viernes, 8 de junio de 2012

Cowboy de mi corazón


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Capítulo 5: Alice Brandon ataca de nuevo



Más de dos semanas habían pasado desde el día de Acción de Gracias y desde que Bella mantuvo esa conversación, si se le podía llamar así, con Edward. Estaba más que comprobado que hiciera lo que hiciera, no conseguiría llevarse bien con él; de modo que adoptó una actitud de fría cortesía en su presencia; le daba los buenos días, servía las comidas y se sentaba con el resto de la familia, tratando de ignorar la mirada verde que la seguía a todas partes.

Esa actitud de Bella hizo que Edward se enfureciera más consigo mismo, ya que en más de una ocasión intentó hablar con ella, pero fue inútil. En presencia de la familia le contestaba con educación, pero apenas lograba hilar tres palabras seguidas; y Edward se había dado cuenta de que evitaba quedarse a solas con él. Eso le provocaba sentimientos contradictorios; había veces que se enfurecía y maldecía para sus adentros, y otras veces parecía que una punzada de dolor se instalaba en su pecho... pero en el fondo de su corazón sentía envidia de la relación que tenían sus hermanos con Bella.

Esa joven le traía de cabeza cada día más... y no podía evitar mirarla de reojo, observando cómo trasteaba por la cocina con movimientos ágiles y silenciosos; cómo compartía confidencias con Esme, su preciosa sonrisa cuándo asentía algo a lo que ésta le decía; su cara de concentración cuándo preparaba la comida, arrugando la frente y haciendo una preciosa mueca de desacuerdo cuándo probaba lo que estaba cocinando y no quedaba conforme con el resultado...

-¿Te encuentras bien?- una voz le sacó de su particular sueño -¿Edward?- al girarse, se topó de lleno con la cara extrañada de Jasper, que lo miraba sin entender.

-Si- respondió, meneando la cabeza -¿qué decías?- en realidad, no había escuchado una sola palabra de lo que le había dicho su hermano. Jasper rodó los ojos, ignorando la última pregunta de su hermano pequeño.

-Jake me ha dicho que vas a irte una semana a San Antonio, a ese congreso de ganaderos- le preguntó a Edward; éste arqueó una ceja, mirando a su hermano de hito en hito.

-¿Qué tiene de malo?- interrogó éste, frunciendo el ceño. Jasper se encogió de hombros, aparentando normalidad.

-Nada, nada- contestó Jasper con cautela -es que me parece raro; hace más de un mes y medio que llegó la carta, y en un principio dijiste que no irías-.

-Pues he cambiado de opinión- dijo Edward, volviéndose y saliendo del establo. Jasper suspiró con frustración, siguiendo a su hermano.

-No te enfades, Edward- intentó aplacarle Jasper; conocía a la perfección los gestos de su hermano, y sabía que no tardaría en enfadarse -simplemente me resulta raro; antes iba a Jake a los congresos y a las reuniones de negocios, y desde hace un mes vas tú- observó -es cómo si quisieras huir de aquí-.

-No creo que tenga nada de malo salir un poco- se defendió Edward; al girar la vista se encontró con su dulce tormento; Bella caminaba hacia el garaje, buscando algo en su bolso. Jasper también giró la cabeza en esa dirección, y al instante comprendió lo que pasaba. Decidió tentar a la suerte, y se giró de nuevo hacia su hermano.

-¿Es por ella?- los ojos verdes de Edward se clavaron en su hermano, traspásandole con la mirada.

-No digas tonterías- masculló entre dientes; hizo ademán de darse la vuelta, pero su hermano le cortó el paso.

-Desde Acción de Gracias estáis los dos un poco raros- siguió relatando Jasper -¿ha pasado algo?-.

-Nada- respondió Edward, con tono seco y malhumorado. Jasper tuvo que insuflar aire, dándose valor a si mismo para hablar.

-No es mala chica, Edward; es muy dulce y buena- le recordó su hermano -y apuesto a que si dejaras de comportarte cómo un cabezota malhumorado, tu también te llevarías muy bien con ella- Jasper prefirió dejar sus sospechas y teorías para otra ocasión... pero sabía de sobra que había algo más detrás de la actitud de su hermano.

-Parece que la niña se ha hecho la dueña y señora de la casa; todos la adoran- replicó Edward cabreado.

-Simplemente se hace querer- le corrigió su hermano -y no pide nada a cambio; lo ha pasado muy mal estos últimos meses- le volvió a recordar. Edward simplemente se quedó callado; el sabía de sobra todo lo que Bella había sufrido, y le hubiera gustado hacer un poco más pequeña esa pena que la joven arrastraba. Sin decir una sola palabra, se alejó deprisa; necesitaba estar solo.

Jasper se quedó plantado en el sitio, mirando cómo se alejaba. Justo en ese momento, Carlisle se acercaba a su posición.

-¿Qué ocurre, hijo?- le interpeló su padre, siguiendo con la mirada cómo Edward se alejaba.

-Nada, tranquilo- le aclaró éste -ya sabes cómo es Edward- se encogió de hombros, pero a su padre no le convenció esa explicación.

-Lleva unas semanas muy raro- musitó preocupado -¿te ha dicho qué le pasa?; ¿no tendrá nada que ver con Bella, verdad?- Jasper sonrió para sus adentros... parecía que no era el único que se había dado cuenta.

-No, no- mintió de forma descarada -simplemente hemos estado hablando del congreso al que va a asistir en San Antonio- le empezó a relatar; por suerte, su padre no hizo más preguntas, y ambos se dirigieron al establo de los sementales, debatiendo sobre la subasta que tendría lugar en una semana, y a la que querían asistir, para aumentar las cabezas de ganado.

Carlisle se quedó detrás de la barrera; Jared y Quil estaban intentando meter a uno de los toros hacia el pequeño habitáculo que había dentro del establo, dónde el veterinario examinaba a los animales. Jasper estaba ayudándolos, cuándo por la puerta apareció Sam.

-Buenos días jefe- le saludó éste -la señora Cope espera en la oficina, para firmar unos cheques- le explicó -no encuentro a Edward, sino se lo diría a él- le aclaró Sam.

-Vamos entonces- le instó -¡Jasper!- su hijo se volvió -voy con Sam a la oficina- le advirtió. Éste levantó la mano, en señal de que lo había escuchado. Su padre y su segundo de a bordo salieron, y el se concentró en ayudar a Jared y Quil para que el toro se metiera por voluntad propia en el habitáculo. Pero el enorme animal, negro cómo el carbón y más de quinientos kilos de peso, se dio la vuelta tan tranquilamente, acercándose a la caja del pienso.

-Será...- siseó cabreado Jasper; aunque ese toro era criado por ellos, y era manso, se acercó con cautela, dándole pequeños golpes en el lomo, para que el animal se diera la vuelta.

-¿De modo que así trata a sus animales?- interrogó una voz femenina, con un deje de desafío e incredulidad.

Jared y Quil miraron rápidamente a su alrededor, buscando a la dueña de esa voz. Jasper se volvió incrédulo, para encarar a Alice Brandon, que lo miraba seriamente, y con una ceja alzada.

-La que faltaba- murmuró entre dientes, acercándose al vallado mientras se limpiaba las manos con un trapo. A la vez que se acercaba a la menuda mujer, lanzó una fulminante mirada a Jake, que estaba detrás de la chica, conteniendo la carcajada mientras salía del establo.

-Vaya, vaya, si es la defensora del ganado por excelencia- la saludó burlón -¿qué le trae de nuevo por aquí, señorita Brandon?- la joven se ajustó bien sus gafas, buscando unos papeles; Jasper no pudo evitar observarla un momento; era bajita y delgada, mas que Bella, incluso. Su frente, sus pómulos, su pequeña y respingona naricilla... no estaba nada mal, pensó para sus adentros.

Cuándo Alice levantó la vista, Jasper se percató del azul de sus ojos... igual que el cielo de verano. Esta vez vestía un traje chaqueta negro con pantalones, y otra vez zapatos de tacón.

-Ya le dije una vez que es peligroso meterse aquí con esos zancos que lleva- la chica bajó la mirada a su zapatos, negando con la cabeza.

-No sabía que hoy tendría que venir aquí- se excusó -y además, visto cómo me place- añadió, fulminando al chico de melena rubia con la mirada.

-Usted misma- alzó las manos Jasper, en son de paz -si se cae y se tuerce un tobillo, después no venga con quejas y reclamaciones- la avisó, divertido ante el cabreo de la chica -pero no me ha respondido, ¿a qué debemos el placer de su visita?-.

-La comisión de ganado quiere hacerles una oferta para que lleven a cabo un plan de estudios, de forma experimental- empezó a explicarle ella, con un divertido y chispeante tono de voz -el estudio va dirigido a los animales destinados a consumo humano- le relató ésta.

-¿Y en qué consiste exactamente?- inquirió Jasper, cruzándose de brazos.

-La comisión se hará cargo de los cambios y reformas que precisen la maquinaria y los establos- añadió rápidamente -sobre todo, para el sistema de audio qu...- Jasper la interrumpió, abriendo los ojos por la sorpresa.

-¿Otra vez?- la interrogó, hastiado -señorita Brandon, ya le dije la primera vez que vino aquí...- la joven tomó de nuevo la palabra.

-La mayoría de los ranchos del condado han aceptado participar- le contó con una sonrisa persuasiva -sólo por tomar parte, los beneficios económicos son a tener en cuenta, y ustedes simplemente pondrían su ganado, sin perder una sola res-.

Jasper se agarró el puente de la nariz con los dedos, cerrando un momento los ojos... ésto era surrealista total.

-Mire, señorita Brandon- recalcó su apellido con retintín, haciendo que ésta frunciera el ceño -creo recordar que ya le dijimos que no- hizo hincapié en la diminuta palabra- estábamos interesados en participar en ese estudio-.

-Pero es muy bueno para los animales, y todos salimos ganando- contraatacó ella de nuevo, cambiando su peso de una pierna a otra.

-Señorita Brandon, ya le dije que mis vacas no necesitan música para relajarse- bufó cabreado; Jasper pudo oír rechinar los dientes de la joven.

-Señor Cullen, es usted más tozudo que un mulo- le recriminó -si me dejara explicarle todo con calma...-.

-¿Mulo, yo?- preguntó Jasper, incrédulo y ofendido, cruzándose de brazos -si usted hubiera entendido a la primera que no es no, ahora mismo no tendríamos esta conversación; así que creo que la cabezota es usted- resolvió satisfecho.

Los azules de la joven relampagueaban con furia... definitivamente, tendría que buscar otras vías.

-¿Desea algo más?- la joven permaneció en silencio, lanzando dardos con los ojos -entonces si me disculpa, tengo trabajo- la invitó a abandonar el rancho. Alice se ajustó bien el bolso al hombro, dándose la vuelta indignada. Jasper contuvo la risa, meneando la cabeza.

-Por ahí no se sale- le indicó. La joven se dio la vuelta, caminando con pasos furiosos hacia la salida, pero al pasar por la altura de Jasper, tropezó con sus zapatos de tacón. Su corazón se aceleró cuándo sintió unos fuertes y musculosos brazos sujetándole por la cintura y evitando que se cayera por el arenoso suelo.

-Despacio- le recordó Jasper, conteniendo la risa ante la mirada furibunda de la chica -no queremos que nuestra psiquiatra ganadera sufra un percance- le dijo, todavía sujetándola firmemente, y deleitándose con su pequeña cintura. Alice se zafó con fuerza, mascullando cosas nada agradables y alejándose de Jasper Cullen cómo si tuviera la peste.

-Tiene carácter- objetó Jasper en voz alta, una vez se montó en su coche -de eso no hay duda- conteniendo una risilla, regresó de nuevo al establo, para continuar con su trabajo.

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Bella terminó de cargar las compras en el coche; por suerte, no había mucha gente en el supermercado, de modo que a las once de la mañana ya había terminado. Estaba cerrando el maletero, cuándo su teléfono móvil sonó; Carlisle se lo había comprado, según él, por si acaso pasaba algo.

-¿Sí?- peguntó, ya que no tenía el número registrado.

-¿Bella?; Soy Rose- contestó esa voz amable y simpática.

-Hola Rose- la saludó animada -¿cómo estás?-.

-Bien, enorme cómo una bola- dijo ella divertida -he llamado al rancho, y me ha dicho Esme que estabas en el pueblo-.

-Sí, he venido a hacer la compra- le explicó la joven.

-Escucha, estoy en mi consulta, y no tengo más pacientes hasta dentro de una hora, ¿te apetece un café?- le ofreció.

-Claro- aceptó Bella de inmediato, ya que tenía tiempo de sobra -¿dónde quedamos?-.

-¿Conocés el café de Anne?; está en la plaza, al lado del banco- Bella asintió, quedando allí con ella en quince minutos.

Al entrar por la puerta, ya estaba Rose sentada, café y porción de tarta enfrente suya, alzando una mano para que la viera. Después de que Bella tomara siento y ordenara su pedido, empezó la conversación.

-¿Cómo te encuentras?- se interesó Bella, alargando una mano y tocándole la tripa-

-Pesada y agotada- le explicó ésta -pero Emmet y yo estamos ansiosos por verle la carita- le contó con una gran sonrisa.

-Es lógico- le dio la razón Bella -no veo a Emmet cambiando pañales- meditó en voz alta.

-Pues no le quedará otra que ayudarme- replicó satisfecha su mujer, con una sonrisa cómplice. Bella sintió curiosidad, y no pudo evitar preguntarle a su rubia amiga.

-¿Cómo os conocisteis Emmet y tú?- interrogó con una sonrisa tímida.

-Nos conocemos desde siempre- le explicó esta, pinchando un trozo de tarta con el tenedor -mi padre, Thomas Hale, es íntimo amigo de Carlisle desde hace muchos años- Bella escuchaba atenta el relato de su amiga.

-Mi familia también se dedica a la cría de ganado, y siempre tuvimos relación con los Cullen; recuerdo cuándo íbamos al rancho, de visita- rememoró con una sonrisa -antes, cuándo Carlisle y otros rancheros criaban caballos pura sangre, se organizaban rodeos y fiestas en los ranchos. Y yo recuerdo a Emmet y Jake subidos en los caballos, tratando de domarlos-.

-¿En serio?, ¿ y Jasper y Edward también?- Rose meneó la cabeza.

-No, sólo Emmet y Jake se atrevían- le aclaró -siempre sentimos una fuerte atracción el uno por el otro- le confesó -de modo que cuándo yo tenía dieciocho años, y Emmet veintitrés, empezamos a salir- le explicó -pero no nos casamos hasta que yo terminé la carrera, hace un año y medio-.

-Tú único novio- adivinó Bella, sonriendo levemente.

-Sí, el único- admitió con una pequeña sonrisa -¿y tú?- interrogó Rose, sonriendo de forma pícara.

-Tuve un novio en el penúltimo año de instituto- le contó -pero nada serio; nunca he tenido muchos amigos- le confesó, bajando un poco la cabeza.

-¿Por timidez?- adivinó Rose.

-En parte sí; nunca me ha sido fácil relacionarme con la gente; en el instituto tuve que ausentarme muchas veces, por trabajo- Rose la animaba a hablar con la mirada, y Bella se sintió segura con ella, de modo que siguió -así que cuándo asistía a clase, tenía que esforzarme el triple que otra gente, y eso no me dejaba mucho tiempo libre-.

-¿Y cómo conociste a ese chico?- preguntó intrigada.

-Mark era el hermano mayor de Karen, mi amiga y compañera de clases; era un año mayor que nosotras- le relató -iba muchas tardes a casa de Karen, a que me dejara los apuntes o hacer los trabajos, y cuándo Karen no había llegado, siempre hablábamos; también le conocía del instituto, pero no íbamos al mismo curso- le aclaró de nuevo.

-De modo que de ahí surgió...- Rose dejó la frase inconclusa.

-Se podría decir que sí- admitió Bella -al principio todo fue bien, nos divertíamos mucho juntos, y me hacía reír- rememoró la joven, con una sonrisa de nostalgia.

-¿Qué pasó?; no tienes que contármelo, si te hace sentir mal o...- Bella la cortó, meneando la cabeza. Desde que había acabado el instituto, había echado mucho de menos a Karen, y poder hablar con alguien.

-Todo cambió desde el momento en el que le dije que no estaba preparada para dar... ese paso, ya me entiendes- Bella sintió que un calor repentino acudía a sus mejillas; Rose asintió con la cabeza, adivinando por dónde iban los tiros.

-Y eso no le hizo gracia- adivinó.

-Simplemente le expliqué que no estaba preparada... y desde ese día, todo cambió- murmuró -antes era divertido, cariñoso... y de golpe y porrazo, todo se fue al garete- Bella suspiró, recordando con pena esos momentos -siempre que yo hacía o decía algo para que parara, resoplaba y se ponía furioso; las últimas veces llegó a decirme que era una estrecha y una mojigata... pero yo no estaba preparada- volvió a decir, buscando la mirada de Rosalie.

-Eso es indiscutible, Bella; hay algunos imbéciles que no entienden que no es no- le dio totalmente la razón.

-Ahora que lo pienso más fríamente, creo que fue una atracción adolescente; me gustaba y todo eso... pero nunca sentí ese cosquilleo que sientes cuándo tocas a la persona de la que de verdad te enamoras o...- Bella se dio cuenta de que estaba hablando demasiado, así que trató de quitarle importancia -o al menos eso dicen- se encogió de hombros. La sonrisa de Rose hizo que arrugara el ceño.

-Eso significa que algo has sentido, después de Mark- adivinó sabiamente su amiga -Bella, no es malo que te sientas atraída por alguien- rió divertida -¿quién es, le conozco?-.

-Ehhh... no, no- respondió de inmediato -sólo lo he oído, nada más- se volvió a excusar.

Rose no se quedó muy conforme con esa explicación, pero no insistió más; hacía muy poco que se conocían, y sabía que con el tiempo, Bella acabaría soltándose. Cambiaron completamente de tema, y después de terminarse el café, dieron un pequeño paseo de regreso a la consulta de Rosalie. Allí le presentó a Jane, una chica joven que ejercía de recepcionista, y a Doris, también joven y enfermera. Ambas la acogieron con simpatía, incluso Jane sugirió que podrían quedar una tarde las cuatro. Bella aceptó encantada, volviendo con una sonrisa al racho; por fin parecía que tendría amigas de verdad, aparte de Karen.

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Tres días después, Bella se levantó un poco más temprano de lo habitual. Cómo el resto de los habitantes del rancho aun dormían, decidió bajar en pijama para poner el horno a calentar, y después subir y arreglarse. Calzándose las zapatillas de casa, se deslizó con sigilo por el pasillo, evitando hacer cualquier ruido... pero el sonido de una puerta abriéndose hizo que parara en seco; se escudó en una de las esquinas del hall superior, que daban a la escalinata, esbozando una sonrisilla traviesa cuándo vio a Esme cerrar con cuidado la puerta de la habitación de Carlisle, y dirigirse a la suya de puntillas.

-Vaya par- murmuró divertida mientras entraba a la cocina y daba las luces. Una vez puesto en marcha el horno, con el bizcocho dentro, aprovechó para poner la cafetera, y así cuándo bajara ya estaría el café preparado.

Al dar la vuelta para dirigirse arriba, se encontró con unos ojos verdes clavados fijamente en ella; literalmente pegó un brinco, ya que no se esperaba a nadie.

-Me has asustado- dijo ella con la respiración entrecortada, poniéndose una mano a la altura de su corazón; recorrió a Edward con la mirada, deleitándose de lo guapo que estaba con ese traje negro y camisa blanca; todavía tenía el pelo húmedo de la ducha, y se percató de que tenía el asa de una maleta agarrada.

-Perdona, no quería asustarte- se disculpó él, esbozando una pequeña sonrisa -me voy a San Antonio, el vuelo sale a las ocho en punto- le explicó. Bella estaba un poco sorprendida... por primera vez, le dirigía una sonrisa... y sin duda alguna, tenía una sonrisa torcida y sensual que quitaba el aliento.

-Ahhh... es verdad; te vas a ese congreso de ganaderos- recordó. Edward asintió con la cabeza, escaneándola disimuladamente con la mirada... dios... esa camiseta de tirantes se pegaba a su cuerpo de forma espectacular. No puedo evitar que sus ojos pararan en el escote de Bella, que dejaba entrever el comienzo de unos pequeños pero bien formados pechos. Tenía su largo cabello hecho una maraña, y sus ojos, aun adormecidos, pugnaban por abrirse del todo... y sus mejillas, arreboladas por la situación... definitivamente, era una delicia contemplarla así. Sonrió para sus adentros, divertido por la timidez de Bella.

-Bajaba a tomarme un café rápido- le explicó Edward -no esperaba encontrarme a nadie a estas horas-.

-Se está haciendo- le indicó Bella, señalando la cafetera -en diez minutos estará listo; si quieres algo de comer, puedo preparate algo... ¿Edward?- le llamó en un susurro. Éste agitó la cabeza, volviendo su atención a la chica... por unos segundos, había fijado su vista en sus labios... esa boca pequeña y rosada le atraía de tal manera, que por un momento sintió el deseo de acortar la distancia que los separaba, aprisionar su cuerpo entre sus brazos y probar esos labios que tal loco le volvían...

-Ehhmmm... no tranquila, con el café es más que suficiente; vete a vestirte si quieres- en verdad, no quería que Bella se fuera, pero no encontró otra excusa para evitar hacer algo de lo que después, seguro se arrepentía.

La joven asintió, esbozando una sonrisa que no le llegó a los ojos; había albergado la esperanza de poder hablar con él, de manera amistosa y amable, aunque sólo fuesen unos pocos minutos.

-Qué tengas un buen viaje, y hasta la vuelta- musitó, fingiendo una mueca amistosa. Edward notó un atisbo de tristeza en su voz... y movido por un impulso involuntario, cuándo Bella pasó por su lado, agarró con suavidad el brazo de la chica, instándola a parar.

El corazón de Bella iba a salirse de su sitio... se quedó parada, de espaldas a él, sin saber qué decir; Edward notó cómo la joven se estremecía bajo su tacto... sus dedos se deleitaron unos segundos con la suave y pálida piel de la chica... ¿eran imaginaciones suyas, o la respiración de Bella estaba atorada en su garganta, al igual que la suya?.

-Bella, yo... de veras siento todo lo que ocurrió en Acción de Gracias- susurró en voz baja. Ella disfrutó de oír su nombre en sus labios, con esa voz cálida y profunda. Sin encararle, asintió con un pequeño gesto de cabeza.

-No pasa nada- le devolvió por repuesta; sabía que a pesar de haberse disculpado, él no la quería allí, y que tarde o temprano tendrían otro encontronazo... y lo que más le dolía a ella... para él era una niña, una insignificante niña.

-Sé que no tuviste la culpa de lo de James y Garret; pero después, cuándo mencionaste a Jessica al día siguiente, reconozco que me pudo la rabia y...- Bella le cortó, y despacio, se dio la vuelta. Su brazo aun sentía el cosquilleo que le había producido la mano de Edward, y que éste acababa de soltar.

-No debí mencionarla- admitió con culpa -sé que lo pasaste muy mal por todo lo que ella te hizo- Bella estudió el rostro de Edward, era una mezcla de pena y rabia contenida... ¿y si él seguía enamorado de ella, muy en el fondo?.

-No importa- dijo él -hace mucho tiempo que lo superé-.

-Pues no lo parece- comentó Bella casi en un murmullo inteligible -de todas formas, si alguna vez necesitas hablar...- le ofreció con cautela, pero la respuesta de Edward la dejó de nuevo fuera de combate.

-Lo tendré en cuenta- Edward giró de nuevo su vista, esta vez al reloj que colgaba de la pared -se hace tarde, voy a perder el avión-.

-Claro, perdona- se excusó la joven -hasta la vuelta- Edward observó cómo se alejaba, en dirección a las escaleras.

-Hasta la vuelta- susurró, viendo cómo su dulce tormento se perdía en el piso superior.

Dos horas después de aquel encuentro, y después de que el resto de la familia se hubiera ido al trabajo, Bella y Esme se enfrascaron en la limpieza del piso inferior. La señora Harris no te había recuperado del todo de su fuerte resfriado, me modo que no podía ir al rancho todavía. Faltaban menos de dos semanas para que comenzaran las fiestas navideñas, de modo que cuándo Esme le propuso montar el árbol, Bella afirmó con una sonrisa de oreja a oreja. Su abuela detestaba esas tradiciones, y nunca ponía ningún adorno. Con sumo cuidado, trasladaron desde el jardín el pino natural que había adquirido Esme unos días antes, y después bajaron las cajas de los adornos.

-Qué bonitas- admiró asombrada Bella, cogiendo una de las bolas; era de cristal, con adornos rojos y dorados.

-Son muy antiguas- le explicó Esme, buscando una rama libre para colgarla -pertenecieron a la abuela de Carlisle-.

Un buen rato después, el abeto lucía adornado con miles de bolas y otros adornos; Esme le cedió el "honor" a Bella de colocar el ángel en la copa, lo que hizo la muchacha con una sonrisa.

-Perfecto- resolvió satisfecha Esme, rodeando a Bella por los hombros -ahora poco a poco, a llenarlo de regalos- sonrió divertida, al ver la cara de apuro de Bella -en la familia es tradición hacer el amigo invisible, así todos tenemos el mismo número de regalos- le explicó -y este año, tú también entrarás en el sorteo-.

-No es necesario Esme, bastante habéis hecho ya y...-.

-De eso nada, cuándo Edward vuelva, haremos el sorteo- replicó satisfecha -el único que tendrá montones de regalos es Owen... si se decide a nacer- rió divertida.

-Será la primera navidad de verdad que celebre en muchos años- dijo ella con un suspiro.

-Verás que bien lo pasamos- la animó Esme, con una sonrisa.

Por primera vez en muchos años, Bella sintió alegría por la llegada de las navidades; aunque su padre iba a verla y pasaban la Nochebuena y el día de Navidad juntos, al tener a su abuela de mal humor todo el día no las disfrutaban en absoluto; un año, incluso, se fueron a cenar ellos dos solos a un restaurante, sólo por no soportar las muecas de aquella mujer.

De nuevo se acordó de su padre con una mueca de pena... era tan injusto... para que ella pudiera volver a sonreír y pertenecer a un lugar, él hubiera tenido que marcharse.

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niñas....aki esta que faltaba!!!!! perdooooonnnnnnnn!!!!!!!


2 comentarios:

  1. bien al menos parece que el está cediendo un poco ,me encantooooooooooo...Gracias nena...

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  2. jejeje ya está bajando las barreras, esta claro que no puede resistirse a los encantos de bella y el segundo encuentro de alice y jasper me encantoooo muy divertido ya empiezan a saltar chispas entre ellos tambien.Este fic me gusta cada vez mas :D

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