martes, 6 de marzo de 2012

Entre el amor y la guerra



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15.- Salvando a Edward



Bella pov

-si fueras mi esposa esto no pasaría, igual terminaras en mi cama aunque con otro nombre- dijo Marco Masen mientras recorría con un dedo mi pierna con dirección a mi centro.

Para mi desgracia, me tenían acostada sobre un diván,  amarradas las manos por arriba de mi cabeza y mis pies sujetos al otro extremo.

-sigue por ese camino y no solo perderás el dedo, te rebanare la mano- dije con toda la tranquilidad que pude conseguir.

-fierecilla la mujer, me gusta. Domarlas es lo más placentero. Ojala te gusten mis métodos… ¿te portaste así con el maricón de Cullen? –

-Edward es mas hombre con solo un dedo que tú con todo tu cuerpo- dije mirándolo con odio.

-¡¡Perra te voy a enseñar como coge un hombre…!!- dijo rompiendo mi vestido de arriba.

-Marco, detente. Aun no es tiempo, cuando el esposo haya cedido las tierras podrás divertirte un poco antes de devolvérsela- dijo Aro entrando.

-pero padre me ha ofendido…-

-Es una mujer. Solo sirve para coger y parir ¿Cómo puedes sentirte ofendido?- pregunto el tipo sin dejar de mirarme los senos.

No deje que me viera temblar. Edward lo matará por esto. Si no lo hago yo antes.

Estoy segura de ambas cosas.

-Bien padre. Pero yo me divertiré primero- dijo antes de pellizcarme un pezón.

No deje que el dolor se reflejara en mi rostro. Salió dejándome con su padre. El peor de los dos.

-vaya… así que te gusta rudo… bien porque esa es mi especialidad… yo te hare gritar como la perra que eres- dijo mientras con ambas manos me tocaba, con toda la bestialidad que hay en su ser.

Una idea afloro en mi mente entre las enormes ganas de matarlo.

-si me sueltas las manos… seguro que te complazco mucho más… me han enseñado bien… pero un hombre como tu puede enseñarme mucho más- dije mojando mis labios de manera muy sugerente.

-vaya vaya, la pequeña Cullen es una ramera en toda la palabra, algo le sacaste a tu madre- dijo mientras acercaba sus labios a mis senos.

Dios no me dejes vomitar hasta haberlo matado. Ahora tengo otro motivo. El insulto a la memoria de mi madre.

-¿quieres comprobar que tanto?- Susurre en su oído mientras me besaba y yo suplicaba que no me mordiera o esta vez no podría evitar gritar.

Ya es asqueroso tener que soportarlo.

-ah mi niña, morir entre tus piernas será algo que tendrá que esperar. Tu esposo viene a las puertas de mi castillo. Me ha declarado la guerra. Si supiera que su mujerzuela esta ofreciéndose a mí quizá no lo haría. Lástima que nadie se lo dirá… al menos no hasta que esté aquí. Entonces te voy a coger como la puta que eres justo frente a él, antes de matarlo-

-y Marco ¿estará de acuerdo en que seas tú el primero?- pregunte mostrando preocupación e ignorando los insultos, no es tiempo de hacerme la ofendida.

Mi mente trabaja a mil, procesando lo que me dice, sacando planes de donde no los hay y sobre todo, sacando fuerzas. No dejare que le haga daño al hombre que amo y si para lograrlo tengo que terminar como una ramera lo hare.

-mi hijo no dirá nada, si te portas bien podrás tenernos a los dos-

-pero… no quiero que se sienta menos delante de ti. Tómame ahora y deja que lo divierta después- dije mirándolo con deseo.

Deseos de matarlo. Pero no fue eso lo que entendió.

-eres tentadora criatura y debo decir que verte así… me pone duro- dijo mientras soltaba mis manos.

Decidí hacerle creer que me tendría hasta saber si podría salir de ahí, lograba escuchar las olas romperse contra algo.

-ven, enséñame como lo hace un hombre- dije mientras terminaba de soltar mi vestido de pie frente a él.

Esto será algo que Edward no me perdonara. Pero al menos estará vivo para repudiarme.

El bastardo maldito me tomo entre sus manos con cero delicadezas. Contuve apenas las ganas de vomitar. Me recorrió mientras enterraba sus uñas la paso. Me toco fingir placer. Gemí.

-ah niña. Chúpame, pruébame, ven arrodíllate ante mi- dijo mientras se bajaba la ropa.

Antes de tener que hacerlo la puerta se abrió, por suerte para mi, de haber seguido, habría muerto de repugnancia.

Marco en la puerta con la furia patente.

-¡¡¡padre!!! Esta es mía, búscate otra para hacer tus pendejadas- dijo mientras entraba y con una sabana me cubría jalándome.

Supe que mi plan tendría éxito pero debería ensuciarme un poco más.

-¡¡¡ será tuya cuando yo termine!!! ¿A qué has venido?- dijo Aro subiéndose los pantalones.

-noticias de Vulterra. No necesitaras negociar nada con los Cullen, Charlie Swan está vivo y eso significa que esta puta puede invalidar el matrimonio y casarse conmigo- dijo mientras me arrojaba contra un rincón.

Sus palabras me dejaron inmóvil. Mi padre está vivo. Vivo. ¿Y mi madre?  Mi mente de nuevo esta a todo lo que es capaz de razonar.

¿Invalidar mi matrimonio? ¿Casarme con Marco?

Para salvar a Edward hare lo que sea.

Ninguno de los dos hombres me prestó atención. Salieron dejándome ahí como basura. Y justo así me sentí. Sucia y nada digna. No seré mejor que la ramera de Victoria, pero al menos lo hare por salvar la vida de Edward.

No los vi hasta dos días después.

-bueno. Las cosas están así, tu padre está vivo después de todo. Así que podrán invalidar el contrato que firmaste con el Cullen y casarte con Marco- dijo Aro mientras yo me sentaba en el borde de la cama.

Con toda la intensión me quede solo en bata.

-¿Por qué casarme con él y no casarme contigo?- pregunte mientras mis manos abrían solo un poco la parte de arriba.

-eres una mujercita completa. No terminamos lo del otro día…- dijo quitándose la camisa.

-no, no lo terminamos ¿y si tu hijo nos interrumpe de nuevo?-

-no lo hará, no está- dijo mientras empezaba mi tortura.

Sus manos recorriéndome.

-espera… si me acuesto contigo ¿tendré que hacerlo con él? no me mal entiendas no dudo que sea fuerte, vigoroso, un excelente amante y no creo que pueda ser mejor que tu… aunque es joven, atractivo, varonil y…-

-ya cállate… tienes razón. Te casaras conmigo, arreglare todo para que así sea- dijo saliendo de inmediato.

Esta siendo demasiado fácil manejarlo… ojala no sea una trampa. Tendré que arriesgarme.

Al día siguiente entro Marco hecho una furia a mi habitación.

-¡¡¡no serás su esposa!!! ¡¡¡Te casaras conmigo…!!! ¡¡¡Desnúdate ahora!!!- grito apenas cruzo la puerta.

-no sé Marco, él está decidido a que yo sea su esposa y no creo que le agrade que tú me hagas lo que él no ha podido- dije.

No estoy mintiendo, hasta ahora y gracias a Dios ninguno me ha hecho nada mas allá de tocarme lo senos. Lo cuales me rebanare en cuento pueda.

-he dicho que serás mi esposa. ¡¡¡Desnúdate!!!- grito de nuevo.

Con lentitud me deshice del vestido moviéndome despacio hasta llegar a donde él estaba. Me acerque mirándolo.

-se enfadará… la tomara contra mí- dije mientras me dejaba tocar la espalda.

-no, no lo dejare… no dejare que te tenga. Serás mía- Dijo besándome y tocando mi vientre hacía abajo.

-entonces no pierdas tiempo, ve- dije separándome antes que llegara ahí.

-no dejes que te haga suya, no antes de pasar por mí, eres hermosa… déjame al menos probarte… yo te deseo- dijo siguiéndome.

Carajo.

Tendré que dejarlo avanzar un poco más.

-tócame…. Tómame si quieres, solo asegúrate de volver…- dije mientras estrellaba mis labios sobre los de él.

No es feo, al contrario es muy atractivo, rubio, ojos azules, rostro cuadrado, de la edad de mi Cuñado Emmet, pero… es cruel, despiadado, embustero, sanguinario, una copia de su padre pero con algo de inexperiencia en el arte de torturar, aunque aprendía rápido.

Sentí cuando me toco y me contuve de repudiarlo. Sentí sus dedos en mi centro. Apenas en mi botón. Froto un poco antes de entrar. Gemí, pero no de placer sino de dolor. Esta costándome más de lo que pensé. Estoy perdiendo toda la dignidad y el respeto por mí misma.

-espera… así no... Sí me tomaras que sea bien… no me dejes a la mitad… como él- dije de nuevo.

Se retiro no sin antes chupar sus dedos. Lo que me pareció asqueroso. Aunque un recuerdo me llego. Edward hizo lo mismo antes de besarme, en alguna ocasión y eso me éxito al punto que me puse sobre él. Aparte mis dulces recuerdos. No es el momento y el hombre frente a mi no es Edward.

Aun contra mis deseos, mi dignidad y mi moral… me deje tomar.

Entro en mí mientras me tragaba las ganas de morir. Esto es algo de lo que no me pensé capaz cuando decidí jugar con fuego. Ahora me he quemado y sé que arderé en el infierno.

Cuando termino me miro sonriendo. Se acomodo la ropa que no se quito se sentó a mi lado. Casi podría decir que estaba siendo amable.

-arreglare lo nuestro ahora mismo- dijo.

Apenas cruzo la puerta me lave tanto que pensé que necesitaría el mar para quitarme el lodo y la culpa de hacer esto. El llanto, el dolor, la repugnancia que ahora siento por mí casi me hizo saltar por la ventana. Pero si hago eso no habría manera de detenerlos, mi humillación habría sido en vano. Solo el dulce recuerdo de esas noches con Edward me permitió seguir respirando.

Pasaron cuatro días más.

Los rumores dicen que los barcos de Vulterra están llegando y que tienen el lugar rodeado. Asumí que estábamos una isla o habrían llegado a caballo. Debo arriesgarlo todo.

En esos días pasado había logrado ponerlos en contra uno de otro. Cada vez que uno entraba el otro se aparecía. Aunque Aro también había intentado tenerme de alguna manera lograba salvarme. Usaría a Aro para ponerle fin a esto.

Me acostare con él y con mucha suerte lo mato antes de que me tome por completo.

Me tuvieron la suficiente confianza como para no ser prisionera, les di información que considere no era importante, para reafirmar la idea de que estoy de su lado, le hable a Marco de la traición de Edward y me tome de ahí para usarlo como pretexto sobre el porqué de mi cambio de “bando”. Supe que creyó en mí cuando me conto que Victoria los busco para vengarse de Edward por haberla dejado por mí. También supe que la habían matado. Eso me hizo sonreír por primera vez desde que me enterara de su existencia.

-señor su amante quiere verlo- me anuncio el sirviente mientras entraba a la sala.

-no es tu amante Marco es mi casi esposa y te prohíbo que sigas aquí, vete- dijo Aro levantándose de inmediato.

-es mi mujer ahora y no la dejare contigo. Se casara conmigo- dijo

-por favor no peleen por mí, no vale la pena… yo accederé a lo que ustedes decidan, pero solo me entregare a uno… Aro me quedo contigo…- dije fingiendo inocencia.

-¡¡¡eres una maldita perra, dijiste que querías estar conmigo, te acostaste conmigo!!!- grito Marco caminando hacia mí con la mano levantada dispuesto a golpearme.

Lo siguiente que supe fue que la espada de Aro atravesó a Marco.

-será mía y tu ya no eres más el heredero de este castillo- dijo Aro mientras sacaba el arma del cuerpo de su hijo.

-¿Qué hiciste? ¿Por mi?- dije abrazándolo.

-serás mi esposa en cuanto mate al imbécil con el que estas casada. No habrá tregua, me importan las tierras únicamente. Tú me darás hijos. Serás heredera en cuando tu marido muera y entonces serás mi esposa y por lo tanto seré dueño de todo. Ahora déjame - dijo empujándome.

-no me interesa lo que hagas con el Cullen, pero… si quieres vengarte de él antes de matarlo tómame primero y deja que lo sepa- dije sonriendo antes de salir.

Más tarde estaba en mi recamara mientras yo me desnudaba para él.

Apenas estaba acostándose sobre mí cuando un golpe en la puerta lo interrumpió. Escuche los gritos. Los Cullen, Hale y Swan estaban tomando el castillo.

-vamos niña, es hora de dejarte sin esposo- dijo tomándome del brazo.

Logre sin saber cómo tomar la bata cubriéndome apenas.

-deja a mi esposa Aro- dijo Edward con la voz fuerte y segura en cuanto llegamos al salón principal.

-no es más tu esposa, es mía ahora… y no se ira. ¿Pregúntale?- dijo mientras me ponía delante de él.

-Bella ven conmigo, vamos a casa- dijo con toda la ternura en su mirada.

Me odiara cuando sepa que no soy tan suya como antes. Me odiara cuando sepa que no es el único en haberme tomado.

- … me quedare… - dije pegándome al cuerpo del hombre que más odio.

El rostro de Edward mostro dolor, estoy lastimándolo pero es necesario. Más le dolerá cuando lo sepa.

-te lo dije, ella sabe apreciar a un hombre de verdad…- dijo sacando la espada.

-sí… y tu no lo eres- dije a Aro mientras con un movimiento le quitaba la espada y se la enterraba en el pecho.

Y la locura empezó, los guardias atacaron. Los nuestros defendieron y entre toda la locura solo pude luchar junto a mi esposo sin importarme mucho que mi ropa fuera menos que adecuada. Sentí a Edward antes de escucharlo.

-vámonos… te sacare de aquí y me explicaras porque estas desnuda- dijo serio.

-No te explicare nada. En cuanto salgamos de aquí me iré con mi padre a mi casa- dije mientras cruzábamos la puerta del castillo.

Me cubrió con su capa. Vi a mi padre entrando con otro grupo de hombres. A lo largo de todo el castillo se veía la misma escena. Hombres peleando, sangre derramándose. Emmet en un lado, Jasper en otro. El mismo Carlisle ataca sin piedad.

-no te irás así, no sin…- no solo se quedo callado sino que se desplomo a mi lado.

Me gire solo para ver una flecha atravesando su cuerpo.

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