martes, 6 de marzo de 2012

Entre el amor y la guerra


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8.- Navidad y Año nuevo en uno

Edward pov

-¡¡¡¿Cuánto más tardará mi esposa en despertar?!!!- le grite al hierbero quien todos los días viene a darle algún brebaje de esos que prepara.

Habían pasado cinco días desde que yo regresara, dos más antes de eso y aun no reaccionaba.

-joven, debes entender que esas bayas son muy venenosas, es un milagro que tu esposa este viva, tomara lo necesario para que se recupere. Se paciente y tal vez debas pensar en deshacerse de esos matorrales de una vez- dijo mirándome con reproche.

Lo ignore.

-Edward, ¿Cómo va?- pregunto Alice entrando en ese momento.

-no reacciona todavía, pero lo hará, no te preocupes. Si quieres puedes quedarte. Yo necesito hacer algo- dije con la determinación de hacer pedazos personalmente ese maldito arbusto.

-claro, me quedo. Tu cocinera me preguntó si la cena se hará. Parece que mi hermanita ya había escogido el menú-

-si Alice, la cena se hará, faltan dos días todavía, quizá despierte- respondí besando a mi cuñada en la frente antes de salir de la habitación.

-Mike reúneme a los hombres para ver el armamento, con todo este relajo lo olvide completamente, necesito hacer el pedido para los herreros y que este todo a tiempo- pedí mientras se reunían todos los guardias que me acompañarían.

-joven Edward, su esposa ya se encargo de eso. Saco el arsenal completo y debo decir que parece saber mucho sobre armas, es inusual en una mujer, hizo el pedido y mando algunas a reparación. Reviso todas las armaduras y mando a hacer otra, una muy pequeña, yo espero que no sea para ella- dijo riendo el hombre mientras yo lo atravesaba con la mirada.

Mi esposa tiene más sorpresas de las que pensé en un principio. Una sonrisa de imbécil me afloro al imaginarla entre mis hombres, todos altos, grandes y brutos. Y ella pequeña, delgada y frágil. Eso habría valido la pena verlo.

Salimos enseguida. Tenía una cuenta que arreglar con la madre naturaleza.

Por fin llegamos al sitio. Sin perder tiempo me lance contra el arbusto. Debo verme ridículo, yo, un hombre entrenado para matar, señor de un castillo y heredero de dos más, atacando sin piedad a un simple matorral.

Bueno ese maldito matorral tiene a mi esposa en cama.

Cuando me canse y hasta que no quedo más que pedazos pequeños recordé que son los favoritos de Victoria. Que se joda.

-quemen los  restos y desde hoy están prohibido en todo mi territorio, quien los vea tiene toda la autorización para deshacerse de ellos- dije mientras me daba la vuelta y emprendía el regreso a lado de  mi esposa.

-¿Cómo sigue?- pregunte cuando entre a la recamara.

-igual, ya vino el hombre a darle el brebaje pero aun no despierta. Al menos ya no tiene fiebre- dijo su hermana.

-gracias por cuidarla Alice, pero si no te importa me quedare con ella, cenen sin mi esta noche- pedí.

Me acosté con mi esposa.

La abrace mientras suplicaba que saliera adelante, que mejorara.

Extraño su sonrisa, su voz, su mirada al despertar o cuando le hago el amor. En otras palabras la extraño completa. Y todo me fue claro. Mi amante tiene razón.

Estoy queriendo a mi esposa.

Pasó la noche de navidad y solo falta una noche para que termine el año. Y mi Bella sigue sin despertar.

-hermano ¿Qué harás para mañana en la noche? Estábamos pensando en quedarnos hasta que Bella despierte pero Rose se ha estado sintiendo mal. Vomita mucho, temo que haya pescado alguna enfermedad o algo así. Creo que lo mejor será llevármela a casa en cuanto pasemos las fechas de celebración-

-te agradezco que hayan venido, ojala Bella despertará pronto. Empiezo a asustarme de verdad. ¿Y si no despierta nunca?- pregunte.

-no pienses así, es solo que de verdad es grave lo que le pasa, cálmate. La tía  Jane se puso así y sobrevivió. Bella lo hará solo necesita…-

-¡¡¡despertó!!!  ¡¡¡Mi hermana despertó!!! ¡¡¡Edward sube!!! Esta preguntando por ti- grito mi cuñada desde la almena de la torre.

Llegue a la recamara antes de ser consciente que corría hacía ella.

-Bella…. por fin esta despierta- dije abrazándola, aplastándola contra la cama prácticamente.

-necesito respirar…- logro decir mientras la soltaba apenas.

-lo siento, es solo que pensé que no… estas despierta…- dije de nuevo.

Presa de una emoción que nunca sentí. Es como despertar en la mañana de navidad pero… con mil navidades juntas.

-Si lo estoy y jamás quiero ver una baya verde en toda mi vida. Malditas cosas me dieron tanto dolor que no pude ni llamar a los guardias- dijo sonriéndome.

-y eso no me dice que hacías sola, te pedí que no salieras sin ellos, ¿Cómo te les perdiste?-

Ya había hablado con los guardias y decir que la cara de culpa que tenían fue suficiente para evitar que los mandara a azotar por dejar a mi esposa desprotegida. Quién diría que mi esposa es manipuladora. Convencerlos con un simple jamón.

Eso fue lo que pensé en un principio.

-no fue el jamón señor, fue la cerveza-

Confeso uno de ellos cuando enfurecido les grite. Cuando entendí lo que mi esposa pretendía hacer, entendí también porque no se negaron, después de todo, ellos no sabían de lo que mi esposa es capaz.

-no me perdí a propósito, solo que son muy lentos, les jugué una carrerita y no pudieron seguirme. Cuando me di cuenta estaba sola y perdida, así que me senté a esperarlos pero me dio hambre, se veía muy jugosa y lo estaban. Son deliciosas esas diabólicas cosas- dijo haciendo un puchero.

Parecía como si nada le hubiera pasado o que no hubiera dormido por casi quince días. Se ve como si acabara de despertar de una placentera noche de sueño.

-¿una Carrera a caballo? ¿En que estabas pensando Isabella Swan? Tuviste suerte que fueran Bayas y no los hombres de Masen. ¡¡¡Estás loca!!!- le grito mi cuñada llorando.

-¡¡¡Isabella Cullen, soy Cullen Alice y si lo que quieres es enfadarte conmigo por asustarte así está bien, pero no grites!!! Me darás dolor de cabeza. Y de haber sido los hombres de Masen estarían muertos. ¡¡¡No olvides con quien estás hablando!!!- dijo mi esposa furiosa.

Quito las mantas y puso los pies sobre la alfombra. Se levanto de golpe pero no dio ni medio paso antes de precipitarse hacía el suelo. Apenas me dio tiempo de sujetarla.

-no te levantes, puede que te sientas bien pero llevas 15 días inconsciente. Por favor no hagas esfuerzos- pedí dejándola en cama de nuevo.

-¿15 días?- pregunto mirándonos.

-¡¡¡sí estúpida niña, quince días en los que pensamos que no sobrevivirías!!! ¡¡¡La próxima vez que me des un susto de estos yo misma te atravesare de lado a lado!!! ¡¡¡¿Entiendes?!!!- ataco mi cuñada de nuevo.

-lo entiendo- dijo mi esposa con la mirada seria -lo siento Alice no sabía que había estado tan mal- se disculpo y lo siguiente que supe fue que Alice me quito para sentarse con su hermanita.

Salí dejándolas solas, necesitan estar juntas.

Bella pov

-¿entonces celebraremos navidad y año nuevo juntos?- pregunte cuando mi esposo me dejo sentada en el comedor.

La mesa esta arreglada de manera impecable. Tiene el toque de Alice por todas partes.

-así es, con eso que te la pasaste durmiendo no fue lo mismo la cena, además Edward no bajo. Se quedo contigo esa noche y de hecho se quedo todas las noches y parte del día. Creo que si no está enamorado no le falta mucho…- dijo Rose sentándose a mi lado.

-¿y tú? ¿Amas a Emmet?- pregunte a mi vez ignorando el comentario final.

No estoy lista para eso todavía.

-pues no sé si amor es la palabra adecuada pero si sé que mis sentimientos por él son fuertes, creo que de alguna forma empiezo a amarlo pero aún es pronto para decirlo, no llevamos mucho tiempo de casados- dijo sonrojándose.

-pues estas igual que Alice. Ella dice que si empieza a amarlo. Eso es bueno. Considerando que estaremos casados con ellos hasta la muerte- dije suspirando.

-no te ves muy contenta- dijo Rose.

-es la primera navidad sin mis padres, este castillo aunque es mi casa no lo siento así por completo. Extraño mi antigua recamara, mis paseos a caballo por el rio al atardecer. Las Bayas moradas que no matan cuando las comes y que solo se dan en mis jardines. Mi vida como hija, sentarme en el despacho de mi padre a revisar  sus cosas mientras él finge no darse cuenta. O salir a practicar el tiro al arco usando los sacos de maíz como blancos y a veces cuando se me atraviesa la vena usar a mi guardia personal como objetivo- dije riendo.

No fui consiente hasta ese momento que lloraba o que no éramos las únicas sentadas a la mesa. Estaban Jasper, Emmet, Alice y por supuesto mi esposo. Nadie dijo nada. Alice dejo caer una lágrima también mientras Jasper la abrazaba.

-bueno ¿Comemos o qué?- pregunte tratando de no poner a nadie más triste.

Varias horas pasamos entre risas, bromas, anécdotas y más, sonaron las campanadas que anunciaba el año nuevo. Los abrazos, besos y felicitaciones no faltaron. Así como un desfile de regalos.

-y te traje algo más- dijo Alice después de entregarme unos zapatos de piel de ternero forrados en morado uva a juego con el vestido que Rose me había regalado.

-¿Qué es?- pregunte impaciente.

Amo las sorpresas y los regalos.

-conseguí que la hija de la costurera de Eorlingan viniera conmigo y la dejare contigo para que te haga los vestidos que te gustan, si Edward lo permite por supuesto- dijo mi hermana mirando a mi esposo.

Lo mire casi suplicándole en silencio. Me devolvió la mirada y sonrió asintiendo.

-Genial. Podre tener mis vestidos de temporada de nuevo- dije pensando en que algunos de los que ya tenía necesitan arreglos.

-pero recuerda que dentro de poco nos mudaremos de vuelta, así que por favor no traigas más gente- dijo mi esposo sonriéndome.

-no te prometo nada, pero si hay algo que me gustaría pedirte…- levanto la ceja esperando mi petición- ¿dejarías que Jake y Sam  vinieran para ocuparse de mi seguridad?- solté.

Su expresión cambio. No le agrada mi guardia, pero yo lo extraño mucho. A ambos.

-solo uno, Sam- dijo sin agregar más.

Asentí feliz. Algo es mejor que nada.

-estuve pensando, las cosas con los Masen están algo calmadas… ¿por qué no llevamos a las damas presentes a Paris?- sugirió Jasper mirando a mi hermana.

-¡¡¡si, por favor, vamos di que sí Emmet, por favor!!!- salto Rose

-¡¡¡por favor, por favor, por favor di que si, di que sí, di que sí!!!- salte a mi vez mientras saltaba encima de mi esposo.

Haciendo algo más que solo suplicar. Con toda la discreción que pude.

Después de besarlo un poco mas por el gusto de hacerlo que por convencerlo accedió. Lo mismo Emmet.

-vamos a prepararnos para el viaje. Tengo mil vestidos y no sé como los llevare todos- decía Alice mientras Rose me tomaba de una brazo y mi hermana del otro.

-¿para qué llevaras tus mil vestido si haya compraras mil más?- pregunte.

-cierto, mejor me llevo cien y compro mil- dijo riendo.

-sí, eso me agrada, la verdad Emmet no me niega nada- dijo Rose brillando.

-creo que  después de todo nos fue bastante bien, considerando que nos casaron de un día para otro- dijo mi hermana.

-si… nos fue bien- dije.

-¿puedo hacerles una pregunta?-dijo Rose.

-claro, dinos- respondí.

-¿se sienten cómodas con sus esposos… en la cama?- dijo la rubia completamente roja.

Nos quedamos mirando mi hermana y yo, no es pena de contestar, al menos no en mi caso, solo analizo lo que me hace sentir estar en los brazos de Edward.

-yo sí, tu hermano es… todo lo que esperaba y mucho más- dijo mi hermana brillando al mencionar a Jasper.

-creo que…-callé porque en ese momento tocaron la puerta.

-lo siento mujeres, pero mi esposa se despertó hoy y temo que es hora para ella de dormir de nuevo- dijo Edward.

-pero…- protesté…

-pero nada, tendrás días por delante para platicar con ellas, por favor ahora duerme-

Para cuando salió el sol y después de habernos obligado, no solo a mi, sino a todas, a dormir un poco, salimos en carruajes hasta la costa.

Lo cual nos tomaría medio día.

-¿Eres feliz?- pregunto mi esposo mientras me abrazaba.

Sentado junto a mí y sirviéndome de suave apoyo.

-sí, mucho, gracias por esto esposo, sé que tienes cosas pendientes con los Masen y que hagas esto por mi es increíble. Eres el mejor esposo del mundo- dije besándolo.

De verdad que lo es.

-Bella… yo… no hay nada en este mundo que no te dé, jamás te negare nada. Eres mi esposa y tendrás todo lo que pidas… es lo menos que puedo hacer…- dijo con una sombra de tristeza que no comprendí.

Para el anochecer pude ver por la ventana del carruaje el barco propiedad de mi esposo y su familia que estaba cerca del muelle. El aire trae un olor diferente… salado.

Es salado el aire.

La frescura del mar se hace sentir y mientras más nos acercamos el rugido de las olas chocando contra el acantilado de la derecha es ensordecedor.

Subimos todos y una hora después zarpamos.

En el barandal de pie con mi esposo abrazándome entendí que estoy enamorada.

Completa e irrevocablemente.

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