Autora: Gorgeusdisaster / Traductora: Sol
Pareja: Edward & Bella
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Meyer, la historia a Gorgeusdisaster y la traducción a Sol. Nosotras solo nos encargamos de difundirla.
___________________________
Bella para el Desayuno
La mañana siguiente Bella se despertó con una sonrisa en el rostro. Sintió el frío cuerpo de Edward a su lado y se volvió hacia él.
—Buenos Días —dijo él, besándole la frente.
—Buenos Días —balbuceó ella. Ugh, ¿por qué tenía que sonar como una rana mugidora mientras él sonaba como un ángel? No era justo. No podía esperar para ser vampiro.
Ella se levantó de la cama y fue al baño a hacer sus necesidades humanas. Luego volvió y se sorprendió al ver que Edward se había ido.
—¿Edward? —llamó ella, sin saber si estaba él aún en la habitación.
—Estoy abajo, en la cocina —le llamó él a ella.
Bella se abrió paso por la escalera hasta el recinto de las artes culinarias, el cual sólo se utilizaba cuando se encontraba ella. Entró y su mandíbula cayó.
Edward estaba haciendo su desayuno. Y estaba usando un delantal. No es que hubiera algo sorprendente en eso, lo era sólo el hecho de que el delantal era lo único que traía puesto. Bella se quedó mirando su perfecto trasero, paralizada y totalmente atrapada con la guardia baja. Edward se volteó y le sonrió.
—Buenos Días, amor —dijo él, avanzando hacia ella y besándola profundamente.
Bella finalmente volvió en sí y comenzó a devolverle el beso. Deslizó sus manos por la espalda desnuda de él hasta su trasero desnudo y muy deliberadamente dio un apretón a sus nalgas. Ella podía sentir la dureza de Edward haciendo presión en ella al tiempo que él dejaba escapar un gemido en su boca. Él se apartó a regañadientes.
—El desayuno primero. ¿Qué quieres? —le preguntó a ella, dándole esa hermosa sonrisa torcida.
Bella ni siquiera tuvo que pensar en eso.
—A ti.
Ella trató de empujar a Edward contra la barra, pero él no se movió ni un centímetro. Él le levantó una ceja a ella.
—Pero no estoy en el menú —le dijo él. Ella frunció el ceño—. Tu sí —murmuró él, alzándola con facilidad y colocándola en la barra.
Él le quitó su camisa, y trazó una línea desde su clavícula, por sus pechos, hasta la piel justo encima de la línea de sus bragas con su frío dedo. Bella se estremeció. Edward sonrió y la besó, mientras desabrochaba su sujetador. Lo tiró al suelo junto a la camisa y pasó los pulgares sobre los pezones de ella. Bella dejó escapar un gemido ante eso, y arqueó su cuerpo ligeramente. Él aprovechó la oportunidad de ese momento para quitarle sus vaqueros. Siguió besándola, sus lenguas libraban una batalla, ambos creciendo en excitación.
—Fuera delantal —jadeó Bella, quitándolo rápidamente. Edward estaba parado frente a ella en toda su gloriosa desnudez. Le sonrió antes de dejar caer su cara en el cuello de ella y rozar la suave piel de allí con su nariz. Deslizó una gélida mano por sus bragas, y de manera experta frotó el pequeño manojo de nervios que allí se encontraba. Bella dejó escapar un fuerte gemido ante toda esa estimulación. Él deslizó un frío dedo dentro de su húmedo coño con suavidad, mientras que plantaba besos por todo el cuello de ella. Bella estaba cerca. Justo antes de que ella estuviera a punto del orgasmo, él detuvo todo.
—¿POR QUÉ te detienes? —preguntó ella, confundida.
—Será mejor así —dijo Edward, guiñándole un ojo y sonriendo. Él separó sus muslos por lo que fácilmente podría deslizarse en ella mientras estuviera todavía en la barra. Se aferró al borde mientras él hacía eso, otro gemido escapó de la boca de ella. Le encantaba la sensación de la primera entrada de Edward en ella. Era como poner dos piezas de un rompecabezas juntas. Él la besó suavemente antes de empezar con un ritmo constante.
Seguramente, no podía haber otro placer más grande que eso, creía Bella, mientras Edward empujaba dentro y fuera de ella. Se apretó contra él tanto como pudo sin caer de la barra. Podía sentir que el orgasmo que él había detenido volvía con toda su fuerza, dispuesto a hacerla explotar. Cerró los ojos y abrió la boca, casi segura de que se veía ridícula, pero demasiado perdida en el placer demente como para que le importara. Edward se vino un poco después que ella, gimiendo y aferrándose en la barra de granito con tal fuerza que la rompió. Se quedó donde estaba por un momento, recuperándose de su propio orgasmo. Bella todavía estaba tratando de recuperar el aliento, temblando ligeramente.
Edward se deslizó despacio. Luego miró a Bella a la cara y la besó, mientras acomodaba un mechón de su cabello. Se separaron después de un momento.
—Puedes cocinar de ahora en adelante —le informó Bella sin aliento. Edward sólo se echó a reír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario