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12.- En el camino a casa
Edward pov
Después de su confesión de amor, con cuidado la lleve a la tina y la bañe,
con ternura y amor más que pasión, la cure y la deje en la cama, la abrace
fuertemente. Al abrazo siguió el beso y la caricia. Cuando fui consciente de
algo estaba sobre ella poseyéndola de nuevo.
Muriendo entre sus piernas mientras pedía más. Mientras enterraba sus uñas
en mi espalda. Y yo me enterraba en ella. Más loco, más fuerte, más cerca de
estallar. Me detuve sobre su cuerpo antes de terminar, no quería vaciarme aún,
no quería que nuestro acto terminara, no hasta que ella estuviera más que
satisfecha.
-te entrenare yo, pero no peleare contigo. Y por cierto te irás conmigo de
viaje. No te dejare sola más tiempo. Te extraño demasiado. Te amo Bella- dije
por primera vez mientras su sonrisa se hacía enorme.
-te amo…- dijo.
Pero no termino la frase y entonces me di cuenta que solo una vez ha dicho
mi nombre. La primera vez que la hice mía y ni siquiera fue cuando entre. Fue
cuando la probé.
Cuando baje a su centro.
-di mi nombre Bella- pedí mientras mi mano bajaba por su cuerpo hasta
situarse donde mi erección estuviera minutos antes.
Frote su botón sensible.
-Edward- dijo gimiendo antes mis caricias.
-de nuevo- pedí incrementando el movimiento.
-¡¡Edward!!- repitió con la voz afectada por el placer.
-Otra vez- pedí mientras sustituía mis dedos por mi lengua y los anteriores
los metía en su cuerpo.
Haciendo lo que hiciera por primera vez. Y esta vez no solo lo dijo.
-¡¡¡Edward!!!- lo grito mientras se corría por segunda vez, pero en mi boca
y su miel nunca me supo mejor que justo ahora mientras seguía diciendo mi
nombre completamente loca de placer.
Sin querer o planearlo así me corrí también, solo que afuera.
-te amo - dije antes de chupar mis dedos y después besarla.
No necesito más para encenderse de nuevo. Pase una semana encerrado con
ella. Apenas abría para meter y sacar la bandeja de comida.
Nos tomo algunos días llegar al castillo que fuera su casa hasta su cumpleaños.
Habíamos salido dos semanas atrás y aunque habíamos parado únicamente en un
pueblo entre ambos castillos Bella no mostraba signos de agotamiento. Cabalgamos
por horas. Con ella a la cabeza. Y la deje hacerlo porque verla reír mientras
su cabello vuela al viento confundiéndose con la crin de su caballo es una
droga para mí.
-señor si su esposa sigue así, pronto será mejor que mis hombres- se acerco
Harry cuando mi esposa se bajo de un salto y sin ayuda.
Entro corriendo al castillo y se detuvo en la entrada. Se giro y me miro
con expresión de impaciencia. Ahí está la niña de 16 años.
-sí Harry, tienes razón y te diré una cosa más… llegará a ser mejor que yo
mismo. Y eso está bien. Será una gran señora. Capaz de defender sus tierras. Y cada hombre en mi
territorio le rendirá honores y la respetara como si fuera yo mismo. O morirá a
mis manos- dije mirándolo seriamente.
-o a las mías, si usted me lo permite- dijo Harry mientras otros
comentarios parecidos me llegaban de los hombres que nos acompañaban.
No había uno solo que no ame a mi esposa y de su vida por ella.
-Edward si no te apuras cumpliré años antes de entrar- dijo al llegar a
donde yo estaba, sonreír a los demás y jalarme con fuerza hacía el interior del
castillo.
Paso horas dándome un recorrido por todo el lugar, me enseño las torres, su
habitación, la de Alice, evito pasar por la de sus padres, la cocina, el
comedor, las bodegas, el cuarto secreto destinado para ellas ya que el otro
estaba tapiado, la vista desde las almenas, la vista desde el salón azul, los
armarios donde guardaban la ropa blanca, aunque este último fue para besarme.
-si no dejas de tocarme así… no saldremos de aquí Bella- advertí cuando
metió su mano entre mi ropa.
-esa es la idea, tómame, aquí- dijo
El lugar es reducido pero ventilado. La mire sin estar seguro.
-contra la pared- dijo mientras se quitaba el vestido.
La bese despacio, pero no es eso lo que ella quería, lo supe cuando me
mordió el labio inferior.
-Bella me duele- me queje cuando me saco sangre.
-te necesito Edward, no sé explicarte pero… te necesito- dijo con la voz
cargada de deseo y algo más que no reconocí porque nunca antes ha estado así.
Decidí que lo que mi esposa necesitara lo obtendría de mí.
-no seas delicado- pidió mientras yo entendía por dónde va el asunto.
Haciendo caso a sus deseos, quite su vestido y la puse contra la pared, no
baje como en veces anteriores, esta vez no me dejo. Me tomo del rostro
pegándome a sus labios.
-entra- pidió.
La tome de las piernas y la subí apoyándola contra la pared. Entre de una
sola embestida. Esta húmeda, pero no como otras veces, temí lastimarla pero la
urgencia en su mirada me hizo seguir.
-mas- pidió mientras me movía adentro y afuera.
Con cada embestida su cuerpo subía y bajaba, su cabello caía sobre ella
cubriendo su rostro, pero sus gemidos me dejaban saber que le gustaba.
-mas… quiero más- dijo.
Y le di justo lo que quería. En poco tiempo la tuve gritando y temblando.
Me corrí en ella apenas antes que ella se cerrara. Cuando por fin termine me
rodeo con las piernas y me abrazo sin decir más.
Se quedo colgada a mi cuerpo.
Aunque me ha gustado tomarla así, salvaje, fuerte, brusco, me pregunto ¿por
qué ahora?
¿Qué pasa por la mente de mi esposa?
-¿estás bien?- pregunte cuando no se movió más y su respiración se hizo
lenta.
-sí, gracias por eso. Lo necesitaba- dijo.
La baje despacio y me asegure que pudiera quedarse de pie. Cuando se dio la
vuelta note la piel de espalda enrojecida. Mire hacía la pared y solo ahí fui
consciente que no tiene tapiz como la recamara de nuestra casa.
Carajo.
-Bella esta lastimada de la espalda- dije sintiéndome miserable por herirla
de esa manera.
-no me duele, si es lo que estas pensado. Déjalo ya- pidió
-Bella…-
-déjalo ya esposo, si no hubiera
querido que pasara te lo habría hecho saber, ahora vamos, no hemos terminado de
recorrer el castillo- dijo cerrando el vestido.
La mire salir sin estar convencido. Pero decidí callar porque ya se ve algo
molesta. Seguimos caminando por el lugar.
La mayoría de la gente que trabaja ahí es nueva pero conocida. O eso me
dio a entender.
-¿los mataron a todos? -pregunto cuando no encontró a nadie de los que
trabajaran ahí antes que ella escapara.
-Bella déjalo ya… no quiero que te pongas mal, no debí traerte- dije
abrazándola.
Estaba llorando.
-¿Cuándo morirá ese bastardo?- pregunto con su rostro enterrado en mi pecho
y sus brazos rodeándome por la cintura.
-pronto amor… muy pronto- logre decir.
Entendí por fin lo que pasara en el armario. Necesitaba sentir algo más que
la tristeza, necesitaba algo que la hiciera olvidar que sus padres no están
más.
Para mi suerte, Jacob, quien nunca anda lo suficientemente lejos para mi
gusto, se ofreció a enseñarme las caballerizas y otras cosas del castillo
mientras ella descansaba. Después de llorar por horas aferrada a mí.
-aquí es donde Bella se hacía cargo de las importaciones y exportaciones.
Los barcos están anclados en el muelle, se tarda día y medio, seguramente ella
insistirá en ir. Siempre le ha gustado viajar por mar…-
-espera ¿Bella ha viajado en barco por más de un día antes de nuestro
viaje?- pregunte.
-claro, ella adora viajar por barco. Así viajábamos a Londres o a donde
fuera por negocios. No le daba la gana montar por semanas si podía navegar por
días. Pensé que se lo había dicho- dijo Jake con la expresión de culpa.
-no, no lo hizo pero no es malo. Al contrario- dije riendo.
Entendí que todo ese circo de que no estaba acostumbrada al oleaje del
barco fue un pretexto para llevarme a su cama, la ame un poco más.
Mi esposa es muy lista y cuando embosca irremediablemente caes. Y ahora entendí
lo de las diabólicas prendas. Lo de la pared, lo del armario y otras pequeñas
cosas que en conjunto tienen significado.
Casi todo fue para que Jacob estuviera cerca. Mis celos aparecieron de nuevo.
Oh sí, celos. Eso es. Pero es mía. Me ama a mí.
-bien, entonces le dejo para que revise los documentos que mi hermano ha
estado arreglando, sin Bella o Charlie, yo he estado haciendo los tratados. La
carta que me envió dejándome a cargo de esto me ha servido de mucho. Aunque
necesito saber si me quedare con Bella o si regresare a las negociaciones- dijo
-¿Qué te gustaría hacer?- pregunte.
Aun no se qué siente él por mi esposa con exactitud.
-bueno… salvo usted, mi hermano y yo no creo que haya alguien que pueda
seguirle el ritmo como para cuidarla apropiadamente. Pero estar al pendiente de
los negocios me dará la oportunidad de tener quizá una vida más larga y
eventualmente tener conocimientos sobre esto. Por si algún día deciden que soy
viejo para pelear- dijo riendo.
-justo ahora quiero que me ayudes a entrenarla en el combate. Si vamos a
estar viajando quiero que al menos pueda manejar una espada lo suficiente para
defenderse mientras la alejamos del peligro. Las revueltas se hacen más grandes-
dije seriamente.
-lo que necesita es una armadura, maneja la flecha y el arco mejor que los
tacones con los que corre en las escaleras. Y la espada no es problema. El
problema es el largo de su estocada. Necesita acercarse mucho para hacer daño y
es ahí cuando falla todo- dijo mientras tomaba asiento frente a mi después que
le señalará la silla.
-lo sé, lo vi el día que practicabas con ella. Pero curiosamente tengo el
arreglo para eso. Estando en parís visite un herrero. Se dice que tiene lo
mejor y las cosas más nuevas. Entre estas maravillas que maneja, existe una
maya metálica que soporta los golpes más bestiales que te puedas imaginar sin
romperse. Vi a un tipo dos veces más grande que mi hermano Emmet darle con un
hacha a la maya y no hacerle nada. El bloque de abajo se partió y la maya
intacta. Esta de más decirte que el material y lo que cobra por libra es casi
un insulto pero… mande a hacer una para ella. Cubrirá su cuerpo- dije mientras
los ojos del tipo se abrían.
-¿todo el cuerpo? No será mucho peso-
-no pesa, cubrirá sus brazos hasta la altura de los codos y sus piernas
hasta mas debajo de la rodilla- explique
-y en la zona de en medio… digo…- señalo su pecho a la altura de donde las
damas tienen más volumen.
-bueno esa parte la pedí abierta para que la ajuste con algo, cuando lo
ordene comente que quería para alguien que está en desarrollo. El hombre pensó
que me refería a los músculos y no quise sacarlo de su error. Si le digo que es
para una mujer me saca a patadas- dije antes de reír.
-cierto, me imagino que Bella salto de alegría como potro encantado en
cuanto lo vio- dijo con total confianza.
Y se dio cuenta de su error, uno que deje pasar porque pese a todo me esta
cayendo mucho mejor que antes.
-no lo sabe aun. Se la daré cuando partamos de nuevo. Nos falta mucho por
recorrer y quiero que ella venga con nosotros- pedí.
Si pensó que es raro, que no es lo correcto o lo que sea que paso por su
mente cuido de no hacer comentarios o expresar algo. Es la discreción andando.
Bella pov
Apenas nos quedamos tres semanas en mi antiguo castillo antes de partir de
nuevo. Visitaríamos las aldeas y el castillo del este, donde Alice y Jasper viven.
Después regresaríamos por el otro lado, pasando por la casa de Rose y de ultimo
pasaríamos por Gonder Dell, aunque Edward no quiere.
Vivo con la maya, que me regalara y
que me hizo hecho saltar como nunca, puesta a petición de él.
Recuerdo
-tengo algo para ti- dijo
a media noche después de hacer el amor.
-¿Qué es?- pregunte
esperando que fuera una joya o unos zapatos.
-cierra los ojos- pidió y
lo hice.
Le sentí levantarse y
regresar unos minutos después.
-ábrelos- pidió
Apenas lo hice mis ojos
se abrieron con ganas, frete a mi tenía una especie de vestido de acero, hecho
de pequeños aritos enlazados unos a otros. En color plata, brillante y aunque
fuera imposible de acuerdo a la cantidad de rueditas, liviana.
Me levante con ella en
las manos y me la puse antes de poder articular palabras, salte apenas la tuve
encima.
-si no fuera de acero te
haría el amor con ella puesta- dijo mientras me miraba.
Mi cuerpo se notaba
atreves de los espacios.
-puedes hacerlo- dije
mientras subía lentamente la maya hasta mis muslos.
-quítatela y lo hago-
pidió.
-quítamela…- susurre.
Pase un buen rato
haciéndolo feliz.
-prométeme que no te la
quitaras cuando estemos en camino-
-lo prometo- dije
mientras con la última embestida llegábamos al cielo.
Fin del recuerdo
Para mediados de abril estábamos por fin en el castillo donde sus padres
vivían ahora.
-Bella hija, si sigues montando así nunca quedaras en estado, mira que a
Rose no le falta mucho- dijo Esme sonriendo.
-hum... si claro- dije mientras evitaba sonrojarme.
Lo mío no es la maternidad. No mientras Aro siga respirando.
-vamos mama, deja en paz a mi esposa. Así estamos bien. Por ahora- dijo
Edward mientras me abrazaba y me llevaba a nuestra habitación.
-creo que hoy no te saltare encima. La verdad estoy cansada. Te amo. Buenas
noches- dije mientras me daba la vuelta.
Su rostro de decepción fue enorme pero igual no me pidió o intento nada.
Y pase la siguiente semana durmiendo la mayor parte del tiempo. Hasta que
fue momento de volver a casa. Aun debemos ver a Emmet en su castillo.
-cariño no te ves muy bien. Vamos necesitas descansar. ¿Qué haces montando
como hombre Bella?- pregunto Rose en cuanto baje de mi caballo.
-bueno el carruaje tarda mucho y no teníamos tanto tiempo. Anda se la mejor
amiga y déjame dormir- dije mientras me indicaba la habitación desde el pie de
la escalera.
Con más de seis meses esta enorme. Considerando que Emmet no es nada
chiquito. Me aterre con la idea. Edward tampoco lo es Me pondré así de enorme.
Si mis ideas son correctas. Para la cena decidí salir de dudas.
-Rose, cuándo supiste que estabas esperando ¿Qué fue exactamente lo que te
quito las dudas?- pregunte.
-bueno, los síntomas juntos. Los vómitos, la falta de mi periodo por más de
dos meses, los mareos… ¿estás embarazada?- pregunto por fin.
-no sé, no tengo nada de lo que mencionas salvo la falta de periodo y
duermo mucho más que de costumbre, como más también y siempre estoy
cansada, ¿Cómo puedo saber con
seguridad?- pregunte de nuevo.
-¿Cuánto llevas sin tu periodo?-
-tres meses… el ultimo me llego cuando estábamos en parís-
-pues sí lo estas Bella, el andar a caballo pareció no afectarte. La mayoría
lo perdería solo por correr. Cuídate. El primer trimestre suele ser el más
difícil. ¿Se te nota algo?
-nada, tan plana como siempre pero mis senos están sensibles y están más
grandes. Además me duelen, aunque Edward podría tener la culpa de lo ultimo-
dije desviando la mirada.
-No te sonrojes, sé de lo que hablas, los Cullen no son exactamente muy
tiernos y delicados todo el tiempo- dijo riendo.
Cinco días después regresamos a casa. En carruaje. El pretexto fue que
estaba agotada de tanto cabalgar. Y es cierto. Más o menos. Por fin llegamos a
casa y me perdí por tres días más.
-Bella debo partir por algo importante, una reunión de último minuto. Te
amo, regreso en cuanto pueda. No salgas sin Jake. Cuídate…- dijo antes de
besarme apenas después de despertarme.
Aun no le he dicho nada. A su regreso lo hare.
Pasaron tres días más.
-¿Qué pasa Mike?- pregunte al regresar de un paseo sin caballo a medio día
cuando encontré al hombre tratando de sacar a una mujer joven.
Bueno pasaba de los 25 años aunque
no por mucho.
-nada, Jake lleva a la señora adentro ahora- dijo serio.
-así que tu eres “la señora”- dijo la mujer mirándome con odio.
-¿y quién eres tú?- pregunte mientras Jake hacía por jalarme.
Me solté mirando a Mike y a la mujer.
-Soy Victoria. La amante de Edward- dijo sin reparo alguno.
-¿Qué dices?- pregunte.
-soy su amante, lo he sido desde antes que se casará contigo seguí siéndolo
después también, de hecho… vine porque estoy esperando un hijo de él y… -
Y mi mundo se rompió en millones de pedazos.
La oscuridad lo invadió todo.
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