Capítulo 7: Ojalá fuera cierto
Edward se removía inquieto en la cama; los últimos acontecimientos de la noche le impedían conciliar el sueño... no sabía qué misteriosa fuerza le había impulsado para acceder a esa tradición.
Pero no se arrepentía en absoluto; en cuánto sus labios hicieron contacto con la nívea y delicada piel de Bella, un electrizante y a la vez maravilloso hormigueo se adueñó de cada célula de su cuerpo; sintió que su corazón, por primera vez en muchos años, palpitaba de nuevo, rebosante de vida... y todo por aquella chica, que se había ido adueñando, poco a poco, del cariño de todos los habitantes del rancho... y de él.
Su dulce tormento... eran tan frágil, tan delicada, tan joven... su conciencia le gritaba a voz en grito, atormentándolo sin descanso; se llevaban diez años, era prácticamente una niña que, por desgraciadas circunstancias de la vida, había crecido de repente, topándose de bruces con la cruda realidad... pero su corazón clamaba sin descanso por obtener su cariño, por obtenerla a ella entera.
Suspirando con paciencia, de nuevo se revolvió inquieto en la cama; siempre le oía decir a Esme que el corazón no atiende a razones, y ahora lo comprobaba en primera persona... pero la súbita huida de Bella le cayó cómo un jarro de agua fría; se quedó petrificado al verla salir despavorida, pero la familia no le dio más importancia a la cosa. Rodó los ojos ante los aplausos y vítores de sus hermanos, que le felicitaron, sin pudor alguno, por haberse acercado a alguien del sexo opuesto por su propia voluntad. Quiso correr detrás de ella, preguntarle si su atrevimiento la había molestado; cierto es que en las últimas semanas se habían acercado bastante, ya fuera hablando o haciendo cualquier otra cosa; sabía que su presencia no le era indiferente a Bella. Ella se comportaba con sus hermanos de otra manera, y aunque ella misma se encargara de disimularlo, ese sonrojo tan adorable en sus mejillas, o su repentino nerviosismo y tartamudez que se adueñaban de ella la delataban a todas luces.
Pero después de lo ocurrido hace unas horas, la ínfima esperanza que se había encendido en el interior de Edward se desvanecía por momentos.
Poco a poco, se fue quedando dormido, decidiendo antes de caer en la inconsciencia, que mañana le pediría disculpas si el beso la había molestado.
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A la mañana siguiente, una ojerosa Bella encendió las luces de la cocina, dispuesta a preparar el desayuno de navidad sin muchos ánimos. La noche en vela le había pasado factura, y su cuerpo agradeció el café caliente y cargado que se preparó lo primero de todo.
Una tradición... la había besado simplemente por cumplir una tradición... por lo menos, había podido sentir por una vez esa descarga que sufrió su corazón nada más sus labios la rozaron; que sensación tan maravillosa...
El pequeño corazón de la joven se estrujó por la pena... amaba a Edward, ya no tenía duda alguna de ello... no sabía desde cuándo, puede que desde que entrara por primera vez en esa casa, desde que sus ojos lo vieron allí parado junto a sus hermanos... o puede que desde aquel paseo a caballo, dónde él destapó sus sentimientos, dónde el sostuvo su mano tanto rato mientras le hablaba de su madre.
Gimió con frustración, con rabia, con pena... ¿por qué tenía que enamorarse de él?; en comparación con él era una niña; Edward nunca pondría sus ojos en ella, ni la vería cómo algo más que una especie de hermanita pequeña, al igual que el resto de los hermanos Cullen... o puede que ni eso. Que alguien tan cerrado cómo Edward le hubiera abierto su corazón una vez no significaba que fuera a ser así siempre.
Así que después de estar toda la noche dándole vueltas a la cabeza, decidió que enterraría ese sentimiento en el fondo de su corazón, y no permitiría que saliera; dolía, y mucho, pero se conformaría con amarlo en silencio, y en cierta medida, cuidar en la distancia de él, escuchándole y animándole cómo ya lo había hecho.
-Buenos días Bella- la alegre voz de Esme hizo que la muchacha agitara la cabeza, saliendo de sus cavilaciones; esbozando una pequeña sonrisa, le devolvió el saludo.
-Buenos días Esme, feliz navidad-.
-Feliz navidad para ti también, Bella; ¿lo pasaste bien anoche, en la cena?- le interrogó mientras se servía otra taza de café.
-Muy bien- reconoció Bella, recordando lo divertida que estuvo la cena, animada por las ocurrencias de los hermanos -si te soy sincera, es la primera cena de nochebuena que he celebrado en muchos años-.
-Me alegra oír eso, hija- le respondió, devolviéndole la sonrisa -por cierto, el colgante es precioso- Bella elevó su mano, acariciando la estrella con sus dedos. Por lo menos, tendría siempre con ella un pedacito de Edward.
-Es muy bonito- alabó ella también.
-Me sorprendió de Edward, no lo puedo negar- meditó la mujer en voz alta -pero creo sin ninguna duda que es cómo una ofrenda de paz- Bella escuchaba atenta sus palabras -además, se os ve mucho mejor; por lo menos podéis llevar a cabo una conversación-.
-Eso es cierto- susurró Bella, bajando la mirada hacia su taza -bueno... voy a empezar con el desayuno-.
La sabia atención de Esme no pasó por alto el tono melancólico que, inconscientemente, había adquirido la voz de Bella. Hace unos días, los pilló hablando animadamente en el jardín, y lo que vieron sus ojos no ofrecía lugar a dudas. Y ayer, esa estrella de plata le confirmó que lo que vio esa tarde era cierto... solamente esperaba que tarde o temprano Edward cediera a su corazón y que por fin, fuera feliz.
En una animada charla, ambas prepararon el desayuno, y el resto de la familia bajó media hora después. El desayuno fue realmente incómodo, ya se sentía esa penetrante mirada verde fijamente en ella, observando cada uno de sus gestos.
Hoy no se trabajaba en el rancho, de modo que una vez terminaron, Bella se quedó recogiendo la cocina, mientras que el resto de la familia disfrutaba de su día libre. Emmet y Rosalie salieron a pasear con el pequeño Owen aprovechando que no hacía mucho frío; Carlisle y Esme se unieron a la pequeña familia, y Jake y Jasper se perdieron cada uno en sus aficiones.
No sintió los pasos que se acercaban a ella, y el suave toque en su hombro hizo que pegara un respingo, llevándose la mano al corazón y girando abruptamente.
-Lo siento, no quería asustarte- se disculpó Edward, con tono amigable.
-No pasa nada- le quitó importancia Bella; se quedó absorta mirándole, y los sucesos de la noche anterior golpearon su memoria, haciendo que esa ola de pena y desamor se instalaran en su cuerpo.
-¿Quieres dar un paseo conmigo?- le propuso, esbozando esa sonrisa tan bonita.
-Lo siento, tengo cosas que hacer por aquí todavía- se excusó Bella; nada le hubiese gustado más, pero no quería estar a solas con él, se ponía muy nerviosa... demasiado. Edward contuvo la mueca de desilusión, pero esbozó una pequeña sonrisa, que no le llegó a los ojos.
-No importa- tranquilizó a la joven -verás, Bella... yo quería pedirte disculpas por lo de ayer- le explicó con cautela.
-No pasa nada- se encogió indiferentemente de hombros -es una tradición... no hay por qué darle más vueltas al asunto- Edward escuchaba esas palabras, que se clavaban cómo flechas en su corazón... de nuevo se le rompía a pedazos.
-Claro- soltó con un sonoro suspiro -te veo en la comida- salió de la cocina cómo el alma que llevaba el diablo; necesitaba salir de aquella casa. Sin decir una sola palabra, enfiló hacia los establos, ensillando a Concord y saliendo al galope sin rumbo.
A través de la ventana de la cocina, Bella lo vio salir a toda velocidad, espoleando furiosamente a su caballo... no pudo verle la cara, y si lo hubiera hecho, se hubiera dado cuenta del rictus que imperaba en el rostro de Edward.
Cabalgó durante toda la mañana, sin rumbo fijo, hasta que paró enfrente del pequeño lago en el que ambos habían estado hace unos días; sus sospechas se confirmaban después de esa breve pero concisa conversación... ella no quería nada con él, aunque no le fuera indiferente. Su corazón volvió a sufrir un fuerte revés, y era igual o incluso, más intenso de lo que había sentido cuándo rompió su compromiso con Jessica.
Verla a partir de ahora sería una completa tortura; cada vez que la tenía delante, su cuerpo se consumía por el deseo... su mente volvió a recrear el delicado cuerpo e la joven, su piel de porcelana, sus estrechas caderas, la curvatura de sus pequeños pero bien formados pechos... notó que cierta parte de su anatomía despertaba, después de mucho tiempo dormida... dios... si sólo imaginarla era así... ¿cómo sería tocarla de verdad... y hacerle el amor hasta que ambos se consumieran?
Pero a los pocos segundos desechó ese pensamiento de su cabeza... no quería terminar de nuevo con el corazón hecho añicos... aunque ya lo tuviera.
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Las fiestas navideñas siguieron su curso, y pasaron sin sobresalto alguno. En la celebración de nochevieja y año nuevo, Emmet y Rosalie no estuvieron presentes, ya que la pasaron con la familia de ella. De modo que cenaron únicamente Jake, Jasper, Edward, Carlisle y Esme, junto con Bella.
Desde el día de navidad, Bella y Edward apenas cruzaron palabra alguna, aunque cuándo se dirigían el uno al otro lo hacían con educación; por lo menos, las peleas quedaron en el olvido. Edward apenas podía cruzar más de dos palabras con ella a solas, ya que en cuánto la chica sentía su presencia, salia huyendo con cualquier excusa. Carlisle y Esme no notaron nada extraño, ya que esos días había mucho trabajo en el rancho, pero si los hermanos.
-¿No has notado raro a Edward desde navidad?- le interrogó Jasper a Jake, medio escondidos en el establo de los caballos.
-Pues ahora que lo dices... un poco- le dio la razón su hermano, apoyándose en una columna y cruzando los brazos -apenas se miran-.
-Cierto- aprobó Jasper -es cómo si se estuvieran escondiendo el uno del otro-.
-Siento decírtelo... pero nuestro plan de amañar el amigo invisible para acercarlos no está resultando- le recordó Jake, arqueando una ceja.
-Gracias por tu apreciación, Sherlock- rodó los ojos con fastidio -pero yo sigo en mis trece... estos dos suspiran en uno por el otro-.
-Ahí te doy la razón; el otro día pillé a Edward mirando a Bella mientras ponía la mesa con Esme- sonrió burlón -se le caía la baba-.
-¿Por que demonios no le confiesa lo que siente?- bufó Jasper, pegando con la punta de su bota en el suelo -Bella también le quiere, se le nota demasiado-.
-¿Te has parado a pensar que Bella no capta todas esas señales?- le aclaró Jake -es demasiado inocente... en parte estoy con Edward, es una niña- meditó en voz alta.
-Es mayor de edad- le recordó de vuelta su hermano -y puede que tengas razón, y que Bella no sepa captar esas señales, ni la del regalo... apenas ha salido con chicos, a excepción de ese medio novio que tuvo en el instituto-.
-¿Y eso nos lleva a...?- Jake hizo un gesto con la mano, instando a su hermano a continuar.
-Nos lleva a seguir con la segunda fase del plan- resolvió Jasper satisfecho.
-Te escucho-.
-Pasado mañana me voy con Edward a Montana durante dos semanas, a ese comité agrario- le empezó a explicar -y pienso sacarle el tema- Jake meditó antes de hablar.
-De poco te va servir; te lo va a negar y lo sabes... parece que no conoces a Edward- masculló entre dientes.
-Jake... ¿nunca has oído ese dicho... de que los niños y los borrachos siempre dicen las verdades?- le contestó Jasper a la vez que una amplia sonrisa malévola cruzaba su rostro. La carcajada del hermano mayor no se hizo esperar.
¿Vas a emborracharlo para que confiese?; pero si Edward apenas bebe- le recordó.
-Eso dejámelo a mi- replicó éste de vuelta.
-Vale doctor amor- se burló Jake de su hermano -y una vez que lo confiese... ¿qué diablos piensas hacer?; ¿raptarlos a ambos y encerrarlos en una habitación hasta que se declaren sus sentimientos?-.
-No, idiota... piensa un poco... si de algo peca tu hermano es de...- dejó la frase inconclusa, esperando a que Jake la completara.
-¿A qué te refieres?- preguntó confuso. Jasper rodó los ojos.
-Jake... ¿recuerdas que te conté cómo una vez que estabais tú y Bella hablando en los establos, te miraba cómo si quisiera fulminarte?- la mente de Jake seguía en blanco, de modo que Jasper siguió hablando.
-Celos- aquella simple palabra resultó iluminar la mente de Jake, que esbozó una sonrisa lobuna.
-De modo que tu plan es ponerle celoso hasta que confiese- resolvió éste.
-Sip- afirmó, pagado de si mismo -recuerda que Edward es celoso con lo que más quiere... cuándo el y Jessica eran novios, la protegía por encima de todo-.
-De modo que le vas a poner celoso y...- las palabras de Jake fueron interrumpidas por la voz de Emmet, que justo entonces se dejaba ver.
-Le vamos a poner a prueba... todos-.
-¿Lo sabías?-.
-Jazz me lo contó el otro día- le aclaró, secándose el sudor de la frente con la palma de la mano -en cuánto Edward vea que nos acercamos demasiado a Bella...-.
-Inocentemente- acotó Jasper, mirando a Jake -nadie va a seducir a nadie-.
-Eso lo daba por sentado- le recriminó Jake -me parece que nos vamos a divertir... contad conmigo- respondió satisfecho. Los tres hermanos chocaron sus manos, y Jazz sonrió para sus adentros... si dentro de unos meses no eran los tres testigos de la boda de Edward y Bella, dejaría que la encantadora señorita Brandon instalara un escenario en el establo para las reses, con una orquesta en directo.
Unos días después, Edward y Jasper se encontraban en Montana, dónde los congresos y seminarios ganaderos coparon la mayor parte de su atención. Después de cenar, Jasper sugirió a Edward acercarse al bar del hotel, a tomar una copa... a pesar de sus renuencias, finalmente aceptó, dejándole claro a Jasper que una copa y se subía a la habitación.
Después de que las bebidas estuvieran en la mesa, ambos se enfrascaron en un debate acerca de ampliar o no el establo para las reses preñadas. Sin darse cuenta, los minutos fueron pasando... y Edward, que se relajó considerablemente, no se dio cuenta de que su hermano iba pidiendo más copas según se las iban bebiendo. La conversación se vio interrumpida cuándo unas risas femeninas resonaron en el solitario bar del hotel. Dos chicas reían alegres mientras compartían confidencias. Edward giró la vista, observándolas. Una de ellas tenía el pelo color castaño, y le caía hasta media espalda... cómo su Bella.
-¿No están mal, verdad?- Edward giró de nuevo la vista hacia su hermano, que tenía una sonrisa cómplice en la cara.
-No- se encogió de hombros. Jasper notó el tono de voz de su hermano, afectado por el alcohol.
-Edward- le llamó con cautela -¿no crees que estás muy solo?-.
-Así estoy... hip... estoy muy bien, hermanito- arrastró las palabras.
-Son guapas- volvió a señalar a las chicas, pero éste apenas las miró -vamos Edward- le palmeó el hombro -no puedo creer que en todos estos años no te hayas fijado en ninguna- le intentó sonsacar.
-¿Y tú?- le recriminó Edward de vuelta -que yo sepa, tú tampoco tienes ninguna novia a la vista-.
-Tampoco he encontrado ninguna que me interese de verdad- musitó entre dientes, pero la imagen de la señorita Brandon apareció de repente en su cabeza.
-Pues estás mejor as... así- le consoló Edward, agarrando de nuevo el vaso -si te fijas en una que luego no te hac... hace caso es mucho peor- Jasper aplaudió para sus adentros, observando cómo su hermano bebía la copa de whisky casi de un trago.
-¿Por qué dices eso?- interrogó, muy interesado por el giro que tomaba la conversación.
-Por nada- Edward se puso de pie, y tuvo que agarrarse ala mesa, ya que se tambaleó ligeramente -he bebido demasiado, me voy a dormir-.
-Mierda- siseó Jasper, levantándose y dejando unos billetes en la mesa -Edward, espera- alcanzó a su hermano casi a la altura de los ascensores. Al intentar entrar en el interior, Edward por poco arrolla a una pareja que salía de éste, así que pasó un brazo por la cintura de su hermano.
-¿Sabes una cosa, pequeño Jazz?- le preguntó Edward, sonriendo y pasando su brazo por los hombros de su hermano, apoyándose -de hecho... yo sí que me he fijado en una... pero no me hace ni el más mínimo caso- Jazz suspiró resignado... su hermano estaba cómo una cuba, y conociendo los efectos que tenía el alcohol en él, mañana no se podría ni levantar de la cama... pero por otra parte, estaba a punto de confesar.
-No me puedo creer que alguien se resista a Edward Cullen- se burló inocentemente -¿la conozco?- preguntó cómo si tal cosa.
-Ah ah...- le señaló Edward con su dedo índice -es un secreto- soltó con una risita.
Jasper bufó cabreado mientas conducía a Edward a la habitación doble que ambos compartían. Normalmente pedían una para cada uno, pero esa vez no pudo ser, el hotel estaba al completo. Dejó caer a su hermano en la cama, y le quitó la chaqueta y los zapatos; Edward se quedó dormido nada más que su cabeza tocó la almohada.
Jasper se quitó la ropa e imitó a su hermano... había estado a punto de confesar... y por más que lo intentó desde el ascensor hasta la puerta de su cuarto, Edward le taladró los oídos con que era secreto.
Le costó conciliar el sueño, debido al café tan cargado que se había tomado después de cenar, y al cabo de un rato, sin conseguir dormirse, se levantó y se fue al pequeño salón que tenía la habitación. Vio la tele un rato, pero los anuncios comerciales no eran demasiado interesantes, de modo que la apagó y regresó de nuevo a la cama... cuándo un nombre salió de los labios de su hermano.
-Bella...- Edward se removió inquieto, dándose la vuelta y abrazando uno de los cojines que estaba en su cama.
-Edward, ¿estás bien?- le preguntó su hermano en un susurro, pero no recibió respuesta alguna... hasta que éste volvió a murmurar, perdido en sus sueños.
-Bella... mi Bella...- Jasper no insistió más, pero una sonrisa afloró en su cara, a la vez que cerraba los ojos. Mañana llamaría a casa... para informar a Jake; el plan estaba en marcha.
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La semana pasaba tranquila en el rancho Killarney; después de las navidades volvió la frenética actividad de todos los días, y ahora que Jasper y Edward no estaban, apenas tenían un minuto de respiro.
Carlisle revisaba los albaranes y firmaba cheques sin parar... deseaba que Edward volviera de una vez, los números y los papeles no eran lo suyo. Un suave golpe en la puerta de su despacho le sacó de esa tediosa tarea.
-Pase- dijo en voz alta. Esbozó una sonrisa al ver la silueta de Esme, que lentamente cerró la puerta, acercándose a su mesa.
-Venía a ver si podía echarte una mano- se ofreció. Carlisle le abrió los brazos, y ella entendiendo el gesto, se sentó en su regazó, acurrucándose contra él y suspirando satisfecha.
-Apenas te veo estos días- se quejó ella.
-Yo también te hecho de menos- le respondió él, levantando su cara y besándola con ansias. Ella pasó las manos por su cuello, acercándola más hacia su cuerpo y devolviéndole el beso con ganas.
-Carlisle- le reprendió Esme, riendo contra sus labios -nos van a pillar-.
-Es que no puedo contenerme- le respondió éste, con voz ronca -siempre necesito más y más...-le explicó, subiendo una de sus manos hasta el contorno de su seno derecho, trazando su forma con uno de sus dedos. Esme jadeó por el toque, atacando sus labios de nuevo. Sin romper ese pasional beso, Carlisle introdujo una de sus manos debajo de la blusa de ella, acariciando la piel de su estómago... pero unos golpes en la puerta hicieron que Esme saltara de su regazo.
Carlisle esperó unos segundos para responder, atusándose el pelo y poniendo bien su camisa; miró a Esme, que después de imitar su gesto, le indicó que ya podía contestar, poniéndose a leer uno de los papeles que estaban por la mesa.
-Adelante- la cara de Bella asomó por el marco.
-Perdón por la interrupción- a la joven no se le pasó por alto el sonrojo de Esme, ni los labios hinchados de ambos; pero ahogando una risita, hizo cómo si no hubiera notado nada -está aquí la señorita Brandon- explicó -quiere hablar contigo-.
-Hazla pasar- le pidió con una sonrisa. Bella salió de la vista de ambos, y Esme soltó un sonoro suspiro de alivio.
-Por poco- Carlisle la observaba con una sonrisa, tomándole la mano.
-Perdona... pero eres irresistible- la piropeó divertido. Esme sonrió, dejando un pequeño y rápido beso en sus labios, antes de salir.
-Esta noche- le susurró, abriendo la puerta y saliendo. Justo en ese momento, Bella llegaba con la señorita Brandon.
-Adelante, por favor- le indicó amablemente el hombre, poniéndose de pie -creo que las otras veces ha hablado con mis hijos; soy Carlisle Cullen- le ofreció su mano, que la joven tomó, sonriendo educadamente.
-Alice Brandon, es un placer conocerle en persona por fin-.
-¿Quiere un té, café...-.
-Un café, si no es molestia- aceptó la joven, impolutamente vestida con un traje chaqueta gris y una blusa morada.
-Enseguida- Bella salió para preparar el tentempié, y ambos tomaron asiento.
-¿En qué puedo ayudarla, señorita Brandon?- inquirió amablemente.
-Verá, he estado hablando con su hijo Jasper un par de veces, y no sé si le habrá explicado la proposición que le hice- empezó a explicarle, sin más rodeos.
-Algo me comentó- le aclaró Carlisle -pero creo que mi hijo le dejó claro que no estamos interesados en ese tipo de estudios-.
-Pero casi todos los ranchos del condado han aceptado participar- contratacó Alice -ustedes sólo tendrían que poner su ganado y sus establos... y las condiciones económicas son a tener en cuenta-.
Una vez que Bella sirvió el café, Alice le explicó todo lo que le había contado anteriormente al hijo de Carlisle Cullen; éste abrió los ojos cuándo la señorita Brandon le dio la cifra que percibirían por "prestar", por así decirlo, su ganado e instalaciones para ese experimento... además, no suponía riesgo alguno para sus animales, y estarían puntualmente informados sobre los resultados del laboratorio, que analizarían las muestras de carne en el matadero.
-¿Doce mil dólares al mes por participar en el experimento?- preguntó una vez más, patidifuso.
-Eso es- le respondió Alice, esbozando una sonrisa -se ha invertido mucho dinero en estos estudios, y la comisión opina que es un precio justo, dado que invadimos su lugar de trabajo; aparte, si los resultados del laboratorio son favorables, esa cifra se incrementará sustancialmente-.
-Vaya... ¿y ésto se lo explicó a mi hijo Jasper?- preguntó éste, cruzando sus manos encima de la mesa.
-No me dejó terminar, de modo que no llegué a la cuestión de las cantidades- bufó cabreada la señorita Brandon, acordándose del asno integral que era Jasper Cullen. Carlisle meditó unos minutos, hasta que cogió su teléfono.
-He llamado a mi hijo- le aclaró a ésta, una vez colgó. Alice se revolvió inquieta, pero cuándo vio que solo Jake entraba, respiró con alivio.
-Creo que ya conoce a mi hijo Jake-.
-Así es, un placer verle de nuevo- saludó Alice.
-Un gusto volver a verla, señorita- Jake ahogó una carcajada, recordando la primera visita de la señorita Brandon al rancho. Una vez sentados los tres, Carlisle le relató a su hijo todo lo que la señorita Brandon le había explicado.
-Los beneficios son a tener en cuenta- murmuró pensativo, recostándose en la silla; miró a su padre, sonriendo complacido -podemos intentarlo-.
-Perdonen que me inmiscuya; ¿sus otros hijos no pondrán pegas?- interrogó temerosa.
-Bueno... técnicamente, soy el dueño- le aclaró Carlisle -y aunque mis hijos también tienen participaciones en el rancho...- Jake lo interrumpió, acabando la frase por él.
-La decisión final es suya- señaló a su padre con un divertido gesto, que hizo reír a la chica.
-Entonces...- interpeló ansiosa Alice.
-Aceptamos- Carlisle se puso en pie, gesto que imitaron Alice y Jake; le tendió la mano a la joven , que la estrechó complacida. Una vez aclarados los términos, la señorita Brandon quedó en volver dentro de dos días, con el contrato listo para firmar y el equipo para instalar el sistema de audio en los establos.
Una vez Alice Brandon abandonó el rancho, Carlisle llamó a Emmet, contándole su decisión, cosa que también hizo con Bella y Esme en la cena. Bella sonrió divertida ante el rumbo que tomaban los acontecimientos.
-De modo que al final los animales comerán y se relajarán al son de la música- expresó divertida, ya en la cocina, recogiendo y en compañía de Jake.
-Eso parece- le confirmó Jake -el inútil de mi hermano no la dejó terminar de explicarse... si hubiese escuchado tales cantidades, ya tendríamos ese sistema instalado en los establos- Bella cayó en la cuenta... ¿cual sería la reacción de Jasper?; pero Jake pareció leerle la mente.
-Te aseguro que nos lo vamos a pasar muy bien Bells- canturreó con una sonrisa -además, la señorita Brandon pasará dos veces a la semana por aquí, para supervisar el asunto-.
-No me quiero ni imaginar la reacción de Jasper- murmuró Bella, ante la diversión de Jake.
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Una semana después, Jasper y Edward regresaron a casa; llegaron a media tarde, y cuándo cruzaron el umbral de la casa principal, se fijaron en el intenso silencio que reinaba en ella.
-Deben de estar en los establos- se encogió Edward de hombros. Subieron a cambiarse, y ya con los vaqueros y las botas, salieron al encuentro de la familia. Observaron que en la puerta había dos furgonetas blancas, que no pertenecían al rancho, y tampoco les eran conocidas. Bella y Esme estaban en la puerta, y ambas se acercaron a saludarles.
-Bellie Bells- expresó contento Jasper, levantándola del suelo y dándole un cariñoso abrazo; Edward, que estaba abrazando a Esme en esos instantes, se quedó clavado en el sitio, observando la efusividad de su hermano... y una punzada de pena asoló su interior cuándo Bella simplemente le dirigió un simple "hola Edward", que a poco atina a devolver. Después de saludar a Emmet, Jake y a su padre, Jasper se adentró en el establo, seguido de Edward y del resto, quedándose en la puerta, observando trabajar a unos hombres desconocidos, colocando algo en las paredes.
-¿Qué es todo ésto?- interrogó a Jake.
-Verás hijo... al final he decidido aceptar la propuesta de la señorita Brandon- le confirmó su padre, acercándose a él. Los ojos de Jasper se salieron de sus órbitas, mirando a su familia con cara de póquer.
-¿Cómo dices?- preguntó confuso.
Después de informarles sobre el acuerdo alcanzado con la señorita Brandon, y sobre todo, de las cantidades que percibirían, Edward, el encargado de las cuentas, soltó un silbido de admiración.
-Interesantes beneficios- musitó pensativo -nos vendrán muy bien- Jasperlse dirigió una mirada envenenada, ante la diversión de Jake y Emmet.
-Pero bueno... ¿nos hemos vuelto todos locos?- interrogó a su familia -no puedo creer que ahora nuestras vacas vayan a tener nanas para dormirse- inquirió, molesto.
-Vamos Jazz, no es para tanto- le intentó consolar Emmet.
-¿Qué será lo próximo, ponerles camas con sábanas de algodón egipcio?- siguió relatando, moviéndose de un lado para otro -pues yo sigo pensando que esos estudios no valen para nada... dudo mucho que la calidad de la carne dependa en si las vacas están o no menos extresadas-.
-Eso lo averiguaremos en unos dos meses, que se tomarán las primeras muestras- le informó su padre -la señorita Brandon pasará por aquí dos veces a la semana, para supervisar que todo vaya bien- Jasper se giró para mirar a su padre, incrédulo por lo que oía -y quiero que la ayudéis en todo lo que os pida-.
-Estupendo, magnífico- siseó cabreado; ahora tendría a la psiquiatra de los animales metida en el rancho... lo que le faltaba. Justo en ese momento, la música suave de Chopin resonó en el inmenso establo.
-Perfecto- alabó Sam, el capataz- se oye muy bien- dijo, ante la mirada furibunda de Jasper y el divertimento del resto los hermanos Cullen.
Edward observaba a Bella de reojo, colocada entre Jake y Emmet, comentado las novedades que iba a experimentar el rancho Killarney a partir de ahora. Oyó la suave risa de la chica... y una punzada de celos se instaló en su pecho... ¿por qué no podía ser él el causante de su alegría?
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Ahora si nenas, el capi correcto, lo siento, subir tres fics me pone algo bastante perdida...