve a cambiarte!” Alice se rió por lo bajo mientras me empujaba hacia el cuarto de baño.

Hice lo que me había dicho, tomándome mi tiempo en lavarme la cara y soltarme el pelo. Cuando salí, Alice ya se había puesto su pijama. Entrelazó su brazo con el mío y me llevó hasta el tercer piso.

“Te voy a poner en la habitación que está en frente de la de Edward por si necesitas algo.”

Alice abrió la puerta de una preciosa habitación de invitados. Las paredes eran azules con adornos en blanco. En el medio de la habitación había una cama de matrimonio con una colcha azul que pegaba con las paredes. Había una montaña de cojines de colores dorados apilados en la cama. Todos los muebles eran blancos y contrastaban perfectamente con las paredes. La habitación incluso tenía un pequeño cuarto de baño privado.

“¡Guau!” susurré.

“¡Sí! Mi madre es muy buena decorando casas,” dijo Alice con orgullo. “Ella ha decorado todas las habitaciones de esta casa.”

Bostecé fuertemente y Alice se rió.

Me besó en la mejilla. “Duerme bien, Bella. Te veré por la mañana.”

“Buenas noches, Alice,” dije mientras me dirigía a la cama.

Me concentré en meterme debajo de las mantas y tumbarme sobre la almohada. Finalmente conseguí mi tarea y suspiré mientras me derretía en la cama. Me quedé dormida sin ningún problema.

Pero tan rápido como me quedé dormida, estaba despierta otra vez. Sabía que había pasado algo de tiempo, pero no cuánto. Había sido despertada por un sueño que tenía desde que mis padres murieron. Venía cada vez que alguien entraba en mi vida. Aunque yo no había estado cerca del accidente, soñaba con él. Podía verles sentados en los asientos delanteros del coche de policía de Charlie, riendo y hablando. Podía ver a mi madre sonriendo y la cara de mi padre arrugándose. Podía ver los faros brillando en sus caras y haciéndoles daño en los ojos. Podía ver el miedo en la cara de mi madre cuando ella veía lo que estaba pasando, y la determinación en la de mi padre de evitar el accidente. Y entonces el coche golpeaba el coche de policía y hacía añicos el parabrisas y tiraba sus cuerpos como si no pesaran nada. Siempre me despertaba en ese momento, sudando y jadeando. A veces lloraba y a veces sólo me sentía insensible. Esta noche era una de las insensibles.

Fui al pequeño cuarto de baño y me lavé la cara, el cuello y los brazos. Me miré en el espejo y me alegré al ver que no estaba muy mal.

Volví a la cama y me senté en el medio. Pensé en el sueño y por qué lo debí haberlo tenido. No tardé mucho en averiguarlo. En una semana, había hecho cuatro amigos. Una puede que potencialmente se convierta en mi cuñada y uno se acaba de convertir en mi novio. Eso era mucha gente de una vez. Y después confiar que todos se quedarían y no se irían... eso era algo bastante grande.

Me quedé mirando los cojines, deseando que pudiera apoyar la cabeza y volverme a dormir. Había tenido este sueño las veces suficientes para saber que eso no iba a funcionar. En casa, siempre me iba a la cama de Emmett. Sus ronquidos funcionaban como una nana para mí en esas noches. Pero Emmett no estaba aquí y no tenía mi camión para ir a casa con él. Además, Rosalie probablemente estaba en su cama ahora mismo.

Pensé en Edward que estaba al otro lado del pasillo y me pregunté si le importaría que me tumbara con él. Sólo había una manera de averiguarlo. Silenciosamente salí de la habitación y entré en la suya.

La luna estaba brillando mucho y podía verle perfectamente. Estaba boca abajo, abrazando su almohada fuertemente. Su pelo era un completo desorden, pero su cara estaba tan serena. Odiaba tener que despertarle. Pero estaba justo en el medio de la cama y no había manera de meterse ahí sin que él se moviera al menos un poco.

Me acerqué a la cama y puse mi mano sobre la suya. “Edward,” susurré.

Sus ojos se abrieron y me encontraron enseguida. Se puso de lado y me miró fijamente. “¿Estás bien?”

Negué con la cabeza. Se movió un poco y levantó las mantas.

“Ven aquí.”

Hice lo que me dijo y me subí en la cama, hundiendo mi cara en su pecho. Él me rodeó con el brazo de manera protectora y suspiré de satisfacción.

“Gracias.”

“De nada,” susurró. Apoyó la barbilla contra mi cabeza y suspiró. “Duerme, mi Bella.”

Sonreí cuando me reclamó como suya. No mucho después estaba totalmente dormida.

Demasiado pronto, era por la mañana y el sol estaba brillando fuertemente a través de mis párpados. Estaba un poco grogui y no del todo segura de donde estaba. Había tenido muchos sueños durante la noche. Había soñado con mis padres y Emmett. Había soñado que Emmett se casaba con Rosalie en una boda realmente excesiva. Había soñado que Alice y Jasper estaban casados y tenían una hija. Y después había soñado con Edward. Soñé que estábamos viviendo en nuestra pequeña casa y que él estaba tocando una canción que había escrito sólo para mí en su piano.

“Buenos días, Bella,” murmuró Edward.

Moví la cabeza y levanté la mirada, para encontrarme con sus deslumbrantes ojos verdes. “Buenos días, Edward.”

“¿Dormiste mejor?”

“Sí, gracias. No era mi intención despertarte en mitad de la noche.”

“No me importa. Parecía que necesitabas que alguien te consolara. Es un honor para mí que me permitas hacer eso.”

Suspiré alegremente y apoyé la cabeza contra su pecho otra vez. “Gracias.”

Los latidos de su corazón eran regulares y fuertes. Era un sonido maravilloso.

“¿Estaría bien si te preguntara por qué?”

Me puse rígida y él de alguna manera lo sintió.

“No tienes que contármelo, Bella. Sólo me gustaría ayudarte si puedo.”

“Bueno... yo... a veces, tengo una pesadilla sobre como murieron mis padres. Yo no estuve allí ni nada por el estilo, pero a veces, sueño con el accidente. Sueño como habrían reaccionado al ver el coche viniendo hacia ellos. Es bastante vívido y siempre me asusta. No me... no me gusta estar sola después de haber tenido ese sueño.”

“Nunca tendrás que estar sola, Bella. Siempre estaré aquí para ti,” susurró.

“No deberías decir cosas así, Edward. Nadie sabe el futuro. A veces, la gente se va lo quieran o no.”

“Eso es verdad. Pero también es verdad que a veces se quedan. Yo me quedaré a menos que me digas que no lo haga.”

Rodeé su cintura con un brazo de manera protectora. “Nunca te diré que te vayas. Siempre querré estar contigo.”

“Esto es extraño, Bella. Te conozco desde hace una semana, pero me siento como si te hubiera conocido toda mi vida. Me molesta que estés fuera de mi vista.”

“Lo sé. Yo siento lo mismo. ¿Crees que nuestras familias nos encontrarán melodramáticos o locos?”

Edward se rió por lo bajo mientras me cogía la mano y entrelazaba nuestros dedos. “Creo que no me importa.”

“A mí tampoco,” solté una risita. “Pero sí que tenemos que contárselo hoy a Emmett.”

“¿Estás segura de que es seguro para mí estar allí cuando se lo digas?” dijo, fingiendo estar preocupado.

“Probablemente no,” bromeé. “¿Pero de verdad quieres perderte como se retuerce?”

“¡De ninguna manera!” Edward se rió.

La puerta de Edward se abrió de repente y yo grité, tapándome la cabeza con las mantas. Sentí la risa de Edward mientras su cuerpo entero temblaba. También podía ir una risa tintineante mezclada con la suya. Eché un vistazo por encima de las mantas y vi a Alice arrodillada sobre mí y sonriendo alegremente.

“¡Entonces estás aquí!” se rió por lo bajo. “¿La habitación de invitados no era lo suficientemente cómoda?”

Tiré de las mantas y empujé el brazo de Alice, haciendo que se cayera a mi lado.

“Creo que simplemente no podías resistir a mi encantador hermanito,” bromeó Alice, tocándole un poco el pelo.

“Alice,” suspiró Edward, empujándole la mano. “¿No necesitas estar molestando a Jasper?”

“Nop. No hasta más tarde. Ahora mismo, estoy aquí para advertirte de que Esme te está buscando. Quiere tener una pequeña conversación contigo.”

“¿Por qué?” preguntó Edward, levantando su guardia.

Vi como sus ojos se oscurecían. Casi podías ver el muro levantándose sobre él.

“¿Cómo podría saberlo?” Alice se encogió de hombros.

“Tú sabes todo lo que pasa en esta casa,” saltó Edward.

“¡Bien!” Alice suspiró. “Puede que se haya enterado de que le pediste a Bella que fuera tu novia.”

“¿Cómo demonios ha pasado eso?” preguntó Edward. Yo me mantuve callada. Me pregunté por qué eso le molestaba tanto.

“¿Te puedes relajar?” Alice suspiró. “Ella se acercó mientras yo estaba hablando con Jasper. No la vi allí. Además, de todos modos se lo hubieras acabado contando. Esto sólo está aligerando las cosas.”

“Sólo es que hubiera preferido contárselo yo en el momento oportuno. Sabes cuanto odio las conversaciones sentimentales que le gusta tener conmigo,” dijo Edward.

“¡Apuesto a que no te molestaría que Bella se pusiera sentimental contigo!” cantó Alice mientras saltaba de la cama.

“¡Sal de mi habitación!” gritó Edward mientras le tiraba un cojín. Golpeó la puerta justo cuando ella la había cerrado. “¿Ves ahora por qué no la echaría de menos?”

Me reí de su expresión. “¡Aún así la echarías de menos!” me reí por lo bajo.

“Lo dudo,” Edward suspiró.

Me apoyé en los codos y miré su habitación. “Tu ventana coge la luz perfectamente. Por supuesto, es casi tan grande como la pared.”

“Nunca sé lo siguiente que vas a decir,” reflexionó Edward. “Eso me gusta de verdad. Demasiadas personas son predecibles.”

“¿Y Alice?”

“Ella lo es hasta cierto punto. O está tramando algo que no es bueno o conspirando para tramar algo que no es bueno.”

Solté una risita y vi como en su cara aparecía mi sonrisa favorita. Se apoyó en un codo y me miró fijamente.

“¿Qué?” pregunté, sintiéndome cohibida.

“¿Te importaría que te besara?”

“¿No te da miedo el mal aliento?” bromeé.

“La verdad es que no,” se encogió de hombros.

Le sonreí con malicia. “Pues entones bésame, Tutor-boy.”

Edward sonrió y rodeó mi cintura con sus brazos, con delicadeza acercándome a él. Nuestros labios se encontraron y se movieron juntos perfectamente, justo como anoche. Sonreí contra sus labios. Se separó un poco y me miró fijamente.

“Besas muy bien, Edward.”

Se sonrojó y bajó la mirada.

“Lo siento,” me reí por lo bajo. “Sé cuanto odio sonrojarme. No puedo imaginar lo que es para ti.”

“Alice se deleita con mi color,” Edward se rió por lo bajo.

“Ya me he dado cuenta.” Extendí el brazo y le toqué la mejilla. “No es tan malo como el día que bajaste las escaleras con la camisa a medio abrochar.”

“Gracias por recordármelo,” suspiró mientras se dejaba caer contra la almohada.

Me acerqué y apoyé la cabeza en su pecho. “No te preocupes. No le contaré a Alice que te has sonrojado tres veces más esta semana.”

“Gracias. Lo aprecio mucho.”

Sonreí y abracé a Edward más fuerte. Nos acurrucamos en un agradable silencio, disfrutando la calidez del sol que entraba por su ventana.

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Lo promeeetido es Deuuudaa y 11 comentarios superaron lo que dijee asii queee... ACA ESTA SUU CAPIIII!! Espero que tambien lo comenten eehh! jajjajaa xD Las Adooro neenasss!!

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