Capítulo 13: Encuentros desafortunados
El tiempo pareció detenerse por completo, formándose una burbuja alrededor de Edward y Bella; en esas dos semanas que llevaban juntos la joven tenía la sensación de estar viviendo un sueño... un sueño del que nunca querría despertar. Y a Edward parecía pasarle lo mismo; siempre tenía una sonrisa pintada en su boca, y sus ojos color esmeralda estaban más brillantes y vivos que nunca.
Todo el mundo en el rancho notó el cambio de carácter de Edward, y Sam y los peones más veteranos del rancho volvieron a ver a ese Edward alegre y tan bromista cómo sus hermanos.
-Te veo contento y feliz- le dijo Jake a su hermano pequeño; estaban en los pastos colindantes a las tierras de los Denali, montados en sus caballos y vigilando cómo varios de los peones conducían el ganado para marcarlo.
-Podría decirte lo mismo- le devolvió Edward por respuesta, sonriendo con malicia.
-Nessie y yo estamos a gusto el uno con el otro- sonrió imperceptiblemente, acordándose de la chica que ahora ocupaba su mente por completo -¿y tú?- volvió a preguntarle.
-Bella y yo estamos a gusto el uno con el otro- repitió las mismas palabras que su hermano, echándose a reír ante la mueca que puso Jake al escuchar la respuesta -ahora en serio- siguió hablando -ella es muy especial- sonrió pensando en su pequeña.
-Nunca te había visto así- expresó Jake un poco asombrado, sujetando las riendas de su caballo.
-La quiero cómo jamás he querido a nadie- musitó en voz muy baja, pero Jake lo escuchó perfectamente.
-¿Ni siquiera a Jessica?- preguntó con cautela. Edward sopesó su respuesta unos minutos, antes de contestar.
-Estaba muy enamorado de ella; te recuerdo que íbamos a casarnos- exclamó Edward -pero puede que estuviera ciego-.
-Lo estabas, créeme- rodó los ojos el hermano mayor, acordándose de la que estuvo a punto de ser su cuñada. Nunca contó con su simpatía, ni con la de Emmet y Jasper... pero era la novia de su hermano, y ante eso guardaron el debido respeto hacia ella durante los años que estuvieron juntos. Edward prefirió ignorar ese comentario de su hermano; eso pertenecía a su pasado... y ahora su presente y su futuro tenía un nombre, Bella.
Cada día que pasaba se enamoraba aún más de ella... era asombrosa, y ni ella misma parecía darse cuenta del efecto que ella ejercía sobre él. Adoraba llegar a la cocina y sorprenderla, abrazándola por la espalda y sintiendo entre sus brazos el gracioso bote que ella pegaba... sus sonrojos, tímidos e inocentes, le daban aún más belleza a la carita de su pequeña... sentir su cuerpo pegado al de él, cada curva de la joven castaña era una especie de tortura placentera para él; la deseaba, y mucho. Pero tenían que ir con calma, y él esperaría hasta que estuviera preparada para dar ese paso, aunque cada vez que besaba a Bella ésta se tirase a atacarle, metafóricamente hablando, y el debiera aplacarla con paciencia y cariño.
-Edward, ¿me estás escuchando?- preguntó por tercera vez Jake en menos de dos minutos -Eddieeeee- llamó con voz burlona.
-No me llames Eddie- refunfuñó éste, saliendo de su trance; su hermano había dicho la palabra mágica para que despertarse.
-Entonces baja de Bellalandia y contéstame- le devolvió su hermano mayor por respuesta -¿qué vais a hacer esta tarde?-.
-Bella quiere acercarse a centro comercial, para comprarle un regalo al hijo de Sam y Emily- le relató -quizá la invite a cenar, y después a tomar algo- Jake asintió con una sonrisa.
-Nessie y yo hemos quedado después de cenar, para tomar algo en el bar de Félix; podemos quedar allí- el bar de Félix era el local más concurrido por la juventud en Hunstville, sobre todo los viernes y sábados.
-Por mi no hay problema; después se lo diré a Bella- respondió.
-Estará encantada; ya era hora de que la sacaras del rancho-.
-Te recuerdo que el fin de semana pasado íbamos a salir, pero con el follón de la tormenta no pudimos- rememoró su hermano pequeño; la tormenta cayó con tanta fuerza que tuvieron que realojar a varias reses, ya que uno de los establos sufrió importantes desperfectos a consecuencia de la lluvia.
-Vale, tocado- suspiró cómicamente Jake; Edward rió divertido, hasta que sintió vibrar en el bolsillo de su pantalón su teléfono móvil. Habló unos segundos para después colgar y volverse hacia Jake.
-Hemos terminado hasta el lunes- informó -papá ya ha regresado, y nos esperan para comer-.
-Entonces vamos- Jake tomó las riendas, girando a su caballo y tomando el camino a casa, mientras que Edward advertía a los vaqueros que la jornada laboral del sábado llegaba a su fin.
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Bella y Esme terminaban de poner la mesa, cuándo escucharon cerrarse la puerta principal de la casa. Bella posó sus ojos en el marco de la puerta, esperando ver a Edward; apenas le había visto unos escasos minutos durante el desayuno, ya que debían terminar con el marcado de ganado sin más premura.
-Hola a todos- canturreó Jake, entrando en la cocina. Dio un beso en la mejilla a Esme y a Bella, y se encaminó hacia los fogones, olisqueando y destapando las ollas.
-Veamos que tenemos de menú...- canturreó cómo un niño pequeño, y llevando uno de sus dedos al interior para probar la salsa de las albóndigas. Iba a halagar el plato, pero una mano pequeña golpeó la suya, haciendo que le escociera.
-¡Ouch!- exclamó, apartando la mano del alcance de su atacante con un movimiento rápido.
-Eso por meter los dedos en mi comida- le regañó Bella, con una graciosa mueca y los brazos cruzados, mirándole fijamente. Carlisle y Esme, testigos mudos de la escena, sofocaron la carcajada que querían soltar.
-Sólo quería probar un poquito- se excusó inocentemente.
-Pues te esperas a que la sirva en la mesa- respondió la joven, rodando los ojos cómo si fuera obvio. Esme ya no podía parar de reír, y Carlisle miraba con gesto de fastidio y resignación a su hijo mayor. Justo en ese momento entraron Jasper y Edward, topándose de bruces con la escena.
-¿Nos hemos perdido algo?- preguntó Jasper al personal, después de saludar.
-Bella defiende su territorio- explicó su padre.
-¿Has vuelto a meter las narices en los fogones? interrogó Jasper, mirando a su hermano mayor -no escarmientas- suspiró divertido, tomando asiento.
-Sólo he probado un poquito- seguía refunfuñando el hermano mayor, imitando el gesto de su hermano y sentándose en su lugar habitual en la mesa -Eddie, menudo carácter se gasta tu chica-.
-Yo qué tú, no la enfadaría mucho; no vaya a ser que te deje a dieta- le devolvió por respuesta el pequeño de los Cullen, para después volverse y saludar a su pequeña -hola cariño- dejó un pequeño beso en sus labios, que Bella correspondió gustosa.
-Hola cowboy- susurró sobre éstos, una vez que se separaron -¿cómo ha ido la mañana?-.
-Bien; hemos terminado, y hasta el lunes no tenemos nada más- le informó con una pequeña sonrisa -soy todo tuyo por lo que resta del fin de semana- canturreó feliz, sin que nadie de la familia le escuchase. Bella sonrió feliz ante las palabras de su novio.
-Te tomaré la palabra- devolvió en respuesta, ligeramente sonrojada. Su novio asintió divertido, tomando asiento.
Bella y Esme se encargaron de servir la comida, que pasó sin novedades notables. Los hermanos respondieron a las preguntas de su padre acerca de cómo iba el marcado de los animales y otros temas en los que estaban inmersos. Al terminar el almuerzo, sirvieron el café, y después de recoger la cocina y de dejar algo de cena en el refrigerador para Carlisle y Esme, que eran los únicos que cenarían en la casa esa noche, Bella y Edward subieron a cambiarse de ropa para ir al centro comercial.
Edward esperó pacientemente a que su novia terminara de arreglarse, a la entrada de la casa y disfrutando de la tarde primaveral que hacía ese día. Los suaves y pequeños pasos de Bella le hicieron darse la vuelta, quedándose embobado mirando a su pequeña, vestida con unos vaqueros de color negro, una blusa en distintas tonalidades de violetas. Una cazadora de piel, también negra, y los botines del mismo color completaban su atuendo.
-Qué guapa- murmuró con una pequeña sonrisa; apenas llevaba maquillaje, y sus rizos castaños caían por sus hombros y su espalda; tomó un pequeño mechón entre sus dedos, disfrutando de su suavidad... era tan delicado y suave cómo había imaginado tantas veces. Bella desvió la vista de la cara de Edward; sonrojada por el espontáneo piropo y se dedicó a estudiar cómo iba él vestido. Los vaqueros oscuros le quedaban de maravilla, junto con esa camisa negra y la cazadora de piel en tonos marrones. Su pelo, todavía húmedo de la ducha, estaba tan desordenado cómo era habitual... cómo a ella le gustaba.
-Tú también estás muy bien- le devolvió con una sonrisa tímida y pequeña -se me hace raro no verte con las botas y las espuelas- dijo con una risa. Edward rió también, divertido por la ocurrencia y mirando los zapatos de vestir que llevaba.
-A pesar de lo que digan Esme y la señorita Brandon, tenemos más ropa- le recordó en bromas -y ahora vamos- le dijo tendiendo su mano hacia ella, que Bella no dudó entrelazar con la suya -tenemos más de media hora de coche hasta el centro comercial-.
Una vez acomodados en el espacioso volvo de Edward, el viaje transcurrió en medio de una divertida y relajada charla, comentando los sucesos de los últimos días.
-De modo que la señora Harris está resfriada- murmuró Edward.
-Eso parece; que no vendrá hasta que se recupere- contestó la joven. Edward asintió, sin apartar su vista de la carretera -de modo que yo ayudaré a Esme con la limpieza de la casa hasta que se recupere-.
-Vaya- susurró Edward, negando con la cabeza y sonriendo divertido -de modo que por fin vas a entrar en mi habitación- su vista se posó en Bella, que frunció el ceño, mirándole en desacuerdo.
-Te recuerdo que ya he entrado una vez- rememoró enojada -sólo para dejar la ropa planchada, y me echaste sin miramiento alguno- las dos últimas palabras las dijo en voz baja, recordando con cierta melancolía y tristeza los primeros días de la joven en el rancho Killarney, cuándo el que ahora era su novio ni la miraba directamente a la cara.
Él mismo se percató del silencio de su pequeña, y frenó el coche en un área de descanso que había en el camino. Bella le miró sin entender, y se quedó con la palabra en la boca cuándo Edward desabrochó su cinturón y después el de ella, para tomarla con cuidado y hacerla sentar en su regazo. Ambos quedaron con sus rostros prácticamente pegados, y el joven subió una de sus manos hacia la cara de la joven, acariciando su mejilla con la yema de sus dedos.
-Fui un completo imbécil- murmuró frustrado -no debí tratarte así-.
-Edward- siseó Bella entre dientes -eso está perdonado, olvidado y enterrado-.
-Ya lo sé... pero a veces no dejo de reprocharme la manera en que te traté- la mano que tenía libre buscó la de su novia, y cuándo la encontró, apretó cariñosamente sus dedos, gesto que ella devolvió.
-Eso me da igual- se encogió ésta de hombros -ahora estás conmigo... a veces me pareces tan irreal- escondió su cara, caliente y roja de los nervios, en el cuello de Edward; sintió que la piel de su novio se erizaba justo por esa zona.
Edward rodó los ojos mentalmente... era tan insegura; pero si era preciosa, dulce, inteligente... cualquier hombre con dos dedos de frente estaría loco por ella. Con un pequeño movimiento, la obligó a que lo mirase. Las manos de Bella se anclaron en la parte de atrás de su cuello.
-No sé por qué te ves de esa manera a ti misma- le reprochó con cariño -eres preciosa- sonrió al ver de nuevo cómo las mejillas de la joven tomaban de nuevo una tonalidad carmesí -tan inocente, tan tímida... -su novia le interrumpió.
-Tan niña...- suspiró con una mueca.
-Y a la vez tan mujer- murmuró su novio en su oreja, dejando un pequeño beso en el lóbulo de ésta; Bella cerró los ojos, y cómo si fuera un acto reflejo echó su cabeza para atrás, gesto que aprovechó Edward para llevar sus labios a su cuello y recorrerlo con besos. Los labios del joven cosquillearon al sentir la piel pálida de su novia bajo ellos, suave cómo la seda. La joven castaña siguió con los ojos cerrados, disfrutando de ese momento tan íntimo; la boca de Edward recorría su cuello con besos cortos y dulces, y sintió que su corazón se desbocaba cuándo una de sus fuertes manos se posó con firmeza en su pierna. Un placentero hormigueo la invadió a lo largo de todo su cuerpo, y no pudo reprimir un gemido. Con la respiración entrecortada buscó la boca de Edward, enredando los dedos en su pelo y acercándola a ella. Sus labios chocaron casi de forma brusca, librando sus lenguas una batalla sin fin.
El ambiente se caldeó de tal manera en el reducido espacio del volvo, que Edward tuvo que cortar el beso. Dios... el deseo de demostrarle a Bella todo lo que sentía por ella cada día crecía más y más; pero le había prometido a Bella, y a si mismo, que esperaría a que ella estuviera preparada... y además, no quería que ésto pasara en el interior de un incómodo coche.
Algo en el interior se contrajo en el cuerpo de Bella al sentir que su novio deshacía el beso de forma cariñosa; no quería pensar en la palabra rechazo... pero ella quería estar con él, y cada día que pasaba lo deseaba más. Desvió la vista hacia su regazo, pero los finos dedos de su novio alzaron delicadamente su mentón.
-No quiero que tu primera vez sea en el asiento trasero de un coche- le explicó con cariño -cuándo tenga que ser, quiero que sea especial para ambos... y sobre todo pata ti- la joven esbozó una sonrisa tímida, y aunque tuviera ganas de dar ese pequeño paso en su relación, sabía que debía esperar a que surgiera el momento. Asintió con un pequeño gesto de cabeza, lo que provocó que Edward sonriera, y dejara un pequeño beso en su nariz, y después en sus labios.
-Todavía nos queda un buen rato de camino hasta el centro comercial- su novia volvió a asentir, esta vez con un suspiro, para después volver a su asiento.
-Ponte el cinturón- le recordó, mirándola mientras encendía el coche.
-Sí, papá- refunfuñó entre dientes; su novio soltó una sonora carcajada, poniendo el coche en marcha y retomando el camino hacia el centro comercial.
La tarde pasó tranquila, y permanentemente agarrada de la mano de su novio, la pareja recorrió las tiendas infantiles, buscando el regalo perfecto para el hijo de Sam y Emily.
-¿Crees que le gustará?- le preguntó ilusionada a Edward, sosteniendo entre sus manos un gracioso juguete. Éste se encogió de hombros.
-No está mal; de todas formas, te recuerdo que Jessie cumple dos años, así que dudo mucho que vaya a apreciarlo-.
-Gracias por la opinión- le devolvió por respuesta, negando con la cabeza y acercándose para pagar, pero antes de que tuviera tiempo de revolver en interior de su bolso y coger su monedero, una mano se adelantó, sosteniendo entre sus dedos una reluciente tarjeta de crédito.
-Edward, no es necesario- exclamó Bella, pero su novio no le dio tiempo a réplica alguna.
-Así el regalo es de parte de los dos- le propuso -además, nunca me dejas comprarte nada- le recordó. Era tan terca en ese tema... pero ahora era su novia, y en esta cuestión no iba a permitir réplica alguna -de modo que al menos, déjame pagar ésto- Bella no pudo evitar ahogar la carcajada, al ver el cómico puchero que puso el joven.
-Está bien- cedió al fin -pero sólo por el pequeño Jessie- añadió. Edward se volvió hacia la dependienta, que mientras hacía su trabajo, estaba atenta a la divertida discusión de la pareja. Una vez le entregó la tarjeta de vuelta y el muñeco cuidadosamente envuelto, por fin salieron de la tienda.
-Y bien, ¿quieres mirar algo más?- le ofreció el joven, pasando su mano por la cintura y acercándola a él. Bella negó con la cabeza, desechando el ofrecimiento.
-Pero podríamos ir a comer algo, tengo hambre- exclamó ella; Edward consultó su reloj, asintiendo.
-Son casi las ocho- afirmó -podríamos cenar algo por aquí, y después regresar a Hunstville y tomar algo con Jake y Nessie; ellos van a estar en el bar de Félix- le explicó.
-Me parece bien- asintió la joven, con una sonrisa. Su novio la regaló un sonoro beso en los labios, encantado por la aceptación de su pequeña.
-Entonces no se hable más; ¿qué prefieres, comida japonesa, china, italiana... una hamburguesa y costillas?- enumeró.
-Creo que me quedo con la comida italiana- eligió después de unos segundos de meditación -pero invito yo-.
-Eso ya lo veremos- le picó de nuevo su novio, tirando de ella hacia la zona de los restaurantes y riendo para sus adentros, al ver la graciosa mueca de desacuerdo que puso su pequeña.
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Dos horas más tarde, y después de haber disfrutado de una estupenda cena, Edward aparcaba el coche en la calle del bar de Félix. La calle estaba a rebosar de automóviles, y al salir del volvo y encaminarse a la puerta, vieron el inmenso todo terreno de Jake aparcado a unos metros del coche de Edward. Al traspasar la puerta, buscaron con la mirada a Jake y Nessie, que desde la barra les hicieron una seña con la mano.
-Ahí están- le señaló Edward a su pequeña, y pasando una mano por su espalda, la condujo hasta dónde estaban. Bella se percató de las miradas extrañadas y ceños fruncidos a su paso, sobre todo de algunas féminas. Ver al pequeño de los Cullen en compañía femenina era toda una novedad, después de tanto tiempo.
-Hola chicos- saludó Nessie animada.
-Hola- devolvieron Edward y Bella al llegar a su posición; Jake se bajó del taburete y se lo ofreció a la joven, ya que el local estaba bastante concurrido y no quedaban asientos libres.
-Gracias grandullón- agradeció con una sonrisa; las chicas quedaron a la lado de la barra, con ambos jóvenes de pie a su lado. Después de que Jake pidiera unas cervezas para todos, empezaron una divertida conversación.
-¿Qué tal la tarde de compras?- interrogó Jake.
-Le hemos comprado el regalo a Jessie, y después hemos cenado- le explicó Bella.
-¿En Domenico´s?- interrogó Nessie -Jake y yo estuvimos allí hace un par de semanas, se come de maravilla-.
-Eso es cierto- corroboró Edward.
-Pero nada se compara a la comida de Bella- dijo el hermano mayor, sonriendo con inocencia.
-No me hagas la pelota- contraatacó ésta, ante las risas de Edward y Nessie.
-Reconozco que en eso te doy la razón- contestó Edward, dejando un beso en la mejilla de su novia, y ante el ceño fruncido de ésta. La charla continuó animadamente; hasta que una joven bajita y morena se acercó a ellos.
-Buenas noches a todos- canturreó Alice.
-Hola- saludaron las chicas -¿con quién has venido?- interrogó Bella.
-Con unas compañeras de trabajo- señaló a dos jóvenes que estaban en otro extremo de la barra, hablando con dos jóvenes -pero creo que ahora mismo están ocupadas- Edward rió negando con la cabeza, al igual que Jake.
-Puedes quedarte con nosotros- le ofreció Nessie.
-También estáis en pareja- señaló Alice, rodando los ojos.
-Vamos, quédate- le imploró Bella -esta semana no te he visto por el rancho-.
-Cierto- apoyó Edward; era extraño, ya que desde que habían empezado el famoso estudio, Alice era fiel a su cita en el rancho Killarney.
-Tuve que pedir unos días por asuntos personales- explicó escuetamente -un asunto familiar sin importancia-.
-¿Todo va bien?- interrogó Nessie, preocupada por el cambio de semblante de su amiga. Edward, Bella y Jake también la miraban.
-Todo va bien- esbozó una sonrisa tranquilizadora.
-Entonces brindemos por eso- exclamó Jake, alzando su botellín de cerveza, gesto que imitó el animado grupo entre risas, hasta que una voz demasiado conocida por todos les hizo darse la vuelta.
-¿Celebraciones familiares sin mi?- todos se giraron al oír la voz de Jasper.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó Edward -pensaba que estabas con tus amigos-.
-Hemos ido a tomar algo, pero se han ido a casa- se encogió despreocupadamente de hombros -y al pasar con el coche por aquí, he visto los vuestros; de modo que he decidido parar y tomarme algo con mis hermanos y cuñadas- su vista se posó en la señorita Brandon, y sonrió con un deje de socarronería.
-Vaya... cuánto tiempo, Alice- la saludó con una graciosa reverencia -hace tiempo que no vas por el rancho; te empezaba a echar de menos-.
-Lamento no poder decir lo mismo- le devolvió ésta por respuesta, con una sonrisa maliciosa -¿cómo va el estudio?- preguntó girándose hacia Edward y Jake.
-Las vacas están muy tranquilas- informó Jake, ante la sonrisa divertida de Bella y Nessie.
-¿Cuándo tendremos los primeros resultados?- preguntó Edward a Alice.
-Espero la respuesta del laboratorio para finales de esta semana- le explicó ésta. Jasper iba a preguntar otra cuestión, cuándo una voz burlona le interrumpió.
-De modo que el rancho Killarney está también metido en ese estúpido estudio- los hermanos y las jóvenes se giraron en la dirección de esa voz, y Bella abrió los ojos con sorpresa y horror. Ante ellos estaban los hermanos Denali, mirando a los hermanos Cullen de forma desafiante.
-No es un estúpido estudio- masculló Alice entre dientes, mirando a James y Garret con los ojos entrecerrados; los hermanos sonrieron divertidos, ante la osadía y valentía de la pequeña morena.
-Todavía recuerdo cuándo fuiste a nuestro rancho para intentar convencernos -murmuró James, con una risa burlona -Peter tenía razón, intentas convencer a la gente a toda costa- Alice se puso pálida al oír el nombre que tanto dolor le había provocado en los últimos años.
-¿Estás bien?- Bella la tomó de los hombros, apartándola un poco de ellos y poniéndola entre ella y Nessie, que se habían levantado de sus asientos.
-¿No sabías que Peter y yo fuimos a la misma universidad?- siguió relatando James -se alegrará saber que estás aquí- los ojos de Alice le miraron con un deje de miedo.
-¿Quién es Peter, Alice?- interrogó Jake a la joven morena, preocupado por estado. Ésta abrió la boca para responder, pero lo único que salió de ella fue un sollozo. Al ver a la joven en ese estado, Jasper y Edward se giraron hacia los tediosos hermanos.
-Más os vale que os larguéis y nos dejéis en paz- siseó Edward, con la vena de la sien hinchándose de la furia contenida.
-Relájate Cullen, ahora no estamos en tu territorio- se burló Garret, avanzando un paso y encarándole,
-No estáis en posición de pedir nada- masculló el hermano pequeño -y dile a tu padre que nos debe tres mil ochocientos dólares del arreglo de la cerca-.
-Podéis esperar sentados, no vamos a pagaros- se adelantó James, acercándose a Edward y desafiándole con la mirada.
-Eso lo dirá un juez- intervino Jasper, posicionándose al lado de su hermano -y ahora, más os vale que os perdáis-.
-Os dejamos con vuestras amiguitas; le daré recuerdos a Peter de tu parte, Alice- los ojos de la joven estaban perdidos en algún punto del local, pero de ellos escaparon dos gruesas lágrimas.
-Déjala en paz- siseó Jasper, tomando de las solapas al hermano Denali. Garret iba a salir en defensa de su hermano, pero Edward y Jake le cortaron el paso.
-¿Qué está pasando aquí?- Félix, el dueño del local se acercaba al pequeño grupo, con cara de enfado.
-Nada Félix, ellos ya se iban; ¿verdad Garret?- la sugerencia que salió de los labios de Jake fue hecha en un tono nada amable. James se zafó del agarre de Jasper, y levantando las manos en un gesto de paz, se dieron la vuelta y salieron del local. Félix volvió a su posición detrás de la barra, y Bella y Nessie respiraron aliviadas cuándo sus novios y Jasper se acercaron a su lado de nuevo.
-¿Estás bien?- preguntó con preocupación; Edward le dedicó una pequeña sonrisa a su novia.
-Tranquila, no ha pasado nada- la tranquilizó, dejando un pequeño beso en el tope de su cabeza -¿cómo está Alice?-.
-Está con Nessie en el servició; está muy nerviosa- les explicó a los tres.
-¿Quién es Peter?- preguntó Jasper en voz alta.
-Es mi ex marido- todos se dieron la vuelta al escuchar la voz de la joven morena. Una mueca de sorpresa se instaló en sus rostros... sobre todo en el de Jasper; ninguno quiso preguntar nada más, pero en los ojos de Alice se reflejaban el temor y el miedo a ese nombre.
-¿Quieres qué te llevemos a casa?- le ofreció Jake, Alice asintió lentamente con la cabeza, y se despidieron del resto.
-Pobre Alice- murmuró Bella con pena en su rostro -en verdad se veía asustada-.
-Estaba aterrorizada- la corrigió Jasper; su mente hacía quinielas sobre qué podría haberle hecho el tal Peter. Unos minutos después, debido a lo acontecido esa noche, decidieron dar por concluida la velada, y regresaron al rancho, todavía preocupados por Alice.
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-¿Crees que estará bien?- preguntó Nessie a Jake, una vez dejaron a Alice en su apartamento y bajaron al suyo.
-Necesita estar sola y descansar, Ness; no creo que quiera hablar de eso esta noche- suspiró éste. La joven pelirroja asintió, y se giró para abrir la puerta, pero las manos del joven se posaron en sus caderas, girándola y aprisionándola entre su cuerpo y la puerta. Ella automáticamente llevó los labios hacia la boca de éste, dándole un beso que Jake no dudó en responder con todas sus ganas. Sintió que las manos de la joven desabrochaban los botones de su camisa.
-¿Te quedarás?- murmuró ésta sobre sus labios; Jake sonrió con malicia, bajando su boca y lamiendo y mordiendo el cuello de la joven con cuidado.
-¿Quieres que me quedé?- el aliento de éste le hizo cosquillas, y cuándo por fin terminó con la larga hilera de botones, sus manos fueron directas a los músculos de su estómago y abdomen; cuándo acarició con las yemas de sus dedos la uve que se formaba en su bajo vientre, Jake soltó un sonoro jadeo, levantando la cabeza y mirándola directamente a los ojos. Sin esperar una respuesta afirmativa por parte de la joven, la alzó con sus fuertes brazos, haciendo que ella le rodease la cadera con las piernas y una vez que ella le pasó las llaves y consiguió abrir la puerta, caminó directamente hacia su cuarto, y sin dejar de besarla, ambos cayeron sobre la cama, perdiéndose del resto del mundo y amándose durante el resto de la noche.
A la mañana siguiente Bella desayunó con Esme y Carlisle, ya que Edward y Jasper todavía estaban durmiendo. Los hermanos madrugaban incluso los sábados, de modo que el domingo aprovechaban para recuperar el sueño atrasado.
Una vez terminaron, Carlisle, que nunca descansaba, se despidió de ellas, alegando que en su despacho le esperaba una montaña de papeles. Esme también se fue a sus labores, de modo que Bella decidió ir a despertar a Edward y darle una sorpresa.
Entró con cuidado en la habitación, decorada en tonos claros; una enorme cama con el cabecero de metal la presidía, pero se dio cuenta de que estaba vacía, y todavía con las sábanas revueltas. Oyó unos ruidos en el baño, y supuso que se estaría duchando. Con sigilo se dio la vuelta, para salir de ahí, pero la voz de Edward hizo que se quedara con la mano suspendida en el aire, para ir a agarrar el pomo de la puerta.
-¿Buscabas a alguien?- la suave y sensual voz de su novio hizo que se le erizara hasta el último pelo de su cuerpo... pero eso quedó en nada cuándo se volvió para encararle.
La imagen de Edward, todavía apoyado en el marco de la puerta del cuarto del baño, con una toalla liada a sus caderas y el cuerpo y el cabello mojado, le hizo ponerse más roja que una amapola.
-¿Has venido a darme los buenos días?- le preguntó con su sonrisa torcida mientras se acercaba a ella; Bella no acertó a responder nada. Su vista estaba fija en el torso desnudo de su novio, en los marcados músculos y en la toalla que estaba suspendida en sus caderas, dejando entrever el comienzo de una marcada uve... Sólo salió de su trance cuándo Edward la rodeó con sus brazos y la acercó a su cuerpo.
-Bu... buenos días- tartamudeó nerviosa. Edward negó con la cabeza, sonriendo imperceptiblemente, y bajó su cabeza para buscar los labios de la joven.
La cabeza de Bella dio vueltas cuándo los labios de ambos hicieron contacto; su corazón latía desbocado ante la sensación de la piel mojada de Edward cubriendo la suya, y en un acto involuntario, sus manos se posaron delicadamente en su pecho, y tomando vida propia, bajaron lentamente a lo largó de éste. Sus dedos exploraban de forma tímida cada recoveco de ese torso, incluso se atrevió a bajar un poco más, y llegó a la marcada uve que asomaba por la toalla. Sintió la dureza de esos desarrollados músculos a través de su tacto, y la respuesta de Edward no fue otra que pegarla más a su cuerpo, pasando una mano por su espalda; un gemido salió de la pequeña boca de la joven al notar una prominente dureza en su vientre. Subió las manos por el cuerpo de su novio, colgándose de su cuello y cómo si una fuerza desconocida se hubiera apoderado de ella, abrió los labios para él, permitiendo que la lengua de Edward se enredara con la suya.
Las manos del joven acariciaban la espalda y cintura de su pequeña con ansias; el menudo cuerpo de la joven, tan pegado al suyo, le estaba volviendo loco. Por un momento sopesó cogerla en brazos y tumbarla en la cama, y mostrarle todo lo que sentía por ella con su cuerpo... pero la realidad le golpeó al darse cuenta de que no estaban solos en casa. Cómo siempre tenía que hacer en estas situaciones, poco a poco fue deshaciendo el beso, y una vez liberó a Bella de sus labios, la retuvo firmemente contra él.
-Me gusta esta manera de darme los buenos días- expresó con una sonrisa pícara -pero no estamos solos en casa- la cara de Bella ardió de vergüenza, dándose cuenta del pequeño detalle que había pasado por alto. Escondió su carita en el pecho de Edward, pero siguió abrazada a él. El joven rió encantado ante la adorable timidez de su pequeña, y dejando un pequeño beso en su cabeza, volvió a hablarle.
-¿Te apetece dar un paseo a caballo?- Bella levantó la vista, asintiendo con una sonrisa y deshaciendo su agarre, para que el joven se pudiera vestir.
-Te espero abajo- susurró mientras salía y cerraba la puerta. El joven tomó aire de forma sonora, intentando relajarse; cada vez le costaba más poder controlarse... esa pequeña le había hechizado de tal manera que sabía que tarde o temprano no iba a poder controlarse. Con un largo suspiro pasó las manos por su pelo, hasta que se tranquilizó y se cambió de ropa, dispuesto a pasar lo que esperaba que fuera un agradable e inocente paseo con su novia.